Pedro Passos Coelho

El 21 de junio de 2011 los conservadores han retornado al Gobierno de Portugal de la mano de Pedro Passos Coelho, líder del partido, el Social Demócrata (PSD, centro-derecha), que ganó por mayoría simple las elecciones del día 5, las cuales pusieron fin a seis años de predominio socialista. Al frente del PSD tan sólo desde 2010, cuando coronó una carrera política un tanto errática, y gestor con más experiencia en el sector privado que en la cosa pública, Passos pasó de sostener al minoritario Gobierno de José Sócrates, respaldando dos paquetes de ajuste financiero y absteniéndose en dos mociones de censura de la izquierda, a precipitar su dimisión, y por ende el anticipo electoral. Fue al votar en contra, en marzo, del cuarto Programa de Estabilidad y Crecimiento (PEC IV), con el que el Ejecutivo socialista esperaba achicar el desmedido déficit público y solucionar la crisis de la deuda soberana, grave hasta el punto de arrastrar al estado luso al límite de la insolvencia.

Las condiciones del rescate financiero de Portugal, solicitado por Lisboa, siguiendo la senda trazada por Atenas y Dublín, el 6 de abril y acordado con la Comisión Europea, el BCE y el FMI el 17 de mayo, dominaron la campaña electoral, en la que Passos asumió el sacrificio de austeridad con pragmatismo liberal. Tras los comicios, anunció su disposición a "cambiar el modelo de desarrollo", yendo "más allá" del riguroso memorando de entendimiento con la troika, que a cambio de sus 78.000 millones de euros en créditos prescribe el ahorro masivo de gastos, subidas de impuestos, flexibilidad laboral y privatizaciones. La voluntad de aplicar "transformaciones estructurales" partiendo de una coyuntura financiera de emergencia es la base del acuerdo de coalición con el muy derechista CDS-PP, socio que aporta la mayoría absoluta. Por de pronto, Portugal tiene por delante una temporada, presumiblemente larga, de recesión, paro elevado y drásticos recortes sociales, que traerán empobrecimiento.


(Texto actualizado hasta junio 2011. Para un seguimiento de los acontecimientos posteriores a esa fecha y que conciernen a la actividad política de Pedro Passos Coelho, puede consultarse el documento del CIDOB 'Cabezas de lista en las elecciones de 2015 en Portugal')

1. Una carrera política con altibajos
2. La mirada puesta en el liderazgo del PSD
3. En la oposición al Gobierno Sócrates: del auxilio al desvalimiento frente a la crisis de la deuda
4. Primer ministro de Portugal bajo el signo del rescate financiero


1. Una carrera política con altibajos

Hijo del médico y escritor António Passos Coelho y de la enfermera Maria Rodrigues Mamede, y el menor de cuatro hermanos, cuando tenía cinco años la familia abandonó su hogar en Coimbra y se instaló en Angola, provincia lusa de ultramar y escenario de una guerra de independencia entre el Ejército portugués y los movimientos anticoloniales, donde los padres enfocaron su profesión al tratamiento de enfermedades tropicales en las áreas rurales. Hasta la década de edad, el niño recibió la educación elemental en varias escuelas de Silva Porto, la actual Kuito, y Luanda. En 1974, con el triunfo en la metrópoli de la Revolución de los Claveles y el inicio de la descolonización del territorio africano, el muchacho, sus hermanos y la madre volvieron a Portugal (el padre permaneció en Angola unos meses más, hasta que se produjo la independencia), y él reanudó las clases en el Liceo Nacional Camilo Castelo-Branco de Vila Real, donde terminó la secundaria.

