Un magnicidio inusual que hace sentir a los japoneses vulnerables

Como dice Oriol Farrés, experto de CIDOB, tendríamos que remontarnos al primer ministro Junichiro Koizumi [2001-2006] para encontrar a alguien con tanto carisma y tan relevante para el resto del mundo. Abe tenía una visión muy clara, aunque no le gustaba a todos. El escritor Akira Mizubayashi decía que con él los fantasmas del imperio nipón seguían presentes. Entre otras cosas, porque impulsó el gasto en defensa y porque su posición hacia sus vecinos, sobre todo hacia China, siempre fueron duras. Defendía abiertamente una posición de contención hacia Pekín en los conflictos marítimos de Asia-Pacífico y apostó por Estados Unidos, que es el garante principal de la seguridad japonesa.

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