Federico Franco Gómez

El 22 de junio de 2012 Federico Franco Gómez, vicepresidente de la República hasta entonces, se convirtió en presidente constitucional de Paraguay en unas circunstancias muy controvertidas por el fundamento legal de la mudanza y por el procedimiento empleado: la destitución exprés de Fernando Lugo por el Senado, que le halló culpable de "mal desempeño de sus funciones". La fulgurante remoción, a raíz de una confusa matanza de campesinos sin tierras y agentes del orden en un desalojo policial, lanzó a la calle a los indignados partidarios del que fuera obispo y condenó al país sudamericano a una cuarentena diplomática regional, con retirada de embajadores y doble suspensión en el MERCOSUR y la UNASUR (no así en la OEA, a diferencia del caso de Honduras en 2009), que se va a mantener hasta la conclusión del período institucional en agosto de 2013.

Franco asumió el segundo puesto del Ejecutivo paraguayo en 2008 siendo el líder del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA, de centro-derecha), principal integrante de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC) y por lo tanto coartífice necesario, más que la pléyade de pequeñas agrupaciones de izquierda cercanas a Lugo, del histórico desalojo del Gobierno del Partido Colorado tras seis décadas de hegemonía en las elecciones de aquel año. Las diferencias ideológicas y el rechazo del liberal a algunas de las políticas del presidente, como la campaña de la reforma agraria, que alentaba las ocupaciones de fincas y violentaba la propiedad privada, y, en el exterior, la aproximación al bloque bolivariano, pesaron en las malas relaciones entre Lugo y Franco, este muy molesto además por la marginación de su facción liberal en el reparto de parcelas de poder. Hermano menor de Julio César Franco, predecesor en el liderazgo del PLRA y en el cargo de vicepresidente, y con varios parientes más en puestos políticos y funcionariales, Federico Franco ha sido acusado a su vez de dar cancha al nepotismo.

Tras consumarse el juicio político contra Lugo, cantado desde el momento en que el PLRA le retiró su apoyo en el Congreso, Franco ha venido insistiendo en la plena legitimidad de su nombramiento y ha refutado las imputaciones de "golpe de Estado parlamentario" (como siguen denunciando los luguistas, que hablan de confabulación de poderes tradicionales, políticos y empresariales, perjudicados por las reformas del Gobierno depuesto) y "quiebre constitucional". Para aplacar las protestas y propiciar la normalidad, ha prometido acelerar la reforma agraria y sacarle un partido industrial a la hidroelectricidad que Paraguay produce pero no consume. Asimismo, el nuevo jefe del Estado ha restado importancia a la suspensión de membresía en el MERCOSUR porque no está acompañada de sanciones comerciales, aunque el castigo ya ha tenido una consecuencia irónica: el automático ingreso en el MERCOSUR de la Venezuela chavista, siempre objetado por Franco y en todos estos años frustrado por la pinza de colorados y liberales en el Senado de Asunción.

(Texto actualizado hasta junio 2012)

1. Militante del PLRA entre la medicina y política
2. Pacto con la izquierda del obispo Lugo y elección como vicepresidente de la República
3. Cuatro años de enfrentamientos y desacuerdos en la cabeza del Ejecutivo
4. La crisis de 2012: destitución exprés de Lugo y sucesor constitucional con el aval del Congreso


1. Militante del PLRA entre la medicina y política

Segundo de los seis hijos varones tenidos por los señores Cástulo Franco y María Luisa Gómez, su etapa escolar discurrió en tres centros de su Asunción natal: la Escuela República Dominicana; el Colegio Nacional de la Capital Gral. Bernardino Caballero, una de las instituciones educativas con más solera del país, dependiente del Ministerio de Educación y alma máter de muchos presidentes paraguayos; y el Colegio Apostólico San José, regido por la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, donde obtuvo el bachillerato. El joven, influenciado por el padre, facultativo de prestigio, desarrolló una fuerte vocación por la medicina, tal que ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Cursando la carrera, en 1982, contrajo matrimonio con Emilia Patricia Alfaro. El hogar formado por los Franco iba a crecer en los años venideros con el nacimiento de cuatro hijos, Luis Federico, Claudia Vanesa, Iván Alejandro y Enzo Sebastián.

En 1986 Franco recibió el título de doctor en Medicina y Cirugía, tras lo cual realizó un posgrado en Medicina Interna, adquiriendo la cualificación necesaria para ejercer la profesión en el capitalino Hospital de Clínicas. Entre 1990 y 1992 se desempeñó en este hospital universitario dependiente de la UNA como jefe de Internos y Residentes, y como responsable de la Guardia de Urgencias. En las aulas de la UNA dio también clases de Semiología Médica. En 1991 entró en la Sociedad Paraguaya de Medicina Interna (SPMI), de cuya Comisión Directiva fue elegido miembro. En 1994 pasó al Hospital Nacional del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSP y BS), donde dirigió las salas de Guardia, Medicina Interna, Cardiología y Clínica Médica. Por otro, abrió junto con sus hermanos, médicos como él, una clínica privada, el Sanatorio Franco, en Fernando de la Mora, ciudad incluida en el Área Metropolitana de Asunción pero perteneciente al Departamento Central.

