Eduardo Frei Ruiz-Tagle

Eduardo Frei, hijo de presidente tocayo y dirigente de la Democracia Cristiana, fue el segundo presidente de la restaurada democracia en Chile, entre 1994 y 2000. Su Gobierno, basado en los partidos de la Concertación, el bloque oficialista de centro-izquierda, apostó por el más abierto regionalismo comercial, pilotó un robusto crecimiento económico que sin embargo terminó encallando e intentó, infructuosamente, desmontar las cortapisas al poder civil y la representatividad electoral heredadas de la dictadura militar, mientras que el general Augusto Pinochet siguió proyectando su sombra distorsionadora sobre el sistema político. Una década después, en diciembre de 2009, el senador vitalicio Frei hizo un nuevo intento presidencial, que topó con el potente candidato de la derecha, Sebastián Piñera, y con la opción tercerista del independiente de izquierda Marco Enríquez-Ominami. En la segunda vuelta de enero de 2010, el desgaste de la Concertación prevaleció sobre la popularidad de la presidenta saliente, la socialista Michelle Bachelet, favoreciendo la derrota de Frei por Piñera.

Texto actualizado hasta enero 2010)

1. Un ingeniero con apellido ilustre en los años de la dictadura
2. Líder del PDC y segundo presidente de la Concertación por la Democracia
3. El sexenio presidencial (I): Estabilidad económica y librecambismo multilateral
4. El sexenio presidencial (II): La cuestión militar, el estatus de Pinochet e irrupción de la crisis
5. Nueva candidatura presidencial en 2009


1. Un ingeniero con apellido ilustre en los años de la dictadura

Cuarto de los siete hijos (cuatro chicas y tres chicos) tenidos por los señores Eduardo Frei Montalva (1911-1982), presidente de Chile entre 1964-1970, y María Ruiz-Tagle Jiménez (1913-2001), las enseñanzas primaria y secundaria las cursó en el Instituto de Humanidades Luis Campino, una casa de estudios perteneciente al Arzobispado de Santiago y ubicada en la comuna capitalina de Providencia, donde ya había sido alumno y profesor su padre. En esta época, entre las décadas de los cuarenta y los cincuenta del siglo XX, Frei Montalva, formado como abogado, estaba construyendo una prestigiosa carrera política como ministro de Obras Públicas en el Gobierno del radical Juan Antonio Ríos Morales y senador adscrito a la Falange Nacional (FN), que a pesar de su nombre se trataba de un partido de corte antifascista y adherido al humanismo cristiano

Tras completar el bachillerato, Frei júnior se matriculó en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, por la que se licenció con el título de ingeniero civil en la especialidad de Hidráulica. En noviembre de 1967, en la recta final de la carrera, el veinteañero contrajo matrimonio con la pedagoga Marta Larraechea Bolívar, natural de Talca, con la que iba a concebir cuatro hijas, Verónica, Cecilia, Magdalena y Catalina. Meses después de la boda marchó a Milán, Italia, para realizar un curso en Administración y Técnica de Gestión que incluyó una práctica en la empresa Snam Proietti S.p.A. En 1969, una vez ya en Chile, pasó a ejercer su profesión en la firma privada Ingeniería y Construcción Sigdo Koppers S. A., donde se encargó de evaluar y ejecutar proyectos industriales.

En 1958, estando todavía en el Instituto, Frei se inscribió en el Partido Demócrata Cristiano (PDC), que su padre había contribuido a fundar en 1957 a partir de la FN. El joven fue un testigo excepcional del primer gran envite político de su progenitor, que aquel mismo año candidateó por primera vez a la Presidencia de la República en unas elecciones en las que quedó tercero y que ganó el conservador Jorge Alessandri Rodríguez. Luego, en paralelo a sus estudios en la Universidad, donde se destacó como dirigente estudiantil, Frei participó activamente en la segunda campaña presidencial de su padre, la de 1964, que, esta vez sí, le catapultó a la jefatura del Estado tras derrotar en las urnas al socialista Salvador Allende Gossens.

Durante cerca de dos décadas, Frei Ruiz-Tagle estuvo concentrado en su labor profesional y se mantuvo alejado de la acción política, no obstante la sucesión de intensos y, a la postre, dramáticos, acontecimientos que fueron escribiendo la historia contemporánea de Chile y que golpearon de lleno a su propia familia. Una vez finalizado su mandato sexenal en 1970, Frei Montalva se convirtió en uno de los principales opositores del Gobierno de la Unidad Popular; duro crítico de Allende, en 1973 recuperó la condición de senador y tras el golpe militar de septiembre de ese año expresó un respaldo inicial a la Junta encabezada por el general Augusto Pinochet Ugarte. Sin embargo, tras constatar que los militares no tenían la intención de restituir el orden constitucional, el ex presidente adoptó una actitud firmemente crítica por la preterición indefinida de la democracia, denunció las violaciones de los Derechos Humanos perpetradas por la dictadura y terminó encabezando una campaña contra Pinochet y su reforma constitucional de 1980.

En noviembre de 1981 Frei Montalva fue hospitalizado de urgencia aquejado de una esofagitis causada por una hernia de hiato que en principio no revestía una particular gravedad. La operación quirúrgica transcurrió sin novedad, pero la convalecencia se complicó de manera inesperada: sometido a otras tres intervenciones en el aparato digestivo, la salud del paciente empeoró con rapidez y el 22 de enero de 1982, tras una semana en coma, Frei falleció a la edad de 71 años. El parte médico achacó el óbito a una infección bacteriana que había originado una peritonitis aguda seguida de una hipotensión arterial fatal.

