José Antonio Kast Rist

(Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 23/11/2021. En el balotaje presidencial del 19/12/2021 José Antonio Kast, con el 44,1% de los votos, perdió frente a Gabriel Boric, quien se convirtió en el presidente electo de Chile. Posteriormente, en las elecciones del 7/5/2023 al Consejo Constitucional —convocadas a raíz de ganar el rechazo al primer proyecto de nueva Constitución, el elaborado por la Convención Constitucional, en el plebiscito del 4/9/2022—, el PLR de Kast resultó vencedor con la obtención de 22 de los 50 consejeros constitucionales).

La primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas de 2021, celebradas el 21 de noviembre en un ambiente de máxima polarización y final del bicoalicionismo clásico, ha sido ganada por José Antonio Kast Rist, alternativa opositora situada en la extrema derecha. Con el 27,9% de los votos, nivel de apoyos que entra en la horquilla pronosticada por los últimos sondeos pero que hasta hacía solo dos meses era impensable, Kast, de 55 años y candidato del Partido Republicano (PLR), se pone provisionalmente en cabeza y el 19 de diciembre disputará la segunda vuelta con un adversario que es su antítesis ideológica, Gabriel Boric, postulante del partido Convergencia Social y de las coaliciones Frente Amplio y Apruebo Dignidad. Tercero quedó el liberal Franco Parisi, del Partido de la Gente (PDG), cuarto Sebastián Sichel, de la coalición oficialista de centro-derecha Chile Podemos Más (Chile Vamos), a la sazón el gran damnificado por la subida espectacular de Kast, y quinta la democristiana Yasna Provoste, del centro-izquierdista Nuevo Pacto Social. 

Abogado de profesión, católico devoto y diputado nacional durante 16 años (2002-2018), Kast, JAK para sus seguidores, abandonó en 2016 la Unión Demócrata Independiente (UDI), desilusionado con el partido postpinochetista donde había canalizado sus ideas profundamente conservadoras en materia de costumbres sociales, ultraliberales en lo económico y encomiastas de determinados aspectos de la dictadura militar. Su proyecto de una "nueva derecha republicana" emancipada de la "derecha tradicional" y no plegada a lo "políticamente correcto" se sometió a un primer examen electoral en las presidenciales de 2017, cuando su candidatura independiente quedó en cuarto lugar, y se sustanció en 2019 con la puesta en marcha del PLR. En 2020 Kast, acusado por sus detractores de ser un reaccionario enemigo de los avances sociales, de propugnar salidas "autoritarias" y hasta de mostrar inclinaciones "fascistas", se declaró en la oposición al segundo Gobierno de Sebastián Piñera, al que achacó debilidad para manejar el llamado Estallido Social y su epílogo político, y reclamó el Rechazo al proyecto de nueva Constitución en el plebiscito de octubre, saldado con la victoria del Apruebo. Luego, aceptó participar en las elecciones del 15 y el 16 de mayo de 2021 a la Convención Constitucional dentro de Vamos por Chile, gran confluencia de las derechas que no se mantuvo para las elecciones legislativas y presidenciales del otoño.

En su programa electoral, dominado por la consigna de Atrévete, Kast hace hincapié en las nociones de imperio de la ley, orden público, respeto a la autoridad y seguridad ciudadana, y habla de combatir "sin complejos" la delincuencia común, el narcotráfico y disturbios violentos con trasfondo sociopolítico y expresiones de vandalismo que para él no son otra cosa que "guerrilla urbana" y "terrorismo". Se trata de un mensaje atractivo para muchos chilenos conmocionados por la efusión de violencia (muertes, incendios, destrucciones, saqueos) vivida durante la gran protesta de 2019-2020, cuyo detonante fue el descontento de extensas capas populares por las desigualdades sociales, el encarecimiento de la vida y los escándalos políticos de malversación de fondos o conflictos de intereses. Para Kast, las protestas con incidentes violentos que los indígenas mapuches vienen desarrollando en la Araucanía también son terrorismo. Otros de sus atrévetes animan a "erradicar" la corrupción y el clientelismo, y a plantar cara al "discurso falaz de corte neomarxista de lucha de sexos, razas, orientaciones sexuales, visiones corruptas de derechos humanos y hostigamiento de la fe cristiana".

