Zoran Zivkovic

Asistió a la escuela en su Nis natal y luego estudió en la Escuela de Economía de Belgrado, que formaba a diplomados en la especialidad al cabo de dos cursos anuales. Hacia 1988 estableció en Nis su propia compañía comercial y en 1992, año de la desintegración definitiva de la República Federativa Socialista de Yugoslavia fundada por el mariscal Tito en 1945 y la proclamación de la República Federal de Yugoslavia a partir de las repúblicas de Serbia y Montenegro, se unió al Partido Democrático (DS), fuerza reformista fundada en febrero de 1990 para oponerse al Partido Socialista de Serbia (SPS), el apenas reconvertido partido comunista que siguió detentando el poder en el país eslavo bajo la férula de Slobodan Milosevic.

En las elecciones del 19 y 26 de diciembre de 1993 a la Asamblea Popular de Serbia, Zivkovic fue uno de los 29 candidatos del partido que obtuvo escaño, para una legislatura que concluía en 1997 y que conoció un creciente enfrentamiento con el régimen chovinista y autoritario del SPS. Situado al frente del comité del partido en Nis, Zivkovic animó el movimiento de oposición en esta la segunda ciudad del país, entonces un bastión del SPS. En enero de 1994 fue catapultado a la cúpula del DS como uno de los vicepresidentes del partido, secundando a Zoran Djindjic, un sociólogo dotado de carácter y ambición que defenestró de la presidencia del partido a Dragoljub Micunovic, tachado de blando en la estrategia contra el Gobierno socialista.

En las elecciones municipales del 17 de noviembre de 1996 Zivkovic concurrió como candidato a la alcaldía de Nis por la alianza opositora Zajedno, que integraban el DS, el Movimiento de Renovación Serbio (SPO) de Vuk Draskovic y la Alianza Cívica de Serbia (GSS) de Vesna Pesic. Como Djindjic en Belgrado, Zivkovic venció inapelablemente en Nis, pero Milosevic rehusó reconocer los resultados; sólo al cabo de casi tres meses de multitudinarias protestas callejeras, que él se encargó de atizar desde su base territorial, y de presiones internacionales se consiguió que el autócrata transigiera, de manera que en febrero de 1997 pudo tomar posesión de despacho de edil junto con los demás compañeros electos.

Zivkovic alcanzó verdadera proyección nacional en 1999, cuando elevó la voz contra la represión masiva conducida por las fuerzas serbias contra la mayoría albanesa en la provincia de Kosovo al socaire de la lucha antiterrorista y antiguerrillera contra el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK). El político retuvo su caudal local de apoyos pese a ser Nis blanco de los bombardeos aéreos de la OTAN y, luego de la capitulación del régimen de Belgrado y la pérdida de Kosovo, organizó una red de resistencia cívica al régimen de Milosevic que involucró a diversas ciudades gobernadas por la oposición. Esta plataforma contestataria animada desde la institución municipal convirtió a Nis en un baluarte del boicot al régimen y resultó decisiva para el lanzamiento del programa de la Unión Europea (UE) Energía por Democracia, que canalizó suministros de combustible a los municipios participantes en el invierno de 1999 y 2000, mientras regía el embargo internacional de petróleo a Serbia.

Fuera de este ámbito territorial, Zivkovic fue también uno de los artífices de la Alianza por los Cambios (SZP) y luego de la más consistente Oposición Democrática de Serbia (DOS), gran coalición nacional de fuerzas de la oposición que pasó a exigir el final de la dictadura de hecho y elecciones anticipadas y democráticas para renovar las instituciones federales. La victoria de la DOS en los trascendentales comicios del 24 de septiembre y el escandaloso intento del régimen de anular los resultados dieron paso a una insurrección popular el 5 de octubre en Belgrado, que consiguió la caída de Milosevic y la asunción del presidente electo de la DOS, Vojislav Kostunica, líder del Partido Democrático de Serbia (DSS, una escisión nacionalista del DS). En las legislativas, Zivkovic salió elegido diputado del Consejo de los Ciudadanos, la Cámara baja de la Asamblea Federal.

Confirmado orgánicamente como el número dos del DS, Zivkovic había sido reelegido también en las elecciones municipales de Serbia que se celebraron simultáneamente a las elecciones a la Presidencia y la Asamblea federales, pero su alto perfil político y sus impecables credenciales democráticas y reformistas le convirtieron en un candidato idóneo para hacerse cargo del sensible puesto de ministro federal del Interior en el Gobierno de coalición que se constituyó el 4 de noviembre bajo la presidencia de Zoran Zizic, del Partido Popular Socialista de Montenegro (SNPCG).