Passos se zambulló en la vibrante política nacional de la Tercera República Portuguesa a la tempranísima edad de 14 años con su ingreso en la Juventud Social Demócrata (JSD), la rama juvenil del Partido Social Demócrata (PSD) de Francisco Sá Carneiro, el carismático líder del centro-derecha portugués, fallecido en accidente de aviación en diciembre de 1980 meses después de convertirse en primer ministro. Del PSD era miembro activo don António Passos Coelho, quien iba a sentarse en el Comité Nacional de la formación a mediados de la década de los ochenta y de nuevo en la primera mitad de los noventa.

Precisamente en 1980, tras destacarse en las secciones locales y distritales de la JSD de Vila Real, el hijo entró a formar parte del Consejo Nacional de dicha estructura partidaria y un bienio más tarde obtuvo una vocalía en su Comisión Política Nacional (CPN), donde en 1984 fue elegido secretario general. Para entonces, con 20 años, el joven ya llevaba un tiempo instalado en Lisboa, en cuya Universidad estudiaba Matemáticas, disciplina en la que se había matriculado tras no alcanzar la alta nota requerida por la Escuela de Medicina y que entre 1982 y 1983 había impartido como docente en una escuela infantil del distrito de Vila Real.

Mientras estudiaba intermitentemente en la Universidad y formaba un hogar conyugal con Fátima Padinha, cantante del grupo de pop Doce, con la que iba a tener dos hijas, Passos sustentó sus ingresos trabajando como profesor privado de Matemáticas y de relaciones públicas en la compañía comercial de metales y minerales Quimibro. La discreción de su currículum académico y profesional contrastaba con el quehacer político, donde las promociones fueron continuas: vicepresidente de la CPN de la JSD desde 1986, cuatro años después llegó a presidente y en las elecciones generales de octubre de 1991, que revalidaron la mayoría absoluta sacada por el PSD en las legislativas de 1987 y alumbraron el tercer Gobierno de Aníbal Cavaco Silva -líder del partido y primer ministro desde 1985-, el todavía veinteañero ganó su primera acta de diputado por Lisboa en la Asamblea de la República. El mandato parlamentario interrumpió definitivamente sus clases de Matemáticas en la Universidad lisboeta, no llegando a titularse.

Tras ser reelegido en los comicios de octubre de 1995, que desalojaron al PSD del poder y auparon al mismo al Partido Socialista (PS) de António Guterres, Passos, ya apeado de la jefatura de la JSD, tomó las funciones de vicepresidente y portavoz del grupo parlamentario socialdemócrata, ahora en la oposición. Por lo que se refiere al partido orgánico, presa del desconcierto y de una crisis de liderazgo tras el final de la década cavaquista, el diputado hizo el debut en el Consejo Nacional salido del XVIII Congreso, en marzo de 1996, cita partidaria que supuso la transmisión de la presidencia por Joaquim Fernando Nogueira, el fallido heredero de Cavaco, a Marcelo Rebelo de Sousa, cuya postulación al cargo Passos respaldó.

En 1997 Passos enfocó su interés en la política local. En las elecciones autárquicas (municipales) de diciembre de aquel año se presentó candidato a presidente de la Cámara Municipal (alcalde) de Amadora, ciudad del distrito de Lisboa y la tercera del país en población; no consiguió su propósito, aunque pudo entrar en el consistorio como concejal. A partir de esta decepción, el antiguo estudiante de matemáticas fue cortando amarras con la profesión política: en abril de 1998, una vez celebrado el XX Congreso, abandonó el Consejo Nacional del PSD, en octubre de 1999 agotó su mandato de diputado nacional (tras lo cual rehusó cobrar la pensión vitalicia que por ley le correspondía) y en las autárquicas de diciembre de 2001 renunció igualmente a presentarse a edil.

