Arseniy Yatsenyuk

Arseniy Yatsenyuk, líder parlamentario del partido Patria (Batkivshchyna), es desde el 27 de febrero de 2014 el primer ministro de Ucrania. Desde su investidura, el país, fracturado por sus costuras geográficas y lingüísticas, y empujado a una crisis de tintes prebélicos con Rusia, ve cómo se agravan sin remedio las turbulencias territoriales y geopolíticas que amenazan seriamente su integridad. Son el efecto indeseado, aunque no del todo inesperado, de la caída del presidente prorruso Viktor Yanukóvych, quien sucumbió a la presión de un movimiento popular democrático al precio de unas altas dosis de violencia y un centenar de muertos.

Sin haber cumplido aún los 40 años, este abogado y economista de firmes convicciones liberales y proeuropeas, así como próximo a Estados Unidos, tiene a sus espaldas una apretada hoja de servicios al Estado. Entre 2003 y 2008 fue sucesivamente vicegobernador del Banco Nacional, ministro de Economía, ministro de Exteriores y presidente de la Rada o Parlamento. Tras militar en el bando del ex presidente Viktor Yúshchenko, en 2009 puso en marcha su propia agrupación, el Frente por el Cambio, con la que fue candidato presidencial en 2010. En 2011 empezó un cauto proceso de acercamiento a Yuliya Tymoshenko, reclamando su puesta en libertad, enganchándose a su lista electoral en los comicios de 2012 y por último integrándose en su partido en 2013.


Junto con Vitaliy Klitschko, Yatsenyuk, que aúna en su perfil la pericia del tecnócrata y las dotes del político profesional, fue el más conspicuo de los dirigentes de la oposición partidista al régimen de Yanukóvych, denunciado por autoritario y corrupto, y por dar portazo a la asociación con la UE, que jugaron un papel relevante en la protesta de Euromaidán, donde dejó asomar algunos rasgos de impulsividad e intransigencia. En realidad, Yatsenyuk y sus compañeros actuaron a remolque del ardor revolucionario de los manifestantes de la derecha ultranacionalista, cuyo radicalismo y agresividad se vieron incapaces de controlar. Fueron las masas victoriosas las que, congregadas en la emblemática plaza, auparon a Yatsenyuk a la jefatura de un Gobierno que fue aprobado por la Rada con una amplia mayoría de votos pero que ha resultado ser poco representativo de la pluralidad nacional.

Al asumir el cargo, el gobernante prometió retomar el curso proeuropeo y, con tono sombrío, diagnosticó que Ucrania se hallaba "al borde del colapso político y económico". Para evitar la quiebra financiera del Estado, ha solicitado un rescate urgente del FMI y la UE; a cambio, se resigna a aplicar medidas de austeridad "extraordinariamente impopulares". El otro enorme reto, en verdad crítico, a que hace frente es la deriva separatista en la República Autónoma de Crimea, habitada por una mayoría de rusos étnicos, y la ocupación de facto de la estratégica península por el Ejército ruso, procesos que se iniciaron el mismo día de su toma del poder en Kyiv. Las autoridades de Simferópol y Moscú no reconocen al Gobierno de Yatsenyuk por considerarlo el fruto de un "golpe de Estado" –la misma acusación vierte el destituido Yanukóvych, quien desde su exilio agita el fantasma de una guerra civil- que violó el acuerdo de compromiso del 21 de febrero.

Aunque el primer ministro y su colega de formación Oleksandr Turchynov, presidente de la República en funciones, han adoptado un tono de firmeza ("no cederemos ni un palmo de tierra", "estamos preparados para responder", advierten) ante lo que a todas luces es una agresión militar por parte de una potencia extranjera, y pese también a las expresiones de apoyo y solidaridad obtenidas de Occidente, sus opciones para impedir la secesión-anexión de Crimea, que podría materializarse rápidamente, son mínimas. La abrumadora dependencia energética, comercial y financiera del país vecino, así como la patente inferioridad militar, dificultan decisivamente la defensa de la soberanía y la territorialidad de Ucrania, vulnerable por tanto a las tentaciones expansionistas de la Rusia de Putin, que dice actuar únicamente en defensa de las minorías nacionales rusófonas.

(Texto actualizado hasta marzo 2014)

1. Joven responsable económico y diplomático en las administraciones presidenciales de Kuchma y Yúshchenko
2. Líder del Frente por el Cambio y aproximación a Yuliya Tymoshenko
3. Dirigente político del Euromaidán e investidura como primer ministro de Ucrania


1. Joven responsable económico y diplomático en las administraciones presidenciales de Kuchma y Yúshchenko

Hijo de una culta familia de ucranianos judíos de Chernivtsi, ciudad occidental de la región histórica de Bukovina, próxima a las fronteras con Rumanía y Moldova, sus padres, Petro Ivanovych Yatsenyuk y Maria Grigoriievna Yatsenyuk, tienen una trayectoria de docentes en la Universidad local, el primero como catedrático de la Facultad de Historia y la segunda como profesora del Departamento de Francés del Colegio de Idiomas Europeos Modernos. Tras completar la educación secundaria en 1991, el año en que Ucrania inició su andadura como Estado independiente como resultado de la extinción de la URSS, el joven ingresó en la Facultad de Derecho de la casa de estudios donde daban clase sus padres. Esta tenía entonces el rango de Universidad Estatal y en 2000 adoptó su actual denominación oficial de Universidad Nacional de Chernivtsi Yuriy Fedkovych.

