Narendra Modi
Primer ministro (2014-)
Las elecciones generales celebradas en India entre abril y mayo de 2014 han supuesto el triunfo arrasador de una fuerza política derechista, el Bharatiya Janata Party (BJP), pero sobre todo de una persona revestida de un carisma nada común, Narendra Modi. El hasta ahora ministro principal del estado de Gujarat, un veterano militante del nacionalismo hindú que trenza en su discurso los guiños religiosos y el pragmatismo económico de signo liberal, ha devuelto a su formación al poder tras una década en la oposición al Gobierno del secularista Partido del Congreso (INC), hoy laminado en las urnas. El masivo corrimiento electoral, el mayor en 30 años, deja en manos del BJP una confortable mayoría absoluta en el Lok Sabha, mayoría que se acerca a los dos tercios con la suma de los socios de la Alianza Democrática Nacional (NDA).
Durante la larga campaña electoral, librada con brillantez, Modi supo vender los logros de su gestión en Gujarat y fue indiferente a las viejas acusaciones de responsabilidad (ya descartada por los tribunales) en las masacres de cientos de gujaratíes musulmanes cuando las violencias intercomunales de 2002. Neutralizando las críticas por los aspectos más turbios de su reputación, que evocan a un hinduista sectario desdeñoso con las minorías y tendente al autoritarismo, Modi derrochó dinamismo, propuestas de avance nacional y una imagen de político inmune a la corrupción y administrador eficiente. Justo todo lo que se ha echado en falta al primer ministro saliente, Manmohan Singh, al aspirante a sucederle por el congresismo, Rahul Gandhi, y a la líder del INC y madre del anterior, Sonia Gandhi.
Con 63 años el primer jefe de Gobierno nacido después de la independencia, Modi, que permanece célibe, es vegetariano, practica yoga y twitea con entusiasmo en las redes sociales, ofrece al país un liderazgo "con visión" y repleto de "ideas" sobre cómo acelerar el crecimiento, corregir los déficits financieros, desarrollar las infraestructuras, atraer inversiones generadoras de riqueza y, en suma, subsanar muchas de las rémoras que impiden a India, un gigante emergente, realizar todo su potencial. El nuevo primer ministro promete "hacer realidad los sueños" de 1.200 millones de compatriotas, pero mientras incide, aunque sin concretar mucho, en las reformas modernizadoras, la transparencia y el buen gobierno, se muestra parco sobre la ola de crímenes sexuales contra mujeres de castas bajas, actitud que vuelve a ilustrar su conservadurismo social.
En cuanto a las cuestiones de seguridad y política exterior, de la máxima relevancia en esta parte de Asia al tratarse el BJP de un partido muy nacionalista, Modi ha querido enviar señales de tranquilidad: asegura que no piensa alterar la doctrina, establecida en 1998 por su correligionario y predecesor Atal Bihari Vajpayee, del no primer uso de armas nucleares, tiende una rama de olivo a su homólogo de Pakistán, Nawaz Sharif, quien asistió a su toma de posesión el 26 de mayo en Nueva Delhi, y desea un acercamiento a China, país cuyo sistema económico admira.
(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 27/6/2014. Tras las elecciones generales del 11/4 al 19/5/2019, vueltas a ganar por el Bharatiya Janata Party y la coalición NDA, el primer ministro Modi formó su segundo Gobierno el 30/5/2019). |
1. Celoso militante del nacionalismo hindú
2. Primeros pasos en política con el BJP de Gujarat
3. Cuatro mandatos como ministro principal del estado
4. El fenómeno Modi: aplastante victoria electoral del BJP y llegada al Gobierno nacional en 2014
1. Celoso militante del nacionalismo hindú
Narendra Damodardas Modi nació en 1950, tres años después de acceder India a la independencia, como el tercero de los cuatro hijos de un humilde matrimonio de tenderos de casta baja de Gujarat. En la infancia ayudó a sus padres a vender té en un puesto en la estación de ferrocarril de Vadnagar, la población natal donde transcurrió también su formación escolar. Fuera de las aulas, Modi inició una temprana e intensa relación con el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), organización derechista abanderada del nacionalismo hindú contenido en el concepto de Hindutva (Hinduidad), tachada frecuentemente de extremista y muy mal avenida con el partido hegemónico de India, el Congreso Nacional (INC) de la dinastía Nehru-Gandhi.