En los meses siguientes Zivkovic manejó con soltura, en coordinación con el Ministerio federal de Defensa y el Ministerio del Interior de Serbia, la delicada situación de la actividad guerrillero-terrorista del Ejército de Liberación de Presevo, Medvedja y Bujanovac (UCPMB), una organización albanesa aparecida después de la disolución formal (20 de septiembre de 1999) del UCK que pretendía anexar al lindante Kosovo, puesto bajo protectorado internacional, esas zonas del sur de Serbia con mayoría de población albanesa. Fruto de esta labor fue la obtención en marzo de 2001 de la Fuerza de pacificación de la OTAN en Kosovo, la KFOR, permiso para el despliegue de fuerzas serbias en la franja de seguridad de 5 km que separaba Kosovo de Serbia, luego de que la OTAN forzara el desarme y la desmovilización de los maquis albaneses.

También secundó a Djindjic, convertido en primer ministro de Serbia el 25 de enero de 2001 a raíz de la rotunda victoria de la DOS en las elecciones legislativas serbias del 23 de diciembre, en la tesis de que era absolutamente necesario cooperar con el Tribunal Internacional de La Haya contra crímenes en la antigua Yugoslavia (TPIY), una postura que le hizo corresponsable de la difícil decisión de arrestar primero y de extraditar después (28 de junio) a Milosevic a La Haya en acatamiento de la requisitoria del TPIY. En este terreno, Zivkovic fue designado para formar parte del Consejo Nacional de Cooperación con el TPIY, creado el 26 de abril de 2002 e integrado por los seis ministros de los gobiernos federal yugoslavo y serbio directamente afectados por la exigencia de colaboración con el citado tribunal, lo que suponía el arresto y entrega de los encausados.

Por otra parte, Zivkovic asumió, junto con su homónimo en el Gobierno Serbio, Dusan Mihajlovic, la responsabilidad de combatir a las omnipresentes tramas del narcotráfico, el trato de blancas y el crimen organizado, potenciadas hasta extremos insospechados por el inquietante maridaje de las mafias delictivas tradicionales y un gran número de miembros de las organizaciones paraestatales, a cual más extremista, que habían servido al régimen de Milosevic en las operaciones de limpieza étnica y genocidio en las guerras de Croacia, Bosnia y Kosovo, y en el amedrentamiento de la oposición interna de Serbia. No obstante estas responsabilidades gubernamentales, que por de pronto rindieron muy escasos o nulos resultados por lo que atañía a la salvaguardia del imperio de la ley, Zivkovic mantenía algunas filiaciones empresariales, como sendos puestos en las juntas directivas de la Industria Tabacalera de Nis y de la firma Yugo Import.

Tras la liquidación de la República Federal de Yugoslavia y el establecimiento del nuevo Estado de tipo confederal, llamado simplemente Serbia y Montenegro, el 4 de febrero de 2003, Zivkovic fue seleccionado para encabezar el Ministerio de Defensa en el Gobierno reducido que iba a encabezar el presidente del Estado y sustituto de Kostunica, el montenegrino Svetozar Marovic, pero este rumbo tomó un inesperado y dramático vericueto con el asesinato de Djindjic el 12 de marzo en Belgrado a manos de francotiradores que las primeras pistas vincularon al poderoso grupo mafioso de Zemun.

En este estado de conmoción nacional, Zivkovic fue elevado en primer lugar a la presidencia en funciones del DS, compartiendo responsabilidades colectivas con los otros tres vicepresidentes del partido, Gordana Comic, Boris Tadic y Cedomir Jovanovic, y en segundo lugar a la presidencia del Gobierno serbio. Por de pronto, se estableció un turno de presidencias del Gobierno en funciones a un mes vista con rotaciones semanales de los cuatro viceprimeros ministros, empezando por Nebojsa Covic, de Alternativa Democrática (DA), y continuando con Zarko Korac, del Partido Social Demócrata (SDP). Con rapidez para no prolongar la acefalia institucional, el 16 de marzo el DS nominó a Zivkovic candidato a primer ministro, el 17 la presidenta de la Asamblea Nacional y presidenta de la República en funciones, Natasa Micic (GSS), le nombró formalmente para el cargo y el 18 el Legislativo serbio le aprobó con 128 votos a favor y 100 en contra. El gabinete que pasó a presidir, formado con 13 partidos y organizaciones de la DOS, tuvo un único cambio, el nombramiento de Cedomir Jovanovic como viceprimer ministro.

