Lars Løkke Rasmussen

En Dinamarca, las elecciones generales del 18 de junio de 2015 han deparado un cambio de Ejecutivo a primera vista chocante pero que no es extraño si se conoce la tradición parlamentaria nacional: aquí, los turnos para gobernar los determinan las mayorías que sumen los bloques informales del centro-derecha y el centro-izquierda, lo que significa que el partido más votado bien puede acabar en la oposición. Lars Løkke Rasmussen, el líder del Partido Liberal (Venstre) y que ya fuera el primer ministro entre 2009 y 2011, regresa al Gobierno en situación de debilidad porque su formación, que ha encajado sus más flojos resultados en 25 años, es solo la tercera en el Folketing, por detrás de la Socialdemocacia (SD) y el Partido Popular Danés (DF, derecha nacionalista). Curiosamente, hace cuatro años, el Venstre, con 262.000 votos más que ahora, se vio descabalgado pese a disponer del mayor número de escaños, como venía siendo desde 2001, por los socialdemócratas de la hoy primera ministra saliente, Helle Thorning-Schmidt, los cuales, aun habiendo sufrido su peor registro en más de un siglo, estaban en condiciones de formar un Gabinete de coalición mayoritario con sus socios del centro-izquierda. Hoy, esta relación de fuerzas se ha invertido.

En su primer ejercicio como jefe del Gobierno danés, al que llegó sustituyendo a Anders Fogh Rasmussen -sin parentesco familiar- cuando este fue elegido secretario general de la OTAN, Lars Løkke, anteriormente ministro de Interior, Salud y Finanzas, gobernó en coalición ministerial con el Partido Popular Conservador (KF) y parlamentaria con el DF, formación cuyo duro discurso antiinmigración tuvo un influjo determinante en las políticas del Gabinete. En 2011, para disgusto de la Comisión Europea, que advirtió de una posible vulneración del Acuerdo de Schengen, Copenhague reintrodujo unilateralmente los controles aduaneros en sus fronteras interiores con Alemania y Suecia para, según adujo entonces Rasmussen, hacer más efectiva la lucha contra el crimen organizado. En el terreno económico, las medidas de austeridad para combatir el déficit a caballo entre dos recesiones no dieron los resultados apetecidos y el paro aumentó, mientras que la tormenta de las deudas soberanas de la Eurozona liquidó los planes de celebrar un nuevo referéndum sobre la adopción de la moneda única: el interés popular en esa mudanza, simplemente, se desvaneció. Ahora bien, Dinamarca, pese a conservar la corona, se adhirió voluntariamente al Pacto por el Euro y su disciplina fiscal.

Esta vez, Rasmussen, que encuentra un panorama económico más positivo (hay crecimiento, el déficit es menor, la deudas del Estado están estabilizadas y el paro se ha reducido), ha optado por formar un Gobierno monocolor de franca minoría que requiere del soporte vital legislativo de los partidos del centro-derecha, muy en especial del DF de Kristian Thulesen Dahl, que dispone de 37 diputados, tres más que el Venstre, luego cabe esperar el retorno con fuerza de la influencia de esta pujante agrupación derechista en las acciones del Ejecutivo, sobre todo en materia de Interior. Los populares reclaman el aumento del gasto público en políticas sociales orientadas a los daneses autóctonos, el regreso a los controles fronterizos y un referéndum, de estilo británico, sobre la continuidad del país en la UE.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 29/6/2015. Lars Løkke Rasmussen formó su tercer Gabinete, de coalición minoritaria con la Alianza Liberal y el Partido Popular Conservador, el 28/11/2016. Celebradas las elecciones generales del 5/6/2019, el Partido Liberal (Venstre) hubo de dejar paso en el Gobierno a los socialdemócratas de Mette Frederiksen, quien tomó posesión como primera ministra el 27/6/2019. El 31/8/2019 Rasmussen cesó como líder del Venstre, partido que abandonó el 1/1/2021. Posteriormente, el 5/6/2021, presentó su nuevo partido, Moderados (Moderaterne), con él de presidente. El 15/12/2022 Rasmussen pasó a ser ministro de Exteriores en el segundo Gobierno de la primera ministra Mette Frederiksen, de gran coalición entre la SD, el Venstre y los Moderados).