En el terreno económico, el republicano alude a una "economía social de mercado" donde el "verdadero Estado subsidiario" y no interventor, sin entrometerse en la libre iniciativa empresarial y protegiendo la propiedad privada, no se olvide de los ciudadanos en situación más precaria. Salvaguardadas por el Estado unas premisas de "respeto de derechos fundamentales", "responsabilidad social", "igualdad de oportunidades" y "solidaridad" en aras del "bien común", un Gobierno suyo, anuncia Kast, rebajaría impuestos, disminuiría el gasto público, eliminaría regulaciones, profundizaría el pilar privado del sistema de pensiones basado en la capitalización individual –el sistema de reparto es "inviable", arguye- y flexibilizaría el mercado laboral. Defiende los beneficios de la libre competencia, la apertura comercial y la consolidación fiscal, y, optimista, proclama que el mayor crecimiento del PIB, con tasas "del 5% al 7% anual" (la recesión pandémica de 2020 rozó en Chile el -6%), compensaría con creces lo que el Estado dejaría de ingresar por la caída de la tributación de las empresas (del 27% al 17%), las rentas de trabajo y el IVA (del 19% al 17%). Kast habla de "capitalismo popular", promete "convertir el anacrónico" Estado actual en uno "digital, fuerte, pequeño y eficiente", y ensalza el modelo de desarrollo, con sus "incuestionables logros sociales y económicos", contra el que salieron a manifestarse miles de chilenos, jóvenes en particular, en 2019.

En política exterior, el candidato, anticomunista explícito, aboga por reforzar vínculos con Estados Unidos, la UE y las demás potencias occidentales, y por romper relaciones diplomáticas con Cuba y Venezuela, pues "Chile no puede seguir subsidiando políticamente a regímenes dictatoriales de América Latina". De paso, a fin de reafirmar el principio de "supremacía soberana", llama a retirar a Chile del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y a cancelar las operaciones en el país de la FLACSO. En la recta final de la campaña, Kast volvió a generar controversia por destacar las condiciones electorales del Chile de 1989 bajo Pinochet frente a los actuales regímenes de Nicaragua, Venezuela y Cuba. De paso, insiste en que él nunca ha justificado la violación masiva de los derechos humanos por el Gobierno Militar de 1973-1990.

"El sentido común no es de ultraderecha. "Los chilenos comunes y corrientes, de derecha e izquierda, quieren recuperar la normalidad (…) Seguir por el camino del populismo nos va a llevar al subdesarrollo. Necesitamos paz, orden y progreso", tuiteó el 13 de noviembre el aspirante presidencial del PLR, al que se han trazado abundantes analogías entre su plataforma y la de Jair Bolsonaro, un presidente regional de derecha dura que el chileno dice admirar; tampoco ha faltado la comparativa con Donald Trump. Ahora bien, aunque su ubicación en el espectro ideológico ofrece pocas dudas y su dialéctica es contendiente y polemista, el estilo y las formas de Kast, gentilizadas en la campaña electoral, no presentan las aristas desabridas del brasileño o el estadounidense. "Populista" es el epíteto que con más largueza emplea Kast, a su vez tachado de difusor de bulos difamadores y fake news, cuando quiere fustigar declaraciones o acciones de políticos de izquierda y del propio campo conservador. Según él, las elecciones generales de 2021 deciden sobre "dos modelos de sociedad, el de la libertad y el del comunismo". Por otro lado, en 2019 el opositor desmintió la información periodística de que había tenido participaciones no declaradas en una sociedad registrada en Panamá.

