François Hollande

Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 15/5/2012. François Hollande no se presentó a la reelección en las elecciones de 23/4/2017. Las mismas fueron ganadas en segunda vuelta por Emmanuel Macron, a quién sucedió a Hollande en el Elíseo el 14/5/2017. Para más información, puede consultarse también el documento especial de CIDOB «Candidatos en las elecciones presidenciales de 2017 en Francia».

El 15 de mayo de 2012 el Partido Socialista francés, tras 17 años de ausencia, ha vuelto a sentar en el Palacio del Elíseo a uno de los suyos: François Hollande, vencedor en las dos vueltas electorales del 22 de abril y el 6 de mayo sobre el titular del centro-derecha, Nicolas Sarkozy. El mismo adversario que en 2007 frustró las ambiciones de la madre de sus hijos y ex compañera sentimental, Ségolène Royal. Con el cambio presidencial, Francia, golpeada por la anemia económica, el déficit, la deuda y el paro aunque lejos de los niveles dramáticos de otros socios europeos, afronta un giro a la izquierda que podría cambiar el rumbo de las políticas anticrisis de la UE, donde el anterior eje París-Berlín, el acoplado pero asimétrico Merkozy, fió la supervivencia del euro y supeditó el crecimiento a la más rigurosa austeridad fiscal. De hecho, la estrategia de ortodoxia a ultranza aplicada por el núcleo duro europeo ya se vio alterada cuando el candidato opositor se impuso en la primera vuelta. En efecto, en muy pocos días, el efecto Hollande consiguió actuar como un revulsivo que incita, incluso en las más altas instancias de la UE, a cuestionar abiertamente la medicina prescrita con tozudez por la canciller Angela Merkel y asumida como propia por Sarkozy.

Durante años retratado como un político de partido pragmático, blando y sin gancho popular, y coleccionista de una serie de mandatos electorales en el departamento de Corrèze y la región de Limusín pero sin experiencia ministerial, Hollande alcanzó la Primera Secretaría del PS en 1997, sustituyendo al recién elegido primer ministro Lionel Jospin y tras participar en las crudas batallas entre las corrientes y los barones que buscaban heredar el liderazgo de Mitterrand, época en la que él abogó por Jacques Delors. Durante un lustro, hasta las traumáticas presidenciales de 2002, Hollande fue la mano derecha del líder del finalmente fracasado Gobierno de la izquierda plural. Luego, condujo sin especial brillantez la oposición al Ejecutivo de la UMP de Chirac y Sarkozy, mientras superaba los embates internos de un partido desgarrado por el Tratado Constitucional de la UE, con el aparato que controlaban los socialdemócratas de Hollande a favor, y el ala izquierda y el veterano Laurent Fabius en contra.

En 2007 Hollande fue testigo, al parecer incómodo, del la triunfal nominación de su pareja formal, Royal, como candidata del PS para batirse con Sarkozy, empresa para la que él, a la luz de las encuestas de popularidad, no daba entonces la talla. Las consecuencias para Hollande del fracaso electoral de Royal fueron el divorcio, en lo personal y durante un largo tiempo en lo político también, de ella y su abandono de la Primera Secretaría, transferida a Martine Aubry en 2008. Tres años después, favorecido por la súbita caída en desgracia del postulante favorito, Dominique Strauss-Kahn, detenido en Estados Unidos bajo la denuncia de asalto sexual siendo director del FMI, y por el deterioro de la imagen pública de Sarkozy, Hollande materializó su aspiración presidencial. En la primaria socialista de octubre de 2011 se impuso a Aubry (y a Royal) lanzando un mensaje de confianza y unidad que por de pronto tuvo la virtud de remansar las aguas en el PS, con larga tradición de peleas fratricidas.

Hollande, quien desea ser "un presidente normal pero no un presidente ordinario", ha basado su pujante campaña electoral en un programa de "60 compromisos" dominado por los temas de la producción, el empleo, la fiscalidad y la educación.Sin renunciar a los objetivos de achicar el déficit público desde el 5,2% con que acabó en 2011 hasta el 3% en 2013 y de alcanzar el equilibrio presupuestario en 2017, plantea aumentar los ingresos del Gobierno por la vía de una mayor presión tributaria a las rentas más altas y las grandes empresas, mediante un tipo especial del 75% para declaraciones de más de 1 millón de euros, el restablecimiento del impuesto a las grandes fortunas, la progresividad del impuesto de sociedades y supresión de exenciones. También, quiere reducir el poder de los mercados financieros (sobretasa a los beneficios, restricción de las operaciones especulativas de la banca comercial) y conceder incentivos fiscales para la creación de "500.000 contratos generacionales" por empresas privadas que darán empleos estables a jóvenes sin despedir a los trabajadores veteranos encargados de su formación.

El rechazo del nuevo jefe del Estado a la "regla de oro" para limitar el déficit en la Constitución es la primera implicación doméstica de su cuestionamiento del Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, o Pacto Fiscal, firmado por Sarkozy en el Consejo Europeo de marzo pero pendiente de ratificar por la Asamblea Nacional. Su intención es renegociarlo para que incorpore un "pacto de responsabilidad, gobernanza y crecimiento". En relación con ello, Hollande defiende asimismo la emisión de eurobonos, la creación de una agencia pública europea de calificación de deuda y que el BCE tenga un papel más activo en la recuperación económica, por ejemplo, concediendo créditos a los estados a través del fondo de rescate europeo. Todo este plantel de propuestas topa con el escepticismo, si no con la negativa frontal, del Gobierno alemán, así que está por ver la forma que adopta el eje con Merkel, sobre el que planea la sombra de una problemática cohabitación. En la política exterior, Hollande contempla la retirada de las tropas francesas de Afganistán este mismo año y el reconocimiento del Estado palestino.

