Vojislav Kostunica

Hijo de un oficial del Ejército Real en la Yugoslavia de entreguerras, se formó en Derecho por la Universidad de Belgrado. En 1970 obtuvo la licenciatura y empezó a trabajar en la universidad como profesor asociado, pero en 1974, poco después de obtener el título de doctor, fue expulsado de las aulas en el curso de una purga política contra medios intelectuales desatada por el régimen comunista de Tito. Desde el comienzo de los años ochenta estuvo activo en organizaciones cívicas en favor de los Derechos Humanos en la República Socialista de Serbia, especialmente en el Comité para la Protección de la Libertad de Expresión. Profesionalmente se ganó la vida como asesor jurídico constitucionalista, editor de publicaciones especializadas en derecho y filosofía, y colaborador en el Instituto de Filosofía y Teoría Social de Belgrado.

En 1989 declinó la oferta de las autoridades académicas de recuperar su puesto de profesor en la universidad y el 11 de diciembre colaboró en la fundación del Partido Democrático (DS), más bien la restauración de la fuerza homónima que jugó un papel descollante en la Yugoslavia monárquica, desde 1919 hasta su prohibición por Tito en 1945. El nuevo DS se presentó como un partido centrista, moderadamente nacionalista y comprometido con la defensa de los derechos civiles y políticos, que centraba su estrategia en la renuncia por el Partido Socialista de Serbia (SPS) del presidente Slobodan Milosevic del monopolio del poder y en la convocatoria de elecciones libres. El SPS era el nuevo nombre de la gobernante Liga de los Comunistas Serbios (SKS), de la que Kostunica nunca había sido miembro.

El 3 de febrero de 1990 Kostunica y sus compañeros celebraron la convención constituyente del DS, y en las elecciones pluralistas del 9 de diciembre siguiente a la nueva Asamblea Popular serbia el suyo fue uno de los siete escaños que el partido consiguió. En julio de 1992, al mes largo de que el DS decidiera boicotear las elecciones a la Asamblea Federal de la nueva República de Yugoslavia integrada por las repúblicas de Serbia y Montenegro, Kostunica abandonó el partido por disentir con su presidente, Dragoljub Micunovic, y el día 26 puso en marcha su propia formación, el Partido Democrático de Serbia (DSS).

El DS, para atraer votantes de su rival en el bando opositor, el Movimiento de Renovación Serbio (SPO) de Vuk Draskovic, había matizado su discurso original alejándose de las propuestas pacifistas y justificando el derecho de los serbios de Croacia y Bosnia-Herzegovina a resistirse a las autoridades nacionalistas centrales, con lo que implícitamente aceptaba la política de Gran Serbia alentada, con repercusiones sangrientas, por el régimen de Milosevic. Sin embargo, no pareció ser esta la razón que indispuso a Kostunica con la cúpula del partido. Además de las diferencias de índole personal, Kostunica deseaba una apuesta clara por un programa de "nacionalismo no violento" y cerrado a toda colaboración con el poder hegemónico de Milosevic, sobre todo después de mostrar su rostro represivo en la jornada de protesta nacional en Belgrado el 9 de marzo de 1991.

El DSS se ubicó como un partido nacionalista pretendidamente moderado, conservador en lo político y liberal en lo económico. Personalmente, Kostunica confiaba, pese al foso que las guerras estaban levantando entre las antiguas naciones integrantes, en una restauración de Yugoslavia sobre la base de una nueva federación que asegurara la subordinación a Serbia de sus provincias autónomas de Kosovo y Vojvodina y de las áreas de mayoría serbia en Croacia y Bosnia, sobre las que, empero, no tenía jurisdicción legal alguna. Precisamente, para el antiguo disidente, la política de Milosevic, a pesar de su retórica patriotera, no servía a los intereses nacionales serbios, sino que era un mero instrumento de los suyos propios, por lo que correspondía al pueblo serbio la responsabilidad de definir un modelo de país.

Por un tiempo algunos observadores creyeron que el DSS pudo servir a Milosevic en sus maniobras para dividir y neutralizar a la oposición, pero bien porque el autócrata no vio utilidad en la pequeña formación, bien porque Kostunica descartó cualquier componenda con el poder, esa posibilidad nunca se concretó. Taciturno e inhábil para los baños de multitudes, en un país donde hacían fortuna las arengas populistas y las poses caudillistas, Kostunica libró una actuación discreta en el campo opositor, escenario de múltiples recomposiciones de alianzas y estrategias, y cuyas figuras más conspicuas eran Draskovic y Zoran Djindjic, líder del DS desde enero de 1994.

En un contexto de fiebre nacionalista y de manipulación ideológica, atizadas sin recato desde los medios de comunicación al servicio del poder, el acomodo en el mensaje chovinista y en la denuncia de la animosidad antiserbia en el exterior era la garantía de una cuota de votos que una vigorosa denuncia de los excesos interiores y exteriores del régimen podía poner en peligro, de manera que prácticamente todos los partidos políticos entraron en esa dinámica populista. El DSS no fue la excepción en este panorama de confusión y oportunismo en las filas opositoras, pero Kostunica fue ganando paulatinamente reconocimiento como uno de los pocos políticos de relieve no involucrados en escándalos de corrupción o en transacciones con el poder: aparte su atribuida honestidad personal, él tenía una desahogada situación económica que no precisaba recurrir al soborno político.

El DSS fue miembro original del Movimiento Democrático de Serbia (DEPOS), formado por el SPO antes de las elecciones del 31 de mayo de 1992 a la Asamblea Federal yugoslava. El partido, que 15 días antes había celebrado su primera asamblea regular, concurrió en la lista conjunta del DEPOS para las segundas legislativas serbias y las segundas federales celebradas simultáneamente el 20 de diciembre de 1992. En la última de esas elecciones la formación obtuvo 18 escaños. En las nuevas legislativas serbias anticipadas del 19 y 26 de diciembre de 1993 el DSS concurrió en solitario y dejó a las claras su escaso peso electoral: siete escaños y el 4% de los votos. Sobre el distanciamiento de Kostunica y Draskovic probablemente pesó la inesperada actitud pacifista del líder del SPO durante la guerra de Bosnia, rechazada por el primero.