En la biografía del político se dice que ya en su primer año de carrera, 1992, Yatsenyuk, con 18 años, y un grupo de compañeros de aula pusieron en marcha una firma de servicios jurídicos, Yurek. Yatsenyuk se puso al frente de la sociedad, la cual, se supone, no adquiriría la condición de verdadero bufete hasta después de concluir él la licenciatura y de obtener el correspondiente título de abogado en 1996. A principios de 1998 Yatsenyuk se apartó de la profesión legal y se mudó a Kyiv para trabajar en una compañía financiera, el Aval Bank, donde empezó desarrollando labores auxiliares en el departamento de préstamos antes de convertirse en vicepresidente del Consejo directivo. Asimismo, retomó su formación en la Universidad Nacional de Comercio y Economía de Kyiv (KNTEU).

En septiembre de 2001 Yatsenyuk dejó el Aval Bank al salirle una oferta de nombramiento en la administración pública que iba a abrirle las puertas de la política. Todavía veinteañero y con el recién obtenido título de graduado por la KNTEU bajo el brazo, Yatsenyuk marchó a la capital de la República Autónoma de Crimea, Simferópol, para servir como ministro de Economía en el Gobierno regional que encabezaba Valeriy Horbatov. Las cualidades de Yatsenyuk, destacado como un economista brillante y un gestor eficiente, llamaron la atención de Serhiy Tihipko, anterior ministro de Economía de Ucrania, influyente diputado de la Verjovna Rada o Parlamento y miembro del bloque oficialista leal al presidente de la República desde 1994, Leonid Kuchma.

Aficionado a rodearse de jóvenes talentos, Tihipko fichó para su equipo de colaboradores al responsable de Economía del Gobierno crimeano después de ser nombrado gobernador del Banco Nacional de Ucrania (NBU) en diciembre de 2002. De esa manera, en 2003 Yatsenyuk estuvo de vuelta en Kyiv como titular de un puesto de postín, el de gobernador adjunto del banco del Estado. En julio de 2004 Tihipko abrió un paréntesis en sus altas funciones bancarias para organizar la campaña del candidato del oficialismo en las elecciones presidenciales de octubre, el primer ministro y líder del Partido de las Regiones (PR), Viktor Yanukóvych, quien aspiraba a suceder a Kuchma en 2005. Entonces, sin llegar a convertirse en gobernador nominal de la entidad, Yatsenyuk pasó a dirigir en la práctica el BNU.

Aunque sus simpatías políticas estaban con el máximo adversario de Yanukóvych, Viktor Yúshchenko, cabeza de la coalición opositora liberal Fuerza del Pueblo, ex primer ministro y ex gobernador del BNU, Yatsenyuk se mantuvo completamente al margen de la Revolución Naranja de 2004, concentrado como estaba en los problemas a que hacía frente el BNU. A últimos de noviembre, coincidiendo con el anuncio de su dimisión por Tihipko, el gobernador en funciones de la entidad lanzó la voz de alarma sobre los perniciosos efectos económicos de la profunda crisis política que atenazaba Ucrania, pues el forcejeo entablado entre Yanukóvych y Yúshchenko tras proclamarse a la par vencedores de la segunda vuelta electoral estaba propiciando una masiva fuga de capitales, con el consiguiente riesgo de colapso del sistema financiero.

En febrero de 2005, con Yúshchenko ya instalado en la Presidencia y el Gobierno en manos de los partidos de la coalición naranja y pilotado por la antigua magnate empresarial del gas Yuliya Tymoshenko, Yatsenyuk decidió no seguir en el BNU citando diferencias estratégicas con el nuevo gobernador, Volodymyr Stelmaj, el cual había sido designado por Kuchma antes de concluir su mandato como jefe del Estado. El dimisionario no estuvo inactivo por mucho tiempo. Al cabo de unas semanas el nuevo gobernador de Odessa, el socialista Vasyl Tsushko, repescó a Yatsenyuk para la administración regional como su segundo en el Ejecutivo del óblast meridional de Odessa, como Crimea perteneciente a la parte de Ucrania que en términos culturales y electorales compartía una serie de afinidades rusófonas y rusófilas.

Sin embargo, él era un ucraniano del oeste en todos los aspectos. No sólo porque su idioma vernáculo fuera el ucraniano (como la gran mayoría de los ucranianos étnicos de las regiones occidentales y septentrionales, en la práctica bilingües, comprendía y se expresaba perfectamente en ruso, y en su caso además dominaba el inglés y tenía nociones del rumano); también, porque mostraba unas tendencias proeuropeas y proestadounidenses que eran difícilmente compatibles con la asociación preferencial con Moscú que propugnaban los sectores prorrusos. Ahora bien, por el momento, su seña ideológica más perfilada era el liberalismo económico.

Lejos de adherirse al partido de Tihipko, Ucrania Laborista, Yatsenyuk desarrolló su primera militancia política en el conglomerado electoral al servicio del presidente Yúshchenko, el Bloque Nuestra Ucrania (BNU), cuyo núcleo era el partido Unión Popular Nuestra Ucrania (NSNU) y que posteriormente iba a denominarse Bloque Nuestra Ucrania-Autodefensa del Pueblo (BNU-NS). Durante un tiempo, el economista se encontró a gusto en el bloque yushchenkista, con sus credenciales liberales conservadoras, europeístas y moderadamente nacionalistas. El 27 de septiembre de 2005, cuando llevaba algo más de medio año ejerciendo en Odessa, Yatsenyuk se encontró con el nombramiento que le catapultó a la alta política nacional: el de ministro de Economía en el Gobierno de Yuriy Yejanúrov, nuevo primer ministro nombrado días atrás por Yúshchenko en reemplazo de Tymoshenko tras meses de fuertes desavenencias entre los dos cabezas de la coalición naranja, la cual quedó por tanto rota. En lo sucesivo, Yúshchenko prefirió entenderse en la Rada con los socialistas y con los regionalistas de Yanukóvych, su acérrimo adversario en 2004.