De cara al balotaje de diciembre, Kast tiene un escenario abierto, ciertamente posibilista, frente al izquierdista Boric, quien también cuenta con claras opciones. Por de pronto, el derechista ya se ha asegurado los respaldos de la UDI y el otro integrante principal de Chile Podemos Más, Renovación Nacional (RN), e, implícitamente, el de Sichel. UDI y RN se suman así al Partido Conservador Cristiano (PCC), la formación ultraconservadora de base evangélica previamente reclutada por Kast para ayudarle en su ambición de La Moneda. Por Boric, diputado en ejercicio 20 años más joven que Kast, coprotagonista durante la campaña de una pelotera de acusaciones cruzadas sobre quién supone un "peligro" para el Estado democrático, se decantan los partidos Socialista, por la Democracia, Liberal (del Nuevo Pacto Social los tres) y Progresista, este último liderado por el sexto presidenciable más votado, Marco Enríquez-Ominami. La democristiana Provoste se inclina también por Boric, receptor en la primera vuelta del 25,8% de los sufragios. La llave de la Presidencia de Chile para el período 2022-2026 podría tenerla Franco Parisi, residente en Estados Unidos y que realizó su anómala campaña, puramente virtual, sin pisar el país. Hay que señalar que desde 1999, ningún candidato que haya obtenido la segunda posición en primera vuelta ha conseguido vencer en el balotaje.

De llegar a la Presidencia, Kast se encontraría en una posición institucional compleja e incierta. Así, sería el jefe del Estado que recibiría para su promulgación, siempre que gane el sí en el plebiscito de salida previsto para 2022, una nueva carta magna a la que él se opuso y en la que desde el 4 de julio están trabajando 155 convencionales constituyentes, en su mayoría de la izquierda; en la Convención, los identificados con el Rechazo son franca minoría y los republicanos de Kast no tienen ni un solo representante. Por lo que se refiere a la legislación ordinaria, un Kast investido presidente el 11 de marzo de 2022 dispondría únicamente de 15 escaños propios, los del Frente Social Cristiano (FSC), la coalición del PLR y el PCC, en la Cámara de Diputados de 155 miembros; hasta ahora, el PLR solo tenía dos diputados, tránsfugas de la UDI, y ningún senador. La eventual alineación con su Ejecutivo de los 53 diputados de Chile Podemos Más no superaría al conjunto del centro-izquierda, la izquierda y la extrema izquierda, 74 diputados que se reparten equitativamente los partidos de los bloques Nuevo Pacto Social y Apruebo Dignidad. El PDG de Parisi se estrena aquí con seis actas. Algo mejor sería su situación en el Senado, donde las derechas suman ahora 25 escaños, solo uno de los cuales es del FSC, y pasan a controlar exactamente la mitad del hemiciclo. En suma, un Congreso electo sin mayorías absolutas.

En cuanto al mandatario saliente, Sebastián Piñera, despide su tumultuoso segundo mandato con unos índices de popularidad por los suelos pero salvado, gracias al voto del Senado (16 de noviembre), de una segunda acusación constitucional de destitución, iniciada por la Cámara baja por su presunta responsabilidad política en relación con su aparición en los Pandora Papers. Su Gobierno, empero, sí puede presumir de un gran mérito en particular: que Chile haya alcanzado una de las tasas de vacunación completa contra el SARS-CoV-2, el 83%, mas altas del mundo.

(Texto actualizado hasta 23 noviembre 2021)


ABOGADO Y CONGRESISTA DEL CAMPO MÁS CONSERVADOREl apellido Kast tiene una presencia destacada en la política contemporánea de Chile. El fundador de esta familia alemana naturalizada fue Michael Kast Schindele, nacido en 1924 y combatiente en los frentes europeos de la Segunda Guerra Mundial, primero como soldado raso y finalmente con el galón de teniente. Tras la rendición de Alemania, Kast padre consiguió evadirse del campo de prisioneros de Trento, norte de Italia, donde estaba cautivo y, cruzando los Alpes a pie, logró llegar a su pueblo natal de Baviera. Allí contrajo matrimonio con una paisana, Olga Rist Hagspiel, como él de religión católica. Los dos primeros hijos de la pareja, Michael y Barbara, nacieron en la Alemania ocupada por las potencias aliadas. La familia emigró a Chile en 1951, en tiempos de la presidencia de Gabriel González Videla, y comenzó una nueva y próspera vida en Linderos, en la provincia metropolitana de Maipo, donde fundó una empresa de alimentación cárnica. En su patria de adopción, los Kast tuvieron otros ocho hijos, siendo José Antonio, nacido en 1966, el más joven de los diez.