Para la familia, el mortal desenlace era de todo punto incomprensible y no tardó en albergar la sospecha de que el padre y esposo había sido víctima de una negligencia criminal, o de algo peor. Las evidencias del asesinato, por envenenamiento, no iban a salir a la luz hasta un cuarto de siglo después. Nada de todo esto perturbó el buen rumbo profesional de Frei Ruiz-Tagle, que ascendió a posiciones gerenciales y ejecutivas en Sigdo Koppers y que en 1974 incursionó en la empresa por cuenta propia al adquirir, junto con unos colegas de la firma y en calidad de socios igualitarios, un paquete de propiedad a la estatal Compañía de Aceros del Pacífico (CAP).

Pero llegado 1987, la tensa situación política en el país y el recuerdo omnipresente de la vida y la muerte de su padre, cuya memoria custodiaba la Fundación Eduardo Frei, por él fundada y presidida, empujaron a Frei hijo a tomar el paso de integrarse en el frente político contra la dictadura militar, donde el PDC, dirigido por Patricio Aylwin Azócar, Gabriel Valdés Subercaseaux y Andrés Zaldívar Larraín, venía tomando parte activa junto con los partidos de izquierda bajo el paraguas de la Alianza Democrática. A tal fin, el ingeniero canceló su compromiso laboral de casi 20 años y liquidó su participación social en Sigdo Koppers, donde poseía el 12% del capital. Su hermano menor Francisco Javier, economista de profesión, se encargó de administrar su abultado patrimonio particular a través de una sociedad de inversiones creada a tal efecto.

En 1988, con el PDC vuelto a la legalidad bajo la presidencia de Aylwin, Frei fue uno de los promotores del Comité pro Elecciones Libres y se implicó también en la Concertación de Partidos por el No, plataforma creada por el PDC, las diversas facciones del Partido Socialista de Chile (PS), el Partido por la Democracia (PPD), el Partido Radical (PR) y así hasta 17 agrupaciones de la izquierda, el centro y el centro-derecha chilenos; su fin, movilizar al electorado a favor del voto negativo en el plebiscito del 5 de octubre, convocado por Pinochet para facultarle a presidir la República por ocho años más, hasta 1997. La victoria en las urnas del no propugnado por Frei y sus compañeros obligó al dictador a convocar para el año siguiente unas elecciones democráticas a las que él no se presentaría.

Las históricas votaciones generales tuvieron lugar el 14 de diciembre de 1989 y en ellas la Concertación de Partidos por la Democracia, evolución de la Concertación de Partidos por el No, derrotaba al régimen militar y sus partidarios civiles conduciendo a Aylwin a la Presidencia, conquistando la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y ganando la mayoría simple en el Senado. En esta cámara, Frei salió elegido senador por la Circunscripción 8 de la Región Metropolitana Oriente con el 42,6% de los votos, imponiéndose, entre otros, al empresario y multimillonario conservador Sebastián Piñera Echenique, candidato del partido Renovación Nacional (RN) y, como él, futuro aspirante presidencial. Una hermana mayor, la educadora infantil Carmen Frei Ruiz-Tagle, salió elegida senadora también, en su caso por la II Región de Antofagasta. Una vez constituido el Congreso Nacional y producido el traspaso del poder ejecutivo de Pinochet a Aylwin el 11 de marzo de 1990, Frei se desempeñó en la Cámara alta, donde su mandato era de ocho años, como presidente de las comisiones de Hacienda y Presupuesto, y miembro de la Comisión de Vivienda.


2. Líder del PDC y segundo presidente de la Concertación por la Democracia

La dimensión política y la relevancia social del senador Frei aumentaron rápidamente en los primeros meses del Gobierno de la Concertación, que tuvo que acomodarse al marco constitucional de restricción democrática dejado por la dictadura como una herencia forzosa y a las prerrogativas arrogadas por Pinochet, al pie del cañón como comandante en jefe del Ejército, y los uniformados, los cuales protagonizaron diversas exhibiciones de fuerza y de autonomía frente al poder civil, al que llegaron a amenazar veladamente para que no se tocara su inmunidad.

Definitivamente identificado con el legado democrático de su respetadísimo padre, al que de entrada recordaba por el físico, Frei fue elegido por las bases democristianas presidente del partido el 23 de noviembre de 1991, con más del 70% de los votos depositados por 77.960 militantes, en sustitución de Zaldívar. Encuestas del momento ya le situaban como el preferido de los afiliados y simpatizantes de la Concertación para representar a la coalición en las próximas elecciones presidenciales. Conducido a las alturas del liderazgo político prácticamente en volandas, toda vez que la prudencia, la austeridad y la falta de ambiciones eran los signos más visibles de su personalidad, más bien introvertida, Frei fue proclamado el 13 de diciembre de 1992 precandidato presidencial del PDC.

En las primarias concertacionistas, celebradas el 23 de mayo de 1993 con un padrón electoral restringido a los militantes y a un colectivo más amplio de adherentes, Frei arrolló con el 62,9% de los sufragios al ex ministro de Educación Ricardo Lagos Escobar, un dirigente del PS que combinaba la doble militancia en el PPD y que en 1989 había rehusado disputar a Aylwin la candidatura presidencial. El 30 del mismo mes, el senador fue proclamado candidato de la Concertación a la Presidencia de la República. En cuanto a la jefatura del partido, ésta recayó en el diputado Gutenberg Martínez Ocamica.

Culminando su corta pero espectacular carrera política, en las elecciones generales del 11 de diciembre de 1993 Frei se apuntó la victoria con una cuota sin precedentes, el 57,9% de los votos, derrotando al postulante de la Unión por el Progreso (alianza de los dos principales partidos de la derecha promilitar, la UDI y RN, más un socio centrista) Arturo Alessandri Besa, sobrino del ex presidente Alessandri Rodríguez, al ex ministro pinochetista José Piñera Echeñique, hermano de Sebastián y que concurría como independiente, y a otros tres contrincantes, el ecologista Manfred Max-Neef, el izquierdista allendista Eugenio Pizarro Poblete y el humanista Cristián Reitze Campos. En los comicios al Congreso, la Concertación capturó, con el 55,5% de los votos, 70 de los 120 diputados y 21 de los 39 senadores abiertos a elección. El PDC volvió a ser con diferencia el partido más fuerte de la Concertación al aportar 51 de esos 91 congresistas.