Con tan sólo 31 años, y compartiendo responsabilidades en el área económica con el titular de Finanzas, Viktor Pynzenyk, Yatsenyuk encaró el desafío de la abrupta deceleración del crecimiento, vinculada al gran disturbio político y social del año anterior, y concentró sus esfuerzos en el capítulo comercial, donde buscó desatascar las negociaciones para el ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y mejorar la posición de Ucrania en las balanzas de los intercambios con la Unión Europa, Estados Unidos y Rusia. La primera etapa de Yatsenyuk en el Ejecutivo nacional tocó a su fin el 4 de agosto de 2006, fecha en que se constituyó el nuevo equipo de Gobierno de Yanukóvych, cuyo partido había sacado una mayoría relativa en las elecciones legislativas del 26 de marzo anterior, las cuales desplazaron al BNU a la tercera posición en la Rada tras el PR y el Bloque de Yuliya Tymoshenko (BYuT).

Aunque los yushchenkistas siguieron sentándose en el Gabinete como socios de regionalistas, socialistas y comunistas, el Ministerio de Economía fue reclamado por el grupo de Yanukóvych, que adjudicó la cartera a Volodymyr Makuja. Sin embargo, Yúshchenko, en virtud de las prerrogativas que la Constitución reservaba al presidente, tenía derecho a nombrar una cuota de hombres de confianza en el Gobierno. Los oficiales más relevantes eran los titulares de los ministerios de Asuntos Exteriores y Defensa, a los que acompañaban una serie de cargos de menor envergadura. Ahí tuvo cabida Yatsenyuk, al que el 20 de septiembre de 2006 Yúshchenko designó subjefe de la Secretaría Presidencial y su representante en el Consejo de Ministros. Cinco días después, el presidente, en añadidura, le confirió por decreto funciones supervisoras del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), cuyo director entonces era Ihor Drizhchany.

La dimisión del ministro de Exteriores, el prooccidental Borys Tarasyuk, el 30 de enero de 2007 tras ser impugnado por la Rada convirtió a Yatsenyuk en una opción de recambio a los ojos de Yúshchenko. Sin embargo, el presidente se decantó primero por Volodymyr Ohryzko, un diplomático de carrera y responsable del Ministerio en funciones. Toda vez que Ohryzko, por dos veces consecutivas, no consiguió los votos necesarios para ser investido por la Rada, Yúshchenko nominó a su representante personal en el Gobierno. Ese mismo día, el 21 de marzo, Yatsenyuk volvió a ser ministro del Gabinete respaldado por 426 diputados, 200 más de los necesarios, es decir, con el aval casi unánime del hemiciclo.

La primera salida al exterior del ministro de Exteriores fue a Bruselas, para tratar con los miembros de la Comisión Europea el estado de las reformas domésticas que debían facilitar la integración de Ucrania en la UE. Yatsenyuk, cauteloso y realista, reconocía que se trataba de un proceso harto complicado porque el grado de preparación de Ucrania era todavía bastante bajo; su culminación estaba diferida a un ignoto futuro, y ni siquiera habían comenzado las negociaciones para la firma del nuevo Acuerdo de Asociación, llamado a sustituir al Acuerdo de Asociación y Cooperación de 1994.

Yatsenyuk reforzó su perfil político con motivo de las elecciones legislativas anticipadas del 30 de septiembre de 2007, a las que se presentó como el tercero de la lista nacional del BNU-NS, por detrás de Vyacheslav Kyrylenko y Yuriy Lutsenko, y en las que obtuvo su primer mandato de representación popular. El suyo fue uno de los 72 escaños que conservó en la Rada el declinante bloque yushchenkista, que vio aumentar su desventaja con el de Tymoshenko. Antes de los comicios, el presidente de la República y la ex primera ministra escenificaron la superación de las diferencias que en 2005 habían hecho saltar por los aires la coalición naranja; ahora, Yúshchenko y Tymoshenko pactaron un Gobierno de coalición mayoritario similar al de 2005, aunque limitado a sus respectivos bloques. En el reparto de puestos institucionales Yatsenyuk, definitivamente instalado en la élite política de Ucrania a los 33 años, fue retribuido con la presidencia de la Rada, de la que se despedía el socialista Oleksandr Moroz.

La investidura de Yatsenyuk tuvo lugar el 4 de diciembre de 2007 con los únicos pero suficientes votos, 227, de la coalición democrática liberal; los diputados del PR de Yanukóvych, el KPU de Petro Symonenko y el Bloque de Volodymyr Lytvyn, es decir, la oposición al completo, optaron por abstenerse.


2. Líder del Frente por el Cambio y aproximación a Yuliya Tymoshenko

Yatsenyuk, que se libró por poco de tener que bregar en las palestras diplomáticas con un rebrote virulento de la ya clásica disputa con Rusia por las tarifas de los suministros de gas, estuvo al frente del Legislativo ucraniano menos de un año. El 16 de septiembre de 2008 el responsable parlamentario fue el encargado de anunciar el colapso de la coalición gubernamental del BYuT y el BNU-NS en el contexto del enésimo choque político entre el jefe del Estado y la jefa del Gobierno, enfrentados esta vez a propósito de una drástica limitación de los poderes del primero, mudanza que acababa de ser aprobada por la Rada con los votos de la bancada leal a Tymoshenko.