Junto con la medicina, Franco presentaba otra faceta llamada a superar en importancia a aquella: la política. Siguiendo el vínculo familiar, su compromiso militante discurría en las filas del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), fuerza centrista con diversas tendencias progresistas y conservadoras, y que era la directa heredera del viejo Partido Liberal (PL) nacido a finales del siglo XIX. En 1963 al PL le había cogido el testigo una facción mayoritaria que adoptó el nombre de Partido Liberal Radical (PLR), el cual pronto se plegó a un juego acomodaticio con el régimen dictatorial del general Alfredo Stroessner y el partido que detentaba la hegemonía, la Asociación Nacional Republicana-Partido Colorado (ANR-PC). En 1978 el economista Domingo Laíno Figueredo, dirigente que venía instando a ejercer una oposición al stroessnerismo más intransigente y que operaba en la clandestinidad, encabezó una nueva escisión a guisa de refundación del liberalismo, dando lugar al moderno PLRA.

Tras la caída de Stroessner en febrero de 1989 y la apertura de un proceso democrático en Paraguay, Laíno siguió liderando la oposición a la ANR, el cual se mantuvo aferrado al poder con un rostro pretendidamente desmilitarizado y solo civil, pero sus tres tentativas presidenciales fracasaron de manera consecutiva: en 1989 perdió las elecciones ante el general Andrés Rodríguez Pedotti (consuegro de Stroessner y autor del golpe que había derrocado al dictador), en 1993 le sucedió lo mismo frente al ingeniero Juan Carlos Wasmosy Monti y en 1998, pese a la crisis interna que desgarraba a la formación oficialista, volvió a fracasar ante el empresario Raúl Cubas Grau

Reportes de la prensa paraguaya informan que Franco ingresó en el PLRA en 1984. Sin embargo, su currículum oficial indica que lo hizo "a los 14 años" y que su número de afiliado es el 250, lo que le convertiría en miembro original de la formación. Los colores políticos de la familia eran liberales por los cuatro costados. El padre, don Cástulo, había sido un caudillo de base del PL y en la década de los setenta, antes de la fractura que hizo surgir al PLRA, se había sentado en la bancada de diputados del PLR en la Cámara del Congreso. El ejemplo paternal estaba siempre presente, pero en los dos terrenos, el de la profesión médica y el de la acción política, el menor de los Franco iba principalmente de la mano de su hermano mayor Julio César, apodado Yoyito, señalado como una de las promesas del PLRA. Los hermanos Franco desarrollaron sus carreras políticas a la vez, con Julio César más adelantado, y partiendo de la populosa circunscripción de Fernando de la Mora, sede del sanatorio que regentaban y el terruño de la familia.

Las elecciones municipales de mayo de 1991 convirtieron a Federico en concejal de obras públicas y urbanismo, cargo que hizo compatible con las tareas hospitalarias, y a Julio César en intendente, o alcalde, de dicho ayuntamiento. Concluido para ambos el mandato de cinco años, el hermano pequeño sucedió al mayor, que tenía puesta su mirada en el Directorio del PLRA y el Senado, tras ganar el mandato de primer edil en las elecciones de 1996. Al estrenar este puesto ejecutivo, Franco abandonó la práctica médica.

La intendencia municipal de Franco en Fernando de la Mora, paralela a las presidencias coloradas de Wasmosy, Cubas y Luis Ángel González Macchi, coincidió con el período más turbulento de la joven democracia paraguaya, fundamentalmente a causa del cruce de mortales enemistades entre las facciones oviedista, wasmosista y argañista del coloradismo, que violentó la paz social y amagó con hacer añicos el orden constitucional. Los episodios más graves de esta cruda disputa por el poder en la ANR fueron, en marzo de 1999, el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña Ferrara y la subsiguiente masacre de manifestantes partidarios, hechos luctuosos que provocaron la dimisión y fuga de Cubas, y, en mayo de 2000, el intento de golpe de Estado perpetrado por elementos castrenses leales al general prófugo Lino César Oviedo Silva, acusado también de estar detrás del magnicidio del año anterior.

En las elecciones del 18 de noviembre de 2001 la intendencia fernandina fue ganada por el colorado Julio César Velázquez Trillería, quien abrió un paréntesis en el feudo político que los Franco venían administrando en el municipio. Federico se quedó sin cargo electivo, pero, continuando los pasos de su deudo Julio César, se dispuso a escalar posiciones en el PLRA, más ahora que Yoyito ya lo comandaba como su líder indiscutible: en 1999 el primogénito de los hermanos había sido elegido presidente del Directorio en sustitución de Laíno y desde septiembre de 2000 era nada menos que el vicepresidente de la República, luego de su victoria en la elección específica al cargo convocada a raíz del asesinato de Argaña. Con Julio César Franco al timón, el PLRA optó en febrero de 2000, tras 11 meses de histórica coalición nacional y poco antes de la intentona golpista de los oviedistas (que precisamente luego iban a votar por Franco en la elección vicepresidencial, ya que su contrincante en la misma era un hijo de Argaña), dejar en la estacada al Gobierno de González Macchi, que sin este apoyo quedó sumido en la precariedad.