El 11 de marzo de 1994 Frei y Aylwin protagonizaron la primera transferencia del poder entre dos mandatarios democráticamente elegidos desde 1970. A la ceremonia de inauguración, efectuada en la nueva sede del Congreso en Valparaíso, asistieron ocho presidentes latinoamericanos y delegaciones de un centenar de países. En el segundo Gobierno de la Concertación, de 21 miembros, el dirigente democristiano se rodeó de 10 ministros de su partido, incluidos los titulares de las carteras clave de Relaciones Exteriores, Carlos Figueroa Serrano (un veterano de los gobiernos de su padre que duró en el cargo hasta septiembre, cuando asumió el Ministerio del Interior), Defensa Nacional, Edmundo Pérez Yoma, y Hacienda, Eduardo Aninat Ureta. Los demás puestos quedaron repartidos entre el PS, el PPD, el PR y algunos independientes.

En su primer discurso institucional, Frei anunció un programa basado en "el fin de la indolencia en todas sus expresiones", así como "la lucha global contra la pobreza" y "la igualdad ante la ley". El flamante presidente recalcó también que iba a ejercer su función de "generalísimo de las Fuerzas Armadas como símbolo de unidad nacional". El 21 de mayo, en su primer discurso al pleno del Congreso, el jefe del Estado precisó las seis "grandes tareas nacionales" que tenía por delante, cuales eran: asegurar el desarrollo económico "con equidad"; acabar con las formas extremas de pobreza; modernizar el mercado laboral; modernizar el sistema educativo; optimizar el sistema de salud; y profundizar la inserción internacional del país, en lo que echaría mano de una "diplomacia para el desarrollo".


3. El sexenio presidencial (I): Estabilidad económica y librecambismo multilateral

Heredero de una coyuntura económica envidiable caracterizada por unas vigorosas tasas de crecimiento, una balanza comercial excedentaria, un déficit fiscal virtualmente suprimido, una robusta formación de capital, unas moderadas tasas de desempleo e inflación y hasta unos niveles de pobreza en franco retroceso, en sus seis años de mandato Frei sacó adelante una batería de medidas de corte modernizador y con la vocación de integrar a todos los chilenos en la bonanza general, poniendo el acento, tal como había anunciado, en la calidad de los sistemas educativo y sanitario, el aumento de la capacidad de consumo de las rentas bajas, la eficiencia de la administración del Estado y la asunción de mayores competencias gestoras por las administraciones locales. Varias compañías del estado (aguas, puertos, electricidad) se abrieron al capital privado. Los principios liberales guiaron una actuación que, en los cuatro primeros años, aún consolidó y mejoró el balance bonancible y saneado de la etapa de Aylwin.

De puertas al exterior, el mandatario protagonizó una llamativa actividad en el terreno de la integración comercial, facilitando la consideración de Chile como un país de moda, con buena reputación entre los principales gobiernos y las instituciones financieras internacionales. Cinco fueron las áreas geográfico-comerciales a las que la nación austral se acercó durante la presidencia de Frei: la Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC), el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, integrado por Estados Unidos, Canadá y México), Mesoamérica, el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Unión Europea (UE).

En la APEC, Chile ingresó como miembro de pleno derecho el 15 de noviembre de 1994, en el marco de la II Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del foro, celebrada en Bogor, Indonesia, cita a la que Frei no dejó de asistir. Chile fue el primer país sudamericano en ingresar en la APEC, que en esa misma cumbre previó la articulación de una vasta área de libre comercio transpacífica, desde la Patagonia antártica hasta Australia al sur y desde Alaska hasta Corea al norte, entre 2010 y 2020. Con Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua se firmó el 18 de octubre de 1999 en Guatemala capital un Tratado de Libre Comercio consistente en un marco normativo común y una previsión de protocolos bilaterales. Se estableció un mecanismo de implementación progresiva, de manera que el Tratado entraría en vigor gradualmente, a medida que fueran completándose las negociaciones bilaterales con los cinco países. Mayor importancia revistió el TLC suscrito con México el 17 de abril de 1998, que sucedió al Acuerdo de Complementación Económica adoptado en 1991 y que entró en vigor el 1 de agosto de 1999.

Chile, reconociendo el valor estratégico de esta inserción, se vinculó asimismo al Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la más avanzada empresa de integración subregional del continente, que desde 1991 reunía a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, y que por situación geográfica y lazos tradicionales con sus miembros parecía ser un destino natural de los australes. Frei participó como invitado en la cumbres presidenciales VI, celebrada en Buenos Aires el 5 de agosto de 1994, y X, celebrada en la localidad argentina de Potrero de los Funes el 25 de junio de 1996.

La segunda cita alumbró la firma, en el marco de la ALADI, de un Acuerdo de Complementación Económica (ACE) que preveía la evolución hacia un área de libre comercio Chile-MERCOSUR, proceso que a su vez debía servir de antesala para el ingreso de Chile en la organización como miembro pleno. El ACE entró en vigor el 1 de octubre del mismo año, tras lo cual Chile empezó a levantar paulatinamente sus aranceles al 80% de los productos procedentes de los países del MERCOSUR, reservándole para el 20% restante un plazo de liberalización mucho más largo, de 18 años. Finalmente, la membresía de Chile en el MERCOSUR no iba a ser orgánica y plena, sino de asociación, al participar con un tratamiento comercial preferencial en su área de libre cambio, pero no en su unión aduanera.