Cuando en 1996 el SPO, el DS y otros dos pequeños partidos se aliaron bajo la sigla Zajedno (Unidos) para romper la hegemonía del SPS y sus aliados en las elecciones federales yugoslavas del 3 de noviembre, Kostunica decidió sumarse y el partido sacó cuatro escaños. En las municipales serbias celebradas el mismo mes, el DSS concurrió en solitario en algunos municipios y como parte de Zajedno en otros. En la batalla para la alcaldía de Belgrado Kostunica apoyó a Djindjic.

Conservando siempre una cuota de popularidad notable, Kostunica reforzó estos años su perfil nacionalista. Así, al contrario que Djindjic, fue un detractor de los acuerdos de Dayton que en noviembre de 1995 pusieron conclusión a la guerra en Bosnia. Denostó también a Milosevic por no asistir a los serbocroatas de la autoproclamada República Serbia de Krajina (RSK) cuando la mayoría del territorio fue conquistada en agosto de 1995 por el Ejército de Zagreb. Convencido de que Serbia tenía la obligación de defender militarmente a los serbocroatas, consideró que las reconquistas croatas de los territorios declarados soberanos por los primeros en la guerra de 1991 no eran sino parte de una "conspiración internacional antiserbia apoyada por las potencias occidentales, especialmente Alemania y Estados Unidos".

Por otro lado, el más bárbaro episodio de la contienda en Bosnia, la toma por los serbios locales del enclave musulmán de Srebrenica, seguido del asesinato de miles de moradores, en julio de 1995, fue disculpado por Kostunica como un "acto de autodefensa" ante los ataques aéreos de la OTAN. Los medios regionales sacaron a relucir que el líder del DSS mantenía buenas relaciones con los dirigentes serbobosnios radicales Radovan Karadzic, líder del Partido Democrático Serbio (SDS), y Ratko Mladic, jefe de las fuerzas militares, ambos acusados de crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional de La Haya para la ex Yugoslavia (TPIY).

Kostunica, como Djindjic, boicoteó las elecciones generales serbias del 21 de septiembre de 1997, que otorgaron una contundente victoria a los partidos milosevistas. Ello supuso su cese en la condición de diputado tras siete años de mandato. Durante la crisis y guerra de Kosovo de 1998-1999, fraguada por Milosevic para desactivar a la oposición con una nueva oleada de exaltación nacionalista y de propaganda antialbanesa, Kostunica fue registrado por los medios de comunicación occidentales como un patriota serbio que instaba a los serbios kosovares a resistir la agresión conjunta de la OTAN y de los separatistas radicales albaneses, cuyo instrumento armado, a caballo entre el terrorismo y la guerrilla, era el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK).

No obstante, se le conocía su convicción de que el futuro de la provincia dentro de Serbia debía asegurarse por medios constitucionales y pacíficos. Después de capitular las autoridades de Belgrado ante la OTAN y de evacuar sus fuerzas de Kosovo, Kostunica se mantuvo al margen de la Alianza por los Cambios (SZP), la nueva coalición de fuerzas opositoras animada por Djindjic, pero sí se sumó a las grandes movilizaciones populares contra Milosevic que empezaron tan pronto como cesaron los bombardeos de los aliados occidentales.

Emplazado en las encuestas como el político más popular y respetado del país, la figura tranquila de Kostunica se impuso sobre otros líderes más desgastados o desprestigiados como la única capaz de batir a Milosevic en unas elecciones presidenciales. Para el serbio medio, hastiado de las argucias del clan gobernante para aferrarse al poder, pero también decepcionado por la inconstancia de los Djindjic y Draskovic, el antiguo profesor proyectaba una atrayente imagen de hombre de principios incorruptible y de "nacionalista sano", comprometido con la democracia pero sin caer en la servidumbre de potencias extranjeras. Además —dato de corrección política nada desdeñable—, aparecía como un devoto hijo de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Sus feroces críticas a la OTAN durante los ataques de marzo a junio de 1999 le aparejaron el perfil de "antiamericano", rápidamente contrarrestado con el de "proeuropeo". De hecho, acusó a Estados Unidos de haberle hecho el juego a Milosevic, tanto cuando lo apoyó como cuando lo atacó, concluyendo que el presidente yugoslavo era, en realidad, una "creación de Washington".

La presión de la oposición en la calle exigiendo la renuncia de Milosevic perdió intensidad en la primavera de 2000, entrando el país en un tenso compás de espera del combate decisivo que iba a ser la elección presidencial, anticipada para después del verano. Reelegido por cuarta vez el 24 de junio de 2000 al frente del DSS, pese a que no consiguió agrupar en torno a sí a todo el arco de fuerzas anti-Milosevic, ya que los socialistas montenegrinos del presidente republicano Milo Djukanovic decidieron boicotear los comicios y el SPO presentó su propio aspirante, Kostunica aceptó ser el candidato presidencial de la Oposición Democrática de Serbia (DOS), con 18 partidos y organizaciones, la más amplia coalición de fuerzas políticas forjada en el país. El 7 de agosto la DOS le designó oficialmente como su candidato presidencial.

Kostunica recibió la adhesión de los serbios moderados de Kosovo y Bosnia, de la casa real en el exilio, de la Iglesia Ortodoxa Serbia y, pese a su boicot institucional, del Gobierno de Montenegro. Todos los países europeos, excepto Bielarús (Rusia jugó con la ambigüedad hasta el último momento, y aun después), se apresuraron a desear la victoria de Kostunica, así como Estados Unidos, que le calificó de "demócrata genuino", pese a "no compartir algunas de sus opiniones". Alarmado por la progresión de su más serio contrincante desde que llegara al poder en 1989, Milosevic, en persona o a través de sus portavoces, no ahorró las invectivas para desacreditarlo, presentándolo como el "candidato de la OTAN" y augurando una catástrofe nacional si ganaba.