Al día siguiente de hacerse oficial la retirada de los ministros yushchenkistas, Yatsenyuk, por coherencia política, ofreció su dimisión, la cual fue aceptada por la Cámara el 12 de noviembre con 233 votos favorables. Días después, Yúshchenko le apartó también del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa. El 16 de diciembre Yatsenyuk anunció que planeaba encabezar un movimiento político independiente, en principio no alineado ni con el Gobierno ni con la oposición, aprovechando la estructura de una organización preexistente, el Frente Democrático. Este había obtenido la inscripción en el registro de partidos políticos en junio de 2007 bajo la denominación inicial de Partido Laborista Popular y tenía como conductor a Viktor Vashkevych.

El 25 de diciembre de 2008 Yatsenyuk puso en marcha el movimiento social Frente por el Cambio (Front Zmin) y el 5 de abril de 2009 desveló que sería aspirante a la Presidencia en las elecciones de principios de 2010. Para entonces ya tendría cumplidos los 35 años, la edad mínima exigida por la Constitución a los candidatos presidenciales. El 23 de septiembre de 2009 el Frente Democrático pasó a denominarse Frente por el Cambio, como el movimiento, que conservó su estatus autónomo, y el 28 de noviembre siguiente Yatsenyuk remachó su ambiciosa operación política haciéndose elegir presidente de la formación, la cual quedó definida como un partido de centro-derecha liberal e intensamente proeuropeo. Se trataba del mismo ideario que daba alas a Open Ukraine, una fundación internacional establecida en julio de 2007 junto con el empresario polaco Zbigniew Drzymala y que tenía como lema Abrir Ucrania al mundo. La esposa de Yatsenyuk y madre de sus dos hijas, Tereziya Victorivna, como él procedente de una familia de intelectuales y profesores universitarios, fungía al frente del Consejo de Supervisión de la fundación.

Durante la campaña para las elecciones presidenciales del 17 de enero de 2010, en las que competía con lo más granado de la política ucraniana (Yúshchenko, Tymoshenko, Yanukóvych, Tihipko, Lytvyn, Moroz y Symonenko, por citar sólo a los candidatos más conocidos), Yatsenyuk intentó hacerse escuchar con un doble mensaje: la apuesta en firme por la integración en la UE, esforzado objetivo estratégico que obligaba a Ucrania a modernizarse en todos los aspecto; y el repudio a toda una filosofía de la gestión estatal basada en los trapicheos de salón, las corruptelas, la opacidad administrativa y la colusión generalizada de intereses políticos y empresariales. Al enfatizar este último punto, el ex ministro quería diferenciarse radicalmente del mundo de los oligarcas, los lobbies industriales y los clanes regionales de poder, del que eran perfectos representantes personalidades como Yanukóvych y Tymoshenko. En su opinión, la única manera de vencer estos lastres para el desarrollo y la modernización de Ucrania era acometer un completo cambio del sistema político, que transfiriera poder desde las élites al electorado; en otras palabras, el problema básico de Ucrania era, creía Yatsenyuk, de déficit democrático.

Por otro lado, el postulante del Frente por el Cambio fue objeto de una campaña sucia de descrédito por parte del candidato independiente Serhiy Ratushniak, quien sacó a colación sus orígenes judíos, acusándole de paso de financiarse con dinero procedente de actividades criminales y poniéndole de títere de "los ladrones que dominan Ucrania". El venenoso y gratuito ataque de Ratushniak, que por lo visto intentaba explotar los residuos del más anacrónico antisemitismo que pudieran quedar en las regiones occidentales del país, falló incluso con la premisa de partida, pues Yatsenyuk no profesaba la religión judía, sino una confesión cristiana, el greco-catolicismo ucraniano, iglesia oriental en comunión con Roma y que congrega a la tercera comunidad de fieles más numerosa del país, por detrás de las iglesias ortodoxas del Patriarcado de Kyiv y el Patriarcado de Moscú.

La liza electoral era tremendamente apretada y Yatsenyuk tuvo que conformarse con quedar cuarto con casi el 7% de los votos. Fue ampliamente superado por Tihipko, su antiguo promotor, Tymoshenko y Yanukóvych, quien conquistó la Presidencia en la segunda vuelta del 7 de febrero. El resultado sacado por Yatsenyuk no era del todo desdeñable, máxime porque aventajó al mandatario aspirante a la reelección, Yúshchenko, hundido en una humillante quinta posición. El 21 de febrero de 2010, cuatro días antes de asumir la Presidencia, Yanukóvych ofreció al Bloque de Lytvyn y el KPU, futuros integrantes del Gabinete de coalición tripartito, una terna de candidatos a relevar a Tymoshenko en la jefatura de Gobierno. Esta consistía en Tihipko, el nuevo jefe del PR y antiguo viceprimer ministro Mykola Azárov e, inesperadamente, Yatsenyuk.

Este último se apresuró a autodescartarse para primer ministro o para cualquier otro puesto en el Gobierno, en parte para dejar patente su rechazo a la adopción por la Rada de una enmienda legal que autorizaba a los diputados independientes a formar parte de coaliciones parlamentarias mayoritarias. Por el contrario, reclamó la convocatoria de comicios anticipados y anunció que su lugar estaba en la "oposición constructiva" al nuevo Ejecutivo. A partir de este momento, Yatsenyuk se fue acercando a la líder de la oposición, Tymoshenko, con la que hasta ahora apenas había mantenido trato.