(Texto actualizado hasta mayo 2012)

1. Primera carrera política a la sombra de Mitterrand
2. Hollande durante la guerra civil socialista: detractor de Fabius, aliado táctico de Rocard, lugarteniente de Jospin
3. Primer secretario del PS con el Gobierno de la izquierda plural
4. Del trauma electoral de 2002 a la tentativa presidencial de Ségolène Royal en 2007
5. Ruptura sentimental con Royal, abandono de la Primera Secretaría y nominación presidencial contra Aubry
6. El duelo electoral con Sarkozy en 2012: victoria a doble vuelta


1. Primera carrera política a la sombra de Mitterrand

Hijo del médico otorrino Georges Hollande, adscrito a la extrema derecha nacionalista, y de la trabajadora social Nicole Tribert, simpatizante de la izquierda, su extracción burguesa le permitió recibir una formación académica de alto nivel. La instrucción escolar, conjugada con la práctica del fútbol, gran pasión deportiva, la repartió entre la Escuela Jean-Baptiste de La Salle de su Ruán natal y el Liceo Pasteur de Neuilly-sur-Seine, en el cercano departamento de Altos del Sena, al oeste de París, nueva residencia de la familia. Su paso por la Facultad de Derecho de París concluyó con la obtención de la licenciatura en 1974. A continuación, sin abandonar la capital, ingresó en la Escuela de Altos Estudios Comerciales (HEC) y luego en el igualmente prestigioso Instituto de Estudios Políticos (IEP), o Sciences Po. En este período juvenil, Hollande militó en la tendencia Renovación del sindicato Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF), próxima al Partido Comunista (PCF), aunque en 1974 fue un activo propagandista de la candidatura presidencial del primer secretario del Partido Socialista (PS), François Mitterrand. Dos años después, su miopía le eximió del servicio militar.

En lugar de abrirse paso en la profesión de abogado, Hollande se decantó por la magistratura del Estado. El trampolín idóneo era la Escuela Nacional de Administración (ENA), el más importante centro de capacitación de los cuadros funcionariales medios y altos de la República Francesa, que le abrió sus puertas en 1978. Allí conoció a Ségolène Royal, licenciada en Ciencias Económicas y como él diplomada por la Sciences Po, con la que inició una relación sentimental. La pareja compartía además inquietudes de izquierda no inculcadas precisamente por sus padres, dos tradicionalistas católicos de ideología antagónica a la que desarrollaron sus hijos.

En 1979, unos meses después de hacerlo Royal, Hollande se dio de alta en el PS y en 1980 juntos se titularon en la ENA como miembros de la llamada promoción Voltaire: él termino undécimo y ella en el puesto 95. Repleta de futuros ministros, diputados, directores de gabinete, prefectos, alcaldes y embajadores, en la Voltaire Hollande y Royal tuvieron como compañero Dominique de Villepin, primer ministro de Francia en los años en que ellos iban a liderar el PS desde la oposición. Hollande ingresó de inmediato en la Cámara de Auditores (Cour des comptes), la institución encargada de fiscalizar las cuentas económicas del Estado, trabajo que empezó a compaginar con la impartición de cursos de economía en la Sciences Po, pero sus buenos contactos políticos le permitieron aspirar a hacer el salto, un tanto vertiginoso al contar con 26 años solamente y carecer de la debida experiencia, a la Asamblea Nacional y la plantilla del Palacio del Elíseo. El patrocinio y el aliento los recibió del profesor Jacques Attali, enarca de la promoción de 1970 y estrecho colaborador de Mitterrand, y de Jacques Delors, entonces eurodiputado del PS.

Tras instalarse en el Elíseo el 21 de mayo de 1981, Mitterrand, por recomendación de Attali, llamó a Hollande a su lado para servirle como encargado de misión y consejero especial sobre cuestiones económicas. Sin solución de continuidad, el PS, en una decisión sorprendente por cuanto se trataba de un completo neófito en estas lides y un desconocido por el electorado —más por el de una circunscripción del interior con la que no tenía ningún vínculo—, le inscribió como candidato a diputado por Corrèze, departamento de la región central de Limusín, en las elecciones legislativas del 14 de junio.

Hollande tenía delante al adversario más difícil imaginable: Jacques Chirac, líder del partido de centro-derecha neogaullista Reagrupamiento por la República (RPR), alcalde de París, ex primer ministro y recién derrotado candidato presidencial en las elecciones que terminaron siendo un duelo a dos entre Valéry Giscard d'Estaing y Mitterrand. Como era de esperar, Chirac, con el 50,6% de los sufragios, fue reelegido en el escaño que titularizaba desde 1967 en única vuelta, aunque Hollande, el osado jovenzuelo socialista al que casi doblaba la edad, estuvo a punto de forzar el ballotage. La primera experiencia electiva de Hollande debió de resultarle emocionante, tanto más cuanto que el PS ganó con holgura al RPR en la votación nacional, redondeando el triunfo de Mitterrand en mayo.

En 1983 Hollande dejó el servicio presidencial y asumió la dirección del Gabinete del portavoz del Gobierno que encabezaba Pierre Mauroy, ahora mismo Max Gallo y posteriormente Roland Dumas. Ese mismo año, en marzo, se hizo con su primer mandato de representación popular, válido por un sexenio, una concejalía en el Consejo Municipal de Ussel, comuna de Corrèze de 11.000 habitantes. Al año siguiente reanudó la relación con la Cámara de Auditores en calidad de consejero refrendario. Fue también en 1984 cuando tuvo con Royal al primero de sus cuatro hijos, Thomas. Al primogénito iban a seguirle Clémence (1985), Julien (1987) y Flora (1992). Hollande y Royal mantenían una sólida relación de pareja formal, pero esta no alcanzó el estatus marital porque nunca llegaron a casarse. Ella ya estaba desarrollando en paralelo su propia carrera política, durante unos años a la zaga de él. En estos momentos, luego de fungir como encargada de misión en la Secretaría General del Elíseo, donde entró también gracias a los buenos oficios de Attali, Royal era concejala en Trouville-sur-Mer, pequeña comuna bajonormanda del departamento de Calvados.

En 1986, después de la derrota electoral del PS que obligó a Mitterrand a nombrar primer ministro a Chirac, Hollande, a través del geoquímico Claude Allègre, se vinculó al círculo de expertos de Lionel Jospin, primer secretario del partido desde 1981. En las elecciones legislativas del 5 de junio de 1988, al segundo intento por su parte y a rebufo de la reelección de Mitterrand en la Presidencia, Hollande ganó el acta de diputado por la primera circunscripción de la Corrèze, distrito de nueva creación, a la vez que Royal conseguía la suya por Deux-Sèvres, en Poitou-Charentes. Él se impuso en la primera vuelta con el 53% de los votos. La pareja se estrenó en la Asamblea Nacional en los comicios que devolvieron el Gobierno a los socialistas tras dos años en la oposición a la alianza del RPR de Chirac y la UDF de Giscard.