En sus primeras alocuciones, Zivkovic manifestó su intención de que el estado de emergencia decretado en Serbia inmediatamente después del asesinato de Djindjic, que otorgaba amplios poderes a las fuerzas de seguridad en la persecución y la captura de los delincuentes y que restringía los derechos constitucionales de los ciudadanos, no se prolongara más allá de lo estrictamente necesario con el objeto de arrestar a los asesinos y desarticular los poderosos clanes mafiosos, en especial el de Zemun, incriminado en un magnicidio que fue unánimemente calificado por las autoridades serbias y los partidos de la DOS de "declaración de guerra" a las instituciones democráticas del Estado.

Las investigaciones involucraron también a elementos de la Unidad de Operaciones Especiales (JSO), más conocida como los Boinas Rojas, un cuerpo policial de élite que desde la caída de Milosevic, al que había servido en sus acciones de intimidación, llegando al secuestro y el asesinato en varios casos, de personalidades de la vida pública cuyo silencio se quería a toda costa, había esquivado los intentos gubernamentales de sometimiento o disolución. Ahora, había quedado dramáticamente de manifiesto la peligrosidad que entrañaban para la joven democracia serbia el clan mafioso de Zemun y estructuras armadas que, como la JSO, tenían un pie en el aparato de la seguridad del Estado, en parte intacto, heredado del anterior régimen, y el otro en la delincuencia pura y dura.

Zivkovic prometió continuar la lucha anticriminal emprendida por Djindjic, saldada en el momento de su asunción gubernamental con 750 detenciones, así como la cooperación con el TPIY, el diálogo constructivo con los gobiernos occidentales y el curso de las reformas económicas de mercado y en un sistema judicial trufado de magistrados tendenciosos nombrados por el anterior régimen. Según Zivkovic, Djindjic intentó establecer una "Serbia democrática con una economía fuerte capaz de convertirse en el líder de los Balcanes y en miembro pleno de la UE", y, en parte como el mejor homenaje al malhadado dirigente, aseguró que dicho rumbo no iba a cambiar.

Zivkovic rechazó la oferta de establecer un gobierno de "rescate nacional" planteada por Kostunica, el cual había retirado a su partido del Ejecutivo serbio en agosto de 2001 por insuperables diferencias con Djindjic y el pasado 18 de marzo había votado en contra de su investidura en la Asamblea junto con el SPS y el ultraderechista Partido Radical Serbio (SRS) que acaudillaba el presunto criminal de guerra Vojislav Seselj. Zivkovic alegó que el DS y sus aliados en la DOS no podían "sentarse con fuerzas" que habían "estimulado la turba del linchamiento" del estadista asesinado y que eran "parcialmente responsables de lo sucedido".

Gobernante sin el tirón carismático de Djindjic, Zivkovic se estrenó en el cargo poniendo empeño en cumplir sus promesas de proseguir las reformas estructurales —estabilización del dínar, reordenación del sistema bancario, privatizaciones en el ineficiente sector público, desregulación normativa— y desmantelar las omnipresentes tramas corruptas y criminales que lastraban la credibilidad internacional de Serbia y eran un freno a las muy necesarias inversiones de capital privado, las cuales iban a contraerse en 55 millones de dólares sólo en el primer semestre del año. Además, los donantes internacionales públicos, con la UE y Estados Unidos a la cabeza, condicionaban la liberación de sus muy necesarias ayudas, más de 400 millones de dólares, a la plena colaboración de Belgrado con el TPIY.

La actitud positiva en la negociación de nuevas líneas de crédito con el FMI para recortar el déficit (1.000 millones de dólares en junio) en la balanza de cuentas corrientes y frenar la inflación (en torno al 20% anual), el anuncio de la ruptura de los vínculos militares con la entidad territorial serbobosnia, la Republika Srpska, para despejar de obstáculos el acceso al programa Asociación para la Paz (ApP) de la OTAN, la presentación de un plan de acción para poder firmar con la Comisión Europea el Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA, que Macedonia y Croacia ya habían suscrito) y la adopción de medidas, conjuntamente con el Gobierno montenegrino, para reforzar el control civil sobre las Fuerzas Armadas del Estado figuraron entre las iniciativas adoptadas por Zivkovic y su gabinete que buscaron el beneplácito de las capitales occidentales.