Para entonces, Passos, con 37 años, ya llevaba un tiempo enfrascado en una tardía compleción de su currículum formativo, donde sólo constaba la graduación como bachiller, y en la incursión en la empresa privada. Desde el año anterior venía ejerciendo en la consultoría Tecnoforma, S.A., integrado en un proyecto interuniversitario de educación a distancia. En 2001 se sacó por la Universidad Lusíada de Lisboa una licenciatura en Economía con la mejor nota de su promoción y amplió sus actividades consultoras en la firma LDN. No por ello dejó de interesarse en las cuestiones nacionales, como demostraban sus colaboraciones y análisis para varios medios de comunicación y su participación en el movimiento intelectual Pensar Portugal. En 2004 se puso a dar clases de Economía Aplicada en el Instituto Superior de Ciencias Educativas (ISCE) de Odivelas, en la Gran Lisboa, aunque continuó contratando como consultor, gestor y administrador de diversas empresas, particularmente el conglomerado de sociedades de inversiones Fomentinvest, que le reclutó como director financiero a instancias de José Ângelo Correia, responsable ejecutivo del grupo y dirigente histórico del PSD.

El retorno de los socialdemócratas al Gobierno en abril de 2002, como resultado de las elecciones de marzo, de la mano de José Manuel Durão Barroso no distrajo a Passos de sus abundantes participaciones en el sector privado. Tampoco le animó a regresar a la arena política el reemplazo en julio de 2004 de Durão Barroso, elegido presidente de la Comisión Europea, por Pedro Santana Lopes, el alcalde de Lisboa. 2004 fue el año en que el ex diputado contrajo segundas nupcias, luego de divorciarse de su primera esposa, con Laura Maria Garcês Ferreira, una fisioterapeuta oriunda de Guinea Bissau con la que iba a tener, en 2007, a su tercera hija.


2. La mirada puesta en el liderazgo del PSD

La estrepitosa derrota del PSD en las elecciones generales del 20 de febrero de 2005, cuyo anticipo había forzado el presidente de la República, Jorge Sampaio, tras declarar prematuramente agotado al Gobierno del PSD por su errática ejecución del programa de austeridad económica y las reformas estructurales que demandaba la Unión Europea, liquidó el fugaz y polémico liderazgo de Santana Lopes. El Gobierno nacional volvió a quedar en manos del PS, conducido por su nuevo secretario general, José Sócrates.

Sumido en el caos, el PSD convocó a toda prisa un congreso extraordinario, el XXVII en su lista de ordinales, y esta vez Passos acudió al cónclave integrado en la lista de Luís Marques Mendes, su antiguo jefe en el grupo parlamentario de la Asamblea. El 10 de abril de 2005, La victoria de Marques Mendes sobre su adversario Luís Filipe Menezes en la elección a la presidencia de la CPN del PSD catapultó a Passos a este órgano ejecutivo del partido, donde debutó directamente como uno de los seis vicepresidentes. Ese año, el 9 de octubre, tocaban elecciones autárquicas y el economista se presentó en la ciudad norteña donde había transcurrido su niñez y primera juventud, Vila Real. Una vez electo, fue investido presidente de la Asamblea del municipio.

A comienzos de 2006 Passos renunció a la vicepresidencia del partido, que no consiguió cerrar las disputas internas y que en septiembre del año siguiente conoció la revancha de Luís Filipe Menezes frente a Marques Mendes en la lucha por el liderazgo. El perfil político bajo del regidor municipal duró dos años, tiempo en el cual siguió añadiendo renglones a su currículo empresarial. En Fomentinvest asumió las administraciones ejecutivas del subholding de Consultoría y Gestión de Proyectos, y, dentro de este, de Fomentinvest Ambiente, sociedad que a su vez reunía a las firmas Ecoambiente, Ribtejo y HLC Tejo, todas ellas administradas o presididas por él.

