Milo Djukanovic

Ya como primer ministro (cuatro veces), ya como presidente (otras dos), Milo Djukanovic ha estado desde 1991 en la cúpula del poder de Montenegro y en 2018 cumplió dos décadas como la figura dominante, omnipresente aún en los cortos períodos en que ha estado apartado del timón institucional, de esta pequeña república de los Balcanes Occidentales. Convertido en su momento en el más joven jefe de Gobierno europeo y el único dirigente de la antigua Yugoslavia comunista que supo reinventarse y perdurar en plenitud de atribuciones hasta nuestros días, Djukanovic ha sido en todos estos años un estadista carismático y con olfato. La habilidad y el oportunismo han envuelto su perfil ideológico fluctuante.

Al principio un colaborador dócil de Slobodan Milosevic y su proyecto chovinista de la Gran Serbia, en 1997 Djukanovic dio el arriesgado paso de emanciparse de la tutela de Belgrado, haciéndose con el control del hasta entonces proserbio y neocomunista Partido Democrático de los Socialistas (DPS), abrazando un programa de reformas económicas de mercado e imprimiendo un viraje diplomático prooccidental específico de Montenegro, el socio menor, y en lo sucesivo díscolo, de la nueva federación yugoslava. En 2002 su proyecto soberanista para un país que ya había gozado de la independencia nacional entre 1878 y 1918 quedó en suspenso por presiones europeas; entonces, Djukanovic fue forzado a negociar con las nuevas autoridades de Belgrado la reformulación del Estado serbo-montenegrino sobre bases prácticamente confederales. Para el hombre fuerte de Podgorica, la unión de Serbia y Montenegro proclamada en 2003 no era más que un arreglo de transición de tres años hasta la completa independencia de su país, hecha, en efecto, realidad en 2006.

Desde entonces, el más reciente Estado europeo, un país montañoso y con tirón turístico estratégicamente asomado al mar Adriático, persiguió con denuedo la doble incorporación en la UE y la OTAN. Con Bruselas, Djukanovic firmó primero el Acuerdo de Estabilización y Asociación, luego el Consejo Europeo aprobó la candidatura al ingreso y en 2012, finalmente, arrancaron las negociaciones de una adhesión que podría no producirse hasta 2025. En cuanto a la Alianza Atlántica, en 2017 el país pasó a ser su 29º miembro, histórico alineamiento estratégico de Montenegro que desagradó profundamente a Rusia y que dio trasfondo a una presunta conspiración golpista de elementos prorrusos urdida por Moscú y desbaratada por el Gobierno, así lo aseguró este, en 2016. Entre tanto, Djukanovic, en tanto que presidente del DPS, siguió ganando todas las elecciones celebradas y resistiendo la hostilidad de una oposición beligerante que le acusa, con base a investigaciones periodísticas internacionales, de apadrinar tramas de corrupción y del crimen organizado.

En abril de 2018, con 56 años, edad a la que ningún otro dirigente mundial puede ofrecer un currículum político tan apretado como el suyo, Djukanovic puso fin a su cuarto paréntesis en el Ejecutivo (de dos años de duración, a sumar a las vacancias de 2002-2003, 2006-2008 y 2010-2012) como ganador de las elecciones que le devolvían a la Presidencia de la República, ocupada por primera vez en 1998-2002. Hoy más que nunca, el líder montenegrino subraya la vocación europea de su proyecto político y denuncia las injerencias desestabilizadoras de Rusia, que ejerce una "influencia destructiva" en los Balcanes y "amenaza la misma existencia" de la UE.


(Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 30/11/2018. El presidente Milo Djukanovic se presentó a la reelección el 19/3/2023. Con el 35,4% de los votos, el mandatario quedó provisionalmente primero y pasó a disputar una segunda vuelta con su adversario de la oposición Jakov Milatovic. El balotaje tuvo lugar el 2/4/2023 y en él Djukanovic, con el 41,1% de los votos, resultó derrotado por Milatovic, quien el 20/5/2023 le sucedió en la jefatura del Estado. El 6/4/2023 Djukanovic cesó asimismo como presidente del partido DPS tras 25 años de liderazgo).

1. Precoz dirigente del socialismo montenegrino
2. Ruptura con el eje Milosevic-Bulatovic y apuesta por la soberanía de Montenegro
3. Estado común transitorio e independencia nacional pactados con Serbia
4. Nuevos mandatos gubernamentales; la doble apuesta por la UE y la OTAN
5. Acusación de injerencia a Rusia en 2016 y retorno a la Presidencia de la República en 2018


1. Precoz dirigente del socialismo montenegrino

Hijo de una familia acomodada (el padre era juez y la madre enfermera) de la entonces República Socialista de Montenegro, su carrera política fue tan temprana como veloz. A los 15 años, siendo aún estudiante de secundaria en su Niksic natal, fue admitido en la Liga de la Juventud Socialista de Montenegro (SSOCG) y cuando alcanzó la mayoría de edad recibió la cédula de militante en la Liga de los Comunistas de Montenegro (SKCG). Como en la filiación anterior, esta admisión supuso el ingreso automático en el equivalente de la SKCG a nivel federal, la Liga de los Comunistas Yugoslavos (SKJ), el partido único del régimen instaurado por Josip Broz Tito en 1945. Tito falleció el mismo año, 1980, en que Djukanovic ingresó en la Escuela de Economía de la Universidad de Titogrado, la capital montenegrina, luego llamada Podgorica.

No tardó en ponerse al frente de la sección de la SSOCG de su facultad, además de acceder a la comisión de actividades sociopolíticas de la Liga de la Juventud Socialista de Yugoslavia (SSOJ), en la que la SSOCG estaba federada. En 1986 obtuvo la licenciatura, pero lejos de dedicarse a la profesión para la que estaba formado intensificó sus actividades como oficial político con dedicación exclusiva. Elegido en 1987 presidente de la SSOCG y miembro de la presidencia de seis miembros de la SSOJ, Djukanovic se situó en la órbita de Momir Bulatovic, un posgraduado que en 1988 fue elegido jefe de la célula de la SKCG en la Universidad a instancias del presidente de la Liga de los Comunistas Serbios, Slobodan Milosevic, luego presidente de la República Socialista de Serbia. Por aquel entonces, Milosevic estaba instigando el reemplazo de las viejas guardias titistas en Montenegro y las provincias autónomas serbias de Kosovo y Vojvodina, luego de haberlo hecho él en la propia Serbia, operación que tomó el nombre de "revolución antiburocrática" pero que en realidad escondía una agenda nacionalista serbia.

Djukanovic y Bulatovic se plegaron a colaborar con el intrigante dirigente de Belgrado, embarcado en un proyecto nacional serbio incompatible con el propósito que había guiado la fundación de la Federación Yugoslava en 1945, en la que la república hermana de Montenegro tenía un lugar en pie de igualdad. En abril de 1989 Bulatovic fue elegido secretario del Comité Central de la SKCG y Djukanovic fue confirmado miembro del mismo. Sin desprenderse todavía de su cargo en la SSOJ, el 15 de febrero de 1991, coincidiendo con su 29 cumpleaños, Djukanovic se convirtió en primer ministro de Montenegro después de que la SKCG ganara la mayoría absoluta de la Asamblea Popular y Bulatovic la Presidencia de la República en las elecciones pluralistas de  diciembre de 1990. El 22 de junio de 1991 la SKCG pasó a llamarse Partido Democrático de los Socialistas de Montenegro (DPS), que siguió siendo la fuerza predominante en la república tras las nuevas elecciones del 20 de diciembre de 1992. 

El joven jefe del Gobierno montenegrino tuvo sus primeras diferencias serias con Bulatovic y Milosevic después de alinear su segundo Gabinete en marzo de 1993, cuando aquellos amagaron con descabalgarle del puesto. El mencionado dúo dejó de confiar en Djukanovic, no por presentar una postura crítica frente a las guerras nacionalistas de Croacia y Bosnia-Herzegovina, donde el eje serbo-montenegrino apadrinaba las pretensiones soberanistas de las fuerzas serbias locales y daba cobertura a sus prácticas de limpieza étnica, sino por razones de índole interna: Djukanovic empezó a demandar para Montenegro un papel equitativo y no supeditado a Serbia dentro de la República Federal de Yugoslavia, la cual, luego de declarar la independencia eslovenos, croatas, bosnios y macedonios, había sido proclamada el 27 de abril de 1992 por estas dos repúblicas con estrechos lazos históricos y culturales.