En 1978, mientras José Antonio cursaba la educación básica en el Colegio Alemán de Santiago, el primogénito de los hermanos, Michael (Miguel), prometedor exponente de los Chicago Boys (la hornada de economistas chilenos formados en la Universidad de Chicago bajo el influjo de las nociones neoliberales de Milton Friedman), obtuvo el cargo de ministro director de la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN), instrumento del régimen militar de Augusto Pinochet para centralizar sus medidas de terapia de choque, reforma estructural y saneamiento financiero de la economía chilena. Identificado sobre todo con el área sociolaboral y la reducción de la pobreza, el hermano Miguel Kast fue nombrado ministro de Trabajo y Previsión Social en 1980 y presidente del Banco Central de Chile en 1982. Al año siguiente de esta última promoción, el mayor de los Kast falleció de un cáncer óseo a la temprana edad de 34 años. Dos de sus hijos, Felipe y Pablo, sobrinos de José Antonio, desarrollarían posteriormente una carrera de congresistas en las filas del partido liberal Evolución Política (Evópoli). Felipe Kast, además, sería ministro de Planificación en el primer Gobierno de Sebastián Piñera.

José Antonio Kast estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y obtuvo la licenciatura en 1990, el año del retorno de la democracia con la transferencia del Gobierno por el general Pinochet al presidente electo en las votaciones de 1989, el democristiano Patricio Aylwin. Su trabajo de fin de carrera se titulaba Los derechos de asociación y reunión, la libertad de prensa y el sufragio en José Victorino Lastarria Santander. En 1991 juró como abogado ante la Corte Suprema y de paso contrajo matrimonio con María Pía Adriasola Barroilhet, compañera de aula en la PUC. El matrimonio iba a tener nueve vástagos, desde la mayor, María Josefina, psicóloga clínica de profesión, hasta el más pequeño, Benjamín. Kast y su esposa compartían unas profundas convicciones católicas y se hicieron miembros del movimiento apostólico de Schönstatt. Mientras su marido se abría camino en la política a partir de la abogacía, practicada en un bufete privado del que era socio fundador, Adriasola puso en marcha Cuide Chile, fundación social enfocada en la defensa de la familia y los derechos de las personas desde una perspectiva pro-vida.

Fue también en la Facultad de Derecho santiaguina donde Kast, dirigente de la Federación de Estudiantes (FEUC), conoció a la persona que más contribuyó a moldear su pensamiento político, el abogado y jurista Jaime Guzmán Errázuriz, corredactor de la Constitución de 1980, teórico del gremialismo social y una de las más importantes personalidades del flanco civil de la dictadura pinochetista. Al igual que Guzmán y otros tres millones largos de chilenos, el entonces aspirante a abogado votó en 1988 a favor de la continuidad del general como presidente de la República hasta 1997, en el histórico plebiscito nacional saldado con la victoria del no a Pinochet y sus pretensiones de perpetuarse en el poder 15 años después del golpe militar de 1973. Elegido senador en 1989, Guzmán introdujo a Kast en su Movimiento Gremial y le animó a que se uniera también al partido del que era fundador y presidente, la Unión Demócrata Independiente (UDI), formación de credenciales intensamente derechistas, ultraconservadora y encomiasta prácticamente acrítica de la figura y el legado de Pinochet, con su siniestro capítulo de tres millares largos de muertos y desaparecidos (probados), y muchos más encarcelados, torturados y exiliados por persecución política. La relación discipular-magisterial entre Kast y Guzmán terminó trágicamente el 1 de abril de 1991, día en que el senador y profesor universitario fue asesinado por un comando de la organización de extrema izquierda Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).

Durante la década de los noventa, el futuro pretendiente presidencial siguió ejerciendo su profesión en el bufete Kast, Pinochet, De La Cuadra & Cía de Santiago. Esporádicamente, daba clases también como asistente de docencia en la Cátedra de Derecho y Sociedad del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la PUC. Su primer intento en la política representativa, como cabeza de lista de la UDI en la elección municipal de octubre de 1996 en Buin, comuna de la provincia de Maipo, en el centro-sur de la Región Metropolitana, tuvo un éxito relativo: no ganó la alcaldía, retenida por Ángel Bozán Ramos, del Partido por la Democracia (PPD, uno de los miembros de la alianza oficialista Concertación de Partidos por la Democracia, gobernante entonces en Chile con el presidente Eduardo Frei), pero sí la concejalía que le definió como el segundo edil de la municipalidad.

