Mikulás Dzurinda
Primer ministro (1998-2006)
Mikulás Dzurinda, líder de la Unión Cristiano Demócrata Eslovaca (SDKÚ), dirigió entre 1998 y 2006 dos gobiernos de coalición centroderechistas cuyas intensas reformas económicas y fiscales de corte liberal, muy elogiadas afuera, atrajeron fuertes inversiones foráneas que empujaron el crecimiento industrial y permitieron al país centroeuropeo ingresar en la UE, antesala a su vez del pronto acceso (ya en 2009) a la Eurozona. 2004 fue el año emblemático para las aspiraciones euro-atlánticas de Eslovaquia, que casi al mismo tiempo entró en la OTAN, tras recuperar con insospechada rapidez los años perdidos en este doble proceso de integración mientras gobernó el anterior primer ministro, el populista y nacionalista Vladímir Meciar. Después de sortear múltiples contratiempos por la debilidad congénita de sus Gabinetes y críticas internas al impacto social de cambios como el nuevo flat tax tributario, en las elecciones de 2006 Dzurinda acabó siendo desplazado del poder por el socialdemócrata Robert Fico. Concluido un paréntesis opositor de cuatro años, entre 2010 y 2012 fungió de ministro de Exteriores en el breve Gobierno democristiano encabezado por su subalterna en el partido, Iveta Radicová. Los desastrosos resultados de las elecciones de 2012, antesala de la virtual extinción de su formación, encaminaron a Dzurinda hacia la actividad académica al frente del Centro Martens de Bruselas.
(Texto actualizado hasta agosto 2018)
1. Dirigente de la democracia cristiana eslovaca
2. Primer ministro reformista y decisivo impulsor de la inserción del país en las estructuras euro-atlánticas
3. Segundo Gobierno de coalición y derrota final ante a los socialdemócratas de Robert Fico
4. Trayectoria desde 2006
1. Dirigente de la democracia cristiana eslovaca
Oriundo de la parte nororiental del país lindera con Polonia, estudió en la Universidad de Transportes y Comunicaciones de Zilina y en 1979 se licenció en la especialidad de Economía del Tráfico Ferroviario. Hasta 1989, cuando obtuvo el doctorado, siguió investigando en su facultad en el área de Ciencias Económicas y posteriormente, en 1993, asistió a un cursillo de seis semanas impartido por el Instituto Adam Smith (ASI) de Londres. Tras graduarse en 1979 y simultáneamente a sus investigaciones académicas, trabajó en el Instituto de Tráfico Ferroviario de Zilina y hasta 1990, a partir de 1988 como jefe de los sistemas de control automatizado. Durante un tiempo estuvo empleado en las oficinas en Bratislava del Servicio Checoslovaco de Ferrocarriles (CSD), con competencias en el departamento de tecnologías de la información.
Entre 1991 y 1992 Dzurinda sirvió en el Gobierno eslovaco que presidía Ján Carnogursky desde un puesto de viceministro económico adscrito al Ministerio de Tráfico y Comunicaciones. A continuación, entre el 16 de marzo y el 13 de diciembre de 1994, una vez consumada la ruptura de Checoslovaquia y obtenida por Eslovaquia la condición de Estado independiente, fungió de ministro de Tráfico, Comunicación Postal y Obras Públicas en el Gobierno de coalición de Jozef Moravcik. El 6 de junio de 1992 resultó elegido diputado del Consejo Nacional (Narodna Rada) en las listas del Movimiento Cristiano Demócrata (KDH) que lideraba Carnogursky y en cuya fundación en febrero de 1990 tomó parte.
En las elecciones del 30 de septiembre de 1994 Dzurinda renovó su acta de diputado y pasó a formar parte del comité financiero, presupuestario y monetario de la Rada. El 3 de diciembre de 1994 se convirtió en vicepresidente del KDH para asuntos financieros. Adicionalmente, fue uno de los impulsores, en octubre de 1997, de la Coalición Democrática Eslovaca (SDK), orientada al centro-derecha e integrada por el KDH, el Partido Democrático (DS) de Ivan Brndiar, el Partido Socialdemócrata de Eslovaquia (SDSS) de Jaroslav Volf, la Unión Democrática de Eslovaquia (DU) de Moravcik y el Partido Verde Eslovaco (SZS). Concebida como una coalición electoral para oponerse al entonces primer ministro, el nacionalista Vladímir Meciar, tachado de antidemócrata por la oposición, la SDK se constituyó como una federación cohesionada el 4 de julio 1998. Dzurinda, luego de ejercer de portavoz y líder de facto de la SDK, fue elegido su presidente y cabeza de lista para las elecciones generales que tocaban el 25 y el 26 de septiembre de aquel año.