A mediados de la década Djukanovic hizo oír sus quejas sobre que las instituciones federales (Asamblea, Presidencia y Gobierno), donde el DPS se repartía los ministerios con el Partido Socialista de Serbia (SPS), estaban distorsionadas por la omnipresencia de Milosevic, quien, sin ostentar cargo federal alguno, dirigía de hecho la Federación a su gusto y medida. Se trataba de una instrumentación a la que Bulatovic, un milosevista inquebrantable, más leal que algunos socialistas de la propia Serbia, se había sometido con servilismo.

Las discrepancias se mantuvieron más o menos encauzadas hasta 1997, cuando Milosevic, con su escalada autoritaria en Serbia, dilapidó el crédito internacional adquirido por la firma en noviembre de 1995 de los acuerdos de paz de Dayton para Bosnia-Herzegovina. La persecución antidemocrática en Serbia provocó la reactivación de algunas de las sanciones exteriores que habían hecho estragos en la economía yugoslava mientras duraron las guerras de Croacia y Bosnia, con los consiguientes perjuicios para la pequeña Montenegro. Djukanovic aplaudió los compromisos de Dayton, que enterraron el mito de una Gran Serbia a costa de la integridad territorial de Bosnia-Herzegovina, pero todavía en febrero de 1996 declaró que el líder serbobosnio Radovan Karadzic, acusado de crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional de La Haya, podía visitar Montenegro cuando quisiera.


2. Ruptura con el eje Milosevic-Bulatovic y apuesta por la soberanía de Montenegro

A lo largo de 1996 el dirigente montenegrino tanteó su margen de maniobra sin abandonar la ambigüedad sobre qué era lo que pretendía exactamente. En abril encabezó una delegación republicana que visitó Estados Unidos para normalizar las relaciones diplomáticas particulares de Montenegro y abrir la puerta a una asistencia económica que Occidente, todavía, no estaba dispuesto a discriminar porque seguía considerando a Milosevic el único portavoz para los asuntos de Yugoslavia. Precisamente, cómo enfocar las relaciones con el FMI era en ese momento un motivo principal de desacuerdo con Milosevic. Con todo, en mayo, Djukanovic declaró que los intereses de Montenegro se hallaban "dentro de Yugoslavia, a pesar de algunas diferencias temporales", añadiendo que la independencia estaba descartada por tratarse de una aspiración absolutamente minoritaria en la opinión pública montenegrina.

Al comenzar 1997, luego de formar Djukanovic  su tercer Gabinete en Podgorica en virtud de los resultados de las legislativas de noviembre de 1996, el tenso pulso callejero entre Milosevic y la oposición democrática de Serbia por el control del ayuntamiento de Belgrado (que la última había ganado limpiamente en las elecciones municipales), deslizó la actitud disidente del gobernante montenegrino hacia un punto de no retorno. El primer ministro empezó a calificar al caudillo serbio de "incompetente" y de obstinarse en "políticas obsoletas" que no le hacían ningún servicio a la Federación. Los medios estatales de Belgrado replicaron con ferocidad a Djukanovic tildándole de "arrogante" y "traidor", y acusándole de pretender dinamitar la unión política entre las dos repúblicas. Djukanovic reclamó abiertamente un estatus de igualdad para Montenegro en la Federación y el salto a un sistema de plena economía de mercado, con la mirada puesta en la asistencia financiera y las inversiones occidentales

La más contundente maniobra de los milosevistas contra Djukanovic se produjo el 25 de marzo de 1997, fecha en que el primer ministro, después de reclamar la dimisión del presidente serbio, fue defenestrado de la vicepresidencia del DPS. Con habilidad, Djukanovic reorganizó a sus seguidores y planteó una lucha entre facciones que, aunque muy mediada por las inquinas personales, ventilaba los feroces desacuerdos ideológicos y estratégicos entre autonomistas y proserbios. El tumulto partidario derivó en un pulso institucional entre la Presidencia de la República y el Gobierno, pero la perspectiva de una moción de censura parlamentaria contra el primer ministro por iniciativa del que todavía seguía siendo su partido se disipó cuando el 13 de mayo el DPS reeligió a Djukanovic como su vicepresidente.

Este primer tanto se lo apuntó Djukanovic. Sin embargo, la división en el DPS no fue suficiente para impedir que el 15 de julio de 1997 Milosevic fuera elegido por la Asamblea Federal —donde el partido disponía de 40 escaños entre las dos cámaras— presidente federal, prolongando así su poder fáctico más allá del límite constitucional a su mandato presidencial en Serbia, expirado el 23 de julio. Djukanovic tenía sobradas razones para temer que, con Milosevic de titular, la oficina presidencial de Yugoslavia perdiera sus atribuciones ceremoniales sobre el papel y se convirtiera en un poderoso centro de poder político. En la votación efectuada por la ejecutiva del DPS el 23 de junio se impusieron los que no objetaban la candidatura presidencial de Milosevic. Pero Djukanovic y sus partidarios se tomaron la revancha el 11 de julio, cuatro días antes de la investidura de Milosevic, cuando el Comité Directivo del partido votó la expulsión de Bulatovic como jefe y su sustitución por Milica Pejanovic-Djurisic, afecta al primer ministro.

El golpe interno de Djukanovic tenía en perspectiva las elecciones presidenciales del otoño y la nominación de un candidato por el partido. El 31 de julio Djukanovic fue registrado por la Comisión Electoral de la República. Sin escindirse formalmente todavía, Bulatovic y sus leales insistieron en representar la legalidad del DPS y recurrieron su defenestración ante el Tribunal Constitucional de la República, que el 14 de agosto falló en favor de Djukanovic. Sin embargo, sucedió que el Tribunal Constitucional de la Federación descalificó el auto de la corte anterior, de manera que a las elecciones montenegrinas del 5 de octubre de 1997 se presentaron los dos líderes rivales bajo la misma bandera partidista, si bien desde el 2 de septiembre la facción de Bulatovic estaba constituida como grupo autónomo en el Parlamento de Podgorica con la adhesión de 15 de los 45 diputados del DPS.

Durante la campaña presidencial, Djukanovic insistió que su propósito no era otro que democratizar la Federación, propiciar reformas de mercado y acabar con el trato discriminatorio que, a su juicio, la reducida y montañosa Montenegro recibía de su poderoso compañero de viaje, descartando aún la salida independentista. Las sanciones internacionales contra Yugoslavia y la prolongación de las tensiones militares en el Adriático (precisamente, una disolución de la Federación dejaría a Serbia sin salida al mar) habían sido un pesado lastre para las dos principales fuentes de ingresos de Montenegro, el comercio marítimo y el turismo. Por otro lado, entre los argumentos aventados contra Djukanovic por sus enemigos no faltaron imputaciones de enriquecimiento personal y de construcción de una base de poder salpicada de amiguismo, nepotismo, negocios dudosos y contrabando, al socaire de la contracción del comercio legal.

El 5 de octubre de 1997 Bulatovic se adelantó con el 47,4% de los votos, seguido muy de cerca por Djukanovic con el 46,7%, resultado inconcluso que hizo necesaria una segunda vuelta el 19 de octubre. Atrayendo voto útil desde la oposición no socialista, Djukanovic consiguió imponerse en el balotaje con el 50,8% de los sufragios, un margen tan ajustado (exactamente 5.488 votos de diferencia) como para dar pábulo a denuncias de pucherazo electoral por Bulatovic. Este, convenientemente respaldado por su mentor de Belgrado, amagó con no reconocer al presidente electo y en los primeros días de 1998 intentó enmarañar su toma de posesión con una campaña de disturbios que supuestamente habría perseguido la declaración por el Gobierno Federal del estado de emergencia en Montenegro, a cuyo amparo los milosevistas bien habrían podido perpetrar un golpe de fuerza. La Policía montenegrina, fiel a Djukanovic, pudo sofocar esta agitación de los bulatovistas sin que la violencia pasara a mayores.

