El plan saudí para conquistar el mundo

La dictadura del Golfo se postula como potencia del siglo XXI lo mismo en el desierto que en el espacio, impulsada por el príncipe heredero Mohamed bin Salman y con fondos ilimitados. Mohamed bin Salman –de 38 años y más conocido en las cancillerías por las siglas MBS– se ha convertido en el hombre fuerte del país y en su gobernante de facto, dado el estado de salud de su casi nonagenario padre, el rey Salman bin Abdulaziz. Supereventos deportivos con iconos mundiales, ciudades futuristas proyectadas en un mar de arena, planes para desbancar al dólar como moneda global cuando se confirme su ingreso en los BRICS... La hoja de ruta del príncipe heredero como primer ministro, plasmada en el documento Visión 2030, no busca dotar al país de un skyline inspirado en los escenarios de Dune. Más bien pretende posicionarlo como superpotencia del siglo XXI y referente del turbocapitalismo sin democracia. «Representa un nuevo orden en el que potencias medias clave están afirmando sus intereses de una manera que se aleja cada vez más de Occidente. El reino seguirá siendo un socio en algunas cuestiones, pero hay otras áreas, por ejemplo su política petrolera o la relación con China y Rusia, en las que se siente más seguro para trazar su propio camino», subraya Julien Barnes-Dacey, investigador asociado del think tank CIDOB y director del programa para Oriente Medio y Norte de África del European Council on Foreign Relations (ECFR).

 

 

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