Sergio Massa

En Argentina, pese al imparable deterioro del terreno que desde hace 15 meses es de su competencia, la economía, Sergio Massa ha dado la sorpresa y, con el 36,7% de los votos, ha conseguido adelantarse en la primera vuelta presidencial del 22 de octubre de 2023. El 19 de noviembre disputará el balotaje con el opositor Javier Milei, campeón en casi todos los sondeos desde las primarias PASO celebradas en agosto pero receptor finalmente de menos del 30%. Su reacción tras ganar la primera ronda ha sido prometer la convocatoria de un "Gobierno de unidad" formado "por los mejores, sin importar su fuerza política".

A sus 51 años, Massa es una figura central de la política argentina y protagonista de las turbulentas vicisitudes del peronismo. En 2013, al cabo de una serie de servicios institucionales, rompió con el Partido Justicialista y su sector predominante orientado a la izquierda, el kirchnerismo, para abrir un nueva fracción ideológicamente más moderada y que respondía a las señas del llamado Peronismo Federal. Tras quedar tercero en las elecciones presidenciales de 2015 y facilitar, por el mero hecho de competir, el triunfo del liberal Mauricio Macri, continuó en las bancadas opositoras hasta 2019, año en que aceptó sumar fuerzas con su antigua jefa en la Casa Rosada, Cristina Fernández de Kirchner, dentro de la coalición Frente de Todos, victoriosa en las urnas. 

En julio de 2022 Massa recibió el Ministerio de Economía con atribuciones potenciadas, erigiéndose de paso en mitigador de las fortísimas tensiones entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta del mismo apellido, y un año más tarde, fue proclamado candidato de la nueva alianza aglutinadora de las corrientes justicialistas (y de otras tendencias progresistas exteriores al peronismo, hasta sumar 18 partidos), la Unión por la Patria. Ahora, ha batido definitivamente a la postulante presidencial del macrismo, Patricia Bullrich, y de manera solo provisional al carismático y transgresor Milei, de la ultraliberal La Libertad Avanza. Pragmatismo, conciliación, habilidad táctica e inteligencia política son algunos de los rasgos atribuidos a Massa. Como ministro con más poder de facto que el muy devaluado Fernández, sin embargo, no ha logrado demostrar que es también un buen gestor económico.

La esencia del programa de Massa, quien en la recta final de la campaña ha podido atraer a muchos indecisos temerosos de la radicalidad de las propuestas antiestatistas y anarcocapitalistas de Milei, es la perseverancia en las medidas que su Ministerio y la Administración Fernández vienen adoptando para intentar sacar a Argentina del desastroso cuadro de alta inflación —completamente descontrolada en los últimos meses y rayana en el 140% anual—, depreciación aguda del peso —el BCRA fijó el cambio oficial en las 350 unidades por dólar—, agobiante deuda pública —en términos brutos, más de 400.000 millones de dólares ya—, pobreza al alza igualmente y, como funesto remate, la vuelta a la recesión. Desde la restauración democrática de 1983, el país sudamericano ha anotado 24 años de crecimiento y 16 de contracción.

Sin dejar de insistir en factores exógenos (la guerra de Ucrania, encarecedora de los combustibles) y en fatalidades inesperadas (la COVID-19 y la sequía que azota el agro) como los principales responsables del déficit fiscal, el candidato oficialista se compromete a "continuar con el ordenamiento de las finanzas públicas sin desatender a quienes el Estado deba proteger y apoyar". Optimista, arguye que "lo peor de la crisis ya pasó" y que seguir por el "sendero positivo" de la reducción del gasto público de acuerdo con lo pactado con el FMI desembocará en el equilibrio fiscal. Asegura que este proceso de ajuste permitirá restablecer las quebrantadas reservas monetarias, salir del cepo cambiario de manera gradual, recuperar el poder adquisitivo de los salarios y elevar el nivel de vida de la población, más del 40% de la cual está depauperada. 

Massa incide asimismo en el estímulo de la producción volcada a la exportación de bienes y servicios para conseguir el superávit comercial en 2024, la penalización con cárcel a quienes evadan impuestos y una reforma tributaria favorable a las rentas bajas a partir de la supresión del Impuesto a las Ganancias, que de acuerdo con la nueva legislación dejarán de pagar quienes ingresen salarios inferiores a los 1.980.000 pesos brutos anuales. Otras medidas anunciadas por el ministro-candidato son la eliminación del IVA a la canasta básica y la puesta en marcha de la Moneda Digital Argentina. Para él, todo esto es "independencia económica" y "justicia social". Massa propugna además un "nuevo pacto democrático" para concertar políticas indispensables e ir hacia una "irrenunciable soberanía política" en las relaciones exteriores, que deberán estar caracterizadas por el "multilateralismo", la "previsibilidad" y el "equilibrio".