Venciendo las reticencias que le producía su condición de antigua oligarca del sector energético y su historial de líos con la justicia por presuntas prácticas ilícitas, Yatsenyuk no podía sustraerse a las similitudes que mostraban los programas y los discursos del Frente por el Cambio y del partido de la carismática Princesa del gas, la Asociación Panucraniana Patria (Batkivshchyna). Así, ambas formaciones compartían fe en las reformas liberales de la economía, unas firmes convicciones proeuropeas y prooccidentales, y la crítica, cada vez más acerada, a las políticas del presidente Yanukóvych, que en el terreno exterior seguían una línea inequívocamente –aunque no exclusivamente- prorrusa. Yatsenyuk empezó a volcarse con Tymoshenko en agosto de 2011, cuando aceptó unir su formación al Comité de Resistencia a la Dictadura (KOD), una plataforma multipartita liderada por Batkivshchyna y movilizada a pie de calle en defensa de la ex primera ministra, encarcelada y juzgada desde junio por los delitos de abuso de poder y malversación de fondos, cometidos presuntamente cuando la firma con Rusia en 2009 del acuerdo que puso término a la guerra del gas.

Para Yatsenyuk y los restantes cabecillas del KOD, el juicio contra Tymoshenko, quien finalmente fue declarada culpable y condenada a siete años de prisión en octubre de 2011 (tras lo cual la dirigente cayó enferma, debiendo ser ingresada en un hospital, y denunció estar siendo objeto de maltrato por sus carceleros), no era más que una farsa judicial que seguía el dictado político de Yanukóvych, ansioso por desembarazarse de su archienemiga. El caso no sólo ponía en solfa el supuesto carácter democrático del "régimen" de Yanukóvych, que se dedicaba a la "persecución de oponentes políticos", sino que además causaba un daño irreparable a las cruciales relaciones con la UE, advertían.

Mientras Tymoshenko permanecía privada de libertad, sus subalternos y aliados comenzaron los preparativos de cara a las elecciones legislativas del 28 de octubre de 2012, a las que, de acuerdo con la nueva normativa, no podían presentarse ni el BYuT ni ningún otro bloque de partidos, sino sólo partidos individuales, aunque pudiendo formar listas con candidatos de múltiples agrupaciones. Yatsenyuk encontró oportuno engarzar al Frente por el Cambio en la lista nacional de Batkivshchyna, apellidada para la ocasión de la "Oposición Unida". Por el momento, su convergencia con Tymoshenko no llegó al extremo del paso adoptado, por ejemplo, por otro miembro destacado del KOD, la Autodefensa del Pueblo (Narodna Samooborona, NS) de Yuriy Lutsenko, el anterior colega de Yatsenyuk en la bancada del BNU-NS (y quien también se encontraba en prisión, esperando juicio por los cargos de abuso de poder y malversación de fondos), que en diciembre de 2011 decidió ser absorbido por Batkivshchyna antes de las elecciones.

En ausencia de la líder indiscutible, se aceptó que Yatsenyuk, que ofrecía bagaje institucional, buenos contactos internacionales y dotes para la política mitinera pese a su fama de tecnócrata, encabezara la lista nacional de Batkivshchyna. Los tymoshenkistas llegaron a ilusionarse con conquistar la primacía en la Rada y desde ahí declarar la guerra parlamentaria a Yanukóvych, pero sus expectativas quedaron crudamente frustradas. La principal fuerza de la oposición reunió el 25,5% de los votos por el sistema proporcional, cinco puntos menos que el BYuT en 2007, y sumados los escaños sacados por el sistema mayoritario no consiguió más que 101 asientos en la Rada, 55 menos que cinco años atrás. El PR de Yanukóvych y Azárov, muy fuerte en los oblasts orientales de cultura rusófona aunque también favorecido por el nuevo código electoral, volvió a ser la opción más votada y con ganancia de escaños. Los perdedores denunciaron la "falsificación" electoral y la OSCE, sin llegar a confirmar la acusación, advirtió un "retroceso" en los estándares de calidad democrática.

El 12 de diciembre de 2012 quedó registrada la facción parlamentaria de Batkivshchyna-Oposición Unida, con Yatsenyuk de líder. Meses después, el 15 de junio de 2013, el Frente por el Cambio, a la vez que el Partido del Orden y las Reformas (PRP) de Serhiy Sobolev, se disolvió en el seno de Batkivshchyna. Era el desenlace natural de una estrecha colaboración entre dos agrupaciones con unos planteamientos ideológicos y programáticos virtualmente idénticos, y donde las únicas diferencias significativas, de surgir, serían de índole personal. En lo sucesivo Yatsenyuk compartió la condición de vicelíder de Batkivshchyna con Oleksandr Turchynov, principal y muy leal lugarteniente de la ex jefa de Gobierno, con quien fuera viceprimer ministro en 2007-2010, y con reputación de buen organizador; el primero conducía el partido desde la Rada, mientras que el segundo quedaba como el responsable del aparato orgánico de la formación.


3. Dirigente político del Euromaidán e investidura como primer ministro de Ucrania

La capacidad de liderazgo y de comunicación de Yatsenyuk, un hombre que ofrecía una estampa física poco imponente –delgado, prematuramente calvo, de tez pálida y con una gafas de montura oscura que a primera vista le daban un engañoso aspecto de intelectual tímido- fue puesta a prueba desde noviembre de 2013, cuando los regulares actos de Batkivshchyna para exigir la libertad de Tymoshenko dieron paso a una movilización de mucha mayor envergadura contra Yanukóvych en plena encrucijada geopolítica para Ucrania.

