Viktor Yanukovych

El portazo dado el 21 de noviembre de 2013 a la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea añade un jalón explosivo a la sinuosa trayectoria de Víktor Yanukóvych, presidente de Ucrania desde 2010. La decisión, no del todo imprevista pero con profundas repercusiones domésticas y regionales, pone de relieve el errático proceder del mandatario, que exprime una insostenible política de vecindad "equilibrada", a modo de "puente", entre dos grandes bloques, la UE y Rusia, los cuales le emplazan a escoger, sin opciones de compatibilidad, entre el Acuerdo de Asociación (AA) de la primera o la Unión Aduanera (UA) de la segunda. Se salda, pues, con una victoria provisional de Rusia este duelo geopolítico que busca atraer y anclar a la estratégica Ucrania, extenso país de encrucijadas del flanco oriental de Europa, en las respectivas esferas de intereses, cuyo círculo más externo es el comercial.

En 2004, este antiguo patrón industrial y gobernador de Donetsk, representante de la Ucrania del este rusófona y rusófila —de hecho, no empezó a hablar el idioma ucraniano, por imperativo institucional, hasta los 52 años—, líder del Partido de las Regiones (PR) y primer ministro del presidente Leonid Kuchma fue el gran damnificado de la Revolución Naranja, la revuelta cívica de la oposición liberal que encabezaban Víktor Yúshchenko y Yuliya Tymoshenko, unidos contra un pucherazo electoral que pretendía colocar en la Presidencia al candidato del oficialismo. Entonces, las negociaciones de las partes con la mediación europea desembocaron en una repetición de la segunda vuelta, en la inapelable victoria de Yúshchenko sobre Yanukóvych y en la humillante salida de este del Ejecutivo.

Menos de un bienio después, en 2006, el paradójico desarrollo de la democracia ucraniana recuperó para la jefatura del Gobierno a Yanukóvych, impulsado por la primacía parlamentaria de su formación, las desavenencias entre Yúshchenko y Tymoshenko, y la calamitosa situación económica. La extraña cohabitación de los dos Víktor duró poco: en 2007, aunque el PR volvió a ganar los comicios a la Rada, la anterior coalición naranja pudo restablecerse, poniendo otra vez a Tymoshenko al frente del Gabinete y devolviendo a Yanukóvych por segunda vez a las filas opositoras.

Desde allí, el corpulento y ambicioso político, más dado a maniobrar e intrigar en la opacidad de los despachos que a agitar a huestes afectas con oratoria mitinera, fue cosechando los dividendos que le generaban las invencibles trifulcas de los adalides de la protesta de 2004 y las sucesivas escaramuzas de la guerra del gas con Rusia. En las elecciones presidenciales de 2010 Yanukóvych se tomó la revancha derrotando a sus dos adversarios con un programa inequívocamente prorruso, aunque con matices. Así, además del descarte tajante del ingreso en la OTAN, advocaba un estatus de "neutralidad" y "no alineación" en materia de seguridad,  aunque consideraba "objetivo estratégico" la integración en la UE. Asimismo, anteponía el gasto social a las recetas de austeridad del FMI. Todo ello, ponderado con "pragmatismo", atendiendo siempre a los "intereses nacionales", argüía. Lo urgente, aseguraba, era el desarrollo, la modernización y el progreso económico de un país rezagado y lastrado por serios desequilibrios y dependencias, empezando por la energética de Rusia.

Transcurridos tres años desde su elección, del líder ucraniano puede decirse que ha jugado a dos barajas de manera titubeante e imprecisa, causando impaciencia y frustración por igual a las dos capitales, Bruselas y Moscú, que le cortejan con unas ofertas mutuamente excluyentes.

Con la Rusia de Putin, Yanukóvych empezó adoptando un polémico tratado de renovación del arriendo de las facilidades navales en Crimea a cambio de una bajada de las abusivas tarifas de importación del gas, cuyo abaratamiento sin embargo se quedó corto. La cooperación y el diálogo bilaterales se intensificaron a ojos vista, pero el nuevo poder de Kyiv, desdiciéndose de anteriores promesas electorales, no satisfizo plenamente las demandas de cooficialidad idiomática en todo el Estado, planteadas en los oblasts meridionales y orientales que eran su granero electoral. También, dio largas a la adhesión de Ucrania a la UA de Rusia, Bielarús y Kazajstán, antesala que sería del ingreso en la Unión Económica Euroasiática orquestada por el Kremlin, aceptando únicamente en la misma un estatus de "observador".

La autolimitación de las relaciones con Rusia dio alas al proyecto de integración en la UE, que Yanukóvych quería que empezara con el levantamiento de barreras y visados a la libre circulación de bienes y personas. Pero en 2011, el juicio, encarcelamiento y condena de su antagonista visceral, Tymoshenko, que para la UE respondían a motivaciones políticas, pospuso las firmas de los ya concluidos acuerdos de Asociación y de Libre Comercio. Las elecciones legislativas de 2012, vueltas a ganar por el PR pero consideradas un paso atrás por la OSCE, acentuaron el malestar de los interlocutores europeos con Yanukóvych, acusado de dar pábulo, apoyado en camarillas y oligarcas, a prácticas erosivas de la democracia como el autoritarismo, el clientelismo y la corrupción. Además, al final del año, la economía, que en 2010-2011 había remontado con brío la brutal recesión de 2009, retomó la senda del crecimiento negativo, mientras se disparaban la deuda y el déficit.

En el verano de 2013 Rusia lanzó a Ucrania una andanada de presiones, en forma de zancadillas comerciales, promesas de gratificaciones y amenazas explícitas, para disuadirla de suscribir el AA, que conllevaba reformas legales. Yanukóvych afrontaba una situación muy embarazosa: en apariencia, se resistía a echarse en el regazo ruso, por lo que pudiera comportar de pérdida de soberanía, pero por otro lado tampoco quería encolerizar a su poderoso vecino, que podría aplicar desastrosas represalias económicas. Después de todo, Rusia seguía siendo el primer socio comercial de Ucrania, que además estaba muy endeudada con él. El presidente, de paso, pero esta vez por puro cálculo electoralista, se negó a amnistiar a Tymoshenko.

En noviembre de 2013, finalmente, Yanukóvych sucumbió a los argumentos rusos y desistió de firmar el AA en la cumbre de la Asociación Oriental en Vilna con el pretexto de que Bruselas no aceptaba su demanda de asistencia de "estabilización" económica por valor de 160.000 millones de euros. La decisión enardeció la fortísima protesta callejera de la oposición proeuropea y las fuerzas nacionalistas y de derecha, que exigían un drástico cambio de orientación exterior de Ucrania y la caída del régimen.

La furiosa algarada en el centro de Kyiv evidencia el grado de polarización política y cultural subsistente en la sociedad civil ucraniana, donde sin embargo ganan terreno los partidarios de la opción europea, pero también el bajo momento de popularidad de Yanukóvych, que no ha visto una reacción comparable, movilizándose en su apoyo, por parte de la población rusófona. El confuso zigzag declarativo del presidente y su primer ministro, Mykola Azárov, adquieren un nivel esquizofrénico porque de un día para otro afirman que Ucrania "no tiene alternativa" tanto a la integración europea como a la restauración de las relaciones comerciales con Rusia. En diciembre, el Gobierno ha puntualizado que el plantón de Vilna es sólo "una pausa", mientras el presidente combina la represión de los manifestantes con las ofertas de diálogo. La cacofonía salpica a la propia UE, pues la Comisión confirma la "suspensión" de las negociaciones sobre el AA mientras que la jefa de la diplomacia, Catherine Ashton, asegura que la puerta para su firma "sigue abierta".

Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 16/12/2013. Tras una gran efusiòn de violencia y un acuerdo político entre las partes para solucionar la crisis que no fue cumplido, la llamada Revuelta del Euromaidán desembocó el 22/2/2014 en la toma del poder en Kyiv por las fuerzas opositoras y la huida de Yanukovych, que no llegó a presentar la dimisión. Al día siguiente, la Rada invistió presidente de la República en funciones a Oleksandr Turchynov; días después, Arseniy Yatsenyuk fue nombrado primer ministro. Exiliado en Rusia, en 2015 Yanukovych fue oficialmente despojado del título de presidente por la Rada y en 2019 un tribunal ucraniano le condenó in absentia por cargos de traición al Estado, sentenciándole a 13 años de prisión. Para más información sobre los acontecimientos posteriores en Ucrania, pueden consultarse las biografías de los presidentes Petro Poroshenko (2014-2019) y Volodymyr Zelenskiy (2019-).