En su primera legislatura nacional, Hollande llevó la secretaría de la Comisión de Finanzas y Planificación e integró también la Comisión de Defensa. Hasta 1991 fue asimismo docente de economía en la Sciences Po. De cara a las elecciones municipales de marzo de 1989, desistió de continuar en el Consejo Municipal de Ussel, donde el PS estaba en la oposición, y a cambio se presentó en Tulle, comuna de 17.000 habitantes al sudoeste de la anterior, donde desde 1977 venía funcionando una coalición PCF-PS. Hecho con la concejalía, el 17 de marzo se estrenó como teniente de alcalde de Tulle, secundando al alcalde comunista Jean Combasteil.


2. Hollande durante la guerra civil socialista: detractor de Fabius, aliado táctico de Rocard, lugarteniente de Jospin

En el Congreso socialista de Rennes de marzo de 1990, caracterizado por la feroz confrontación de liderazgos y plataformas rivales, Hollande votó a favor de la moción oficialista impulsada por Jospin, Mauroy (primer secretario desde 1988) y Louis Mermaz, la cual se impuso por muy poco a las de Laurent Fabius, presidente de la Asamblea Nacional y ex primer ministro, y Michel Rocard, el primer ministro desde 1988. En abril de 1992 Hollande fue adelantado por su pareja en la obtención de notoriedad nacional al ser nombrada ministra de Medio Ambiente en el nuevo Gabinete presidido por Pierre Bérégovoy. Entonces, Royal estaba encinta de su hija Flora y cuando en julio dio a luz no dudó en convocar a la prensa para que la retratara con el bebé en la misma cama del hospital. La osadía mediática de la ministra, que exhibía orgullosa su maternidad con aires feministas, fue recibida con división de pareceres por la opinión pública gala y, según se dijo entonces, contrarió al propio padre, Hollande.

Poco después, en octubre, los dos, con él como coordinador jefe, tomaron parte en la presentación del club político Témoin (testigo). Afirmando no adherirse a ninguna corriente interna aunque de explícita lealtad mitterrandista, el grupo de Hollande se zambulló con talante conciliador en los debates de un partido que intentaba clarificar su doctrina, su liderazgo y su futuro en medio de un fenomenal alboroto. Témoin se articuló también como una plataforma oficiosa de apoyo a las atribuidas ambiciones presidenciales de Delors, presidente en ejercicio de la Comisión Europea. Mientras Delors deshojaba la margarita de su postulación presidencial en 1995, Hollande, Royal, Élisabeth Guigou, Martine Aubry (hija de Delors) y otros dirigentes del partido no cimeros y ministros del Gobierno que por la edad, rozando o superando los 40, recibían el apelativo de quadras, deslizaron su interés en el proyecto de refundar el partido, el denominado big bang, acariciado por Rocard pero rechazado por Fabius, máximo exponente del ala social-liberal del PS, quien había sucedido a Mauroy como primer secretario en enero de 1992, tras el Congreso de La Défense.

La pugna entre los rocardianos y los elefantes de la vieja guardia (Fabius, Jack Lang, Henri Emmanuelli) iba a decidirla el resultado de las elecciones legislativas del 21 y el 28 de marzo de 1993. En ellas, el PS, minado por los escándalos de corrupción, una impopular política económica de regusto liberal y las peleas fratricidas entre los barones que aspiraban a heredar el liderazgo de Mitterrand, fue vapuleado por la coalición del RPR y la UDF, hundiéndose hasta el 17,6% de los votos y los 54 escaños, 206 menos que en 1988. Eran sus peores resultados desde el Congreso unificador de las corrientes socialistas celebrado en Épinay en 1971. Hollande, como tantos compañeros de bancada, perdió el escaño —Royal, el cambio, fue uno de los pocos responsables socialistas que conservó el suyo— frente a su adversario de circunscripción, el neogaullista Raymond-Max Aubert.

La debacle electoral de marzo de 1993 sentenció a Fabius, que hubo de renunciar a la Primera Secretaría. Rocard, con la aquiescencia de los dirigentes jóvenes, se hizo con el puesto en octubre de 1993 en el Congreso de Le Bourget. Sin embargo, el ex primer ministro se encontró ahora con que los quadras se mostraban escépticos con sus propuestas regeneradoras. Quedó claro entonces que si Hollande y sus compañeros de corriente no habían obstaculizado el golpe de mano de Rocard en la Secretaría Nacional del partido había sido únicamente para lograr la caída de Fabius. Lo que ellos querían de verdad era desplazar a todos los barones y elefantes de la era Mitterrand y, a falta de un líder generacional indiscutiblemente propio, impulsar la alternativa "integradora" de Delors, quien levantaba ampollas en el aparato del partido por renegar de la condición de socialista y preferir la etiqueta de socialdemócrata.

Durante 1994 el estrépito ganó intensidad en el PS con el nuevo descalabro sufrido en las elecciones europeas de junio, la subsiguiente dimisión de Rocard, la celebración en noviembre de un congreso del partido que eligió como primer secretario a un destacado representante de la vieja guardia, Henri Emmanuelli, y el anuncio en diciembre por Delors de que renunciaba a presentarse a la sucesión de Mitterrand, decisión que dejó atónitos a los quadras y que desató entre los barones un frenética rebatiña por la nominación del candidato oficial. Para atajar el espectáculo de desunión, el PS decidió que fueran los afiliados, llamados a las urnas en Convención Nacional, quienes decidieran quién competiría por el Elíseo. Del congreso socialista de Liévin Hollande salió convertido en el secretario nacional para el área económica, mientras que Royal debutó en el Consejo Nacional, el máximo órgano entre congresos. En la Convención Nacional del 4 de febrero de 1995 el secretario nacional votó a favor de Jospin, un barón de corte renovador y bien avenido con Rocard, con cuyo frustrado big bang había simpatizado. Para su satisfacción, Jospin ganó la partida a Emmanuelli, al que respaldaban el aparato mitterrandista y los de Fabius.

Como gratificación por su apoyo en la Convención Nacional, Jospin integró a los quadras en su equipo de la campaña para las elecciones presidenciales del 23 de abril y el 7 de mayo. Hollande hizo de portavoz del aspirante socialista, quien consiguió adelantar a Chirac en la primera vuelta gracias a la duplicidad de candidaturas en el bando neogaullista (al jefe del RPR, azuzado por la UDF, salió a retarle su propio primer ministro, Édouard Balladur), pero la unión del voto conservador en la segunda ronda garantizó la victoria final del alcalde parisino. A continuación, en junio, los comicios municipales desalojaron al PS de la alcaldía de Tulle. Hollande dejó de ser el teniente de alcalde, pero se mantuvo en el ayuntamiento de la comuna como miembro del Consejo Municipal. La relación de Hollande con Jospin se afianzó en octubre del mismo año como resultado de la Convención Nacional para renovar la Primera Secretaría. Tras ser promovido al liderazgo del PS con más del 90% de los votos, Jospin colocó al de Corrèze a su lado como portavoz y secretario nacional encargado de la oficina de prensa del partido.


