Benigno Aquino III

En las elecciones de mayo de 2010 una ola popular de optimismo y esperanza aupó a la Presidencia de Filipinas a Benigno Aquino III, el hijo de Benigno Aquino jr., principal dirigente opositor a Ferdinand Marcos y asesinado a su regreso del exilio en 1983, y de Cory Aquino, líder de la revolución popular que tumbó a la dictadura en 1986 y presidenta de la República hasta 1992. Fue precisamente la muerte de Cory en 2009 el detonante de la candidatura al Palacio de Malacañang de este congresista del Partido Liberal y en la oposición al censurado Gobierno de Gloria Macapagal-Arroyo, cuya trayectoria política hasta entonces no pasaba de discreta. Estandarte, al parecer sin pretenderlo, del legado de compromiso democrático y honradez de sus icónicos padres, Noynoy Aquino ha prometido invertir las inercias nacionales, en un país afectado, como pocos en su vecindario asiático, por la corrupción, la turbulencia institucional, la violencia política y el mal gobierno, que impiden a Filipinas, aún demasiado pobre, subirse al carro del progreso económico con desarrollo social.

(Nota de edición: este texto fue publicado originalmente el 1/8/2010. Benigno Aquino III concluyó su mandato de seis años el 30/6/2016, fecha en que transfirió la Presidencia a Rodrigo Duterte, ganador de las elecciones del 9/5/2016. El ex presidente Aquino falleció por causas naturales el 24/6/2021 a los 61 años de edad).

1. Un apellido identificado con la lucha democrática en Filipinas
2. La impopularidad de Arroyo y la memoria de los padres como trampolines a la Presidencia


1. Un apellido identificado con la lucha democrática en Filipinas

El decimoquinto presidente de la República de Filipinas es la cuarta generación de una dinastía política de encumbrado prestigio en el país asiático, gracias a sus famosos padres: Benigno Simeon Aquino júnior, alias Ninoy, periodista, senador, gobernador de Tarlac, dirigente del Partido Liberal (PL) y el más destacado líder opositor a la dictadura de Ferdinand Marcos, quien probablemente dispuso su magnicidio en 1983; y Maria Corazón, Cory, Aquino, apellidada de soltera Sumulong Cojuangco, quien tomó la antorcha de su asesinado esposo y se enfrentó electoralmente a Marcos en 1986, protagonizando una revolución democrática que la sentó en la Presidencia durante un sexenio. El abuelo paterno, Benigno Simeon Aquino sénior (1894-1947), fue un ministro y legislador que tras la Segunda Guerra Mundial fue procesado por colaborar con la ocupación japonesa del archipiélago. Y el bisabuelo, Servillano Mianong Aquino y Aguilar (1874-1959), fue un general revolucionario que combatió a los españoles y luego a los estadounidenses, y que participó en la Asamblea Constituyente de la Primera República Filipina en 1898.

Tercero de cinco hermanos y el único varón, el joven Benigno, apodado Noynoy, recibió toda su formación académica, desde la primaria hasta la universitaria, en la Universidad Ateneo de Manila, donde se graduó en Economía. En 1980 se afincó con su familia en Newton, área residencial de Massachusetts próxima a Boston, el lugar de exilio escogido por el padre tras ser liberado por el régimen, interrumpiendo un penoso período carcelario de ocho años, a raíz de unos problemas cardíacos que le tuvieron al borde de la muerte. En 1983, con 50 años, Aquino decidió regresar a Filipinas para retomar la lucha no violenta contra la dictadura corrupta y represiva de Marcos. Su desafío a la advertencia del presidente, quien había sido su colega político en el PL, de que se abstuviera de realizar actividades políticas lo pagó con la vida: el 21 de agosto de 1983 un pistolero le mató de un disparo a bocajarro en la cabeza nada más bajar del avión que acababa de desembarcarle en el Aeropuerto Internacional de Manila.

Tras este nefando crimen, que hundió a Marcos en un descrédito fatal para su futuro político a medio plazo, la viuda y los huérfanos fueron autorizados a establecerse en Manila. Mientras Cory, venciendo las reluctancias iniciales propias de la tímida ama de casa que hasta entonces había sido, aceptó proseguir la lucha democrática de su esposo y retar la candidatura reeleccionista de Marcos en unas elecciones anticipadas que la presión general obligó a convocar, el hijo varón se mantuvo en un discreto segundo plano, dedicado a sus actividades en el sector privado, aunque no dejó de participar en actos proselitistas y de honra a la memoria de su padre. Durante un tiempo trabajó como asistente de dirección en Philippine Business for Social Progress (PBSP), una organización empresarial dedicada a los programas de desarrollo social, y luego ejerció de técnico de ventas en las compañías comerciales Mondragon Industries Philippines, Inc y Nike Philippines, Inc.

