Muhammad Shia al-Sudani

El 27 de octubre de 2022, cumplido un año ya desde las elecciones legislativas, Irak se dotó por fin de un primer ministro y un Gobierno plenamente operativo. El shií Muhammad Shia al-Sudani fue investido por la mayoría de los 253 diputados asistentes a la sesión del Consejo de Representantes (Majlis al-Nuwwab) de 329 miembros. Propuesto por el bloque de los partidos shiíes proiraníes con el visto bueno de las principales facciones sunníes y kurdas, y designado formalmente por el nuevo presidente de la República Abdel Latif Rashid, Sudani y su Gabinete de 21 ministros no son reconocidos por el Movimiento Sadrista, partido que fue el más votado en los comicios del 10 de octubre de 2021 y que desde junio de 2022 mantiene un boicot radical al Majlis. Este último año de crisis política aguda, con efecto paralizante en las instituciones republicanas, ha dejado más de 50 muertos. Tal es el balance luctuoso de varias olas de disturbios e incidentes violentos de carácter partidista que tomaron el relevo a las protestas sociales de 2019-2021, a su vez expresión del hastío de los sufridos ciudadanos irakíes por el sectarismo, la corrupción y la disfuncionalidad del sistema político, sobre el papel democrático y competitivo, instalado tras la invasión de 2003.

(Texto actualizado hasta 3/11/2022)

Sudani, que toma el relevo en la jefatura del Gobierno a Mustafa al-Kadhimi, es un especialista en agronomía titulado por la Universidad de Bagdad. En 1980, siendo niño, sufrió la pérdida violenta de su padre y otros miembros de su familia, ejecutados por la dictadura de Saddam Hussein por pertenecer al Partido Islámico Dawa (DIP), organización confesional shií que el régimen baazista veía como una quinta columna de Irán después de estallar la guerra entre ambos países.

A diferencia de otros muchos altos cargos del nuevo Irak republicano surgido de la invasión anglo-estadounidense de 2003, Sudani, una vez adulto, permaneció en Irak en vez de tomar el camino del exilio con unas credenciales opositoras. Su participación en la aplastada revuelta de la comunidad shií tras la derrota de Saddam en Kuwait en 1991 no le impidió seguir haciendo carrera en su rama profesional. Así, en los últimos años noventa condujo los asuntos agrícolas en varios municipios de la provincia sudoriental de Maysan. También, trabajó en los equipos técnicos de la FAO en Irak.

Al iniciarse la ocupación por las fuerzas occidentales, Sudani, desde Maysan, colaboró con la Autoridad Provisional de la Coalición, la administración impuesta por Estados Unidos para gestionar los asuntos civiles de Irak en paralelo a la ocupación militar. En 2004 fue nombrado alcalde de la ciudad de Amarah, un año más tarde entró en el Consejo Provincial de Maysan y en 2009 recibió la posición de gobernador de la provincia.

De ahí pasó al Gobierno nacional en diciembre de 2010, cuando el primer ministro Nuri al-Maliki, jefe del DIP y acusado por los sunníes de empujar al Ejecutivo hacia el sectarismo pro-shií, le nombró ministro de Derechos Humanos. Se trataba de una cartera sensible pero en la práctica apenas efectiva, mientras Irak se desangraba por la virtual guerra civil entre las organizaciones armadas shiíes y sunníes, y la campaña de atentados y masacres, muchas veces dirigidos contra las minorías etnorreligiosas (como los yazidíes), que perpetraba el nuevo yihadismo extremo del Estado Islámico en Irak.

El nuevo primer ministro desde septiembre de 2014, Haider al-Abadi, no le mantuvo en su Gabinete. Antes de cesar en su cometido, Sudani reclamó al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que abriera una investigación de las atrocidades del Estado Islámico por posible constitución de genocidio y crímenes contra la humanidad.

Tras ocho años fuera de foco, Sudani volvió a ser noticia el 25 de julio de 2022. Fue con motivo de su candidatura al puesto de primer ministro, pendiente de instalar desde las elecciones legislativas de octubre del año anterior, por parte del Marco de Coordinación, bloque parlamentario formado por las dos fuerzas principales del shiísmo proiraní: la Coalición Estado de Derecho del ex primer ministro Maliki y la Alianza Fatah de Hadi al-Amiri.

