Malcolm Turnbull

El 14 de septiembre de 2015, en un fulminante movimiento interno que empieza a ser característico de esta democracia parlamentaria anglófona, Malcolm Turnbull arrebató el liderazgo del Partido Liberal de Australia a Tony Abbott, convirtiéndose así en el cuarto primer ministro que tiene el país en algo más de dos años. Ministro de Comunicaciones desde el retorno al poder de los liberales en 2013, Turnbull es un antiguo empresario e inversor que hizo fortuna con los negocios de Internet y dentro del Partido Liberal mantiene posturas progresistas en cuanto a la legalización del matrimonio homosexual y la lucha contra el cambio climático. Además, es un republicano ferviente que en los años noventa encabezó una campaña nacional para que la Commonwealth de Australia dejara de ser una monarquía y tuviera a un presidente como jefe del Estado.

Todo ello le aleja de otros dirigentes liberales de tendencia más conservadora y en particular de Abbott, al que Turnbull arrojó el guante de una votación interna porque sus erosionados niveles de confianza entre la opinión pública, adujo entonces como justificación, abocaban al partido a una derrota en las elecciones federales de 2016. Consideraciones prácticas al margen, del golpe de mano de Turnbull no puede sustraerse el recuerdo de lo sucedido en 2009, cuando el líder del partido, entonces en la oposición, era él, y el retador victorioso Abbott, así que este cambio de guardia tiene sabor de revancha. El duelo Turnbull-Abbott viene a ser la versión liberal de la pelea, más cruda, que entre 2010 y 2013 sostuvieron en el Partido Laborista Kevin Rudd y Julia Gillard, mutuamente descabalgados también.

Esta por ver de qué manera el estilo más centrado y, es lo que promete, apegado a la fórmula tradicional de la toma colectiva de decisiones en el seno del Gabinete, donde el Partido Liberal tiene como socio al Partido Nacional, la otra pata de la Coalición de centro-derecha, va a incidir en la respuesta del Ejecutivo de Canberra al deterioro de la economía, durante muchos años extraordinariamente boyante, tanto que Australia fue uno de los pocos países desarrollados que eludió la Gran Recesión de 2008-2009. Ahora, el PIB se resiente por el desplome de los mercados de las commodities, en especial las mineras, y la desaceleración de China, potencia con la que la próspera Australia realiza el grueso de sus intercambios y con la que en noviembre de 2014 suscribió un acuerdo de libre comercio, al que ha seguido el Trans-Pacific Partnership (TPP) con once países de Asia y América.

Por lo demás, Turnbull asume la jefatura del Gobierno justo cuando la Real Fuerza Aérea Australiana extiende a Siria los bombardeos que desde octubre de 2014 viene realizando contra el Califato jihadista en Irak. Australia, que participó en la ocupación de Irak y en la ISAF de la OTAN en Afganistán, se ha convertido en uno de los principales aliados de Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico, cuyas asechanzas terroristas alcanzan a la remota isla-continente del hemisferio sur.


(Texto actualizado hasta octubre 2015)

1. Abogado, empresario de éxito y activista republicano
2. Dirigente del Partido Liberal en la oposición a los laboristas
3. Rivalidad soterrada con Tony Abbott y recuperación del liderazgo en el golpe interno de 2015

1. Abogado, empresario de éxito y activista republicano

Hijo del gerente hotelero Bruce Turnbull y de la escritora y catedrática feminista Coral Magnolia Lansbury, quien era pariente de la actriz británica Angela Lansbury, sus padres se separaron cuando él tenía nueve años. El muchacho creció al lado del padre en Sydney, ciudad en la que transcurrió su formación escolar y parte de la universitaria. Tras sacarse los títulos de Bachelor of Arts, con mención en Ciencias Políticas, y Bachelor of Laws en la Universidad local, donde compaginó las clases y unas colaboraciones periodísticas en prensa, radio y televisión, marchó becado al Reino Unido para completar su formación jurídica en el Brasenose College de Oxford. Allí siguió firmando trabajos para diversos periódicos y revistas, y en 1980 se graduó con honores, añadiendo a su currículum la licenciatura de Bachelor of Civil Law.