3. Primer secretario del PS con el Gobierno de la izquierda plural

El eficaz liderazgo de Jospin condujo al PS a la victoria, protagonizando una resurrección impensable tan sólo unos meses atrás, en las elecciones legislativas anticipadas del 25 de mayo y el 1 de junio de 1997. Los socialistas ganaron con el 23,5% de los votos 255 escaños, a los que se sumaron como bloque los 35 escaños del PCF y los 30 cosechados por Los Verdes y otros aliados menores de la izquierda, dando lugar a una mayoría absoluta de 320 escaños. Hollande recobró el escaño perdido en 1993 con el 54,5% de los sufragios obtenidos en la segunda vuelta frente al conservador Aubert.

El 3 de junio Jospin inauguró su Ejecutivo de la izquierda plural y de cohabitación con Chirac. Mientras que Royal fue incorporada al mismo como ministra delegada para la Enseñanza Escolar (puesto secundario que frustró su ambición de posiciones de mayor relieve, aunque ella luego se encargo de hacerse notar como promotora de iniciativas polémicas relativas a la seguridad sexual de los estudiantes), Hollande fue reservado por Jospin para una importante misión más acorde con su perfil de hombre de partido, que no de gobierno: reemplazarle en la Primera Secretaría, cuyas funciones de hecho empezó a ejercer ya mismo. La designación del portavoz nacional, en un momento de euforia socialista, fue bien acogida. Su estilo personal afable, siempre dispuesto a aportar concordia y buen ambiente en un partido demasiados años desgarrado por las luchas de banderías era justo lo que necesitaba el PS para que hubiera una relación fluida entre la sede de la Rue de Solférino y el Hôtel Matignon, cuyo nuevo inquilino traía una agenda de reformas sociales y económicas muy ambiciosa centradas en el empleo y la producción.

La mudanza orgánica tuvo lugar el 27 de noviembre de 1997, de acuerdo con el resultado del Congreso celebrado en Brest los días 21, 22 y 23. Con un apoyo abrumador de la militancia, el 91,2% de los votos, que le prefirió frente a un solitario retador, Jean-Luc Mélenchon, Hollande entró de golpe en el Buró Nacional y se convirtió en el octavo primer secretario del partido desde 1969. La moción programática-ideológica de Hollande y Jospin, llamada Juntos por el éxito y avalada por veteranos pesos pesados como Fabius, Rocard y Dominique Strauss-Kahn, mereció la aprobación del 84,1% de los compromisarios. Derrotadas salieron las mociones minoritarias Estado de urgencia social: por otra coherencia, firmada por la facción Izquierda Socialista de Mélenchon, y Desde la izquierda por el éxito, promovida por el pequeño grupo de seguidores del recientemente fallecido Jean Poperen.

Mientras cooperaba con Jospin desde el partido, Hollande siguió añadiendo líneas a su hoja de servicios electorales. En las regionales del 15 de marzo de 1998 ganó el asiento en el Consejo Regional de Limusín, donde fue hecho adjunto al presidente de la institución, Robert Savy, al frente de la misma desde 1986. Esta función en la capital regional, Limoges, la compaginó con la diputación nacional en París y la concejalía en Tulle. En las elecciones europeas del 13 de junio de 1999 encabezó la lista conjunta del PS, el Partido Radical de Izquierda (PRG) de Jean-Michel Baylet y el Movimiento de los Ciudadanos (MDC) de Jean-Pierre Chevènement, antiguo conmilitón. Los de Hollande llevaron a Bruselas 22 de los 87 eurodiputados reservados a Francia, un éxito rotundo, si bien él, en diciembre, decidió dejar ese escaño para no safrificar su legislatura en la Asamblea Nacional. Ese mismo año, la Internacional Socialista le eligió vicepresidente.

Reelegido primer secretario del PS con el 73,2% de los votos en el Congreso de Grenoble de noviembre de 2000, cita en la que sólo Emmanuelli, entre los dirigentes de más peso, apadrinó una ponencia alternativa, Hollande ganó la alcaldía de Tulle en las municipales del 11 y el 18 de marzo de 2001. El edil relevado no fue otro que el chiraquiano Raymond-Max Aubert, su contrincante en la circunscripción de Corrèze. Al estrenar la condición de alcalde, el líder socialista puso fin a su mandato regional de tres años en Limoges.

Aunque, a contracorriente de muchos compañeros de dirigencia, empezando por su propia pareja sentimental, no era un político proclive a darse protagonismo y a captar la atención de los medios con poses o declaraciones ostentosas, Hollande ejerció una considerable influencia en las políticas del Gobierno Jospin, hasta el punto de ser descrito como una especie de "viceprimer ministro" en la sombra. Medidas como la suspensión del programa de privatizaciones, la adopción de políticas activas de empleo, la creación de la cobertura médica universal, la suavización de todos los impuestos y, promesa estrella de la campaña, la introducción de la semana laboral de 35 horas conformaron un modelo de gobierno mixto, entre socialista y social-liberal, que no tardó en producir efectos positivos traducidos en bienestar tangible para los franceses. Así, el paro, en especial el juvenil, se redujo, el consumo aumentó y la economía avizoró una nueva etapa de crecimiento sostenido, todo ello sin apenas generar inflación ni déficit fiscal, en consonancia con las exigencias de ortodoxia financiera de la moneda única europea.

De todo este elenco de realizaciones podía considerarse coartífice Hollande, que aconsejó a Jospin, candidato para batirse con Chirac en 2002, que pospusiera hasta después de las elecciones presidenciales la reforma del sistema de pensiones, concebida por el primer ministro como un instrumento para la corrección de las desigualdades en el reparto de la renta nacional. El PS estaba seguro de su capacidad para zanjar la cohabitación a su favor y el nombre de Hollande empezó a aparecer en las quinielas de posibles primeros ministros cuando Jospin llegara a la Presidencia.


4. Del trauma electoral de 2002 a la tentativa presidencial de Ségolène Royal en 2007

El 21 de abril de 2002 Jospin, traicionado a última hora por su limitada telegenia y por los reproches a la labor del Gobierno en la asignatura de la inseguridad ciudadana y el manejo de las problemáticas de la inmigración, pero damnificado también por la dispersión de candidaturas de los partidos de la confiada gauche plurielle , se estrelló en las urnas y quedó apeado para la segunda vuelta, que pasaron a disputar Chirac y el líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen.