En 2002 Federico ingresó en el Directorio del PLRA y lanzó su candidatura a gobernador del Departamento Central, el más poblado y rico del país a pesar de ser el más pequeño en extensión. Se trataba también de una plaza fuerte del PLRA, que desde la instauración de la elección directa de los regidores departamentales en 1993 venía conduciendo su Gobierno, primero con Luis Alberto Wagner Lezcano y desde 1998 con Martín Sannemann Lambaré. En las elecciones generales del 27 de abril de 2003, mientras su hermano Julio César sucumbía ante Nicanor Duarte Frutos en las presidenciales (y al tiempo que su cuñada Mirtha Vergara de Franco, quien había formado parte de su equipo de concejales en Fernando de la Mora, se hacía con el escaño de senadora), Federico se batió con el colorado Carlos Palacios por la gobernación que tenía como capital Areguá. La elección fue muy reñida y se saldó con la victoria de Franco por una mínima diferencia, resultado que dio pábulo a denuncias de fraude en las filas coloradas. El 15 de agosto Franco tomó posesión del puesto con un mandato de cinco años.


2. Pacto con la izquierda del obispo Lugo y elección como vicepresidente de la República

Como gobernador de Central, Franco acometió una reorganización del sistema sanitario del departamento encaminado a descentralizar los servicios y mejorar su calidad. Sin embargo, el caldeamiento de la política nacional a lo largo de la presidencia de Duarte y el horizonte de las elecciones generales de 2008 impulsaron las ambiciones del médico liberal a unas cotas mayores: se propuso ganar la jefatura suprema del PLRA, desde septiembre de 2005 en manos del diputado Blas Llano Ramos, y de paso la nominación como candidato presidencial, dos registros que ya constaban en el historial de su hermano Julio César. En 2006 el PLRA se unió al resto de fuerzas opositoras en la Resistencia Ciudadana, vasta plataforma cívica y política que se movilizó con éxito contra la intención de Duarte de optar a la reelección en 2008, lo que habría requerido una reforma constitucional. Al frente de la protesta se destacó sobre todos los dirigentes partidistas un tribuno no político: Fernando Lugo Méndez, obispo emérito de San Pedro, eclesiástico vinculado a las comunidades de base, portavoz de numerosas reclamaciones sociales y desde hacía años un crítico contundente de los gobiernos colorados.

En poco tiempo se constituyó la Concertación Nacional, histórica alianza colocada bajo el liderazgo carismático de Lugo, que colgó los hábitos clericales para este fin, y consagrada a poner término a la larguísima –desde 1948, la más añeja del mundo- tenencia por la ANR del Ejecutivo nacional. En la Concertación convergieron el PLRA de los Franco, el Partido Patria Querida (PPQ, centro-derecha) de Pedro Fadul Niella, el Partido Encuentro Nacional (PEN, centro-izquierda) de Emilio Camacho, la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE, instrumento democrático del oviedismo) y el Movimiento Paraguay Posible (MPP, puesto en marcha por los luguistas, claramente orientados a la izquierda), cuyo cabeza visible era Pompeyo Lugo, hermano de Fernando.

El gobernador de Central, que en las elecciones municipales del 19 de noviembre de 2006 vio con satisfacción la recuperación de la intendencia de Fernando de la Mora para el partido y para el apellido de la familia por su hermano menor Rolando Aníbal -el benjamín de los seis-, intentó que el Directorio del PLRA adelantara las elecciones internas del partido, previstas para finales de 2007, en el contexto de las diferencias de programa y estrategia que por hacer inviable la Concertación Nacional. Al final, el PPQ y la UNACE resolvieron concurrir por su cuenta en las presidenciales del año siguiente, mientras que el PLRA aceptó renunciar a la candidatura propia y asumir como suya la postulación de Lugo; a cambio, este debía aceptar a un liberal para la Vicepresidencia. El 17 de junio de 2007 una convención extraordinaria del partido dio luz verde al Directorio para que emprendiera negociaciones conducentes a la definición de una plancha presidencial encabezada por Lugo. La moción, impulsada por el sector oficialista de Blas Llano, Carlos Mateo Balmelli y Luis Alberto Wagner, derrotó a una alternativa presentada por los hermanos Franco y Efraín Alegre Sasiain, quienes querían que volviera a consultarse a los convencionales sobre un acuerdo definitivo en el seno de la Concertación en torno a la fórmula presidencial Lugo-Federico Franco.

El asunto no quedó zanjado porque Franco siguió promocionándose como si fuera un presidenciable y porque confirmó que su meta inmediata era hacerse con las riendas del PLRA en la elección interna del 9 de diciembre; si ganaba el médico mirandino, el compromiso del PLRA con Lugo podía aligerarse o incluso deshacerse, aventuraron algunos medios. Entre tanto, la Concertación quedó deshecha y en septiembre los partidos favorables a la candidatura presidencial del antiguo prelado articularon la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), cuyo acuerdo político fue firmado por el PLRA, el PEN y otras seis formaciones (fuera de la APC se adhirieron a la plataforma de Lugo el MPP y una pléyade de agrupaciones de izquierda). El 19 de octubre, a fin de preparar su envite interno, Franco se separó de la gobernación del Departamento Central, donde continuaba sin resolver el conflicto laboral que afectaba a los trabajadores de la Secretaría de Transporte del Área Metropolitana de Asunción (SETAMA).