1. Trayectoria política en el partido Venstre
2. Del Ministerio de Finanzas a la jefatura del Gobierno en 2009
3. El embate de la crisis económica y menoscabo al área de Schengen
4. Pérdida de la mayoría ante el centro-izquierda en las elecciones de 2011
5. Cambio de tornas electorales en 2015 y regreso como primer ministro en minoría


1. Trayectoria política en el partido Venstre

Hijo de contable y de ama de casa, en sus años de estudiante, en la década de los ochenta, Lars Løkke Rasmussen estuvo activo en la sección juvenil, la Venstres Ungdom (VU), del Partido Liberal o Venstre, veteranísima fuerza de centroderecha que por aquellos años fungía de socio menor en los gobiernos de coalición encabezados por el entonces más votado Partido Popular Conservador (KF), con Poul Schlüter de primer ministro. En 1983 se matriculó en Estudios Sociales y Matemáticas por la Escuela Secundaria Superior de Helsinge y luego emprendió la carrera de Derecho en la Universidad de Copenhague.

En 1986, ostentando el liderazgo de los liberales Uffe Ellemann-Jensen, concurrentemente ministro de Asuntos Exteriores, Rasmussen, con 22 años, fue elegido presidente nacional de la VU y de paso recibió asiento en el Consejo General del partido. Desde el primer puesto se distinguió como el organizador de una campaña de recogida de fondos, donados por estudiantes daneses, para la compra de material escolar destinado a Afganistán, que luego él y otros compañeros se encargaron personalmente de distribuir en el país asiático, sumido en la guerra contra la ocupación soviética. Con esta iniciativa, Rasmussen pretendió hacerle la competencia en su terreno al diminuto pero voluntarioso Partido Comunista, muy activo en estas campañas de solidaridad internacionalista. Años después, iba a aflorar una foto, un tanto comprometedora, del joven cuando su estancia en el país asiático en 1988: aparecía posando con un grupo de rebeldes mujahidines, vestido con sus atuendos y portando un fusil de asalto AK-47.

También en 1986, además, Rasmussen debutó como concejal en el Ayuntamiento de Græsted-Gilleleje, una comuna del condado de Frederiksborg, al norte de la isla de Zelanda. En 1989 cesó al frente de la VU y al año siguiente se dio de baja también en el Consejo General del Partido coincidiendo con el inicio de un período profesional como consultor autónomo. Lo que no dejó fue su cometido de edil en Frederiksborg, que iba a prolongar hasta 2001. En 1992, con varios años de retraso debido a sus actividades políticas y profesionales, terminó la carrera de Derecho con la obtención de la correspondiente licenciatura.

Recién entrado en la treintena de edad, Rasmussen se estrenó en la política parlamentaria con la obtención de un escaño por Frederiksborg en las elecciones al Folketing, Parlamento danés, del 21 de septiembre de 1994. Fueron unos comicios positivos para el Venstre porque consiguió superar a su competidor ideológico, el KF, y recuperar, con el 23,3% de los votos y 42 escaños, la segunda posición perdida en 1977. Por el momento, el Venstre se situaba a remolque de la añeja primacía electoral de la Socialdemocracia (SD), invicta desde 1924, precisamente cuando quebró el predominio del que el liberalismo había gozado desde su organización en 1870. Ahora mismo, desde enero de 1993, los socialdemócratas, liderados por Poul Nyrup Rasmussen, encabezaban un gobierno de coalición cuatripartito de resultas de la dimisión de Schlüter por un escándalo político, mudanza que había significado el retorno del Venstre a la oposición tras una década de servicios gubernamentales. Como diputado opositor, Lars Løkke presidió hasta casi el final de su primera legislatura los comités parlamentarios de Salud y de Industria y Comercio Exterior. Fuera del Folketing, y también hasta 1997, fue el teniente de alcalde de Græsted-Gilleleje.

El estatus político del parlamentario se reforzó notablemente en 1998. El 18 de abril de ese año, un Congreso extraordinario del partido, convocado a raíz de la dimisión de Ellemann-Jensen por los decepcionantes resultados de los comicios del 11 de marzo anterior, en los que los liberales se habían quedado estancados en el 24% de los votos y los 42 escaños, eligió nuevo presidente a Anders Fogh Rasmussen, ex ministro de Impuestos y Asuntos Económicos; Lars Løkke le secundó regresando al Consejo General y en el puesto cimero de vicepresidente orgánico de la formación. Dicho sea de paso, Lars Løkke no tenía parentesco ni con su correligionario Anders Fogh, ni con el socialdemócrata Poul Nyrup, tratándose el patronímico Rasmussen de un apellido bastante frecuente en Dinamarca, donde lo portan más de 100.000 personas. En añadidura, el virtual número dos de los liberales se convirtió en alcalde del condado de Frederiksborg.

