Ramush Haradinaj

El 9 de septiembre de 2017 Ramush Haradinaj, antiguo comandante de la guerrilla UÇK y uno de los políticos más controvertidos de los Balcanes, fue investido primer ministro de Kosovo por segunda vez en su accidentada carrera política. Con un sombrío historial de acciones violentas perpetradas durante y después de la guerra de secesión de Serbia (1998-1999), Haradinaj fue dos veces juzgado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y en ambas ocasiones, en 2008 y 2012, resultó absuelto de sendos pliegos de cargos de crímenes de guerra y de lesa humanidad ante la falta de testigos que pudieran aportar evidencias incriminatorias.

Durante estas peripecias judiciales, el dirigente del partido conservador Alianza por el Futuro de Kosovo (AAK), visto como un "factor de estabilización" en una región necesitada de enterrar los viejos odios interétnicos, fue elogiado por Estados Unidos y desde la UE, que apreciaron su plena colaboración con el TPIY al tiempo que rechazaba la imputación por la Fiscalía de múltiples asesinatos de civiles serbios y también albanokosovares en sus días de subversivo. Así, en marzo de 2005, nada más enterarse de su encausamiento, dimitió como primer ministro tras menos de tres meses en el cargo y se entregó voluntariamente a la corte de La Haya. Otras instancias, en cambio, en particular el Gobierno serbio, hablaron de un trato de favor al acusado y de irregularidades procesales. Posteriormente, en 2015 y enero de 2017, hasta que ciertas presiones diplomáticas obtuvieron su liberación, sufrió unas breves detenciones policiales en Eslovenia y Francia a requerimiento de la justicia de Serbia, que mantiene abierta contra él una orden internacional de búsqueda y captura. Hasta la actualidad, Haradinaj ha mantenido unas estrechas relaciones con altos funcionarios de Estados Unidos y goza de un íntimo vínculo con el Gobierno de Albania. Además, muchos de sus paisanos le ven como un héroe de la lucha de liberación nacional.

Ahora, Haradinaj se las ha arreglado para sortear una vez más las graves acusaciones y sospechas de actividades delictivas cometidas en tiempos de guerra y de paz para liderar un Gobierno de amplia coalición, surgido de las elecciones legislativas del 11 de junio, donde se reparten el poder su partido, el PDK del hoy presidente de la República y antiguo camarada guerrillero Hashim Thaçi, la Alianza por un Nuevo Kosovo (AKR) de Behgjet Pacolli y otras cinco formaciones, tres de las cuales representan a las minorías étnicas serbia -con tres ministros-, turca y bosníaca. Con este última concesión, Haradinaj busca apaciguar al Gobierno de Belgrado, que siempre le ha considerado un terrorista y con el que Pristina tiene que dialogar a fondo para implementar los aspectos pendientes del Acuerdo de Bruselas de 2013, por el que Serbia normalizó las relaciones institucionales con su antigua provincia, exclusión hecha del reconocimiento de su soberanía estatal.

Junto con la fluidez de la espinosa interlocución con Serbia, el nuevo gobernante kosovar deberá enfrentar una montaña de problemas domésticos para los que la coalición que encabeza no termina de ofrecer soluciones claras y que, por contra, explican el auge del partido Autodeterminación (Vetëvendosje), exponente de un nacionalismo radical de izquierda y panalbanés. Estos son la corrupción endémica, la impunidad de las mafias, el caciquismo político, el altísimo desempleo y la ausencia de motores de desarrollo. Próximo a conmemorarse el décimo aniversario de la proclamación en 2008 de una independencia nacional coja de atributos de soberanía fundamentales como el asiento en la ONU, Kosovo sigue siendo el país más pobre de Europa junto a Moldova y depende vitalmente del dinero del exterior. Haradinaj ha dicho que trabajará en firme para que la UE, con la que en 2016 se adoptó un Acuerdo de Estabilización y Asociación, de luz verde a la candidatura kosovar a la adhesión. En este reto, Kosovo topa con la falta de reconocimiento por cinco estados comunitarios y va muy retrasada en relación con las vecinas Albania, que es candidata oficial a la adhesión desde 2014, y Serbia, que desde ese mismo año está negociando su propio ingreso.