Menezes aguantó en la jefatura del partido menos de siete meses. El 17 de abril de 2008, alegando que desde su elección a finales de septiembre venía soportando presiones constantes, arrojó la toalla y convocó otra votación presidencial directa, abierta a la militancia de acuerdo con el sistema inaugurado en 2006, para definir a su sucesor. Fue el momento para la reaparición de Passos, que se postuló a la presidencia de la CPN socialdemócrata con una plataforma que los comentaristas describieron como muy pragmática, con fuertes acentos neoliberales. El 31 de mayo confrontó su ambición con la economista Manuela Ferreira Leite, veterana de los gobiernos de Cavaco y Barroso, y con Santana Lopes. La pugna, bastante equilibrada, se dirimió en favor de la primera, que con el 37,9% de los votos aventajó en siete puntos –traducidos en votos, una diferencia de sólo 2.900- a Passos Coelho. A continuación, el derrotado presentó su lista de candidatos al Consejo Nacional del partido, con él a la cabeza. El XXXI Congreso, celebrado en Guimarães del 20 al 22 de junio, reprodujo el reparto de fuerzas definido por la elección directa de mayo, tal que los partidarios del edil colocaron a 16 representantes en el máximo órgano entre congresos.

Instalado en la primera línea de la política partidista, Passos multiplicó los gestos que reflejaban su intención de disputar la presidencia del partido a la primera oportunidad que se le presentara y de convertirse en el líder de la oposición al Gobierno socialista de Sócrates. En el ámbito profesional, comenzó a cortar amarras con Fomentinvest. En el terreno conceptual, puso en marcha la Asociación Construir Ideas-Plataforma de Reflexión Estratégica, grupo de debate y promoción de proyectos con vocación de think tank que lanzó una batería de propuestas para afrontar la crisis económica que golpeaba a Portugal, el cual entró en recesión en el último trimestre de 2008 (si bien iba a salir de la misma en el segundo trimestre de 2009) y veía desmandarse el déficit público.

Con una orientación ideológica inequívoca, Construir Ideas hacía hincapié en las nociones de competitividad, iniciativa privada, actitud emprendedora, responsabilidad individual, autonomía de la sociedad civil, descentralización y desburocratización del Estado, el cual no debía ser el "proveedor exclusivo de bienes y servicios públicos". En su carta de principios, la plataforma propugnaba un "humanismo personalista" y una "sociedad de matriz liberal, justa y solidaria", y ensalzaba la iniciativa privada como "un agente prioritario de la acción económica y como un socio necesario en las prestaciones sociales".

El runrún del cambio de guardia volvió a sonar en el PSD, que desde los años de Durão Barroso no había encontrado a un líder capaz de consolidarse, a raíz de las elecciones legislativas del 27 de septiembre de 2009. Pese a su agresiva campaña, volcada contra la gestión socialista de la grave crisis financiera y sus proyectos de infraestructura (la conexión con la red ferroviaria española de alta velocidad), Ferreira Leite no consiguió tirar con fuerza del partido, que se estancó en el 29% de los votos y sólo recuperó seis diputados, pasando de 75 a 81. El PS retrocedió considerablemente, pero preservó una mayoría simple de 97 escaños, suficiente para seguir gobernando con pactos parlamentarios puntuales.

Ferreira Leite se resignó a abandonar el liderazgo del partido, que se preparó para su cuarta elección directa en cuatro años. Passos, coincidiendo con la aparición en las librerías de un ensayo suyo titulado Mudar, lanzó su candidatura, que halló la rivalidad de Paulo Rangel, José Pedro Aguiar-Branco y Castanheira Barros. De los tres, sólo tenía peso el primero, un protegido de Ferreira Leite, quien le había nombrado jefe del grupo parlamentario socialdemócrata y cabeza de lista en las elecciones al Parlamento Europeo, donde actualmente servía. Los sondeos vaticinaban una elección muy reñida entre el vocero de la renovación del discurso del PSD en su acepción más liberal, Passos, y el atribuido representante del tradicionalismo cavaquista, Rangel. El 26 de marzo de 2010, sin embargo, el titular de la Asamblea Municipal de Vila Real se proclamó presidente de la CPN con un porcentaje inesperadamente alto de votos, el 61,2%. El nuevo liderazgo socialdemócrata fue confirmado por el XXXIII Congreso del partido, celebrado en Carcavelos, Cascais, entre el 9 y el 11 de abril.