Fundado en 1925, el RSS tenía como máxima divisa la defensa de India como nación confesionalmente hindú, abominaba de la Constitución secularista y socializante de 1950, y mostraba una propensión al paramilitarismo, no pocas veces involucrado en actos de violencia antimusulmana. Disponía asimismo de un brazo político, con pobre rendimiento en las urnas, el Bharatiya Jana Sangh (BJS). El joven tomó como mentor a Lakshmanrao Inamdar, alias Vakil Saheb, un dirigente del RSS muy popular en este estado lindero con Pakistán. El gurú, por quien Modi sentía auténtica devoción y al que siguió reverenciando tras su fallecimiento en 1984, le inculcó las doctrinas políticas, filosóficas y religiosas del movimiento nacionalista hindú, y le adiestró en sus disciplinas de capacitación física y mental.
En 1967, con 17 años cumplidos y tras terminar la escuela, Modi abandonó el hogar de sus padres y emprendió una especie de gira iniciática que en los dos años siguientes lo condujo por varios ashrams o casas espirituales del Hinduismo a lo largo y ancho del país, desde Gujarat en el oeste hasta Assam en el este, pasando por las estribaciones del Himalaya en el norte. En estos centros de sabiduría, meditación y vida monacal se impregnó de las enseñanzas de dos de los más grandes maestros del misticismo y la filosofía hindúes, Ramakrishna y su discípulo Swami Vivekananda. A los 18 años, en mitad de este periplo y a regañadientes, el joven tomó como esposa a Jashodaben Chimanlal, una joven de un poblado cercano a Vadnagar. Se trataba de uno de tantos matrimonios concertados por las familias de los chicos con arreglo a la tradición; en su caso, sus padres le habían buscado esta esposa cuando tenía 13 años.
Modi terminó abandonando a su cónyuge en el cuarto año de un matrimonio que no alumbró descendencia y cuya existencia, mantenida en secreto durante décadas, el político hubo de reconocer en el curso de la campaña electoral de 2014. Tras dejar a Jashodaben, el joven no volvió a casarse. A día de hoy, el ya sexagenario permanece soltero, condición célibe que sus fervientes partidarios consideran demostrativa de su carácter virtuoso y su pureza moral. En 1969 Modi puso fin a su vida itinerante y regresó a Gujarat para retomar el activismo socio-cultural en el RSS, del que pasó a ser un militante formal. Establecido en la gran ciudad de Ahmedabad, capital del estado hasta 1970 (cuando la capitalidad fue transferida a Gandhinagar), en 1972 obtuvo de Vakil Saheb la condición de pracharak del RSS, equivalente a un propagandista o predicador seglar. Durante un tiempo trabajó además como cantinero para los trabajadores de la GSRTC, la compañía pública de autobuses interurbanos de Gujarat.
En cuanto al activismo político contrario al Gobierno central del INC, Modi tuvo ocasión de foguearse durante La Emergencia, el período de 21 meses, entre 1975 y 1977, en que la primera ministra Indira Gandhi gobernó por decreto, mantuvo en suspenso las garantías constitucionales, llenó las cárceles de oponentes y puso un paréntesis abiertamente dictatorial a la democracia india. La represión se abatió particularmente sobre el RSS, que fue proscrito y sistemáticamente perseguido. Desde la clandestinidad o bien valiéndose del ardid del disfraz (en una foto de la época, difundida en Internet, puede vérsele luciendo barba y turbante de sij) con el fin de eludir la captura, el futuro primer ministro tomó parte en la organización de manifestaciones y en la difusión de panfletos antigubernamentales.
Las masivas protestas pro democracia desembocaron en las elecciones generales de marzo de 1977, cuyo resultado fue la histórica derrota del INC a manos del Partido Janata (JP) liderado por Morarji Desai, quien se convirtió en el nuevo primer ministro. El rostro político del RSS, el BJS, era uno de los pilares del JP, por lo demás una coalición bastante heterogénea donde las abismales diferencias ideológicas entre sus miembros quedaban precariamente superadas por la común animadversión hacia Gandhi. En 1978, en mitad de este gran disturbio nacional, Modi consiguió graduarse en Ciencias Políticas gracias al programa de educación a distancia de la Universidad de Delhi. Un lustro después amplió su currículum académico con una licenciatura en dicha especialidad cursada en la Universidad de Gujarat.