1. Patrón de la industria estatal y dirigente del clan de Donetsk
2. Primer ministro de Leonid Kuchma y candidato presidencial del oficialismo
3. Damnificado de la Revolución Naranja de 2004
4. Victoria en las legislativas de 2006, pacto de cohabitación con Yúshchenko y regreso a la jefatura del Gobierno
5. Segundo paso a la oposición y triunfo en las presidenciales de 2010
6. Viraje prorruso con límites, largas a Bruselas, reflujo autoritario y persecución de Tymoshenko
7. Suspensión del Acuerdo de Asociación con la UE y protesta de nacionalistas y proeuropeos; la batalla geopolítica de Ucrania entre Bruselas y Moscú
8. Aspectos familiares y personales


1. Patrón de la industria estatal y dirigente del clan de Donetsk

Vástago de una familia de clase trabajadora radicada en el óblast de Donetsk, región densamente poblada, industrializada y rusificada del este de Ucrania, su padre, Fedir Yanukóvych, era un obrero ferroviario de etnia bielorrusa y ancestros polacos y lituanos, y su madre una enfermera rusa cuya prematura muerte a los dos años de dar a luz puso la crianza del huérfano en manos de su abuela paterna, oriunda de Varsovia.

El único idioma de la familia era el ruso, y en él se educó y creció el futuro estadista. De hecho, Yanukóvych no empezó a hablar el ucraniano, y con dificultad, hasta los 52 años, cuando fue nombrado jefe del Gobierno por primera vez, tal como él mismo admitió en 2012.

En estos años en que la República Socialista Soviética Ucraniana se sometía fielmente a los dictados de Nikita Jrushchev y Leonid Brezhnev, las privaciones materiales y las carencias afectivas (su padre, que volvió a casarse y formó otra familia, se desentendió de él luego de enviudar) debieron de moldear un carácter pendenciero en el robusto mocetón, que tenía que luchar por sí mismo para salir adelante.

A los 14 años el muchacho dejó la escuela y en 1967, con 17, y en 1970, con 20, tuvo sendos tropezones con la justicia por unos delitos de robo de propiedad del Estado y de agresión a persona, por los que le cayeron unas condenas a tres y dos años de prisión, respectivamente. Entre medio, a los 19 años, comenzó a trabajar en su Yenakiyeve natal como operario de surtidor de gas en una planta metalúrgica.

En una biografía oficial facilitada a la prensa en 2002 con motivo de su elección como primer ministro, el político reconocía que tras su primer juicio había sido internado en una penitenciaría juvenil, aunque no explicaba de qué fue reo ni el tiempo que estuvo penado. Con respecto al segundo caso, Yanukóvych informaba que le habían declarado culpable de "daños físicos leves" y que la sentencia había sido revocada, pero no aclaraba si en el ínterin había llegado a pisar la prisión. El dirigente ucraniano ha achacado estos castigos a "errores de la juventud", resultantes de su dura existencia en aquella época.

Años después de la tímida confesión personal de 2002, la prensa ucraniana averiguó que Yanukóvych cumplió la mitad de la primera condena al beneficiarse de una amnistía con motivo del quincuagésimo aniversario de la Revolución bolchevique, y confirmó la revocación de la segunda condena, que, según parece, también cumplió en parte. Además, se supo que la citada agresión física había sido a una niña, aunque no quedó claro si la misma tuvo naturaleza sexual.

Colocado de soldador y mecánico en una cadena de montaje de vehículos, en 1973 Yanukóvych obtuvo la graduación en el Departamento de Ingeniería Eléctrica Minera de la Escuela de Minería de su ciudad y un año más tarde se matriculó en el Instituto Politécnico de Donetsk, hoy Universidad Técnica Estatal, que tenía su sede en la capital homónima del óblast.

Fue al parecer gracias al patrocinio de un paisano influyente, Georgiy Beregovoiy, antiguo cosmonauta de la nave orbital Soyuz 3 y ahora diputado del Soviet Supremo de la URSS en Moscú, que Yanukóvych pudo borrar los estigmas penales de su historial y, con el imprescindible carné de miembro del Partido Comunista (PCUS), abrirse camino profesional en el aparato industrial del Estado soviético, concretamente en los ramos del transporte y la automoción.

La brusca promoción vino en 1976, mientras cursaba su segundo año en el Politécnico de Donetsk, cuando fue nombrado director de una unidad motorizada de la compañía carbonera Ordzhonikidze. De creer la versión oficial, en diciembre de 1978 el Tribunal Regional de Donetsk le cerró las causas penales, pudiendo entonces ingresar en el PCUS.

Ahora bien, en 2005, una investigación de la Fiscalía del óblast iba a hallar indicios de que en fecha no lejana, en algún momento entre 2002 y 2004, los partidarios del político habían falsificado esos documentos absolutorios, dejando en el aire la duda de cuándo quedaron canceladas sus cuentas con la justicia. En 2006 la Fiscalía General de Ucrania daría carpetazo al caso por falta de evidencias.

Polémicas al margen, en 1980, una vez completados sus estudios por correspondencia, Yanukóvych se sacó el título de ingeniero mecánico y su empresa le ascendió a director de la división de transporte rodado. En 1982 fue elegido miembro de un soviet de distrito en Yenakiyeve

Su trayectoria de administrador industrial, como sucedió con otros muchos colegas de la nomenklatura económica, no se resintió lo más mínimo, sino todo lo contrario, de las grandes mutaciones políticas de 1990 y 1991, cuando una medio alianza entre la mayoría reformista del Partido Comunista local, el KPU, y las fuerzas nacionalistas liberal-conservadoras condujo a la república eslava a la independencia de una URSS condenada a la desintegración así como a una nueva era de relaciones con Rusia, la cual nació lastrada por los contenciosos y la confrontación, todo con el telón de fondo de un catastrófico derrumbe económico.

De subdirector de materiales y transportes del conglomerado de compañías mineras de Donetsk en 1987, Yanukóvych saltó a director de área en 1989 y a director general en 1991 de la Compañía de Transportes y Reparaciones del Donbass (Donbasstransremont). En enero de 1994 pasó a desempeñar la misma función cimera en la Compañía Ucraniana de las Industrias del Carbón y el Transporte (Ukrvuhlepromtrans), y en septiembre del mismo año se puso al frente de la Corporación del Transporte Rodado del Óblast de Donetsk (Donetskavtotrans). Yanukóvych se fue perfilando como uno de los mandamases empresariales de la región minera e industrial del Donbass, o cuenca del Donets, formada por los oblasts de Donetsk y Luhansk.

Tras el acceso de Ucrania a la independencia en diciembre de 1991, el colectivo patronal del que Yanukóvych era miembro se organizó en la urbe de Donetsk como un grupo de presión dispuesto a ejercer una influencia decisiva en la política nacional, haciendo valer el peso económico del óblast. En buena parte lo consiguió en 1993, año en que el primer presidente de la independencia, Leonid Kravchuk, nombró un Gobierno en funciones cuajado de personalidades del óblast, empezando por el primer ministro Yujym Zvyahilskiy, antiguo alcalde de Donetsk.

El liderazgo informal del clan lo ejercían una serie de "hombres de autoridad", decididos a levantar verdaderos imperios empresariales al socaire del caos normativo que había seguido al derrumbe soviético y montados en la primera andanada de privatizaciones en la transición a la economía de mercado. Los dignatarios más conspicuos en estos primeros años eran Ajat Bragin, Yevhen Shcherban y el joven Rynat Ajmétov.

El concepto que Yanukóvych y sus colegas tenían de la recuperación productiva de Ucrania pasaba más por la integración económica con Rusia, a la que la mayoría de la población de Donetsk se sentía muy ligada por idioma e historia, y por un estilo dirigista y opaco heredado directamente de los viejos métodos de gestión soviéticos, que por la desregulación y la desestatalización sin complejos que defendían los economistas liberales de Kyiv y las regiones occidentales del país, más próximos al espacio euro-atlántico. Una demanda particularmente espinosa de las élites dirigentes de Donetsk al Gobierno central era la cooficialidad de los idiomas ruso y ucraniano. Yanukóvych, rusohablante estricto, suscribía lógicamente esta pretensión.

Los negocios inescrupulosos, los amagos de lanzarse al asalto de las palancas del poder político en Kyiv, donde tenían sus reales otras camarillas y clanes que no aceptaban de buena gana intromisiones de quienes les parecían unos advenedizos medio rusos, y conexiones mafioso-criminales de toda laya pusieron un trasfondo escandaloso a los asesinatos de Bragin en 1995 y de Shcherban en 1996. La desaparición de estas dos personalidades dejó a Ajmétov como el máximo potentado económico de Donetsk, mientras que Yanukóvych se dispuso a descollar en la política profesional. Ambos establecieron una estrecha relación que les llevó a apoyarse mutuamente en sus respectivas carreras.

Gobernador regional de Donetsk, primeros choques con Tymoshenko y creación del PR
El antiguo obrero metalúrgico irrumpió en el proscenio político en agosto de 1996 al ser reclutado por el recién nombrado gobernador de Donetsk, Serhiy Polyakov, como adjunto encargado de asuntos industriales en la Administración Estatal del óblast, con el rango de vicegobernador a partir de septiembre.