En la I Cumbre América Latina-Caribe-UE, celebrada en Río de Janeiro en junio de 1999, Frei acordó integrar a Chile en la futura área de libre comercio UE-MERCOSUR, prevista en principio para 2003-2004, una decisión de gran calado si se tenía en cuenta que sólo el mercado europeo absorbía la cuarta parte de las exportaciones chilenas. Pero Chile no esperaría hasta entonces, ya que la liberalización del comercio nacional con la UE le parecía factible a un plazo más corto. Así, el 21 de junio de 1996 Santiago y Bruselas firmaron un Acuerdo Marco de Cooperación que entró en vigor el 1 de febrero de 1999. El objetivo del acuerdo era sentar las bases de un proceso destinado a establecer una asociación de carácter político y económico, y crear un área de libre comercio bilateral. En la primera reunión del Comité Conjunto Chile-UE, el 24 de noviembre de 1999, se definió el calendario, la metodología y la estructura de las negociaciones para dotar de sustancia a la cooperación. El Acuerdo de Asociación Política y Comercial Chile-UE adoptado en 2002 iba a ser el resultado de las acciones emprendidas por el Gobierno de Frei.

La ambición de Chile alcanzó también al TLCAN. En una fecha tan temprana como el 11 de diciembre de 1994, sin haberse cumplido un año desde el arranque del instrumento estadounidense-mexicano-canadiense, y aprovechando la coincidencia de los cuatro en la I Cumbre de las Américas en Miami, Frei estableció un compromiso verbal con el presidente Bill Clinton, el presidente Ernesto Zedillo y el primer ministro Jean Chrétien para la adhesión de Chile al que era, con diferencia, el grupo comercial más potente de América.

Los TLC bilaterales suscritos con Canadá el 5 de diciembre de 1996 (en vigor el 4 de julio de 1997) y con México en 1998 remaron en aquella dirección, pero el Congreso de Estados Unidos rehusó negociar el TLC con Chile por la vía rápida (fast track), posponiendo sine díe la conversión del país sudamericano en el cuarto socio del NAFTA. Sin abandonar todavía el terreno comercial, Chile adoptó sendos Acuerdos de Alcance Parcial con Ecuador el 20 de diciembre de 1994 y con Perú el 22 de junio de 1998. Y el 1 de enero de Chile 1995 figuró entre los 123 países negociadores de la Ronda Uruguay que pusieron en marcha la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además, Frei fue el organizador y el anfitrión en Santiago de la VI Cumbre Iberoamericana (con extensión en Viña del Mar) y la II Cumbre de las Américas, celebradas respectivamente el 10 y el 11 de noviembre de 1996 y el 18 y el 19 de abril de 1998.

Por otra parte, añejos litigios territoriales con países vecinos entraron en vías de solución. Con Argentina, en octubre de 1994 Santiago aceptó el fallo del Tribunal Arbitral latinoamericano de Río de Janeiro que adjudicó a ese país la soberanía sobre Laguna del Desierto, tras lo cual, en diciembre de 1998, las dos partes firmaron un Acuerdo sobre la demarcación fronteriza (desde el monte Fitz-Roy hasta el cerro Daudet) en el Campo de Hielo Patagónico Sur, que comparten la XII Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, y la provincia argentina de Santa Cruz. Con Perú, Chile firmó en noviembre de 1999 el Acta de Ejecución del Tratado de Lima de 1929 y su Protocolo Complementario, lo que dio al país andino acceso franco por mar y una conexión ferroviaria desde Tacna al puerto de Arica, antigua posesión peruana anexionada por Chile como resultado de la Guerra del Pacífico de 1879-1883.


4. El sexenio presidencial (II): La cuestión militar, el estatus de Pinochet e irrupción de la crisis

En las elecciones legislativas del 11 de diciembre de 1997 la Concertación, sensiblemente desgastada, bajó al 50,6% de los votos, si bien retuvo los 70 diputados. El binomio formado por el PS y el PPD adelantó ligeramente en cuanto a porcentaje de votos al PDC, que retuvo la condición de primer partido del país. En el Senado, el oficialismo perdió un escaño y se quedó con 20 actas.

La fortaleza electoral de la oposición derechista de la Unión por Chile (ex Unión por el Progreso) puso un epílogo coherente a los infructuosos intentos del Gobierno de Frei, invertidos en los dos últimos años, de sacar adelante en el Senado una serie de enmiendas constitucionales destinadas a reducir la influencia de la institución castrense en la política nacional y finiquitar de una manera que no dejara dudas la transición a la plena supremacía del poder civil sobre el estamento militar, indispensable para el correcto funcionamiento de un Estado democrático y de derecho. Sin embargo, en ningún momento dio Frei, muy atento a evitar cualquier tono de confrontación con los generales, la sensación de poner toda la carne en el asador para hacer realidad la espinosa reforma.

Las cortapisas a la democracia, impuestas por la Junta militar en la Carta Magna de 1980 y dejadas sin tocar por el referéndum de reforma constitucional del 30 de julio de 1989, eran fundamentalmente tres: el sometimiento a los militares de determinadas cuestiones de trascendencia para el Estado en el seno del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), donde Pinochet, comandante en jefe del Ejército, hacía oír su voz; la reserva de nueve puestos del Senado a titulares designados, empezando por los cuatro ex comandantes de las Fuerzas Armadas y del Orden, que de esta manera ejercían una especie de tutela o fiscalización sobre la acción legislativa del Congreso; y, la privación al presidente de la República de la prerrogativa de nombrar a los oficiales en jefe de los tres ejércitos y del Cuerpo de Carabineros.