Durante la campaña, sin embargo, los ataques de Kostunica a Milosevic por su política exterior se ciñeron al análisis de que había perdido todas las guerras que había emprendido, y permitido con ello el asentamiento de tropas extranjeras en la ex Yugoslavia; no le censuraba por las atrocidades cometidas en nombre del pueblo serbio en Croacia, Bosnia y Kosovo. En opinión de los comentaristas foráneos, con semejante visión sesgada de las injerencias de Belgrado en las repúblicas ex yugoslavas Kostunica revelaba no haber alterado un ápice su prédica nacionalista y antioccidental.

Tan pronto como las urnas se cerraron el 24 de septiembre, quedó en evidencia que el oficialismo había perdido y que Milosevic se aprestaba a mantenerse en el poder recurriendo a lo que fuera necesario. La DOS declaró que había vencido inapelablemente tanto en las legislativas como en las presidenciales, y rechazó las cifras finales facilitadas el día 27 por la Comisión Electoral Federal, que, aún reconociendo la victoria del candidato de la oposición, el 48,9% de los votos frente al 38,6% de Milosevic, le obligaba a concurrir a una segunda vuelta, el 8 de octubre, por no alcanzar el preceptivo 50% de los sufragios.

La DOS, respaldada por la comunidad internacional, rechazó la versión del Gobierno y llamó a la movilización en las calles, Kostunica se declaró vencedor y Djindjic convocó la huelga general y la desobediencia civil en Serbia hasta que Milosevic reconociera su derrota. Desde el 29 de septiembre el país fue paralizándose por el cese de la actividad laboral en comercios, fábricas y minas, el abandono de las aulas por los estudiantes y el bloqueo de las vías de comunicación. La crisis se precipitó del 4 al 5 de octubre cuando el Tribunal Constitucional invalidó, primero parcialmente y luego en su totalidad, la ronda del 24 de septiembre, desconvocando la ronda del 8 de octubre y forzando la repetición de todo el proceso en fecha incierta. Furiosos por la última maniobra dilatoria del poder, miles de partidarios de la DOS ocuparon el centro de Belgrado y, tras sostener algunos choques con las fuerzas de seguridad, tomaron el edificio del Parlamento, los medios de comunicación adictos a Milosevic y otros símbolos del régimen.

En la noche del 5 de octubre Kostunica compareció ante medio millón de enardecidos manifestantes para presentarse como el "presidente de la Yugoslavia liberada", pero también para pedir calma a los partidarios de lanzarse a la residencia de Milosevic con el objeto de arrestarlo. En todo momento sosegado y concienzudo, Kostunica dirigió sus primeros pasos a restablecer el orden y a alejar el espectro aún presente de una guerra civil, toda vez que el Ejército y la Policía, a excepción de algunos mandos individuales, no habían aclarado a qué bando iban a acatar. Lo mayor de la incertidumbre se despejó el día 6, cuando la DOS llenó el vacío de poder con un Comité de Crisis y el Tribunal Constitucional confirmó la victoria de Kostunica en la primera vuelta con el 50,2% de los votos. Kostunica se aseguró la no intervención del Ejército y el reconocimiento por Milosevic de su derrota en sendas entrevistas sostenidas con el jefe del Estado Mayor, general Nebojsa Pavkovic, y el mismo mandatario derrocado.

El día 7 Kostunica tomó posesión de la Presidencia yugoslava en una sesión especial en la Asamblea Federal, pero aún tenía que vencer problemas legales y de procedimiento. En primer lugar, simpatías evidentes aparte, su elección era ilegítima para las autoridades montenegrinas, ya que se había basado en la reforma de la Constitucional federal que fue adoptada en julio sin la participación de sus representantes. En aquella ocasión, con la intención de perpetuarse en el poder, Milosevic, a través de sus partidarios serbios y montenegrinos (estos últimos en la oposición en Podgorica), dispuso que la elección del presidente federal y la cámara territorial de la Asamblea Federal se hiciera por sufragio universal, lo cual, considerando la abrumadora mayoría demográfica en Serbia (11 millones de habitantes frente a 640.000 montenegrinos), imposibilitaba el acceso de un candidato de Montenegro a la Presidencia y reducía drásticamente la influencia de la república en la política federal.

Además, desde ahora el presidente federal podía mandar ocho años seguidos a partir de un período cuatrienal renovable. Este marco jurídico afectaba a Kostunica, así que Djukanovic precisó que le consideraba "sólo un representante de la Serbia democrática". El presidente montenegrino reclamaba una redefinición de las relaciones con Serbia y el cambio de la Federación a una asociación de tipo confederal que salvaguardara la soberanía de Montenegro como sujeto de derecho internacional.

El 17 de octubre Kostunica se reunió con Djukanovic en Podgorica, pero no consiguió convencerle de que levantara el boicot a las instituciones federales antes de empezar las negociaciones sobre el asunto arriba expuesto. Cuando Djukanovic amenazó con convocar un referéndum sobre la independencia en 2001, su homólogo yugoslavo declaró que acataría un resultado afirmativo, si bien se reafirmó en que sólo al Estado federal competía la representación internacional, dejando claro que esto último era un prerrequisito para emprender cualquier negociación. Sobre esta oposición frontal de Kostunica a las reclamaciones soberanistas de Montenegro gravitaba una derivación práctica, y es que si la Federación se deshacía, el cargo que él ocupaba ya no tendría razón de ser.

Sin llegar a ese extremo, el caso es que el puesto de presidente federal contaba con atribuciones bastante limitadas (durante el mandato personalista de Milosevic estas restricciones resultaron irrelevantes), en esencia la jefatura de las Fuerzas Armadas, mientras que la designación de un primer ministro, que constitucionalmente no podía proceder de la misma república que el presidente, requería la consulta previa con los partidos representados en la Asamblea. Las políticas exterior, monetaria y económica eran competencia del Gobierno y la Asamblea federales, y las materias con incidencia cotidiana en los ciudadanos incumbían a las instituciones republicanas.