(Texto actualizado hasta septiembre 2017)

1. Etapa como comandante guerrillero del UÇK
2. La transformación en dirigente político: primera jefatura del Gobierno y primer juicio por crímenes de guerra
3. Segundo juicio por el Tribunal de La Haya y dos breves detenciones policiales
4. Regreso como primer ministro al mando de una amplia coalición

1. Etapa como comandante guerrillero del UÇK

El segundo de nueve hermanos, asistió a la escuela en centros de su municipio, Dečani, y en el vecino de Gjakova (Dakovica). Su familia era de religión católica, a diferencia de la inmensa mayoría de los albaneses de Kosovo, identificados con la fe musulmana. Al igual que los demás muchachos albanokosovares de su generación, recibió las clases en aulas multiétnicas y en un idioma, el serbo-croata, que no era el vernáculo de su familia pero sí el predominante, y oficial de facto, en el Estado fundado por Tito en 1945. Al terminar la secundaria en 1987 fue reclutado para el servicio militar activo en el Ejército Popular Yugoslavo, la fuerza armada de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, de la que la Provincia Socialista Autónoma de Kosovo, supeditada a la República Socialista de Serbia, era integrante. Según las reseñas biográficas publicadas en prensa, Haradinaj demostró tener un talento para la milicia y sus mandos le ascendieron a comandante de pelotón.

Una vez licenciado del Ejército, Haradinaj se propuso matricularse en una especialidad científica, Astronomía concretamente, en la Universidad de Pristina, principal centro educativo de la capital kosovar y que se encontraba bajo el control de las autoridades serbias. De acuerdo con su versión, fue vetado para esta plaza lectiva porque su familia había entrado en las listas de desafectos políticos confeccionadas por el régimen chovinista que en Belgrado empezaba a levantar Slobodan Milosevic, el líder de la Liga de los Comunistas Serbios y titular de la Presidencia de la República Socialista. En 1989, ante la represión desatada por el Gobierno Federal yugoslavo contra el nacionalismo albanokosovar, al que daba alas la supresión por Belgrado de la autonomía provincial y la persecución de las expresiones culturales albanesas, Haradinaj, ya en la veintena, optó por emigrar a Suiza.

En el tranquilo país centroeuropeo el joven, cuya documentación le identificaba como ciudadano yugoslavo, procuró ganarse la vida con trabajos no cualificados. En los siete años siguientes, Haradinaj ejerció intermitentemente de obrero de la construcción, en una empresa montada por un tío suyo que había emigrado a Suiza unos años atrás, portero de club nocturno y guardia de seguridad privada en acontecimientos deportivos y conciertos de rock. Transcurrían los primeros años noventa y el nutrido exilio kosovar, donde facciones radicales en mayor o menor medida discutían diferentes estrategias para responder a la represión serbia, soportada con peligro creciente por el líder indiscutible del nacionalismo albanés del interior contrario a toda forma de resistencia violenta, Ibrahim Rugova, halló en la resguardada Suiza su principal plataforma de organización.

En 1991 Haradinaj volvió sus pasos a su casa en Dečani con la intención de realizar una corta visita familiar. Al llegar allí, se vio envuelto en una protesta popular contra las políticas de Milosevic y fue arrestado por la Policía serbia, que le interrogó en calidad de sospechoso. Una vez liberado, el joven retornó a Suiza, donde solicitó y obtuvo el estatus de asilado político.

Haradinaj y otros muchos paisanos decepcionados por el estéril pacifismo a ultranza que preconizaba el autoproclamado presidente Rugova, como Hashim Thaçi, un cabecilla estudiantil expatriado de su misma edad, y Adem Demaçi, respetado activista humanitario y antiguo prisionero de conciencia en las cárceles yugoslavas, se agruparon bajo la sigla del Movimiento Popular de Kosovo (LPK), organización surgida a partir del preexistente Movimiento por la República Popular de Kosovo (LRPK) y que comenzó a planear una resistencia antiserbia sobre el terreno mucho más agresiva que la planteada hasta entonces, con rebelión abierta y lucha armada, al modo clásico de los movimientos revolucionarios de liberación nacional. El objetivo del LPK no era otro que conseguir por la fuerza la separación territorial y la soberanía plena de Kosovo, para lo que confiaban en obtener el respaldo económico de los elementos adinerados de la diáspora, algunos de los cuales disponían de buenos contactos en los gobiernos de Estados Unidos y Europa occidental.

En 1996 Haradinaj se desplazó a Albania para, con el amparo del Gobierno de Tirana, ayudar a poner en marcha una red de contrabando de armas destinadas a los paramilitares infiltrados en Kosovo. Para entonces, varias áreas de la provincia, proclamada Estado republicano independiente en 1991 por la Liga Democrática (LDK) de Rugova sin más resultado que el mero simbolismo de la declaración, ya eran el escenario de la insurgencia del denominado Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK). Uno de los puntos más calientes era la región central de Drenica, donde operaba el grupo capitaneado por Thaçi, muy hábil en la captación de dinero y armas con recurso a todo tipo de tráficos criminales y en connivencia con bandas mafiosas de los Balcanes.