2. Primeros pasos en política con el BJP de Gujarat
En 1980 Modi ascendió al grado de sambhag pracharak en la organización del RSS y en 1985 sus superiores, satisfechos con sus brillantes capacidades organizativas y sus dotes de liderazgo, le asignaron al capítulo en Gujarat del Bharatiya Janata Party (BJP, Partido Popular Indio), fuerza política fundada en abril de 1980, al poco de la ruptura del JP y de la aplastante victoria electoral del INC (que trajo a Gandhi, luego asesinada en 1984, triunfalmente de vuelta al poder), por Atal Bihari Vajpayee y Lal Krishna Advani a partir del veterano BJS.
En 1987, ocupando Advani la presidencia del partido, que por el momento era una opción irrelevante a nivel nacional con únicamente dos diputados en el Lok Sabha (la Cámara baja del Sansad o Parlamento), Modi empezó a trabajar como secretario general del BJP en Gujarat, estado que desde su creación en 1960 venía siendo gobernado por el INC salvo en dos períodos, en 1977-1980, cuando el predominio del JP, y anteriormente durante unos meses entre 1975 y 1976, entonces de la mano del Frente Janata, el precursor del JP. A pesar de tener el RSS aquí uno de sus bastiones, al BJP le costó bastante convertirse en la primera fuerza política de Gujarat. En las elecciones estatales de 1990 los de Modi experimentaron un sensacional crecimiento y superaron ampliamente al INC, pero quedaron segundos por detrás del Janata Dal (JD), la principal emanación socialista del desintegrado JP y que desde finales del año anterior, con Vishwanath Pratap Singh de primer ministro, llevaba las riendas del Gobierno de la Unión; aquel fue el segundo desalojo temporal de los congresistas, en estos momentos dirigidos por Rajiv Gandhi, el cual en 1991 iba a seguir el trágico destino de su madre.
En marzo de 1990 se constituyó en Gandhinagar un Ejecutivo de coalición que integraba al JD y al BJP. El experimento de colaboración entre nacionalistas hindúes de derecha y secularistas de izquierda, como cabía esperar, no funcionó, de manera que antes de concluir el año Gujarat pasó a estar gobernado por la nueva alianza del JD y el INC. Modi y sus colegas se emplearon a fondo de cara a las siguientes elecciones estatales, las de 1995. Las estrategias proselitistas de su secretario general, que, acatando con diligencia las instrucciones del presidente nacional, Advani, movilizó a las bases del partido en grandes marchas populares de punta a punta del país, dieron los frutos apetecidos y el BJP conquistó una mayoría absoluta de 121 escaños en la Asamblea Legislativa de Gujarat.
El 14 de marzo de 1995 Keshubhai Patel inauguró el primer Gobierno en este estado de los nacionalistas en solitario, aunque poco después el BJP local se fracturó en una gran bronca interna que motivó la sustitución de Patel por Suresh Mehta como ministro principal. El gran triunfo cosechado en Gujarat le hizo merecedor de un ascenso a Modi, metido por Advani en las instancias directivas del BJP nacional. Desde su nuevo despacho en Nueva Delhi, el secretario nacional pasó a dirigir las actividades del partido en los estados norteños de Haryana e Himachal Pradesh.
El cambio de guardia en Gujarat preludió el hito de las elecciones generales de abril y mayo de 1996. Blandiendo un programa de reafirmación nacional que alardeaba de la capacidad nuclear del país y apostaba por unas reformas liberales más audaces para acelerar el desarrollo económico, el BJP, con Vajpayee de cabeza de cartel, se adjudicó una mayoría simple de 161 diputados y derrotó al INC del primer ministro Narasimha Rao, en el poder desde 1991. Entonces, Vajpayee no fue capaz de forjar un Gobierno de coalición mayoritario y tras dos semanas de mandato se resignó a traspasar el testigo al Frente Nacional del JD. Este precario Ejecutivo de izquierdas, dependiente del apoyo del INC, sólo se sostuvo unos meses, forzando la convocatoria de comicios anticipados para febrero y marzo de 1998. En esta ocasión el BJP concurrió al frente de una potente coalición de 13 partidos, la Alianza Democrática Nacional (NDA), que capturó una mayoría absoluta de 253 escaños, 182 de los cuales los puso el partido de Modi.
