Danilo Medina Sánchez
Presidente de la República (2012-2020)
(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 30/8/2012. Danilo Medina, previa aprobación en 2015 de una reforma constitucional que restablecía la reelección presidencial consecutiva, fue reelegido en las votaciones del 15/5/2016. Su segundo mandato cuatrienal se inició el 16/8/2016 y concluyó el 16/8/2020; su sucesor en la Presidencia fue Luis Abinader). |
La República Dominicana ha estrenado el 16 de agosto de 2012 la tercera administración consecutiva del centrista Partido de la Liberación Dominicana (PLD). El nuevo presidente es Danilo Medina, veterano dirigente político y servidor institucional con una trayectoria de lugarteniente del líder histórico de los peledeístas, Juan Bosch, y luego del discípulo aventajado de aquel, Leonel Fernández, del que fue su mano derecha y al que ahora sucede en la jefatura del Estado a la edad de 60 años. El debutante encuentra un Congreso amigo después de la mayoría absoluta sacada por su formación en las legislativas de 2010.
Medina, un eficaz organizador y estratega de empresas partidistas y electorales, aunque retratado como falto de carisma, fue ministro de la Presidencia durante los dos primeros mandatos (1996-2000 y 2004-2008) de Fernández, en 2000 candidateó sin éxito al Palacio Nacional y en 2007 disputó a su jefe la nominación para el tercer mandato, segundo seguido de Leonel, que la ley de entonces permitía. En 2011 el partido proclamó su nueva postulación, zanjando un período de intrigas alimentadas por los indicios de que Fernández podría intentarlo por cuarta vez a contrapelo de su propia reforma constitucional y por la precandidatura de la primera dama, Margarita Cedeño, quien finalmente desistió, para luego flanquear a Medina como aspirante a vicepresidenta. Un sinuoso pero perseverante recorrido que Medina culminó en mayo de este año con su ajustada victoria en la primera vuelta sobre el candidato del opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD, de centroizquierda y origen del PLD), Hipólito Mejía, precisamente el adversario que le laminó en las urnas doce años atrás, así que la contienda de ahora ha tenido aroma de desquite.
En su programa, Medina destaca el elemento social sobre el liberal, signo que ha dominado la prolongada gestión de Fernández, rica en realizaciones pero también en defectos. Bajo el eslogan del "cambio seguro", que busca refutar a quienes presentan su propuesta como meramente continuista, el flamante mandatario propugna transformar el modelo económico basado en el turismo y las exportaciones para conseguir que el crecimiento sostenido, más que notable en el quinto año de la Gran Recesión global, traiga competitividad, genere empleo digno, llegue a los bolsillos de los dominicanos, aumente el poder adquisitivo y respete el medio ambiente. Crecer como mínimo el 4,5% anual (la tasa registrada en 2011) es uno de sus objetivos junto con una "contundente e irreversible" reducción de la pobreza y las desigualdades sociales. Estas son las asignaturas dejadas pendientes por Fernández, junto con las crónicas deficiencias en los servicios públicos y la desmedida corrupción, para la que Medina ya ha prometido la acostumbrada "tolerancia cero".
1. Funcionario y economista tras los colores de Juan Bosch
2. Los años a la diestra de Leonel Fernández en los gobiernos del PLD
3. Ganador para el oficialismo de las presidenciales de 2012
1. Funcionario y economista tras los colores de Juan Bosch
Oriundo de Arroyo Cano, distrito del municipio de Bohechío, en la provincia occidental de San Juan, es el mayor de los ocho hijos tenidos por los señores Juan Pablo Medina de los Santos y Amelia Sánchez Abreu. Él desempeñaba el humilde oficio de policía rural y anteriormente había estado casado con otra mujer, primer matrimonio del que procedían los dos hermanastros mayores del muchacho. Por parte del padre, quien a sus 94 años ha podido contemplar en 2012 la culminación de la carrera política de su primogénito, Danilo Medina está emparentado con el coronel Francisco Caamaño Deñó, preclaro líder de la facción militar constitucionalista, partidaria del legítimo presidente derrocado en 1963, Juan Bosch Gaviño, y él mismo efímero presidente durante la crisis nacional y guerra civil de 1965.