 

(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 26/10/2023. En la segunda vuelta electoral del 19/11/2023 Sergio Massa, con el 44,3% de los votos, fue derrotado por Javier Milei, quien se proclamó por tanto presidente electo de Argentina. Con la asunción el 10/12/2023 del nuevo Gobierno de Milei, Massa cesó como ministro de Economía).

 

 

Hijo de familia acomodada de origen italiano y formado para abogado pero con la carrera a medio terminar (hasta 2013 no iba a recibir la titulación de la Universidad de Belgrano), en 1999, con 27 años, el bonaerense Sergio Massa salió elegido miembro de la Cámara de Diputados de su provincia por el Partido Justicialista (PJ), formación a la que había arribado un lustro atrás siendo un jovencísimo dirigente de la Unión del Centro Democrático (UCeDé). Él fue uno de los muchos cuadros y militantes de este partido liberal conservador que, seducidos por los liderazgos de Carlos Menem y Eduardo Duhalde, acabaron pasándose a las filas del peronismo en la segunda mitad de la década de los noventa. 

En enero de 2002, recién casado con la también política júnior Malena Galmarini, luego madre de sus hijos Milagros y Tomás, el Gobierno interino de Duhalde le nombró director ejecutivo de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), cargo funcionarial que retuvo al llegar Néstor Kirchner a la Casa Rosada en mayo de 2003. En las legislativas de 2005 fue diputado nacional electo por primera vez, si bien renunció a su banca en la Cámara baja para continuar al frente del organismo responsable de gestionar las pensiones, los subsidios por desempleo y demás prestaciones y asignaciones del Estado.

En diciembre de 2007 Massa, representando a la coalición kirchnerista Frente para la Victoria (FPV), estrenó el mandato municipal de intendente de Tigre, la cabeza de partido que delimita el norte del Gran Buenos Aires. Al poco, en julio de 2008, la esposa y sucesora de Kirchner, Cristina Fernández, le reclutó para el Poder Ejecutivo Nacional dándole el puesto de jefe de Gabinete de Ministros, donde tomó el relevo a Alberto Fernández. Massa desempeñó este importante cometido solo durante un año, tiempo en el cual adquirió una cierta reputación de político impetuoso y maniobrero. Tampoco tardaron en circular rumores de que no se entendía con CFK y los más acérrimos del cristinismo. En julio de 2009 se despidió de la ANSES y retornó a la Municipalidad de Tigre, donde fue reelegido alcalde dos años después.


 

RELACIONES MUDABLES CON EL PERONISMO KIRCHNERISTA

El aún treintañero Massa estaba reconocido como uno de los hombres fuertes del kirchnerismo bonaerense, donde articuló el Grupo de los Ocho, un colectivo informal de intendentes del conurbano y el conjunto de la provincia. Sin embargo, en junio de 2013, poniendo colofón a una larga secuencia de desencuentros con sus jefes federales, el dirigente tigrense optó por abandonar el movimiento oficialista porque este, adujo, ya solo representaba "el pasado" y vivía atrapado en la "lógica de la confrontación". Sin embargo, él se consideraba un "peronista de corazón", sentimiento que no dejó de vocear desde entonces.

Al intempestivo portazo al PJ y el FPV siguió la inmediata puesta en marcha del Frente Renovador (FR), lista partidaria inserta en un peronismo federal o disidente virado al centro y cuyo objetivo inicial se circunscribía a darle la batalla al kirchnerismo en el feudo bonaerense. Darío Gustozzi, intendente de Almirante Brown, era el otro patrocinador principal del proyecto, en el que confluían una serie de micropartidos y plataformas municipales. Massa lanzó su candidatura a un escaño de diputado nacional por Buenos Aires con la firme intención de ganarlo y ocuparlo, ejerciendo así el mandato parlamentario federal que ya había conquistado en los comicios de 2005 y 2009 con el FPV pero al que había renunciado en favor de sus otros compromisos institucionales. El 27 de octubre de 2013, en efecto, ganó el curul con el 44% de los votos, batiendo ampliamente al kirchnerista Martín Insaurralde, y el 10 de diciembre siguiente tomó posesión del mismo. En conjunto, el FR metió 16 diputados, todos obtenidos en la provincia de Buenos Aires, que aportaba 35 bancas sujetas a renovación (sobre 70), donde los de Massa fueron de largo la lista más votada. El kirchnerismo y la presidenta Fernández sufrieron un considerable batacazo en su mayor bastión.