Una vez de vuelta en Sydney, Turnbull se instaló como abogado privado, profesión que interrumpió entre 1983 y 1985 para fungir de consejero general del grupo mediático Consolidated Press Holdings. En su segunda etapa en la abogacía, esta vez al frente de su propio bufete, en sociedad con Bruce McWilliam, el futuro primer ministro llevó un caso que tuvo una gran repercusión social, y que le brindó notoriedad y le abrió nuevos horizontes profesionales: la defensa de Peter Wright, un antiguo miembro del servicio británico de seguridad, el MI5, que entró en litigio con el Gobierno de Londres tras publicar el libro-escándalo Spycatcher: The Candid Autobiography of a Senior Intelligence Officer, donde el ex agente revelaba muchos aspectos escabrosos de los servicios secretos y presentaba a su superior Roger Hollis, quien fuera director general del MI5 entre 1956 y 1965, como un topo de los soviéticos. En 1987 Turnbull y su cliente ganaron el pleito contra el Gobierno conservador de Margaret Thatcher y Spycatcher pudo salir a la venta en Australia, si bien Wright se quedó sin cobrar derechos de autor.

Una vez ganada la batalla del caso en los tribunales, el abogado publicó un libro sobre la experiencia, The Spy Spycatcher Trial, y se dedicó exclusivamente a los negocios de inversiones como socio capitalista de la compañía Whitlam, Turnbull & Co Ltd, montada junto con Nicholas Whitlam, un ejecutivo con experiencia bancaria y que era hijo del ex primer ministro laborista Gough Whitlam, y Neville Wran, hasta hacía poco el primer ministro del estado de Nueva Gales del Sur, miembro también del Partido Laborista Australiano (ALP). A diferencia de sus colegas empresariales, Turnbull venía de militar en el conservador Partido Liberal (LP), que por aquel entonces, finales de la década de los ochenta, con John Howard de líder, se hallaba en la oposición en el Parlamento de Canberra.

De hecho, Turnbull había intentado abrirse camino en la política parlamentaria federal en 1981, cuando pugnó sin éxito para que su partido le designara candidato al escaño por la circunscripción de Wentworth, que comprendía varios barrios costeros de la parte este de Sydney, y de nuevo en 1983, año en que libró una competición interna por la vecina circunscripción de Mosman. Tras este segundo fiasco, el abogado siguió comprometido con el liberalismo durante un tiempo, pero finalmente se desvinculó del partido, aunque no del activismo de signo político, pues pasó a integrarse en el Movimiento Republicano Australiano (ARM), un grupo de presión sin encasillamientos ideológicos y que atraía a personas de diversas tendencias pero con el deseo común de que Australia abandonara la monarquía como forma de Gobierno y proclamara la República parlamentaria dentro de la Commonwealth.

Que Turnbull tenía ojo para los negocios lo demostró en 1994 con la puesta en marcha de OzEmail, una compañía de software y servicios telemáticos que acaparó una buena cuota del entonces incipiente mercado de proveedores de Internet en Australia y que le convirtió en multimillonario. En 1999, tras hacer de OzEmail la primera empresa australiana de nuevas tecnologías en cotizar en el selectivo Nasdaq de la Bolsa de Nueva York, Turnbull vendió su compañía al gigante WorldCom con un beneficio personal de 57 millones de dólares australianos, al cambio unos 40 millones de dólares estadounidenses. La operación fue tanto más oportuna porque tres años después WorldCom se declaró en bancarrota y quedó en los anales bursátiles como la víctima más sonada del pinchazo de la famosa burbuja punto com. Además, Turnbull firmó sustanciosos contratos como director de la compañía de inversiones FTR Holdings Ltd y presidente de la industria maderera Axiom Forest Resources, por cierto que acusada de realizar talas abusivas en las Islas Salomón. En 1997 renunció a la dirección ejecutiva de Turnbull and Partners Ltd al fichar por Goldman Sachs, que le nombró director general de su división para Australia, en calidad de socio capitalista a partir de 1998.