No mucho después, el 14 de mayo de 1997, Yanukóvych fue ascendido al propio puesto de gobernador por decreto del presidente de la República desde su victoria electoral en 1994, Leonid Kuchma. En el currículum del nuevo líder de Ucrania figuraban los puestos de ex primer ministro, ex presidente de la Unión de Industriales y Empresarios, y antiguo miembro destacado del llamado clan de Dnipropetrovsk, otro lobby político-empresarial surgido en el oriente ucraniano y acérrimo rival de los de Donetsk por el ascendiente sobre los asuntos de Kyiv.

De hecho, la elección de Kuchma se tradujo automáticamente en una sustitución masiva en el Gobierno y la Administración de prebostes de Donetsk, que habían gozado de los favores de Kravchuk, por oficiales oriundos de Dnipropetrovsk. Sin embargo, Yanukóvych y Kuchma hacía años que mantenían unos vínculos personales sumamente cordiales.

La culminación por Yanukóvych en un tiempo récord de su carrera en la política regional se enmarcó en una de las habituales componendas entre el Ejecutivo de Kyiv y los centros de poder periféricos. La recomposición de los respectivos cotos de poder e influjo se tradujo esta vez en un fortalecimiento del clan de Donetsk, bien representado por Yanukóvych, y en un menoscabo de los de Dnipropetrovsk y su capitoste más relevante, el ex gobernador regional Pavlo Lazarenko, quien en junio de 1997, no por casualidad, se vio obligado a cesar como primer ministro.

Además, el ex gobernador Polyakov estaba considerado un protegido del ahora defenestrado Lazarenko. Se produjo, por tanto, una revancha del cambio de guardia producido tres años atrás. El 14 de mayo de 1999 Yanukóvych añadió a la presidencia de la Administración Regional la presidencia del Consejo Regional, es decir, aunó en su persona los poderes ejecutivo y asambleario del óblast.

En sus cinco años como gobernador de Donetsk, Yanukóvych se ganó la confianza de Kuchma por el apoyo que brindó a su reelección presidencial en octubre de 1999 frente a un trío de adversarios izquierdistas así como a la reforma constitucional, que reforzó las atribuciones presidenciales, sancionada en el referéndum de abril de 2000.

Comentarios periodísticos de la época aseguran que en 1998 el dúo Yanukóvych-Ajmétov y Kuchma establecieron una especie de pacto secreto por el que el clan de Donetsk se comprometía a no incursionar directamente en la política nacional con un partido o con un candidato presidencial, y a cambio el jefe del Estado —que carecía de agrupación política propia y debía cabildear permanentemente en la Rada o Parlamento los apoyos legislativos que necesitaba— haría la vista gorda en los tejemanejes económicos del empresariado regional, que eran tan rentables como sospechosos de incurrir en un sinfín de corruptelas.

Las principales irregularidades asomaban en dos sectores estratégicos de primer orden, el del carbón del Donbass y el de la distribución del gas producido por Rusia y otras repúblicas ex soviéticas, que estaba obligado a emplear la red de ductos ucraniana —y a pagar derechos de tránsito, en efectivo o en especie— para alcanzar los mercados de exportación europeos.

El Gobierno regional de Yanukóvych velaba por los intereses corporativos de los industriales de Donetsk, tan ligados a los emporios rusos. Pero desde comienzos de 2000 aquellos se vieron amenazados por la gestión revisionista de la viceprimera ministra para el sector energético, Yuliya Tymoshenko, una antigua oligarca de Dnipropetrovsk que había construido un holding empresarial basado en el transporte del gas ruso y que tras la caída en desgracia de Lazarenko, su protector, había iniciado una carrera política igualmente ambiciosa.

Tymoshenko, con la aquiescencia del primer ministro desde diciembre de 1999, Víktor Yúshchenko, un reformista liberal que siendo gobernador del Banco Nacional de Ucrania había puesto los cimientos para la superación de la grave crisis económica y financiera a través de una mudanza monetaria, se propuso reformar drásticamente el sector energético. El mismo se encontraba en crisis por la incapacidad de los proveedores para cubrir la demanda interna de energía y por el monto de deudas contraído por Naftohaz Ukrajiny, la compañía pública que regulaba el mercado privatizado del gas, con el socio vendedor ruso, el monopolio estatal Gazprom.

Al apostar por pagar a Gazprom los suministros para el autoconsumo en metálico en lugar de no cobrarle derechos de tránsito de sus exportaciones del hidrocarburo a Europa, por erradicar los robos de gas en tramos expuestos de los gasoductos y por suprimir también la mala costumbre de las distribuidoras nacionales, extraordinariamente lucrativa para ellas, y de muchos clientes jurídicos de cobrar y abonar las tarifas eléctricas con servicios no dinerarios o con las más diversas fórmulas de trueque —con el consiguiente perjuicio para el erario público, que dejaba de recaudar tasas—, Tymoshenko y Yúshchenko tocaban el bolsillo de una serie de empresas proveedoras de servicio que desarrollaban parte de sus operaciones en la economía sumergida y que amasaban inmensas fortunas privadas mediante el compadreo, los procedimientos mercantiles más heterodoxos o la corrupción pura y dura.

El lobby industrial del Donetsk, con Yanukóvych controlando la esfera política y Ajmétov señoreando la económica, movió sus fichas en Kyiv para intentar pararles los pies a unos responsables gubernamentales que también procedían de las élites mercantiles. La dimisión en junio de 2000 del ministro de Energía y Combustibles, Serhiy Tulub, un miembro prominente del clan, se encuadró en esta estrategia de socavar el Gobierno, la cual aparentemente contaba con el beneplácito de Kuchma.

La hostilidad del grupo de Donetsk contra Tymoshenko ganó virulencia después de que la viceprimera ministra anunciara la reconversión y privatización del sector del carbón, verdadera vaca sagrada del Donbass. Fue el comienzo de una visceral enemistad entre Tymoshenko y Yanukóvych, que cuatro años después iban a disputar un espectacular pulso en el fragor de la Revolución Naranja.

Desde finales de 2000 se apreció que el grupo de influencia rusófilo fraguaba una alianza fáctica con el llamado clan de Kyiv, otro colectivo muy deseoso de poder que tenía como cabeza visible al magnate financiero Víktor Medvedchuk, vicepresidente de la Rada y líder del Partido Social Demócrata de Ucrania-Unido (SDPU-o). En la primera mitad de 2001 esta colusión de fuerzas se tradujo en las remociones sucesivas de Tymoshenko, destituida por Kuchma en enero a rebufo de unas acusaciones de corrupción formuladas en su contra por la Fiscalía General, y de Yúshchenko, víctima de una moción de censura parlamentaria en el mes de abril.

Entre medio, el 3 de marzo de 2001, se constituyó formalmente el Partido de las Regiones (Partiya Rehioniv, PR) como culminación de un proceso de fusión de cinco agrupaciones más o menos próximas al Ejecutivo de Kuchma que había arrancado en julio de 2000. Los participantes eran: un sector mayoritario del Partido del Renacer Regional de Ucrania (PRVU), liderado por el alcalde de Donetsk Volodymyr Rybak; el Partido de la Solidaridad de Ucrania (PSU), liderado por Petro Poroshenko; el Partido Laborista de Ucrania (TPU), de Valentyn Landyk; el Partido Nacional de Pensionistas, con Andriy Kapusta al frente; y, Por una Ucrania Bella, de Leonid Chernovetskiy.

Aunque Yanukóvych no aparecía como jefe fundador del partido ni por el momento ocupaba puestos en su dirección orgánica, los observadores no dudaron en presentar al PR como una criatura suya. La presidencia nominal recayó en Mykola Azárov, jefe de la agencia tributaria del Estado y un rusohablante tan acusado que lo raro era oírle expresarse en ucraniano. Como brazo parlamentario del PR en una Rada ya atomizada se constituyó la facción Regiones de Ucrania, con 16 diputados, a cuyo frente se situó Rybak.

El objetivo del PR ya venía implícito en el nombre, pero el gobernador de Donetsk, por si quedaba alguna duda, lo explicó a los medios: asegurar la representación de los oblasts del este industrial y prorruso, sosteniendo sus intereses y reclamaciones, en las instituciones políticas a nivel nacional. Yanukóvych fue más explícito y manifestó su deseo de que el PR obtuviera ministerios clave e incluso la jefatura del Gobierno después de las elecciones legislativas de 2002.

Los regionalistas aspiraban a convertirse en el núcleo del siempre difuso y cambiante partido del poder, en otras palabras, brindar a Kuchma su principal soporte político. Reclamaron para sí una condición de "centro", a caballo entre las izquierdas antirreformistas que encabezaban el KPU, el cual continuaba siendo la primera fuerza de la Rada, y el SDPU-o, y, por el otro lado, el centro-derecha nacionalista y prooccidental que tenía como principales exponentes al grupo Madre Patria (Batkivshchyna) de Tymoshenko y a las dos facciones del Movimiento Popular Ruj.