La victoria de Djukanovic en las presidenciales de 1997 fue saludada por los países occidentales, por los serbios moderados de Bosnia y por la oposición democrática de Serbia, que se aprestaba a coordinarse con él dentro de un gran movimiento de fuerzas reformistas en toda Yugoslavia. Puesto que entonces todavía gozaba de alguna tolerancia en Occidente como el pacificador de Bosnia por su firma del acuerdo de paz de Dayton, y que acababa de esquivar por muy poco un nuevo ostracismo general por su reluctancia a aceptar la victoria de la oposición en las municipales serbias, Milosevic prefirió no provocar una crisis de mayor calado en Podgorica y se resignó a que su adversario prestara juramento como presidente de Montenegro el 15 de enero de 1998. El 5 de febrero Filip Vujanovic, ministro del Interior y uno de sus colaboradores más estrechos, sucedió a Djukanovic al frente del Gobierno.

La nueva etapa institucional de Djukanovic, que de paso sustituyó a Pejanovic-Djurisic en la jefatura nominal del DPS, coincidió con el estallido de la crisis de Kosovo y la huida hacia delante de Milosevic sin reparar en las consecuencias internacionales de su represión antialbanesa. Mientras exploraba la formación de un "consorcio político" con los opositores serbios para desalojar a Milosevic del poder, Djukanovic acusó al poder de Belgrado de haberse buscado la ruina él solo, sin necesidad de complots exteriores (una teoría cara a los medios afectos al régimen), apeló al sentido común sobre la cuestión de Kosovo, reclamó la cooperación con el Tribunal Penal de La Haya y, por primera vez, apuntó la posibilidad de celebrar un referéndum sobre la independencia de Montenegro si un obcecado Milosevic no le daba otra opción.

El presidente yugoslavo hizo como que no se enteraba de quién ostentaba el mando en Podgorica y siguió despachando asuntos con Bulatovic y su nuevo Partido Popular Socialista de Montenegro (SNP), creado el 21 de marzo, como si fueran los únicos representantes de Montenegro en la Federación. Así, el 18 de mayo de 1998 Milosevic forzó la destitución parlamentaria del primer ministro federal salido del DPS original, Radoje Kontic, y al día siguiente nombró en su lugar a Bulatovic.

El recambio en las instancias federales de Belgrado provocó las iras de Djukanovic, pues Milosevic, al obrar por su cuenta, había subvertido el principio de equidad entre las repúblicas. El presidente montenegrino consideró ilegal la promoción, que tanto tenía de desagravio para Bulatovic, de su archienemigo, se negó a reconocer su Gobierno y amenazó con boicotear el resto de instituciones de una Federación "herida de muerte por el hegemonismo serbio". En esta tesitura, las elecciones legislativas republicanas del 31 de mayo, las cuartas en ocho años, no tuvieron otra trascendencia que confirmar el arraigo del DPS, que, capitaneando la Coalición por una Vida Mejor, completada por el Partido Social Demócrata (SDP) y el Partido Popular (NS), se aseguró 42 de los 78 escaños con el 49,5% de los votos. El 16 de julio Vujanovic renovó su Gabinete con la inclusión de ministros del SDP y el NS.

Djukanovic, malabarismos verbales aparte, exhibió una postura de fondo inequívoca durante la guerra de Kosovo y la subsiguiente operación militar de la OTAN contra Yugoslavia. Hasta el fracaso final de las negociaciones de paz de Rambouillet como antesala de los bombardeos aéreos, en marzo de 1999, el presidente montenegrino exigió a Serbia que pusiera término a las operaciones militares antiterroristas contra la guerrilla albanokosovar del UÇK, que restaurara la autonomía provincial derogada en 1990 y que accediera a la internacionalización de un conflicto que auguraba un nuevo estrangulamiento económico del Estado.

Cuando la OTAN optó por la fuerza y empezó a bombardear, Djukanovic se guardó de emitir condenas a las agresiones militares para salvaguardar las infraestructuras de su república y no mal encararse con unos gobiernos occidentales que en su momento tendrían que sopesar la opción independentista de Montenegro. Únicamente, solicitó el cese de los ataques aéreos, en especial los que tenían por objetivos instalaciones civiles, a fin de no dar excusas a Milosevic para aplastar a la disidencia interna, y se lamentó de que los países que ahora querían acabar con el autócrata serbio hubieran negociado con él hasta la víspera, dando prelación a sus intereses geopolíticos sobre la causa de la democracia en Yugoslavia.

Puesto que Milosevic ya solo era un estorbo de imperiosa remoción en los Balcanes, la figura del tenaz y ubicuo dirigente montenegrino ganó muchos puntos en las capitales occidentales, que atendieron de buena gana sus demandas de protección militar y exención del castigo económico. En sus frecuentes visitas a Estados Unidos desde 1998 para explicar sus puntos de vista, Djukanovic recibió garantías de que no se toleraría una acción de fuerza de los milosevistas en Podgorica. No en vano, a lo largo de la campaña de bombardeos de la OTAN, prolongados hasta la capitulación de Belgrado el 10 de junio de 1999, hubo momentos en que parecía inminente un golpe de Estado de las tropas federales acantonadas en Montenegro, a las que se oponía una fuerza policial de 12.000 hombres pobremente armados. La UE accedió a suministrar a Djukanovic una ayuda económica específica, pero dejó claro que le consideraba no el jefe de un Estado soberano, sino un socio especial cuya cooperación iba en beneficio de todos.

En los meses que duró la movilización de la oposición democrática serbia y el enroque del régimen de Milosevic, Djukanovic redobló sus emplazamientos a redefinir las relaciones con Serbia y a cambiar la Federación por una asociación más laxa de tipo confederal, que salvaguardara la soberanía de Montenegro como un sujeto de derecho internacional. Cada vez más presente, la solución independentista se esgrimía ya tanto como un instrumento de presión para forzar las negociaciones exigidas como la consecuencia ineluctable del fracaso de las mismas. Djukanovic menudeó las reacciones de escepticismo sobre la supervivencia de la Federación a corto plazo si se mantenía "la dictadura de Milosevic o de su heredero", máxime cuando, en su opinión, el presidente yugoslavo era "incapaz de cambiar".

La campaña para la obtención de reconocimientos diplomáticos emprendida por Djukanovic se apuntó un gran éxito en agosto de 1999 al ser recibido en Moscú por el primer ministro Serguéi Stepashin y la élite política rusa. El acontecimiento fue una señal clara de que el principal aliado exterior con que contaba Milosevic estaba cansado de la maestría del autócrata serbio en envenenar periódicamente las relaciones internacionales y que ya no le consideraba el único interlocutor de Yugoslavia.

En noviembre de 1999 Djukanovic tomó un paso decisivo en dirección a la salida rupturista con la introducción del marco alemán como moneda de curso legal junto con el dínar. El Gobierno del DPS justificó la trascendental medida por la necesidad que había de proteger a la vulnerable economía montenegrina de eventuales perturbaciones monetarias en Serbia. La escalada inflacionista que hasta 2001 golpeó a Serbia iba a dar la razón a las autoridades de Podgorica. El 18 de aquel mismo mes, noviembre de 1999, el mandatario participó en Estambul a la VI Cumbre de líderes de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), asistiendo como representante de Yugoslavia en vez de la excluida delegación oficial; en la palestra paneuropea reunida en Turquía, Djukanovic compartió voz con los líderes opositores serbios Zoran Djindjic y Vuk Draskovic.

Aunque tras las elecciones legislativas de 1998 los partidarios de Djukanovic coparon los 20 asientos reservados a Montenegro en el Consejo de las Repúblicas o Cámara Alta de la Asamblea Federal de 40 miembros, el 6 de julio de 2000 el bloque milosevista conformado por el SPS, la neomarxista Izquierda Yugoslava (JUL) de su esposa Mira Markovic, el parafascista Partido Radical Serbio (SRS) de Vojislav Seselj y los diputados de Bulatovic sacó adelante un paquete de enmiendas constitucionales que, por un lado, reforzaba ostensiblemente los atributos del presidente federal y, por otro lado, convertía en inoperante toda maniobra de Podgorica en las instituciones comunes.

Así, al hacer del presidente federal un cargo de elección directa por los ciudadanos en lugar de por la Asamblea, teniendo presente la absoluta hegemonía demográfica de Serbia en Yugoslavia (el 94% de sus habitantes), la victoria de un candidato montenegrino quedaba imposibilitada. La idéntica reforma aplicada al Consejo de las Repúblicas era mucho más explícita sobre los propósitos de Milosevic con respecto a Montenegro. Como en lo sucesivo los 20 diputados reservados a la república iban a reproducir la situación de fuerzas el Parlamento de Podgorica, el Skupstina, y ya no podrían ser designados a su antojo por la mayoría parlamentaria de turno allí, el DPS, que estaba lejos de ser un partido hegemónico en casa, no podría bloquear ninguna disposición legislativa concerniente a la Federación.