Mientras amasaba una enorme fortuna con sus aventuras empresariales, Turnbull hacía gala de fervor republicano. En 1993 el avispado hombre de negocios se aupó a la presidencia del ARM y cinco años después lideró su causa política en la Convención Constitucional convocada por el Gobierno de John Howard, líder de los liberales por segunda vez desde 1995, para debatir el tipo de Gobierno que debía regir en Australia. Turnbull y su organización consiguieron que la Convención se decantara por un sistema republicano en el que el jefe del Estado dejara de ser la reina de Inglaterra, representada por un gobernador general, y el puesto recayera en una persona escogida por el Parlamento australiano, es decir un presidente. La cuestión fue trasladada a un referéndum nacional y en la campaña del mismo Turnbull enarboló la bandera del sí a la enmienda republicana de la Carta Magna, mientras que en el bando de los monárquicos la figura más activa fue el propio primer ministro, Howard. En noviembre de 1999 tuvo lugar la consulta y el resultado, anticipado por las encuestas, fue que el 55% de los votantes se pronunció a favor de mantener la monarquía parlamentaria.

Aunque algunos analistas matizaron que lo que concitó el no de una mayoría de australianos había sido la modalidad de elección del presidente -su votación por el Parlamento en vez de mediante sufragio universal- concebida por la Convención Constitucional y no tanto el modelo republicano propiamente dicho, al que sí sonreían los sondeos, Turnbull, que se había ilusionado con la proclamación de la República de Australia el 1 de enero de 2001, dimitió como presidente del ARM y resucitó su interés en la política partidista, volviendo al seno del LP. En 2001 comenzó a adquirir puestos de responsabilidad en la formación oficialista con el beneplácito de Howard, que pasó página a la animosidad surgida entre ambos en el pasado referéndum. Así, hasta 2003 Turnbull fue hecho sucesivamente director del think tank liberal Menzies Research Centre, miembro de la Ejecutiva del partido en Nueva Gales del Sur, miembro de la Ejecutiva Federal y tesorero honorario. Su gran momento personal llegó en las elecciones federales del 9 de octubre de 2004 al hacerse por fin con el escaño por Wentworth, que arrebató a Peter King, el cual lo defendió en las urnas como independiente luego de perder la candidatura al mismo a manos de su adversario en una cruda primaria interna del liberalismo.


2. Dirigente del Partido Liberal en la oposición a los laboristas

Turnbull empezó legislando en la Cámara de Representantes desde el back bench liberal, pero el 27 de enero de 2006 Howard lo sentó en las filas delanteras del grupo parlamentario como secretario para asuntos del agua, un cometido de alto relieve al encontrarse Australia en mitad de una de las peores sequías de su historia. Al poco, en septiembre, el primer ministro le confió la dirección de la Oficina de Recursos Hídricos, cargo puente que precedió su entrada, el 30 enero de 2007, en el Gabinete, donde el LP compartía el poder con el Partido Nacional (NP), como ministro del Medio Ambiente y Recursos Hídricos. A Turnbull su primera responsabilidad gubernamental le duró menos de un año, pues en las votaciones federales del 24 de noviembre de 2007 Howard, tras hacer historia con cuatro victorias electorales consecutivas, sucumbió ante los laboristas de Kevin Rudd. A diferencia del castigado Howard, Turnbull consiguió mantener su asiento en la Cámara de Representantes.

Howard dimitió de inmediato y el vicelíder del LP, Peter Costello, se descartó para sucederle. Entonces, Turnbull irrumpió en escena lanzando su candidatura al liderazgo, encontrando como contrincantes a Brendan Nelson, el ministro saliente de Defensa, y a Tony Abbott, el titular de Sanidad. Abbott se retiró a las pocas horas y el 29 de noviembre tuvo lugar la elección interna por el grupo parlamentario, que Turnbull perdió frente a Nelson por 42 votos contra 45. El 6 de diciembre, sin embargo, Turnbull fue incorporado por Nelson a su Shadow Cabinet opositor como ministro del Tesoro. El liderazgo de Nelson no cuajó y la hegemonía de Rudd y el ALP se instaló en los sondeos. Esta situación empujó al ambicioso Shadow Treasurer a arrojarle el guante a su atribulado jefe de filas. El desafío interno fue dirimido el 16 de septiembre de 2008 y esta vez Turnbull se llevó el liderazgo con el respaldo de 45 diputados y senadores liberales. El derrotado no fue mantenido en el Shadow Cabinet de la Coalición entre el LP y el NP, y quedó relegado al back bench liberal de la Cámara baja.