Vajpayee juró por segunda vez como primer ministro de India el 19 de marzo de 1998. Días atrás el BJP, puesto que ganador también de las elecciones celebradas en el estado, había recobrado con Keshubhai Patel el Gobierno de Gujarat, perdido en octubre de 1996 a manos del Rashtriya Janata Party (RJP), una escisión liderada por Shankersinh Vaghela y azuzada desde fuera por el INC. El estrepitoso fracaso del RJP en estas votaciones fue considerado otro mérito del secretario general del BJP estatal, Modi. En mayo de 1998, coincidiendo con la escalada nuclear desatada por Vajpayee con Pakistán al ordenar realizar una serie de tests (Pojran-II) en el subsuelo del desierto de Rajasthán, Modi fue promovido al cargo de secretario general del BJP. Advani, por su parte, fue reemplazado como presidente orgánico por Kushabhau Thakre. En los años siguientes, la jefatura nominal del partido iba a recaer sucesivamente en Bangaru Laxman, Jana Krishnamurthi y Venkaiah Naidu.
3. Cuatro mandatos como ministro principal del estado
El 7 de octubre de 2001 Modi cesó como secretario general del BJP al ser aupado por sus compañeros al puesto de ministro principal de Gujarat. La de Modi, que ponía un culmen lógico a la progresión y los logros del dirigente en la última década, fue una elección urgida por los problemas de salud y la ancianidad de Keshubhai Patel, y por las acusaciones de corrupción que llovían contra su Gobierno, todo lo cual estaba oscureciendo las perspectivas del partido en las elecciones estatales de 2003. Con todo, Vajpayee y, sobre todo, Advani, expresaron sus dudas sobre la idoneidad de Modi, pues con 51 años aún no le veían suficientemente bregado en política (ciertamente, carecía de experiencia gubernamental) como para encabezar uno de los estados emblemáticos del BJP. Las presiones de los cuadros locales y la insistencia del interesado, quien se consideraba perfectamente cualificado para este cargo de responsabilidad, hicieron posible la mudanza en Gandhinagar.
Modi se estrenó en la jefatura del Gobierno de Gujarat dispuesto a hacerlo bien para legitimarse en las elecciones de 2003, pero el 27 de febrero de 2002 encajó un brutal estallido de violencia interreligiosa que enfrentó a exaltados de las comunidades hindú (el 89% de la población del estado) y musulmana (el 10%). El incendio por musulmanes de un tren en Godhra, que provocó la muerte de 58 peregrinos hindúes, fue el detonante de la peor ola de pogromos sectarios desde 1992 (cuando la destrucción por fanáticos devotos del dios Rama de la mezquita Babri de Ayodhya, Uttar Pradesh) que en sólo tres días dejó varios cientos de muertos en todo el estado, llevándose la minoría musulmana con diferencia la peor parte.
En la orgía de violencia fueron cometidas terribles atrocidades (llegó a hablarse de niños arrebatados a sus madres y arrojados vivos a hogueras), así como pillaje generalizado y destrucción de propiedades. El Ejército comenzó a desplegarse el 1 de marzo en Gandhinagar, Ahmedabad y otros puntos conflictivos, pero las matanzas, los incendios y las algaradas, con intensidad decreciente, continuaron hasta junio. Los disturbios con víctimas salpicaron a Uttar Pradesh, Rajasthán, Mumbai y otros estados. Entre 2.000 y 3.000 personas pudieron morir en todo el país. Ya en los primeros momentos de las masacres, Modi fue acusado de tener una responsabilidad manifiesta en las mismas por, en el mejor de los casos, no haber ordenado a la Policía y el Ejército que atajaran las agresiones con el debido rigor y, en el peor, no haber hecho nada para, a sabiendas de lo que estaba sucediendo, frenar las actuaciones criminales de varios altos funcionarios y oficiales a su mando, a los que multitud de testigos señalaron como inductores directos de los pogromos y facilitadores a las turbas de los objetivos musulmanes, personas o viviendas, que debían ser atacados.