El insólito fracaso de Jospin, quien, anonadado como el que más, anunció su retirada de la primera línea de la política en la antesala de su salida de Matignon, dejó atónitos y conmocionados a los socialistas, pero Hollande y los suyos aún tuvieron que tragar la píldora amarga de pedir el voto por Chirac en el ballotage del 5 de mayo simplemente para impedir el triunfo de Le Pen, al que veían como una amenaza mortal para la República. Ese turbador escenario se evitó, pero ahora, con Jospin fuera de juego, Hollande cargó casi en solitario con la responsabilidad de impedir otra hecatombe en las legislativas del 9 y el 16 de junio a manos del nuevo proyecto político de Chirac, la Unión por la Mayoría Presidencial (UMP), frente aglutinador de las fuerzas del centro-derecha liberal, luego devenido partido unitario con el nombre de Unión por un Movimiento Popular.

Con el 24,1% de los votos en la primera vuelta, el PS incluso subió unas décimas en relación a 1997, pero la adjudicación final de escaños le desfavoreció completamente, debiendo conformarse con 140 puestos. Hollande, con el 52,9% de los sufragios en la segunda vuelta, salvó su diputación por Corrèze y su compañera sentimental, últimamente una popular ministra delegada para la Familia y la Infancia, volvió a salir elegida por Deux-Sèvres, mandato que había tenido que cancelar en 1997 al entrar en el Gobierno. En 2001 Hollande y Royal se habían acogido al Pacto Civil de Solidaridad (PACS), instrumento de la legislación francesa, aprobado por el Parlamento en 1999, que permitía a las parejas de hecho registrarse como unión civil sin necesidad de contraer matrimonio.

Consolidación del liderazgo y victorias electorales en 2004
Al cabo de las desdichas electorales de abril y junio, Hollande pidió perdón a las bases ("reivindico mi responsabilidad en este fracaso"), llamó a los socialistas a hacer una "intensa reflexión" y desgranó una amplia autocrítica por no haber reconocido la importancia "de una crítica constante del capitalismo que exige una sociedad que no sea la del mercado", por no haber sabido explicar a los ciudadanos el concepto jospiniano de la Europa social y por mostrar "dudas" ante los temas de la seguridad ciudadana. Incluso la estrategia de la izquierda plural fue cuestionada ("no debemos delegar nunca más ciertos temas a nuestros aliados"; "ha existido escasa solidaridad para con una política hecha en común").

Invocando constantemente el giro a la izquierda y transmitiendo la sensación de que él era el timonel idóneo para conducir a un PS recuperado a las generales de 2007 (hasta entonces, ya habría tiempo de abrir la pugna de aspirantes), el primer secretario se sometió al Congreso socialista de Dijon, del 16 al 18 de mayo de 2003, seguro de su ratificación luego de elaborar una moción que integraba a casi todos los dirigentes de peso: Fabius, Strauss-Kahn, Aubry, Guigou y el alcalde de París, Bertrand Delanoë. Tras señalar la necesidad de practicar una "oposición pura y dura" a las reformas liberales del Gobierno de la UMP que tenía como primer ministro a Jean-Pierre Raffarin, Hollande obtuvo para la ponencia oficialista el respaldo del 61,4% de los militantes. Los restantes votos fueron para las ponencias de las corrientes Nuevo Partido Socialista (NPS, de Arnaud Montebourg y Vincent Peillon), Nuevo Mundo (de Emmanuelli y Mélenchon), Fuerzas Militantes (de Marc Dolez) y Utopía.

La triple elección de 2004 marcó el total restablecimiento del PS, que experimentó muy fuertes subidas y arrebató a la UMP la primacía en las urnas. En las cantonales —para renovar la mitad de los puestos de los Consejos Generales de los 95 departamentos metropolitanos y los cinco de ultramar— del 21 y el 28 de marzo el PS ganó 834 de las 2034 consejerías en juego (frente a las 468 sacadas por la UMP) con el 38,5% de los votos depositados en la segunda vuelta (el 27,2% el partido de Chirac) y sumó una decena de departamentos a su cuenta. En las regionales, celebradas a la vez, la barrida socialista fue casi total, al imponerse en 22 de las 24 regiones metropolitanas, todas salvo Córcega y Alsacia. El conjunto de la izquierda acaparó el 49,9% de los votos en la segunda vuelta de estos comicios. El broche lo pusieron las elecciones europeas del 13 de junio. En ellas, la lista socialista triunfó con el 28,9% de los votos y 31 euroescaños.

Las repercusiones en el PS del no francés a la Constitución Europea en 2005; el desafío de Fabius
El rosario de victorias electorales reforzó el liderazgo de Hollande, que en los meses siguientes estuvo concentrado en el debate sobre la oportunidad de respaldar el proyecto de Constitución europea acordado por Chirac con los socios de la UE. Para el primer secretario, alinearse con el Elíseo en este asunto era una cuestión de principios, requerida por el europeísmo del PS. El 1 de diciembre de 2004 Hollande se impuso a las corrientes críticas del socialismo, reforzadas inesperadamente con el posicionamiento hostil de Fabius, al ganar el sí al Tratado Constitucional europeo con el 59% de los votos en un referéndum interno que atrajo al 80% de la militancia.

Comparándose a sí mismo con el nuevo presidente socialista del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, Hollande se proyectó como un más que legítimo aspirante presidencial en 2007, aunque ni siquiera hacía insinuaciones al respecto. Desde la dirección había gestos favorables a Strauss-Kahn. Menos rumores alimentaba su pareja legal, Royal, aunque su espectacular triunfo en marzo en Poitou-Charentes, el feudo político del primer ministro Raffarin, donde conquistó la presidencia del Consejo Regional, la convirtió en una dirigente a tener en cuenta. El panorama, hasta entonces gozoso, cambió drásticamente para Hollande a raíz del espectacular rechazo al Tratado de la Constitución Europea en el referéndum nacional de ratificación del 29 de mayo de 2005. Para Chirac y Raffarin, quien tuvo que abandonar y dar paso a Dominique de Villepin, la victoria del no por un 54,6% significó un absoluto desastre político y personal, pero en el PS los daños no fueron menores. A diferencia del referéndum interno de diciembre, una sensible mayoría de votantes socialistas se pronunció en contra ahora.