Pese a su imagen de triunfador, Turnbull, que confesó haber fumado marihuana en su juventud, tampoco fue capaz de darle la vuelta a las encuestas, las cuales pintaban un escenario muy negativo para la Coalición en las elecciones federales de 2010. En junio de 2009 el líder opositor, en un intento de erosionar a Rudd en plena sucesión de traspiés del Ejecutivo, reclamó la dimisión del primer ministro sobre la base de una indagación parlamentaria de un presunto trato de favor a un empresario de Queensland por parte de Rudd y de su ministro del Tesoro, Wayne Swan, en las ayudas oficiales al sector del automóvil, conocidas como el programa OzCar. Sin embargo, la imputación se vino abajo al descubrirse que la denuncia, filtrada por un funcionario del Departamento del Tesoro, era una falsificación realizada por este. Turnbull quedó en una situación de lo más embarazosa y luego se avino a negociar con Rudd unas enmiendas al proyecto de ley sobre el Carbon Pollution Reduction Scheme (CPRS), el plan de reducciones y de comercio de derechos de emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que el Gobierno presentaba con la contribución australiana a la lucha contra el calentamiento global en el marco del Protocolo de Kyoto.

La cooperación de Turnbull con los laboristas en este capítulo concreto encrespó a Tony Abbott, bien conocido por su escepticismo con la hipótesis antropogénica del cambio climático. A finales de noviembre de 2009 Abbott dimitió como miembro del Shadow Cabinet, donde llevaba las áreas de Familias, Vivienda, Servicios Comunitarios y Asuntos Indígenas, y precipitó la crisis interna del liberalismo que ya venía gestándose desde el verano. Turnbull no tuvo más remedio que someterse a una votación de los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado. El 1 de diciembre el líder se midió con Abbott y con un segundo retador, Joe Hockey, el responsable del Tesoro en el Shadow Cabinet. Al segundo intento y por un solo voto, Abbott conquistó el liderazgo.

La reacción inicial de Turnbull fue completar su mandato legislativo en 2010 y a continuación abandonar la política. Sin embargo, en mayo de ese año anunció que se lo había pensado mejor y que en los comicios que tocaban en el otoño buscaría ser reelegido como representante por Wentworth. Las votaciones federales fueron adelantadas al 21 de agosto por la nueva líder del ALP, Julia Gillard, quien en junio arrebató a Rudd las riendas del laborismo. Aunque con Abbott a su mando el LP experimentó una recuperación y el ALP, que empató con la Coalición en los 72 escaños, perdió la mayoría absoluta, Gillard pudo seguir gobernando con el apoyo de tres diputados independientes y uno verde. El 14 de septiembre Abbott trajo a Turnbull, reelegido en su escaño con un gran acopio de votos, de vuelta al front bench de la Coalición como ministro en la sombra de Comunicaciones y Banda ancha.

El progresismo de Turnbull, a contracorriente de las posturas predominantes en su partido y en el otro miembro de la Coalición, el NP, con respecto a las principales cuestiones sociales de actualidad volvió a quedar de manifiesto en 2012 con su pública defensa de la regulación a nivel federal del matrimonio homosexual. El diputado opositor sostenía la opinión, no compartida por Abbott y otros muchos en el LP, de que las uniones civiles de gays y lesbianas, amparadas por las legislaciones de los estados de Nueva Gales del Sur, Queensland, Victoria y Tasmania, así como el Territorio de la Capital Australiana (Canberra), y en el resto de estados y territorios reconocidas como "parejas de hecho" por la legislación federal, debían ser el paso previo a la legalización en toda la Commonwealth de Australia del matrimonio de personas del mismo sexo con iguales derechos y obligaciones que los cónyuges heterosexuales, revocando así la prohibición expresa contenida en la normativa de 2004 sobre el matrimonio.


3. Rivalidad soterrada con Tony Abbott y recuperación del liderazgo en el golpe interno de 2015

La pelea cainita instalada en el laborismo por cuenta de Gillard y Rudd, quien volvió a hacerse con el mando del ALP -y por ende con la jefatura del Gobierno- a los tres años de verse desalojado del mismo por su archirrival femenina, espoleó las posibilidades electorales de la Coalición conservadora. El 7 de septiembre de 2013 liberales y nacionales arrollaron a los laboristas con una mayoría absoluta de 90 escaños y el día 18 Abbott prestó juramento como primer ministro. En el nuevo Gabinete de la Coalición, que cerraba seis años de paréntesis opositor, no faltó Turnbull, nombrado por Abbott ministro de Comunicaciones.