El 3 de enero de 2008, una vez concluido el escrutinio del enrevesado proceso de internas y primarias, el tribunal electoral independiente del PLRA proclamó a Franco candidato a vicepresidente de la República y presidente del Directorio del PLRA por una diferencia de 646 votos sobre Mateo Balmelli. Lo ajustado del resultado empujó al perdedor a impugnar por presuntas irregularidades. Al día siguiente, Franco y Lugo, para disipar dudas, sellaron la fórmula presidencia de la APC con un acto informal en el que el primero fue presentado como su compañero de plancha por el segundo. El último paso era el registro de las candidaturas ante el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) y, como obligaba la ley, en representación del partido del que se era afiliado. El dúo presidencial lo hizo el 31 de enero, Franco por el PLRA y Lugo por el pequeño Partido Demócrata Cristiano (PDC), uno de los signatarios de la APC.

Enarbolando el programa de la APC, que incidía en la lucha contra la pobreza y la corrupción, el lanzamiento de una profunda reforma agraria para subsanar las inequidades en el campo paraguayo y la búsqueda de mayores ingresos del Estado por las exportaciones energéticas de hidroelectricidad, Lugo y Franco conformaron una alternativa de poder a la ANR que, por fin para la oposición paraguaya, convenció al electorado. Así, el 20 de abril de 2008 aliancistas y luguistas ganaron las presidenciales con el 40,8% de los votos pero no las legislativas, pues la ANR retuvo en el Congreso una mayoría simple. El PLRA se definió como la primera fuerza del bloque pro Lugo con 26 diputados y 14 senadores; las demás listas afines al presidente electo no reunían más que cuatro diputados y tres senadores extra. Estos resultados dieron la razón a los liberales cuando aseguraban que eran los líderes naturales de la APC. También dejaron claro que en su mandato de cinco años, Lugo iba a depender absolutamente de ellos para gobernar.


3. Cuatro años de enfrentamientos y desacuerdos en la cabeza del Ejecutivo

El 15 de agosto de 2008 tuvo lugar la histórica transferencia de poderes en Asunción. Junto con Lugo prestó juramento de su cargo Franco, que como vicepresidente de la República no sólo sustituía al presidente en los casos de ausencia, incapacidad temporal (en ambos supuestos, en funciones), destitución, dimisión o muerte, sino que actuaba como nexo entre los poderes ejecutivo y legislativo. Hasta la fecha, Franco y Lugo no habían mantenido unas relaciones particularmente cordiales. Existía una importante brecha ideológica entre ellos y su alianza por el cambio era más bien un matrimonio político de conveniencia, con el fin de desalojar a los colorados del poder que de una manera u otra había ocupado durante 60 años. Estaba por ver hasta qué punto compartían una voluntad de llevar a cabo políticas reformistas de fuerte contenido social y progresista. Ahora, una vez alcanzados los máximos puestos del Ejecutivo, el vicepresidente y el presidente no tardaron en distanciarse, alejamiento personal que se mezcló con las profundas divergencias en el seno del PLRA.

Para empezar, Franco encajó con malestar la política de nombramientos del presidente en los diversos escalafones de la Administración del Estado, que priorizó a los colectivos luguistas de la izquierda y a las corrientes del liberalismo que venían manteniendo diferencias con él. En el Gabinete, el PLRA debutó con las carteras de Justicia y Trabajo, para Blas Llano, Obras Públicas y Comunicaciones, para Efraín Alegre, Agricultura y Ganadería, para Cándido Vera Bejarano, e Industria y Comercio, para Martín Heisecke Rivarola. Ninguno de los cuatro pertenecía a la facción de los hermanos Franco. Además, Lugo no había cedido a la demanda del PLRA de titularizar dos importantes ministerios, Relaciones Exteriores e Interior, que fueron concedidos respectivamente a Alejandro Hamed Franco y Rafael Filizzola Serra, designados por sendos partidos de izquierda. A Franco le contrarió particularmente que Mateo Balmelli, su rival en las internas y primarias de 2007, fuera nombrado director general paraguayo de la Central Hidroeléctrica Itaipú Binacional, empresa conjunta de los estados paraguayo y brasileño.

Por otro lado, Llano, Mateo y otros dirigentes del PLRA no dudaron en alinearse con Lugo en la polémica desatada, tan pronto como la APC ganó las elecciones, por las ocupaciones de tierras por campesinos pobres, acciones de protesta que Lugo buscó desactivar con una actitud indulgente, pidiendo contención y paciencia, pues la reforma agraria que había prometido no podía hacerse de la noche a la mañana. Franco, sin embargo, fue categórico al señalar que su partido era un "defensor a ultranza de la propiedad privada" y que por tanto no podía menos que "rechazar totalmente la invasión de tierras". El mensaje del vicepresidente era claro: puesto que la mayoría de los votos que habían aupado a Lugo al poder tenían el color del PLRA, el presidente debía corresponderles con una cuota gubernamental más equilibrada y someterles toda iniciativa política. Y la reforma agraria en ciernes, avisó, no podía "apartarse de la Constitución".