Optimista, Zivkovic estaba "convencido" de que el Estado formado por Serbia y Montenegro había de ingresar en la UE en 2007, a la vez que Rumanía y Bulgaria. Por de pronto, las ambiciones de inserción en las estructuras europeas debieron conformarse con la entrada en el Consejo de Europa el 3 de abril. Éxito nada desdeñable de las autoridades reformistas de Belgrado y Podgorica, la conversión de Serbia y Montenegro en el cuadragésimo quinto Estado miembro del Consejo de Europa constituyó el mejor aval internacional del sistema democrático imperante en ambas repúblicas.

El primer ministro también habló de lanzar una "ofensiva diplomática" junto con los líderes montenegrinos Milo Djukanovic y Filip Vujanovic para mejorar la imagen en el extranjero y ganarse el parabién de las potencias occidentales. Concretamente, propuso poner tropas serbo-montenegrinas a disposición de la ONU para sus operaciones de mantenimiento de la paz, e incluso apuntó la conveniencia de ofrecer unidades de élite del Ejército a Estados Unidos para desplegarlas en la ocupación de Irak. Dada la debilidad del Gobierno y la ausencia de consenso partidista sobre política exterior, ninguna iniciativa de participación militar en misiones allende las fronteras —extremo que tampoco pareció interesar a nadie fuera del país— prosperó.

Pero fue en los dos terrenos cruciales, el diálogo político con los albanokosovares y la cooperación con el TPIY, que sometían a prueba a la mentalidad más íntima —nacionalista en mayor o menor grado, reacia a los emplazamientos desde el extranjero y proclive al victimismo—, de una parte considerable de la población y del propio equipo gobernante, donde surgieron una serie de dificultades que complicaron el entendimiento pleno con los poderes occidentales. Las extradiciones a La Haya de acusados por crímenes de guerra no eran populares, al revés que la lucha sin cuartel contra la delincuencia organizada, sobre todo mientras duró el impacto emocional del asesinato de Djindjic, así que el primer ministro puso ahínco en este frente, con resultados espectaculares.

Hasta el 22 de abril, cuando fue levantado el estado de emergencia, la Policía practicó un número gigantesco de detenciones, más de 10.000 personas de las cuales 4,500 pasaron a situación de arresto prolongado y 3.200 hicieron frente a cargos criminales de diversa especie. Un buen número de jefes mafiosos y personajes del hampa con un pasado en la represión política del milosevismo dieron con sus huesos en prisión a la espera de juicio, inclusive la mayoría de los señalados por el Gobierno como los organizadores y los perpetradores del asesinato de Djindjic.

Ya al día siguiente del magnicidio fueron detenidos Jovica Stanisic, antiguo jefe de la Seguridad del Estado, y Franko Simatovic, primer comandante de la JSO en los años de Milosevic. El 24 de marzo, un día antes de emitirse el decreto de disolución de la JSO, la lista de capturas se apuntó al presunto autor material de los disparos contra Djindjic, Zvezdan Jovanovic, subcomandante de la extinta unidad policial. El 27 de marzo los dos cabecillas principales del clan de Zemun, identificados por el Gobierno como quienes ordenaron la desaparición del primer ministro, Dusan Spasojevic, alias El Albanés (Siptar), y Milan Lukovic, alias Kum, fueron abatidos en el tiroteo que entablaron con los agentes que se disponían a aprehenderles en un edificio cerca de Belgrado. El presunto cerebro logístico de la liquidación de Djindjic, Milorad Lukovic-Ulemek, alias Legión (Legija), último comandante de la JSO, fue el único cabecilla que consiguió evadir el cerco policial y esconderse.