Al caso aquí se trataba de Serbia, cuyas instituciones, controladas férreamente aún por los partidarios de Milosevic, elaboraban el presupuesto, dirigían los servicios públicos, gestionaban la seguridad social y, lo más importante, controlaban la poderosa y bien armada Policía. El presidente federal, desde luego, no podía destituir a su homólogo republicano, a la sazón Milan Milutinovic, un hombre del círculo cerrado de Milosevic, y al Gobierno, o disolver la Asamblea serbia. Para Kostunica, defensor puntilloso del imperio de la ley y los tecnicismos, y la DOS resultaba necesario pactar con el SPS para extender su autoridad a todos los sectores de la vida pública en Serbia, así como con el Partido Socialista Popular de Montenegro (SNPCG) del primer ministro federal Momir Bulatovic, un prosélito de Milosevic y rival de Djukanovic, ya que la DOS, con sus 58 escaños, sólo había obtenido mayoría simple en el Consejo de Ciudadanos de la Asamblea Federal, de 138 miembros.

En el primer frente, el 16 de octubre Kostunica y otros líderes de la DOS acordaron con el SPS la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas para antes de fin de año y la formación de un gobierno de transición en Serbia. El 21 de octubre dimitió el primer ministro Mirko Marjanovic y tres días después se formó otro gabinete presidido por Milomir Minic, dirigente moderado del SPS, con inclusión de los partidos de la DOS y el SPO. Su principal función iba a ser la recuperación de la economía, destrozada tras años de sanciones internacionales, los bombardeos de la OTAN y la depredación sistemática de recursos practicada por los clanes político-mafiosos que habían proliferado al amparo del anterior régimen.

El plan de reformas, esbozado con el concurso del grupo independiente de economistas G17 Plus, contemplaba una terapia de choque adecuada a la situación en Serbia, donde el dínar se desvalorizaba a marchas forzadas frente al marco alemán o el dólar estadounidense en el mercado negro, la inflación rondaba el 50% y el desempleo alcanzaba a la mitad de la población activa. A nivel federal, ya el 9 de octubre dimitió Bulatovic al frente del Gobierno y el 4 de noviembre se constituyó un equipo de coalición con la DOS, el SNPCG, el Partido Popular Serbio de Montenegro (SNS) y el G17 Plus, presidido por Zoran Zizic (SNPCG).

En los días y semanas siguientes a la ya bautizada como Revolución de Belgrado, la comunidad internacional expresó con celeridad su apoyo a la nueva Yugoslavia de Kostunica con un rosario de reconocimientos y exenciones que pusieron fin al ostracismo del país balcánico. Así, la UE, el 9 de octubre, y Estados Unidos, tres días después, levantaron sus embargos aéreos y petroleros; el 26 de octubre la organización comunitaria le admitió en su Pacto de Estabilidad de los Balcanes (su nombre oficial es Pacto de Estabilidad para Europa del Sudeste, PEES); el 1 de noviembre la ONU aceptó la petición de ingresar en su seno (cuando en 1992 fue proclamada por Serbia y Montenegro la República Federal, la ONU rechazó que el nuevo Estado yugoslavo continuara automáticamente la pertenencia del anterior socialista, y le exigió que tramitara la solicitud de adhesión como las otras cuatro ex repúblicas yugoslavas); el 27 de noviembre la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) aprobó su readmisión como miembro, y el 20 de diciembre el FMI hizo lo mismo.

Kostunica se convirtió en la vedette de diversos encuentros internacionales, de los que Yugoslavia había sido marginada en los años de Milosevic. El presidente fue agasajado en el Consejo Europeo de Biarritz, el 13 y el 14 de octubre, donde declaró su aceptación de los acuerdos de Dayton sobre Bosnia y de las resoluciones de la ONU sobre Kosovo, convertido de hecho en un protectorado internacional. A continuación, asistió a una cumbre especial de jefes de Estado y de Gobierno de siete países balcánicos más Turquía en el marco del llamado Proceso de Cooperación de Europa del Sudeste (PCES), en Skopje el 25 de octubre, a la I Cumbre UE-Balcanes Occidentales, en Zagreb el 24 de noviembre, y al VIII Consejo de Ministros de la OSCE, en Viena el 27 de noviembre. El viaje a la capital croata mereció el calificativo de histórico, al igual que el realizado a Sarajevo el 22 de octubre, donde Kostunica jugó con la ambigüedad diplomática reuniéndose con las autoridades centrales, depositarias del espíritu de Dayton, y con las del ente autónomo serbio, la Republika Srpska.

El presidente yugoslavo informó de su deseo de establecer relaciones normales con las otras repúblicas ex yugoslavas sobre la base del reconocimiento de las mutuas soberanías e integridades estatales. Así sucedió con Eslovenia el 9 de diciembre y con la misma Bosnia-Herzegovina seis días después. El 16 de noviembre Yugoslavia anunció la inmediata normalización de relaciones con Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido, países declarados agresores cuando la operación bélica de la OTAN. También, el 27 de octubre Kostunica se entrevistó en Moscú con el presidente Vladímir Putin. El encuentro sirvió para despejar las dudas sobre el reconocimiento ruso y certificar los vínculos especiales entre los dos países, ya que a Kostunica le había molestado la resistencia del Kremlin a aceptar la derrota electoral de Milosevic. Siguiendo esta secuencia, el 19 de enero de 2001 Yugoslavia y Albania restablecieron las relaciones diplomáticas, pero el 5 de marzo un acuerdo sobre "relaciones especiales" con la Republika Srpska firmado en Banja Luka fue muy mal acogido en la región y fuera de ella por considerársele un menoscabo a la soberanía estatal de la República de Bosnia-Herzegovina.

El líder conciliador que Yugoslavia precisaba para unos, personaje de transición hasta la ruptura total con el pasado para otros, en sus primeros meses como presidente Kostunica se movió con tiento retardatario a la hora de afrontar los numerosos problemas del país, aunque con un inequívoco sesgo democrático y de normalización exterior. En un primer momento rechazó la exigencia de sectores de la DOS de purgar de la Policía y el Ejército a los mandos más comprometidos con el régimen derrocado, y por ende tibios (cuando no hostiles) con el nuevo, aduciendo que ello crearía una crispación innecesaria y dando por suficiente su no intromisión en la labor de los gobernantes civiles a todos los efectos.