El Venstre, con el 31,3% de los votos y 56 escaños, conquistó en las elecciones generales del 20 de noviembre de 2001 una victoria histórica porque, por primer vez en 81 años, volvió a ser el primer partido del país, desbancando a la SD. Anders Fogh se dirigió a los conservadores, liderados por Bendt Bendtsen, para la formación del nuevo Gobierno, que para ser verdaderamente mayoritario iba a precisar del apoyo en el Folketing del derechista y xenófobo Partido Popular Danés (DF), de Pia Kjærsgaard, y el 27 de noviembre se constituyó este, con Anders Fogh de primer ministro y su lugarteniente, Lars Løkke, de ministro del Interior y Salud.

Rasmussen, reelegido en su escaño por segunda vez, acometió en su primera legislatura en el Ejecutivo una reforma sanitaria por la que dotó de más medios al Servicio Nacional de Salud Danés (Sundhedsvæsen) para acortar las listas de espera en los hospitales públicos y negoció con los conservadores, los socialdemócratas y los populares la concesión a los afiliados al seguro público del derecho a recibir tratamiento libre de pago en la sanidad privada si en caso de enfermedad no fueran atendidos por la red pública antes de dos meses.

Tras las elecciones del 8 de febrero de 2005, que mantuvieron intacta la cuota de poder parlamentaria de los liberales, los conservadores y, fuera del Ejecutivo, los populares (el Venstre perdió cuatro escaños, compensados en igual medida por las ganancias experimentadas por sus dos aliados, y retuvo la condición de primera fuerza del país por delante de los socialdemócratas de Mogens Lykketoft), Anders Fogh formó su segundo Gobierno y Lars Løkke fue confirmado en sus funciones. En esta segunda legislatura, el ministro del Interior y Salud se destacó como el promotor de una reforma de la organización territorial del país por la que los 13 condados fueron reemplazados por cinco regiones y las 271 comunas o municipios quedaron reducidas a 98. La llamada Reforma Municipal (Kommunalreformen) entró en vigor el 1 de enero de 2007.


2. Del Ministerio de Finanzas a la jefatura del Gobierno en 2009

En las elecciones del 13 de noviembre de 2007, adelantadas por Anders Fogh al socaire de la benignidad del cuadro económico –el PIB, tras un tropezón en el segundo trimestre del año, crecía a un ritmo del 2%, el paro, irrisorio, apenas superaba el 3% y el año iba a terminar con un superávit público del 4,9%, el mejor de la UE por detrás de Finlandia, y una deuda pública muy baja, del 26%-, el Venstre retrocedió al 26,2% de los votos y los 46 escaños, pero su presidente se aseguró el tercer mandato gubernamental gracias a los 43 escaños sumados por conservadores y populares. Por tercera vez consecutiva, el Venstre se colocaba por delante de los socialdemócratas, ahora conducidos por Helle Thorning-Schmidt

Para entonces, Rasmussen, en lo sucesivo diputado por la circunscripción de Zelanda del Norte (Nordsjællands), ya venía proyectándose como el delfín político de Anders Fogh, y esta impresión se reforzó ahora al promoverle este al puesto de ministro de Finanzas, reemplazando a Thor Pedersen, que pasaba a presidir el Folketing. El nuevo Gabinete bipartito tomó posesión el 23 de noviembre. Una vez convertido en ministro de Finanzas, prácticamente sin solución de continuidad, Rasmussen encajó una avalancha de datos económicos negativos que anunciaban la llegada de una etapa de crecimiento nulo e incluso negativo por la confluencia del final del boom en el sector de la construcción, el encarecimiento del petróleo y la sequía financiera, que dañaba la inversión y el consumo. En junio de 2008, incluso antes de que la bancarrota de Lehman Brothers en Estados Unidos propagara sus ondas sísmicas a todo el mundo, Dinamarca confirmó que había entrado en recesión al encadenar dos trimestres con crecimiento negativo; la contracción había empezado a finales del año anterior y hasta abril del presente el retroceso intertrimestral había sumado el -0,8% del PIB. Copenhague fue la primera capital de la UE que tuvo que publicar esta mala noticia.

En el segundo trimestre de 2008 la economía avanzó un 0,3% con respecto a enero-marzo, pero en el tercer trimestre desandó el -0,9% y en el cuarto la recesión volvió a declararse con un retroceso del -2%. Esta secuencia produjo para el conjunto del año una contracción del -0,7%, frente al 0,8% positivo registrado en 2007. Paradójicamente, la fuerte caída de la producción no se estaba traduciendo en destrucción de empleo; al contrario, el nivel de paro se mantenía en unos niveles ínfimos, de menos del 5%, por debajo de la media comunitaria, aunque esta realidad de casi pleno empleo sólo podía sufrir erosión de ahora en adelante. En octubre de 2008, ante el agravamiento de la crisis del sector bancario, y en la línea de lo decidido por otros gobiernos de la UE, Copenhague decidió cubrir con la garantía del Estado el 100% de los ahorros depositados por los ciudadanos en las entidades financieras.