Tras haber concebido el sí como un imperativo categórico que no admitía discusión interna ni debate en la dirigencia del partido, Hollande vio cuestionado su liderazgo en medio de duras recriminaciones de las corrientes críticas de la izquierda. De inmediato, Fabius, sintiéndose vindicado, le lanzó el guante declarándose "disponible" para liderar una "alternancia" que permitiese "una reunificación del PS y los socialistas sobre un proyecto claro". Hollande encajó el golpe, pero a los pocos días, el 4 de junio, arropado por el grueso del Consejo Nacional, convocó un Congreso extraordinario para noviembre de este mismo año, 2005, y de paso expulsó a Fabius y sus partidarios de los órganos de dirección del partido.

Hasta la trascendental asamblea de noviembre, a celebrar en Le Mans, el PS se sumió en una atmósfera de máximo desgarro, comparable a las batallas intestinas de los primeros años noventa. Aunque no había una polarización bien contrastada, podía hablarse de pendencia entre dos bandos aparentemente irreconciliables: el socialismo pragmático de Hollande, Strauss-Kahn, Aubry, Lang y Delanoë, y los izquierdistas ortodoxos a los que se había orillado, pese a sus credenciales social-liberales, el incombustible Fabius. A efectos de posicionamiento frente a la arruinada Constitución Europea, los primeros eran llamados ouistes y los segundos nonistes. Unos y otros evocaron los fantasmas del cisma y la escisión si el Congreso extraordinario no se cerraba como querían.

Las posibilidades del crecido Fabius empezaron a torcerse cuando la corriente neosocialista de los diputados Montebourg y Peillon optó por no adherirse a su ponencia y en cambio sumó fuerzas con la otra corriente noísta del ala radical, la Alternativa Socialista (AS) de Emmanuelli. En un envite arriesgado, Hollande advirtió que si su ponencia, titulada Socialistas, para triunfar desde la izquierda: voluntad, verdad, unidad, no era avalada por más de la mitad de la militancia en la votación interna del 9 de noviembre, previa al Congreso propiamente dicho del 18 al 20 de noviembre, él no sería candidato a la Primera Secretaría. El órdago dio resultado y la moción oficialista fue respaldada por el 53,6% de los votos, mientras que las del NPS-AS recogió el 23,6% y la de Fabius, llamada Reunir a la izquierda, el 21,2%. Ya sólo quedaba consensuar una resolución de síntesis, que vio la luz en el Congreso de tres días en Le Mans con la inclusión de parte del NPS y de Fabius. El 24 de noviembre, Hollande, único candidato, fue reelegido jefe del partido con el 76,9% de los votos.

Royal, contendiente para el Elíseo
En el discurso de clausura del Congreso, Hollande proclamó "el fin del tiempo de la confrontación entre socialistas". Sin embargo, la cita de Le Mans no había servido para aclarar quién sería el candidato oficial a la Presidencia de la República en 2007. La escenificación de la unidad socialista no clausuró las sempiternas rivalidades, espoleadas recientemente por la cruda controversia constitucionalista y llamadas a acentuarse hasta que una elección primaria dirimiera en el plazo de un año la postulación para suceder a Chirac.

De hecho, el PS ya tenía más de media docena de pretendientes declarados: los más potentes eran Fabius, Strauss-Kahn, Lang y, dejando aparentemente en una situación embarazosa a Hollande, muchas veces tachado de líder débil, titubeante o falto de carisma, la propia madre de sus hijos, Royal, quien había desvelado su ambición en una entrevista periodística a finales de septiembre. La popularidad de la jefa regional de Poitou-Charentes y miembro de los llamados hollandeses era más alta que nunca y su caché de presidenciable se vio reforzado al aprobar el Consejo Nacional salido del Congreso su inclusión en la nueva Secretaría Nacional, en calidad de miembro de la Comisión de Proyecto que presidía Hollande. Las relaciones entre ambos se tornaron bastante ambiguas. La pareja procuraba compartir foco lo menos posible y él no se autodescalificaba como precandidato presidencial, lo que animaba a algunos a aventurar chocantes sorpresas.

Al arrancar 2006, pese a que aún no se había hecho con un lugar realmente destacado en la ejecutiva del partido, Royal ya encabezaba los sondeos de popularidad de los dirigentes socialistas, sobrepasando a Jospin, Strauss-Khan y, con mayor diferencia, a Hollande. Esta ventaja fue ahondándose hasta extremos abismales en los meses siguientes, permitiéndole superar también al nuevo hombre fuerte de la UMP, aunque en mala sintonía con Chirac, el ministro del Interior Nicolas Sarkozy. El irresistible ascenso de Royal generó un movimiento de rechazo en los cuadros altos del PS, donde se la seguía viendo como una especie de arribista sin mayores méritos políticos y parca en propuestas que debía su presencia en la ejecutiva del partido a Hollande y que sólo podía apelar a las bases desplegando glamour y un oportunismo de sabor populista. Por otro lado, la decisión del aparato controlado por Hollande de reclutar a nuevos afiliados simplemente mediante el envío por Internet de un formulario de inscripción y el pago electrónico de 20 euros, innovación que fue secundada por decenas de miles de usuarios, tuvo una acogida aprensiva por los barones, ya que parecía probable que estos militantes click, si se registraban a tiempo en el censo electoral, votasen en masa por Royal en las primarias de noviembre.

Hasta entonces, Royal, sorteando los dardos recibidos desde su propio partido, fue desgranando los diversos aspectos de su programa, bastante heterogéneo y descrito desde fuera como "centrista", que reunía los contenidos ya conocidos en la promoción de la mujer y la protección de la infancia, la crítica (muy mal encajada por los jospinistas) a los resultados de la semana laboral de 35 horas, la aceptación del matrimonio homosexual, la defensa de una mayor ayuda francesa a los países en desarrollo, la apuesta por las energías renovables y apelaciones a la autoridad y el orden, más asociadas a la derecha. Hollande, tras pasarse varios meses en la incómoda situación que suponía ser acusado de favoritismo y a la vez tener que reprobar ciertos pronunciamientos de ella que chocaban con el programa del partido —como su propuesta de reformar el sistema de escolarización por barrios—, demoró hasta el 30 de septiembre su descarte expreso para las primarias socialistas. El anuncio lo hizo al día siguiente de formalizar Royal su precandidatura. En las primarias del 16 de noviembre de 2006 Royal dio la campanada al llevarse la nominación frente a Strauss-Khan y Fabius, y diez días después fue proclamada candidata del PS en un congreso extraordinario celebrado en París.