En diciembre de 2000 Kast completó su mandato municipal de cuatro años y por un tiempo volvió a ejercer únicamente la abogacía. Sin embargo, su compromiso con la UDI era firme y sus ambiciones políticas, dirigidas al servicio de sus paisanos de la comuna de Buin, seguían en pie. La obtención del escaño de diputado en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2001 marcó el inicio de 16 años consecutivos, cuatro mandatos completos, en la cámara baja del Congreso Nacional. En los mandatos primero, segundo (reelección en 2005) y tercero (reelección en 2009) Kast representó al Distrito Nº 30, que comprendía las comunas metropolitanas de Buin, Calera de Tango, Paine y San Bernardo. En el cuarto y último mandato (reelección en 2013), su escaño en la Cámara de Diputados pasó a ser el del Distrito Nº 24, es decir, las comunas de La Reina y Peñalolén.

Fue un período dilatado en el que Kast legisló primero en la bancada opositora a los gobiernos de los presidentes socialistas Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010), a continuación en la del oficialismo con el presidente Sebastián Piñera -inicialmente miembro de Renovación Nacional (RN), el partido socio de la UDI dentro de la Coalición por el Cambio y orientado al centro-derecha liberal- a partir de 2010 y por último, desde 2014, de nuevo en la oposición al segundo Gobierno de Bachelet. Kast lideró la bancada de la UDI en 2007, 2008 y 2011, y en 2008 y 2010 intentó hacerse con la Presidencia del partido, ganada en ambas ocasiones por el senador Juan Antonio Coloma. A cambio, ocupó la Secretaría General entre 2012 y 2014.

Kast canalizó su actividad parlamentaria fundamentalmente en las comisiones de Familia, Educación, Cultura y Deportes. En su último ejercicio legislativo, fue uno de los diputados que con más vehemencia se opuso al proyecto de ley presentado en 2015 por el Gobierno Bachelet para la despenalización parcial del aborto, prohibido sin excepciones en Chile desde 1989. Sectores de Chile Vamos, el bloque conservador continuador de la Coalición por el Cambio y de la Alianza, nucleado por RN y UDI y del que formaba parte también Evópoli, con Kast a la cabeza, intentaron bloquear la reforma del Código Penal y el Código Sanitario por la vía del Tribunal Constitucional, pero la nueva legislación abortista acabó siendo aprobada por las dos cámaras del Congreso, donde los partidos de la Nueva Mayoría (la antigua Concertación) disponían de más escaños, y entrando en vigor en 2017.

También en 2017, Kast planteó una batalla en toda regla contra el Proyecto de Ley de Matrimonio Igualitario, regulación que para la Administración Bachelet era la continuación natural del Acuerdo de Unión Civil, promulgado en 2015 y considerado insuficiente por las organizaciones LGBT. Para el legislador derechista, en cambio, la eventual introducción en Chile del matrimonio entre personas del mismo sexo no era más que el capítulo nacional de una "ideología de género" dictada con "órdenes y circulares" por la OEA a través de la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos, órganos que con sus "injerencias" en este ámbito violaban su propio marco legal, denunciaba el diputado. En junio de aquel año, Kast fue uno de los 670 parlamentarios de 18 países de América Latina que, reunidos en Ciudad de México, pusieron en marcha el grupo de presión Congreso Hemisférico de Parlamentarios y firmaron una Declaración Americana sobre la Independencia y Autodeterminación de los Pueblos en Asuntos Relacionados a la Vida, la Familia y la Libertad Religiosa. Poco antes, el acto de iluminar la fachada del Palacio de La Moneda con los colores de la diversidad sexual en el Día Internacional contra la Homofobia, el 17 de mayo, fue valorado por Kast como una "rendición ante la dictadura gay".