La chispa que encendió la masiva protesta opositora, bautizada como Euromaidán en alusión a su centro neurálgico, la céntrica Plaza de la Independencia (Maidan Nezalezhnosti) de Kyiv, fue la espectacular contramarcha de Yanukóvych, poniendo la guinda a un proceso de lo más errático, en sus relaciones con la UE. El 29 de noviembre el presidente, sucumbiendo a las fortísimas presiones de Moscú y tal como había adelantado el Gobierno ocho días atrás coincidiendo con la negativa por la Rada a aprobar un paquete legislativo que habría permitido a Tymoshenko recibir tratamiento médico en el extranjero, rehusó firmar el Acuerdo de Asociación, que ya llevaba meses finalizado y que iba de la mano de una Área de Libre Comercio Amplia y Profunda (DCFTA), a menos que Bruselas concediera una gigantesca ayuda económica. El Ejecutivo justificó la suspensión de los preparativos para la firma de los acuerdos europeos por motivos de "seguridad nacional" y para preservar el "equilibrio" en la estrategia internacional de Ucrania, un país extremadamente dependiente de Rusia en términos comerciales, energéticos y financieros.

Desde el 24 de noviembre el jefe parlamentario y portavoz de Batkivshchyna integró con el ex campeón de boxeo Vitaliy Klitschkó, líder de la Alianza Democrática Ucraniana por la Reforma (UDAR, centro-derecha liberal y proeuropeo), y Oleh Tyahnybok, de la Unión Panucraniana Svoboda (derecha nacional-populista, que para algunos tenía asomos neofascistas), una especie de triunvirato opositor que, micrófono en mano, de pie sobre tarimas o a golpe de tweet desde las redes sociales, asumió, o más bien intentó asumir, la conducción política de las multitudinarias manifestaciones, que congregaron en el Maidán a decenas de miles de airados conciudadanos.

En sus arengas a los manifestantes, desplegando firmeza y un verbo muy contundente, Yatsenyuk transmitió un rosario de consignas y exigencias: el regreso inmediato de Ucrania al curso proeuropeo y prooccidental; el rechazo frontal a la posible participación del país en la Unión Aduanera que en el espacio postsovietico conformaban Rusia, Bielarús y Kazajstán; la liberación de Tymoshenko; la dimisión en pleno del Gobierno Azárov y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas; y la reposición de las enmiendas constitucionales promulgadas en 2006 –pero declaradas nulas en 2010-, que habían recortado los poderes del presidente a favor del Gobierno y el Parlamento, y que constituían el principal legado jurídico de la Revolución Naranja de 2004. Los jefes opositores denunciaban el portazo dado a la UE y los riesgos de quedar subordinados a Moscú con la consiguiente pérdida de soberanía nacional, pero también las cortapisas democráticas, los abusos de poder, la brutalidad policial y la corrupción galopante.

Toda vez que a partir de diciembre las masas, movilizadas con brío revolucionario y tintes insurreccionales, lanzaron el grito unánime de la caída del régimen, el rostro partidista del Euromaidán pasó a reclamar igualmente la renuncia incondicional de Yanukóvych con un lenguaje permeable a las expresiones radicales. En un segundo plano actuaron dirigentes como Turchynov, Lutsenko (en libertad desde abril de 2013, gracias a un perdón presidencial que no alcanzó a Tymoshenko) y Petro Poroshenko. El 3 de diciembre Batkivshchyna, la UDAR y Svoboda intentaron derribar en la Rada al Gobierno Azárov con una moción de censura, pero no consiguieron poner de su parte a los diputados descontentos del PR. El partido del oficialismo esquivó –por poco tiempo- las deserciones y el movimiento opositor fracasó.

Ya en las primeras fases de la protesta se hizo notar que los dirigentes de la oposición parlamentaria iban a remolque de la dinámica impuesta por los manifestantes, en particular los más intransigentes. Estos últimos, descritos como militantes de sectores de la derecha ultranacionalista y parafascista, con el rostro cubierto, blandiendo barras metálicas y empleando armas pirotécnicas caseras, no dudaron en lanzarse contra la policía antidisturbios para adueñarse del Maidán, capturar o asediar edificios institucionales, y atrincherarse en el corazón de la urbe, hasta conseguir el derrocamiento de "la banda mafiosa".

A finales de enero de 2014 del Euromaidán se adueñó la violencia desatada por las fuerzas de seguridad y respondida con similar virulencia por los manifestantes convertidos en milicianos y haciendo uso de tácticas paramilitares. Yatsenyuk tachó de "provocadores" a quienes querían ocupar edificios y aseguró que las protestas tenían un "carácter pacífico", pero no fue escuchado. El "plan de acción" de la oposición, explicó, pasaba por la "constitución de un Parlamento popular y la formación de un Gobierno popular"; luego, ese Gobierno "conduciría a Ucrania a la Unión Europea y detendría la dictadura de Yanukóvych". En mitad de unas refriegas callejeras que les desbordaban, Yatsenyuk, Klitschkó y Tyahnybok se afanaron en preservar su protagonismo en las reuniones políticas de alto nivel y en la interlocución internacional. Así, llegaron a sostener varios encuentros oficiales con el propio Yanukóvych, no obstante llamarlo dictador, para ver si era posible darle una salida negociada a la crisis.

El presidente, quien no se sentía precisamente fuerte, propuso a los opositores una amnistía para los manifestantes detenidos, la modificación de las leyes, con apenas unos días de vigencia (aprobadas el 16 de enero, eran el principal motivo de la radicalización de las protestas), que cercenaban el derecho de reunión y endurecían las penas por manifestaciones ilegales, la formación de un Gobierno de coalición y fórmulas de poder compartido. El 25 de enero, en su tercera reunión en tres días, Yanukóvych ofreció a Yatsenyuk nada menos que el cargo de primer ministro de un Gabinete que incluiría a Klitschkó como viceprimer ministro para "asuntos humanitarios". A la salida del encuentro, Yatsenyuk, Klitschkó y Tyahnybok se dirigieron a la multitud concentrada en el Maidán para anunciar que rechazaban el planteamiento de Yanukóvych, pues "es la gente la que elige a sus líderes, no usted", alegaron.