Lo cierto fue que Modi exhibió una actitud bastante fría, si no condescendiente, ante la barbarie protagonizada por sus hermanos de fe más chovinistas en una crisis que puso tristemente de relieve el arraigo de los odios religiosos desde la partición de la India Británica en 1947. Sus descargos de responsabilidades no convencieron a los gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, que le impusieron un boicot. En 2005 Washington fue más allá y le denegó el visado. Libre por el momento de las indagaciones judiciales, pero obligado a reaccionar por el chaparrón de incriminaciones y demandas de dimisión, el ministro principal optó por disolver la Asamblea Legislativa en julio, ocho meses antes de la conclusión natural de la legislatura estatal, y adelantó las elecciones a diciembre. El propio primer ministro Vajpayee, muy preocupado por la mala imagen internacional que las salvajes violencias de Gujarat habían dado a su Gobierno, instó a Modi a evitar los gestos de favoritismo religioso y presionó, sin éxito, para que dejara el cargo antes de los comicios.
En sus mítines de campaña, el gobernante, ignorando los llamamientos a la moderación que le llegaban desde Delhi, hizo un uso desembozado de la retórica hinduista y antimusulmana, estrategia bien poco útil para la recuperación de la paz social pero que resultó altamente provechosa para la meta de conservar el poder: el BJP sacó 127 escaños sobre 182, una decena más que en 1998, y Modi fue triunfalmente revalidado por sus paisanos. El 22 de diciembre de 2002 Modi inició un segundo mandato ejecutivo, al que siguieron un tercero en diciembre de 2007 y un cuarto en diciembre de 2012, marcando un récord de longevidad política en Gujarat.
Desde 2003, el dirigente orilló el polémico discurso identitario en favor de una gestión centrada en la aceleración del desarrollo económico de Gujarat, una tarea perentoria toda vez que el estado había sufrido en los últimos años una ruinosa racha de calamidades naturales; la más devastadora fue el terremoto de enero de 2001, entre los peores registrados en India en el último siglo, que mató a 20.000 personas y destruyó 400.000 hogares. El pragmatismo liberal y proempresarial del que Modi hizo gala a lo largo de su mandato estatal disgustó a los sectores más comprometidos socialmente del hinduismo político. Sin embargo, el dirigente, que tenía como paradigma las Zonas Económicas Especiales de China, no se cansó de exhibir las realizaciones macroeconómicas del tradicionalmente próspero e industrioso Gujarat, destacado en estos años como el estado de la Unión de crecimiento más vigoroso (tasas anuales del 15%, varios puntos por encima de la media nacional, entre 2004 y 2006) y más atractivo para la inversión extranjera directa.
Además, su Gobierno hizo masivas inversiones públicas en infraestructuras de explotación de recursos hídricos e irrigación de cultivos con el fin de paliar la crónica debilidad agrícola de un territorio fundamentalmente semiárido, así como en obras de generación y distribución energéticas para hacer llegar el tendido eléctrico a cientos de atrasadas comunidades rurales. También adquirió un gran relieve el concepto de e-Government, impulsado personalmente por quien compaginaba frugalidad, vegetarianismo, la composición poética en idioma gujarati y los ejercicios diarios de yoga con una pasión juvenil por las nuevas tecnologías e Internet. El verdadero impacto que todos estos proyectos, por lo demás bastante elogiados por organismos internacionales y agencias de la ONU, estaban teniendo en las vidas de los 60 millones de habitantes de Gujarat, así como las comparativas con los estándares de desarrollo humano en el conjunto de la federación, dieron pie a un encendido debate que tomó un nuevo vuelo con motivo de las elecciones generales de 2014.
Tras ganar su segunda elección estatal en 2007, Modi menudeó sus críticas al Gobierno central del INC, que, con Sonia Gandhi, la viuda de Rajiv Gandhi y nuera de Indira, de líder partidista y el sij Manmohan Singh de primer ministro, fue instalado tras las elecciones generales de abril y mayo de 2004, perdidas por la NDA y el BJP pero por estrecho margen. El principal reproche que Modi le hacía a Singh era la, así lo veía él, timorata reacción del Gobierno a las masacres terroristas de julio de 2006 y noviembre de 2008 en Mumbai; los segundos atentados tuvieron como autora confirmada a la organización fundamentalista islámica Lashkar-e-Taiba, basada en Pakistán y reclutadora habitual de combatientes antiindios en la disputada Cachemira.