También descartó de plano la independencia de Kosovo y advirtió de un nuevo estallido en la provincia si la OTAN no paraba las actividades del Ejército de Liberación de Presevo, Medvedja y Bujanovac (UCPMB), nueva banda guerrillera surgida tras la disolución formal del UCK en septiembre de 1999 y que a partir de enero de 2000 lanzó incursiones provocadoras dentro de Serbia. Sobre la aparente incompetencia de la Fuerza para Kosovo (KFOR) para desarmar a este grupo, algunos observadores conjeturaron que el UCPMB pudiera ser un instrumento de presión occidental para que el presidente yugoslavo transigiera en la entrega de Milosevic al TPIY, que lo reclamaba para procesarlo por crímenes contra la humanidad. Kostunica se mostró totalmente hostil a aceptar la jurisdicción de La Haya y no consideró prioritario saldar cuentas con Milosevic y sus asociados, si bien dejó la puerta abierta a su futuro procesamiento en Serbia por delitos económicos y por violación de la Constitución.

Las elecciones legislativas en Serbia se celebraron el 23 de diciembre de 2000 y dieron una victoria rotunda a la DOS, que se adjudicó el 64,1% de los votos y 176 de los 250 escaños. El 25 de enero de 2001 Djindjic se convirtió en primer ministro de la República dispuesto a sacar adelante un enérgico programa de reformas para reconstruir la economía, quebrar la impunidad del crimen organizado y la corrupción, despolitizar los órganos de seguridad y obtener la plena normalización exterior, sobre todo de cara a la obtención de una urgente asistencia financiera. Toda vez que esta última estaba condicionada al arresto y entrega al TPIY de Milosevic y demás encausados, el conflicto directo entre un Djindjic partidario de transigir con las exigencias de Occidente y un Kostunica aferrado a la legalidad en aras del patriotismo resultó inevitable.

Kostunica advirtió a Djindjic que no se podía someter a Milosevic a tribunal de justicia alguno, por razones de procedimiento, ya que la legislación nacional no permitía la extradición de ciudadanos yugoslavos a tribunales extranjeros, y también políticas, pues toda medida en contra del ex autócrata crearía tensión y desestabilizaría la recién conquistada democracia. El presidente se enzarzó también en un agrio intercambio de desaires con la fiscal jefe del TPIY, Carla del Ponte, que intensificó sus demandas de extradición a Belgrado después de que Milosevic fuera arrestado el 1 de abril por delitos presuntamente cometidos en Serbia.

A medida que aumentaban las presiones occidentales sobre Serbia, Kostunica fue endureciendo su lenguaje con retórica nacionalista y victimista. No se mordió la lengua para expresar lo que pensaba de la OTAN, tachando su ataque de 1999 de "diabólico" y asegurando que si alguien debía comparecer ante el TPIY eran los dirigentes aliados, y empezó a insinuar que el origen de los actuales problemas del país radicaba en la presencia extranjera en Kosovo. Unas opiniones que evocaban el sentir mayoritario de la población, según se desprendía del sobresaliente nivel de aceptación de Kostunica en las encuestas de valoración de líderes, dejando muy atrás a Djindjic.

En un intento de atajar la controversia en su seno, la DOS elaboró un proyecto de ley que autorizaba la extradición de ciudadanos yugoslavos a tribunales extranjeros con la aquiescencia de los tribunales nacionales, pero esta propuesta, que satisfacía el prurito legalista de Kostunica, fue derrotada en la Asamblea Federal con el voto del SPS y el SNPCG el 4 de junio. Entonces, Djindjic y el Gobierno serbio decidieron cortar por lo sano y el 28 de junio, horas antes de que expirara el ultimátum de los gobiernos occidentales, Milosevic fue metido en un helicóptero y enviado a la capital holandesa.

La entrega de Milosevic le fue impuesta como un hecho unilateral y consumado a Kostunica, quien, encolerizado, la calificó de "ilegal e inconstitucional", lo que, en puridad, era cierto. La crisis política estalló en un doble frente, por un lado con la dimisión del Gobierno de Zizic y por el otro con la separación de los 46 diputados del DSS del bloque de la DOS en la Asamblea, los cuales pasaron a formar grupo parlamentario propio. El asunto de Milosevic terminó por envenenar del todo las relaciones entre Djindjic y Kostunica, en lo sucesivo entregados a una guerra personal de desprestigio y destrucción. El último episodio de las endémicas trifulcas cainitas de la clase política serbia enrareció el ambiente hasta extremos insospechados y repercutió muy negativamente en el curso de las reformas.

El 17 de agosto de 2001, culminando un rosario de invectivas y zancadillas, Kostunica retiró al DSS del Gobierno de Serbia entre graves acusaciones contra Djindjic de tolerar la corrupción en el mismo seno del gabinete y de mantener connivencias inconfesables con las mafias del crimen organizado que infestaban Serbia. Estas tramas delictivas seguían operando con la misma o mayor impunidad que en los últimos años del milosevismo, cuando se desarrollaron extraordinariamente al socaire de las camarillas en el poder y en conexión con los múltiples servicios oficiales de seguridad y organizaciones paramilitares.

Y eso que para entonces las tensiones posbélicas en Kosovo habían dejado atrás su fase más aguda. La OTAN autorizó al Ejército yugoslavo el 8 de marzo a penetrar parcialmente en la franja de seguridad de 5 km establecida por la KFOR en el interior de la provincia en su perímetro fronterizo con Serbia, cuatro días más tarde la propia OTAN firmó por cuenta de Belgrado con el UCPMB un alto el fuego y el 14 de marzo 900 efectivos de la Policía serbia y el Ejército yugoslavo accedieron a la zona de seguridad desde el valle de Presevo. El despliegue de las fuerzas serbo-yugoslavas en toda la franja de seguridad estuvo completado para el 2 de junio paralelamente al desarme y la desmovilización de los maquis albaneses. Este desarrollo mejoró la seguridad en la zona y de paso sirvió como medida de confianza entre las autoridades internacionales que administraban Kosovo y las de Belgrado.