3. En la oposición al Gobierno Sócrates: del auxilio al desvalimiento frente a la crisis de la deuda

Passos Coelho llegó a la cumbre del PSD en un momento muy delicado del curso nacional. Aunque la producción económica volvía a arrojar números positivos –en el primer trimestre del año el PIB creció el 1,1%, una de las tasas más destacadas de la UE en ese período-, las finanzas públicas, con un 9,4% de déficit, estaban lo suficientemente deterioradas como para inundar de desconfianza los mercados de deuda soberana, que demandaban mayores rentabilidades para los bonos lusos a largo plazo, aunque los intereses puramente especulativos resultaban evidentes. El nivel de endeudamiento público, del 77%, se hallaba dentro de la media europea. Además, en Portugal no había estallado ninguna burbuja inmobiliaria, lo que, de todas maneras, tampoco había librado a varios bancos privados de una peligrosa descapitalización.

Las autoridades de la eurozona, muy preocupadas por el poder contagioso de la crisis que estaba destrozando la deuda griega y poniendo al país heleno al borde de la quiebra, presionaban a Lisboa para que hiciera vigorosos ajustes so pena de sufrir las tensiones que afectaban al socio mediterráneo. En marzo de 2010, días antes de la elección en el PSD, el Gobierno Sócrates había lanzado un primer paquete de austeridad para cumplir con su objetivo de reducir el déficit del 8,3% previsto para este año al 2,8% en 2013, dos décimas por debajo del tope fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE.

El líder socialdemócrata aceptó colaborar con el Ejecutivo dando argumentos de interés nacional. El 28 de abril, después de que las agencias de calificación de riesgos empezaran a rebajar drásticamente sus notas de solvencia para los títulos del tesoro portugués, Passos respondió al llamado de Sócrates para reunirse con él ante las cámaras y transmitir a los mercados una imagen tranquilizadora. El opositor, no obstante, advirtió al primer ministro que si de verdad quería alcanzar sus metas de déficit debía cancelar todos los grandes proyectos de obras públicas. El Gobierno tomó una decisión parcial al respecto, pues mantuvo los planes de las obras del tren de alta velocidad entre Lisboa y Madrid, que seguían siendo impopulares en amplios sectores del PSD.

El 13 de mayo Passos volvió a echar un capote a Sócrates al pactar con él un segundo e impopular plan de ahorro, a modo de medidas adicionales al Programa de Estabilidad y Crecimiento presentado en Bruselas, por valor de 2.100 millones de euros, entre subidas de impuestos y recortes de gastos, para conseguir que el año en curso cerrara con un déficit rebajado al 7,3% y el ejercicio de 2011 con una tasa del 4,6%. Como queriendo nadar y guardar la ropa, el socialdemócrata se excusó "por apoyar al Gobierno en sus medidas, porque son duras para los portugueses y para el país", pero, puesto que la situación era de "emergencia nacional", no era "el momento de pedir responsabilidades, sino de dar una solución". La cooperación del principal partido de la oposición se prolongó unos meses más, tiempo en el cual la prima de riesgo portuguesa fue de mal en peor, hasta el punto de advertir el ministro de Exteriores, Luís Amado, que si el Gobierno no obtenía de los socialdemócratas un pacto fiscal en firme Portugal podría verse abocado a abandonar el euro.