El ministro principal de Gujarat participó de manera destacada en la campaña para las elecciones generales de abril y mayo de 2009. El BJP, presidido por Rajnath Singh y liderado en el Lok Sabha por el incombustible Advani, de paso candidato a primer ministro, volvió a tropezar en la liza con el INC y sus aliados regulares en el seno de la Alianza Progresista Unida (UPA). La diferencia parlamentaria entre la NDA y la UPA aumentó considerablemente a favor de los congresistas, pero estos además obtuvieron un ramillete de respaldos externos, permitiendo al oficialismo articular una confortable mayoría absoluta en el Lok Sabha.
4. El fenómeno Modi: aplastante victoria electoral del BJP y llegada al Gobierno nacional en 2014
El fracaso electoral de 2009 desató una marejada en el BJP, que llegado diciembre hizo una profunda remodelación de su cúpula. Entonces, Rajnath Singh fue desplazado de la presidencia por Nitin Gadkari y Advani cedió el liderazgo del grupo parlamentario a Sushma Swaraj. Sólo Modi, que no formaba parte de la Ejecutiva nacional del partido, mantenía intacta la aureola de ganador, más luego de conducir al BJP de Gujarat a su quinta victoria consecutiva, las tres últimas con él de ministro principal, en las votaciones estatales de diciembre de 2012. Sonó la hora del encumbramiento en la política nacional del antiguo propagandista del RSS, para el que 2013 fue un continuo desenrollar de alfombras rojas a su paso.
El 31 de marzo Modi obtuvo asiento en el Consejo Parlamentario, el máximo órgano dirigente del partido, con una docena de miembros. Luego, el 9 de junio, sus colegas le nombraron jefe del Comité de Campaña Electoral Central de cara a los comicios nacionales de 2014. Por último, el 13 de septiembre, el Consejo Parlamentario, encabezado de nuevo por Rajnath Singh desde enero anterior (y en sustitución de Nitin Gadkari, quien había tenido que marcharse por unas acusaciones de corrupción), anunció que Modi sería el candidato del partido a primer ministro en las votaciones del año siguiente. La decisión fue tomada de espaldas al octogenario Advani, quien se tomó muy a mal la cascada de promociones del de Gujarat, dejando caer la advertencia del riesgo que entrañaba que el partido se rindiera a la personalidad y la agenda de un hombre conocido, no obstante sus hábitos austeros, por su carácter ambicioso y suficiente, nada dado a la autocrítica. Tampoco vio con buenos ojos la candidatura de Modi el partido Janata Dal-Unido (JD-U), un aliado clave del BJP en la NDA.
Mientras saboreaba la aclamación de su gente, Modi, que a finales de octubre presidió el arranque de las obras de erección, en una isla del río Narmada y con un coste previsto de 20.600 millones de rupias, de la Estatua de la Unidad en honor del padre de la independencia, nativo de Gujarat, Vallabhbhai Patel (la colosal escultura, con una altura de 182 metros, sería a su término la más grande de mundo), recibía buenas noticias con otros remitentes. Por una parte, en diciembre de 2013, un tribunal local de Ahmedabad confirmó la validez del informe del Equipo de Investigación Especial (SIT) de las violencias intercomunales de Gujarat (creado en 2008 por el Tribunal Supremo de India), el cual, en marzo de 2012, había exonerado al ministro principal de cualquier complicidad en aquellos disturbios, por lo que no cabía imputarle delito alguno. Distinta suerte corrió Maya Kodnani, diputada de la Asamblea Legislativa y ministra de Gujarat en 2007-2009, quien fue juzgada y condenada por su implicación en la masacre de Naroda Patiya; aunque al principio Kodnani afrontaba la pena de muerte, en mayo de 2013 el Gobierno Modi terminó aceptando para ella una pena de prisión.
Por otro lado, al emerger Modi como líder nacional en India, el Reino Unido y la UE decidieron levantarle el boicot impuesto una década atrás. Estados Unidos mantuvo por el momento la cancelación del visado, pero empezó a enviarle señales positivas también. Una nube de diplomáticos extranjeros e inversores internacionales comenzó a cortejar al dirigente indio, en el que veían un administrador eficaz y un político honesto, sin mancha de corrupción, con excelente madera de primer ministro. De hecho, Modi les parecía el líder proactivo y solvente que esta gran potencia emergente que era India, con su economía al ralentí, los precios descontrolados, la rupia devaluada y los balances de cuentas deficitarios, y con su potencial de desarrollo lastrado por un cúmulo de inercias e ineficiencias, necesitaba con urgencia. La imagen del Gobierno Singh era en cambio la de un equipo amortizado, sin iniciativa y falto de ideas.