El 1 de abril le tocó su turno al general retirado Nebojsa Pavkovic, jefe del Estado Mayor del Ejército hasta junio de 2002, que quedó bajo custodia policial antes de ser formalmente acusado por el Ministerio de Justicia de participar en el intento de asesinato de Vuk Draskovic en agosto de 2000. Pavkovic compartía cargo con el que fuera jefe de la Seguridad en el Ministerio del Interior, Rade Markovic, y con el propio Milosevic, entre otros ex altos oficiales del anterior régimen

La oleada de detenciones y los interrogatorios a que dieron lugar permitieron esclarecer algunos casos de criminalidad política que estremecieron a la opinión pública nacional en el período anterior a la insurrección popular de 2000. El asesinato más destacado era el de Ivan Stambolic, predecesor y mentor de Milosevic al frente de los socialistas serbios en 1986, arrancado del mundo de los vivos por desconocidos en agosto de 2000 y cuyo cuerpo fue desenterrado el 28 de marzo, casi tres años después, en un paraje en Fruska Gora, al norte de la capital. Confirmando la casi certeza albergada por familiares y amigos desde el día de su secuestro y desaparición, Stambolic había sido asaltado por secuaces del anterior régimen, concretamente por elementos de la JSO, cuando practicaba jogging en un parque de Belgrado y ejecutado, con dos disparos, inmediatamente después.

En relación con este otro magnicidio, la justicia emitió órdenes internacionales de captura contra la esposa de Milosevic, Mira Markovic, y el hijo de ambos, Marko, refugiados ambos según todos los indicios en Rusia. También fue detenida la cantante de música pop Svetlana Ceca Raznatovic, viuda del notorio político fascista, paramilitar y criminal de guerra Zeljko Raznatovic, Arkan, asesinado por pistoleros relacionados con algún grupo mafioso en enero de 2000. Los arrestos masivos no dejaron sin tocar al corrupto cuerpo de jueces y entre los afectados estuvo el titular de la Corte Municipal de Belgrado, Zivota Djoincevic, acusado de aceptar sobornos para liberar a prisioneros de su custodia y de reducir ilegalmente sentencias a reos del clan de Zemun. 35 magistrados fueron purgados del aparato judicial por ejercer al servicio de los intereses de las mafias. El 29 de abril, el Gobierno anunció que los incriminados por el asesinato de Djindjic eran 45, 10 de los cuales continuaban evadidos. El macrojuicio empezó sus sesiones el 22 de diciembre.

Pero Zivkovic y otros miembros del gabinete no se conformaron con las redadas policiales y rastrearon las supuestas ramificaciones políticas del magnicidio. Directa o indirectamente, acusaron al DSS, el SRS y el SPS de estar detrás de una "vasta conspiración" de fuerzas "patrióticas" y ultranacionalistas para eliminar a Djindjic, detestado cordialmente en esos ambientes, pero no aportaron pruebas para fundar tales imputaciones.

Kostunica se desvinculó de la atribuida vinculación a la mafia de dos antiguos asistentes presidenciales suyos, Rade Bulatovic y el general Aco Tomic, detenidos en abril, refutó las insinuaciones de complicidad personal y, antes bien, vino a decir que Djindjic se había cavado su propia tumba a raíz de ciertos contactos subterráneos producidos en 2001 entre el DS y los mismos entornos de la criminalidad mafiosa y paramilitar ahora golpeados, de los cuales el político fallecido habría intentado obtener un pacto de convivencia antes de declararles las hostilidades. En cuanto a Seselj, entregado voluntariamente al TPIY en febrero para responder de las acusaciones de atrocidades paramilitares en Croacia y Bosnia, insistió en que no había tenido nada que ver con la muerte de Djindjic.

A principios de abril, en plena campaña anticriminal, Zivkovic se declaró conforme con el arresto y la extradición de todos los sospechosos de crímenes de guerra encausados y reclamados por el TPIY que se encontraran dentro de las fronteras de Serbia. Sin embargo, estas seguridades de atención plena a los requerimientos de la fiscal jefe Carla del Ponte dieron paso a una actitud más reticente en el transcurso del año, a medida que las disputas internas minaban la credibilidad de la DOS, que se tornaba en una jaula de grillos por momentos. Y es que el DS percibía el creciente malestar popular por el declive económico (2002 cerró con una tasa de crecimiento del 3% del PIB y la previsión del Gobierno para 2003 del 4% no iba cumplirse ni al 50%), la desastrosa situación de la industria, el crecimiento del paro (el 30% a final de año), la inestabilidad alcista de los precios y, en definitiva, la impresión de que la mejora de las condiciones de vida no se veía por ningún lado: con 2.370 dólares, Serbia y Montenegro seguían constituyendo el segundo país europeo con el PIB por habitante más bajo, teniendo por detrás a Bosnia-Herzegovina y por delante a Albania y Macedonia.