El joven recibió la educación primaria en una escuela pública de su municipio, la Francisco del Rosario Sánchez, y luego se trasladó a la capital provincial, San Juan de la Maguana, para cursar la secundaria en el Liceo Pedro Henríquez Ureña. Allí se sacó en 1965 el título de bachiller en Ciencias Comerciales con mención de honor por sus altas calificaciones. En estos años de escolar, mientras vivió en la casa de un tío paterno en San Juan, Medina dio sus primeros pasos en política como agitador estudiantil vinculado al maoísta Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO). Pronto abandonó estos coqueteos con la extrema izquierda en favor del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la formación socialdemócrata liderada por Bosch y en la oposición radical al régimen pseudodemocrático del derechista Joaquín Balaguer Ricardo, antiguo servidor del dictador Trujillo y protegido de Estados Unidos.
Desde 1968 Medina canalizó su activismo en la Asociación Democrática de Estudiantes Sanjuaneros (ADES) y luego en el Frente Revolucionario Estudiantil Nacionalista (FREN), organización de signo perredeísta cuya sección en San Juan ayudó a poner en marcha en 1970. En 1972, con 21 años, se trasladó a la capital nacional para matricularse en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde emprendió la carrera de Ingeniería Química y de paso se unió al Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD), controlado por el PRD. En representación del FUSD, del que era secretario general en la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, fue elegido miembro de la Asamblea de la Facultad así como del Claustro Universitario.
Su etapa en la UASD terminó de modelar la filiación política de Medina, fiel en todo momento a Bosch. Así, a finales de 1973, como la mayoría de los miembros del FUSD, el aspirante a ingeniero secundó al veterano político y académico en su decisión de romper con el partido que había fundado y del que seguía siendo líder para poner en marcha, el 15 de diciembre, una fuerza con la que oponerse más eficazmente al balaguerismo y su marco de serias restricciones democráticas: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en origen calificado de marxista y antiimperialista, pero que más tarde se deslizó al centro del espectro político, manteniendo un discurso formal progresista, de compromiso con el reformismo social.
En 1973 también, necesitado de recursos para sufragar sus estudios en la UASD, que de todas maneras dejó inconclusos, Medina consiguió un empleo funcionarial en la Dirección General de Aduanas, donde se dedicó a tasar mercancías. Este primer cometido en la administración del Estado se prolongó hasta 1980. En 1974 tomó parte en la creación del Frente Estudiantil de Liberación (FEL), organización que debía dar soporte al PLD en las aulas universitarias. En 1978 Bosch le incluyó en los cuadros militantes del PLD bajo su directa supervisión. Fue el año de la crisis electoral provocada por la resistencia de Balaguer a reconocer el triunfo de su contrincante del PRD, Silvestre Antonio Guzmán Fernández, quien finalmente forzó el relevo presidencial gracias a unas decisivas presiones de la Administración Carter; en cuanto a Bosch, tras boicotear las dos ediciones anteriores (1970 y 1974), quedó en un discreto tercer lugar.
En 1980 el partido designó a Medina vicesecretario de organización y poco después, tras dejar su puesto de funcionario aduanero, retomó la vida lectiva ingresando en la Escuela de Economía del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), por la que se licenció magna cum laude en 1984. Luego de sus frustrados estudios de Ingeniería, Medina consiguió por fin una titulación superior. Miembro del Comité Central del PLD desde 1983, en las elecciones generales del 16 de mayo de 1986 el economista ganó su primer mandato representativo en la Cámara de Diputados del Congreso de la República. En aquellos comicios Bosch volvió a ser tercero por detrás del candidato oficialista del PRD, Jacobo Majluta Azar, aspirante a suceder a su correligionario Salvador Jorge Blanco, y del vencedor oficial tras un accidentado escrutinio, el incombustible Balaguer, quien inauguró así un tercer y postrero período presidencial de diez años. El 29 de mayo de 1987 el congresista, a la edad de 35, contrajo matrimonio con Cándida María Montilla, una licenciada en Psicología por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. La pareja fundó un hogar agraciado con el nacimiento de tres hijas, Sibely, Vanessa y Ana Paula.