La percepción de Modi como el hombre-solución para los problemas de India fue el fermento de la formidable ola de entusiasmo popular, reflejada en la calle, en las redes sociales (la cuenta abierta en 2009 por Modi en Twitter, una de las más exitosas del mundo en la categoría de políticos, superó los dos millones de followers en octubre de 2013, cifra que iba a duplicarse con creces siete meses después, superando en seguimiento al Twitter de la Casa Blanca) y en los sondeos, que levantó la candidatura del líder opositor, devenido fenómeno de masas como no se conocía en el país asiático desde los años de Indira Gandhi.
Marcando un agudo contraste con el aura de intelectual apático e impasible que rodeaba al ya octogenario Singh (retratado por algunos de sus detractores como "el primer ministro mudo") y, aspecto más decisivo, con la flojera mediática y las patentes limitaciones políticas de su contrincante por el puesto de primer ministro en el partido gobernante, Rahul Gandhi, hijo de Sonia y poco entusiasta heredero de la dinastía familiar, el aspirante del BJP irradiaba energía, exudaba carisma y seducía por doquier con su soltura ante las cámaras y la elocuencia de un buen hilador de discursos, prefiriendo con mucho el atril del mitin a la mesa de la entrevista periodística.
Las formas, en particular si se lucían con una escenografía y unas innovaciones técnicas más propias de una campaña presidencial de Estados Unidos, arrastraban multitudes, pero Modi sabía muy bien que la clave de estas elecciones eran unos contenidos programáticos centrados en los aspectos económicos. El Comité de Campaña del BJP puso este apartado en el primer plano y pasó de puntillas sobre las cuestiones comunitarias y religiosas, indisociables del sospechoso proceder del ministro principal cuando los disturbios de 2002 en Gujarat.
Poniendo como ejemplo su labor en el estado, al que presentaba como una especie de paraíso del buen gobierno, la economía abierta y los negocios, Modi formuló sus propuestas para relanzar el crecimiento y devolverlo como mínimo al ritmo experimentado en la década anterior a 2012, cuando la tasa media anduvo en el 7-8% anual, frente al 4,5% actual. Había también que impulsar la disciplina fiscal, reducir el sector público ineficiente, agilizar la burocracia (hizo fortuna el lema Minimum Government, Maximum Governance), poner en venta propiedades del Estado, acometer sendas reformas de la banca y el sistema tributario, y transparentar al máximo unas administraciones atacadas por la corrupción, mal al que era "adicto", denunció, el actual Gobierno del Congreso. El líder opositor se ufanaba de tener una "visión de India" así como un arsenal de "ideas" para "hacer realidad los sueños" de más de 1.000 millones de compatriotas.
Por ejemplo, el aspirante nacionalista habló de lanzar un vasto programa de inversiones en transportes y comunicaciones, capítulo que concentraba algunos de los mayores déficits estructurales del país, lo que suponía un serio lastre para el empuje económico; de desarrollar "100 ciudades inteligentes" y dotar a todos los estados del adecuado número de institutos tecnológicos (IIT), institutos de administración (IIM) e institutos de ciencias médicas (AIIMS); de introducir sin complejos la tecnología más avanzada en las explotaciones agrícolas; o de establecer un Fondo de Estabilización de Precios para domeñar la inflación. Hábil en la acuñación de leitmotivs propagandísticos e ideas fuerza, Modi explicó su sencilla fórmula "5-T", concebida como la "marca global" que debía vender India. Las cinco tes eran las iniciales de "talento", "comercio" (trade), "tradición", "turismo" y "tecnología".
Por otra parte, Modi aseguró que mantendría el principio estratégico militar de India, acuñado por Vajpayee en 1998, de no ser el primero en usar armas atómicas, esto es, sin una agresión previa de esta naturaleza, en caso de conflicto bélico con otro Estado con capacidad nuclear. Ahora bien, el BJP, en el programa electoral, dejó caer su intención de "estudiar en detalle la doctrina nuclear india, revisarla y actualizarla para hacerla relevante a los retos de los tiempos actuales". Este comentario se podía interpretar como que el principio del no primer uso podría recibir carpetazo con un Gobierno del BJP.