Por lo que se refiere a la disputa con Montenegro, las tortuosas negociaciones interrepublicanas fueron facilitadas por las decisivas presiones de la UE sobre el presidente Djukanovic para que renunciara a su proyecto de convocar un referéndum sobre la independencia de la república y se aviniera a negociar con Belgrado un nuevo marco constitucional estatal. El 14 de marzo de 2002 Kostunica, Djindjic y Djukanovic suscribieron en Belgrado un "acuerdo de principios" sobre la continuidad del Estado serbo-montenegrino sobre bases prácticamente confederales, con instituciones de los poderes ejecutivo y legislativo comunes y competencias reducidas a la política exterior, la defensa, las relaciones económicas exteriores, el comercio interior y los asuntos de Derechos Humanos y minorías étnicas. Al día siguiente, Kostunica asistió como invitado al Consejo Europeo de Barcelona, donde recibió la felicitación de los líderes europeos. El 9 de abril los parlamentos republicanos ratificaron este marco de la nueva unión y dejaron expedito el camino para la elaboración de la Carta Constitucional de Serbia y Montenegro, que tal iba a ser el nombre del nuevo Estado.

Entre tanto, el particular duelo de Kostunica con el primer ministro por el poder en Serbia continuaba escalando peldaños con el boicot parlamentario del DSS y la formación por el presidente de un "gobierno en la sombra" el 8 de mayo. El 23 del mismo mes Kostunica declaró que sus rivales en la DOS, con sus "amenazas" y "chantajes", habían llegado a sumir a la coalición en la inoperancia. La respuesta contundente de Djindjic y el consejo de la DOS fue, el 26 de julio, expulsar formalmente al DSS de su seno con el argumento de que, con palabras y con hechos, Kostunica y su gente se habían situado en la oposición.

En adelante la dialéctica se midió en clave preelectoral, con la mirada puesta en los comicios presidenciales serbios del 29 de septiembre. Kostunica deseaba abandonar cuanto antes una oficina, la de jefe del Estado, que estaba abocada a la irrelevancia política, en cuanto entrara en vigor la nueva unión con Montenegro, así que lanzó su candidatura. El titular presente, Milutinovic, era un residuo del pasado milosevista que estaba sometido al ostracismo general y que se limitaba a aguardar resignado el final de su mandato en diciembre; entonces perdería toda protección jurídica y no tendría otro destino que el de unirse a los otros procesados en las celdas de La Haya.

Kostunica y su número dos en el partido, Dragan Marsicanin, ex presidente de la Asamblea Nacional de Serbia, condujeron una campaña en clave prácticamente antioccidental e intensamente nacionalista, asomando incluso resabios irredentistas de una Gran Serbia tan anatemizada como imposible. Así, el presidente comentó en un acto en la localidad fronteriza de Mali Zvornik que la Republika Srpska estaba sólo "temporalmente" separada de "una familia", la nación serbia; requerido para explicar qué había querido decir Kostunica, Marsicanin no tuvo ambages en explicar que la "anexión" de la Republika Srpska formaba parte de los "intereses de Serbia". Ante la polvareda levantada, con acusaciones de poner en cuestión la integridad territorial de Bosnia-Herzegovina, Kostunica salió al paso diciendo que había sido "malinterpretado" y lamentándose de que siguiera existiendo "cierta desconfianza" internacional hacia Serbia. A nivel de programa, Kostunica habló de dotar al país de una nueva Constitución, de restablecer el imperio de la ley y de poner orden en el sistema económico.

Indiscutible favorito frente a la opción de Djindjic, el economista Miroljub Labus, del G17 Plus, y el ultranacionalista Vojislav Seselj, caudillo del fascistoide Partido Radical Serbio (SRS), al cierre de las urnas el se confirmó que Kostunica había vencido con el 31,3% de los votos, seguido por Labus con el 27,7% y Seselj con el 22,6%. Ahora bien, se trataba de cuota de voto francamente mediocre para el líder demócrata si se comparaba con los porcentajes arrasadores que le concedían las encuestas de popularidad apenas unos meses atrás. Al no alcanzar ningún candidato el preceptivo 50% de los votos, hubo que acudir a una segunda vuelta. Ésta se celebró el 13 de octubre y ahora Kostunica batió contundentemente a Labus con el 66,5% de los votos frente al 31,3% del economista, pero entonces lo que falló fue el índice de participación, el 45,5%, cuando el mínimo requerido para dar validez a la consulta era del 50%.

La ronda fue anulada y un exasperado Kostunica desató toda su furia contra el Gobierno serbio y su presidente, al que acusó de haber boicoteado desde el principio la elección presidencial presentando un candidato propio de escaso tirón con el único objeto de restar atractivo a una consulta que, sabía, no podía ganar, por lo que apeló a acabar con el "régimen" de Djindjic. De todas formas, aceptó acudir a un tercer intento electoral el 8 de diciembre. Con el 58% de los sufragios Kostunica ganó por tercera vez consecutiva, esta vez teniendo delante a Seselj como segundo en discordia y al testimonial Borislav Pelevic, del fascista Partido de la Unidad Serbia (SSJ). Su gozo en un pozo: la participación, del 43,8%, fue incluso menor que en octubre y, en aplicación de la ley, la Comisión Electoral no tuvo otro remedio que volver a anular la elección.

Sintiéndose estafado, Kostunica protestó ante la Comisión Electoral, pero al cabo de unos días, en un acto de coherencia con su inveterado sentido legalista, acató un auto del Tribunal Supremo de Serbia ratificando la anulación de la ronda del 8 de diciembre. Privado de la Presidencia de Serbia de esta manera tan insólita, a pesar de que era lo que querían la mayoría de los serbios que habían acudido a votar, Kostunica no tuvo otra opción que contar los días que le quedaban como presidente de Yugoslavia. Por lo demás, el 30 de diciembre la presidenta de la Asamblea, Natasa Micic, del partido miembro la DOS Alianza Cívica de Serbia (GSS), hubo de asumir las funciones de presidenta de la República hasta que pudieran celebrarse nuevas elecciones.