La carrera política e institucional de Medina siguió desarrollándose con paso lento pero firme a lo largo de la siguiente década. Reelegido en su escaño nacional en las votaciones de mayo de 1990, ocasión en la que su octogenario jefe de filas quedó segundo a solo 25.000 votos del archirrival socialcristiano –exigua desventaja que motivó la airada denuncia de fraude por parte del peledeísta-, en el cuatrienio siguiente Medina fungió de portavoz del grupo parlamentario del partido y, desde 1993, presidió la Comisión de Asuntos Sociales y Provisionales del Parlamento Latinoamericano (Parlatino), con sede en la ciudad brasileña de São Paulo.
Medina se presentó a las elecciones del 16 de mayo de 1994 convertido en el responsable de campaña de Bosch, quien camino de la novena década de vida todavía se sentía con fuerzas para disputar su séptima lid presidencial, la sexta consecutiva teniendo en frente al, para él, imbatible Balaguer, quien le superaba en años y no le iba a la zaga en achaques físicos. Con el viejo y respetado caudillo a su timón, el PLD, cada vez más escorado a la derecha y necesitado de un urgente rejuvenecimiento del liderazgo, obtuvo unos resultados bastante mediocres, el 13% de los votos. La pugna, muy reñida, se estableció entre Balaguer, quien no dudó en echar mano de los peores métodos fraudulentos del pasado para perpetuarse en el poder, y el postulante socialdemócrata del PRD, José Francisco Peña Gómez, un político negro quien fue objeto de una campaña de difamación de tintes racistas.
El 10 de agosto, seis días antes de la toma de posesión de Balaguer que la encolerizada militancia perredeísta intentaba impedir a golpe de protesta callejera, los tres partidos principales, el PRSC, el PRD y el PLD, resolvieron atajar la peligrosa crisis política suscribiendo un Pacto por la Democracia a fin de asegurar la gobernabilidad del país. El pacto tripartito supuso una rectificación parcial de Balaguer, que vio reconocidos dos años más de mandato a cambio de una profunda reforma política para el perfeccionamiento del sistema democrático y la celebración de elecciones anticipadas en noviembre de 1995. La componenda dejó satisfechos también a los peledeístas, a los que se otorgó la presidencia de la Cámara de Diputados a pesar de constituir la tercera fuerza. Medina, una personalidad no controversial aceptable por todos, fue el dirigente del PLD designado para tan alta función. El 16 agosto Balaguer estrenó su séptimo mandato presidencial y Medina debutó al frente de la Cámara baja.
Al poco, Bosch y Balaguer, enterrando una enemistad de décadas y confrontados ambos al ocaso de sus vidas, entraron en tratos personales para cerrarle el paso al izquierdista Peña Gómez en las próximas elecciones presidenciales, cuya fecha acordaron postergar a mayo de 1996. El conciliábulo exclusivo de los dos ancianos caudillos de la política dominicana decantó virtualmente el resultado de las votaciones al acceder Balaguer a respaldar en la probable segunda vuelta al candidato peledeísta ungido por Bosch, Leonel Antonio Fernández Reyna, un brillante jurista y profesor universitario, miembro de la dirigencia del partido.
La única experiencia electoral de Fernández Reyna era la candidatura a vicepresidente con Bosch en 1994. En este sentido, Medina, quien solo era dos años mayor que él, ofrecía un historial más dilatado. Sin embargo, Bosch, enfermo y deseoso de dejar el heredero más prometedor y atractivo, apostó en firme por su discípulo aventajado, con quien el contraste de imagen, estilo y hasta de ideas no podía ser más acusado. Fernández encarnaba el salto generacional, un salto vertiginoso, traía aires de reforma liberal y exudaba modernidad. Medina, en cambio, aunque también podría haber personificado el relevo generacional, ofrecía una imagen más tradicional y burocrática, de fámulo leal y laborioso, eficaz en el trabajo interno pero sin gancho personal de cara al electorado.