Denunciado como "traidor" por La Cámpora, la organización popular de base comandada por Máximo Kirchner, el hijo del difunto Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, el debutante en la Cámara de Diputados tuvo sin embargo la habilidad de captar para el FR a figuras peronistas de la talla de Felipe Solá, ex gobernador de Buenos Aires, y Roberto Lavagna, anterior ministro de Economía. Otra personalidad atraída para su causa fue Alberto Fernández, colega con una trayectoria paralela. Los medios de la época retrataban a Massa como la nueva estrella de la política argentina.

El diputado concurrió en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto de 2015 como precandidato de Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), coalición de centro o centro-derecha forjada en abril donde convergían el FR, otros elementos del Peronismo Federal, democristianos, algunos exponentes del radicalismo y agrupaciones provinciales. Su competición interna amistosa con el veterano José Manuel de la Sota, gobernador cordobés y rostro preclaro del peronismo disidente, se saldó rotundamente a su favor. De entre todos los precandidatos partidarios, el renovador recibió sin embargo muchos menos votos a nivel nacional (el 20,6%) que Daniel Scioli, el abanderado del FPV, y el liberal conservador Mauricio Macri, del partido Propuesta Republicana (PRO) y la coalición Cambiemos. 

Massa quedó definido por tanto como el aspirante presidencial de la UNA, marca electoral que terminó de sustanciarse al ignorar Macri sus reiterados llamamientos para llegar a las PASO bajo una misma gran bandera opositora. Según Massa, de sus dos contrincantes principales, Scioli —cuya actitud "servil" con el kirchnerismo, avisaba, dejaría el Gobierno en manos de los camporistas— y Macri, podía decirse que "no eran lo mismo", aunque tenían en común el hecho de "no plantear la discusión de ideas", por lo que cabía tildarlos de "candidatos del silencio". En un encendido mitin de campaña en Buenos Aires, el candidato prometió "meter presa" a la presidenta saliente y "barrer a los ñoquis de La Cámpora, que nos quieren dejar como parásitos en el Estado", si salía elegido.

En su programa para las presidenciales del 25 de octubre de 2015, Massa procuraba perfilar una opción económica más matizada, gradualista e "inteligente" que las de sus adversarios. Así, frente a la continuidad que pregonaba Scioli y el cambio drástico de Macri, Massa salía en defensa de un "cambio justo" que descartaba el clásico ajuste liberal pero a la vez propugnaba la salida del cepo cambiario, es decir, el final de la cotización intervenida del dólar, en el plazo de 100 días; en otras palabras, volver a la libre flotación del peso, pero sin brusquedad, con período de adaptación. Asimismo, hacía hincapié en la lucha contra la corrupción y la evasión fiscal, la seguridad jurídica, la reducción de la presión tributaria a los asalariados, el impulso a las exportaciones, el desarrollo de infraestructuras y la creación de un mercado hipotecario nacional para que los compradores de casa tuvieran acceso a una amplia oferta de créditos. Esta oferta convenció al 21,4% de los votantes, volumen insuficiente que eliminó a Massa para la segunda vuelta del 22 de noviembre, ganada por Macri. 

En los dos años que le restaban como diputado, Massa, cabeza de un interbloque de 36 legisladores, practicó una oposición matizada al Gobierno de Macri, que recibió de él algunos apoyos puntuales. Fue muy comentado el viaje que en enero de 2016 juntos realizaron al Foro de Davos para hablar con una sola voz sobre la necesidad de confiar en las posibilidades económicas de Argentina. Sin embargo, el renovador acabó decepcionado por la "soberbia" del mandatario, quien rehusó su planteamiento de "construir un acuerdo económico y social" para superar la pertinaz crisis nacional. De cara a las legislativas de octubre de 2017, Massa redirigió su interés al Senado. Junto con Margarita Stolbizer, de la centroizquierdista Generación para un Encuentro Nacional (GEN), y otras agrupaciones menores articuló 1País, coalición electoral que no alcanzó ni de lejos los resultados apetecidos: en la Cámara de Diputados quedó en cuarto lugar (frente a la tercera posición mantenida por el FR en la anterior legislatura) y Massa fracasó en la obtención del escaño de senador.