El Cosena, cuya convocatoria se restringía a la ambigua situación de "crisis" en la seguridad nacional, era percibido por la opinión pública como un foro que permitía a las Fuerzas Armadas exponer al Gobierno su malestar por asuntos de naturaleza política, lo que fácilmente podía ser interpretado como una interferencia en el ámbito civil. Además, seguían en vigor las leyes orgánicas constitucionales de las Fuerzas Armadas y los Carabineros, aprobadas por la Junta a finales de febrero de 1990 días antes de disolverse, las cuales, por ejemplo, permitían a dichos cuerpos comprar y vender armas, edificios y propiedades fuera del ámbito de decisión de los ministerios de Defensa y del Interior. Hasta ahora, Pinochet había hecho un uso exhaustivo de este paraguas legal, que garantizaba un elenco de privilegios a los militares. El caso fue que desde 1995, ante el mutismo de Frei, Pinochet multiplicó las salidas de tono y las declaraciones provocativas, lo que generó enfado y tensión en las filas concertacionistas.

El fracaso de Frei en este capítulo quedó certificado a dos tiempos a caballo entre 1997 y 1998: en diciembre, con las designaciones por el Cosena de los cuatro senadores militares (el teniente general Julio Canessa Robert, ex vicecomandante en jefe del Ejército, el almirante Jorge Martínez Busch, ex comandante de la Armada, el general Ramón Vega Hidalgo, ex comandante de la Fuerza Aérea, y Fernando Cordero Rusque, ex director general de Carabineros), por la Corte Suprema de dos ex magistrados y un ex contralor general, y por el propio Frei de un ex ministro del Gobierno y un ex rector de universidad; y en marzo, en la fecha por él dispuesta, por la despedida de Pinochet como comandante en jefe del Ejército, función que traspasó al teniente general Ricardo Izurieta Caffarena, seguida de su jura como senador vitalicio en tanto que ex presidente de la República. La designación de Izurieta, un profesional desvinculado de la represión de la dictadura y considerado "apolítico", fue negociada con Pinochet por el ministro de Defensa, Pérez Yoma.

El 16 de octubre de 1998, el espectacular arresto de Pinochet en Londres por la Policía británica a requerimiento de la justicia de España, que quería interrogarle previa extradición por su posible responsabilidad penal en los casos de asesinatos y desapariciones perpetrados durante la dictadura en el ámbito de la llamada Operación Cóndor, abrió un tenso capítulo de la política nacional que monopolizó, oscureciéndolo, el último tramo del mandato de Frei. En Chile, el arresto del antiguo dictador seguido de su proceso de extradición a España produjo un enorme revuelo, con airadas reacciones de los partidarios del general, que protagonizaron graves incidentes en Santiago (incluidos ataques a las embajadas de España y el Reino Unido), y declaraciones de satisfacción de los partidos de la izquierda y sectores sociales progresistas, los cuales pidieron al Gobierno que no entorpeciera la acción de la justicia, aunque no fuera la nacional. Pero la reacción primera del Ejecutivo chileno fue protestar enérgicamente ante su homólogo británico por lo que consideraba una violación de la soberanía nacional personificada en el senador de la República.

A lo largo del tortuoso proceso, Frei ejerció una labor moderadora para conjurar el peligroso cisma social e impedir los brotes de xenofobia de los pinochetistas furibundos así como apaciguadora de unas Fuerzas Armadas cuyas indisimuladas presiones y exigencias dentro del Cosena, reunido varias veces, abundaron en la merma de su autoridad presidencial. El presidente mantuvo un precario equilibrio entre sus deberes institucionales, negando la extraterritorialidad de la justicia española contra un representante institucional chileno y exigiendo a los gobiernos español y británico la no injerencia y el respeto a la soberanía nacional, y sus inclinaciones políticas, admitiendo que Pinochet podría ser enjuiciado en Chile si así lo decidían el Congreso y los tribunales competentes.

A lo largo de 1999, ante la acumulación de derrotas jurídicas por los abogados de Pinochet, que parecía abocado a ser extraditado, procesado y juzgado en España, Frei, a través de los cancilleres José Miguel Insulza Salinas (un socialista que acaparó el protagonismo por parte del Gobierno chileno hasta el mes de junio, cuando Frei le nombró ministro secretario general de la Presidencia) y Juan Gabriel Valdés Soublette (socialista también e hijo de Gabriel Valdés), intentó fórmulas de arreglo directo, extrajudiciales, con los gobiernos implicados, como la propuesta de un arbitraje internacional al español y la petición al británico de la libertad del acusado en atención a su salud y su avanzada edad.

Finalmente, fue esta última estrategia la que triunfó. Así, la sorpresiva decisión el 11 de enero de 2000 del ministro del Interior británico, Jack Straw, de poner en libertad a Pinochet por razones humanitarias (Straw se apoyó en unos informes médicos que desaconsejaban la entrega del general a España por sus múltiples dolencias físicas), fue recibida como una victoria por el Gobierno chileno, aunque luego, el triunfal recibimiento tributado por sus partidarios civiles y el alto mando militar al supuesto incapacitado para afrontar un juicio, el 3 de marzo en el aeropuerto internacional de Santiago, levantó ronchas en el Ejecutivo. De todas maneras, el desenlace del primer acto del asunto Pinochet, que ahora afrontaba su procesamiento en casa, supuso un alivio para Frei, ya que el 21 de mayo de 1999 se había comprometido a lograr el regreso del senador antes de concluir su presidencia el 11 de marzo de 2000; el mandatario consiguió su propósito con un margen de ocho días.

Alivio para Frei porque, a menos de un año de su salida del Palacio de la Moneda, al jefe del Estado se le estaban acumulando los problemas, pues, además de la gran crispación social que el caso Pinochet generaba, los nuevos gestos de insumisión al poder civil de unas Fuerzas Armadas incondicionalmente solidarias con su ex comandante en jefe, las tensiones internas en el PDC y el congelamiento de las relaciones con España y el Reino Unido (con el consiguiente efecto sobre los tratos comerciales con la Unión Europea en su conjunto), la economía, hasta entonces de lo más boyante, venía registrando una evolución preocupante.