El titular de Finanzas dirigió el plan de ayudas públicas a los bancos con problemas de liquidez y en febrero de 2009 entabló negociaciones con los grupos parlamentarios para implementar una profunda reforma fiscal que entre otras novedades recortaría drásticamente el impuesto sobre la renta, hasta 7,5 puntos en el tipo marginal máximo del 63% -el más elevado de la UE y del mundo- y aumentaría las tasas sobre las emisiones contaminantes. El objetivo prioritario era estimular la actividad económica y la contratación laboral en tiempos de recesión. El ministro calculó en 28 millones de coronas el dinero que el Gobierno dejaría de ingresar, aunque esperaba recuperar una sexta parte de esa cantidad en los próximos diez años solo como resultado del acicate económico. Además, el Ministerio anunció un recorte de las deducciones y la aplicación de un impuesto "compensatorio" fijo de 284 coronas (38 euros) al año desde ahora hasta 2043 a determinados fondos privados de pensiones.

Pese a todo, 2009 terminó siendo para Dinamarca, como para el resto de países europeos, el año de la Gran Recesión, que aquí superó la marca del -5%, más que el promedio de la UE (el -4,4%). Además, la fuerte caída de los ingresos volatilizó de un plumazo el superávit fiscal, que había sido del 3,2% del PIB a finales de 2008: doce meses después, la balanza financiera del Estado presentaba un déficit del 2,8%, poniendo el criterio de convergencia europea en zona de peligro. Consecuentemente, el Estado, para hacer frente a sus pagos, se endeudaba a marchas forzadas.

Tal como se venía informando en los últimos meses y semanas, el primer ministro Anders Fogh fue el responsable político escogido por los países aliados de la OTAN para suceder al holandés Jaap de Hoop Scheffer como secretario general de la Alianza Atlántica a partir del 1 de agosto de 2009. El anuncio llegó el 4 de abril al final de la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en las ciudades francesa de Estrasburgo y alemana de Kehl, en el sexagésimo aniversario del Tratado de Washington. Al día siguiente, 5 de abril, Anders Fogh presentó su renuncia a la reina Margarita II e inmediatamente después la monarca, oída la recomendación del dimisionario, encomendó protocolariamente a Lars Løkke la formación del nuevo Gobierno. A sus 44 años, iba a convertirse en el más joven primer ministro en la historia de Dinamarca.

La designación del responsable financiero no produjo sorpresas, ya que se trataba de la segunda figura del Venstre, cuyo liderazgo asumió también en funciones, y la mano derecha de Anders Fogh, aunque algunos comentaristas habían especulado con el nombramiento de un primer ministro interino y en funciones en la persona de la jefa del KF, Lene Espersen, viceprimera ministra y ministra de Economía. Quedó claro que con Rasmussen a su frente, el Gobierno bipartito mantendría intacto su elenco de apoyos parlamentarios, al que contribuían el DF de Pia Kjærsgaard, la Alianza Liberal (LA) de Anders Samuelsen y Naser Khader, y el Centro Cívico (BC) de Simon Emil Ammitzbøll, dos partidos nuevos, fundados en 2007 y a principios de 2009, respectivamente.

Rasmussen empezó a regir el mismo 5 de abril y dos días después tuvo listo su Gabinete, que apenas difirió del anterior. Para sucederle en Finanzas nombró a Claus Hjort Frederiksen, hasta ahora titular de Empleo, quien traspasó la cartera a Inger Støjberg. Karen Ellemann se convirtió en ministra del Interior y Asuntos Sociales; los tres eran miembros del Venstre. El nuevo jefe del Gobierno expresó su intención de completar la legislatura en 2011, tiempo en el cual, tal como había prometido Anders Fogh tras ganar las elecciones de 2007, el Ejecutivo propiciaría la convocatoria de un nuevo referéndum, luego de la consulta con resultado negativo del año 2000, sobre el ingreso en la Eurozona, opción muy deseada por la coalición, más ahora en tiempos de borrasca económica y financiera.

De hecho, el país nórdico cumplía holgadamente los cinco criterios de convergencia en cuanto a la inflación, los tipos de interés, la tasa de déficit público, la tasa de deuda pública y la participación de la corona en el Mecanismo de Tipo de Cambio Europeo (ERM II), donde estaba ajustada al euro con un margen de fluctuación del 2,25%. La adopción del euro, y de paso la derogación de las otras tres excepciones opt-out en relación con el Tratado de Maastricht de 1992 (las relativas a los asuntos de seguridad y defensa, justicia e interior, y ciudadanía europea), contaban esta vez, aseguraban casi todos los sondeos, con el favor de una mayoría de daneses, aunque no holgada. De los partidos importantes, sólo el DF seguía oponiéndose a la renuncia a la corona. Los observadores destacaron las dificultades que aguardan a Rasmussen, que encaraba una aguda recesión económica, la más severa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, así como unas encuestas de opinión desfavorables. Las mismas sonreían a los socialdemócratas y a su presidenta, Thorning-Schmidt, ahora mismo la personalidad política más popular del país y abanderada del aumento del gasto público, en particular para sostener el Estado del bienestar.