Ahora bien, el congresista era un valioso activo del partido y Fernández, una vez proclamado candidato por los convencionales del PLD, le integró en su equipo como director de la campaña presidencial. En agosto de 1995 Medina entregó la presidencia de la Cámara de Diputados a un conmilitón, José Ramón Fadul, y se dedicó en exclusiva a su misión proselitista. Los recursos movilizados por Medina y el resto del equipo, con profusión de técnicas de marketing electoral, innovadoras en el país caribeño, y abundante financiación –que el PRD vinculó al intrigante Balaguer-, reforzaron las opciones de Fernández, que el 16 de mayo de 1996 se impuso provisionalmente a Peña Gómez.
De cara a la segunda vuelta afloró el consenso secreto de socialcristianos y peledeístas, formalizado ante al público como Frente Patriótico Nacional (FPN), de manera que el PRSC, indiferente a la eliminación de su candidato, el vicepresidente Jacinto Peynado Garrigosa, pidió el voto por Fernández y su compañero de fórmula, Jaime David Fernández Mirabal. El 30 de junio la opción centrista del PLD resultó triunfadora y el 16 de agosto tuvo lugar el histórico cambio de guardia en el Palacio Nacional.
2. Los años a la diestra de Leonel Fernández en los gobiernos del PLD
Al constituirse el primer Gobierno del PLD, Fernández nombró a su eficiente colaborador secretario de Estado (ministro) de la Presidencia. Se trataba de un alto cargo, el más influyente del Gabinete y directamente subordinado a la jefatura del Estado, que le venía a Medina, hombre de organización y de relaciones institucionales, como anillo al dedo. En los tres años que siguieron, el economista asistió a su jefe coordinando los diversos aspectos de la labor presidencial y sirviendo de puente en el diálogo entre el Ejecutivo y las fuerzas políticas. Entre tanto, Fernández, haciendo bandera de la "economía social de mercado", acometió una modernización productiva de signo proempresarial concentrada en el impulso a los sectores turístico, manufacturero, de la construcción y de las telecomunicaciones, y en la privatización de las principales empresas públicas, con resultados harto discutibles en este terreno.
El fuerte crecimiento económico, estimulado por la liberalización del comercio regional, y la mejora de la situación financiera del Estado no hicieron mucho, más bien al contrario, por resolver problemas cotidianos de la gente como la mala calidad de los servicios públicos, en particular el insufrible suministro eléctrico, y el continuo encarecimiento de los precios. El malestar social se expresó en las elecciones legislativas del 16 de mayo de 1998, ganadas por el PRD con mayoría absoluta. Medina, de nuevo, comandó la campaña electoral del PLD, segundo con 50 diputados (en una Cámara aumentada a los 149 miembros) y cuatro senadores, un resultado sensiblemente mejor que el de 1994 pero que en las presentes circunstancias de control del Ejecutivo resultó bastante frustrante. Con todo, la titularidad del Ministerio de la Presidencia proporcionó a Medina la visibilidad pública que requería el anuncio de una ambición suprema que este hombre de Estado, tras su rostro afable de servidor discreto y obediente, resultaba esconder: aspirar en nombre de su partido a la Presidencia de la República en las elecciones de 2000, puesto que Fernández Reyna, debido a la limitación constitucional entonces vigente, no podía optar al segundo mandato consecutivo.
En julio de 1999 se celebró la elección primaria del PLD en la que Medina se midió con un único contrincante, el vicepresidente Fernández Mirabal (de la contienda se retiró previamente un tercer precandidato, el secretario de Turismo Félix Jiménez). Alterando los pronósticos y entre las denuncias de irregularidades elevadas por los partidarios de Fernández Mirabal, el secretario de la Presidencia ganó la nominación con el 52,5% de los votos, tras lo cual, el 16 de agosto, renunció a su puesto en el Gabinete, donde fue suplido por Alejandrina Germán.