Haradinaj fue asimismo adiestrado como guerrillero en los campos de entrenamiento albaneses y no tardó en unirse a los comandos del UÇK que tenían como misiones sabotear infraestructuras, atacar puestos de control con explosivos, tender emboscadas terroristas a los agentes serbios y captar combatientes para la causa. En una de estas incursiones, en mayo de 1997, su partida fue sorprendida por la Policía guardafronteras serbia, que abrió fuego contra el grupo; él consiguió escabullirse, pero un hermano menor que le acompañaba en la operación, Luan, resultó muerto. Al cabo de unos meses, Haradinaj volvió a penetrar clandestinamente en Kosovo y, burlando la vigilancia de la seguridad serbia, instaló su escondite en su aldea natal, Gllogjan (Glodjane en lengua serbia).

Al iniciarse 1998, el UÇK, con Adem Demaçi y Jakup Krasniqi al frente de su ala política, donde pronto iba a asumir el liderazgo Thaçi, y los comandantes Sylejman Selimi y Agim Çeku dirigiendo el ala militar, era ya una fuerza guerrillera en toda regla lista para llamar a la insurrección general de la población albanokosovar y entablar un desigual combate abierto con los bien pertrechados contingentes policiales y militares enviados por Belgrado. Desde Gllogjan, Haradinaj organizó una unidad de maquis del UÇK llamado grupo de Dukagjini, el nombre albanés para designar a todo el tercio occidental de Kosovo lindero con Albania y Montenegro, territorio que Serbia conocía como Metohija. Los hombres a las órdenes de Haradinaj se labraron una temible reputación de guerrilleros implacables que no solo contendían ferozmente con los uniformados serbo-yugoslavos, sino que también cometían excesos puramente delictivos, asesinaban a civiles serbios y, se decía, no dudaban en perpetrar crueles represalias entre su propia gente, ajusticiando a lugareños albaneses acusados de colaborar con el enemigo.

Mientras duró la guerra, concluida victoriosamente en junio de 1999 con la retirada militar serbia al producirse la claudicación del Gobierno de Milosevic tras tres meses de bombardeos aéreos de la OTAN contra objetivos militares y civiles del poder serbio tanto en la república como en la provincia, Haradinaj se las arregló para escapar con vida de varios asaltos del Ejército Federal yugoslavo, que intentó aniquilar a su grupo de guerrilleros y a su clan familiar de Gllogjan valiéndose de vehículos blindados y helicópteros artillados. En uno de estos enfrentamientos pereció otro hermano menor del futuro dirigente político kosovar, Shkelzen Haradinaj; en otro, una furiosa batalla campal librada en Gllogjan que causó bajas a los dos bandos, Ramush fue alcanzado en la cadera por un disparo de bala, ocasionándole una grave herida de la que consiguió restablecerse.


2. La transformación en dirigente político: primera jefatura del Gobierno y primer juicio por crímenes de guerra

Con el final del conflicto bélico, que convirtió a Kosovo en una especie de protectorado internacional a la espera de que un proceso político determinase el futuro estatus del territorio, el "reinado de terror" de Haradinaj en Gjakova y Dukagjini, cuenta en su semblanza del personaje el Institute for War & Peace Reporting (IWPR) de Londres, llegó también a su término. Al igual que Thaçi y otros compañeros de la lucha armada, Haradinaj comprendió que había llegado la hora de avanzar en la construcción estatal de Kosovo en las esferas civil, política y diplomática. Aunque aún había muchos obstáculos por delante, parecía probable que la República de Kosovo iba a acceder a la soberanía nacional antes o después con el patrocinio de Estados Unidos, y él quería asegurarse un puesto relevante en el ordenamiento institucional del protoestado.

En tanto que actor clave del proceso de desarme y desmovilización del UÇK, Haradinaj tejió una red de relaciones personales con funcionarios y oficiales de enlace de la Fuerza militar de la OTAN (KFOR), la Misión de la ONU (UNMIK), la Administración Interina de Kosovo (AIK) y el Gobierno de Estados Unidos. Estos contactos iban a resultarle muy valiosos tiempo después. En septiembre de 1999 fue nombrado general y vicecomandante, adjunto a Agim Çeku, del nuevo Cuerpo de Protección de Kosovo (TMK), fuerza que, al menos sobre el papel, carecía de estatus militar y estaba orientada a las tareas de protección civil, aunque sus integrantes, todos ex combatientes del UÇK, lo concebían como el embrión del futuro Ejército regular de Kosovo.

En abril de 2000 Haradinaj colgó definitivamente el uniforme para dar un paso imprescindible si quería abrirse camino en política con metas ambiciosas: la creación de un partido propio llamado Alianza Cívica de Kosovo (AQK). Vagamente adherida a un centro-derecha liberal, nacionalista y proeuropeo, la AQK no difería sustancialmente de la formación montada meses antes por Thaçi, el Partido Democrático de Kosovo (PDK), al que Haradinaj se pensó en un principio que podría unirse. En abril de 2001, con vistas a las primeras elecciones a la Asamblea (Kuvendi) de Kosovo, que la UNMIK y la OSCE tenían previsto celebrar en el otoño, Haradinaj forjó una Alianza por el Futuro de Kosovo (AAK) con otras cinco colectividades del campo nacionalista deseosas de abrir un tercer espacio entre la LDK y el PDK, la más destacadas de las cuales era el Partido Parlamentario (PPK) de Bajram Kosumi y Adem Demaçi.