Aupado a la popularidad por su inusual campaña de recorrido del país montado en bicicleta (actividad deportiva que venía practicando con la misma fruición que el fondismo y el maratón), Dzurinda propugnó una Eslovaquia inequívocamente orientada hacia la Unión Europea y la OTAN, sin la ambigüedad mostrada por el Gobierno de Meciar, propenso a las pulsiones nacional-populistas, y en la línea intensamente prooccidental de polacos, húngaros y checos, los países de la región que más avances mostraban en los procesos de integración en las mencionadas organizaciones. En materia económica, el líder opositor advirtió que la coyuntura era preocupante, con un crecimiento a la baja, una inflación acercándose a los dos dígitos, un paro del 15% y un déficit público del 4,5% del PIB, y auguró más dificultades para 1999 antes de que las reformas estructurales que tenía en mente hicieran notar sus efectos estimulantes sobre la inversión y el crecimiento.
En las elecciones, el Movimiento por una Eslovaquia Democrática (HZDS) de Meciar registró con el 27% de los votos y 43 escaños sobre 150 una victoria mínima e inoperante, ya que, excepción hecha de los ultranacionalistas del Partido Nacional Eslovaco (SNS) de Ján Slota, ningún partido estaba dispuesto a pactar con él. En cambio, la SDK, con 42 escaños y el 26,3% de los votos, llegó a un acuerdo para formar un gobierno de coalición moderado y proeuropeo con los partidos de la Izquierda Democrática (SDL), de la Coalición Húngara (SMK) y del Entendimiento Civil (SOP), capitaneados respectivamente por Jozef Migas, Béla Bugár y Rudolf Schuster. Esta amplia alianza garantizaba una mayoría absoluta de 93 escaños y constituía un verdadero frente anti Meciar. Así arropado, Dzurinda tomó posesión el 30 de octubre al frente de un ejecutivo que presentaba ministros de seis partidos, todos los del bloque oficialista salvo los socialdemócratas y los verdes.
2. Primer ministro reformista y decisivo impulsor de la inserción del país en las estructuras euro-atlánticas
El nuevo gobernante eslovaco no perdió el tiempo a la hora de promocionar sus aspiraciones internacionales en las capitales europeas y sus prontas iniciativas reformistas merecieron grandes alabanzas. Aquellas consistieron en la ampliación de los derechos de las minorías nacionales (cambio de postura que agradó al Gobierno húngaro, el cual seguía muy atento a las vicisitudes de la comunidad magiar eslovaca, entre 520.000 y 580.000 personas), la apertura del sector industrial a las inversiones extranjeras, la privatización de la banca, la despolitización de la radio y la televisión públicas, y la reestructuración en igual sentido de los servicios de inteligencia del Estado, cuestiones todas que durante el Gobierno de Meciar habían producido un sinfín de polémicas y conflictos.
El 11 de julio de 1999 la Rada aprobó el texto definitivo de la nueva Ley sobre el Uso de Idiomas Minoritarios, norma que no alteraba un ápice la definición de Eslovaquia como un Estado-nación pero que daba cumplimiento a las previsiones del Tratado Estatal Húngaro-Eslovaco suscrito en 1995. De paso, se satisfacía el requisito de la UE de que se restaurasen los derechos idiomáticos de las minorías étnicas, abolidos por Meciar en 1996 en virtud de una ley que más tarde, en 1997, había sido declarada no conforme a derecho por el Tribunal Constitucional.
Otra de las primeras iniciativas del Gobierno de Dzurinda fue la aprobación de una enmienda constitucional para permitir la elección del presidente de la República por sufragio directo. Vacante el puesto desde la conclusión del mandato de Michal Kovác, el primer presidente de la Eslovaquia independiente, en marzo de 1998, las sucesivas votaciones parlamentarias celebradas hasta julio habían resultado infructuosas debido a la mayoría absoluta que entonces tenían el HZDS y sus aliados, en apariencia interesados en bloquear el proceso electivo. El candidato de la coalición gobernante, Schuster, el líder del SOP, se impuso a Meciar en las elecciones directas que tuvieron lugar el 15 de mayo de 1999.