Las crisis financieras asiática de 1997 y brasileña de 1998 repercutieron muy negativamente en las exportaciones chilenas, experimentándose una contracción de estos flujos que las ventas hacia América del Norte no consiguieron compensar. Por si fuera poco, el país tenía que hacer frente a su verdadero telón de Aquiles, que era la fluctuación de la cotización internacional del cobre, su principal producto de exportación, ahora mismo a la baja también. El fenómeno climatológico de El Niño, que se cebó con las regiones norteñas, hizo su aportación a este cuadro negativo. La inclemencia comercial afectó seriamente al crecimiento y a la creación de empleo (el paro explotó y en mayo de 1999 alcanzó el pico del 10,1%) y, consecuentemente, devolvió al primer plano las muy profundas desigualdades sociales que aún subsistían y que la nueva prosperidad había recortado en poca medida. Tras haber crecido un promedio anual del 7,5% desde 1994 (la tasa del año más fasto, 1995, fue del 10,6%), la economía chilena deceleró hasta el 3,2% en 1998 y entró en recesión, por primera vez desde 1983, en 1999, ejercicio que anotó un crecimiento negativo del -0,8%, si bien al comenzar 2000 el país ya experimentaba una vigorosa recuperación.

La inflación no hizo más que descender continuamente en todo el mandato de Frei, registrando el sexenio el índice medio anual del 6,1% y 1999 la tasa históricamente baja del 2,3%. El Gobierno y el Banco Central reaccionaron ante la súbita crisis aplicando medidas de contracción monetaria, restricciones importadoras y recortes presupuestarios para domeñar el déficit fiscal, que superó el 2% del PIB. En el terreno socio-laboral, tras manejar con cierto éxito el traumático cierre en 1997 de la centenaria mina de carbón de Lota, calificada de no viable económicamente (y que siguió en suerte a las explotaciones de Colico y Schwager, todas en Biobío), el Gobierno tuvo que afrontar en 1998 unos fuertes movimientos huelguísticos en la sanidad pública y en la enseñanza, ésta objeto de una profunda reforma, donde los docentes reclamaron subidas salariales.


5. Nueva candidatura presidencial en 2009

El 11 de marzo de 2000 Frei se despidió de la Presidencia con la toma de posesión del socialista Lagos, ganador en segunda vuelta de las elecciones del 12 de diciembre y el 16 de enero contra el postulante de la Unión por Chile, Joaquín José Lavín Infante. Con Lagos, que sirviera en el Gabinete de Frei como ministro de Obras Públicas hasta agosto de 1998 para luego batir al democristiano Andrés Zaldívar (el presidente del Senado) en la primaria interna de la Concertación, la coalición nacida al calor de las luchas contra la dictadura se aseguró su tercera administración consecutiva. Con arreglo a la Constitución, y concretamente con una de las cláusulas que su Gobierno había intentado abolir, Frei se convirtió en senador ex officio y con carácter vitalicio, compartiendo este singular estatus con el mismísimo Pinochet. El ex presidente tomó posesión del escaño el 21 de marzo.

En los siguientes años, Frei integró en la Cámara alta la Comisión de Obras Públicas y la Comisión Especial sobre Seguridad Ciudadana, antes de asumir la presidencia de ambas en mayo de 2004. Fuera de la política doméstica, en noviembre de 2001 se convirtió en vicepresidente de la Internacional Demócrata Cristiana (IDC). La reforma constitucional promovida por el Gobierno de Lagos y aprobada por el Congreso en agosto de 2005 supuso, entre otros cambios, la supresión de los senadores designados y vitalicios. Para prolongar su ejercicio senatorial más allá del final de la legislatura, Frei se presentó a las elecciones legislativas del 11 de diciembre de 2005 como candidato a senador para el período 2006-2014 por la Circunscripción 16 de la XIV Región de Los Ríos, hasta ahora representada por el veteranísimo Gabriel Valdés Subercaseaux.

Hecho con el escaño con el 35,9% de los votos (con la segunda mayoría, tras la primera obtenida por Andrés Allamand Zavala, de RN, discreto resultado que confirmó los endebles niveles de popularidad adjudicados por las encuestas cuando se retiró de la Moneda), el 11 de marzo de 2006 Frei comenzó su nuevo mandato democrático y resultó elegido presidente del Senado en la sesión inaugural. Como tal, ese mismo día, fue el encargado de tomar juramento y de colocar la banda presidencial al cuarto presidente de la Concertación, la socialista Michelle Bachelet Jeria, vencedora sobre Sebastián Piñera en la ronda electoral del 15 de enero.

A principios de enero de 2005, Frei, que en abril de 2004 superó una complicada operación de próstata que le mantuvo varias semanas internado en la UCI de la Clínica Alemana de Santiago, se descartó como precandidato presidencial de cara a la elección primaria del PDC; la ganadora de la misma, María Soledad Alvear Valenzuela, quien fuera con él ministra de Justicia y con Lagos titular de Exteriores, arrojó meses después la toalla en favor de la más popular Bachelet, ex ministra de Salud y de Defensa, para maximizar las posibilidades de victoria de la Concertación. Entonces, Frei manifestó su neutralidad en la contienda interna de su colectividad, que enfrentó a Alvear con el senador Adolfo Zaldívar Larraín, hermano menor de Andrés Zaldívar y presidente del PDC desde 2002.

Tres años después, el ex presidente estaba listo para lanzarse a la arena, dispuesto a escribir un capítulo, el del doble mandato presidencial discontinuado, que desde tiempos de Arturo Alessandri Palma, presidente en 1920-1925 y en 1932-1938, permanecía intocado. Antes, el 12 de marzo de 2008, cesó en la presidencia del Senado, aunque retuvo la condición de senador. La marcha de este puesto estuvo rodeada de acritud, ya que su sucesor, Adolfo Zaldívar, expulsado del PDC por haberse alineado con la oposición derechista en una votación para dotar de más recursos al sistema de transporte urbano de la Región Metropolitana (Transantiago), fue aupado al cargo merced a un acuerdo entre el colectivo de senadores independientes del que era miembro y la Alianza por Chile (ex Unión por Chile).