Paralelamente, entre febrero y diciembre de 2001, el ex comandante del UÇK ocupó un asiento en el Consejo Administrativo Interino (CAI), el cuerpo ejecutivo multipartito, donde tenían representación las comunidades albanesa y serbia, de la Estructura Administrativa Interina Conjunta (EAIC), todo ello en el marco de la AIK. Por otra parte, el antiguo estudiante frustrado inició clases de Derecho Legislativo en la Universidad de Pristina, que iba a otorgarle el correspondiente diploma en 2004; al mismo iba a sumársele una licenciatura en Ciencias Aplicadas a la Administración de Empresas por la Universidad Americana de Kosovo.

Los comicios democráticos del 17 de noviembre de 2001 sonrieron a la LDK de Rugova, ganadora por mayoría simple. La AAK de Haradinaj hubo de conformarse con un discreto cuarto puesto: sacó el 7,8% de los sufragios y ocho escaños sobre 120, quedando por detrás de la LDK, el PDK y la Coalición Povratak (Retorno), esta última vocera de los sectores de la minoría serbia que habían optado por no boicotear el proceso. Haradinaj recogió el acta de diputado y en marzo de 2002 consiguió colocar a dos miembros de la AAK en un Gobierno de gran coalición con la LDK, el PDK, la Coalición Povratak y la Coalición Vatan, representante de la minoría bosníaca o eslavomusulmana. El líder de la primera formación, Rugova, fue restituido como presidente legítimo de Kosovo, mientras que el puesto de primer ministro recayó en un hombre de confianza de Thaçi, Bajram Rexhepi.

Durante unos años más, Haradinaj, considerado un héroe de la lucha de liberación nacional por muchos paisanos pero mal visto por otros tantos kosovares por su atribuida implicación en atrocidades de guerra, su ostentoso estilo de vida y su personalidad pendenciera, como bien puso de manifiesto su pelea a puñetazos con un soldado ruso de la KFOR en un puesto de control en 2000 y su participación, aquel año también y como cabecilla, en una violenta vendetta privada, al más puro estilo mafioso, contra un clan rival, los Musaj, leales a Rugova, en la cual hubo un recio intercambio de disparos del que no salió precisamente ileso (de hecho, Haradinaj fue trasladado malherido en helicóptero a una base de la KFOR y de ahí a un hospital militar estadounidense en Alemania, donde recibió cura), se proyectó como una figura de perfil turbio opacada por Rugova, Thaçi y otros dirigentes políticos kosovares con más caché institucional.

Peor para él, las sombras de su pasado guerrillero iban a acabar alcanzándole con el resultado de un espectacular encontronazo con la justicia penal. Como un aviso de lo que se le venía encima, en diciembre de 2002 su hermano Daut fue juzgado y sentenciado por un tribunal bajo jurisdicción de la ONU, que le condenó a cinco años de prisión como culpable del secuestro, tortura y asesinato de cuatro miembros de las Fuerzas Armadas de la República de Kosovo (FARK), el brazo armado, antagonista del UÇK, creado por la LDK al iniciarse la guerra contra Serbia en 1998.

Pero, por el momento, Haradinaj hacía valer su posición política. Quienes opinaban que este hombre de físico intimidatorio curtido en el empleo de armas, protagonista de un sinfín de peripecias violentas y aficionado a las artes marciales no era más que un montaraz de gatillo fácil, un matón de genio inestable incapaz de amoldarse a los usos parlamentarios en democracia, quedaron sorprendidos: Haradinaj sabía jugar sus cartas con habilidad. El líder de la AAK tenía personas bien dispuestas hacia él en los escalafones civiles y militares del Gobierno de Estados Unidos y, no menos importante, gozaba de los parabienes del Estado albanés, que en noviembre de 2012 le honró con la Orden de Skanderbeg.

En las segundas elecciones legislativas a la Asamblea autónoma, celebradas el 24 de octubre de 2004 con el boicot de los serbios moderados, lo que emborronó la significación democrática de la jornada, la AAK mejoró mínimamente su rendimiento capturando el 8,4% de los votos y nueve escaños. La LDK y el PDK repitieron posiciones, con ganancias para los de Thaçi. Entonces, la LDK y la AAK decidieron entenderse por su cuenta, dejando al margen al PDK. Ignorando las reticencias de varios representantes de los partidos políticos kosovares y no pocos funcionarios internacionales que habrían preferido ver a Thaçi, considerado más fiable y flexible, como sucesor de Rexhepi, Rugova y Haradinaj llegaron a un pacto particular por el que el primero, a cambio de asegurarse la reelección presidencial, designaría al segundo para encabezar el próximo Gobierno.