A comienzos de 1986, con 26 años, Aquino júnior fue testigo de la Revolución del Poder Popular, la masiva movilización pacífica impulsada por su madre y secundada, en una defección decisiva para el desenlace de la crisis, por dos de los principales pilares del régimen, el secretario de Defensa Juan Ponce Enrile y el vicejefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Fidel Ramos, que consiguió derrocar a Marcos luego del intento del dictador de trucar las elecciones. Víctima del fraude y las manipulaciones, la candidata de la Organización Democrática Nacionalista Unida (UNIDO), cuyos principales integrantes eran el Partido Democrático Filipino (PDP) y el Poder Popular (Laban, fundado por Benigno Aquino en 1978), fue declarada perdedora, pero este resultado, con el triunfo de la campaña de desobediencia civil, quedó anulado.

Durante la accidentada presidencia de Cory, quien hubo de sortear varias algaradas militares y la desintegración de la coalición de partidos que la había conducido al poder, Noynoy se mantuvo profesionalmente activo en Intra-Strata Assurance Corporation, una compañía de seguros regentada por su tío paterno Antolin Oreta, quien le nombró vicepresidente de la misma. En agosto de 1987 el vástago presidencial estuvo a punto de perder la vida en la más peligrosa intentona golpista contra el Gobierno de su madre, la protagonizada por Gregorio Gringo Honasan, un coronel próximo al intrigante Ponce Enrile, quien lanzó a sus hombres al asalto de los edificios del Gobierno. Cuando intentaba refugiarse en su vivienda próxima al palacio presidencial de Malacañang, Noynoy fue blanco de una lluvia de balas, disparadas por soldados rebeldes a los que acudió a identificarse pensando que eran tropas lealistas, que le causaron heridas de diversa consideración y mataron a tres de los escoltas que le protegían; uno de los proyectiles aún sigue alojado en el cuello del muy católico Aquino, quien debió considerar un milagro su suerte en este dramático trance.

Durante la mayor parte del sexenio presidencial, entre 1992 y 1998, de Fidel Ramos, secretario de Defensa con Cory y ganador de las primeras elecciones celebradas bajo la Constitución de 1987 como candidato de la alianza centrista Poder Popular-Unión Nacional de Cristiano Demócratas (Lakas-NUCD), Noynoy ignoró los cantos de sirena políticos, pese a que la decisión de su madre de no optar a la reelección dejó el legado de los Aquino sin heredero visible. Por ejemplo, rehusó probar fortuna en las elecciones a gobernador de la provincia de Tarlac, en la norteña isla de Luzón, que era el solar de las familias Aquino y Cojuangco, y una cantera inagotable de políticos y terratenientes. A las presidenciales de 1992 el liberalismo filipino acudió dividido en tendencias rivales, principalmente la Lucha de los Filipinos Democráticos (LDP, surgido de la fractura del PDP-Laban) y el PL histórico, el partido de los antiguos presidentes Roxas, Qurino y Macapagal, cuyos candidatos, Ramon Mitra y Jovito Salonga, quedaron cuarto y quinto, respectivamente.

De cara a las elecciones generales del 11 de mayo de 1998, la marcha de Jose Aping Yap para postularse a gobernador de Tarlac dejó disponible el escaño por el segundo distrito de la provincia en la Cámara de Representantes del Congreso. Aquino puso término a sus cinco años de contrato con la Azucarera Central de Tarlac -donde venía participando en la administración de la Hacienda Luisita, una vasta plantación de caña propiedad del clan Cojuangco y con un largo historial de conflictos laborales-, se presentó a los comicios y ganó su primer mandato de elección popular. Fue en unas votaciones muy poco propicias para su partido, el PL, que apenas metió a un puñado de representantes en el Congreso y cuyo candidato presidencial, Alfredo Lim, el alcalde de Manila, quedó en un distante quinto lugar con el 8,7% de los votos. Poco después, Lim fue nombrado secretario del Interior por el nuevo presidente, el ex actor Joseph Estrada, y se pasó a su partido, el de las Masas Filipinas (PMP).


2. La impopularidad de Arroyo y la memoria de los padres como trampolines a la Presidencia

Reelegido sucesivamente en las legislativas del 14 de mayo de 2001 y el 10 de mayo de 2004, Aquino agotó los tres mandatos consecutivos que la ley ponía como límite a los diputados. Así que para las votaciones al Congreso del 14 de mayo de 2007, celebradas en el séptimo año de la Administración de Maria Gloria Macapagal-Arroyo (hija del ex presidente Diosdado Macapagal, que había sucedido en 2001 a Estrada, defenestrado bajo la presión de una gran movilización nacional que le acusaba de corrupto), el representante liberal se presentó al Senado, abriendo una campaña que contó con su madre como más valiosa valedora. Con el 48% de los votos, Aquino se hizo con el escaño y pasó a servir como uno de los once senadores de la llamada Oposición Genuina, una amplia coalición de partidos hostil al Gobierno de Arroyo, cuya destitución perseguía bajo las imputaciones de corrupción, abuso constitucional y compra masiva de votos en las elecciones de 2004, las cuales habían renovado su mandato hasta 2010. La Oposición Genuina tenía en frente al Equipo Unidad, alianza progubernamental capitaneada por el partido de la presidenta, Lakas-KAMPI-CMD.