Este revés personal, tanto más doloroso porque en Tigre, la localidad donde vivía con su familia y de la que había sido dos veces intendente, su lista senatorial no pasó de ser la tercera más votada, preludió la segunda pirueta estratégica de Massa: el retorno al conglomerado del peronismo kirchnerista-cristinista. La mudanza fue gestándose a lo largo de 2018 y 2019, cuando Massa, que ambicionaba repetir candidatura presidencial, canalizó su activismo en la Alternativa Federal, proyecto reestructurador del Peronismo Federal y en el que se embarcaron también una serie de gobernadores provinciales, pero que no terminó de cuajar. 

El 12 de junio de 2019, tras constatar el naufragio de la Alternativa Federal y al cabo de arduas negociaciones con Alberto Fernández, su anterior colaborador, Massa selló la incorporación del FR, que solo ahora obtuvo la personería jurídica como partido, al flamante Frente de Todos, sucesor ampliado del FPV y lo más parecido a la recomposición del viejo PJ tras 16 años de fracturas y dispersión del voto, aunque aún permaneció fuera un sector del Peronismo Federal, el movilizado en torno a Roberto Lavagna. Al establecer este frente peronista de amplio espectro con el objetivo de frustrar la reelección del liberal Macri, Massa accedió a retirar su precandidatura presidencial en favor de Fernández, quien llegó por tanto sin rivales a las PASO (llevando a la ex presidenta Cristina Fernández de compañera de fórmula), y se conformó con ser el cabeza de lista para la Cámara de Diputados por la provincia de Buenos Aires.

Las elecciones generales del 27 de octubre de 2019 sentaron al binomio Fernández-Fernández en la cúspide del Poder Ejecutivo y devolvieron a Massa al Congreso tras un bienio ausente. El 10 de diciembre, coincidiendo con la transferencia de poderes en la Casa Rosada, Massa fue elegido presidente de la Cámara de Diputados, donde el bloque peronista quedó bajo el liderazgo de Máximo Kirchner. Una vez celebradas las elecciones legislativas de noviembre de 2021 (con el resultado de un fuerte revés para el Frente de Todos, aventajado por la coalición opositora macrista Juntos por el Cambio, la anterior Cambiemos), el político tigrense fue ratificado en la presidencia de la Cámara con el apoyo de todos los bloques parlamentarios y ningún voto en contra. Esta destacada muestra de consenso transversal puso de relieve el carácter no polarizador o controversial de Massa (aunque también fue criticado al descubrirse que su padre y sus suegros habían recibido la vacuna de la COVID-19 antes de lo que les correspondía), vocero constante del diálogo, la colaboración y el acuerdo.


 

POSTULACIÓN PRESIDENCIAL EN UNA COYUNTURA ECONÓMICA CALAMITOSA

Las discordias, cada vez más violentas, entre el presidente Fernández y la vicepresidenta Fernández, a la que secundaban su hijo Máximo, los congresistas kirchneristas y La Cámpora, crearon una situación explosiva en el Gobierno del Frente de Todos. Ya desde finales de 2020, los dos mandatarios se pusieron a forcejear por cuestiones de autonomía operativa, por parcelas de poder y a propósito de la oportunidad y alcance de diversas medidas gubernamentales. Alberto Fernández, aunque era el superior jerárquico, tenía escasos apoyos propios y salió peor parado de esta pelea de desgaste. El tono de la vicepresidenta Fernández se hizo más crispado a medida que avanzaban su proceso y juicio por fraude. A lo largo de esta crisis interna del oficialismo, Massa intentó hacer un poco de apagafuegos.