Dicho y hecho, el 2 de diciembre de 2004 Rugova nombró primer ministro a Haradinaj; en la jornada siguiente, la Asamblea reeligió en la Presidencia a Rugova y acto seguido, con 72 votos a favor, tres en contra y el resto de los diputados absteniéndose o ausentes, invistió a Haradinaj al frente de un Gabinete de coalición tripartito integrado por siete ministros de la LDK, cuatro de la AAK y uno de la Coalición Vatan. Algunos observadores prefirieron destacar la capacidad de reconciliación de Rugova y Haradinaj, cabezas de dos sectores del nacionalismo albanés que durante la guerra de 1998-1999 habían dirimido sus diferencias a tiros con un mortal balance de víctimas.

Consciente de su mala prensa, el ex jefe guerrillero de 36 años, apodado Rambo por sus admiradores, procuró esmerarse en su trabajo y causar una buena impresión a los protectores internacionales de Kosovo. Esto era tanto más necesario cuanto que se acercaba el pronunciamiento de la ONU sobre si Kosovo, que de iure seguía siendo una provincia de Serbia, había satisfecho los estándares sobre democratización, estado de derecho, imperio de la ley y protección de las minorías, requisitos todos para el inicio de las discusiones formales con los representantes de Belgrado sobre el estatus definitivo del territorio. Para sorpresa general, Haradinaj se apresuró a adoptar una serie de gestos y disposiciones favorables a la menguante minoría étnica serbia, cuya situación desde 1999 no había hecho más que empeorar por los repetidos actos de hostilidad y violencia perpetrados por extremistas del campo albanés.

El 4 de marzo de 2005, sin haber cumplido los 100 días en el Gobierno, Haradinaj se enteró de que el Tribunal Penal Internacional creado por la ONU para juzgar los crímenes de guerra cometidos en la antigua Yugoslavia (TPIY), como resultado de varios meses de investigaciones, le imputaba unos delitos de crímenes de guerra y contra la humanidad presuntamente perpetrados durante el conflicto armado de 1998-1999. Por el momento, el TPIY no precisaba los cargos, que también alcanzaban a los ex guerrilleros Idriz Balaj y Lahi Brahimaj. El 8 de marzo, desde Pristina, el acusado anunció su dimisión irrevocable como primer ministro y su puesta a disposición de los fiscales y los jueces de La Haya. En una declaración leída, el renunciante proclamaba ser "inocente de cualquier delito" y calificaba el proceso emprendido en su contra de "insulto", pero de todas maneras estaba listo para ir voluntariamente a la ciudad holandesa para responder a lo que se le preguntara y defender su honorabilidad. El difícil paso que daba debía verse como un "sacrificio por el bien del país". Sin embargo, él creía en la "cooperación con la justicia internacional, por muy injusta que sea". En cuanto a la población albanokosovar, debía mantener la calma, recalcó.

Al día siguiente, 9 de marzo, mientras la jefatura del Gobierno en funciones recaía en el viceprimer ministro, Adem Salihaj, un miembro de la LDK (días después Rugova nombró como nuevo titular del cargo a Bajram Kosumi, el líder del PPK y vicepresidente de la AAK), Haradinaj fue despedido en el aeropuerto de Pristina por una multitud de incondicionales que coreaban su nombre y vieron partir su avión en dirección a la Haya, donde ya estaban presos y con el proceso penal en curso o con la sentencia dictada muchos altos responsables y ejecutores de todos los bandos contendientes en las guerras de desintegración de Yugoslavia, incluidos tres viejos camaradas del UÇK, Fatmir Limaj, Isak Musliu y Haradin Bala. Desde Belgrado, las autoridades serbias se apresuraron a recordar que la justicia nacional hacía ya siete años que reclamaba a Haradinaj por múltiples crímenes cometidos contra la población civil serbokosovar. En cambio, el alto representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), Javier Solana, el jefe de la UNMIK, Søren Jessen-Petersen, y el Departamento de Estado de Estados Unidos salieron a elogiar la actitud colaborada del gobernante.

El 10 de marzo un custodiado Haradinaj conoció los 38 cargos de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad que la Fiscalía del TPIY le formulaba y por los que podía caerle una condena a cadena perpetua, si bien los fiscales acabaron pidiendo para él una pena de 20 años de prisión. Según el acta de la acusación, entre marzo y septiembre de 1998 Haradinaj, Balaj y Brahimaj habían dirigido una "asociación criminal" con el objetivo de echar a los residentes serbios de la zona de Kosovo que su sección del UÇK tenía bajo control. El rosario de expulsiones forzosas, torturas, violaciones y asesinatos se había cebado en los ciudadanos de etnia serbia, pero también había alcanzado a civiles albanokosovares y a romaníes o gitanos.