En realidad, Yanukóvych venía acariciando este proyecto partidista desde hacía bastantes años, pero los acuerdos oficiosos con Kuchma habían retardado su plasmación. Ahora, el PR se constituyó a tiempo para sumar su voto favorable en la moción de censura presentada contra Yúshchenko por los comunistas y que salió adelante con el respaldo también del SDPU-o y otros cinco grupos.


2. Primer ministro de Leonid Kuchma y candidato presidencial del oficialismo

Para suceder al censurado Yúshchenko, Kuchma barajó entre otros a Azárov, pero la designación se la llevó el presidente de la Unión de Industriales y Empresarios Ucranianos, Anatoliy Kinaj, un hombre bien visto por Yanukóvych, tal que el PR no puso inconvenientes a su investidura por la Rada el 29 de mayo de 2001.

Las maniobras electorales y parlamentarias de 2002
El gobernador de Donetsk se fijó la meta de obtener un gran resultado en los comicios del 31 de marzo de 2002, lo que pasaba por seducir al electorado oriental y rusófono que hasta ahora había votado en masa a los comunistas de Petro Symonenko y en menor medida a los socialistas (SPU) de Oleksandr Moroz, a los socialdemócratas de Medvedchuk y a los socialistas progresistas de Nataliya Vitrenko. En opinión de Yanukóvych, todas estas formaciones estaban ancladas en el pasado y no respondían a las demandas populares de reformas y modernidad.

En diciembre de 2001 Yanukóvych, que acababa de sacarse un máster en Derecho Internacional por la Academia Ucraniana de Comercio Exterior —lo que le facultó para recibir los títulos de doctor y profesor en Ciencias Económicas, y para tomar asiento en la Academia Nacional de la disciplina—, instigó la renuncia de Azárov a la presidencia del PR y su reemplazo por Volodymyr Semynozhenko, antiguo dirigente del PSU y viceprimer ministro en el Gobierno de Kinaj.

A continuación, coadyuvó a la articulación del bloque electoral propresidencial Por una Ucrania Unida (ZYU), al que dieron vida el PR, el Partido Agrario de Ucrania (APU) de Myjailo Hladiy, el Partido Democrático Popular de Ucrania (NDPU) del ex primer ministro Valeriy Pustovoytenko, el Partido de los Industriales y Empresarios de Ucrania (PPPU) de Kinaj y la Ucrania Trabajadora (TU) de Serhiy Tihipko, una formación vinculada a los intereses económicos de Dnipropetrovsk. Como cabeza de lista del ZYU fue escogido Volodymyr Lytvyn, el jefe de la Administración Presidencial de Kuchma, y como segundo el primer ministro Kinaj.

El sistema electoral ucraniano, de tipo mixto, con la mitad de los 450 escaños de la Rada adjudicados por el sistema proporcional y la otra mitad disputados por el sistema mayoritario en las circunscripciones uninominales, favorecía sobre todo al ZYU, que gozaba de predicamento en las regiones al este del río Dniéper y en todo el flanco sudoriental, y que tenía su bastión incontestable en el Donbass, el feudo de los regionalistas.

Así, aunque con el 11,8% de los sufragios el ZYU fue la tercera fuerza más votada en la competición de listas, quedando por detrás del KPU, sus candidatos individuales arrasaron en Donetsk y Luhansk, y lo hicieron francamente bien en los demás oblasts rusófonos. El ZYU sólo cosechó 35 escaños por el sistema proporcional, pero 67 por el mayoritario, dando lugar a una fuerza parlamentaria de 102 diputados, 36 más que los comunistas y sólo 10 menos que el vencedor de la jornada, el Bloque Nuestra Ucrania (BNU) de Yúshchenko, una coalición de diez partidos que obtuvo el 23,6% de los votos. Entre ellos figuraba la agrupación de Poroshenko, Solidaridad, que se había pasado a las filas opositoras en diciembre.

Tras las elecciones de marzo de 2002, Yanukóvych, a través de sus hombres en Kyiv, maniobró hábilmente para convertir al ZYU en el principal bloque de la Rada, captando para sus filas por métodos de ética dudosa a varias decenas de diputados que habían sido elegidos como independientes o en las circunscripciones uninominales. Una mezcolanza de seducciones, chantajes y, probablemente también, sobornos conformó una mayoría propresidencial de 182 legisladores, sin contar a los socialdemócratas.

A continuación, Yanukóvych, Lytvyn y Semynozhenko negociaron con el SDPU-o, que había tenido un rendimiento electoral mediocre —24 diputados—, el reparto de los puestos clave del hemiciclo. Lytvyn se llevó la presidencia de la Rada, su conmilitón Hennadiy Vasilyev la vicepresidencia primera y el socialdemócrata Oleksandr Zinchenko la vicepresidencia segunda. Kuchma reveló a las claras que él era un muñidores de la componenda al nombrar a Medvedchuk en lugar de Lytvyn para dirigir la Administración Presidencial. Se estaba fraguando un nuevo partido del poder, más consistente que los anteriores, nucleado en torno al PR y el SDPU-o.

Todos estos movimientos constituían un grosero falseamiento del resultado electoral y enfurecieron a los partidos de la oposición liberal y prooccidental, que denunciaron la "usurpación" y el "golpe de mano de los oligarcas". Yúshchenko, más moderado que Tymoshenko, insistió en que el nuevo Gobierno debía ser de concentración, con presencia de los partidos propresidenciales y los de la oposición, pero Kuchma hizo oídos sordos.

A finales de octubre de 2002 la situación estaba madura para que la nueva mayoría parlamentaria formada por los partidos del ZYU y el SDPU-o ofreciera a Kuchma cuatro candidatos para el puesto de primer ministro. El grupo Opción Europea propuso a Azárov, el grupo Opción Popular al actual viceprimer ministro primero, Oleh Dubyna, el PPPU, el SDPU-o y TU apostaron por la renovación de Kinaj, y Regiones de Ucrania presentó la postulación de Yanukóvych.

Salto a la jefatura del Gobierno nacional
El 16 de noviembre de 2002, cumpliendo el pronóstico que la oposición venía abonando desde la constitución de la Rada en mayo, el presidente despidió a Kinaj y nombró a Yanukóvych primer ministro, el décimo desde la independencia nacional once años atrás.

El 21 de noviembre, el hasta ahora gobernador de Donetsk fue investido por la Rada con una mayoría de 234 votos, ocho más de los requeridos, depositados por los diputados de las nueve facciones propresidenciales dispuestas a cooperar con el nuevo Gobierno (más un puñado de legisladores de la oposición que rompieron la disciplina de grupo)

Por Yanukóvych votaron tres facciones mayoritarias, representando a los intereses empresariales de otras tantas regiones, que eran la coalición TU-PPPU (Dnipropetrovsk, 42 escaños), el SDPU-o (Kyiv, 39 escaños) y Regiones de Ucrania (Donetsk, 37 escaños); y seis minoritarias, que no llegaban a funcionar como grupos de presión político-económico-regional pero que eran fieles al oficialismo, cuales eran Iniciativas Democráticas (22), Opción Europea (20), el NDPU (16), el APU (16), Poder Popular (16) y Opción Popular (15).

No hubo ningún voto en contra porque las cuatro fuerzas que se consideraban en la oposición, el BNU, el Bloque Electoral de Tymoshenko (BYuT), el KPU de Symonenko y el SPU de Moroz, boicotearon la sesión de investidura ausentándose de la Cámara.

El flamante primer ministro explicó su deseo de encabezar un Gobierno estable y cooperativo con el Parlamento, algo fundamental en un país donde "todo el mundo" estaba "enfermo de inestabilidad", y capaz de "reforzar las dinámicas positivas y el ritmo de la recuperación económica". Este progreso, continuaba Yanukóvych, debía "enviar al mundo la señal de que Ucrania está desarrollándose con rapidez y transformándose en un país democrático".

A últimos de mes completó Yanukóvych completó la alineación del Gabinete, donde fueron renovados los titulares de Exteriores (Anatoliy Zlenko), Defensa (Volodymyr Shkidchenko), Interior (Yuriy Smyrnov) y Justicia (Oleksandr Lavrynovych), y destacó la incorporación de Azárov como primer viceprimer ministro y ministro de Finanzas. El 7 de diciembre el primer ministro y los cabezas de las nueve facciones parlamentarias afines firmaron un acuerdo político de cooperación. El reparto de cotas de poder entre los jefes de la nueva alianza oficialista alcanzó al líder del grupo parlamentario TU-PPPU, Serhiy Tihipko, que fue nombrado por Kuchma gobernador del Banco Nacional.

El Gobierno de Yanukóvych presentó a la Rada unos presupuestos generales deficitarios que incidían en el gasto social, aunque a los comunistas no les pareció suficiente, y fue un agente motor de la orientación prorrusa que tomó la política exterior de Ucrania.

Esta tendencia fue adquiriendo nitidez a medida que crecían las críticas occidentales al régimen de Kuchma, altamente sospechoso de estar detrás del rosario de actos criminales que en los últimos años habían costado la vida a destacados banqueros, políticos e informadores (alcanzó repercusiones explosivas la desaparición y asesinato en septiembre de 2000 del periodista Heorhiy Gongadze), y en cualquier caso responsable de un deterioro de la calidad democrática del sistema político por los acentos autoritarios, oligárquicos y restrictivos de la libertad de expresión.