A lo largo de 2009, Franco fue testigo del debilitamiento gubernamental de Lugo a raíz de las tres denuncias por presunta paternidad no reconocida interpuestas por otras tantas mujeres que aseguraban haber tenido relaciones íntimas con el antiguo prelado. El escándalo de los "hijos secretos" del eclesiástico suspendido por la Santa Sede (por de pronto, Lugo reconoció la paternidad de uno de los niños, pero los otros casos los dejó en manos de la justicia) alimentó las presiones de dimisión y un runrún de juicio político azuzado desde sectores de la ANR susceptibles de hacer piña con la parte del PLRA distanciada del jefe del Estado.

Al principio de esta polvareda, en abril de 2009, Franco se mostró cauteloso e indicó que "no había causales" constitucionales para que el Congreso le abriera un juicio político al presidente. Pero en el transcurrir de los meses, a medida que el escándalo se enmarañaba con nuevas revelaciones e insinuaciones que ponían en el disparadero la agitada vida privada de Lugo, el vicepresidente fue endureciendo su postura, dando pábulo así a las especulaciones de destitución. Además, Franco estaba muy molesto por la creciente influencia de Miguel Ángel López Perito, jefe del Gabinete Civil de la Presidencia y mano derecha de Lugo. En mayo, el medio Infolatam daba cuenta de muy fuertes tensiones en los máximos despachos del Ejecutivo, donde había acaloradas discusiones y cruces de insultos. El portazo político, que no institucional, saltó a escena el 1 de julio, cuando el Directorio del PLRA decidió por unanimidad retirarse de la APC argumentando la "falta de respeto, de menoscabo y de atropello a su dignidad e historia" demostrada por parte de algunos integrantes de la APC a la hora de elegir las mesas directivas del Congreso. El 6 de julio los liberales hicieron "oficial" su marcha de la APC, pero mantuvieron a sus ministros en el Gobierno, reserva que puso en tela de juicio la autenticidad de la ruptura. Lugo abrió entonces una mesa de diálogo con los gobernadores liberales para estudiar una mayor presencia del PLRA en los espacios de decisión.

La prensa hablaba de "crisis de poderes" y en diciembre de 2009 las desavenencias subieron otro escalón al despacharse Franco con unas duras palabras para los periodistas, sobre que Lugo había "traicionado" al electorado y que él, primero en la línea constitucional de sucesión, estaba "listo" para asumir la suprema magistratura si el Congreso decidía apartar de sus funciones al ex religioso. Desde el Senado, Yoyito echó más leña al fuego preguntándose si "podía haber un poco de moral en una persona que, siendo sacerdote y después obispo, se pasaba embarazando a la gente". El aludido no se mordió la lengua y denunció que sus detractores perseguían defenestrarlo, y de paso reventar el "proceso de reformas" en marcha, al margen de la legalidad.

Una vez iniciado 2010, la amenaza de juicio y destitución contra Lugo se desinfló en parte. Pero en agosto, las posibilidades de que Franco le reemplazara en la Presidencia cobraron fuerza de nuevo por una vía de todo punto inesperada: resultaba que Lugo padecía un cáncer linfático en grado avanzado, enfermedad que hasta finales de año requirió un intenso tratamiento oncológico del paciente, sesiones de quimioterapia incluidas, en una clínica brasileña. En los períodos de ausencia Franco fungió como presidente en funciones y dejó claro que Lugo podía "estar tranquilo" mientras sobrellevaba la cura de su dolencia. Ahora bien, los frentes de fricción entre Lugo y Franco no se limitaban al control de las palancas del poder y la ejecución de determinadas políticas domésticas. También estaba el viraje aplicado por el presidente a la política exterior paraguaya, que se orilló ostensiblemente al bloque bolivariano liderado por Hugo Chávez. Aunque las simpatías pro chavistas de Lugo no eran tantas como para buscar el ingreso de su país en la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), en cuyas cumbres aceptaba figurar como observador, el mandatario sí quería que Venezuela se convirtiera en el cuarto socio de Paraguay en el MERCOSUR, junto con Argentina, Uruguay y Brasil.

El acuerdo de adhesión de Venezuela a este bloque comercial subregional se remontaba al protocolo de julio de 2006, pero desde entonces el Senado paraguayo, a instancias de la bancada colorada, venía negando la preceptiva ratificación. En diciembre de 2009, el voto afirmativo del Senado brasileño dejó la petición venezolana en las exclusivas manos del hemiciclo de Asunción. Franco no veía con buenos ojos el compadreo que se traían Lugo y Chávez, de manera que, a través de su hermano Julio César, ejerció su influencia para que el visto bueno a la petición venezolana no se produjera. Así lo comentaron diversos medios de comunicación, que hablaron de maniobras obstruccionistas desde el círculo vicepresidencial.

Las dudas y las contradicciones que envolvían al PLRA, incapaz de hablar con una sola voz en algún tema y menos en este, facilitaron la situación de bloqueo técnico. En agosto de 2009, para ahorrarse un posible voto negativo que habría puesto en evidencia la división de los liberales y colocado en serio peligro su mayoría de gobierno, Lugo aceptó retirar del Senado la propuesta de ratificación del protocolo de adhesión venezolano de manera temporal, a la espera de "condiciones más favorables". Franco fue bastante explícito y reiterativo en su postura de rechazo al ingreso de Venezuela en el MERCOSUR. En junio de 2010 el vicepresidente declaró que el país caribeño no podía ser admitido en la organización del Cono Sur por las "actuaciones antidemocráticas" de su dirigente. A principios de agosto reiteró que Chávez no era un presidente democrático y que el MERCOSUR no podía saltarse sus principios.