En enero de 1999 Dzurinda solicitó a la OTAN un calendario preciso para el ingreso de su país en la organización defensiva. Deseoso de ganar puntos ante sus interlocutores, cuando dos meses después comenzó la intervención militar contra Yugoslavia por la crisis de Kosovo Bratislava decidió, primero, abrir el espacio aéreo eslovaco a los aviones aliados para sus misiones de bombardeo de objetivos serbios y, segundo, sumarse al embargo petrolero impuesto por la UE al régimen de Belgrado, unos posicionamientos que irritaron al HZDS en la oposición. Las urgencias de Dzurinda encontraron satisfacción con el anuncio, hecho el 10 de diciembre de 1999 por el Consejo Europeo de Helsinki, de la aceptación del ingreso de Eslovaquia, que adquiría el estatus de país candidato a la membresía. De esta manera, fue subsanada la decisión de 1997 de descartar al país centroeuropeo de la primera ola de adhesiones por las deficiencias en el funcionamiento del sistema democrático detectadas bajo Meciar. Por el contrario, la estructura de la economía, a diferencia de búlgaros y rumanos, no constituía entonces y menos ahora un impedimento insalvable, no obstante demandarse a Bratislava un abultado paquete de deberes en este terreno, todavía.
El 15 de febrero de 2000 comenzaron en Bruselas las negociaciones de adhesión, que se prometían arduas toda vez que el informe de progreso emitido por la Comisión Europea a final de año situó a Eslovaquia en un tercer grupo de países de Europa Central y Oriental, junto con Letonia y Lituania, en función del grado de satisfacción de los requisitos económicos y de asimilación del acervo comunitario. También, el 14 de diciembre del mismo año Eslovaquia se convirtió en miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Por otro lado, Dzurinda, un día antes del histórico arranque de negociaciones con la UE, provocó una fuerte controversia en el campo oficialista al registrar su nuevo partido, la Unión Cristiano Demócrata Eslovaca (SDKÚ), concebido para reforzar la unidad de las fuerzas integrantes de la SDK, que seguirían conservando su autonomía como partidos, de cara a las elecciones legislativas de 2002. A partir de entonces, vislumbraba Dzurinda, la SDKÚ sucedería formalmente a la SDK como bloque parlamentario unitario. La SDKÚ, de la que de entrada se autoexcluyó el KDH, celebró su congreso constituyente el 18 de noviembre de 2000 y eligió a Dzurinda su presidente, cargo que el primer ministro compatibilizó con la presidencia de la SDK, dando lugar a una multiplicidad de funciones no exenta de confusión. El 13 de abril anterior el primer ministro había sobrevivido a una moción de censura presentada por el HZDS y apoyada por algunos diputados del SDL, incluido el presidente de la formación, Migas. Este gesto dejó patentes las desavenencias y las tensiones que el intento de cooptación política impulsado por Dzurinda estaba acarreando a la coalición gobernante.
El caso fue que el proyecto original de Dzurinda para la SDKÚ no prosperó y a lo largo de 2001 la SDK sufrió un proceso de desintegración. De los cinco partidos que habían integrado la SDK, solo la DU, ahora encabezada por Lubomir Harach, se avino a fusionarse con la nueva formación de Dzurinda. Más aún, en el transcurso de 2001 y durante buena parte de 2002 el Gobierno vivió en un permanente estado de crisis y estuvo a punto de caer en varias ocasiones, por conflictos internos y por instigación externa.
Así, por un lado, Dzurinda encajó las dimisiones obligadas, casi todas debido a acusaciones de mala gestión o de corrupción, de varios de sus ministros, entre ellos el de Defensa, Pavol Kanis (SDL) en enero de 2001, el viceprimer ministro Pavol Hamzík (SOP), en mayo de 2001, el titular de Interior, Ladislav Pittner (SDK), también en mayo de 2001, y la responsable de Finanzas, Brigita Schmögnerová (SDL), en enero de 2002. Amén de amagos de abandono de la coalición, como el protagonizado por el SMK en julio y agosto de 2001 (luego de rechazar el primer ministro la demanda de Bugár de crear una región específica para la minoría magiar), y de iniciativas unilaterales de partidos de la coalición en la Rada, como el proyecto de ley presentado en abril de 2002 por el KDH, el socio más conservador, para sancionar a los magiares que adoptasen tarjetas de identidad en húngaro.
Cada vez que la coalición parecía hacer aguas, el HZDS aprovechaba para lanzar mociones de censura, bien contra ministros en particular, bien contra el Gobierno en pleno, pero Dzurinda salió airoso de todos los apuros luego de advertir a sus socios de que su caída y la convocatoria de unas elecciones anticipadas serían un "desastre" para las aspiraciones euro-atlánticas de Eslovaquia y pondría en bandeja al "demagogo" Meciar el regreso al poder. Ciertamente, más que las capacidades de Dzurinda para amalgamar consensos en torno a su persona, fue el temor a Meciar -y las presiones de las capitales de la UE y la OTAN, que ratificaban punto por punto los aspavientos del primer ministro- lo que en última instancia impidió que las trifulcas entre los seis partidos gobernantes (SDKÚ, SDL, SMK, SOP, KDH y DS) tomaran un camino de no retorno.