En 2007 Royal disputó una campaña electoral bastante irregular y en buena parte a la defensiva. Así, conoció la acusación por un diputado de la UMP, Jacques Godfrain, de haber creado junto con Hollande una sociedad civil inmobiliaria para no pagar el impuesto sobre la fortuna, aplicable a patrimonios de más de 760.000 euros. La información obligó a los dos a revelar sus propiedades y sus cuentas con el fisco, pero Hollande además demandó a Godfrain y al periódico que había publicado la noticia. El caso era que la frialdad entre Hollande y Royal excedía con mucho lo hipotéticamente pactado para mantener las formas. El primer secretario participaba en la campaña de la candidata de su partido con una patente falta de entusiasmo. Antes de la primera vuelta, Royal se vio obligada a desautorizar la propuesta de Hollande de subir los impuestos a las rentas laborales superiores a los 4.000 euros al mes, una idea considerada inoportuna por su equipo. Royal fue perdiendo fuelle y el 22 de abril, con el 25,9%, de los votos, quedó a la zaga de Sarkozy. En la segunda del 6 mayo, con el 46,9%, la aspirante socialista sucumbió definitivamente frente al contrincante de la UMP.


5. Ruptura sentimental con Royal, abandono de la Primera Secretaría y nominación presidencial contra Aubry

Los sinsabores asediaron a Hollande tan pronto como acabó la elección que condujo a Sarkozy a la Presidencia de Francia. El 11 de mayo se puso a la venta La femme fatale, libro-escándalo en el que dos periodistas de Le Monde sacaban a la luz las tormentosas relaciones de Royal con los barones del PS por un lado y con Hollande por otro. Las autoras retrataban a Hollande y Royal como una pareja virtualmente deshecha por los celos políticos y las traiciones personales. Una de las presuntas revelaciones del libro era que en septiembre de 2005 ella se había lanzado a la carrera al Elíseo por despecho, tras serle infiel Hollande con la periodista televisiva Valérie Trierweiler. Los protagonistas presentaron contra las autoras una demanda civil por airear sus desavenencias, afirmando que el libro contenía pasajes falsos.

Las elecciones a la Asamblea Nacional del 10 y el 17 de junio de 2007, perdidas por el PS pese a subir hasta los 186 escaños (la recuperación fue insuficiente para frustrar la mayoría absoluta de la UMP), significaron para Hollande, reelegido por Corrèze con el 60,2% de los votos, una doble cesura política y personal. En el primer terreno, tal como había anunciado antes de los comicios, se preparó para abandonar la Primera Secretaría en un congreso a celebrar en 2008 y para el que propuso una "refundación" del PS con cambio de denominación, que podría ser la de "Partido de la Izquierda". La idea fue desechada por Strauss-Kahn, pretendiente del liderazgo del partido (hasta julio, cuando aceptó ser el próximo director gerente del FMI) en abierta competición con Royal, aunque Hollande replicó poniendo en solfa la querencia de DSK por la etiqueta "socialdemócrata". Justamente, el adjetivo que los observadores le endilgaban a él como sinónimo de socialista moderado.

En el terreno personal, el atribuido final de su relación con Royal se materializó a las pocas horas de cerrarse las urnas de la segunda vuelta del 17 de junio. Prologada por la enésima exhibición de desavenencias partidistas, al mostrar ella su decepción por la decisión de él de no dimitir inmediatamente y de seguir como primer secretario hasta el congreso del año siguiente, y rechazar él la sugerencia de ella de pactos con los centristas de François Bayrou, la pareja comunicó su decisión de disolver la unión civil firmada en 2001 y de hacer vidas independientes. Según Royal, la separación era de mutuo acuerdo y los dos habían quedado "en buenos términos". En adelante, el padre de sus hijos, con quien ya no compartía domicilio, podría "vivir su vida por su lado". Hollande reconoció también públicamente la ruptura que, dijo, "no tiene causas políticas" y tampoco iba a tener "consecuencias políticas". En noviembre siguiente, Valérie Trierweiler, dos veces divorciada y madre de tres hijos, habló sin tapujos de su idilio con Hollande en una entrevista por la televisión (él no iba a reconocer la relación hasta octubre de 2010, cuando se refirió a Trierweiler como "la mujer de mi vida").

Pese a lo afirmado por el primer secretario, la separación en lo personal aceleró el divorcio ya constatado en lo político. Royal redobló sus presiones a Hollande para que adelantara el Congreso del partido e implícitamente le acusó, como parte de la cúpula, de imponerle propuestas electorales "no creíbles". En la cuenta atrás para el Congreso que iba a elegir a su sucesor, el líder socialista fue cuestionado por la corriente neosocialista y por los antiguos noístas, nuevamente enfadados por la decisión de la Secretaría Nacional de unir votos con el Gobierno en la ratificación parlamentaria del Tratado de Reforma de la UE, el sucedáneo del fracasado Tratado Constitucional.

Las elecciones municipales y cantonales del 9 y el 16 de marzo de 2008, con resultados bastante favorables al PS y que para Hollande supusieron su colocación al frente del Consejo General del departamento de Corrèze (lo que exigió su baja como alcalde de Tulle), no llevaron la tregua al PS, agitado por la próxima elección interna, aunque las divergencias por cuestiones de ideología sí abrieron un paréntesis. El 14 de junio, con el apoyo de todas las corrientes, una Convención Nacional aprobó la nueva Declaración de Principios del PS, sustitutiva de la adoptada en el Congreso de Rennes de 1990 y diseñada para guiar al "socialismo democrático del siglo XXI".

El manifiesto, aligerado de carga izquierdista, omitía la vieja referencia a las "esperanzas revolucionarias" y en lugar de eso hablaba de "cambiar la sociedad" y de "revuelta contra las injusticias". El articulado, de 24 puntos, proclamaba la fe del PS en "una economía social y ecológica de mercado regulada por los poderes públicos y por los interlocutores sociales, que tenga por finalidad la satisfacción de las necesidades sociales básicas". "El sistema que queremos los socialistas es una economía mixta, que combine un sector privado dinámico, un sector público eficaz, con servicios públicos de calidad accesibles por todos, y un tercer sector de economía social y solidaria", continuaba el artículo sexto. El PS se definía a sí mismo como un partido "republicano", "laico", "reformista", "feminista", "humanista", "descentralizador", "europeo", "internacionalista", "popular" y "democrático."