El 21 de mayo el PSD se abstuvo en una moción de censura lanzada por el Partido Comunista. Lo mismo sucedió el 26 de noviembre con la votación de los Presupuestos Generales de 2011, que contenían en la práctica un tercer y drástico Programa de Estabilidad y Crecimiento (PEC III), el cual perseguía un ahorro de 5.120 millones de euros manteniendo el objetivo de déficit del PEC II. El tercer PEC, anunciado por el Ejecutivo a finales de septiembre, salió adelante en la Asamblea después alcanzar Passos y Sócrates un "entendimiento" básico: a cambio de su voto abstinente, el PSD obtuvo unas enmiendas a la versión original del documento, en particular el mantenimiento de las deducciones fiscales para la mayoría de los contribuyentes. Se trataba de "evitar un mal mayor", la declaración de una crisis política y la eventual dimisión del primer ministro, que podrían añadir más negatividad a la crisis financiera.

Pero incluso antes de aprobarse los presupuestos, Passos empezó a cambiar de actitud, poniendo en evidencia que las relaciones con el PS estaban muy deterioradas y que el soporte por defecto al Gobierno no daba para más. Molesto por la insistencia de Sócrates en restar gravedad a la marejada, el opositor acusó al Ejecutivo de haber maquillado durante años las verdaderas dimensiones del déficit y la deuda públicos mediante el escamoteo de una serie de gastos en las sucesivas redacciones presupuestarias. Passos habló de "cifras ficticias". De hecho, en 2010, como iba a saberse después, el Estado luso acumuló un déficit del 9,1% y una deuda del 93%.

La ruptura llegó en marzo de 2011. Luego de haber respaldado dos planes de ajuste y de haberse abstenido en dos mociones de censura presentadas por la extrema izquierda (la última, el 10 de este mismo mes), Passos emitió un claro no al llamado PEC IV, el cual, adaptándose a un nuevo escenario de recesión que dinamitaba las previsiones de crecimiento del Gobierno, aspiraba a ahorrar 5.000 millones de euros en los próximos tres años e incluía recortes generalizados en las pensiones, la sanidad, la educación, las prestaciones sociales y la inversión pública.

Passos compartía los objetivos de Sócrates de reducir progresivamente el déficit al 4,6% a finales de este año, al 3% en 2012 y a tan sólo el 2% en 2013, índice que era 0,8 puntos inferior al acordado inicialmente con Bruselas; de hecho, no cuestionaba la necesidad de un plan de estabilidad realista, pero sí cómo lo había elaborado el Ejecutivo, de resultas de un mal cálculo económico, a toda prisa y de espaldas a su partido. No le gustaba la balanza entre recortes de gastos y subidas de impuestos, en su opinión demasiado desequilibrada en el segundo plato.

Como a posteriori iba a asegurar en una entrevista a The Wall Street Journal, el PEC IV, tal como estaba, imponía "sacrificios inaceptables a los miembros más vulnerables de la sociedad". El primer ministro socialista, que se disponía a partir a la capital comunitaria para dar las enésimas explicaciones a los colegas y responsables europeos, advirtió que si el PEC IV era impugnado por la Asamblea él no tendría más salida que la dimisión, lo que implicaría la convocatoria de elecciones generales. Ese era ya el escenario asumido y deseado por los socialdemócratas, que el 23 de marzo, uniéndose al resto de la oposición, dieron sus votos a una resolución que rechazaba el proyecto del Gobierno.

Cumpliendo su amenaza, Sócrates presentó su renuncia al presidente de la República, Cavaco Silva, quien llamó a comicios anticipados para el 5 de junio. A la declaración de la crisis política, provocada, según Sócrates, "irresponsablemente" por el PSD, le siguieron nuevas rebajas de nota por las agencias de rating, estimulando a su vez las presiones de los compradores de deuda, que exigieron unos tipos de interés estratosféricos, a todas luces insostenibles por el Estado. En Lisboa empezó a sobrevolar el fantasma de una vasta operación de rescate concertado por la UE y el FMI, salvavidas al que ya habían tenido que resignarse los gobiernos de Atenas y Dublín, y que Passos consideraba ineludible.