Sosteniendo precariamente su Gobierno con andamios y parches, Dzurinda fue capaz de sacar adelante una serie de iniciativas consideradas indispensables para cumplir los objetivos europeos. En enero de 2001 el Consejo de Ministros adoptó la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias, un tratado internacional puesto bajo la supervisión del Consejo de Europa y adoptado por muchos Estados miembros de la UE, y el 23 de febrero siguiente la Rada aprobó una revisión de la Constitución que abría las puertas a la reforma de la ley del servicio civil y a una reordenación territorial de tipo descentralizador, por la que las regiones obtendrían más competencias del Gobierno nacional.
También se emprendieron sendas reformas del poder judicial, para asegurar su independencia y eficacia, y de las Fuerzas Armadas, modernizándolas y profesionalizándolas con vistas a la incorporación en la OTAN, lo que incluía la progresiva desaparición del servicio militar obligatorio. Asimismo, se avanzó decisivamente en la privatización del sistema bancario, las telecomunicaciones y el sector siderúrgico, destacándose como un gran éxito la adquisición por la compañía estadounidense US Steel Group de las acerías en torno a Kosice, pilar de la primera industria nacional.
En su informe estratégico publicado en noviembre de 2001, la Comisión Europea certificó que Eslovaquia estaba haciendo grandes progresos para el cumplimiento de los requisitos económicos y la asimilación de la legislación comunitaria, y que en un corto espacio de tiempo podría ser capaz de desenvolverse en el mercado interior único de la UE bajo las normas de elevada competitividad e incluso en la zona del euro, lo que conllevaba asumir unos severos mecanismos de disciplina presupuestaria. Eso sí, Bruselas reclamaba a Bratislava más resultados en la lucha contra la corrupción y en la remoción de discriminaciones de la minoría gitana (roma).
Los esfuerzos desplegados por el Gobierno de Dzurinda para estabilizar los mercados financieros, moderar la inflación y atenuar el déficit fiscal produjeron resultados positivos en 2001 (por ejemplo, el índice de precios creció un 6,6% en todo el año, la mitad que en los doce meses anteriores), y además coincidió con un relanzamiento económico (crecimiento del PIB un 3,3% frente al 1,2% anotado en 2000), pero la batería de medidas liberales repercutió negativamente en el nivel de vida de la población. Así, el paro alcanzó registros inéditos desde el final del régimen comunista (en diciembre de 2001 la tasa era del 18,8%, la mayor de la OCDE), a la vez que la población activa empleada sufría el descenso de los salarios reales, todo lo cual espoleó la impopularidad de Dzurinda y su equipo.
En política exterior, Dzurinda mantuvo unas relaciones muy cordiales con la República Checa (con la que se cerraron acuerdos definitivos sobre el reparto de los activos heredados de la antigua Checoslovaquia), Polonia y Eslovenia, esto es, los otros países de la zona que se encontraban adelantados para el ingreso en la UE. Dentro de la organización europea, Dzurinda contó con el apoyo de varios jefes de gobierno del arco ideológico conservador, en especial el español José María Aznar y el austríaco Wolfgang Schüssel. Aquel grado de excelencia en las relaciones con los países del Grupo de Visegrad y el Acuerdo de Libre Comercio de Europa Central (CEFTA) no pudo extenderlas Dzurinda a Hungría mientras estuvo gobernada por el también conservador Viktor Orbán, cuya ley sobre el estatus de los magiares del extranjero, concediéndoles derechos del ordenamiento jurídico húngaro con carácter extraterritorial, levantó muchas ampollas en Bratislava y sirvió de ariete político a los numerosos detractores que el primer ministro tenía fuera del Gobierno e incluso dentro de él.
En otro ámbito, los atentados del 11 de septiembre de 2001 brindaron otra oportunidad al gobernante eslovaco para, como otros mandatarios de Europa central y oriental, demostrar ante Estados Unidos su vocación férreamente occidentalista y atlantista. Ya antes de los ataques terroristas, en junio, Dzurinda comunicó en Washington al presidente George Bush que su Gobierno no tenía nada que objetar al proyecto de Defensa Nacional Antimisiles (NMD) del Pentágono y, más todavía, que esperaba la extensión de este paraguas al territorio eslovaco cuando fuera operativo.