3. El embate de la crisis económica y menoscabo al área de Schengen

El 17 de mayo de 2009 Rasmussen asumió de manera oficial la jefatura del Venstre y al cabo de tres semanas llegó el primer examen en las urnas. Como en 2004, las elecciones al Parlamento Europeo fueron ganadas por la SD, aunque, con el 20,2% de los votos, el Venstre se quedó a poco más de un punto de su adversario de la izquierda, que envió a Bruselas un eurodiputado más, cuatro, que los liberales.

En julio, el gobernante danés asistió a la Cumbre anual del G8 en L'Aquila en calidad de representante del Foro de Principales Economías, junto con los líderes de Australia, Corea del Sur e Indonesia. Meses después, en diciembre, los focos se posaron en Copenhague con motivo de la XV Conferencia de las Partes (COP 15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y la V Reunión de las Partes (MOP 5) del Protocolo de Kyoto, que se celebraban en la capital danesa.

La Cumbre de Copenhague, a la que asistieron los principales dirigentes mundiales, se saldó con un desvaído y no vinculante acuerdo particular de Estados Unidos, China, India, Brasil y Sudáfrica para reducir emisiones de efecto invernadero. El pacto, aceptado por algunos países y rechazado por otros, luego sin carácter oficial, levantó fuertes críticas por su carácter de mínimos, sin objetivos cuantitativos ni plazos, lo que para sus detractores equivalía a un acta del fracaso de la Cumbre. El Gobierno danés y su jefe en particular fueron la diana de múltiples reproches, por haber presentado un borrador inicial que, según los países en desarrollo, solo beneficiaba a los países ricos, y por una organización que al final favoreció la toma de decisiones por un grupo reducido de partes en nombre de todos y al margen de los plenarios de la conferencia.

Más aún, el primer ministro fue acusado por algunos participantes de desconocer las reglas y los formalismos que suelen regir este tipo de grandes eventos multilaterales. Rasmussen, que, sustituyendo a Connie Hedegaard, la hasta hacía unos días ministra para el Clima y la Energía, actuó de presidente de la Cumbre en su recta final, del 16 al 18 de diciembre, se defendió del aluvión de críticas con el argumento de que las discusiones sobre el "procedimiento" no podían entorpecer la adopción de unas decisiones que el mundo esperaba con urgencia. Sin embargo, el acuerdo cocinado in extremis y entre bambalinas por el estadounidense Obama, el chino Wen Jiabao, el indio Singh, el brasileño Lula y el sudafricano Zuma se hizo ciertamente a espaldas del dirigente anfitrión, quien se sintió ninguneado.

Tras esta ingrata experiencia, Rasmussen, el 23 de febrero de 2010, acometió una remodelación ministerial que según el oficialismo no guardaba relación con la reciente Cumbre de Copenhague y que en parte estaba pendiente desde la marcha de Anders Fogh el año anterior; de hecho, la Cumbre sobre el Cambio Climático habría venido a retrasar estos cambios. Rasmussen relevó a cuatro titulares de carteras importantes: el de Exteriores, el conservador Per Stig Møller, en el cargo desde 2001; el de Defensa, el liberal Søren Gade Jensen (desde 2004); la de Interior, la también liberal Karen Ellemann, quien no llevaba ni un año en el puesto pero que estaba muy desgastada por una filtración desde su departamento sobre unos planes, fechados en 2007, de envío de tropas especiales a Irak para operaciones antiterroristas (el contingente danés completó su retirada de Irak a finales de 2008); y el de Justicia, el conservador Brian Mikkelsen (desde 2008). Sus reemplazos fueron respectivamente Lene Espersen (KF), Gitte Lillelund Bech (Venstre), Bertel Haarder (Venstre) y Lars Barfoed (KF). Espersen y Bech eran las primeras mujeres en tomar el control de los ministerios de Exteriores y de Defensa en la historia de Dinamarca.