4. Primer ministro de Portugal bajo el signo del rescate financiero

En las semanas que siguieron al rechazo parlamentario del PEC IV, Passos y Sócrates intercambiaron duras recriminaciones, sobre todo luego de que el primer ministro, el 6 de abril, reconociera que el país, dada su situación límite, necesitaba "recurrir a los mecanismos de financiación disponibles en Europa". El paquete del rescate portugués quedó cuantificado en 78.000 millones de euros –7.000 menos que el irlandés y 32.000 menos que el griego- a inyectar en tres años; de ese monto, 52.000 millones los aportaría la UE, a través de los dos fondos constituidos por los países de la eurozona en mayo de 2010 para afrontar la crisis de Grecia, la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera (MEEF), y el tercio restante el FMI. Washington y Bruselas fiarían a unos tipos de interés que oscilarían entre el 4,25% y el 6%.

Las negociaciones con la troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI produjeron un Memorando de Entendimiento que estipulaba unos topes de déficit público del 5,9% en 2011, el 4,5% en 2012 y el 3% en 2013. A cambio de los créditos para cumplir estos objetivos, Portugal debía aplicar un estricto programa de consolidación fiscal que iba más allá de lo contemplado por el PEC IV, ya que además del tijeretazo en las partidas sociales y la subida general de impuestos y tarifas se imponían duras reformas estructurales, principalmente la privatización de empresas públicas de transportes, comunicaciones, energía y seguros -junto con la reprivatización del Banco Portugués de Negocios (BPN), nacionalizado por insolvente en 2008, para cuya capitalización el rescate destinaría 12.000 millones- y la reforma del ordenamiento laboral, con abaratamiento del despido, ligazón de los salarios a la productividad y reducción del subsidio de desempleo.

El Ministerio de Finanzas reconoció que el país tenía por delante dos años de retroceso económico. El 13 de mayo el Instituto Nacional de Estadística informó que la economía había vuelto a caer en la recesión al encadenar dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, el -0,6% en el cuarto de 2010 y el -0,7% en el primero de 2011. El paro, desbocado, se hallaba en el 12,6%, tasa insólita en Portugal, y su destino era seguir subiendo. En la precampaña y la campaña electorales, Passos acusó a Sócrates de "rozar el terrorismo político" por haberse pasado más de medio año diciendo que Portugal no necesitaría ser rescatado, condenando al país a soportar unos deberes de ajuste mucho más severos cuando le llegó la hora de claudicar. El primer ministro, a su vez, echó en cara al opositor su "hipocresía" por haber tumbado un plan de estabilización cuya filosofía y objetivos, en realidad, asumía.

Con las encuestas a favor pero sin ventajas muy abultadas sobre el PS debido a la importancia de la otra fuerza parlamentaria del arco conservador, el muy derechista y democristiano Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP) de Paulo Portas, socio del PSD en los Gobiernos de Barroso y Santana y seguramente de nuevo en uno encabezado por él, Passos prefirió no ser muy concreto sobre las medidas que aplicaría desde el poder, aunque tampoco quedaba mucho espacio para la duda. Tanto el PSD como el PS y el CDS-PP habían afirmado su compromiso con la implementación del plan internacional de rescate, sus objetivos de déficit, sus cifras de ahorro y sus capítulos operativos.

Quienquiera que gobernase, iba a tener un margen de maniobra muy limitado, ya que Portugal estaba sometido básicamente a un diktat con exigencia de resultados a corto plazo. Él, el más liberal de los cabezas de lista, encontraba más fácil el acomodo doctrinal de cuestiones tan peliagudas como las privatizaciones, los recortes de plantillas en el sector público y la flexibilidad del mercado laboral. Otro punto, la bajada de las deducciones fiscales de personas físicas y sociedades, aunque ingrato, tendría que aplicarlo sin rechistar. En una entrevista para el Financial Times, vislumbró para Portugal "dos años terribles".