Haradinaj, que en abril perdió a otro de sus hermanos, Enver, muerto a tiros en el curso de la interminable y sangrienta reyerta de clanes con la familia Musaj (varios de cuyos miembros fueron igualmente liquidados por sus mortales enemigos, los Haradinaj, quienes les acusaban de haber colaborado con los serbios durante la guerra, cuando estuvieron encuadrados en las FARK de la LDK), quedó a la espera de juicio, pero luego resultó evidente el trato de favor que el TPIY le dispensaba. Pasados dos meses desde su llegada a La Haya, el acusado fue autorizado a regresar a Kosovo en régimen de libertad provisional y, en un privilegio insólito, incluso le fue permitido desarrollar actividades políticas y de carácter público. Los magistrados del tribunal entendían que no había riesgo de fuga y que la promesa de Haradinaj de retornar a La Haya siempre que el proceso en curso requiriera su presencia tenía plena credibilidad. Estas decisiones de la judicatura fueron criticadas por la fiscal general del TPIY, Carla Del Ponte, quien transmitió su preocupación por que la libre actividad del acusado en Kosovo tuviera un efecto de intimidar a los testigos que pudiera necesitar la acusación. En efecto, eso fue exactamente lo que sucedió.

El 5 de marzo de 2007 arrancó el juicio a Haradinaj, quien, obediente, había volado a La Haya a últimos de febrero. Desde este momento, la polémica sobre su caso alcanzó ribetes siniestros por la desaparición física por homicidio intencionado de cierto número de ciudadanos kosovares que habían sido identificados como testigos potenciales de la acusación para fundamentar su imputación a Haradinaj del secuestro y asesinato de 60 civiles en la región de Dukagjini. Al menos, así lo aseguraron distintos medios de comunicación y los fiscales serbios. Las circunstancias de todas estas muertes violentas dejaban escaso margen para eludir sospechas sobre sus motivaciones políticas, insistían los divulgadores de unas informaciones que, empero, estaban rodeadas de oscuridad y confusión. Sin embargo, el TPIY dijo no tener constancia de que ninguna persona llamada a declarar y acogida al programa de testigos protegidos hubiera sido asesinada.

Otros testigos, al parecer por puro temor, rehusaron ir a La Haya para hablar en contra del acusado a requerimiento del tribunal. El caso fue que, al final, nadie compareció para relacionar a Haradinaj con crimen alguno y los abogados del político ni siquiera se molestaron en llamar a alguien que testificara en favor de su defendido. Como resultado, el 3 de abril de 2008, ante la falta de evidencias, el TPIY declaró a Haradinaj absuelto de todos los cargos. También quedó exonerado Idriz Balaj, pero el tercer acusado, Lahi Brahimaj, fue hallado culpable y condenado a seis años de prisión.

Haradinaj regresó triunfalmente a Kosovo para reanudar sus actividades en la política local, que se hallaba en estado de efervescencia por la recién conseguida independencia nacional de facto, una vez fracasadas las negociaciones con Belgrado sobre el estatus final. En las elecciones parlamentarias del 17 de noviembre de 2007 la AAK había ascendido al 12,3% de los votos y los 13 escaños, recortando diferencias con la LDK y el PDK, a la postre ganador. En esos momentos, la AAK seguía gobernando en coalición con la LDK, que desde la muerte de Rugova en enero de 2006 dirigía Fatmir Sejdiu, sucesor de Rugova también como presidente de la República, componiendo un Ejecutivo a cuyo frente se situaba, desde marzo de 2006, Agim Çeku. Tras los comicios, Sejdiu se alió con Thaçi, el 9 de enero de 2008 el líder del PDK fue investido primer ministro y el 17 de febrero siguiente la Asamblea de Pristina realizó una proclamación de independencia unilateral. Condenada por Serbia, la declaración de independencia fue asumida como un hecho consumado por Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos europeos, que empezaron a comunicar a Pristina su reconocimiento diplomático del nuevo Estado republicano.


3. Segundo juicio por el Tribunal de La Haya y dos breves detenciones policiales

Haradinaj se acomodó en la posición de líder de la oposición parlamentaria al Gobierno del PDK y la LDK, pero cuando creía que sus líos con la justicia penal eran cosa del pasado el TPIY volvió a importunarle. El 21 de julio de 2010, en una decisión completamente inusual adoptada a requerimiento de la Fiscalía, que alegaba las inadecuadas medidas para asegurar el testimonio de ciertos testigos clave en el primer juicio, la Cámara de Apelaciones del tribunal revocó la absolución de 2008 por fallo de procedimiento y comunicó al dirigente kosovar la repetición del proceso en su contra. El nuevo juicio contra Haradinaj, Balaj y Brahimaj se desarrolló con parsimonia desde el 18 de agosto de 2011, después de las elecciones de diciembre de 2010 (anticipadas a raíz de la ruptura entre la LDK y el PDK, que había dejado al Gobierno Thaçi en minoría), las cuales situaron a la AAK en cuarto lugar, por detrás del partido radical panalbanés Autodeterminación (Vetëvendosje) de Albin Kurti, con el 11% de los votos y una docena de escaños, y luego también de alinear Thaçi su segundo Gobierno de coalición, esta vez con la Alianza por un Nuevo Kosovo (AKR) de Behgjet Pacolli.