La carrera política de Aquino, hasta la fecha un político de bajo perfil, habría proseguido quizá sin grandes repercusiones mediáticas y con un currículum harto discreto de no haber causado una fortísima consternación nacional la muerte de su madre, el 1 de agosto de 2009 a los 76 años de edad, víctima de un cáncer colorrectal.

La desaparición del reverenciado icono de la revolución popular de 1986 fue como un revulsivo para la parte de la oposición a Arroyo, centrada en el mundo liberal, que miraba con recelo a los dos dirigentes antigubernamentales perfilados para concurrir en las elecciones presidenciales de 2010 y que contaban con más posibilidades, el ex presidente Estrada, una vez solventados sus problemas con la justicia, y el senador Manuel Manny Villar, líder del Partido Nacionalista (PN) y promotor inmobiliario salpicado por escándalos de corrupción. Desde noviembre de 2008, el PL tenía designado a su candidato, su propio presidente, Manuel Mar Roxas II, nieto del ex presidente de la República Manuel Roxas. La sensación general era que Roxas, como sus predecesores en 1992 y 1998 (en las elecciones de 2004 el PL había respaldado a Arroyo, antes de ponerse en su contra), no iba a hacer un buen papel

Entonces, se produjo un hecho decisivo: los funerales de Estado colocaron bajo todos los focos a Noynoy, quien encabezó a la familia en las exequias. Tan pronto como terminó el duelo oficial, una avalancha de políticos, allegados de las familias Aquino y Cojuangco, abogados, articulistas de prensa y otras voces de la sociedad civil exhortó a Aquino a que se presentara candidato por el PL. Las presiones sobre el senador adquirieron dimensiones de fenómeno político y social, con movimientos formales de apoyo, campañas de recogidas de firmas y llamamientos en los medios de comunicación. De alguna manera, se repetía la historia de 1985, cuando Cory fue instada por doquier a que desafiara en las urnas a Marcos.

El 1 de septiembre el senador Roxas anunciaba su renuncia a presentarse a las elecciones y expresaba su confianza en que Aquino, vicepresidente del partido, ocupara su lugar. Días después, el interesado realizaba un "retiro espiritual" en el convento de las hermanas Carmelitas en Zamboanga, al oeste de Mindanao, con el fin de meditar sobre sus inmediatos pasos políticos. El 9 de septiembre, por fin, Aquino comunicó que, en efecto, iría a las elecciones, donde iba a tener como contrincantes a Estrada, Villar y Gilberto Gibo Teodoro, secretario de Defensa del Gobierno y postulante del Lakas-KAMPI-CMD. Roxas se conformó con presentarse a vicepresidente, elección sujeta a una votación específica. Comenzó entonces una campaña triunfal en la que Aquino, luciendo para toda ocasión una contagiosa sonrisa que maquillaba sus evidentes rasgos de timidez, fue prácticamente llevado en voladas por una ola política y social ansiosa de pasar página a la denigrada Administración Arroyo, tan rica en desaciertos y deberes, y que otorgaba al apellido Aquino una especie de virtud taumatúrgica, como si su sola presencia en el Palacio de Malacañang fuera capaz de poner en fuga todos los problemas del país.

Inmune a una maliciosa trama de informes psiquiátricos espurios que, circulando por Internet, le presentaban como un hombre propenso a la depresión y la melancolía, Aquino, imbatible en los sondeos, no tuvo necesidad de explicar al detalle sus promesas electorales, que eran las que la población esperanzada quería oír: lucha en toda regla contra la corrupción, el nepotismo y la pobreza, extendidos a ojos vista durante los años de Arroyo; crecimiento económico inclusivo, en un país con un fuerte aumento demográfico y un muy desigual reparto de la riqueza; y una nueva forma de gobernar, más honesta y dialogante, que pusiera término a los forcejeos políticos y sus derivaciones violentas, muy abundantes en la última década por los motines militares, las arbitrariedades de las fuerzas del orden y el pistolerismo de los clanes partidistas en las áreas rurales donde seguía funcionando el clientelismo más primitivo.