La postura de Bratislava era notable porque justamente potencias de la OTAN como Francia y Alemania estaban expresando su rechazo al concepto del NMD y porque se interpretó también como el desaire final a Rusia, que mientras estuvo Meciar en el poder llegó a ilusionarse con que Eslovaquia pudiera constituir la excepción de entre los países otrora sometidos al dominio soviético y ahora deseosos de entrar en la OTAN. Tras los ataques terroristas contra Nueva York y Washington, Dzurinda aceptó la petición estadounidense de pasillos aéreos y facilidades terrestres en Eslovaquia para sus aviones, expresó su "apoyo incondicional" a la campaña militar iniciada en Afganistán y en junio de 2002 aprobó el envío de una unidad de zapadores al país asiático como parte de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF).
A finales de 2001, aunque las encuestas indicaban que los ingresos en la UE y la OTAN eran deseados por una mayoría de eslovacos y mientras él era cubierto de elogios en las capitales euro-atlánticas, Dzurinda aparecía en los sondeos de preferencia como el político en quien menos confiaba el electorado. El mandatario, como no dándose por enterado de los negros presagios para su partido en las próximas elecciones, insistió en que Meciar de ninguna manera iba a retornar al poder y que no había alternativa a un "bloque de derecha" liderado por la SDKÚ.
En 2002, después de recibir encantado la derrota de Orbán a manos de los socialistas en las elecciones de Hungría (abril) y la reelección del Gobierno de coalición encabezado por los socialdemócratas en la República Checa (junio), Dzurinda redobló sus perspectivas optimistas de que en Eslovaquia el electorado también iba a querer un ejecutivo comprometido con las reformas, la no agitación de argumentos nacionalistas en sus relaciones exteriores y la inserción en las estructuras occidentales.
En junio de 2002 la SDKÚ solo recogía el 8% de intención de voto según un sondeo de un instituto de opinión, pero luego empezó a recuperarse al tiempo que el HZDS fue desinflándose. Seguramente, en el electorado calaron los llamamientos, inusualmente vehementes y rayanos en la injerencia, de altos funcionarios y responsables políticos de la UE y la OTAN para que no se votara a aquellas fuerzas políticas que pudieran poner en peligro las negociaciones de adhesión después de tantos esfuerzos y avances. Es posible también que al recorte de las perspectivas del partido de Meciar le afectara una imagen abusiva de su pertinaz campaña de acoso y derribo contra Dzurinda, con lo que el recurso sistemático a la censura parlamentaria se habría vuelto contra su promotor.
3. Segundo Gobierno de coalición y derrota final ante a los socialdemócratas de Robert Fico
Después de tantos aprietos y contratiempos Dzurinda consiguió terminar la legislatura, cosa que sucedió por primera vez en Eslovaquia desde las elecciones libres de 1990. En los comicios del 20 y el 21 de septiembre de 2002 el gobernante democristiano ganó además la reválida favorecido, en parte de carambola, por la aritmética electoral: con el 15,1% de los sufragios y 28 escaños, la SDKÚ fue la segunda fuerza más votada, superando al Smer (Dirección), el partido montado en octubre de 1999 por Robert Fico, un populista escindido del SDL que durante muchos meses había sido el político más valorado del país, y limitando su distancia con el HZDS a cuatro puntos porcentuales de voto y ocho escaños. Con todo, la SDKÚ cosechó 11 puntos de voto y 14 actas menos que la SDK en 1998.
En puridad, el primer turno para intentar formar el nuevo Gobierno no le correspondía al mandatario saliente, pero las esperanzas de Meciar se extinguieron cuando Fico se negó a coligarse con él, poniendo crudamente sobre el tapete su aislamiento político. Entonces, Dzurinda comunicó al presidente Schuster que estaba en condiciones de formar un ejecutivo con el SMK de Bugár, el KDH que ahora dirigía Pavol Hrusovsky y la Alianza del Nuevo Ciudadano (ANO), formación de reciente cuño encabezada por Pavol Rusko, propietario de la televisión privada Markiza y llamado a veces el Berlusconi eslovaco.
El 27 de septiembre de 2002 Schuster encargó formalmente a Dzurinda la formación del Gobierno, el 8 de octubre la SDKÚ firmó el acuerdo de coalición con los tres partidos citados (aparte, el jefe del DS, que no había participado en las elecciones, Ludovít Kaník, se aseguró una cartera ministerial) y el 16 de octubre tomó posesión este ejecutivo cuatripartito respaldado por 78 escaños, solo dos por encima de la mayoría absoluta. El 4 de noviembre el flamante Gabinete aprobó un programa cuatrienal con los objetivos de reducir los delitos financieros (fraude fiscal, lavado de dinero), completar la reforma judicial, revisar el Código Penal, asentar el imperio de la ley y solucionar los problemas relacionados con las minorías nacionales y étnicas. Días después, Dzurinda y sus ministros aprobaron un presupuesto de austeridad para 2003 con una previsión de déficit del 5% del PIB calculado en función del aumento de los ingresos fiscales y la fijación de nuevos topes salariales en el sector público.