Los gobiernos occidentales estaban muy interesados en la captura del antiguo general en jefe de las fuerzas serbobosnias, Ratko Mladic, responsabilizado de las peores atrocidades cometidas en la guerra civil que asoló al país vecino y al que ubicaban como clandestino en Serbia, seguramente protegido por una red de solidaridad montada por afectos a la causa ultranacionalista panserbia. El secretario general de la OTAN, George Robertson, estableció que la entrega de Mladic era una precondición para invitar al Estado serbo-montenegrino a la ApP. Zivkovic afirmó en repetidas ocasiones no tener constancia de que Mladic estuviese escondido en Serbia, máxime después de que las operaciones de búsqueda policiales no arrojaron resultado alguno.

El 1 de julio expiró el plazo impuesto por el Gobierno de Estados Unidos a todos los países que, no siendo aliados o socios estratégicos, no habían suscrito acuerdos bilaterales de exención para los nacionales norteamericanos susceptibles de ser perseguidos por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad cometidos en sus territorios. Zivkovic justificó la negativa del Estado serbo-montenegrino, que le exponía a sufrir sanciones militares de la superpotencia, con el argumento de que "habría sido difícil de explicar" a los ciudadanos serbios la razón de proteger a súbditos estadounidenses frente a la CPI mientras "capturamos, arrestamos y entregamos a nuestra propia gente" al TPIY; según el primer ministro, aceptar el acuerdo de inmunidad exigido por Washington establecería un "doble rasero" que daría a los acusados de Estados Unidos la protección jurídica que Serbia y Montenegro no podían ofrecer a sus ciudadanos.

El 20 de octubre el TPIY levantó actas de acusación contra cuatro generales en conexión con los excesos represivos en Kosovo en 1999. Se trataban de Pavkovic y Vladimir Lazarevic por el Ejército y de Streten Lukic y Vlastimir Djordjevic por la Policía, con el agravante de que Lukic era el actual viceministro del Interior, responsable del departamento de Seguridad Pública. El titular del Ministerio, Dusan Mihajlovic, del diminuto partido liberal y miembro de la DOS Nueva Democracia-Movimiento por Serbia (ND-PS), intervino para dejar claro que mientras él fuera ministro, ni Lukic ni Djordjevic serían enviados a La Haya, ya que "personalmente" se oponía "a la idea de que gente deba comparecer ante un tribunal sólo porque hayan tenido responsabilidades como comandantes o hayan estado en Kosovo".

Sin tanta vehemencia, Zivkovic respaldó a su ministro y las extradiciones quedaron descartadas. Lukic tampoco fue cesado en su puesto gubernamental. Resultaba palmario que el TPIY y sus requisitorias resultaban antipáticos incluso a los sectores más prooccidentales de la política serbia, los cuales temían las salpicaduras electorales negativas de una cooperación a rajatabla. Con la boca pequeña, voces del oficialismo expresaban su preferencia porque el propio Milosevic fuera sometido a proceso penal en Serbia, ahora que pesaban sobre él sendas acusaciones criminales por los casos de Stambolic y Draskovic.

Sobre la cuestión de Kosovo, Zivkovic vino a representar la resistencia de la clase política serbia sin distingos de ideología a aceptar la, a todas luces, irreversible pérdida de la soberanía sobre la provincia, que pertenece al Estado de Serbia y Montenegro exclusivamente de iure. Esto era así en ausencia de cualquier institución supeditada a las autoridades republicanas o federales de Belgrado (el llamado Consejo Ejecutivo Temporal, nombrado por Milosevic en septiembre de 1998 y presidido por el socialista Zoran Arandjelovic, funcionó hasta marzo de 2002) y al regir el Consejo Administrativo Interino (CAI), cuerpo ejecutivo de la administración internacional nombrado por la Misión de la ONU (UNMIK). Al CAI estaban sometidas las instituciones políticas de los albanokosovares emanadas de elecciones democráticas, con su presidente Ibrahim Rugova a la cabeza, y tenía potestad plena en atributos básicos de la soberanía como son la seguridad interior, el control de las fronteras, la política exterior y las políticas económica y monetaria.