El 5 de junio de 2011 el PSD, con el 38,6% de los votos y 108 escaños (uno de los cuales fue, tras 12 años ausente de la Asamblea, para Passos, en representación de Vila Real), obtuvo sus mejores resultados en unas generales en las últimas dos décadas y se quedó a un paso de la mayoría absoluta. Para regresar al Gobierno, los socialdemócratas iban a necesitar el respaldo de los populares, terceros con 24 escaños. De inmediato, Portas se declaró listo para suscribir un acuerdo de legislatura. La premura se apoderó de las maniobras poselectorales. El ganador de la jornada explicó que la máxima prioridad era "recuperar la credibilidad internacional y la confianza de los mercados", lo que pasaba por acatar el programa de ayudas externas e incluso ir "más allá" (en expresión ya empleada durante la campaña, en una entrevista de la agencia Reuters), aplicando un plan de austeridad más ambicioso que el firmado con la troika. En consecuencia, el próximo Gobierno debía constituirse en un "tiempo récord".

El presidente Cavaco pensaba lo mismo y en la jornada posterior a los comicios recibió a Passos en el Palacio de Belém para encomendarle la formación "urgente" de un Gabinete con un "apoyo parlamentario mayoritario y consistente", capaz de hacer frente a la "grave situación económica y social" en que se encontraba el país. Uno y otro querían que el nuevo Ejecutivo estuviera listo para antes del próximo Consejo Europeo de Bruselas, los días 23 y 24 del presente mes. El 14 de junio Passos comunicó a Cavaco que ya tenía listo el pacto de gobierno con Portas. Al día siguiente, el presidente designó formalmente primer ministro al socialdemócrata, que prometió "liderar la gran transformación que el país demanda", lo que suponía "una tarea gigantesca". El programa de gobierno, titulado Mayoría para el Cambio, ambicionaba no sólo "cambiar de políticas" para atajar las penurias financieras del presente, sino "cambiar el propio modelo de desarrollo económico y social del país", iniciando las "transformaciones estructurales necesarias para un crecimiento sostenible a todos los niveles", y, al mismo tiempo, "garantizar el Estado social".

El documento no decía una palabra sobre privatizaciones, capítulo en el que Passos y Portas discrepaban abiertamente; así, el primero era firme partidario de abrir al capital privado la radiotelevisión pública (RTP), la Caja General de Depósitos (CGD) y Aguas de Portugal. La única entidad mencionada en el programa era el Servicio Nacional de Salud (SNS), para advocar su "humanización" y "sostenibilidad" "humanización". Los socialistas llevaban un tiempo advirtiendo que Passos, ambiguo sobre el particular, también contemplaba privatizar parcialmente la sanidad pública. El memorándum firmado con la troika el 17 de mayo establecía la privatización hasta 2013 de Aeropuertos de Portugal, la aerolínea TAP, la transportista CP Carga, las energéticas GALP, EDP y REN, Correos de Portugal y Caixa Seguros. En realidad, la mayoría de estas compañías ya había decidido privatizarlas el Gobierno antes de la crisis. Pero el Gobierno también debía identificar a "dos grandes empresas adicionales" para ser privatizadas en 2012.

El 17 de junio Passos desveló la composición de su equipo de gobierno. En aras de la austeridad, sólo había once ministros, cinco menos que en el gobierno saliente. Cuatro titulares eran de su partido, tres del CDS-PP y los cuatro restantes, independientes. Portas obtenía la cartera de Exteriores y el sensible Ministerio de Finanzas era confiado a un economista sin filiación, Vítor Gaspar. El 21 de junio tomó posesión el Gobierno Passos, el decimonoveno constitucional de la Tercera República Portuguesa. En su discurso inaugural, el flamante primer ministro luso afirmó que la nación ibérica "jamás podrá regresar a la ilusión de que la espiral de la deuda alimenta el crecimiento. Portugal sabe por experiencia propia que la embriaguez de la deuda conduce a un falso y corto bienestar, hasta el día en que llegan la factura y el colapso".

(Cobertura informativa hasta 21/6/2011)