El éxito de la apuesta reeleccionista de Dzurinda colmó de satisfacción a los gobiernos concernidos y en noviembre Eslovaquia recibió dos espaldarazos definitivos a sus aspiraciones exteriores: el 18, el Consejo de Ministros de la UE fijó las fechas del 1 de mayo de 2004 para el ingreso del país eslavo al tiempo que otros nueve solicitantes, y del 16 de abril de 2003 para la firma de los tratados de adhesión de los primeros países en cerrar las negociaciones, entre los cuales Eslovaquia espera figurar; y el 21, sin sorpresas, el Consejo Atlántico reunido al nivel de jefes de Estado y de Gobierno comunicó en Praga a Eslovaquia, representada por Schuster, la aceptación de su solicitud de ingreso, el cual, casi con seguridad, se producirá también en el primer semestre de 2004.
La cuenta atrás para las entradas casi simultáneas en la UE y la OTAN se desarrolló sin contratiempos. El Tratado de Adhesión de Eslovaquia a la UE fue suscrito en la ficha acordada, el 16 de abril de 2003, al tiempo que lo hacían Chequia, Polonia, Hungría, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia, Malta y Chipre, en el marco del Consejo Europeo de Atenas. A continuación, los eslovacos ratificaron el histórico paso en un referéndum que tuvo lugar los días 16 y 17 de mayo de 2003, tres meses después de unirse Dzurinda a la declaración de apoyo de varios colegas europeos a las intenciones de Estados Unidos de invadir Irak, en cuyo posterior régimen de ocupación el Ejército eslovaco iba a participar con un centenar de soldados especializados en guerra antiquímica.
El 93,7% de los electores que votó en el referéndum se pronunció a favor del ingreso en la UE, si bien la abstención rozó el 48%. Exultante, Dzurinda saludó el resultado de la consulta con estas palabras, que trazaban un nexo cronológico entre el hito de ahora y la caída del comunismo en 1989: "Una era que empezó con la retirada de las alambradas de espino toca a su fin. Hoy entramos en una era completamente nueva que es parte de una Europa unida". El primero de mayo de 2004 Eslovaquia se convirtió en Estado miembro de la UE y al poco, el 13 de de junio, el electorado nacional votó en las primeras elecciones al Parlamento Europeo.
Los comicios europeos tuvieron unos resultados embarazosos para el primer ministro, pues si bien su partido, la SDKÚ, consiguió superar por la mínima, con el 17,1% de los votos, al LS-HZDS de Meciar y a los socialdemócratas de Fico (de todas maneras, las tres formaciones enviaron el mismo número de diputados, tres, a la Eurocámara, al igual que el KDH, pudiéndose hablar por tanto de un cuádruple empate), la participación fue escandalosamente paupérrima, el 17%. Los eslovacos ignoraron masivamente esta cita con las urnas y el país centroeuropeo marcó un récord abstencionista en la UE.
Algunos comentaristas relativizaron la hipótesis de que los eslovacos ya empezaban a "desilusionarse" con la UE -algo dudoso, argüían, porque acababan de ingresar y sencillamente no habían tenido tiempo para perder la fe en las ventajas de pertenecer al club europeo- y señalaron un posible efecto de fatiga por la acumulación de convocatorias electorales en los últimos tiempos. Así, apenas unas semanas antes, en abril, habían tenido lugar las elecciones presidenciales, con victoria para el postulante del pequeño partido centrista de oposición Movimiento por la Democracia (HZD, una escisión del HZDS) y apoyado por el Smer. Se trataba de Ivan Gasparovic, antiguo presidente de la Rada, quien había batido al titular aspirante a la reelección, Schuster, al hombre de confianza de Dzurinda, el ministro de Exteriores Eduard Kukan, y a Meciar, en el que fue su canto de cisne político.
Coincidiendo con la primera vuelta de las presidenciales, el 3 de abril, tuvo lugar un referéndum, convocado por Schuster con el aval de más de 600.000 firmas ciudadanas recogidas por los sindicatos, quejosos de las políticas "antisociales" del Gobierno, y respaldado por Fico, que preguntaba por la conveniencia o no de acudir a unas elecciones generales anticipadas; aunque el sí prevaleció con casi el 90%, la consulta fue invalidada al no alcanzar la participación mínima del 50%. Cuatro años atrás, un referéndum con la misma pregunta había corrido idéntica suerte.