La elección de Vojislav Kostunica como candidato unitario de la Oposición Democrática de Serbia (DOS) en las presidenciales yugoslavas del 24 de septiembre de 2000 puso fin a las especulaciones sobre una postulación de Djukanovic avalada por los demócratas serbios. Además, Djukanovic anunció el boicot a unas elecciones federales que consideraba ilegales y anticonstitucionales por convocarse después de que la Carta Magna se retocara sin el concurso de Podgorica. La decisión fue muy poco entendida, cuando no duramente criticada, dentro y fuera de Yugoslavia, ya que la autoexclusión del DPS del proceso ponía en bandeja al SNP la representación exclusiva de Montenegro en la Federación, y hacía insegura la misma derrota de Milosevic en las presidenciales, que las encuestas daban como automática si Djukanovic movilizaba a sus votantes en favor de Kostunica.

Djukanovic, que conocía muy bien a su peligroso antagonista, alertó que Milosevic no iba a dejar el poder por las buenas aunque las urnas le castigasen, y no descartó incluso el estallido de una guerra civil en Yugoslavia. La resistencia del autócrata a reconocer el triunfo de Kostunica el 24 de septiembre empezó a cumplir el lúgubre vaticinio de Djukanovic, pero el alzamiento popular del 5 de octubre en Belgrado precipitó, tras días de mucha tensión, la caída de Milosevic y la instalación como presidente federal de Kostunica.

Djukanovic se felicitó por el desenlace de la crisis poselectoral y estimó que, eliminado el principal obstáculo a la democratización de Yugoslavia, se abría una etapa de diálogo y entendimiento entre Serbia y Montenegro. Ahora bien, reiteró su boicot a las instituciones federales, que, aunque renovadas democráticamente en las urnas, desde el punto de vista jurídico seguían siendo el fruto de las artimañas de un régimen político que consideraba ilegítimo. De esta manera, Kostunica era reconocido por Podgorica solo como el "representante de la Serbia democrática". Cuando el 4 de noviembre echó a andar el nuevo Gobierno Federal de coalición con la DOS, el socio montenegrino no fue el DPS de Djukanovic sino el SNP de Bulatovic, uno de cuyos dirigentes, Zoran Zizic, suplió a Bulatovic como primer ministro.

El 17 de octubre Djukanovic recibió a Kostunica en Podgorica para analizar la nueva situación, pero con este encuentro quedó claro que las flamantes autoridades democráticas serbias eran solo algo más receptivas que el anterior régimen a las demandas del Gobierno montenegrino. Kostunica, con abierta hosquedad, y Djindjic (primer ministro de Serbia desde el 25 de enero de 2001), con un talante más positivo aunque bastante escéptico, dejaron claro al presidente montenegrino que nada se negociaría a menos que dejara de agitar el fantasma de la independencia, máxime luego de anunciar Djukanovic, el 2 de noviembre, la convocatoria de un referéndum sobre la cuestión para el verano de 2001. El 17 de enero de 2001 Djukanovic devolvió la visita a Kostunica y se entrevistó con él en Belgrado, pero sin ningún resultado.


3. Estado común transitorio e independencia nacional pactados con Serbia

En los últimos meses de 2000 y primeros de 2001, lo más que Serbia ofreció a Montenegro fue mantener hasta 2003 el esquema institucional vigente, una vez restablecido, eso sí, el espíritu democrático que había alumbrado el nacimiento de la República Federal de Yugoslavia en 1992. La contrapropuesta de Djukanovic para que, sin menoscabo de una política exterior común, Montenegro disfrutara de asientos propios en las organizaciones internacionales y de su propia diplomacia fue considerada inaceptable por los dos estadistas serbios, Kostunica y Djindjic. Los observadores señalaron que la clase dirigente serbia, independientemente de si pertenecía al SPS o la DOS, no podía aceptar un estatus de estricta igualdad entre las repúblicas simplemente por el abrumador desequilibrio demográfico: en 2001 vivían en Serbia 7,5 millones de personas frente a los solo 620.000 habitantes de Montenegro. Sin embargo, la mayor preocupación para Djukanovic no eran las nada sorprendentes reticencias serbias, sino el frente de hostilidad internacional que se levantó contra una nueva independencia estatal en los Balcanes.

En una rara coincidencia, europeos, estadounidenses y rusos rechazaron de plano la liquidación no pactada de Yugoslavia y sostuvieron que la separación unilateral de Montenegro solamente aportaría desestabilización en una región que aspiraba a sosegarse al cabo de una década de guerras nacionalistas atizadas por Milosevic y que en el inicio de 2001 ya tenía a las puertas un nuevo conflicto étnico de envergadura en Macedonia, donde el grave deterioro de la convivencia entre la mayoría eslavomacedonia y la minoría albanesa amagaba con arrastrar a este república a la contienda civil. El mensaje lanzado por Moscú, Bruselas o Washington era el mismo: Djukanovic debía trabajar por un "Montenegro democrático dentro de una Yugoslavia democrática". En este sentido, la "ofensiva diplomática" desarrollada por Djukanovic y sus colaboradores en el primer trimestre de 2001 se saldó en un estrepitoso fracaso.

El presidente montenegrino apostó por legitimar sus planteamientos en las urnas y concibió las elecciones legislativas anticipadas del 22 de abril de 2001 como la antesala del referéndum sobre la independencia. El DPS y el SDP presentaron la lista conjunta La Victoria es Montenegro para batir a la alianza Juntos por Yugoslavia formada por el SNP, el NS y el Partido Popular Serbio (SNS). El oficialismo volvió a ganar, pero el 42,1% de los votos y los 36 escaños obtenidos por el DPS y su aliado no fueron la marejada independentista que Djukanovic estaba esperando; Juntos por Yugoslavia recortó distancias al sacar el 40,5% de los votos y 33 escaños.

Al consolidarse dos bloques casi iguales en la dividida opinión pública montenegrina, la celebración de un referéndum sobre la independencia se tornaba delicada, además de que el DPS iba a necesitar apoyos externos para tener un Gobierno sólido. La minoría albanesa a través de la Unión Democrática de los Albaneses (UDSh) y, sobre todo, la Alianza Liberal (LS) de Miodrag Zivkovic, independentista furibunda y ganadora de seis escaños, aparecieron como los socios adecuados de Djukanovic. Así, el 2 de julio de 2001 quedó constituido el tercer Gobierno Vujanovic con la participación del SDP de Ranko Krivokapic y la UDSh, más el respaldo parlamentario de la LS.

Sobre la polarización del electorado pivotaba la cuestión largamente debatida de si los montenegrinos eran una nación distinta, genuina, o bien una rama de la nación serbia, pero muchos votantes tomaron en cuenta también que el SNP renovado en su jefatura con Predrag Bulatovic (sin relación con Momir y vinculado a Kostunica) no era tampoco ya el mero satélite del SPS de la era milosevista, sino un partido nacional montenegrino que simplemente prefería mantener la unión federal con Serbia.

Tras los comicios de 2001 la presión internacional se hizo más intensa, pero Djukanovic, imperturbable, declaró que nada había cambiado y que el referéndum, previsto inicialmente para junio o julio, se trasladaba a principios de 2002. El presidente precisó que si perdía la consulta dimitiría, pero que si la ganaba entraría en discusiones con Belgrado en torno a un proyecto de unión entre estados soberanos que respetara el desenvolvimiento internacional de cada uno —en el caso de Montenegro, añadió, la confluencia con las estructuras euro-atlánticas sería la divisa— y mantuviera un espacio económico común, con la coordinación de políticas monetarias y la libre circulación de bienes y personas, más la cooperación en áreas sensibles como la defensa.

Sin embargo, a comienzos de 2002 una voluntad de entendimiento presidió la actitud de los respectivos gobernantes y Djukanovic, en su caso, terminó por transigir. La interlocución de Javier Solana, el alto representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE, resultó decisiva para que Djukanovic anunciara, el 19 de febrero, la cancelación de los planes del referéndum y poco después su acogida al plan comunitario para el mantenimiento del Estado.