La aproximación al presidente ruso, Vladímir Putin, con quien Yanukóvych podía tratar sin los recelos que caracterizaban a Kuchma, se guió también por la convicción de que el respaldo de Moscú era imprescindible para que el oficialismo pudiera ganar las elecciones presidenciales de 2004, fuera quien fuera su candidato, a una oposición reorganizada y crecida.

En sus viajes al exterior, Yanukóvych fue constatando los límites de la "diplomacia multivectorial" acuñada por Kuchma, que había fundado unas expectativas exageradamente optimistas sobre los ingresos del país en la Unión Europea (UE) y en la OTAN en algún momento de la década siguiente. Las abiertas simpatías del primer ministro por la integración comercial con Rusia en el seno de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) empujaron a Kuchma en septiembre de 2003 a firmar en Yalta un Tratado de Espacio Económico Único junto con sus homólogos de Rusia, Bielarús y Kazajstán.

Otro acuerdo bilateral con Rusia para formar un consorcio de transporte del gas a Europa occidental fue visto como una concesión de Kuchma a Putin a cambio de su apoyo político, pero también como un gran éxito de las corporaciones industriales de la Ucrania oriental.

El 19 de abril de 2003 los delegados del V Congreso del PR eligieron por unanimidad a Yanukóvych para presidir el partido en lugar de Semynozhenko. La conversión de su liderazgo partidario de hecho en un liderazgo de derecho, haciéndose flanquear en la cúpula por sus lugartenientes Azárov y Rybak, alimentó la suposición general de que el primer ministro albergaba ambiciones presidenciales, aunque entonces no se descartaba que Kuchma encontrase la fórmula que en 2004 le permitiría sortear la prohibición constitucional de servir un tercer mandato consecutivo.

En efecto, Kuchma diseñó una estrategia reeleccionista consistente en el cambio de la modalidad de elección del presidente, que pasaría a ser competencia de la Rada, y en el recorte de sus amplios poderes ejecutivos, en beneficio del Consejo de Ministros y el Legislativo.

Puesto que la reforma constitucional se aplicaría en 2006, se abría la puerta para el retraso hasta ese año de las elecciones presidenciales que tocaban en 2004, haciéndolas coincidir con las legislativas. Cundió la sospecha de que Kuchma, pese a sus repetidos mentís, se disponía a prolongar su presidencia dos años más de alguna manera, bien automáticamente, para cubrir la "interinidad" hasta 2006, bien presentándose a la reelección si las votaciones, que serían las últimas directas, se celebraban finalmente en 2004.

En diciembre de 2003 el Tribunal Constitucional abonó las suspicacias de la oposición con un pronunciamiento que habilitaba a Kuchma para presentarse de nuevo si lo deseaba porque, a su entender, la cuenta de los mandatos presidenciales de cinco años empezaba en 1999, ya que la elección de 1994 había tenido lugar sin estar promulgada la Carta Magna.

Sin embargo, en febrero de 2004, la Rada eliminó del paquete legislativo de la reforma política el punto concerniente a la modalidad de la elección presidencial. Finalmente, habría elecciones presidenciales este año, el 31 de octubre, y serían directas al igual que las siguientes, que tendrían lugar en 2009 y no en 2006. Esta derrota obligó al oficialismo a definir como candidato presidencial a Yanukóvych, quien no se molestó en suspender su ejercicio gubernamental para excusar imputaciones de jugar con ventaja desde su posición de poder.

La postulación del primer ministro tomó vuelo en junio luego de disipar Kuchma las últimas dudas sobre su decisión de no presentarse y de que el Tribunal de Apelaciones Regional de Donetsk confirmara, muy oportunamente, que las viejas sentencias a penas carcelarias habían sido anuladas en 1978 por tratarse de "errores judiciales".

Casi al mismo tiempo, se produjo el anuncio de la adjudicación del contrato de privatización de Kryvorizhstal, la mayor acería del país, a la Unión de Inversiones Metalúrgicas, un consorcio participado por Rynat Ajmétov, a estas alturas considerado el hombre más rico del país, y por Víktor Pinchuk, yerno de Kuchma, por el precio de 4.260 millones de hryvnyas, al cambio, 800 millones de dólares.

La subasta desató una ruidosa polémica porque ya el precio de salida de la puja, 3.800 millones de hryvnyas, se antojaba bastante inferior al valor real de la empresa, y porque la oferta lanzada por Ajmétov y Pinchuk era inferior en varios cientos de millones de dólares a las realizadas por compañías interesadas de Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido.

Rumbo a la gran contienda presidencial de 2004
El 4 de julio de 2004 Yanukóvych fue proclamado candidato presidencial del PR y se lanzó a librar una campaña electoral que iba a estar caracterizada por una dureza dialéctica y una polarización social sin precedentes. Su gran contrincante era el muy popular Yúshchenko, candidato unitario de todo el arco opositor del centro-derecha liberal, coaligado como Fuerza del Pueblo.

Lo que el 31 de octubre iba a dirimirse en las urnas era algo más que un duelo entre candidatos y personas: se trataba de la confrontación de dos proyectos de país, los encarnados por Yanukóvych y por Yúshchenko, que en muchos aspectos parecían antagónicos.

Por otro lado, los intentos de contraponer el atractivo físico y el aire cosmopolita del ex primer ministro a la atribuida tosquedad gestual e intelectual del corpulento (196 cm de altura y 100 kg de peso) actual titular de puesto, que fue acusado incluso de no hablar ni escribir correctamente el ucraniano (pese a que llevaba dos años tomando clases para perfeccionar su conocimiento del idioma), no resultaron efectivos en los populosos oblasts orientales, donde quienes causaban irritación eran los dirigentes liberales de la Ucrania occidental.

Confiado en los multitudinarios mítines de apoyo en su terruño de Donetsk y en unos sondeos propios que contradecían la desventaja frente a Yúshchenko que le otorgaban la mayoría de las encuestas elaboradas por medios de comunicación e institutos de demoscopia, Yanukóvych presentó un programa donde hacía hincapié en la mejora de los bajos estándares de vida de los ucranianos acompañado de promesas concretas, como sendas subidas de los salarios y las pensiones más bajos, aprovechando los fondos generados por las privatizaciones, y un abaratamiento del pan, en plena crisis de la producción nacional de trigo.

Asimismo, el pretendiente oficialista vislumbró una batería de reformas constitucionales, judiciales, administrativas y militares dirigidas a "desarrollar la democracia y los gobiernos locales, proteger los derechos y libertades civiles, y mejorar la seguridad nacional del Estado". En cuanto a la añeja reclamación lingüística de los oblasts rusófonos, manifestó su deseo de que el ruso fuera "el idioma de los negocios en Ucrania y el segundo idioma del Estado".

En política exterior, tendía a priorizar la cooperación económica en la esfera de la CEI, de la que Ucrania era signataria original en 1991 aunque no miembro oficial al no haber ratificado su Carta fundacional de 1993, sobre la inserción en las estructuras euro-atlánticas. Sus afirmaciones de que Ucrania "no estaba preparada" (lo que objetivamente, desde un punto de vista técnico, era cierto) para entrar en la OTAN y necesitaba "un cambio de táctica" en sus relaciones con la UE empujaron a Yúshchenko a advertir contra el "renacer neosoviético" en Ucrania, a la vez que agradaron en Rusia, donde Putin y los jerarcas del Kremlin comenzaron a enviar ostentosas señales de respaldo al primer ministro.

La plataforma de apoyos partidistas a Yanukóvych empezó a articularse ya en febrero de 2004 como una "coalición de fuerzas democráticas" que incluía a los socialdemócratas de Medvedchuk, los agrarios de Lytvyn, los populardemócratas de Pustovoytenko y los laboristas de Tihipko, quien fue nombrado jefe de la campaña presidencial. La lista de adherentes a la candidatura creció hasta los 25 partidos, todos los cuales suscribieron el 24 de julio un manifiesto para la puesta en marcha del bloque electoral Juntos por el Futuro y el sometimiento a unos principios de "transparencia, tolerancia y consenso".

Yanukóvych, a pesar de las abrumadoras muestras de la movilización en su favor de la maquinaria del Estado, los medios de difusión públicos y los medios privados de los grupos empresariales afines al partido del poder, prometió unas elecciones "libres y limpias". Sin embargo, desestimó la propuesta de Yúshchenko de que todos los candidatos firmaran una declaración de compromiso con la limpieza electoral por parecerle un "convencionalismo": "Si un hombre es honesto, lo es en el alma", arguyó.

La tensión preelectoral se disparó a finales de septiembre con la agresión sufrida por Yanukóvych en un acto de campaña en una universidad en la ciudad de Ivano-Frankivsk, en el extremo occidental del país, donde unos manifestantes hostiles le arrojaron huevos y objetos más contundentes, uno de los cuales le impactó en la cabeza y le mandó a la sala de urgencias de un hospital, donde le curaron una herida superficial.