Tres días después, Azárov presentó la dimisión, el viceprimer ministro Serhiy Arbúzov se convirtió en primer ministro en funciones y la Rada derogó las polémicas leyes antiprotesta que restringían libertades fundamentales. El 29 de enero el Legislativo dio luz verde a una amnistía para los revoltosos, a condición de que antes desalojaran los edificios oficiales que mantenían ocupados y pusieran término a la protesta. Estas concesiones no lograron apaciguar a los manifestantes, que siguieron con sus movilizaciones. Al mismo tiempo, Yatsenyuk y sus colegas, continuando con la serie de visitas y reuniones iniciada en 2011 en el contexto del caso Tymoshenko, se entrevistaron con los miembros del Servicio Europeo de Acción Exterior y de la Delegación de la UE en Ucrania, así como con Catherine Ashton, la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y vicepresidenta de la Comisión Europea.

El 1 de febrero, acompañado por Klitschkó y Poroshenko, y en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Yatsenyuk obtuvo del secretario de Estado de Estados Unidos una explícita declaración de apoyo. "Estados Unidos y la UE están con el pueblo de Ucrania en esa lucha", aseguró John Kerry a su interlocutor. El 18 y el 19 de febrero la crisis ucraniana alcanzó máximas cotas de tensión por el intento de desalojo policial del Maidán, operación que fracasó en un caos de llamas, detonaciones y humaredas, y que se saldó con al menos 26 muertos, varios de ellos agentes del orden. El 20 de febrero la plaza fue el escenario de una tremenda batalla a tiro limpio en la que francotiradores emboscados dispararon a matar contra los opositores y algunos de entre estos respondieron con armas automáticas. La masacre provocada por los gubernamentales elevó el balance de tres días de violencia desatada a 75 fallecidos.

Ucrania amagaba con deslizarse por la pendiente de la guerra civil. Para impedirlo, el 21 de febrero, Yanukóvych, los partidos de la oposición y el denominado Consejo del Maidán, urgidos por los alarmados mediadores europeos, alcanzaron un acuerdo en torno a la celebración de elecciones presidenciales anticipadas, la formación de un Gobierno de unidad nacional y la reposición del texto constitucional de 2004. La Rada aprobó el documento y acto seguido restableció las enmiendas constitucionales relativas a las atribuciones del presidente. Una de las principales exigencias opositoras acababa de ser satisfecha. El Parlamento votó también una amnistía para los implicados en la última oleada de violencia y a favor del cese del ministro del Interior, Vitaliy Zajarchenko, quien se encontraba ilocalizable. Además, aprobó una ley que podía facilitar la puesta en libertad de Tymoshenko. Esta vez, los diputados del PR, Batkivshchyna y la UDAR remaron en la misma dirección.

La crisis parecía encaminarse a una solución de compromiso. Pero a las pocas horas llegó un desenlace tan repentino como inesperado. En la mañana del 22 de febrero, ante la desaparición de las fuerzas del orden que custodiaban el edificio, las "autodefensas" de los manifestantes, bien pertrechadas con cascos, escudos y porras, y desplegándose con disciplina militar, tomaron el edificio de la Administración Presidencial. Dentro no estaban Yanukóvych y sus oficiales, quienes se habían esfumado. Su ausencia podía interpretarse como un vacío de poder. Visto el panorama, la Rada celebró una sesión de urgencia en la que eligió a Turchynov presidente del Legislativo y primer ministro en funciones. A continuación, los diputados, incluidos los del PR, declararon que Yanukóvych se encontraba en "paradero desconocido" y que por tanto estaba incapacitado para desempeñar sus funciones constitucionales; en consecuencia, la titularidad presidencial quedaba vacante hasta la celebración de elecciones, las cuales fueron convocadas para el 25 de mayo.

La trepidante jornada terminó con la reaparición de Yanukóvych, el cual, presumiblemente desde la ciudad oriental de Járkiv, denunció haber sido objeto de un "golpe de Estado", y con la liberación de Tymoshenko, quien postrada en una silla de ruedas y escoltada entre otros por Yatsenyuk, fue llevada al Maidán, donde dirigió un emocional discurso a una muchedumbre enfervorizada. El 23 de febrero, la Rada, invocando el artículo 112 de la Constitución, confirió a Turchynov los poderes del presidente de Ucrania, cargo que ocuparía en funciones, hasta las elecciones de mayo. En otra votación, repudió la ley de julio de 2012 sobre los "fundamentos de la política estatal en materia lingüística", norma que había dotado al idioma ruso de un estatus de virtual cooficialidad con el ucraniano en 13 de las 27 regiones del país.

Esta última decisión legislativa, a todas luces un error muy grave que sólo podía azuzar las tensiones comunitarias y servir de pretexto para el separatismo prorruso, concitó rechazo generalizado en las regiones rusófonas del este y el sur, y suscitó reacciones de malestar y preocupación en la OSCE y el Consejo de Europa, desde donde se advirtió contra una desprotección de las minorías nacionales. Cinco días después, Turchynov vetó la impugnación de los diputados, aunque activó un grupo de trabajo con la misión de redactar una nueva legislación lingüística.

El 26 de febrero llegó el encumbramiento de Yatsenyuk. En lo que fue una espectacular exhibición del "poder popular" invocado en sus declaraciones públicas desde el comienzo de la protesta, el dirigente de Batkivshchyna fue designado por miles de manifestantes, configurados como macroasamblea en el Maidán, primer ministro de un Gobierno de coalición, el cual echó a andar en la jornada siguiente con el visto bueno de 371 de los 450 diputados de la Rada. Yatsenyuk era el candidato más plausible para el cargo dejado vacante por Azárov desde el momento en que Tymoshenko, nada más recobrar la libertad, dejó claro que no deseaba ser de nuevo primera ministra. Su intención era presentarse a las elecciones presidenciales de mayo, para las cuales, justamente, se descartó su colaborador de manera explícita.