Sin embargo, pocos días después, el 11 de agosto, Franco tuvo que ceder la presidencia del Directorio del PLRA a Blas Llano, quien el 25 de julio anterior se había impuesto a la lista conformada por Enrique Salyn Buzarquis Cáceres y su hermano Julio César en la elección interna del partido. Llano era favorable a definir una "posición institucional" del PLRA en el asunto de Venezuela y el primero de diciembre el Directorio resolvió recomendar a la bancada de senadores que diera luz verde a la ratificación. Con todo, las divergencias continuaron en el liberalismo y el Senado paraguayo siguió sin votar la cuestión. En los últimos días del año, Franco volvió a arremeter contra la política exterior de Lugo, que presentó como una subordinación de Paraguay al Gobierno de Caracas: "200 años de independencia no merecen que tengamos que someternos al imperio venezolano; al imperio de Hugo Chávez, para ser más claros", manifestó.

En junio de 2011 el PLRA, esta vez con voz unánime, reiteró su rechazo a la idea del Frente Guasú -amplia concertación de partidos de la izquierda y el centro izquierda luguistas concebida para trascender, pero no suplantar, a la devaluada APC- de lanzar una iniciativa popular para aprobar una enmienda constitucional que permitiera a Lugo presentarse a la reelección directa. Los liberales no querían ni oír hablar de la cuestión porque tenían grandes ambiciones de cara a las elecciones de 2013. En su Convención del 30 de abril, el PLRA había urgido a los demás miembros de la APC a aceptar una fórmula presidencial encabezada por uno de los suyos: así debía ser, para "asegurar la consecución de los objetivos derivados de las promesas asumidas ante la ciudadanía en 2008".

A la espera de que dieran fruto, cosa bastante incierta, las negociaciones con los luguistas para revitalizar la APC y consensuar la candidatura presidencial de 2013, Franco y sus conmilitones se zambulleron en la precampaña de las primarias liberales. El vicepresidente era precandidato y a principios de noviembre sorprendió a propios y extraños con un nuevo look que prescindía de su característico bigote. El inesperado afeitado era motu proprio, "para ver un poco qué opina la gente", y no obedecía a ninguna sugerencia de un asesor de imagen, aseguró Franco, al que no reconocieron algunas personas en sus primeras comparecencias públicas tras el cambio facial. Su esposa Emilia Patricia, actualmente diputada del PLRA, comentó que su propia nieta tampoco lo había reconocido sin el bigote.

A Franco le salieron cinco contrincantes en la primaria liberal: el actual presidente del Directorio, Blas Llano, que mantenía su línea de respaldo a Lugo; Efraín Alegre, hacía poco cesado por Lugo como ministro de Obras Públicas por su rechazo categórico a la posibilidad de la reelección presidencial; Miguel Abdón Saguier Carmona, quien fuera breve ministro de Exteriores con Ángel González Macchi; Herminio Ruiz Díaz; y Martín Sannemann. La votación tuvo lugar el 1 de abril de 2012 y con un "padrón abierto", que permitía la participación de afiliados y no afiliados. Franco sólo reunió poco más de 13.000 votos y quedó tercero tras Alegre y Llano, proclamado vencedor con 18.900 votos. Tras este considerable revés, el vicepresidente comunicó su intención de postularse en 2013 a un mandato más modesto, el de senador.


4. La crisis de 2012: destitución exprés de Lugo y sucesor constitucional con el aval del Congreso

El resultado de las primarias celebradas por el PLRA en abril de 2012 fue acogido con satisfacción por Lugo y el oficialismo porque supuso el arrinconamiento de las voces críticas del liberalismo, esto es, Alegre y, sobre todo, Franco. Sin embargo, llegado junio, una concatenación de acontecimientos desembocó de manera vertiginosa en el escenario traumático que Franco y Lugo, con actitudes opuestas, habían evocado anteriormente, sobre todo en el agitado 2009.

El 5 de junio el presidente provocó un sobresalto al reconocer ser el padre de un segundo hijo concebido por una cuarta mujer que le había reclamado el apellido Lugo para el niño. El resurgimiento del escándalo de la descendencia secreta del que fuera obispo brindó una valiosa munición a los críticos de Lugo a menos de un año para las elecciones. Diez días después, la situación se le complicó de verdad a Lugo a raíz del violento desalojo policial de una hacienda agrícola invadida por campesinos sin tierra en Curuguaty, distrito del departamento de Canindeyú. La refriega en el predio rural, cuyo propietario era Blas Riquelme Centurión, un veterano alto dirigente de la ANR, se saldó con 17 muertos entre policías y ocupantes. Ante el impacto de la matanza, Lugo aceptó las prontas dimisiones del ministro del Interior, Carlos Alberto Filizzola Pallarés, quien era miembro destacado del Frente Guasú, y del comandante de la Policía Nacional, Paulino Rojas Figueredo. A Filizzola Lugo lo reemplazó por un colorado de línea muy conservadora, Rubén Candia Amarilla, designación que airó al PLRA.