Sin embargo, mucha más gravedad revistió el envenenamiento deliberado con dioxinas del que fue objeto Yúshchenko, que le desfiguró el rostro y puso en peligro su vida. Los colaboradores del candidato de la Fuerza del Pueblo denunciaron una conspiración criminal y señalaron al oficialismo como el ejecutor o el inductor del atentado, pero Yanukóvych rechazó de plano las insinuaciones de que él o cualquier miembro del Gobierno o de su movimiento político tuvieran algo que ver en el síndrome que afectaba a su adversario.

El caso fue que el aparente intento de asesinato o incapacitación de Yúshchenko sólo consiguió aumentar sus posibilidades de victoria, que las encuestas vaticinaban como provisional en la primera vuelta y definitiva en la segunda.

Por el triunfo del aspirante opositor apostaron con mayor o menor discreción los países de la UE y Estados Unidos, pero el respaldo de Rusia a Yanukóvych fue expreso y manifiesto, hasta el punto de que escasos días antes de las elecciones Putin se desplazó a Kyiv para darle su espaldarazo personal. Entre el 26 y el 28 de octubre el mandatario ruso estrechó las manos a Kuchma y Yanukóvych, les elogió en la televisión y compartió tribuna con ellos en el desfile militar conmemorativo del sexagésimo aniversario de la liberación de Ucrania de los nazis por el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial.


3. Damnificado de la Revolución Naranja de 2004

En estas tensas circunstancias se llegó a la votación presidencial del 31 de octubre de 2004, cuyo desarrollo fue vigilado por 4.000 monitores internacionales. Con una participación del 76% y al cabo de un parsimonioso escrutinio que se prolongó hasta el 10 de noviembre, la Comisión Electoral Central (CEC) situó a Yúshchenko en cabeza con el 39,9% de los votos; pisándole los talones aparecía el candidato del PR, con el 39,3%.

Eliminados para la segunda vuelta quedaron los izquierdistas Moroz (5,8%), Symonenko (5%) y Vitrenko (1,5%). Otros 18 candidatos, entre los que estaba el ex primer ministro Kinaj, que se había descolgado de la plataforma pro Yanukóvych, no superaron el 1% de los votos cada uno. Los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) reportaron irregularidades y consideraron que la primera ronda había incumplido un "considerable número" de requisitos democráticos, fundamentalmente el disfrute por la propaganda de Yanukóvych de un flagrante privilegio con cargo a los recursos del Estado.

La segunda vuelta del 21 de noviembre registró un índice de participación muy elevado, el 79%. Los primeros resultados facilitados por la CEC dando a Yanukóvych la victoria por una diferencia de casi seis puntos soliviantaron a los votantes de Yúshchenko, que se echaron a las calles de Kyiv y otras ciudades luciendo prendas y agitando banderas naranjas, el color escogido por Fuerza del Pueblo para simbolizar su alternativa política.

El candidato provisionalmente perdedor denunció que el avance de porcentajes del escrutinio oficial no era creíble y que en Ucrania estaba en curso un "golpe de Estado iniciado en el cuartel general de Yanukóvych en Donetsk", por lo que solicitó la anulación de los comicios en cierto número de circunscripciones problemáticas así como una sesión de urgencia de la Rada.

Yanukóvych, con la satisfacción de tener ya las felicitaciones de Putin, reaccionó calmoso y conciliador. Con tono de presidente in péctore, agradeció a sus electores que hubieran "votado por la paz, la estabilidad y la democracia", y a quienes habían votado por su adversario les prometió que "su visión de Ucrania" sería tomada en cuenta por el nuevo liderazgo: "No quiero que piensen que son perdedores", manifestó.

Independientemente de si el fraude había sido mayor o menor, y de si éste iba a ser determinante en la adjudicación de la Presidencia, las elecciones pusieron una vez de manifiesto más la división del voto geográfico: las populosas regiones situadas al este del Dniéper o cruzadas por el río en su tramo meridional —Járkiv, Luhansk, Donetsk, Dnipropetrovsk, Zaporizhzhya, Jerson y Crimea—, así como las dos costeras al oeste de dicha cuenca —Mykolayiv y Odessa—, votaron Yanukóvych en un porcentaje no inferior al 50%.

Exactamente lo mismo cabía decir de los 16 restantes oblasts del país que se decantaron mayoritariamente por Yúshchenko. Los extremos de este cisma, preocupante para cualquiera que fuera el sucesor de Kuchma, estaban en los centros urbanos de Donetsk al este y Ternopil al oeste, donde más del 90% de los votantes se decantaron por el primer ministro en el primer caso y por su predecesor en el puesto en el segundo. En Kyiv, el 75% votó por Yúshchenko.

Desde el 22 de noviembre, decenas de miles de partidarios de Yúshchenko se instalaron permanentemente en el centro histórico de Kyiv siguiendo su consigna de organizar un "movimiento de resistencia".

El 23 de noviembre, galvanizado por la denuncia de la OSCE sobre la comisión de "serias irregularidades" en la segunda vuelta, que incluían episodios de violencia e intimidación contra observadores, miembros de los colegios y votantes, por las amenazas de Estados Unidos y la UE a Kuchma con consecuencias en las relaciones bilaterales si el Gobierno no investigaba las acusaciones de abuso y fraude, y por las declaraciones de lealtad de las asambleas municipales de Kyiv y otras importantes ciudades occidentales, Yúshchenko escenificó la jura del cargo presidencial en un acto tan inválido a efectos jurídicos como peligroso, ya que suponía un desafío abierto a las autoridades.

Yúshchenko insistió en ofrecer una salida pacífica de la crisis consistente en la anulación de los resultados y la repetición en el plazo de unos meses de la segunda vuelta con las debidas garantías de "limpieza y transparencia". La respuesta del poder fue, el 24 de noviembre, anunciar los datos definitivos del escrutinio, que confirmaban el triunfo de Yanukóvych, aunque por un margen recortado de votos: había obtenido el 49,46% de los sufragios frente al 46,61% de su adversario. Ese mismo día, en la apertura de un Consejo de Ministros, un imperturbable Yanukóvych aseguró que "nada extraordinario" estaba sucediendo en el país.

Yúshchenko rechazó de plano el informe de la CEC, se reafirmó en sus denuncias de fraude, convocó una "huelga política general" para paralizar el país como medio de presión y anunció la creación de un Comité de Salvación Nacional (KNP) "para defender la democracia". El 25 de noviembre el bloque opositor se apuntó una victoria táctica al ordenar el Tribunal Supremo la suspensión de la publicación de los resultados oficiales, hasta que él se pronunciara sobre las irregularidades notificadas. La que vino a llamarse la Revolución Naranja estaba en marcha en Ucrania, y para contrarrestarla Yanukóvych movilizó a sus huestes en el este.

Aunque la confrontación política era máxima y había peligro de enfrentamiento civil, la efusión de violencia pudo ser evitada gracias al ejemplar sentido cívico de los manifestantes de uno y otro signo, a la urgente intervención diplomática internacional y, como resultado de la misma, a la renovada disposición de los dirigentes enfrentados al diálogo.

El 26 de noviembre, una misión mediadora de dirigentes europeos encabezada por el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE, Javier Solana, dio lugar a una mesa redonda en la que Yanukóvych, Yúshchenko y Kuchma acordaron establecer un grupo de trabajo mixto para solucionar el conflicto por medios pacíficos, aunque la transacción se reveló una meta en extremo ardua. En los días posteriores al primer cara a cara de los tres líderes involucrados en la crisis poselectoral y en paralelo a las conversaciones del grupo de trabajo la tensión revivió con fuerza por una serie de actuaciones unilaterales.

El 27 de noviembre, la Rada, con la ausencia de los diputados oficialistas y comunistas, declaró inválida la segunda ronda electoral. El 28 de noviembre, el primer ministro asistió en Severodonetsk, Luhansk, a un congreso que reunió a 4.000 alcaldes y concejales de 15 oblasts del país y en el que fue aclamado como el presidente legalmente elegido. El protagonista de la asamblea, sin embargo, se distanció de la propuesta de celebrar el 12 de diciembre un referéndum sobre la creación de una "autonomía del sudeste".

La misma actitud esquiva mostró Yanukóvych en una reunión del Consejo Regional de Donetsk, celebrada el mismo 28 de noviembre, donde se llamó a refrendar en las urnas el 5 de diciembre una propuesta de reforma constitucional para que Ucrania se convirtiera en un Estado federal y Donetsk adoptara el estatus de república. Más aún, Yanukóvych exhortó a sus enardecidos partidarios a que se abstuvieran de tomar "medidas radicales", ya que "si se derrama la primera gota de sangre, entonces ya no podremos pararlo".