En el Congreso de Reims, transcurrido del 14 al 16 de noviembre de 2008 en un clima deletéreo, compitieron tres aspirantes al liderazgo socialista: Royal, Aubry, a la que apoyaban las familias de Fabius, Strauss-Kahn y Montebourg, y Benoît Hamon, representante de varias corrientes minoritarias de izquierda. Bertrand Delanoë retiró a última hora su candidatura, aunque pidió el voto por Aubry. Su moción programática, presentada conjuntamente con Hollande y respaldada entre otros por Jospin, Rocard y Guigou, fue la segunda más votada, por detrás de la de Royal y su aliado Gérard Collomb. En la votación para la Primera Secretaría, la ex candidata presidencial se puso en cabeza en la primera vuelta pero en la segunda Aubry le ganó por menos de una décima, el 50,04% contra el 49,96%, en términos absolutos, por tan sólo 102 papeletas. Ante lo ajustadísimo del resultado y al calor de la competición, Royal denunció irregularidades. El 25 de noviembre el Consejo Nacional validó la victoria de Aubry, pero las espadas siguieron en alto. Por el flanco izquierdo, Jean-Luc Mélenchon, disgustado desde el Congreso de Le Mans, dio portazo definitivo al PS para fundar su propia formación, el Partido de la Izquierda (PG).

Hollande dejó, pues, el liderazgo de un partido profundamente dividido. Él ya tenía puesta la mirada en la nominación para las presidenciales de 2012, para la que se perfilaban también Royal, Aubry y Strauss-Kahn, no obstante dirigir el FMI en Washington. El 27 de junio de 2009, veinte días después del fortísimo revolcón sufrido por el PS en las elecciones europeas (pérdida de más de 12 puntos de voto y 17 escaños), el ex primer secretario lanzó en la ciudad de Lorient la iniciativa Responder desde la izquierda. Mitad asociación, mitad club de reflexión, y colocada bajo la presidencia nominal del eurodiputado Stéphane Le Foll, Responder desde la izquierda elaboró un Contrato por el cambio, manifiesto que debía servir de base a un futuro programa electoral de gobierno y que aludía a tres grandes "pactos" en los terrenos productivo, educativo y redistributivo.

Hollande presentó el Contrato por el cambio el 26 de junio de 2010 en Bourg-lès-Valence, de nuevo bajo el impacto de unos resultados electorales, los de las regionales de marzo, en este caso faustos para los socialistas. En este momento, empero, él, con un minúsculo 5% de preferencias, iba en los sondeos de popularidad a remolque de Royal, Aubry y el gran favorito oficioso, Strauss-Khan. La primera de los cuatro en destapar sus cartas fue Royal, en diciembre de 2010. Hollande retrasó su anuncio hasta después de las elecciones cantonales del 21 y el 28 de marzo de 2011, ampliamente favorables al PS y al conjunto de la izquierda. El 31 de marzo, una vez confirmada su reelección como presidente del Consejo General de Corrèze, el dirigente hizo oficial la precandidatura en Tulle. Su progresión en las encuestas socialistas ya había comenzado, consiguiendo superar a su ex pareja y acercarse a Aubry. Sin embargo, Strauss-Khan le seguía sacando más de 20 puntos de ventaja.

La carrera de las primarias del PS, abiertas a todo elector francés, afiliado al partido o no, con los únicos trámites del abono de un euro y la firma de una pequeña carta de adhesión a los valores de la izquierda y de la República, experimentó un dramático viraje el 14 de mayo de 2011. Ese día, el director gerente del FMI fue arrestado por la Policía de Nueva York sobre la base de una denuncia por agresión sexual e intento de violación presentada por la empleada de un hotel. La súbita caída en desgracia del poderoso DSK, que independientemente del veredicto judicial de los cargos que se le imputaban ya era un cadáver político, empujó hacia arriba de manera automática a Hollande: dos días después de estallar el escándalo, un sondeo catapultó al de Corrèze a la primera posición con un 33% de preferencias y el 17 de mayo otro estudio engordó sus apoyos hasta el 62%, 40 puntos más que Aubry, aunque a partir de junio las diferencias se hicieron menos acusadas.

A comienzos de julio, nada más arrancar oficialmente la campaña de las primarias, Hollande se vio implicado en la odisea judicial de Strauss-Khan al asegurar la periodista y escritora Tristane Banon que el entonces primer secretario había estado al tanto de un intento de violación contra ella en 2003 por parte del antiguo ministro de Finanzas, y que él le había recomendado, en un llamada telefónica, que denunciara el hecho a la Policía. Hollande testificó voluntariamente en dependencias policiales en relación con la denuncia interpuesta por Banon contra Strauss-Khan; en el interrogatorio, negó haber hecho la citada recomendación a la periodista e insistió en que el caso investigado nada tenía que ver con él o con el PS.

Tras una serie de debates televisados en los que los seis precandidatos —además de Hollande, Aubry y Royal, Arnaud Montebourg, Manuel Valls y el radical de izquierda Jean-Michel Baylet— confrontaron sus propuestas para sanear el sistema financiero, recaudar más impuestos de los ricos y las grandes empresas, recuperar el crecimiento económico, generar empleo y potenciar el sistema educativo, el presidente de Corrèze se impuso en la primera votación del 9 de octubre con el 39,2% de las papeletas. Con él pasó a disputar la segunda vuelta la alcaldesa de Lille, receptora del 30,4% de los votos tras haber superado en contundencia izquierdista a su rival. Apeados quedaron Monteburg y, cuarta con un paupérrimo 6,9%, Royal. La suerte a favor de Hollande quedó sellada una vez que Montebourg y Royal pidieron a sus seguidores que le escogieran a él frente a Aubry. El 16 de octubre de 2011 Hollande se llevó la nominación con el 56,6% de los votos. Nuevos sondeos nacionales aseguraban que si las presidenciales tuvieran lugar ahora, el candidato socialista se impondría igualmente a Sarkozy.


6. El duelo electoral con Sarkozy en 2012: victoria a doble vuelta

(Epígrafe en previsión)

François Hollande es autor de los siguientes libros: La Gauche bouge (obra colectiva escrita bajo el pseudónimo de Jean-François Trans, 1985); L'Heure des choix. Pour une économie politique (1985, en coautoría con Pierre Moscovici, 1991); L'Idée socialiste aujourd'hui (obra colectiva, 2001); Devoirs de vérité (libro de entrevistas por Edwy Plenel, 2006); Droit d'inventaires (libro de entrevistas por Pierre Favier, 2009); Le rêve français (libro de discursos y entrevistas, 2011); Changer de destin (2012); y Un destin pour la France (2012).

(Cobertura informativa hasta 1/1/2012)