En junio siguiente, Frei, Lagos y Aylwin respondieron a un llamado de Bachelet para elevar un llamamiento conjunto a la unidad de la Concertación, agitada por la decisión del PPD y el Partido Radical Social Demócrata (PRSD) de acudir a las elecciones municipales de octubre con listas separadas. En agosto, Frei respaldó la propuesta de Insulza, desde 2005 secretario general de la OEA, de consensuar el mecanismo para elegir al candidato presidencial concertacionista para las elecciones de 2009, añadiendo de paso que, en su opinión, lo mejor sería mantener el sistema de primarias abiertas en aras de la candidatura única del oficialismo. Alvear venía perfilándose como precandidata democristiana, pero el mal resultado del partido en las municipales la empujó a enterrar esa opción a la vez que a dimitir como presidenta de la agrupación. A continuación, la ex canciller se mostró favorable a una postulación de Frei.

Sin contrincantes internos, Frei fue proclamado por unanimidad precandidato presidencial del PDC por la Junta Nacional del partido el 13 de diciembre de 2008. Estaba listo para contender en las primarias de abril de 2009 con el precandidato que definieran el PS y el PPD, pero las renuncias sucesivas de Lagos, el 4 de diciembre, y de Insulza, el 5 de enero, anularon ese escenario. Como en 1991-1993, Frei se veía catapultado hacia delante más por las decisiones tomadas por terceros que por esfuerzos propios, siendo así que esta vez prácticamente no tuvo que pelear por la nominación. En las filas socialistas se había extendido la percepción de que, tras dos presidentes con sus colores, era hora de devolver el turno a los democristianos.

Proclamado candidato propio por el PS el 17 de enero y por el PPD una semana más tarde, en las primarias concertacionistas Frei sólo tuvo que enfrentarse a un precandidato que a priori no era rival para él, el presidente del PRSD y senador José Antonio Gómez Urrutia. Los partidos acordaron celebrar las primarias en distintas fechas según regiones y que la primera votación ganada por uno de los contendientes por veinte puntos porcentuales o más de diferencia pusiera término al proceso. En la primera ronda, celebrada el 5 de abril en las regiones VI (O'Higgins) y VII (Maule), el democristiano se impuso al radical con el 64,9% de los votos y se llevó la nominación. Se trató no obstante de un porcentaje menos abultado de lo previsto y que además se fundaba en una participación muy baja. La verdadera batalla para Frei empezaba ahora, ya que su adversario de la Coalición por el Cambio (nueva denominación de la Alianza por Chile), el pujante Sebastián Piñera, era en estos momentos el favorito en las encuestas, que le situaban sin excepción como el ganador de la primera vuelta de las presidenciales, prevista para el 13 de diciembre.

Frei, unánimemente considerado un hombre parco en palabras y en gestos, quiso disipar las dudas sobre su gancho personal y su capacidad de liderazgo mostrándose en los actos proselitistas bastante más extrovertido de lo acostumbrado. En el terreno programático, el concertacionista presentó como propuesta estrella la dotación al país de una nueva Constitución en 2010, coincidiendo con el bicentenario de la independencia. Los otros tres ejes de su agenda los perfilaban un catálogo de medidas concretas para garantizar una educación de calidad, extender a la clase media los programas de bienestar social impulsados por el Gobierno saliente y avanzar en la implementación de una "economía verde" mediante la construcción, ente otras iniciativas, de la Plataforma Solar del Atacama y la Plataforma Bioenergética del Sur.

También, se mostró partidario de incrementar la fiscalización de los fondos privados de pensiones, implementar una reforma laboral para extender el derecho de sindicación de los trabajadores y permitir las negociaciones colectivas de los convenios, reconocer las uniones civiles de las parejas del mismo sexo y derogar la Ley de Amnistía de 1978 para los crímenes cometidos por la dictadura entre 1973 y aquel año. Con todo, el programa de Frei presentaba un cariz básicamente continuista –adjetivo que él mismo reivindicó, "a mucha honra", dijo- que buscaba montarse en la ola de popularidad alcanzada en la recta final de su mandato por Bachelet, de cuya gestión hacía un balance positivo la gran mayoría de los encuestados.

Piñera era un hueso muy duro de roer. Pero a Frei se le complicaron más las cosas, hasta el punto de ver peligrar su paso a la segunda vuelta, con la enérgica irrupción casi a última hora del candidato independiente Marco Antonio Enríquez-Ominami Gumucio, un diputado treintañero que en junio rompió con su partido, el Socialista, en desacuerdo con su decisión de no disputarle la primaria a Frei y que en septiembre inscribió su candidatura presidencial con el respaldo de la Nueva Mayoría para Chile, coalición a la que daban vida los partidos Ecologista y Humanista, y otros movimientos y organizaciones sociales de corte progresista y de izquierdas. El discurso renovador del joven Ominami, basado en la superación de la antinomia Concertación-Coalición por el Cambio, cautivó a muchos electores de izquierda que en otras circunstancias habrían votado al candidato unitario del oficialismo.

Aunque alanceado por Ominami, quien le presentó como un "conservador" no muy diferente de Piñera, Frei prefirió concentrar sus ataques en el acaudalado empresario de la derecha, acusándole de tener un concepto puramente mercantilista de la economía y la sociedad, y de apoyarse en "las mismas caras" que "respaldaron la dictadura". En el primer debate electoral televisado de los candidatos, en septiembre, el concertacionista sacó a colación el Informe de Corrupción global 2009 de la ONG Transparencia Internacional, donde se citaba a Piñera en relación con la multa de 363 millones de pesos que la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) le había impuesto en 2007 por el uso de información privilegiada en la lucrativa compra de tres millones de acciones de la compañía LAN Airlines, de cuyo Directorio corporativo era miembro.