El dirigente era consciente de que un presidente electo que no era reconocido por la mitad del país ni en el extranjero salvo en Rusia y Bielarús difícilmente podía aspirar a la legitimidad institucional si se mezclaba en una campaña plebiscitaria, por poca credibilidad que ésta tuviera, que ponía en cuestión la unidad del Estado, un principio consagrado en la Constitución.

La reacción fulminante del KNP a los acontecimientos en el Donbass fue conceder a Kuchma un plazo de 24 horas para que destituyera a Yanukóvych como primer ministro y a los gobernadores regionales (los de Donetsk, Luhansk y Járkiv) comprometidos con la "ruptura de Ucrania", y para que ordenara al fiscal general la apertura inmediata de una investigación contra los "secesionistas". El 29 de noviembre, el Tribunal Supremo admitió a trámite el recurso de impugnación electoral presentado por Yúshchenko, decisión judicial que inclinó tímidamente a su favor la balanza del conflicto.

Desde el 1 de diciembre, lentamente, empezó a desactivarse la crisis. Mientras la Rada sacaba adelante, al segundo intento, una moción de censura contra Yanukóvych con 229 votos favorables, el grupo de trabajo Gobierno-oposición, con el auspicio de los mediadores internacionales, acordó convocar unas nuevas elecciones presidenciales cuyas características, candidaturas y fechas serían determinadas en consonancia con el inminente fallo del Tribunal Supremo.

A cambio, Yúshchenko aceptaba el desbloqueo de los edificios administrativos por sus partidarios y el sometimiento a la Rada de un paquete legislativo que incluía la tan traída y llevada reforma constitucional para redistribuir los poderes del Ejecutivo; en adelante, la institución suprema sería el Consejo de Ministros, responsable ante el presidente y el Parlamento, del cual emanaría y a cuyo control se sometería. Yúshchenko también transigió con la generalización del sistema proporcional sobre listas partidarias en las elecciones parlamentarias, que era uno de los puntos principales de programa de Yanukóvych.

De manera simultánea, el anuncio por Yanukóvych de que no se oponía a repetir las elecciones en aquellas circunscripciones donde se comprobara la existencia de fraude y de que estaba dispuesto, si su victoria electoral era confirmada por el Supremo, a proponer a su archirival para el cargo de primer ministro revestido de atribuciones reforzadas, y, más importante, la sugerencia por Kuchma de que podrían repetirse las elecciones íntegramente como la única salida "para preservar la paz" del país, fueron indicios de que el oficialismo se avenía a contemporizar.

El 3 de diciembre el Tribunal Supremo, para disgusto de Yanukóvych, confirmó que la ronda del 21 de noviembre había estado trufada de casos de fraude en perjuicio de Yúshchenko y que la CEC se había precipitado en el anuncio de resultados oficiales sin antes examinar las denuncias recibidas, por lo que declaró nula la votación y decidió su repetición el 26 de diciembre.

El fallo del Supremo supuso una doble victoria para un eufórico Yúshchenko, ya que el alto tribunal optaba por su fórmula de la "tercera ronda" en vez de regresar al punto de partida y hacer que volvieran a enfrentarse las múltiples candidaturas que tomaron parte en la votación del 31 de octubre, cual era la pretensión de Kuchma y Putin, quienes fijaron su posición común en Moscú en una visita relámpago realizada por el primero el 2 de diciembre. El primer ministro no tuvo más remedio que transigir.

Yanukóvych volvió a reunirse con Yúshchenko en mesa redonda, pero muy debilitado por los últimos acontecimientos. El 7 de diciembre, a su solicitud, Kuchma le liberó temporalmente de las funciones de primer ministro para que pudiera volcarse en la nueva campaña electoral. Yanukóvych la libró a la defensiva y envuelto en una atmósfera un tanto derrotista, quejándose del "paulatino golpe de Estado anticonstitucional" que se estaba "cometiendo" en el país y marcando las distancias de Kuchma, quien con sus últimos posicionamientos parecía haberle dejado en la estacada, y al que se refirió implícitamente como el cabeza de un "viejo poder" que era necesario desplazar por un "nuevo poder".

El 26 de diciembre Yanukóvych fue derrotado por Yúshchenko, pero por un margen bastante más corto del augurado: el 51,99% de los votos frente al 44,19%. Esos menos de ocho puntos de diferencia animaron a Yanukóvych a no reconocer su derrota. El 28 de diciembre reasumió sus funciones gubernamentales, desempeñadas en el ínterin por el viceprimer ministro Azárov, e impugnó los resultados ante el Tribunal Supremo porque se habían producido "violaciones de la Constitución y de los Derechos Humanos".

No opinaban lo mismo la CEC, que habló de "irregularidades sin importancia", y la OSCE, que se felicitó porque esta votación se hubiera "acercado mucho más a los estándares" de la organización. El Supremo no tardó en rechazar los recursos presentados por Yanukóvych, quien el 31 de diciembre, a regañadientes, resignó como primer ministro en asunción de la moción de censura perdida a primeros de mes.

Yanukóvych arrojaba la toalla, pero convencido de ser el "ganador legítimo" de las elecciones presidenciales de 2004 y prometiendo una "oposición dura" a Yúshchenko, con el que no cooperaría "bajo ninguna circunstancia", así como una resonante victoria de su partido en las legislativas de 2006. El 5 de enero de 2005 la dimisión de Yanukóvych fue aceptada por Kuchma y Azárov, por segunda vez, se hizo cargo de la jefatura del Gobierno en funciones. El 10 de enero Yúshchenko fue proclamado por la CEC vencedor oficial de los comicios presidenciales, el 23 de enero inauguró su mandato quinquenal y un día más tarde nombró primera ministra a su aliada Tymoshenko.


4. Victoria en las legislativas de 2006, pacto de cohabitación con Yúshchenko y regreso a la jefatura del Gobierno

A Yanukóvych le costó realmente muy poco tiempo recobrarse del humillante resultado que para él había tenido la Revolución Naranja. Ni siquiera tuvo que aguardar un año, que era el período de gracia incluido en el voto de confianza otorgado por la Rada al Gobierno, y en el cual la oposición no podía presentar una moción de censura, para ser testigo del prematuro desfondamiento de Tymoshenko, blanco generalizado de críticas por su campaña de revisión de las privatizaciones, el súbito empeoramiento de la actividad económica, la subida de los precios y, hecho determinante en su caída, el surgimiento de denuncias de corrupción en el corazón del Ejecutivo seguidas de dimisiones.

El 8 de septiembre de 2005, con el fin de aplacar a los grupos industriales que se sentían perjudicados por las reformas expeditivas de la primera ministra, pero también para protegerse él mismo de la sombra que ésta, más popular que él, empezaba a hacerle, Yúshchenko destituyó a Tymoshenko y nombró en su lugar al gobernador de Dnipropetrovsk y miembro de su partido Yuriy Yejanurov. La coalición naranja había saltado por los aires tan sólo ocho meses después de alcanzar el poder.

Entonces, Yúshchenko se volvió a su archirrival en las pasadas elecciones, con quien pactó un memorándum de entendimiento que entre otros aspectos frenaba en seco la campaña de reprivatizaciones. La avenencia incluyó el voto afirmativo del PR en la confirmación parlamentaria de Yejanurov. Yanukóvych recobró la iniciativa y se montó en la cresta de la ola. En enero de 2006, en un golpe de efecto que puso de manifiesto el pragmatismo tornadizo de la política ucraniana, el líder regionalista no dudó en ponerse del lado de Tymoshenko en su iniciativa de censurar en la Rada a Yejanurov, acusado de dañar los intereses nacionales por su reciente acuerdo con Rusia para poner fin a la última guerra del gas entre los dos países.

Acto seguido, el antiguo industrial preparó con todo esmero las elecciones legislativas del 26 de marzo, que debían clarificar la confusa situación política y de las que, en virtud de la reforma constitucional promulgada en enero, iba a salir un primer ministro ligado a una mayoría parlamentaria y con los poderes reforzados, en detrimento del rango competencial del presidente de la República.

Imitando las tácticas de la extinta Fuerza del Pueblo en las presidenciales de 2004, Yanukóvych inundó los actos de campaña de su partido con el color del movimiento, el azul, contrató a cantantes de rock y recurrió al asesoramiento de expertos estadounidenses en mercadotecnia electoral. Parte de los gastos corrieron a cargo de su amigo creso, el magnate Ajmétov. Las peleas fratricidas en la coalición naranja y el esfuerzo proselitista propio otorgaron la victoria al partido de Yanukóvych, devenida primera fuerza del país con el 32,1% de los votos y 186 escaños. Segundo fue el BYuT y tercero el BNU, que cargó con el castigo del antiguo electorado naranja por la ruptura con Tymoshenko y el compadreo con Yanukóvych.