Zivkovic retomó el discurso de Djindjic y manifestó que la independencia de Kosovo estaba descartada porque el proceso político exigía la formación de instituciones surgidas de un acuerdo entre los gobiernos de Prístina y Belgrado, a las cuáles el CAI transferiría en su momento las competencia del autogobierno. Hay que decir aquí que la independencia de la provincia, en principio, no la contemplada la comunidad internacional, que se atenía a los pronunciamientos del Consejo de Seguridad de la ONU. Ahora bien, la resolución de la ONU, con calculada ambigüedad, hablaba de una "autonomía sustancial" y de una "autodeterminación significativa" mientras durase el período interino previo a una imprecisa "etapa final". El primer ministro se quejó de que no hubiera progresos en el retorno de los miles de refugiados serbokosovares y de que los pocos que se habían quedado después de la guerra no recibieran las debidas garantías de seguridad de la KFOR, pero aceptó de buen talante emprender ya mismo el previsto diálogo político con los albaneses.

Prologado el 21 de junio por una reunión en Porto Carras, Grecia, en la que participaron el alto representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE, Javier Solana, y el jefe de la UNMIK y el CAI, Michael Steiner, precedido el 4 de septiembre por una resolución aprobada en la Asamblea Federal a iniciativa de la DOS y los socialistas montenegrinos en la que se reafirmaba la reclamación sobre la provincia, y rodeado de un reverdecimiento de las tensiones y las violencias sectarias en el territorio, el primer encuentro directo al máximo nivel desde 1999 tuvo lugar en Viena el 14 de octubre. En la capital austríaca, arropados por Solana, Robertson, el comisario europeo de Relaciones Exteriores, Chris Patten, el presidente de turno de la OSCE, Jaap de Hoop Scheffer, y el sucesor de Steiner, Harri Holkeri, Zivkovic y Rugova compartieron mesa, pero más allá del hito nada más de positivo pudo constatarse.

Cada parte se limitó a expresar sus posiciones, pro independencia los kosovares y pro reintegración al Estado los serbios, de manera que Zivkovic se negó a calificar de "diálogo" lo tratado en una palestra concebida para ese fin. Como botón de muestra de la rigidez del ambiente, los cabezas de delegación ni siquiera se estrecharon la mano, cosa que Rugova sí hizo con Milosevic ante las cámaras de la televisión en su sorpresiva reunión del 1 de abril de 1999 en Belgrado, en plena campaña de bombardeos de la OTAN y con las tropas serbias haciendo estragos en la provincia.

Tras el fiasco de Viena, los partidos de la oposición, con el DSS a la cabeza, redoblaron sus presiones a Zivkovic para que aceptara la disolución de la Asamblea y la convocatoria de elecciones anticipadas, recurriendo para tal fin a la iniciativa del voto de censura parlamentario. El primer ministro, temeroso del auge del voto nacionalista, intentó postergar aquel escenario celebrando antes unas nuevas elecciones presidenciales que cubrieran la vacancia institucional abierta en diciembre de 2002, cuando fracasó la tercera y última ronda electoral por la insuficiente participación y expiró el mandato del residente socialista saliente, Milan Milutinovic. Sin embargo, el agravamiento de las disonancias en la DOS, que había sufrido el abandono del influyente grupo de economistas independientes —constituido en partido en diciembre de 2002— G17 Plus, y más recientemente la rebeldía del SDP, con la consecuencia de la pérdida de la exigua mayoría parlamentaria que le quedaba al Gobierno, empujó a Zivkovic a transigir, tal que el 13 de noviembre Micic declaró el final de la legislatura y la celebración de comicios el 28 de diciembre.

El cuarto intento de elegir al presidente de Serbia fracasó, de nuevo, el 16 de noviembre al quedar el índice de participación 12 puntos por debajo del umbral requerido del 50% del censo, toda una bofetada para el Gobierno con el agravante de que su candidato, el veterano Dragoljub Micunovic, ahora jefe del minúsculo Centro Democrático (CD) y a la sazón presidente de la Asamblea de Serbia y Montenegro, fue batido con mayoría simple pero en toda regla por el postulante del SRS, Tomislav Nikolic, sustituto provisional de Seselj. El triunfo de los radicales en esta liza presagiaba un desenlace similar en las legislativas.

De todas maneras, la votación presidencial fue anulada y las funciones del presidente de la República las iba a tener que seguir desempeñando el presidente de la Asamblea con carácter indefinido. Dos días después de esta cita con las urnas, Zivkovic y los demás cabezas de facción se reunieron para anunciar la disolución de la DOS tras haber "completado su misión histórica" de vencer a Milosevic. La evocación de la efeméride con tintes nostálgicos no consiguió desviar la atención sobre el fracaso de las fuerzas más comprometidas con las reformas y la normalización exterior, las cuales, minadas por la atomización partidista y deslegitimadas en sus proclamas anticorrupción, fueron incapaces de insuflar nueva vida a una coalición herida de muerte desde que el DSS, partido bisagra con el electorado nacionalista, fuese expulsado en julio del año anterior.