El 7 de diciembre, a seis días de las elecciones, las expectativas electorales de Frei se vieron reforzadas con la confirmación definitiva, tras años de investigaciones judiciales y análisis forenses impulsados por la familia, de que al presidente Frei Montalva le habían matado por envenenamiento en su cama del hospital, concretamente mediante la administración paulatina de dosis de talio y mostaza sulfúrica. A la luz de los hechos, el juez encargado del caso procesó a seis personas como presuntos autores, cómplices y encubridores de un delito de homicidio.

Frei suspendió las actividades de su campaña y señaló que el homicidio de su padre marcaba "un antes y un después", pues "nunca se había atentado contra la vida de un presidente" en Chile. "Esto es un magnicidio", afirmó. Piñera, que ya había exigido a Frei la presentación de "disculpas" por haber puesto en entredicho su honorabilidad a costa del informe de Transparencia Internacional, denunció ahora el "uso electoral obsceno" por su contrincante de los autos judiciales. Pero el opositor tuvo que reconocer que la impactante y emocional noticia, forzosamente, resucitaba el debate sobre los crímenes de la dictadura, tema que seguramente iba a municionar la campaña para la segunda vuelta, donde el comando de Frei podría utilizarlo como una arma arrojadiza.

El desenlace de la votación del 13 de diciembre fue que Piñera, con el 44% de los votos, mejoró los pronósticos más favorables a su persona (aunque no lo hizo tan bien como Lavín en 1999) y que Frei, con el 29,6%, se despegó nítidamente de Ominami (el 20,1%), asegurándose el paso a la vuelta del 17 de enero de 2010. Su cuota, empero, era la más floja nunca obtenida por un candidato presidencial de la Concertación. En cuarto lugar, con el 6,2%, quedó el ex ministro socialista Jorge Félix Arrate Mac-Niven, de Juntos Podemos Más por Chile, coalición formada por el Partido Comunista y la Izquierda Cristiana. En los comicios a la Cámara de Diputados, el bloque unido de la Concertación y Juntos Podemos Más sacó un diputado menos, 57, que la Coalición por el Cambio, aunque, con el 44,4%, aventajó ligeramente en número de votos al bloque derechista. Con el 14,2% de los sufragios, el PDC quedó relegado a la condición de tercer partido tras la UDI y RN. En los comicios al Senado, el oficialismo y Juntos Podemos Más se quedaron con 19 escaños y la Coalición por el Cambio con 16.

Tras conocer los resultados, Frei apeló a los votantes de las opciones de izquierda a que respaldaran su candidatura al tiempo que advertía, refiriéndose a Piñera, que "el Chile de hoy no calza con un gobierno que concentra en las mismas manos el poder económico, de los medios de comunicación y el poder político". Juntos Podemos Más y Arrate aceptaron unir fuerzas para impedir el triunfo final de Piñera, pero la Nueva Mayoría y Ominami se resistieron a dar ese paso. El 14 de diciembre Frei recibió el refuerzo de la secretaria general del Gobierno Bachelet, Carolina Tohá Morales, del PPD, quien se hizo cargo de la campaña oficialista. De la aritmética de la primera vuelta se desprendía que Frei, para poder ganar en enero, necesitaría todos los votos de Ominami y Arrate.

Los adversarios apeados de la izquierda, en efecto, reclamaron a sus parroquias electorales el voto para el democristiano (en el caso de Ominami, de manera tardía y sin entusiasmo), lo que, unido a la personal implicación de Bachelet, que puso a Frei como un ejemplo político y empresarial frente a Piñera, dibujó un escenario abierto en el que el antiguo mandatario vio remontar sus posibilidades. Hasta el último momento, Frei no dejó de arremeter contra Piñera, poniendo de relieve los aspectos oscuros de su recorrido empresarial e insistiendo en que no tenía zanjado su conflicto de intereses desde el momento en que mantenía algunos de sus negocios más conocidos, como la propiedad de Chilevisión y su cuota mayoritaria en las acciones de LAN Airlines.

Finalmente, el 17 de enero de 2010 Piñera deshizo a su favor el empate técnico que sugerían las últimas encuestas y se impuso al senador con el 51,6% de los votos. En un ejercicio de fair play y exquisitez democrática, Frei, tras conocer los primeros resultados oficiales en la misma noche electoral, acudió junto con su familia al hotel Crown Plaza para felicitar personalmente a Piñera por su victoria y para desearle un buen gobierno, que iba a comenzar el 11 de marzo.

Eduardo Frei Ruiz-Tagle es doctor honoris causa por las siguientes universidades: Boston (1994), Santo Tomás de Aquino de Manila (1995), Nacional de Malasia (1995), Buenos Aires (1996), Central de Santiago de Chile (1997), Georgetown de Washington (1997), París-Sorbona (1997), Calgary (1997), Panamá (1998), Tecnológica de Cracovia (1999) y Jorge Tadeo Lozano de Bogotá (1999). Es miembro de pleno derecho del Club de Madrid desde su creación en mayo de 2002 y del Consejo de Presidentes y Primeros Ministros del Programa de las Américas del Centro Carter de Atlanta, Estados Unidos. En 1996, con motivo de la Cumbre Iberoamericana, presentó Ideas para el diálogo democrático: presente y futuro de la política en Iberoamérica, libro de reflexiones politológicas con el sello editorial de la Presidencia de la República y que un año más tarde la editorial Andrés Bello lanzó al mercado con el título de Gobernabilidad democrática: presente y futuro de la política en Iberoamérica.

(Cobertura informativa hasta 1/2/2010)