Rasmussen recordó que su Gobierno tenía como tareas principales acelerar la salida del túnel de la recesión y cumplir con nota la asignatura económica para que el oficialismo liberal-conservador pudiera revalidar su mayoría operativa en las elecciones generales de 2011. En mayo siguiente, el Gobierno anunció un gran paquete de recortes y ahorro por valor de 24.000 millones de coronas, complementado con medidas tributarias para aumentar los ingresos fiscales, que afectó especialmente al seguro del desempleo, las bonificaciones a los hogares con niños y la ayuda exterior. Con el margen relativo que daba discurrir de nuevo por la senda de un crecimiento de en torno al 1,5% anual, el Gabinete Rasmussen se centró en el objetivo de devolver las cuentas públicas a su anterior balance positivo.

Lo peor de la crisis, en apariencia, había quedado atrás, pero a la tormenta bancaria y a la Gran Recesión le siguió, en el bienio 2010-2011, la gran crisis de las deudas soberanas de la Eurozona (Grecia, Irlanda, Portugal, Italia, España), que pusieron a la moneda única europea al borde de la implosión. En tales circunstancias, se desvanecieron en Dinamarca las ansias de jubilar la corona y abrazar una divisa europea que parecía presa de una crisis existencial. El porcentaje de partidarios del sí al euro en un hipotético referéndum se derrumbó en los sondeos y la líder de los populares, Kjærsgaard, no dejó de vocear su euroescepticismo. Con todo, Rasmussen comunicó el deseo de Copenhague de adherirse al Pacto por el Euro, propuesto por Alemania y Francia para recobrar la estabilidad financiera, generar empleo y mejorar la competitividad de la Eurozona sobre las bases de la disciplina fiscal reforzada y la coordinación intergubernamental. El Folketing, con el voto de la SD, dio luz verde a la participación de Dinamarca en el Pacto por el Euro en marzo de 2011.

Ahora bien, el nacionalismo excluyente del DF, uno de los partidos de derecha populista más sólidos e localmente influyentes de Europa, se expresaba sobre todo en el discurso contrario a la inmigración y la multiculturalidad. El debate público sobre los logros de la integración de la población de origen extranjero, en particular los musulmanes procedentes del norte de África y Oriente Próximo, y sobre el estado de la legislación en materias de asilo, residencia y ciudadanía, sometida a fuertes restricciones por el Gobierno de Anders Fogh, fue espoleado en 2010 por los sobresaltos criminales que tenían como blanco el periódico Jyllands-Posten, el medio nacional que en 2005 había publicado las polémicas caricaturas de Mahoma, causa de un enorme revuelo en todo el orbe musulmán.

Así, en enero de 2010 un residente somalí fue detenido acusado de asaltar la vivienda del dibujante autor de las viñetas satíricas, Kurt Westergaard, con la intención de asesinarlo a hachazos, y en diciembre del mismo año la Policía aprehendió en posesión de armas automáticas a cuatro hombres, dos de ellos de nacionalidad sueca, acusados de preparar un atentado contra el rotativo. En febrero de 2011 el reo somalí, Mohamed Geele, fue condenado a nueve años de prisión por allanamiento de morada, intento de asesinato y acto de terrorismo.

En mayo de 2011, mientras la Aviación danesa tomaba parte en las operaciones militares de la OTAN en Libia para proteger a la población civil y ayudar a los rebeldes alzados en armas contra el régimen de Gaddafi, el ministro de Justicia, Barfoed, tomando al vuelo la reciente carta enviada a la UE conjuntamente por el presidente francés Nicolas Sarkozy y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi demandando la modificación de ciertos aspectos del Acuerdo de Schengen para hacer frente a la inmigración clandestina, anunció que su Gobierno se disponía a reintroducir de manera unilateral y con carácter permanente los controles al trasiego de personas en su frontera terrestre con Alemania y en su conexión con Suecia por el puente marítimo de Øresund. También se incrementarían los controles portuarios y aeroportuarios.

La decisión del Gobierno de Copenhague, que era fruto de un acuerdo con el DF a cambio de su apoyo al retraso gradual de la edad de jubilación a los 67 años de aquí a 2020, suscitó la "fuerte inquietud" de la Comisión Europea, cuyo presidente, José Manuel Durão Barroso, advirtió al primer ministro que su plan, de no responder a unas circunstancias excepcionales "de causa mayor e interés público", podría conculcar la legislación comunitaria sobre la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales en el marco del Mercado Interior Único. Sin embargo, los ministros de Rasmussen insistieron en la necesidad de restablecer los controles para atajar de manera "eficaz" la "ola de delincuencia que llega del extranjero", cuyas principales responsables eran las "bandas del este de Europa" dedicadas al narcotráfico, el tráfico de personas y el contrabando. Puesto que no se trataba de restringir la libre circulación de personas con "controles personales de pasaportes" sino de vigilar las fronteras en las aduanas para "evitar las actividades criminales", argumentaba Copenhague, no habría violación del Acuerdo de Schengen.