En la campaña, el DS se vio obligado a desviar las duras críticas de la oposición por el marasmo económico y los escándalos de corrupción que habían salpicado al Ejecutivo (en agosto, hubieron de cesar por ese motivo el responsable del organismo regulador de la privatización bancaria y un asesor adjunto a la oficina del Primer Ministro) con la adopción de un poco de retórica nacionalista. Así, Zivkovic sugirió que la fiscal del Ponte estaba "ayudando" a Milosevic y Seselj, que fueron inscritos por sus partidos en las listas de candidatos a diputados cumpliendo con la legislación serbia (la cual permite concurrir a todo aquel no convicto y encarcelado), con sus presiones al Gobierno, y acusó a los países occidentales de ser "responsables" del resurgimiento del chovinismo serbio por poner tan alto el listón para la concesión del AEA de la UE y la ApP de la OTAN. Por lo demás, el DS presentó una lista conjunta únicamente con la GSS que lideraba Goran Svilanovic, ministro de Exteriores del Estado.

Tal como se esperaba, el 28 de diciembre el electorado propinó un gran castigo a todos los partidos de la extinta DOS, ninguno de los cuales salvo los de Zivkovic y Svilanovic obtuvo representación. Con una participación del 59,3%, la lista conjunta del DS y la GSS quedó en un muy mediocre tercer puesto con el 12,6% de los sufragios y 37 diputados, siendo ampliamente superada por el DSS (18% y 53) y el SRS (27,7% y 82), el cual logró algo inimaginable en cualquier otro país de Europa: que un partido ultraderechista puro y duro, y, además, cuyo jefe aguardaba a ser juzgado por crímenes de guerra, se alzara como la primera fuerza nacional. Los otros tres grupos que obtuvieron escaños fueron el G17 Plus (11,7% y 34), de hecho un aliado natural del DS pero cuyo líder, Miroljub Labus, fallido candidato presidencial de la DOS en 2002 y viceprimer ministro federal hasta marzo del año en curso, no se entendía con Zivkovic, la lista conjunta del SPO de Draskovic y el partido Nueva Serbia (NS) de Velimir-Velja Ilic (7,7% y 23), y el otrora todopoderoso SPS (7,7% y 21). Milosevic y Seselj ganaron las actas de diputados, si bien no iban a poder sentarse en la Asamblea.

Toda vez que un gobierno presidido por un radical resultaba inconcebible para todo el mundo fuera del partido ganador, el DSS se convirtió en la llave para la formación de un gabinete estable. Zivkovic y los suyos rechazaron la oferta de Kostunica de participar en un ejecutivo de concentración nacional formado por todas las fuerzas con representación parlamentaria porque no querían compartir ninguna responsabilidad de poder con los partidos que habían formado parte del régimen autocrático de Milosevic; tampoco se mostraron proclives a brindar respaldo parlamentario en firme, siendo todo lo más que ofrecían una "oposición constructiva".

Así las cosas, el 3 de marzo de 2004 Kostunica asumió al frente de un gobierno de coalición minoritario con el G17 Plus, el SPO y NS, y Zivkovic cesó en sus funciones. Unos días antes, el 22 de febrero, el primer ministro saliente intentó hacerse con la presidencia unipersonal del DS, restablecida tras casi un año de dirección colegiada, pero la ejecutiva del partido se decantó por Tadic, el cabeza de lista electoral en las legislativas y el ministro federal de Defensa hasta el 16 de abril, cuando Marovic recompuso su gabinete ministerial reemplazando al DS y la GSS por el SPO y el G17 Plus.

(Nota actualización: esta biografía fue publicada el 3/5/2004. El Estado de Serbia y Montenegro dejó de existir en 6/2006 con la proclamación de la independencia por la República de Montenegro el 3 de ese mes y de —de facto— por la República de Serbia dos días después. El ejercicio de Zoran Zivkovic como primer ministro de Serbia concluyó el 3/3/2004, al cabo de las elecciones legislativas anticipadas del 28/12/2003. Su sucesor en la jefatura del Gobierno fue Vojislav Kostunica).