La campaña de las presidenciales del 16 de mayo de 2000 fue un fracaso total para el PLD. La insistencia del candidato oficialista en que el suyo sería un Gobierno preocupado por el bienestar de los numerosos dominicanos humildes apenas convenció. Todo lo contrario que las promesas de priorizar el capítulo social hechas por el pretendiente del PRD, Rafael Hipólito Mejía Domínguez, frente al que Medina sucumbió con un pobre 24,9% de los votos, evitando por los pelos hundirse en un humillante tercer puesto por detrás de Balaguer, quien ciego, paralítico y con un pie en la tumba todavía conservaba ganas de acción política. De los tres candidatos en liza, Medina era con diferencia el menos carismático, un rasgo de personalidad que le pasó factura. Aunque técnicamente debía disputarse una segunda vuelta porque Mejía no había alcanzado el preceptivo 50% más uno de los votos por unas pocas miles de papeletas, Medina arrojó la toalla al constatar que no iba a recibir el apoyo del PRSC, es decir, a repetirse el escenario de 1996. El FPN ya hacía tiempo que había caducado y los votantes socialcristianos, de hecho, puestos a escoger, preferían más a Mejía. Sin necesidad de la segunda vuelta, el perredeísta fue proclamado presidente y el 16 de agosto tomó posesión del cargo.
Ninguna actividad reseñable consta en el historial de Medina en el cuatrienio en la oposición del PLD fuera de su elección en 2003 como estratega y asesor electoral por Fernández Reyna, erigido en líder indiscutible del partido el año anterior tras la muerte de Bosch y nominado de nuevo para batirse por el Palacio Nacional. Las elecciones del 16 de mayo de 2004 fueron ganadas con facilidad por Fernández a Mejía –habilitado para postularse tras sacar adelante una reforma constitucional que autorizaba la reelección directa una sola vez- mientras el país intentaba recuperarse de la devastadora crisis bancaria y financiera del año anterior, la peor en la historia de la República.
El 16 de agosto de 2004 se repitió la secuencia institucional de 1996: Fernández recibió la banda presidencial y su estrecho colaborador volvió a ocupar el despacho de secretario de la Presidencia. Mientras aquel se afanaba en subsanar con un paquete de ajuste fiscal la desastrosa coyuntura heredada de la Administración Mejía, el ministro ya estaba acariciando su segunda precandidatura presidencial, una cuestión peliaguda porque su jefe partidista e institucional, nadie lo dudaba, buscaría a buen seguro la reelección.
Medina lanzó el guante el 7 de noviembre de 2006 con su renuncia a la Secretaría de la Presidencia. El dimisionario justificó su marcha por la "conclusión del compromiso" adquirido con el actual Gobierno tras las elecciones legislativas y municipales del 16 mayo, contundentemente ganadas por el Bloque Progresista capitaneado por el PLD. Quedaba medio año para elección primaria, a la que en efecto iba a someterse Fernández, y los comentaristas hicieron cábalas sobre un "choque de trenes" que podría producir desgarros irreparables en el PLD, partido que a lo largo de su historia ya había conocido varias crisis internas. La expectación era grande, ya que el hasta ahora fiel lugarteniente del teórico favorito para la nominación era un hombre del aparato del PLD y se le atribuía un amplio ascendiente sobre las estructuras peledeístas. Fernández, por su parte, manejaba las palancas del poder institucional, pero sus partidarios aseguraban que controlaba el partido también.
El ejercicio de democracia interna, abierto a cientos de miles de militantes y simpatizantes, de los que sólo acudieron a votar la mitad, aconteció el 6 de mayo de 2007 y su resultado fue más desequilibrado de lo esperado: ganó Fernández con el 71,5% de los votos y Medina sólo reunió el 28,4%. El perdedor acató el veredicto de las urnas, pero formuló la queja de que en realidad había sido vencido por "el poder del Estado".