Las negociaciones interrepublicanas pisaron el acelerador y el 14 de marzo de 2002 Djukanovic, Kostunica y Djindjic suscribieron en Belgrado un "acuerdo de principios" para la continuidad del Estado serbo-montenegrino sobre bases prácticamente confederales, con instituciones de los poderes ejecutivo y legislativo comunes y competencias comunes limitadas a la política exterior, la defensa, las relaciones económicas exteriores, el comercio interior y los asuntos de Derechos Humanos y minorías étnicas. Aspectos como la economía doméstica, la moneda (que por la parte montenegrina era ahora el euro, adoptado en sustitución del marco alemán sin consultar con la Eurozona), la seguridad interna y el orden públicos, las aduanas y el control de fronteras quedaban bajo la competencia de las repúblicas. Además, durante tres años ni Montenegro ni Serbia podrían celebrar un referéndum sobre la independencia.

Si no exultante sí al menos satisfecho, Djukanovic declaró que el acuerdo de Belgrado preservaba las reformas aplicadas por Montenegro y era el mejor trato que cabía esperar dadas las circunstancias. Al día siguiente, el dirigente montenegrino y Kostunica asistieron como invitados al Consejo Europeo de Barcelona, donde recibieron la cálida felicitación de los líderes de la UE.

Su transacción con los serbios le costó a Djukanovic el apoyo parlamentario de la LS (retirado el 20 de marzo) y la participación en el Gobierno del SDP (cesada el 10 de abril), pero Djukanovic se aseguró la aprobación por el Skupstina del marco de la nueva unión con Serbia el 9 de abril con 58 votos a favor, 11 en contra y una abstención. El oficialismo sacó adelante su proyecto gracias al respaldo del SNP de Bulatovic. La opinión del presidente era que lo firmado en Belgrado no negaba el derecho a la estatalidad de Montenegro, solo dejaba esta en suspenso: por lo que a él respectaba —y esta era, efectivamente, la esencia del documento, por más que los mediadores de la UE se guardaran de formularlo en estos términos—, el acuerdo constitucional no era sino un "arreglo de transición hacia la completa independencia" de ambas repúblicas tras el período de tres años.

La pérdida de la mayoría parlamentaria empujó a Djukanovic, que en mayo de este mismo 2002 vio cómo la justicia italiana le abría una investigación criminal por su posible participación, expuesta en el testimonio de un mafioso, en una red de contrabando de tabaco de costa a costa del Adriático, a convocar elecciones legislativas anticipadas para el 20 de octubre. Las quintas votaciones desde 1992 supusieron un nítido respaldo popular para Djukanovic al obtener su Coalición por un Montenegro Europeo, formada con el SDP, el diminuto Partido de los Ciudadanos de Montenegro (GP) y diversos candidatos independientes, 39 de los 75 escaños con el 47,9% de los sufragios, esto es, un diputado por encima de la mayoría absoluta. La Coalición Juntos por el Cambio que integraban el SNP, el SNS y el NS hubo de conformarse con 30 actas, el LS se quedó con cuatro y los dos partidos albaneses con dos. Tras conocer los resultados, Djukanovic anunció la formación de un gobierno plural capaz de "reflejar la diversidad multiétnica y multicultural de Montenegro".

Inesperadamente, Djukanovic se postuló a sí mismo para encabezar tal gobierno, lo que entrañaba abandonar la Presidencia de la República. El DPS explicó que iba en interés del país el refuerzo de la figura del primer ministro en la etapa política que comenzaba y los observadores apuntaron que Djukanovic deseaba controlar personalmente las decisiones del Gabinete, sobre todo en el terreno económico, y los manejos partidistas. Esto significaba que, en una cultura política donde la personalidad del titular pesaba más que el elenco de atribuciones que la Constitución otorgaba al puesto, el peso del poder ejecutivo iba a trasladarse de la Presidencia al Gobierno.

El 25 de noviembre de 2002, restando aún casi dos meses para la conclusión de su mandato de cinco años, Djukanovic presentó la dimisión y comenzó los preparativos para su retorno como primer ministro, el puesto que ya desempeñara entre 1991 y 1998. Entonces, Vujanovic, en un inopinado intercambio de puestos, asumió la Presidencia de la República en funciones en tanto que presidente del Skupstina, oficina para la que había sido elegido días atrás en preparación de la mudanza institucional, en tanto que la jefatura del Gobierno recayó, en funciones también, en el viceprimer ministro Dragan Djurovic. Puesto que el 22 de diciembre tocaban las elecciones presidenciales, en un primer momento se especuló sobre si Djukanovic no sería el candidato del DPS, pero su decisión de abandonar la Presidencia era firme. El postulante oficialista no fue otro que Vujanovic.

Vujanovic venció de manera apabullante, con el 83,9% de los sufragios, a un contrincante testimonial, el independiente Dragan Hajdukovic, pero la votación hubo de ser anulada porque la participación se quedó a cuatro puntos del requisito legal del 50% del censo. Toda vez que en el segundo intento electoral del 9 de febrero de 2003 sucedió exactamente lo mismo, la oposición del SNPy el LS, que no presentaron candidatos y llamaron al boicot, cantó victoria frente a Djukanovic y su gente, no obstante sumirse el país en una incómoda acefalia institucional. Además, Djukanovic tuvo más dificultades de las previstas para formar su Gabinete, que hasta el 8 de enero no recibió la investidura parlamentaria y echó a andar. Junto con el DPS tomaron ministerios el SDP, la UDSh y el GP.

Para entonces, la formación de la nueva unión con Serbia estaba a punto de ultimarse. El 6 de diciembre de 2002 una comisión ad hoc adoptó el texto de la Carta Constitucional de Serbia y Montenegro, que tal era el nombre del futuro Estado; el 29 de enero de 2003 el Parlamento de Podgorica, dos días después de hacerlo su homónima de Belgrado, sancionó esta Carta Magna; y, el 4 de febrero hizo lo propio la Asamblea Federal, momento en el cual la República Federal de Yugoslavia dejó de existir y nació el nuevo Estado serbo-montenegrino.

El 3 de marzo de 2003 arrancó sus sesiones la nueva Asamblea estatal con la participación de 19 diputados de la coalición gobernante en Podgorica y el 7 de marzo Svetozar Marovic, ex presidente del  Skupstina y un viejo aliado de Djukanovic en sus forcejeos con Bulatovic y Milosevic, fue elegido presidente de Serbia y Montenegro. Con la asunción del Gobierno de Marovic el 17 de marzo, el DPS terminó un lustro de exclusión y boicot a las instituciones estatales. La situación política terminó de clarificarse en Montenegro el 11 de mayo con la proclamación presidencial de Vujanovic en su tercer asalto electoral: esta vez, el hombre de confianza de Djukanovic se adjudicó el 63,3% de los sufragios y no importó que siguiera sin alcanzarse el 50% de participación (el 48,5% ahora) porque el requisito legal había sido removido en una oportunista reforma ad hoc. El 22 de mayo Vujanovic tomó posesión de la Presidencia de la República, completando así la azarosa reestructuración institucional comenzada en octubre del año anterior.

Para Djukanovic y el DPS, la proclamación del Estado de Serbia y Montenegro no significaba otra cosa que el inicio de la cuenta atrás para el acceso a la independencia nacional. Los tres años de suspensión eran un mero paréntesis en un proceso ineluctable. Pero también se trataba de un paréntesis útil y hasta necesario, en el que Djukanovic podría emplearse a fondo para remover las reticencias europeas, ablandar a los serbios y, tanto o más importante, extender el deseo independentista entre sus gobernados, convenciendo a los escépticos de que la soberanía estatal era la antesala del despegue económico y la modernización del país. Empleando grandes dosis de habilidad y eficacia, el líder montenegrino iba a tener éxito en todos estos frentes de interlocución y seducción.

Ya en julio de 2004 el Skupstina jalonó el camino hasta la meta independentista con la aprobación de la nueva ley de símbolos nacionales, que afectaba al himno y a la bandera; la enseña dejó de ser la tricolor roja, turquesa y blanca, tan parecida a las banderas de Serbia y Rusia, y adoptó el modelo de la vieja bandera real montenegrina, roja con borde dorado y llevando en el centro el escudo de armas, con águila bicéfala, de la dinastía Petrovic, reinante en el país balcánico durante su etapa de Estado independiente reconocido entre 1878, cuando Montenegro se emancipó plenamente del Imperio Otomano, y 1918, año en que el país se incorporó al Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos, es decir, la primera Yugoslavia.