El 27 de enero la Asamblea Nacional de Serbia y el 4 de febrero la Asamblea Federal sancionaron la Carta Constitucional de Serbia y Montenegro, que reemplazó oficialmente a la República Federal de Yugoslavia el mismo 4 de febrero de 2003, de manera que Kostunica se convirtió en el último presidente del viejo Estado y en el primero del nuevo. El 3 de marzo se inauguró la nueva Asamblea estatal y cuatro días después tomó posesión el presidente de la entidad, el montenegrino Svetozar Marovic, momento en el cual terminaron las responsabilidades institucionales de Kostunica.

A los pocos días, el 12 de marzo, se produjo el asesinato de Djindjic en Belgrado a manos del clan mafioso de Zemun en connivencia con el grupo paramilitar de los Boinas Rojas, integrado en la seguridad del Estado como Unidad de Operaciones Especiales (JSO) y mandado disolver por el Gobierno serbio. Kostunica reaccionó gélidamente a la desaparición de su archienemigo, que provocó una conmoción nacional en Serbia y vivas muestras de pesar en el exterior, y declaró que el mortal atentado no había sido sino la consecuencia de la escandalosa impunidad con que operaban las omnipresentes tramas del crimen organizado en Serbia, sugiriendo de paso que el malhadado primer ministro había jugado con fuego al mantener contactos con círculos de la mafia en conexión con las estructuras de seguridad del anterior régimen.

Durante un año Kostunica encabezó la oposición parlamentaria al nuevo primer ministro del DS y la DOS, Zoran Zivkovic, a quien demandó infructuosamente la formación de un ejecutivo de concentración nacional, dada la incertidumbre política generada por el magnicidio de Djindjic, al tiempo que refutó vigorosamente sus insinuaciones, primero, y afirmaciones, después, sobre una conexión entre el DSS y otras fuerzas políticas "patrióticas" con los presuntos cerebros del crimen, el jefe mafioso Dusan Spasojevic, alias El Albanés (Siptar), y el antiguo cabecilla paramilitar Milorad Lukovic-Ulemek, alias Legión (Legija), el primero de los cuales fue abatido por la Policía en abril y el segundo continuaba a la fuga.

Las imputaciones del Gobierno se sostuvieron en la detención en abril en relación con el caso de dos antiguos asistentes presidenciales de Kostunica, quien aseguró no tener constancia de que estos ex funcionarios, el general Aco Tomic y Rade Bulatovic, estuvieran vinculados al crimen organizado y sentirse víctima de una "caza de brujas" políticamente motivada. Sin embargo, el viento político soplaba a favor del DSS y el resto de fuerzas en la oposición, incluidos los ultranacionalistas que habían colaborado con Milosevic, no tanto por seducir al electorado con un proyecto ilusionante propio como por la descomposición y la pérdida de credibilidad de la DOS, que el 18 de noviembre, minada por las peleas interpartidistas y las acusaciones externas de incompetencia para erradicar la corrupción, contener los precios y mejorar los niveles de vida de la población, declaró haber "completado su misión histórica" y por ende procedía a disolverse.

Este esperado anuncio se produjo cinco días después de que Zivkovic, tal como le exigían Kostunica y los demás jefes opositores bajo amenaza de poner a prueba su tambaleante mayoría parlamentaria lanzando una moción no de confianza, diera por agotado su ejecutivo y accediera a disolver la Asamblea para celebrar elecciones anticipadas, y dos días después de fracasar otro intento de elegir al presidente de la República.

La votación del 16 de noviembre, en la que midieron sus fuerzas por el SRS Tomislav Nikolic —sustituyendo a Seselj, quien en febrero se había entregado voluntariamente al TPIY para defenderse de la acusación de criminal de guerra— y por el oficialismo el veterano Dragoljub Micunovic, ahora líder del diminuto Centro Democrático (DC) y a la sazón presidente de la Asamblea de Serbia y Montenegro, fue declarada nula por registrar una participación irrisoria, el 38,3%, la cual no hizo sino continuar la línea ascendente de la abstención que había frustrado las rondas electorales de septiembre, octubre y diciembre de 2002; eso sí, Nikolic se impuso a Micunovic, aunque precisando de una segunda vuelta que no tendría lugar.

Al monumental fiasco, que prolongaba con carácter indefinido la vacancia en la Presidencia de la República (ahora mismo, el vacío de poder en esta oficina ejecutiva era absoluto, ya que la Asamblea estaba disuelta y Micic no ejercía sus funciones parlamentarias), había contribuido en incierta medida el boicot practicado por el DSS, el G17 Plus (ya constituido en partido), el SPS y el SPO, todos los cuales presentaron la convocatoria de esta ronda de elección presidencial como una artimaña para demorar los comicios que ellos consideraban más perentorios, los legislativos. En esos momentos, las encuestas de opinión concedían a Kostunica la condición de político más valorado del país, y a su partido la de primera fuerza en intención de voto, pero con el SRS pisándole los talones. En cuestión de semanas, el SRS iba a ser capaz de acaparar la parte del león del voto nacionalista y la rentabilidad para la oposición de la frustración general por el incumplimiento de las expectativas de progreso económico y estabilidad política abiertas tres años atrás con la remoción de Milosevic.

Las elecciones a la Asamblea Nacional se celebraron el 28 de diciembre y ofrecieron unos resultados desastrosos para los partidos democráticos reformistas y prooccidentales: con una participación del 59,3%, el SRS fue la lista más votada con el 27,7% de los sufragios y 82 escaños, seguido a notable distancia por el DSS con el 18% y 53 escaños, y más todavía por la lista conjunta del DS y la GSS, que sólo arañó el 12,6% y 37 diputados. A continuación venían el G17 Plus (11,7% y 34), la coalición monárquica del SPO y el partido Nueva Serbia, NS, (7,7% y 23) y el otrora todopoderoso SPS (7,7% y 21). El resto de partidos se quedó fuera del hemiciclo por no superar la barrera del 5% de los votos.