El 29 de noviembre de 2012 el segundo juicio a Haradinaj concluyó como el primero: con la absolución del acusado por no hallarse "pruebas concluyentes" de su responsabilidad en los hechos imputados. Esta vez, sin embargo, los jueces añadieron que, al contrario, existían evidencias de que Haradinaj había procurado impedir algunos de los crímenes cometidos en el área de operaciones de su comando del UÇK. Este dictamen del tribunal anexo al veredicto provocó fuera de Kosovo variadas reacciones de estupor y rechazo. Para Haradinaj, sonó la hora de normalizar su carrera política, donde sus ambiciones seguían intactas.

En las elecciones del 8 junio de 2014 la AAK volvió a retroceder ligeramente y se mantuvo como la cuarta fuerza de la Asamblea con 11 escaños. El PDK retuvo la primacía por mayoría simple, pero Thaçi se vio incapaz de conseguir aliados para formar un Gobierno mínimamente viable. No así el líder de la LDK, Isa Mustafa, que, siguiendo los pasos de sus antecesores, Rugova y Sejdiu, alcanzó un principio de acuerdo con Haradinaj. Al nuevo entendimiento entre la LDK y la AAK se le sumó un partido recientemente escindido del PDK, la Iniciativa por Kosovo (Nisma) de Fatmir Limaj y Jakup Krasniqi.

Los negociadores del proyecto de la llamada coalición LAN, que se recostaría en una mayoría parlamentaria de 47 escaños, pactaron que Mustafa fuera el presidente de la Asamblea y Haradinaj el primer ministro. En efecto, el 17 de julio Mustafa, con el voto de 65 diputados, incluidos los del Vetëvendosje y algunos de la Lista Serbia, se convirtió en el presidente del Parlamento en sustitución de Krasniqi. Pero el 21 de agosto el Tribunal Constitucional declaró nula esta elección al dar por válido el argumento del recurso presentado por el PDK, que argüía que por ley únicamente el partido más votado, es decir, él, podía proponer candidatos a presidente de la Asamblea y primer ministro, y que la mayoría articulada por la coalición LAN no valía para este procedimiento institucional porque la alianza opositora se había forjado después de los comicios, no antes.

Mustafa se vio apeado y Haradinaj, cuyo nombramiento como primer ministro por la presidenta de la República desde 2011, Atifete Jahjaga, ya había quedado en suspenso tan pronto como el PDK impugnó la elección del primero, preterido. El embrollo poselectoral quedó resuelto al reeditarse la fórmula de la gran coalición PDK-LDK, que en diciembre de 2014 desembocó en un Gobierno con Mustafa de primer ministro y Thaçi de viceprimer ministro y ministro de Exteriores.

Tampoco su segunda exoneración por el TPIY en cuatro años puso término a los contratiempos de Haradinaj, el veterano del UÇK con un historial de armas bajo sospecha. Si bien La Haya había dado carpetazo a su caso, aún pesaba la orden internacional de búsqueda y captura emitida por la justicia de Serbia en 2004. El 17 de junio de 2015 el político kosovar se disponía a regresar a casa desde Ljubljana cuando la Policía local le prendió en el mismo aeropuerto de la capital de Eslovenia a requerimiento de la Interpol. Al cabo de dos días, un juzgado esloveno dispuso la liberación del detenido. Los medios hablaron entonces de fuertes presiones diplomáticas a las autoridades eslovenas.

La situación se repitió el 4 de enero de 2017, esta vez en el Aeropuerto de Basilea-Mulhouse-Friburgo y con la Policía francesa en el papel de captora. El Gobierno serbio urgió al francés extraditar por la vía de urgencia de Haradinaj, quien quedó retenido en la prisión de Colmar, hasta que el 12 de enero el Tribunal de Apelación de esta ciudad del departamento de Alto Rin ordenó su inmediata puesta en libertad, no sin antes escucharse bien alto los emplazamientos de las autoridades estadounidenses a que París diera ese paso, a fin de no "provocar tensiones" en Kosovo. El asunto quedó zanjado el 27 de abril al desestimar el tribunal de Colmar la solicitud de extradición de Serbia; días atrás, el presidente de Albania, Bujar Nishani, le había concedido a Haradinaj la ciudadanía albanesa, de manera que pudiera beneficiarse del régimen de libertad de movimientos sin necesidad visado suscrito por Tirana y los 26 países del Área de Schengen.