Con todo, la nueva primacía del PR se trataba de una mayoría simple que no garantizaba a Yanukóvych el retorno a la jefatura del Gobierno. En efecto, los partidos de la antigua alianza contra Kuchma, aparcando los resentimientos, negociaron la formación de una nueva coalición naranja que les permitiría gobernar con mayoría absoluta. Yúshchenko, Tymoshenko y el socialista Moroz acordaron que la jefatura del Gobierno recayera en la segunda y que Petro Poroshenko, un lugarteniente del primero, asumiera la presidencia de la Rada. .

Un retorno al Gobierno con sabor a revancha
Todo parecía a punto para el arranque de un Gobierno naranja bis, pero el 6 de julio el acuerdo tripartito voló en pedazos al pactar Yanukóvych y el comunista Symonenko con el jefe socialista su investidura como cabeza del Legislativo.

La traición de Moroz frustró la constitución del Ejecutivo de coalición del BYuT, el BNU (cuyo principal integrante era el partido de Yúshchenko, la Unión Popular Nuestra Ucrania, NSNU) y el SPU, no dejando más opción al presidente, una vez descartada la convocatoria de nuevas elecciones, que nombrar, el 3 de agosto y con bastantes dudas, primer ministro a Yanukóvych, quien a fin de cuentas era el cabeza del partido más votado, en aras de un Gobierno estable y de mayoría. Una cohabitación impensable hasta prácticamente la víspera iniciaba su andadura en Ucrania.

La nueva coalición oficialista formada por el PR, el BNU, el KPU y el SPU, presentada por sus artífices como un "consenso universal" (sólo se quedaba fuera un bloque parlamentario, el de Tymoshenko), descansaba en un entendimiento básico entre Yanukóvych y Yúshchenko. El aspecto fundamental del mismo comprometía al líder regionalista y a su partido con las metas políticas del acceso del país a la OTAN y la UE, con el carácter unitario, y no federal, del Estado, y con la exclusividad del ucraniano como lengua oficial.

Se decidió también someter a referéndum el ingreso en la OTAN, si este era ofrecido por los aliados. La consulta tendría un valor consultivo y se celebraría al final del proceso de entrada en la organización, lo que equivalía a diferirla a un nebuloso futuro. El 4 de agosto de 2006 el nombramiento de Yanukóvych fue aprobado por la Rada con 271 votos a favor y 9 en contra, una mayoría que menoscabó la cincuentena de diputados yushchenkistas que se negó a acatar la consigna de su jefe.

Al día siguiente se constituyó el Gabinete cuatripartito, que sólo ofrecía una novedad destacada con respecto al equipo anterior, el regreso de Azárov a los puestos de primer viceprimer ministro y ministro de Finanzas. El PR copó los otros tres puestos de viceprimer ministro con cartera (para Andriy Klyuyev, Dmytro Tabachnyk y Volodymyr Rybak) y además se quedó con seis ministerios. De acuerdo con el nuevo marco constitucional, Yúshchenko se reservó la designación de los titulares de Asuntos Exteriores y de Defensa, que fueron los mismos del Gabinete Yejanurov, los prooccidentales Borys Tarasyuk y Anatoliy Hrytsenko, respectivamente.

Como le había pasado a Tymoshenko, Yanukóvych no se entendió con Yúshchenko prácticamente desde el primer día en que hubieron de compartir el poder ejecutivo. El 14 de septiembre, en su visita al cuartel general de la OTAN en Bruselas, el primer ministro afirmó que, en el momento presente, "no hay alternativa a la estrategia que Ucrania ha elegido en sus relaciones con la OTAN", la cual pasaba por la cooperación y el diálogo intensificados.

Pero puntualizó que el país, debido a la pendiente realización de una serie de reformas para elevar los estándares sociales y económicos, iba a tener que "tomarse una pausa" antes de adoptar el Plan de Acción para el Ingreso (MAP), antesala imprescindible de la membresía de pleno derecho y previo también al anunciado referéndum.

La apuesta de Yanukóvych por ralentizar el proceso de inserción en el sistema euro-atlántico de seguridad colectiva hizo sonar las alarmas en las filas de Yúshchenko, que acusaron al regionalista de violar el compromiso de no interferir en la agenda proatlantista del presidente. A mediados de octubre de 2006, el BNU se declaró en oposición al Gobierno, campo en el que se reencontró con el BYuT.

Las relaciones entre los dos cabezas del Ejecutivo se agriaron más a comienzos de diciembre, cuando la Rada, con los votos de regionalistas, socialistas y comunistas, aprobó destituir a los ministros de Exteriores, Tarasyuk, y del Interior, Yuriy Lutsenko, quien meses atrás había ordenado una investigación policial sobre la presunta falsificación de la exoneración judicial del primer ministro en 1978; las pesquisas confirmaron aquella adulteración documental, pero Lutsenko estableció que la elegibilidad parlamentaria de Yanukóvych no se veía afectada porque la privación de derechos civiles inherente a una sanción penal había expirado de todas maneras.

Yúshchenko impugnó con éxito el cese de Tarasyuk, que era un nombramiento de su competencia, y decretó su continuidad en el puesto contra la voluntad de los legisladores. Pero Yanukóvych vetó la presencia de Tarasyuk en las reuniones del Gabinete, colocándole en una situación de impotencia que el diplomático zanjó a últimos de enero de 2007 por la vía dimisionaria. En cuanto a Lutsenko, sin filiación partidista desde su baja del SPU aunque situado también en la órbita presidencial, no pudo ser defendido por Yúshchenko desde el principio y fue desplazado por un recambio del agrado de la Rada, el socialista Vasyl Tsushko.

En los meses siguientes, el tira y afloja entre Yanukóvych y Yúshchenko adquirió las categorías de choque institucional y crisis constitucional al acusar el segundo al primero de incrementar sus filas parlamentarias con tránsfugas seducidos a golpe de talonario. El presidente denunció estos cambios de chaqueta como ilegales e inconstitucionales, y amenazó con disolver la Rada y convocar elecciones anticipadas.

En el fondo, Yúshchenko temía que Yanukóvych terminara logrando la mayoría suficiente para modificar la Constitución a su criterio y reducirle a él a una figura decorativa. En marzo de 2007, causó escándalo en la Presidencia el nombramiento como ministro de Economía de Anatoliy Kinaj, que desde la Revolución Naranja había sido uno de los yushchenkistas más notorios.

El primer ministro se defendió con la explicación de que si el PR estaba reclutando adhesiones en el BNU y el BYuT era a causa de la buena gestión del Gobierno. Asimismo, tachó de infundio la imputación de que había gratificaciones económicas de por medio. Las calles de Kyiv, aunque a mucha menor escala que entonces, rememoraron las escenas de 2004 al salir a confrontar sus fuerzas los partidarios de Yúshchenko y Yanukóvych.

El 2 de abril de 2007 Yúshchenko materializó su amenaza y ordenó la disolución de la Rada y la celebración de elecciones el 27 de mayo. Yanukóvych y Moroz se rebelaron contra el decreto y presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional, si bien los dos máximos protagonistas y adversarios de la trifulca accedieron a reunirse para intentar solucionar el grave conflicto de manera pacífica.

El 27 de mayo, tras casi dos meses de peligrosos forcejeos institucionales (con desplazamientos de unidades armadas inclusive, por orden del presidente), de rumores de golpes de mano y de tensión en las calles, las accidentadas conversaciones directas entre Yanukóvych, Yúshchenko y Moroz desembocaron por fin en un arreglo cuyos puntos principales eran la celebración de elecciones parlamentarias el 30 de septiembre, cambios en la CEC para asegurar la limpieza y transparencia de los comicios, y un compromiso mutuo para no invadir competencias institucionales, impedir las injerencias en los órganos judiciales y de orden público, y ahuyentar el peligro de la confrontación social y de un "desarrollo violento". Hasta las elecciones, la Rada funcionaría con normalidad.

En la campaña, el primer ministro retomó las ideas de someter a referéndum el ingreso en la OTAN y la declaración del ruso como segunda lengua oficial, y propuso celebrar una consulta también sobre la elección de los gobernadores regionales por sufragio universal.


5. Segundo paso a la oposición y triunfo en las presidenciales de 2010

El 30 de septiembre de 2007, en las segundas elecciones legislativa en año y medio, el PR volvió a ser la fuerza más votada con el 34,4% de los votos y 175 escaños, pero el BYuT escaló posiciones y se colocó en un cercano segundo lugar con el 30,7% y 156, mientras que los yushchenkistas, agrupados en el Bloque Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular (BNU-NS, al que daban vida el NSNU y otros nueve partidos), repitieron unos resultados harto discretos, con el 14,1% de los sufragios y 72 puestos.

El SPU fue duramente castigado por su cambio de barco el año anterior y perdió toda su representación. Los bloques de Tymoshenko y Yúshchenko sumaban una mayoría absoluta de 228 escaños, suficiente para gobernar en coalición. Tras firmar las dos fuerzas los acuerdos de gobierno y de legislatura, Tymoshenko recobró el cargo de primera ministra el 18 de diciembre.

Yanukóvych regresó a la oposición al cabo de una segunda ejecutoria gubernamental truncada por su nula sintonía con Yúshchenko. El balance