Kostunica analizó la mayoría simple del SRS como el resultado de las presiones occidentales para cooperar con el TPIY y, toda vez que un gobierno presidido por un radical resultaba inconcebible para todo el mundo fuera del partido ganador, se postuló a sí mismo para encabezar un gabinete integrado por todos los partidos que habían obtenido representación parlamentaria. Sin embargo, esta fórmula fue impugnada por doquier: el SRS demandaba una coalición exclusivamente bipartita con el DSS; el DS aseguró que en ningún caso gobernaría en compañía de los partidos que habían formado parte de la satrapía milosevista, y tampoco se mostró proclive a brindar respaldo parlamentario en firme, siendo todo lo más que ofrecía una "oposición constructiva"; en cuanto al SPO, informó que no quería tratos con el SRS.

A comienzos de enero Kostunica eliminó de la ecuación al DS, ya que eso sería un "insulto" a los electores, y también al SRS, después de escuchar las advertencias lanzadas por las capitales europeas y Washington sobre el impacto muy negativo que tendría para la cooperación económica dar entrada en el Gobierno a un partido cuyo jefe estaba bajo custodia del TPIY. A cambio, Kostunica sondeó un ejecutivo de minoría con el G17 Plus y el SPO apoyado por el SPS en la Asamblea, pero los poderes occidentales alzaron su voz de nuevo contra todo acuerdo con la formación de la que Milosevic era todavía presidente titular, aunque con el ascendiente bastante disminuido. El 4 de febrero Marsicanin fue elegido presidente de la Asamblea (luego presidente de la República en funciones) con los votos de los diputados socialistas.

El 20 de febrero Marsicanin designó primer ministro a su colega de partido, quien antes de tomar posesión volvió a desatar la polémica con las afirmaciones de que su país no era "un mero repartidor de mercancías humanas a La Haya", que la colaboración con el TPIY no estaba entre sus máximas prioridades porque ponía en riesgo los "intereses del Estado", y que su gobierno iba a concentrarse en resolver los agudos problemas domésticos. La Administración estadounidense amenazó veladamente con no desembolsar su paquete de ayuda de 100 millones de dólares si Belgrado retrocedía en la cooperación con el TPIY, pero Kostunica insistió en que no iba a extraditar a cuatro generales del Ejército y la Policía, entre ellos Nebojsa Pavkovic, destituido por él en la jefatura del Estado Mayor del Ejército en junio de 2002, y Streten Lukic, viceministro del Interior en el Gobierno saliente de Zivkovic. Los cuatro altos oficiales fueron incriminados en relación con las violaciones cometidas en la guerra de Kosovo y Kostunica afirmó que aprehenderlos y enviarlos a La Haya contra su voluntad sólo daría alas al SRS y envenenaría el clima político y social en Serbia.

Otros 340 millones de dólares de asistencia estaban apalabrados con Bruselas, la cual también expresó su malestar por la pretensión de Kostunica de desvincular la plena colaboración con el TPIY de las aspiraciones de pertenencia algún día a la UE y la OTAN, que según el primer ministro in péctore eran "inequívocas e incuestionables". Además de esta negativa a atender con plenitud las demandas del TPIY, Kostunica llenó su discurso con la cuestión territorial y esbozó un plan para resolver la estancada situación en Kosovo consistente en la cantonalización de la provincia para asegurar una amplia autonomía a la población serbia. La sugerencia fue al punto desestimada por el Consejo de Administración Interino organizado por la Misión de la ONU en Kosovo (UNMIK) y por las instituciones nacionales albanokosovares a aquel sometidas.

El 3 de marzo Kostunica fue investido por la Asamblea con 130 votos a favor, 113 en contra y una abstención, y a continuación formó el Gobierno cuatripartito con el SPO, el NS y el G17 Plus, el cual, siendo uno de los miembros de la extinta DOS, se perfilaba como el eslabón más centrista y reformista del nuevo ejecutivo, así como el más abierto a la colaboración con el TPIY y preclaro partidario de la independencia estatal de Serbia. El DSS se reservó 9 carteras y la minoría sumada de 110 diputados en la Asamblea iba a requerir de apoyos que sólo el SPS parecía dispuesto a brindar, aunque muy probablemente a cambio de concesiones en lo relacionado con el TPIY y la desestatalización de la economía. Sin embargo, Kostunica y el presidente en funciones del SPS, Ivica Dacic, negaron la existencia de acuerdo de legislatura alguno entre ambas formaciones. Los liderazgos de los dos partidos aclararon que las elecciones de Marsicanin y de Kostunica con los votos socialistas eran colaboraciones puntuales en aras de la operatividad de las instituciones.

El flamante primer ministro de Serbia, que se ha desquitado con creces de su frustrante postulación presidencial de 2002, ha expresado la necesidad de dotar a Serbia, país con un 30% de paro y en alza, un sector público lleno de déficits y deudas, y una economía que no despega (el PIB creció en 2003 el 1,5% en lugar de la predicción gubernamental del 4%, un punto más que la tasa de 2002), de "instituciones fuertes, leyes claras y una justicia independiente que empujarán a la economía hacia delante, extirparán la corrupción y acelerarán nuestra ruta a Europa". Eso sí, las reformas estructurales prefiere que sean "más lentas en lugar de más rápidas".

(Nota de edición): esta biografía está actualizada hasta 1/5/2004. El Estado de Serbia y Montenegro dejó de existir en 2006 con las proclamaciones de las respectivas independencias por las repúblicas de Montenegro, el 3/6, y Serbia —de facto—, el 5/6. El ejercicio de Vojislav Kostunica como primer ministro de Serbia concluyó el 7/7/2008. Su sucesor en la jefatura del Gobierno fue Mirko Cvetkovic).