3. Ganador para el oficialismo de las presidenciales de 2012
Tras su segunda decepción electoral en siete años, Medina se apartó de los focos y no hizo campaña pública por Fernández, aunque el día de la elección nacional, el 16 de mayo de 2008, no tuvo ambages en revelar, para disipar dudas, que su voto había sido para su compañero de partido, el cual ganó su tercer mandato presidencial. Sin embargo, el economista ya acariciaba su nominación para las elecciones de 2012.
Medina no hizo explícitas sus intenciones hasta después de las elecciones legislativas del 16 de mayo de 2010, ampliamente ganadas por el PLD y sus aliados del Bloque Progresista con la obtención de 105 diputados sobre 183 y 31 de los 32 senadores, es decir, una confortable mayoría absoluta en ambas cámaras. Ahora bien, topó con un obstáculo interno y no baladí, la generalización del rumor de que Fernández, pese a la recentísima abolición de la reelección presidencial consecutiva (es decir, el mandato presidencial volvía a ser uno de cuatro años y no renovable sin mediar un período en blanco) como parte de la nueva Constitución nacional promulgada en enero anterior, tenía interés en volver a presentarse en 2012, lo que requeriría una enmienda exprés a la Carta Magna recién estrenada.
Durante un año, la incertidumbre y la tensión se apoderaron del PLD al confrontarse la precandidatura de Medina y la multiplicación de actos "pro-repostulación" por parte de funcionarios y legisladores afectos a Fernández. A finales de marzo de 2011 el interesado, más que dejarse cortejar, casi hizo una confirmación oficial de su ambición al ponerse "a disposición" de los peledeístas durante un evento de presentación de 2,2 millones de firmas recogidas en apoyo a su reelección. Para complicar las cosas, en este tiempo varios oficiales de partido hicieron públicas sus aspiraciones personales, entre ellos la propia esposa de Fernández y primera dama de la República, Margarita Cedeño, quien supeditaba un movimiento definitivo a lo que decidiera su marido. La situación empezó a aclararse el 8 de abril de 2011, día en que Fernández comunicó que declinaba "de manera voluntaria y espontánea, con actitud de desprendimiento, una nueva repostulación presidencial". Antes de terminar el mes Margarita Cedeño, con sus opciones virtualmente evaporadas por el desgaste que le había ocasionado la ruidosa pero estéril plataforma oficiosa en favor de su esposo, informó que renunciaba a su precandidatura. En mayo dio el mismo paso otro de los precandidatos, el vicepresidente Rafael Alburquerque de Castro.
Esta cadena de renuncias despejó el terreno con desenlace prácticamente cantado a Medina, que además se benefició de la neutralidad obligada de Fernández, por más que el mandatario, aseguraba la prensa, veía con profunda antipatía la postulación de su antigua mano derecha en el Palacio Nacional. La primaria del PLD tuvo lugar el 26 de junio de 2011 y Medina se llevó la nominación con un aplastante 87,6% de los votos. Los tres rivales derrotados fueron José Tomás Pérez, ex senador y ex secretario general del partido, el también ex senador y ex procurador general Francisco Domínguez Brito, y Radhamés Segura, antiguo vicepresidente de la Corporación de Empresas Estatales Eléctricas (CDEEE). En noviembre siguiente el candidato desveló a Cedeño como su compañera de boleta para la Vicepresidencia. Su contendiente del PRD en mayo de 2012 iba a ser el ex presidente Mejía, repitiéndose así la confrontación del año 2000.