En cuanto al envite de la Alianza Atlántica, las conversaciones para el ingreso empezaron el 29 de enero de 2003, el Protocolo de Adhesión fue firmado en el Consejo Atlántico de Bruselas el 26 de marzo siguiente y el 29 de marzo de 2014 Dzurinda en persona depositó los instrumentos de adhesión en Washington. Desde este momento, Eslovaquia, al alimón con Rumanía, Bulgaria, Eslovenia y las tres repúblicas bálticas, era considerado país aliado a todos los efectos.
2004, el año fausto para las aspiraciones eslovacas de política exterior, conoció también una profunda reforma tributaria, concebida por Dzurinda y su ministro de Finanzas, Ivan Miklos, para estimular las contrataciones en el sector privado y atraer inversiones foráneas, especialmente en los sectores punteros de la automoción, la energía y la electrónica. El punto estrella de la misma, harto polémico, era la introducción del tipo único fiscal (flat tax) del 19%, a pagar tanto por las rentas individuales como por las corporativas. El IVA quedó unificado también en el 19%. El impuesto sobre los beneficios empresariales fue suprimido, al igual que los de sucesiones y donaciones. Y desaparecían la mayoría de las desgravaciones y exenciones. Además, las cotizaciones a la seguridad social descontadas en las nóminas disminuyeron dos puntos.
La oposición de izquierda puso el grito en el cielo por una reforma que a su entender venía a liquidar el principio de progresividad fiscal y castigaba a las rentas medias y bajas. Con esta disminución general de los impuestos directos, el Gobierno sabía que iba a tener menos ingresos tributarios y estaba listo para reducir gasto público en consonancia. Dzurinda veía a la dinámica economía eslovaca perfectamente capaz de cumplir con los deberes de la Eurozona a medio plazo, optimismo e interés en la mudanza monetaria que no compartían, por ejemplo, sus colegas dirigentes de Chequia, Polonia o Hungría. Para él, ya solo restaba hacer un esfuerzo adicional para situar el déficit por debajo del 3%, el techo prescrito por la UE para quienes usasen la moneda única y para los que quisieran converger a la misma.
La reforma fiscal de 2004, acompañada de una reforma de las pensiones, no ayudó a mitigar la percepción de que el grueso de la población repudiaba la política económica y social del Gobierno Dzurinda. En el horizonte ya asomaban las elecciones generales de 2006 y la oposición intentó adelantar ese escenario. El 6 de julio de 2005 la solidez del Ejecutivo fue puesta a prueba en una moción de censura firmada por 37 diputados y que Dzurinda pudo sortear porque de los 150 miembros de la Rada solo 60 llegaron a votar a favor de su derribo. 2005 terminó con la moneda nacional, la koruna, fortalecida por la gran afluencia de capital industrial foráneo, dentro del Mecanismo de Tipo de Cambio (ERM II), paso imprescindible para adoptar el euro.
En enero de 2006 el primer ministro consiguió la absorción por su partido del pequeño DS de Ludovít Kaník. Desde ahora, la SDKÚ se denominaba SDKÚ-DS. Al poco, en febrero, estalló una tormenta en el Gabinete a propósito del proyecto de tratado de relaciones básicas con el Vaticano, que Dzurinda decidió mandar a la papelera al considerar inaceptable una cláusula reguladora de la "objeción de conciencia" de profesionales católicos, como los médicos, quienes, acogidos a la misma, podrían negarse a atender a las mujeres que requiriesen sus servicios para la contracepción o el aborto. Puesto que para él este punto del tratado con la Santa Sede era irrenunciable, Hrusovsky, muy enfadado, anunció el 6 de febrero que su partido, el KDH, se bajaba del Gobierno. El abandono del KDH, que venía ocupando los ministerios del Interior, Justicia y Educación, dejó a Dzurinda en una situación de precaria minoría, con la sola compañía de los magiares del SMK y un sector de la dividida ANO, el enfrentado al líder Pavol Rusko.
De acuerdo con el calendario, las elecciones generales tocaban en septiembre, pero los cabezas de facción, en rápidas discusiones, decidieron anticiparlas al 17 de junio. Dzurinda, realista, reconoció que en estas circunstancias no podía pretender terminar la legislatura. De cara a los comicios, el gobernante descartó expresamente cualquier entendimiento con Fico y Meciar, y a cambio ofreció una cooperación poselectoral a Hrusovsky, pero el líder democristiano le respondió con la negativa.