En los meses siguientes, Turnbull mantuvo las formas como lugarteniente leal de Abbott, quien se propuso sacar adelante un programa electoral construido sobre las promesas de recortar gasto público para recuperar el superávit en las finanzas federales, abolir los impopulares impuestos a las emisiones carbónicas y a los beneficios de las compañías mineras, e imponer un bloqueo offshore al intenso flujo de inmigración clandestina asiática por mar, lo que prometía fuertes encontronazos con la vecina Indonesia, punto de partida de la mayoría de los desventurados boat people, así como las protestas de las organizaciones humanitarias.

Como le sucedió a sus predecesores laboristas en el Gobierno, Rudd y Gillard, Abbott empezó a perder popularidad al ritmo de una serie de decisiones polémicas, salidas de tono y pasos en falso que al principio no parecieron muy lesivos, pero que tuvieron un efecto acumulativo sumamente pernicioso. El primer ministro fue solvente a la hora de cumplir con los compromisos asumidos durante la campaña sobre la reducción del número de inmigrantes y refugiados en busca del asilo, al ser interceptados sus embarcaciones por la Armada en aguas territoriales y desviados a centros de tránsito y detención emplazados en Papúa-Nueva Guinea y Nauru o en islas del Índico bajo soberanía australiana (una política, ahora bien, que suscitaba duros reproches de la ONU), y sobre la derogación del carbon tax. Además, en noviembre de 2014 el dirigente suscribió con China un acuerdo de libre comercio calificado de histórico.

Pero, por otro lado, el Gobierno de la Coalición decepcionó al reintroducir las revisiones al alza del impuesto sobre los combustibles y meter la tijera presupuestaria en los costes del estado del bienestar. Abbott asumió riesgos adicionales al cerrar filas con Estados Unidos en la campaña bélica contra el Estado Islámico, cuyas maquinaciones terroristas contra Australia tomaron un cariz alarmante. En octubre de 2014 el Ejecutivo anunció la participación de la Real Fuerza Aérea Australiana en las operaciones de bombardeo del Califato en Irak así como el despacho de tropas terrestres de misiones especiales para ayudar al Gobierno de Bagdad en su ofensiva contra los jihadistas. Este importante despliegue se producía menos de un año después de completarse la retirada del cuerpo expedicionario asignado a la ISAF de la OTAN en Afganistán y cuatro años después de terminar la misión del Ejército australiano en el Irak salido del derrocamiento de Saddam Hussein.

El 9 de febrero de 2015, con la Coalición en su peor momento de popularidad desde el inicio de la legislatura y con los laboristas, que acababan de derrotar a los conservadores en las elecciones estatales de Victoria y Queensland, liderando ampliamente los sondeos de intención de voto, Abbott derrotó con holgura la moción de un grupo de parlamentarios liberales rebeldes encabezados por Luke Simpkins y Don Randall que pretendían forzar una elección del liderazgo. La vicelíder y ministra de Exteriores en el Gobierno, Julie Bishop, fue señalada como una potencial aspirante a la jefatura del partido, pero la responsable diplomática manifestó que ella era solidaria con Abbott. Las miradas se dirigieron especialmente a Turnbull, quien como ministro de Comunicaciones venía mostrándose un tanto apartado de los principales debates nacionales, aunque su gestión del área recibía elogios.

La opinión pública estaba convencida de que Turnbull no había asimilado sin más su defenestración por Abbott en 2009 y de que el ministro estaría esperando la ocasión propicia para tomarse el desquite. Indagado por los periodistas, el interesado se mostró calculadamente ambiguo al responder que "si por cualquier razón el liderazgo de un partido queda vacante, entonces cualquiera, sea ministro o backbencher, puede presentarse al cargo, sin que eso sea una deslealtad", y que si ese situación se planteaba con Abbott, la cuestión de una postulación por su parte debía verse como "algo hipotético por el momento".