En febrero de 2006 Podgorica y Bruselas acordaron los términos del referéndum de autodeterminación, que finalmente tendría lugar el 21 de mayo del año en curso. Djukanovic se plegó a la exigencia por la UE de que para reconocer la victoria del sí a la independencia esta obtuviera el respaldo de más del 55% de los votantes y que la participación superase el 50%; inicialmente, el primer ministro había indicado que el 40% de votos favorables le parecía un porcentaje suficiente para proclamar la independencia y luego había propuesto el 50%, pero esto fue considerado inaceptable por los representantes europeos.

El caso fue que la causa soberanista fue ganando terreno en los sondeos y el 21 mayo la opción reclamada por el Gobierno se impuso con un ajustadísimo 55,5% de los votos. La participación, en cambio, fue masiva, del 86,5%, un nivel de movilización electoral sin precedentes en el país. Exultante, Djukanovic proclamó que "con la decisión mayoritaria de los ciudadanos de Montenegro" el país había "vuelto a ganar la independencia tantas veces soñada". Javier Solana mandó felicitaciones y el comisario europeo de Ampliación, Olli Rehn, confirmó que la Comisión empezaría a negociar de manera separada con Montenegro, abriendo por tanto un proceso diferente del conducido con Serbia, la firma de un Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA), imprescindible paso previo a la consideración siquiera de la candidatura a la integración en la UE. De visita en Bruselas días después del referéndum, el líder montenegrino, para su decepción, se encontró con que la UE no le definía un horizonte para el ingreso, ni siquiera una fecha orientativa. El camino hasta esa meta iba a ser arduo y muy largo.

Por el momento, Djukanovic debía concentrarse en el correcto funcionamiento del nuevo Estado montenegrino y en las negociaciones con Serbia para el éxito de un divorcio estatal que se deseaba fuera de terciopelo, como el de checos y eslovacos en 1993, y dejara tendidos múltiples puentes para la cooperación y el intercambio.

El 3 de junio de 2006 el Skupstina, con toda la solemnidad que el histórico momento requería, estando presentes Djukanovic, Vujanovic y Marovic pero no los diputados de los partidos contrarios a la segregación y que denunciaban unas presuntas irregularidades en el desarrollo del referéndum, proclamó la independencia de la República de Montenegro "con plena legitimidad y conforme al derecho internacional dentro de sus actuales fronteras". La declaración, leída por el presidente del Skupstina, el socialdemócrata Ranko Krivokapic, luego de ratificar los diputados los resultados del referéndum a mano alzada, subrayaba también que Montenegro seguiría "edificándose como un Estado civil y una sociedad multinacional, multicultural y multirreligiosa", que su sociedad se fundamentaba "en el respeto y la protección de los derechos y libertades", y que su prioridad estratégica era "acceder a las estructuras de seguridad euro-atlánticas y seguir contribuyendo a la consolidación de la seguridad y la estabilidad en la región".

Dos días después, el último vestigio de Yugoslavia dejaba de existir al declarar Serbia su propia independencia. El 15 de junio esta república, proclamada heredera legal de la unión, por lo que Podgorica tendría que solicitar y obtener su entrada en las organizaciones internacionales, materializó el formalismo del reconocimiento oficial de la independencia de Montenegro, con la que procedía a abrir relaciones diplomáticas. El 22 de junio Montenegro ingresó en la OSCE y seis días después se convirtió en el estado miembro de la ONU número 192; en cuanto a la admisión en el Consejo de Europa, esta iba a demorarse hasta el 11 de mayo de 2007. Por cierto que uno de los departamentos que el Gobierno estrenó era el de Defensa; Djukanovic no dudó en tomar el Ministerio él personalmente de manera temporal.


4. Nuevos mandatos gubernamentales; la doble apuesta por la UE y la OTAN

El DPS rentabilizó en las urnas el ambiente de ilusión generado por el acceso a la independencia, pero sin estridencias. En las legislativas del 10 de septiembre de 2006 la Coalición por un Montenegro Europeo mejoró levemente sus resultados de 2002 al apuntarse el 48,6% de los votos y 41 escaños, dos más que en la anterior legislatura. Claro que el Skupstina constaba ahora de 81 miembros, cinco más que antes, así que esos 41 asientos suponían la mínima mayoría absoluta. Los de Predrag Bulatovic perdieron casi dos tercios de los votos y llegaron a ser superados por la nueva Lista Serbia (SL) de Andrija Mandic, que incluía al grupo socialista de Momir Bulatovic, convertida en la primera fuerza de la oposición.

El camino estaba expedito para reeditar el Gobierno de coalición con socialdemócratas y albaneses. Pero el 3 de octubre, inesperadamente, Djukanovic, aduciendo "razones personales", anunció su baja como primer ministro y su retirada de las tareas gubernamentales, si bien continuaría presidiendo el DPS. El número dos de la formación, Marovic, se descartó en los mismos términos. Como Vujanovic era el presidente de la República, la designación por la ejecutiva del partido como candidato a primer ministro recayó en el cuarto dirigente de su nómina, el ministro de Justicia Zeljko Sturanovic. En el Gabinete Sturanovic, inaugurado el 10 de noviembre, el DPS disponía de nueve puestos, entre ellos los de Defensa, Finanzas y Desarrollo Económico, tres el SDP y uno la UDSh. El cuarto socio del Ejecutivo saliente, el diminuto GP, no fue invitado a participar esta vez. Tres carteras clave, Asuntos Exteriores, Integración Europea y Justicia, fueron conferidas a personalidades independientes.

Por primera vez en 15 años —si se exceptuaba la breve pausa del mes largo a caballo entre 2002 y 2003—, Djukanovic no era presidente ni primer ministro, pero esta ausencia institucional no mitigó la sensación de que, en tanto que jefe omnímodo del DPS y diputado del Skupstina, él seguía siendo la primera autoridad política del país. Confiando en el buen hacer institucional de Sturanovic y Vujanovic, Djukanovic esperaba que Montenegro cruzase en los próximos meses la meta de la primera etapa de su larga carrera euro-atlántica, es decir, la que delimitaban el AEA de la UE y el programa Asociación para la Paz de la OTAN. Las respectivas negociaciones resultaron fructuosas: el acceso a la Asociación para la Paz se produjo el 14 de diciembre de 2006 y el AEA fue firmado en Luxemburgo el 15 de octubre de 2007, cinco días antes de la promulgación de la nueva Constitución nacional, que reemplazaba al texto de 1992.

El período de "cansancio de la política" de Djukanovic, que ahora ejercía en la empresa privada, donde estaba conduciendo unos negocios de inversiones de lo más lucrativos, tocó a su fin el 20 de febrero de 2008. Ese día, el presidente Vujanovic, quien en las próximas elecciones del 6 de abril esperaba renovar mandato por otros cinco años, nombró al anterior gobernante primer ministro de nuevo para sustituir a Sturanovic, dimitido el 31 de enero a causa de la grave enfermedad que padecía (un cáncer de pulmón del que terminaría muriendo en 2014 a los 54 años de edad).

Así las cosas, el 29 de febrero Djukanovic estuvo de vuelta en el Ejecutivo con energías redobladas, resuelto a que Montenegro diera nuevos pasos decisivos para su integración en la UE y la OTAN. Las directrices dinamizadoras también eran necesarias en la economía, que mantenía su racha de crecimiento robusto iniciada a principios de la década —las tasas del 8,5% y el 6,8% anotadas en 2006 y 2007 gracias al aflujo de inversión extranjera parecían echar por tierra las predicciones agoreras de que la pequeña matriz productiva de Montenegro no iba a poder sobrevivir sin la comandita protectora de Serbia— pero que también arrastraba un severo déficit comercial por las importaciones de energía. Para paliar el déficit de producción energética, Djukanovic consideraba abrir el sector a una campaña de privatizaciones.