Los sondeos favorecían al Smer-SD y el 17 de junio de 2006 los de Fico, portavoces del proyecto de una Eslovaquia "más solidaria e igualitaria", se adjudicaron una mayoría simple de 50 escaños con el 29,1% de los votos. El principal partido del Gobierno, considerando todo el desgaste acumulado, registró un resultado más que digno: el 18,3% de los votos y 31 diputados, es decir, de hecho una mejora con respecto a los comicios de 2002. El 4 de julio Fico formó un Gobierno de mayoría en pintoresca coalición con las principales fuerzas de la derecha nacionalista y populista, es decir, el SNS y el LS-HZDS. Dzurinda se despedía del Ejecutivo con la economía creciendo a un ritmo imponente del 8% anual que debía mucho a las grandes inversiones de capital internacional en la industria del automóvil, el déficit público contenido por debajo del 3% y el paro mediocremente reducido al 15% de la población activa, la segunda tasa más elevada de la UE, solo superada por la de Polonia.
4. Trayectoria desde 2006
Dzurinda permaneció en la primera línea de la política como miembro de la Rada y presidente de la SDKÚ-DS, en cuya leal número dos, la socióloga, ex ministra y fallida candidata presidencial en 2009 Iveta Radicová, el anterior gobernante delegó el mando del cartel para las elecciones parlamentarias del 12 de junio de 2010. Las votaciones volvieron a ser ganadas por el Smer-SD y con fuerte ganancia de escaños, pero Fico vio imposibilitada la reedición de su Ejecutivo ante el hundimiento de sus socios derechistas. Entonces, cristalizó un acuerdo entre la SDKÚ-DS, disminuida en las urnas (el 15,4% de los votos y 28 diputados), el KDH y los nuevos partidos Most–Híd y Libertad y Solidaridad (SaS) en torno a la austeridad fiscal para recortar el abultado déficit público y la mejora de las relaciones con Hungría.
La condición de Dzurinda de principal muñidor de esta nueva coalición de fuerzas moderadas comprometidas con la consolidación fiscal y la estabilidad de la Eurozona (en la que Eslovaquia, gracias a todo el buen trabajo realizado por los gobiernos del período 1998-2006, había ingresado en enero de 2009) se tradujo en la obtención del puesto de ministro de Exteriores en el Gabinete Radicová, inaugurado el 8 de julio de 2010 y donde él asumió un rol equiparable al de una especie de co-primer ministro de facto.
El Gobierno Radicová naufragó prematuramente en octubre de 2011, al perder una importante votación parlamentaria sobre la ampliación, con el consiguiente aumento de la cuota nacional eslovaca, del fondo de rescate intergubernamental de la Eurozona, la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF). Para salir del atolladero y urgidos desde Bruselas, Radicová y Dzurinda acordaron con Fico el adelanto de las elecciones a cambio de su apoyo a la aprobación de la nueva FEEF. Dzurinda volvía a ser el cabeza de lista y candidato a primer ministro. Las elecciones del 10 de marzo de 2012, disputadas en un ambiente social tremendamente hostil al oficialismo, depararon a la SDKÚ-DS un pésimo 6,1% de los sufragios y la pérdida de 17 escaños, pasando a ser la quinta fuerza parlamentaria, mientras que el Smer-SD se apuntaba la primera mayoría absoluta de la democracia. Fico volvió al poder.
El batacazo electoral era demasiado grande y el 12 de marzo Dzurinda anunciaba su renuncia a la presidencia del partido y a presentarse de nuevo en las próximas elecciones. El 19 de mayo siguiente la SDKÚ-DS, en un Congreso celebrado en Zvolen, eligió como nuevo líder a Pavol Freso, el presidente de la Región de Bratislava. Lo que siguió a continuación fue un aparatoso proceso de desintegración orgánica que recibió el tiro de gracia en las elecciones generales del 5 de marzo de 2016, en las que la SDKÚ-DS no cosechó más que 7.000 votos, el 0,27% del total, y obviamente perdió todos sus escaños, el de Dzurinda incluido. Aunque no desapareció como sujeto jurídico, el partido fundado en 2000 por Dzurinda virtualmente dejó de existir.
Al margen de la política activa, el ex primer ministro eslovaco, casado y con dos hijas, y que seguía haciendo bicicleta y corriendo maratones con la misma pasión que cuando joven, se acomodó en una nueva etapa profesional en la academia como presidente del Centro de Estudios Europeos Wilfried Martens, institución con sede en Bruselas y think tank oficial del Partido Popular Europeo (del que, por cierto, la SDKÚ-DS, desde 2016 presidida nominalmente por Milan Roman, terminó siendo excluida en 2018 al no registrar actividad política alguna y no pagar las cuotas de membresía). Dzurinda fue elegido al frente del Centro Martens en diciembre de 2013, sucediendo precisamente al fallecido ex primer ministro belga. En la actualidad está activo también en la ONG Concordia de Nueva York.
(Cobertura informativa hasta 1/8/2018)