El 20 de junio, con el país conmocionado por los trágicos sucesos del día 15, un diputado de la ANR presentó una propuesta de someter a Lugo a juicio en la Cámara de Senadores por su "responsabilidad política" en las muertes de Curuguaty. La proposición, que requería una mayoría de dos tercios para ser aprobada por la Cámara de Diputados, salió adelante al día siguiente, el 21 de junio, con los votos de ANR, UNACE, PPQ y, alineamiento decisivo, el PLRA, cuyo jefe, Blas Llano, confirmó la ruptura de los liberales con Lugo, sin cuyo sostén el mandatario estaba condenado a caer. Los ministros del PLRA abandonaron al punto el Gobierno. Con esta decisión, Llano pasó a remar en la misma dirección que Franco tras cuatro años de discordancia.

El mismo día 21, Franco apareció ante las cámaras para escenificar su empuje personal a la apisonadora política que estaba a punto de laminar a Lugo y despacharse a gusto contra el todavía presidente, al que, por lo que se veía, guardaba gran resentimiento. Así, el vicepresidente se declaró sistemáticamente "ignorado" por su compañero de plancha en las elecciones de 2008, venía discrepando de muchas de sus decisiones y una en particular, su apoyo a los campesinos del movimiento sin tierra, se situaba "fuera de la legalidad". La última muestra de la "indiferencia" de Lugo hacia su cargo se remontaba a la semana anterior, cuando Lugo designó sin consultarle al colorado Candia ministro del Interior: el nombramiento se lo comunicó "una señorita por teléfono".

El juicio político a que Lugo hacía frente en el Senado se sustentaba en un pliego de cinco supuestos reprobatorios que le convertían en un gobernante "negligente e irresponsable", generador de "constante confrontación y lucha de clases sociales", negativo estado de cosas cuyo resultado era la "masacre entre compatriotas" de Curuguaty. De las cinco acusaciones, cuatro se referían a hechos y actuaciones interpretados de una manera rebuscada o conjetural, y su encaje en el artículo 225 de la Constitución de 1992, sobre el procedimiento del juicio y eventual destitución de los altos cargos de los poderes ejecutivo y judicial, resultaba incierto.

La quinta acusación contra Lugo se refería a un hecho bien concreto pero la argumentación no era menos discutible: el presidente había mostrado "falta de reacción" frente a la muerte de 11 campesinos y seis policías en el enfrentamiento de Curuguaty. El artículo 225 facultaba el enjuiciamiento político del jefe del Estado "por mal desempeño de sus funciones, por delitos cometidos en el ejercicio de sus cargos o por delitos comunes". Los diputados establecieron que en este caso concurría sin lugar a dudas el "mal desempeño". Sin embargo, el escueto artículo nada decía sobre la duración del impeachment en su versión paraguaya. En realidad, este iba a ser sumarísimo, sin dar tiempo a Lugo a preparar una mínima defensa legal y sin un debate procesal en firme. El reglamento y el calendario del proceso, pautado a la hora (sentencia incluida) como en un cronograma de eventos, fue determinado por el propio Senado.

Así que en la tarde del 22 de junio, una vez constituido en tribunal para el juicio político, el pleno del Senado declaró a Lugo "culpable" de los cargos imputados con 39 votos a favor y cuatro en contra (entre ellos, el del liberal Luis Alberto Wagner). El presidente estaba destituido. Acto seguido, el titular de la Cámara, Jorge Antonio Oviedo Matto, de la bancada oviedista, tomó juramento a Franco ante Dios y sobre la Biblia, y le colocó la banda tricolor que le acreditaba como el nuevo presidente constitucional de la República del Paraguay, con mandato hasta el final del período elegido en 2008, es decir, el 15 de agosto de 2013.

En su discurso de toma de posesión, ante un aforo casi enteramente afecto, Franco se expresó con estas palabras: "La República del Paraguay vive momentos difíciles, y en estos momentos y en estas circunstancias Dios y el destino quiso que asuma la presidencia de la República (…) Vengo a ratificar mi voluntad irrestricta de respetar las instituciones democráticas, el Estado de derecho, la vigencia de los Derechos Humanos y el compromiso de honrar las deudas y los compromisos asumidos por el Gobierno. Hoy, en el Paraguay, mediante un mecanismo constitucional se da la alternancia. No vengo con resentimientos. No tengo odios, tampoco rencores (…) Esta transición que hoy iniciamos se realiza dentro del orden constitucional y en absoluto respeto a las leyes, tratados internacionales, y de ninguna manera pone en riesgo la vigencia y el principio democrático universal". Se trataba, y así lo hizo constar Franco en su alocución, del mismo mensaje transmitido personalmente a la misión de ocho cancilleres de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), reunida con él en Asunción horas antes de la sentencia del Senado en un intento de desactivar la crisis.

Como días después el canciller argentino Héctor Tímerman iba a revelar, los ministros de Exteriores buscaron de manera infructuosa convencer al vicepresidente de la necesidad de demorar el juicio a Lugo, ya que el formato escogido les parecía irregular y también peligroso por las reacciones hostiles, internas y externas, que podría desatar. Preguntado por Tímerman si "dos horas para preparar una defensa [la de Lugo] le parecía un tiempo suficiente", Franco, siempre según el canciller, se limitó a responder: "Solo Dios sabe el tiempo que le di". Sondeado a continuación sobre la posibilidad de otorgar a Lugo una suspensión de funciones de seis meses para preparar el juicio, Franco se mostró inconmovible: "Este gobierno es inviable (…) No, ya es tarde", zanjó.