El Gabinete Yatsenyuk, decepcionando las expectativas sobre que pudiera tratarse de un Ejecutivo de concentración donde estuvieran representadas las principales fuerzas democráticas ucranianas sin distingos ideológicos o geográficos, resultó ser bastante excluyente. Los puestos ministeriales quedaron repartidos entre Batkivshchyna, Svoboda, los activistas del Consejo del Maidán y una serie de tecnócratas independientes. Contaba con tres viceprimeros ministros: Volodymyr Hroysman, independiente aunque vinculado a Poroshenko; Oleksandr Sych, de Svoboda; y Vitaliy Yarema, diputado de Batkivshchyna aunque no afiliado al partido, quien secundaba a Yatsenyuk como primer viceprimer ministro.

Tanto la UDAR de Klitschkó, que declinó participar, como el PR, que había dado la espalda a Yanukóvych y que ahora renegaba de él, se quedaron fuera. Ahora bien, desde su primer día de funcionamiento, el Gobierno Yatsenyuk se aseguró el respaldo de una coalición legislativa mayoritaria que además de Batkivshchyna y Svoboda incorporaba a la UDAR y a dos facciones parlamentarias formadas justamente ahora a costa del grupo regionalista, Desarrollo Económico, liderada por Anatoliy Kinaj, quien fuera primer ministro con Kuchma, y Ucrania Europea Soberana, animada por el independiente Ihor Yeremeyev. En conjunto, 250 diputados se declararon leales al nuevo Ejecutivo. El menguado PR y el KPU no quisieron comprometerse con ningún apoyo. En cuanto al reconocimiento exterior, este empezó a llegar desde los países de la UE así como de Estados Unidos. El Ministerio de Exteriores ruso, en cambio, rechazó la constitución de un "Gobierno de ganadores que incluye a representantes del nacional-extremismo". Moscú exigió además la aplicación del acuerdo multipartito del 21 de febrero.

Ante los legisladores en el Parlamento, Yatsenyuk afirmó que Ucrania se enfrentaba a muy graves desafíos políticos, sociales y económicos, y que las tareas más acuciantes eran levantar la economía del país, colocada al borde de la quiebra, preservar la unidad territorial del Estado y retomar el curso hacia la integración europea, lo que pasaba ineludiblemente por la firma del Acuerdo de Asociación. "El futuro de Ucrania está en Europa y Ucrania se convertirá en miembro de la Unión Europea", recalcó posteriormente a los periodistas. Por otro lado, el nuevo primer ministro describió a los miembros de su Gabinete como "kamikazes políticos" y avisó que el Gobierno no tendría más remedio que adoptar "medidas extraordinariamente impopulares", pues Ucrania se hallaba "al borde del colapso político y económico".

Ya el 24 de febrero el Ministerio de Finanzas había cifrado en 35.000 millones de dólares las necesidades financieras de emergencia, sólo para evitar la bancarrota nacional. Ahora, Yatsenyuk afirmó que 37.000 millones correspondientes a créditos recibidos de los donantes internacionales habían literalmente "desaparecido" en los cuatro años de presidencia de Yanukóvych. "Ha habido un robo a las arcas del Estado, el tesoro está vacío", remachó el gobernante, que seguía considerando a Rusia, potencia acreedora, un "socio" financiero fundamental y que empezó solicitando al FMI un rescate de 15.000 millones de dólares para no tener que declarar el default de la deuda externa. A cambio, Yatsenyuk estaba listo para aplicar un riguroso programa de estabilización y ajuste estructural. Cuando hablaba de riesgo de "colapso", Yatsenyuk se refería también a las noticias que estaban llegando desde la República Autónoma de Crimea, habitada mayoritariamente por rusos étnicos y la región más acusadamente rusófona del país. Ciertamente, la secuencia de acontecimientos iniciada en Crimea resultaba alarmante en extremo para las nuevas autoridades centrales ucranianas.

El mismo 27 de febrero, coincidiendo con la constitución del Gobierno Yatsenyuk, grupos de milicianos civiles identificados como secesionistas prorrusos se hicieron con el control de las sedes del Ejecutivo y la Rada regionales en Simferópol. Los diputados crimeanos destituyeron al Gobierno del primer ministro Anatoliy Mohyliov, del PR, y nombraron otro encabezado por Sergey Aksyónov, líder del partido Unidad Rusa, a la vez que convocaron un referéndum donde se preguntaría a los locales si deseaban "mejorar el estatus de la autonomía y expandir sus poderes". En la jornada siguiente, fuertes contingentes de hombres armados y uniformados, seguramente soldados rusos de la Flota del Mar Negro con base en Sebastopol (gran facilidad portuaria que Ucrania tenía arrendada a Rusia) a pesar de no mostrar insignias que los identificaran, empezaron a ocupar los principales aeropuertos e instalaciones militares de la península.

Desde Kyiv, Turchynov advirtió a Rusia que todo movimiento militar fuera de las facilidades que sus tropas tenían en Crimea se consideraría una "agresión abierta" y que la presencia militar rusa en la península debía atenerse estrictamente a los acuerdos de cooperación adoptados por los dos Estados. Yatsenyuk añadió que su Gobierno defendería la unidad y la integridad territorial de país, pues "Crimea fue, es y será parte de Ucrania (…) El país utilizará todos los métodos legales y constitucionales para conservar la integridad territorial del Estado", manifestó.

(Cobertura informativa hasta 28/2/2014)