Al poco de reasumir el Gobierno, el 27 de marzo, Djukanovic, acompañado de su abogado, accedió a desplazarse a Bari para ser interrogado por el fiscal italiano que llevaba la causa de su presunta implicación en la trama de contrabando marítimo de tabaco investigada desde 2002. En abril de 2003 un juez napolitano había rechazado la petición de la Comisión Antimafia del Parlamento de Italia de que se emitiera una orden de arresto en su contra. La defensa de Djukanovic alegó en todo momento que su cliente era completamente ajeno a los hechos delictivos expuestos y que además no se podía proceder penalmente contra él por la vía extraterritorial porque gozaba de inmunidad diplomática. El argumento de la inmunidad fue desestimado en diciembre de 2004 por la Corte de Revisión de Nápoles, la cual señaló entonces que Montenegro no era un Estado soberano ni sujeto de derecho internacional, por lo que no cabía hablar de privilegios diplomáticos. De todas maneras, la acusación no se sustanció más y en marzo de 2009 los fiscales italianos iban a terminar retirando los cargos. Los medios compararon entonces el final de la peripecia judicial italiana de Djukanovic y sus excelentes relaciones con su homólogo de Roma, Silvio Berlusconi.

Djukanovic llegó a las elecciones legislativas, anticipadas, del 29 de marzo de 2009 con la candidatura montenegrina al ingreso en la UE dejada sobre la mesa de la Comisión Europea. La solicitud fue entregada personalmente por el primer ministro en París al presidente francés Nicolas Sarkozy, presidente de turno del Consejo Europeo, y al comisario Rehn el 15 de diciembre de 2008; semanas atrás, el 9 de octubre, Montenegro, siguiendo los pasos de Eslovenia y Croacia, y a la vez que Macedonia, había reconocido la independencia de Kosovo, decisión que se enmarcaba en la apuesta europea de Podgorica y atendía también necesidades de la política doméstica (la permanencia de la UDSh en el oficialismo), pero que lógicamente no dejó de irritar a Serbia.

Sin sorpresas, el DPS y sus aliados, tal como venía sucediendo desde el cisma de los socialistas montenegrinos en 1997, se alzaron ganadores y con una cuota de apoyo sin precedentes, el 51,9% de los votos, traducida en una mayoría absoluta de 48 escaños. El 10 de junio de 2009 Djukanovic reeditó el Gobierno de coalición DPS-SDP-UDSh, incorporándose al Gabinete además el diminuto Partido Bosníaco (BS, musulmanes), socio electoral en la Coalición por un Montenegro Europeo. El primer ministro se rodeó de tres adjuntos, Marovic, el también vicepresidente del DPS Igor Luksic (joven ministro de Finanzas desde 2004, Luksic era el oficial que Djukanovic habría querido que le sucediera como primer ministro en 2006, aunque entonces tuvo que ceder al criterio de sus máximos lugartenientes en el partido) y Vujica Lazovic por el SDP. Milan Rocen, Miras Radovic y Boro Vucinic siguieron siendo ministros de Exteriores, Justicia y Defensa respectivamente, mientras que Ivan Brajovic y Branko Vujovic se estrenaron en Interior y Economía.

El adelanto electoral a 2009, nada arbitrario en un país mandado por un estadista de lo más maniobrero y calculador, se anticipó oportunamente al vendaval económico de la Gran Recesión, que en Montenegro, especialmente vulnerable a los reflujos internacionales, supuso una contracción del PIB del -5,8%. El desaguisado económico de 2009 pudo ser remontado con vigor y Djukanovic se apuntó además un rosario de avances en su gran envite euro-atlántico. Así, en diciembre de 2009 la OTAN incluyó a la república ex yugoslava en su Plan de Acción para el Ingreso (MAP), mecanismo que ponía preámbulo a la signatura del Tratado del Atlántico Norte; el primero de mayo de 2010 el AEA entró en vigor; y el 17 de diciembre siguiente el Consejo Europeo de Bruselas aprobó la candidatura al ingreso en la UE de Montenegro, cuyos ciudadanos ya podían circular por el territorio de los 27 sin visado.

Tras este último hito, plantado no sin una intensa interlocución cara a cara con los líderes de la UE, que le amonestaron por que Montenegro empleara desde 2002 el euro como moneda propia de manera unilateral, al margen de los criterios técnicos (en cuanto a inflación, déficit, deuda y tipos de interés) contenidos en los Tratados Europeos y únicamente aplicables a los estados miembros, Djukanovic hizo el gesto, un tanto teatral, de abrir un segundo paréntesis institucional y ceder la posición de primer ministro a Igor Luksic, su protegido en el partido y el Gobierno.

Así, el 21 de diciembre de 2010 Djukanovic anunciaba su baja en el Ejecutivo por entender que la situación nacional, con el país políticamente estable, libre ya de la recesión económica (este año el PIB montenegrino avanzó un 27%) y a las puertas de las estructuras euro-atlánticas, estaba "madura" para dar ese paso personal, el cual no entrañaba su adiós a la política, de entrada porque continuaba siendo el presidente del DPS. La conferencia de prensa del dimisionario incluyó la recomendación al partido para que propusiera a Luksic ante el jefe del Estado como su sucesor en el Gobierno. Dicho y hecho, ese mismo día, el Presidium del DPS nominó por voto unánime al viceprimer ministro y ministro de Finanzas, quien el 24 de diciembre recibió el preceptivo nombramiento del presidente Vujanovic. Cinco días más tarde, el Skupstina invistió a Luksic y su Gabinete, del que descolgó el viceprimer ministro Marovic. El grueso de los puestos continuó en manos del DPS.

En su discurso inaugural, Luksic expuso un plan de acción perfectamente continuista del trazado por su mentor. Las metas fundamentales eran dos: "implementar las medidas que Montenegro necesitaba para abrir con la UE las negociaciones de adhesión" y "mantener el curso de las reformas estructurales dirigidas a mejorar el sistema de salud, la educación y el bienestar social". Al margen de la anomalía que suponía la circulación del euro en esta parte de los Balcanes Occidentales, los responsables europeos venían reconociendo los grandes progresos de Podgorica en la reforma de los marcos económico y legal, aunque reclamaban acciones más contundentes para reforzar el imperio de la ley, en un país muy tocado por los hábitos corruptos y las actividades delictivas del crimen organizado, así como otras medidas encaminadas a impedir la discriminación de las minorías étnicas, acabar con ciertas restricciones a la libertad de prensa y despolitizar la judicatura.

Como cuando su primer mutis en 2006, Djukanovic sugirió que podía postularse a presidente de la República en la primera ocasión que hubiera, pero este escenario no se materializó: Vujanovic, reelegido en 2008, siguió siendo la figura del oficialismo para concurrir en 2013. En mayo de 2011 el incombustible dirigente, superviviente en activo de la generación de políticos aupados al candelero en la fase terminal de la Yugoslavia socialista, volvió a ser reelegido por aclamación presidente del DPS en el 21º Congreso de la formación, secundado por cuatro vicepresidentes, Vujanovic, Marovic, Sturanovic y Luksic. Meses después, el 12 de octubre, la Comisión Europea emitió una opinión positiva sobre la candidatura montenegrina y recomendó al Consejo Europeo la apertura de las negociaciones de adhesión. El 29 de junio de 2012, finalmente, Montenegro y la UE arrancaron en Bruselas un proceso negociador compartimentado en 31 capítulos. En esos momentos, la más rezagada Serbia, con su AEA firmado pero pendiente de entrar en vigor, era por el momento país candidato a la adhesión meramente, todavía ignorante de cuándo podrían iniciarse sus negociaciones oficiales. Claro que Montenegro tampoco sabía en qué fecha sería Estado miembro de la UE; los cálculos más optimistas no contemplaban el ingreso antes de 2024.

Al igual que lo sucedido con la anterior legislatura, acortada en más de un año, las elecciones que en principio tocaban en 2013 fueron adelantadas, por criterios de conveniencia a los intereses el DPS, al 14 de octubre de 2012. Los comicios, desarrollados en plena inclemencia económica, que iba a costar al país su segunda recesión anual (del 2,7% del PIB esta vez) en un cuatrienio, depararon un jarro de agua fría a Djukanovic, pues la Coalición por un Montenegro Europeo, que ahora integraban el DPS, el SDP y el Partido Liberal (LP), con el 45,6% de los votos y 39 escaños, perdió la mayoría absoluta. Otra novedad fue el fuerte retroceso experimentado por el SNP de Srdan Milic, desbancado del liderazgo opositor por el prorruso Frente Democrático (DF) de Miodrag Lekic. El 9 de noviembre el presidente Vujanovic, convencido de la necesidad de situar al frente del Gobierno a una "figura política destacada que asuma los problemas del país", nominó a Djukanovic para pilotar el que sería su séptimo Gabinete desde 1991.