4. Pérdida de la mayoría ante el centro-izquierda en las elecciones de 2011

La polémica, más externa que interna, sobre el restablecimiento de los controles fronterizos, que se hizo efectiva en julio con el refuerzo de la vigilancia aduanera en las vías de comunicación con Alemania y Suecia y en el servicio de transbordadores, las dudas sobre la eficacia de las medidas de austeridad para domeñar el déficit (en franco aumento, siendo la previsión del Gobierno de un déficit presupuestario del 3,8% para este año y del 4,6% para 2012) y de reactivación de la economía confiada al conservadurismo fiscal (Dinamarca se deslizaba hacia una minirrecesión correspondiente al segundo semestre del año), las cifras del paro (del 7% en la tasa general y del 14% entre los jóvenes, consideradas aquí muy elevadas a pesar de situarse por debajo de las medias comunitarias) y el engorde de la lista de bancos privados declarados insolventes que ocasionaban pérdidas a sus clientes y que, salvo raras excepciones, no eran rescatados por el Estado, en conjunto alimentaron un estado de opinión nada risueño que empujó a Rasmussen, el 26 de agosto de 2011, a convocar elecciones generales con dos meses de adelanto, al 15 de septiembre.

Los sondeos eran desfavorables para el oficialismo, muy en particular para los conservadores, a los que desde enero lideraba Lars Barfoed, a partir de esa fecha, en sustitución de Espersen también, viceprimer ministro además de titular de Justicia (Espersen continuaba en el Gabinete como ministra de Exteriores). Los comicios, sobre los que gravitaban fundamentalmente las preocupaciones económicas, produjeron unos resultados familiares en Dinamarca, una democracia que hasta las históricas elecciones de 2001 había visto formarse muchos gobiernos encabezados no por el partido más votado. El Venstre, por cuarta vez consecutiva en una década, se mantuvo como la primera fuerza del Folketing con el 26,7% de los votos y 47 diputados, uno más que en 2007, pero esta ligera mayoría simple no le sirvió de nada a Rasmussen porque sus socios imprescindibles, los conservadores y los populares, sufrieron un notable retroceso, que en el caso del KF alcanzó niveles de debacle.

El informalmente llamado bloque azul, que componían el Venstre, el KF, el DF y la LA, fue sobrepasado por la suma del bloque rojo, es decir, la SD, el Partido Social Liberal (Radikale Venstre, RV), el Partido Popular Socialista (SF) y la Alianza Roja-Verde o Lista Unida (Enhedslisten). Los de Rasmussen reunían 86 diputados, cuatro por debajo de la mayoría absoluta, pero los de Thorning-Schmidt, con la adición de los tres escaños de otras tantas agrupaciones pequeñas de los territorios autónomos de Groenlandia y Faroe, llegaban a los 92. En la jornada siguiente, Rasmussen presentó la dimisión y la jefa de los socialdemócratas recibió de la reina el encargo de constituir el próximo Gobierno. El 3 de octubre llegó el relevo en el Ejecutivo, que pasó a estar dirigido por la coalición de la SD, el RV y el SF, cuya mayoría absoluta dependía del respaldo parlamentario de la Enhedslisten.


5. Cambio de tornas electorales en 2015 y regreso como primer ministro en minoría

Rasmussen siguió en la brecha política como líder de los liberales y de la oposición en el Folketing, fiscalizando la labor del Ejecutivo del centro-izquierda, que, pese a lo dicho en la campaña, no tocó muchas de las políticas adoptadas por el centro-derecha desde 2001, incluidas la reforma de las pensiones y la bajada de la presión fiscal a las rentas altas, aunque, eso sí, canceló de inmediato la reintroducción de los controles fronterizos que tanto preocupaban a la Comisión Europea y que habrían empañado la presidencia danesa del Consejo de la UE en el primer semestre de 2012.

La tercera recesión económica, que en 2012 y 2013 se comió 1,2 puntos del PIB, dañó la credibilidad de las recetas del Gobierno Thorning-Schmidt, y este demérito de su adversario relanzó las perspectivas electorales del Venstre, que hasta la primavera de 2014 gozó siempre de la primacía en los sondeos de intención de voto, durante mucho tiempo por encima de la horquilla del 30%. Sin embargo, Rasmussen vio resurgir una polémica personal que le perseguía desde su etapa de regidor municipal en la década de los noventa referente a una serie de gastos suntuarios de carácter privado (desplazamientos en avión en primera clase, hoteles y restaurantes de lujo, ropa y calzado de marcas caras, tabaco) que, o bien no había justificado debidamente, o bien había cargado a las instituciones como dietas, o bien, supuestamente, había dejado sin abonar.