No podía faltar una alusión vagamente optimista al capítulo de la pacificación de las turbulentas y empobrecidas islas del sur de mayoría musulmana, donde hacían estragos el terrorismo y la subversión de tres grandes grupos armados: el integrista y separatista Abu Sayyaf, próximo a Qaeda y activo en Jolo y Sulu, combatido sin contemplaciones por el Ejército con la asistencia técnica y de tropas de operaciones especiales de Estados Unidos; el separatista Frente Moro de Liberación Islámica (MILF), con el que estaban suspendidas las conversaciones para poner fin a la sangría de vidas en Mindanao y Basilan, prolongada desde hacía casi tres décadas; y el aún más veterano Nuevo Ejército del Pueblo (NPA), brazo armado del Partido Comunista de Filipinas (PKP, maoísta), que Arroyo había intentado desmovilizar ofreciéndole una amnistía. Sin ser muy explícito, el candidato liberal apuntó también la necesidad de hacer algo para reducir el abultado déficit de las cuentas del Estado, equivalente al 3,9% del PIB, lo que seguramente pasaría por una enérgica campaña contra la evasión fiscal, íntimamente vinculada a la corrupción política y empresarial.

Celebradas las votaciones el 10 de mayo de 2010 en un clima democrático aunque no exento de fallos de organización y de incidentes violentos en puntos remotos del archipiélago que dejaron una decena de muertos, la Comisión de Elecciones (Comelec) facilitó los resultados finales: Aquino había vencido con un inapelable 42,1% de los votos, dejando muy atrás a Estrada (el 26,2%), Villar (15,4%), Teodoro (11,3%) y otros cinco rivales. En un notable ejercicio de fair play, los perdedores aceptaron los resultados sin rechistar, felicitaron a su oponente y hasta le ofrecieron colaboración. En las elecciones a vicepresidente, separadas de la votación al puesto principal, el ganador fue, no el compañero liberal de Aquino, Roxas, sino el integrante del tándem de Estrada, Jejomar Binay, del PDP-Laban. En los comicios a la Cámara de Representantes, el PL, con 45 actas, sacó menos de la mitad de los escaños que el Lakas-KAMPI-CMD.

El 9 de junio Aquino fue proclamado presidente electo de Filipinas en una sesión conjunta de las cámaras del Congreso, el día 29 nombró a los miembros de su Gabinete y en la última jornada del mes prestó juramento de su cargo. En el discurso que inauguraba su mandato de seis años, el flamante jefe del Estado filipino reiteró de manera general las promesas que lo habían conducido al poder, fundamentalmente los compromisos de perseguir y castigar la corrupción, para lo que la nueva secretaria de Justicia, Leila de Lima, hasta ahora presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, recibía un mandato expreso de actuación, y elevar el nivel de vida de los ciudadanos. "Aquí, en este día, termina el reinado de un gobierno que es indiferente a los lamentos del pueblo", aseguró, y añadió: "No puede haber reconciliación sin justicia".

El mandatario, sin embargo, no hizo en su discurso una sola mención a la distribución de tierra entre el campesinado, una demanda social abrumadora pero bastante delicada en su caso porque la rama materna de su familia, los Cojuangco, entre otras cosas, venía distinguiéndose por su polémica administración de la Hacienda Luisita de Tarlac, donde confluían las pérdidas económicas, las huelgas laborales, la represión policial y los conflictos jurídicos sobre el sometimiento de la plantación al Programa Global de Reforma Agraria (CARP, instituido por Cory en 1988), que involucraba a los labriegos en el negocio de la zafra dándoles, no fincas en propiedad, sino cuotas de participación de capital.

El 30 de julio, al mes justo de estrenarse en el Palacio de Malacañang –que, como había hecho su madre, sólo empleaba como lugar de trabajo, no como residencia particular-, Aquino, cumpliendo una promesa electoral, creó por decreto la Comisión de la Verdad, encargada de investigar las denuncias de corrupción, fraude y graves violaciones de los Derechos Humanos que pesaban sobre el anterior Gobierno. El escrutinio de los aspectos más oscuros de la Administración precedente se auguraba dificultoso, ya que Arroyo, blanco personal de muchas de las denuncias, seguía en la brecha política desde su nuevo escaño de diputada por Pampanga (Luzón), lista para comandar un férreo marcaje a un Gobierno en franca minoría parlamentaria.

El presidente de Filipinas, del que la prensa de su país ha destacado mucho sus hábitos de abstemio pero fumador, es soltero y no tiene hijos. A lo largo de su vida pública, Benigno Aquino III ha mantenido relaciones sentimentales con varias mujeres. En la actualidad, está emparejado con Shalani Soledad, joven de 29 años que ejerce de concejala en Valenzuela, municipio del Metropolitano de Manila.

(Cobertura informativa hasta 1/8/2010)