El 4 de diciembre de 2012 Djukanovic, que a sus 50 años lucía un currículum difícilmente igualable por cualquier profesional de su generación en la política internacional, regresó al mando del Gobierno, donde obtenían carteras el DPS, el SDP, el BS y la Iniciativa Cívica Croata (HGI); estos dos partidos de las minorías étnicas, que aportaban cuatro diputados, subsanaban la mayoría simple en que habían incurrido socialistas y socialdemócratas. Eran viceprimeros ministros Luksic (DPS), Dusko Markovic (DPS), Vujica Lazovic (SDP) y Rafet Husovic (BS). Cambiaron entre otros los titulares de Exteriores (Luksic), Defensa (Milca Pejanovic Djurisic, DPS), Interior (Rasko Konjevic, SDP) y Finanzas (Radoje Zugic, DPS). El Skupstina aprobó este Gabinete con el apoyo de 44 diputados, los 43 de los cuatro partidos que le daban vida y el representante de la coalición albanesa Por la Unidad. "La construcción de un Estado justo y la lucha contra la corrupción y el crimen organizado serán objeto de la atención especial de este Gobierno", aseguró Djukanovic a los parlamentarios antes de ser investido.

Las negociaciones con la UE tuvieron el desarrollo parsimonioso ya avisado desde Bruselas. En cambio, las conversaciones con la OTAN, con una complejidad técnica menor (si bien las implicaciones geopolíticas de la vocación atlantista de Podgorica no eran precisamente pequeñas) discurrieron con rapidez. El 2 de diciembre de 2015, en plena crisis en las relaciones entre Rusia por un lado y la UE, la OTAN y Estados Unidos por el otro a causa de la anexión rusa de la región ucraniana de Crimea, la guerra del Donbáss y la guerra de Siria, el Consejo Atlántico, reunido en Bruselas al nivel de ministros de Exteriores, extendió a Montenegro la invitación de iniciar negociaciones para convertirse en el 29º miembro de la Alianza. Para el Kremlin, ya movilizado contra el giro prooccidental del Gobierno de Ucrania, la incorporación a la OTAN de Montenegro, país costero de una región, los Balcanes Occidentales, donde Rusia tenía intereses estratégicos, era poco menos que un desafío que no podía quedar "sin respuesta".

Previamente, en octubre de 2015, el atlantismo de Djukanovic y la publicidad negativa de su persona por el consorcio internacional de periodistas de investigación Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), que este año distinguió al líder montenegrino con su Person of the Year Award al "individuo que más hecho en el mundo por promover la actividad criminal organizada y la corrupción", llevaron al DF a atizar una fuerte algarada callejera contra el Gobierno, el cual respondió mandando a las fuerzas antidisturbios contra los opositores.

En enero de 2016 el Gobierno sorteó una moción de censura lanzada por los diputados del DF y que contó con el respaldo del SDP. Esta defección inesperada de los socialdemócratas dejó al oficialismo en minoría parlamentaria, pero en mayo siguiente el primer ministro, previa adopción de un acuerdo transversal (del que se excluyó el DF) sobre la garantía de limpieza de las próximas elecciones, recompuso la coalición, donde seguían los bosníacos del BS y los croatas de la HGI, dando entrada a tres partidos hasta ahora opositores, la Alianza Democrática (DEMOS, una escisión del DF capitaneada por Miodrag Lekic), la Acción de Reforma Unida (URA) y, hecho sorprendente, el SNP, la formación socialista que durante años había considerado a Djukanovic su archienemigo. Días después de esta remodelación gubernamental, el 19 de mayo, Djukanovic asistió en Bruselas a la firma por el Consejo Atlántico del Protocolo de Adhesión de Montenegro, cuya incorporación a la Alianza sería un hecho cuando los parlamentos nacionales ratificaran el documento; salvo complicaciones inesperadas, el ingreso tendría lugar a mediados de 2017.


5. Acusación de injerencia a Rusia en 2016 y retorno a la Presidencia de la República en 2018

El 25 de octubre de 2016, Djukanovic, prolongando un movimiento pendular de salidas y retornos que empezaba a ser costumbre en la pequeña república balcánica, anunció su renuncia a ser el candidato a encabezar el Gobierno que fuera a salir de las elecciones legislativas celebradas nueve días atrás y en las cuales el DPS, esta vez concurriendo en solitario, sin adláteres aliados, había resultado ganador con una mayoría simple de 36 escaños. Según Djukanovic, la persona indicada para sustituirle era el viceprimer ministro Dusko Markovic, cuyo estatus político había ganado puntos desde que en junio de 2015 el DPS le hiciera su vicepresidente único.

Ahora, correspondía a la cúpula del partido realizar la designación formal de la candidatura de Markovic para luego someterla al voto de confianza del Skupstina, pero antes Djukanovic sorprendió a la opinión pública con unas perturbadoras declaraciones sobre el inicio de una investigación oficial de la existencia de "fuertes conexiones con factores extranjeros" en un supuesto complot para alterar el curso de las recientes elecciones mediante actos de violencia. Desde el día de las votaciones permanecían detenidos 20 ciudadanos montenegrinos y serbios como sospechosos, aunque sin cargos, de planear un golpe de mano contra las sedes del Gobierno y el Parlamento. Por el momento, sobre estos detenidos no pesaban acusaciones formales.

El primer ministro saliente se refería sin citarla a Rusia, potencia a la que durante la campaña electoral había señalado como la patrocinadora encubierta de la principal fuerza de la oposición, el DF, una variopinta coalición de partidos derechistas, izquierdistas y filoserbios unidos por su común animadversión al DPS.Manteniendo su doble rechazo a la corrupción que según él gangrenaba el régimen del DPS y al curso de inserción nacional en la OTAN que Djukanovic venía manteniendo con tesón, el DF estaba decidido a boicotear la actividad parlamentaria del Skupstina. La réplica de Djukanovic fue que la oposición radical del DF solo le hacía el juego a Moscú y sus deseos de convertir a la vulnerable Montenegro en una "colonia".

El 6 de noviembre el ambiente político se enrareció más al precisar el fiscal especial jefe de Montenegro, Milivoje Katnic, que lo desbaratado por las fuerzas de seguridad el día de las elecciones había sido una tentativa de "golpe de Estado" en toda regla. Según el fiscal, el plan incluía asesinar a Djukanovic en su propia oficina gubernamental y detrás del mismo estaban elementos "nacionalistas rusos". Los objetivos de los subversivos eran instalar en el poder una coalición prorrusa e impedir la próxima entrada del país en la OTAN. Katnic matizó que no tenían "ninguna evidencia" de que las autoridades del Kremlin estuvieran implicadas en la operación. Para el DF, por contra, tal conspiración no existía y todo había sido un montaje de Djukanovic para manipular las elecciones.

El 9 de noviembre el presidente Vujanovic encargó la formación del Gobierno a Markovic. Este negoció un Gabinete de coalición mayoritario sostenido por 41 diputados, justo la mayoría absoluta, donde el DPS tomaba como socios al BS, la HGI, la UDSh (uno de los partidos de la minoría albanesa, integrado en la coalición Decididamente Albaneses) los Social Demócratas de Montenegro (SD). El DPS se quedó con el grueso de los ministerios, incluidos los de Exteriores, Interior, Defensa, Justicia, Finanzas y Economía, mientras que tres puestos fueron para el BS, dos para los SD, uno para la UDSh y otro para la HGI. Markovic se rodeó de tres viceprimeros ministros: Milutin Simovic y Zoran Pazin por el DPS, y Rafet Husovic, el líder del BS, ya en el puesto desde 2012.

El 28 de noviembre el Skupstina aprobó el Gobierno Markovic con 41 votos a favor y la abstención en bloque de la oposición, que insistía en no reconocer el resultado de los comicios del 16 de octubre. En su discurso de investidura, el sucesor de Djukanovic prometió ejecutar los últimos requisitos legales, básicamente la ratificación parlamentaria del Protocolo de Adhesión, del proceso de integración en la OTAN y se trazó el "ambicioso objetivo" de concluir las negociaciones de adhesión con la UE en 2019. "La membresía plena en la OTAN nos proporcionará el nivel de seguridad que no tuvimos en el pasado", explicó el nuevo gobernante, para quien de todas maneras era necesario "superar los malentendidos con nuestro aliado histórico, Rusia".

En marzo de 2017 Djukanovic, entrevistado por The Associated Press, llamó a la UE a detener la "destructiva influencia" rusa en los Balcanes. Para el ex gobernante montenegrino,