Las elecciones generales de la, habitualmente llamada, mayor democracia de mundo transcurrieron en 2014 con una parsimonia más acusada que en ocasiones anteriores: esta vez, las votaciones para el decimosexto Lok Sabha desde 1952 se desarrollaron en nueve fases durante un mes largo, desde el 7 de abril al 12 de mayo. Todas las encuestas aventuraban un triunfo masivo de la NDA, pero los pronósticos más halagüeños para el bloque de Modi, al que daban vida una treintena de formaciones, aún se quedaron cortos: con el 39% de los sufragios, la coalición opositora de centro-derecha arrebató 336 de los 543 escaños de la Cámara baja del Sansad, mientras que el BJP por sí solo capturó 282 puestos. La anterior vez que una agrupación había sacado mayoría absoluta sin la ayuda de socios se remontaba a 1984, cuando el INC de los Gandhi acaparó la mitad de los votos.
Los resultados de ahora hacían enanas las victorias obtenidas por el BJP en 1998 y 1999, aunque la diferencia abismal con entonces era de cuota de escaños, no de porcentaje de voto, debido a las particularidades del sistema electoral indio. Acogido a la posibilidad que le brindaba el escrutinio uninominal mayoritario, Modi se había presentado candidato en dos circunscripciones a la vez, Vadodara, en su terruño de Gujarat, y Varanasi (Benarés), la ciudad más sagrada del Hinduismo, en Uttar Pradesh, ganando en las dos. En la NDA, el segundo partido más votado, con 18 escaños, fue el Shiv Sena (hindúes radicales de Maharashtra) y el tercero, con 16 actas, el Telugu Desam Party (TDP, social-populistas de Andhra Pradesh y Telangana).
En el oficialismo del Congreso, sólo se podía hablar de catástrofe. El INC únicamente conservó 44 diputados con el 19,3% de los votos –es decir, 107 millones de votantes, cifra que volvía a poner de manifiesto el gigantismo de la democracia india y la impresión engañosa de ciertos porcentajes- y los satélites de su coalición, la UPA, no aportaron más que 14 escaños adicionales. Claro que esos 44 escaños suponían para los congresistas sus peores resultados con mucha diferencia en 62 años de elecciones nacionales. Por lo demás, el índice de participación quedó fijado en el 66,4%, el más alto desde la independencia. En números absolutos, habían ejercido su derecho al voto 550 millones de electores, más que habitantes de la Unión Europea.
El 17 de mayo, en la jornada posterior a la publicación de los resultados por la Comisión Electoral, coincidiendo con la dimisión protocolaria del primer ministro Singh y mientras le llovían mensajes de felicitación de los gobiernos de la UE, Estados Unidos (el presidente Barack Obama, además, le invitó a visitarle, a pesar de seguir vigente el veto al visado), Rusia, China y Pakistán, Modi aterrizó procedente de Gujarat en Nueva Delhi, donde miles de enfervorizados seguidores le brindaron un recibimiento de héroe.
El 20 de mayo el presidente de India, Pranab Mukherjee, elegido en 2012 como candidato del INC, nombró primer ministro a Modi, quien prestó juramento del cargo el día 26. Previamente, el 22 de mayo, Modi hizo efectiva su renuncia a la jefatura del Gobierno de Gujarat, que dejó en manos de Anandiben Patel. Además de encabezar el Ejecutivo, Modi asumió, desplazando a Advani, el liderazgo del recrecido grupo del BJP en el Lok Sabha, donde escogió ocupar el escaño por Varanasi. A los actos de toma de posesión, en un gesto sin precedentes, acudió el primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, invitado por el nuevo líder de India para propiciar un acercamiento entre dos países históricamente enfrentados. Oficialmente, Nawaz viajó a Nueva Delhi acogido a la invitación cursada a todos los líderes de la Asociación del Sur de Asia para la Cooperación Regional (SAARC). Al día siguiente, Modi y Nawaz sostuvieron una cordial reunión oficial, la primera del nuevo primer ministro con un mandatario extranjero.
(Cobertura informativa hasta 1/6/2014)