4. Regreso como primer ministro al mando de una amplia coalición

Toda esta secuencia de acontecimientos tuvo un doble efecto en la política de Kosovo: por un lado, acrecentó la popularidad de Haradinaj; por otro lado, aproximó a este y Thaçi, quien siempre había abogado por la exoneración y liberación del jefe de la AAK en todos los líos judiciales y policiales en que se había metido, y que desde abril de 2016 ostentaba la condición de presidente de la República.

El 10 de mayo de 2017 el Gobierno Mustafa sucumbió a una moción de censura presentada por la Nisma y a la que se adhirieron la AAK, el Vetëvendosje y, en un alineamiento decisivo, varios diputados del PDK, cuyo líder, Kadri Veseli, dio por finiquitado el acuerdo con la LDK. Los kosovares fueron convocados a una cita anticipada con las urnas para el 11 de junio. De cara a los sextos comicios desde 2001, Haradinaj, Veseli y Fatmir Limaj acordaron unir fuerzas para imponerse a la LDK. El frente formado por el PDK, la AAK y la Nisma, al que se orilló un ramillete de formaciones menores, tomó el nombre de Coalición PAN, sigla que, al igual que la fallida LAN de 2014, surgía de las iniciales de los tres partidos integrantes. Se decidió que Haradinaj fuera el candidato a primer ministro.

Las votaciones tuvieron un desarrollo pacífico, no exento eso sí de las ya habituales denuncias de irregularidades, pero sus resultados fueron bastante decepcionantes para la Coalición PAN, pues sus miembros sumaron solo 39 escaños, 15 menos que cuando concurrieron por separado en 2014. La Coalición LAA encabezada por la LDK de Mustafa quedó relegada al tercer lugar con 29 puestos. El verdadero triunfador de la jornada fue el Vetëvendosje del nacionalista de izquierda Visar Ymeri, campeón de las causas de la unión con Albania, la anticorrupción y el desarrollo social, que duplicó sus diputados, metiendo 32 en la Asamblea entrante.

Para ser investido primer ministro, Haradinaj necesitaba el respaldo de como mínimo 22 diputados ajenos a la Coalición PAN. Las negociaciones para la formación del próximo Gobierno se auguraban arduas, pero la empresa se complicó aún más por la dificultad de solventar una paso inexcusablemente previo, la elección del presidente de la Asamblea, cuyo titular era, desde 2014, Kadri Veseli. Hasta principios de septiembre el líder del PDK no pudo reunir los apoyos necesarios para asegurar su reelección, disputada por el Vetëvendosje y la Coalición LAA. El desbloqueo de la situación llegó el 4 de septiembre gracias al cambio de postura de la AKR de Pacolli, que desertó de la LAA para unirse a la PAN. Tres días después, Veseli era investido presidente de la Asamblea para una segunda legislatura.

La incorporación de la AKR a la PAN activó la cuenta atrás para la formación del Gobierno de coalición que Haradinaj ansiaba. El 7 de septiembre, nada más resultar elegido Veseli en la Asamblea, el presidente Thaçi, visiblemente satisfecho, firmó el decreto por el que encomendaba a su antiguo camarada de la guerrilla la presentación del nuevo Gabinete. Dos días más tarde, la Asamblea, con 61 votos a favor, uno en contra y el boicot ausente de 58 legisladores de la oposición, aprobó el Gobierno Haradinaj, al que daban vida ocho agrupaciones.

El reparto de ministerios quedó como sigue: seis puestos para el PDK, cuatro para la AKR, cuatro para la Nisma, tres para la Lista Serbia (LS), dos para la AAK, uno para la Lista Dr. Ibrahim Rugova (LIR), uno para el Partido Democrático Turco de Kosovo (KDTP) y uno para los bosníacos de la Coalición Vakat (KV). Haradinaj se hizo flanquear por cinco viceprimeros ministros: Enver Hoxhaj (PDK), Fatmir Limaj (Nisma), Dalibor Jevtic (LS), Dardan Gashi (LIR) y Behxhet Pacolli (AKR), quien recibió el rango añadido de primer viceprimer ministro así como el Ministerio de Exteriores. Los puestos de Interior y Fuerza de Seguridad fueron respectivamente para Flamur Sefaj (AKR) y Rrustem Berisha (AAK). Las carteras de Finanzas, Justicia e Integración Europea fueron confiadas a los demócratas de Veseli.

El primer ministro de Kosovo está casado con la periodista televisiva Anita Haradinaj, madre que es de sus tres hijos menores. Su primogénito, Shkëlzen, es el fruto de un matrimonio anterior con una mujer finlandesa a la que conoció cuando vivía en Suiza.

(Cobertura informativa hasta 15/9/2017)