El Marco de Coordinación pugnaba con la alianza Salvemos la Patria, consistente en el Movimiento nacionalista shií antiiraní del clérigo Muqtada al-Sadr, que con 73 escaños había sido el claro ganador de las pasadas elecciones, más el Partido Democrático del Kurdistán (KDP) de Massud Barzani y los sunníes de la Alianza Al Siyada; esta última, a su vez, era una plataforma conjunta del partido Al Takadum de Muhammad al-Halbusi y la Alianza Azm de Jamis al-Janjar.

A estas alturas de la crisis poselectoral, los radicales sadristas habían iniciado un boicot al Majlis y estaban embarcados en un desafío a las instituciones republicanas, según ellos detentadas de manera ilegítima por unos partidos oficialistas que no reconocían su fracaso electoral y hacían caso omiso de las aspiraciones populares de progreso, transparencia y democracia. El 23 de junio los 73 diputados sadristas habían sido reemplazados por otros tantos diputados nuevos que vinieron a engrosar las filas del Marco de Coordinación, el cual más que duplicó su tamaño en la operación. Ahora, la candidatura de Sudani contribuyó a exacerbar aún más los ánimos de los partidarios de Sadr, quienes respondieron con la ocupación de la llamada Zona Verde de la capital y la irrupción por las bravas en el hemiciclo del Majlis, antes de retirarse acatando los llamamientos a la calma de su líder.

De acuerdo con la Constitución, la designación del primer ministro para su investidura por el Majlis correspondía al presidente de la República, y la renovación del titular de esta oficina llevaba también meses bloqueada, desde febrero. Hubo que esperar por tanto hasta la elección presidencial por los diputados en una fecha tardía, el 13 de octubre de 2022, de Abdel Latif Rashid, quien se impuso al también kurdo de la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK) Barham Salih, en el cargo desde 2018 y postulante frustrado a la reelección.

Nada más tomar posesión de la Presidencia, Rashid, en respuesta al precario entendimiento alcanzado por el Marco de Coordinación y Salvemos la Patria (de esta última ya se había descolgado el furibundo Muqtada al-Sadr), designó primer ministro a Sudani, el cual obtuvo la aprobación por una mayoría de diputados 14 días después. La investidura de Sudani recibió vía libre luego de ponerse de acuerdo todos los partidos de los dos grandes bloques parlamentarios, más la adición de otras agrupaciones importantes como la PUK. El nuevo frente oficialista se hacía llamar Coalición por la Administración del Estado, nombre bien ilustrativo de la voluntad de sus miembros de aparcar sus crónicas peleas y desavenencias, aunque solo fuera por unos días, en aras de un objetivo elemental: dotar al descalabrado Irak de un Gobierno con plenas facultades.

Al instalar a Sudani, el Majlis aprobó de paso su programa de Gobierno, que identificaba cinco prioridades generales: combatir la corrupción administrativa y financiera; abordar el desempleo y crear oportunidades laborales para los jóvenes; apoyar a las personas vulnerables y con bajos ingresos; reformar la economía, con sus sectores industrial, agrícola, financiero y bancario, y sostener el sector privado; y mejorar y desarrollar los servicios públicos con incidencia en la vida diaria de los ciudadanos. Sudani proclamó su fidelidad a unos principios de "compromiso", "buen desempeño", "corresponsabilidad", "planificación estratégica", "transparencia", "revisión" y "evaluación".

Más en concreto, el nuevo primer ministro señaló una serie de tareas perentorias. Entre ellas estaban abonar los pagos pendientes a las provincias productoras de petróleo y gas, celebrar elecciones a los consejos provinciales, unificar el sistema de aduanas en las fronteras internacionales, acelerar el retorno a sus hogares de los desplazados internos, cancelar los permisos de movimiento en las áreas donde la seguridad se considerara restablecida, desmilitarizar las ciudades, devolviendo a las policías locales la vigilancia del orden público, o lanzar una campaña nacional de lucha contra el narcotráfico. En el terreno legislativo, urgía enmendar la normativa electoral para poder celebrar comicios en el plazo de un año.

"La epidemia de la corrupción que ha afectado a todos los aspectos de la vida es más mortífera que la pandemia del coronavirus y ha sido la causa de muchos problemas económicos, debilitando la autoridad del Estado e incrementando la pobreza, el paro y los servicios públicos deficientes", afirmó Sudani en el Majlis momentos antes de ser elegido.

(Cobertura informativa hasta 3/11/2022)