En la segunda parte de su discurso, el flamante presidente invocó la prioridad de la "cuestión social", se comprometió, "por la sangre derramada, por los oficiales de la Policía y los campesinos", a "iniciar de forma inmediata un desarrollo rural sostenible que permita una reforma agraria integral", y garantizó la preservación de "todo lo que se haya hecho bien, todos los proyectos exitosos y beneficiosos para el pueblo". Habría continuismo, pero también novedades: se daría un "énfasis especial a la industrialización"; se aplicaría "una política de Estado energética que permita utilizar la energía de Itaipú y Yacyretá para crear industrias y mano de obra"; y se prestaría más atención a la región del Chaco, que era en potencia "la puerta de llegada al Asia para América" y "la clave del progreso nacional".

La mudanza presidencial era un hecho consumado, pero Franco y quienes desde las instituciones le respaldaban, partidos y dirigentes que conformaban la clase política llamada "tradicional", hubieron de hacer frente a un doble desafío: primero, la resistencia pacífica montada por los partidos y movimientos del Frente Guasú, débil en los órganos de representación popular pero muy dinámico en las calles, donde se movilizaron como Frente por la Defensa de la Democracia (FDD); segundo, tal como habían vaticinado los cancilleres de la UNASUR, la reacción de repudio de los gobiernos del hemisferio, que no se ciñó al bloque bolivariano y a los de orientación izquierdista.

En cuanto a Lugo, su actitud a lo largo de la crisis fue ondulante. Justo antes de su destitución, el presidente aseguró ser objeto de un "golpe de Estado exprés"; el diagnóstico fue asumido por el FDD, el cual denunció una sofisticada operación de derrocamiento disfrazada de legítima acción constitucional y de la que serían cómplices todas las fuerzas políticas y empresariales que se sentían perjudicadas por las medidas progresistas de Lugo. Una vez consumada su caída, Lugo emitió unos primeros mensajes en los que se mostraba resignado y ante todo preocupado porque la protesta de sus partidarios, que ya estaban chocando con las fuerzas antidisturbios en la capital, no diera lugar a derramamientos de sangre. Para sorpresa de sus indignados seguidores, el dirigente empezó diciendo que acataba la sentencia del Senado.

Aunque lejos de amainar, las manifestaciones y los actos de desobediencia civil de los luguistas no suponían un peligro grave para Franco y el nuevo Gobierno, constituido el 25 de junio con las incorporaciones de Carmelo Caballero (PLRA) en Interior, José Félix Fernández Estigarribia (PLRA) en Exteriores, María Liz García de Arnold (UNACE) en Defensa, Horacio Galeano Perrone (Movimiento Tetã Pyahu) en Educación, María Lorena Segovia Azucas (PLRA) en Justicia y Trabajo, Antonio Arbo Sosa (independiente) en Salud Pública y Enrique Salyn Buzarquis (PLRA) en Obras Públicas. No podía hablarse de un levantamiento general de la población contra la brusca deposición de Lugo y en este aspecto el Ejecutivo dio desde el primer momento la sensación de tener la situación casera bajo control.

Mucho más inquietantes eran las noticias que en tropel empezaron a llegar desde el exterior. Los gobiernos de Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia y República Dominicana hablaron inmediatamente de "golpe de Estado" y advirtieron que no iban a reconocer al nuevo presidente. Otros gobiernos, entre ellos el de Brasil, cuyo posicionamiento era el que más preocupaba a Franco, permanecían a la expectativa, pero en la OEA, la UNASUR y el MERCOSUR los ánimos diplomáticos no pintaban nada bien para Asunción. Desde Washington, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió un comunicado en el que calificaba de "altamente cuestionable" la validez procesal e "inaceptable" lo "expedito" del juicio político realizado en Paraguay al "presidente constitucional y democráticamente electo".

En la jornada posterior a su conversión en jefe del Estado, el 23 de junio, Franco hubo de salir a la defensiva, dando una cierta imagen de acorralamiento. En una rueda de prensa para medios internacionales en su despacho y arropado por una plana mayor de mandos civiles y militares, el mandatario aseveró con tono sereno que: "Me reafirmo en que acá no hay golpe, no hay quiebre institucional. Se hizo absolutamente de acuerdo a un respeto irrestricto a la Constitución y las leyes". En cuanto a las reacciones regionales, que podían dar pie a sanciones multilaterales de la UNASUR y el MERCOSUR, Franco admitió "dificultades con la comunidad internacional" pero se declaró "absolutamente seguro" de que los países vecinos iban a "comprender la situación en Paraguay", que siempre fue "un país soberano, libre e independiente". Hubo palabras particulares para Brasil, el socio crucial de Paraguay: "Tengo la esperanza y el deseo de que las relaciones (…) sean absolutamente armónicas y proporcionales, como fueron siempre", afirmó el presidente.

(Cobertura informativa hasta 23/6/2012)