Una vez obtenido el cierre de filas en el partido tras su candidatura, Medina y su equipo de campaña se concentraron en las propuestas programáticas, desgranadas por él con su característica economía gestual. En su Plan de Gobierno 2012-2016, el aspirante oficialista subrayaba el elemento social sobre el liberal, signo que había dominado la prolongada gestión de Fernández, rica en realizaciones centradas en la gran economía pero también en defectos bien notados por la población, como las persistentes inequidades sociales, la pobreza estructural, la precariedad laboral, las deficiencias en los servicios públicos, la extendida corrupción administrativa, el auge del narcotráfico y la criminalidad común, y la sensación de impunidad en determinadas esferas estatales y empresariales, donde bullían el fraude y el lavado de dinero. Otra idea clave era la transformación del modelo productivo basado en el turismo y las exportaciones de recursos naturales para conseguir que el crecimiento sostenido, envidiable en el quinto año de la Gran Recesión global, trajera competitividad y valor agregado, generara empleos de calidad, aumentara la capacidad de compra de la población, redujera las desigualdades sociales y respetara el medio ambiente. El candidato propugnaba también reformar el sistema educativo, atender las necesidades del sector agropecuario y consagrar el sector turístico como "la locomotora del desarrollo nacional".
Entre las metas concretas figuraban obtener un crecimiento sostenido del PIB no inferior al 4,5% anual (la tasa registrada en 2011), sacar a 400.000 personas de la pobreza extrema, meter a otro millón y medio de paisanos pobres en la clase media, crear 400.000 nuevos puestos de trabajo "dignos", eliminar el cobro de los servicios hospitalarios y ampliar el seguro familiar de salud a todas las familias. En el cuarto capítulo del programa, titulado Una institucionalidad pública participativa para el bienestar social, el PLD hablaba de una mejor gestión pública, de más seguridad ciudadana, de "estricto cumplimiento de la ley" y de "tolerancia cero" con la corrupción. Para marcar las distancias de los análisis que incidían en el carácter continuista de su plataforma, Medina engalanó su campaña con los eslóganes de El mejor cambio, el cambio seguro y Corregir lo que está mal, continuar lo que está bien, hacer lo que nunca se hizo
El peledeísta se pasó casi todo el segundo semestre de 2011 a remolque de Mejía en los sondeos de opinión. En diciembre las encuestas abrieron una racha más igualada y en febrero del año electoral Medina empezó a consolidar la delantera, pero sin conseguir nunca distanciarse del perredeísta de una manera rotunda. Los últimos muestreos presentaban una competición bastante reñida, aunque el candidato del Gobierno parecía tener a su alcance en la primera vuelta el ansiado 50% más uno de los votos. En un contexto básicamente bipartidista, los demás candidatos, cuatro de diferentes tendencias, sólo tenían un carácter anecdótico.
El 20 de mayo de 2012 Medina evitó en efecto la segunda vuelta al reunir el 51,2% de los votos, mientras que Mejía obtuvo el 46,9%. Aun antes de conocer los resultados definitivos, el perdedor denunció que los datos avanzados por la Junta Central Electoral (JCE) con el escrutinio próximo a completarse eran el producto de una "manipulación" y que no concordaban con el recuento hecho por el PRD, y de paso arremetió contra el presidente saliente, Fernández, por su "intromisión descarada" en el proceso e "influir" en decisiones del Tribunal Superior Electoral (TSE) que habían anulado la concertación de alianzas a su favor. Sin embargo, horas después, el ex presidente rebajó el tono y asumió su "rol de líder de la oposición en aras del interés nacional". El 22 de mayo, con el 100% de las mesas escrutadas, la JCE declaró a Medina presidente electo de la República.
Con espíritu de concordia, el vencedor ofreció al PRD "restablecer las relaciones de amistad", elogió a Mejía como un "digno rival" y prometió gobernar de manera "pragmática" y sin exclusiones. El 16 de agosto Medina prestó juramento del cargo en el Congreso Nacional, en una ceremonia a la que asistieron 14 mandatarios extranjeros y representaciones de más de 70 países. En su discurso de toma de posesión, el nuevo jefe del Estado dominicano reafirmó sus propuestas de campaña de disminuir de forma “contundente e irreversible” la pobreza en el país, y de acabar con la desigualdad social y el analfabetismo, magnas empresas que requerían "un granto pacto social" al que estaban convocados "todos los sectores nacionales".
(Cobertura informativa hasta 30/8/2012)