La discreta mediación del dirigente parlamentario no surtió efecto aparente, pero su figura adquirió una aureola providencial en julio de 2022, cuando la inflación trepaba por encima del 70% interanual y el peso se depreciaba a marchas forzadas. El 2 de ese mes renunció el ministro de Economía, el independiente Martín Guzmán, luego de acordar con los acreedores internacionales una reestructuración de la deuda externa con canje de bonos para salir del enésimo default y, en fechas más recientes, en marzo, de pactar con el FMI el compromiso de reducir en 2023 el déficit fiscal primario (descontando el pago de intereses de deuda) al 1,9% del PIB desde el 2,5% previsto para 2022, y el déficit financiero global desde el 4% al 3,4%; ello, a cambio de una refinanciación extendida a 30 meses para que Argentina pudiera saldar los 44.000 millones de dólares desembolsados por el organismo dentro de su macrocrédito stand by de 57.000 millones concedido en 2018, cuando el Gobierno de Macri. A Guzmán, fustigado desde La Cámpora, le sucedió la kirchnerista Silvina Batakis, quien a su vez dimitió antes de terminar julio, el día 28.

Para entonces, ya se sabía que el presidente Fernández estaba negociando el nombramiento de Massa para un puesto gubernamental de alta sensibilidad y que además iba a ser reforzado con la absorción de las competencias de dos ministerios abocados a desaparecer, el de Desarrollo Productivo y el de Agricultura, Ganadería y Pesca, conducidos hasta ahora por Daniel Scioli y Julián Domínguez, respectivamente. Sin terminar el 28 de julio, llegó el nombramiento ipso facto de Massa, elogiado por Fernández por su "visión, capacidad y experiencia", para asumir el reformulado superministerio de Economía. En su toma de posesión del cargo el 3 de agosto, el promocionado declaró a los periodistas: "Leí que soy salvador, bala de plata o superministro. No soy un mago o un salvador, vine a trabajar".

El nuevo hombre fuerte del Ejecutivo, desligado de toda función en el Congreso, se planteó como misión más urgente estimular las exportaciones industriales para reponer la exangüe caja de reservas en dólares del BCRA, sin lo cual el maltrecho peso no podría revalorizarse, y ratificó el compromiso del Gobierno con la meta del 2,5% de déficit fiscal primario para este 2022 acordada con el FMI.

En el terreno puramente político, Massa, pese la profundización del descalabro económico y financiero, encontró expedito el camino para convertirse en el candidato presidencial del peronismo para las elecciones de 2023 al renunciar a presentarse a la reelección Alberto Fernández y autodescartarse también Fernández de Kirchner. A la vicepresidenta de la República le cayó en diciembre de 2022, después de salir indemne el 1 de septiembre de un intento de asesinato que conmocionó al país, una condena en primera instancia —luego apelable— a seis años de prisión y a inhabilitación perpetua para el desempeño de cargos públicos como culpable de administración fraudulenta en perjuicio del Estado por la asignación de obra pública en la provincia de Santa Cruz.

El 23 de junio de 2023 la Unión por la Patria, nueva denominación de la coalición oficialista Frente de Todos con el PJ de capitán, anunció que el ministro de Economía sería su abanderado presidencial en las elecciones del 22 de octubre. La fórmula formada por Massa y Agustín Rossi, el jefe de Gabinete de Ministros con Fernández desde febrero, se sometió a las PASO del 13 de agosto y con el 78,5% de los votos venció cómodamente a la encabezada por el sindicalista Juan Grabois. En el cómputo colectivo, Massa sacó dos millones de votos menos que el ultraliberal derechista Javier Milei, de La Libertad Avanza.

Massa se coronó en el peronismo pocos días antes de conseguir del FMI un salvavidas crediticio de 7.500 millones de dólares para poder afrontar los próximos vencimientos de pagos. El organismo multilateral reconocía que Argentina no había podido cumplir los objetivos de reconstrucción de reservas (en estos momentos, el BCRA tenía un nivel de reservas negativas de 7.000 millones de dólares) y de reducción del déficit en buena medida a causa de una "sequía sin precedentes", calamidad climatológica que estaba privando al Estado de miles de millones en ingresos en concepto de exportaciones agrícolas. Además, el Gobierno dispuso la congelación hasta las elecciones de los precios de los combustibles, el gas, la electricidad, los medicamentos y los automóviles. Se ordenó asimismo el bloqueo por 90 días cualquier aumento de las cuotas de los seguros privados de salud (medicina prepaga) de las familias con ingresos inferiores a los dos millones de pesos. Por otro lado, el BCRA elevó la tasa de interés de los plazos fijos en 21 puntos porcentajes, hasta el 118%, y fijó el tipo oficial de cambio del dólar en los 350 pesos, lo que suponía una devaluación monetaria adicional del 22%.

(Cobertura informativa hasta 1/10/2023)