El fulminante golpe de mano que estaba tramando contra Abbott lo descargó Turnbull de manera completamente inesperada en las primeras horas de la tarde del 14 de septiembre de 2015, seis días después de anunciar el primer ministro la extensión a objetivos de Siria de los ataques de la Aviación australiana contra el Estado Islámico. Y también en un momento de viva inquietud económica por la acusada debilidad del crecimiento trimestral, triplemente sacudido por el desplome de la cotización de las materias primas que Australia exportaba (minerales, carne, lana), las caídas de precios en el sobreendeudado mercado inmobiliario y el enfriamiento de la economía de China, país que adquiría casi la tercera parte de las ventas al exterior. Existía el temor a que este enflaquecimiento pudiera desembocar en una recesión técnica, algo que la próspera nación del hemisferio sur no había conocido en el último cuarto de siglo, ni siquiera en los años críticos, 2008 y 2009, de la Gran Recesión mundial.

Turnbull, quien se declaró seguro de ganar el envite, retó a Abbott a pelear con él por la dirección liberal en una votación secreta del partido parlamentario porque el primer ministro "ya no era capaz de proporcionar el liderazgo económico que necesitamos" y porque de insistir en seguir al frente hasta 2016, cuando tocaban las elecciones federales, sería inevitable "su sucesión" por Bill Shorten, el líder de los laboristas. Según el ministro de Comunicaciones, cuyo abrupto movimiento disgustó a no pocos colegas (el tesorero del partido, Joe Hockey, le acusó de exhibir una "deslealtad indignante", mientras que el anterior primer ministro del estado de Victoria, Jeff Kennett, le llamó "el Kevin Rudd del LP"), el liberalismo necesitaba "un estilo de liderazgo que respete la inteligencia de la gente, que explique la complejidad de los temas y luego determine el curso de la acción que debemos tomar". En cuanto al desafiado, Abbott, se declaró listo para defender el cargo.

Con la rapidez característica de este tipo de situaciones en la democracia parlamentaria australiana, la votación del partido gobernante tuvo lugar tan solo cinco horas después del anuncio de Turnbull, es decir, en la noche del 14 de septiembre. Su resultado fue la victoria de Turnbull, convertido por segunda vez en jefe del LP con el respaldo de 54 representantes de la Cámara y senadores, 10 más de los que apostaron por la continuidad de Abbott. La vicelíder, Bishop, fue confirmada con 70 votos. Al día siguiente, 15 de septiembre, Turnbull prestó juramento como vigesimonoveno primer ministro de la Commonwealth de Australia ante el gobernador general, sir Peter Cosgrove. Cinco días más tarde desveló la composición de su Gabinete, donde Marise Payne pasó a ser ministra de Defensa y Scott Morrison el responsable del Tesoro, ambos del LP. El líder del NP, Warren Truss, siguió siendo el viceprimer ministro, en tanto que los liberales Bishop y Mathias Cormann continuaron en Exteriores y Finanzas, respectivamente.

En sus primeras declaraciones como primer ministro, Turnbull prometió un estilo de gobernar más apegado al "método tradicional de la toma colectiva de decisiones por el Gabinete". También, confirmó que después de las elecciones de 2016 el país celebraría un plebiscito sobre el matrimonio homosexual, tal como Abbott había anunciado en agosto. Hasta hacía poco, como ministro de Comunicaciones, Turnbull había dicho que él prefería que la legalización del matrimonio homosexual la acometiera directamente el Parlamento mediante la legislación pertinente antes de terminar la legislatura.

El primer ministro de Australia, cuya declaración de haberes le sitúa entre los políticos más adinerados de Australia, está casado desde 1980 con Lucy Hughes, otra miembro del LP con una notable carrera política y empresarial. Su cometido más destacado fue como Lord Mayor, es decir, alcaldesa, de Sydney entre 2003 y 2004, cuando su marido todavía no había hecho el salto del sector privado a la política parlamentaria. Turnbull, que procedía de un hogar presbiteriano, adoptó la fe católica de su esposa, aunque no comparte la doctrina de la Iglesia en cuestiones como el aborto, el ya mencionado matrimonio homosexual y la investigación médica con células madre. La pareja ha tenido dos hijos.

(Cobertura informativa hasta 15/09/2015)