Los ecos escandalosos del tren de vida de Rasmussen y de sus supuestas irregularidades financieras, muy aireadas por la prensa danesa, generaron vivo malestar en el Venstre, que asistía alarmado al impacto fulminante que las informaciones comprometedoras sobre su jefe estaban teniendo en las encuestas, para alborozo de los socialdemócratas. En junio de 2014 la cúpula del partido, presionada desde las secciones territoriales pero, sobre todo, consternada por la pérdida de 3,5 puntos de voto y de un eurodiputado en las elecciones europeas del 25 de mayo (ganadas con autoridad por el DF), celebró una reunión especial para analizar la situación.

Parecía que el liderazgo liberal de Rasmussen estaba sentenciado, pero el ex primer ministro salió airoso del escrutinio interno. Ese mismo mes, el político renunció a la presidencia, para la que había sido elegido en junio de 2012, del Global Green Growth Institute (GGGI), una ONG surcoreana dedicada a promover el crecimiento económico sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Precisamente, en calidad de presidente de la ONG Rasmussen había facturado al GGGI, el cual gozaba de una subvención anual del Gobierno danés de 90 millones de coronas salidas del bolsillo de los contribuyentes, gastos de avión y facturas de hotel por valor de 770.000 coronas.

Las elecciones al Folketing tocaban el 18 de junio de 2015 y a principios de abril el Venstre se quedó sistemáticamente rezagado en las encuestas que concedían el primer puesto a la SD. En la campaña, el dirigente liberal habló de poner topes en el gasto público y de limitar las coberturas de las providencias del Estado del bienestar para, explicó, estimular el empleo. Mirando de reojo al DF que ahora lideraba Kristian Thulesen Dahl, Rasmussen manifestó también que en Dinamarca había "un problema" con la integración de los inmigrantes en la sociedad de acogida, como indicaba el hecho de que "cerca del 50% de las personas que no son de origen occidental reciben algún tipo de apoyo público". Aunque sugería un nuevo giro de tuerca en el endurecimiento de los permisos y beneficios sociales a disposición de los inmigrantes no comunitarios, ideas que sí propugnaban con vehemencia los populares, Rasmussen se abstuvo de sacar a colación el posible restablecimiento de los controles terrestres y fronterizos que por breve tiempo había aplicado su Gobierno en 2011, hasta que la llegada de los socialdemócratas al poder supuso la revocación de la polémica medida.

Los comicios de 2015 fueron como un reverso de los de 2011: con el 19,5% de los votos y 34 escaños, el Venstre experimentó sus peores resultados desde 1990, perdiendo 13 puestos en el Folketing y cayendo a la tercera posición por detrás de la SD, que con 47 diputados recuperaron la primacía perdida en 2001, y, registro histórico, del DF, cuyos 21,5% de los sufragios y 37 escaños le colocaron en situación de volver a influir con fuerza en la política danesa, aunque no llegara a sentarse en el Gobierno.

Lo primero que se constató fue que a la ganadora, Thorning-Schmidt, tal como le había sucedido a su contrincante liberal en 2011, las puertas para repetir en el Gobierno se le cerraron de par en par porque sus socios potenciales del centro-izquierda sufrieron un considerable retroceso. El bloque azul, en cambio, alcanzaba una mayoría absoluta de 90 escaños. La nueva aritmética parlamentaria no admitía interpretaciones y el 19 de junio la primera ministra presentaba la dimisión.

Dos días después, la reina Margarita entregó a Rasmussen el mandato de "explorar la posibilidad de formar un Gobierno de mayoría con varios partidos". El encargado se apresuró a indicar que esa tarea no iba a ser posible debido a las divergencias en una serie de temas clave, como la cuestión del gasto público, con los populares, y en la jornada siguiente, el 22 de junio, obtuvo de la jefa del Estado un segundo mandato, esta vez para alinear un Gabinete de minoría, aunque con el respaldo parlamentario del DF, el KF y la LA. EL 28 de junio Rasmussen presentó su nuevo Gabinete, con Kristian Jensen de ministro de Exteriores, Carl Holst de ministro de Defensa, Karen Ellemann en Interior y Claus Hjort Frederiksen en Finanzas. Había que remontarse hasta 1982, en tiempos del socialdemócrata Anker Jørgensen, para encontrar un Gobierno formado por un solo partido.

El estadista danés está casado con Sólrun Løkke Rasmussen (apellidada de soltera Jákupsdóttir), quien ejercer de profesora de inglés y ciencias exactas en la escuela del Teatro Real Danés. La pareja ha tenido tres hijos.

(Cobertura informativa hasta 29/6/2015)