DISIDENTE DE LA DERECHA POST-PINOCHETISTA Para entonces, empero, las relaciones entre Kast y la UDI estaban completamente rotas. Ya en septiembre de 2015 el diputado de Maipo, dedicado a promover, a través de la ONG Influyamos, una corriente de opinión contraria al proyecto, auspiciado por las izquierdas, de convocar una asamblea constituyente para dotar a Chile de una Constitución Política que reemplazara la promulgada por Pinochet en 1980, reveló su disposición a competir con el ex presidente Piñera, e incluso eventualmente con el actual presidente de la UDI, Hernán Larraín, en las próximas primarias presidenciales de Chile Vamos, a celebrar en 2017.

La experiencia de los "diálogos populares" de Influyamos, que tomaron nota de las "urgencias sociales más relevantes" y de lo que "realmente importaba en Chile", como podían ser las disfunciones en la seguridad ciudadana, la salud pública, la educación o el transporte, precedió el anuncio por Kast el 31 de mayo de 2016 del final de 20 años de militancia en la UDI, partido que según él ya no satisfacía la necesidad nacional de alumbrar "nuevos liderazgos" y un "nuevo estilo de hacer política". Una política institucional que respondiera a los problemas y necesidades cotidianos de los chilenos con acciones directas y eficaces, sin dilaciones burocráticas, sin comitología, puenteando lo "políticamente correcto" y produciendo "hechos concretos". Su abandono del partido era, aclaraba Kast, "fruto de una larga reflexión" y no obedecía a ninguna "reacción de indignación" o "acontecimiento coyuntural", si bien la continuidad del veterano Hernán Larraín en el mando de la colectividad fundada por Jaime Guzmán en 1989 no casaba, a su entender, con la necesidad de "renovación" interna.

En adelante diputado independiente, Kast se puso manos a la obra en la recogida de firmas para avalar su postulación al Palacio de La Moneda en las elecciones presidenciales del 19 de noviembre 2017. Cumplido el requisito de las 30.000 rúbricas, procedió a inscribir su candidatura el 18 de agosto. Sin vehículo partidista propio o ajeno, el congresista, apoyado únicamente en la red de contactos y los voluntarios de base reclutados para la ONG Influyamos, no recibió más respaldo externo que del protopartido evangélico Unidos en la Fe. Durante la campaña fue visto a derecha e izquierda como un candidato anecdótico de corte religioso, cuyo programa no iba más allá de los mensajes pro-vida, la invocación de la familia tradicional, la defensa del derecho a portar armas en el hogar para defenderlo de delincuentes, el rechazo a la inmigración irregular y una aparente nostalgia del orden autoritario de la dictadura. Esto último, a la luz de una serie de comentarios laudatorios del período 1973-1990, la petición del indulto para represores condenados y presos de manera "injusta e inhumana", y su polémica afirmación de que el general Pinochet, de seguir vivo, "votaría por mí". "Separando todo el tema de los derechos humanos, el Gobierno de Pinochet para el desarrollo del país fue mejor que el de Sebastián Piñera [en 2010-2014]", aseveró Kast a la hora de cortejar el voto.

El primer lance presidencial del abogado terminó en la consecución de un cuarto puesto con el 7,9% de los votos. El registro, no exento de mérito y desde luego más vistoso de lo que auguraban las encuestas, le situó por detrás de Beatriz Sánchez por el izquierdista Frente Amplio, de Alejandro Guillier por La Fuerza de la Mayoría (socialistas, comunistas, radicales socialdemócratas y el PPD) y del ex presidente Piñera por Chile Vamos (RN, UDI, Evópoli y otros). El derechista independiente superó a Carolina Goic, abanderada del PDC, y a Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista (PRO). De cara a la segunda vuelta del 17 de diciembre, Kast pidió el voto para Piñera, a la postre vencedor, frente al oficialista Guillier.

La experiencia de las presidenciales de 2017 le sirvió a Kast como acicate para perseverar en sus ambiciones. El objetivo era ahora la cita de 2021. El 11 de marzo de 2018 expiró su último mandato cuatrienal en la Cámara de Diputados y transcurrido un mes, el 19 de abril, en un acto que contó con la participación de 2.000 personas, Kast presentó Acción Republicana, movimiento socio-político que aspiraba a "dar la cara y despertar a la gran mayoría silenciosa" que había en Chile. El embrión de partido, calificado por los comentaristas como claramente de extrema derecha, repetía el nombre de una antigua formación de corto recorrido existente entre 1936 y 1941, con un ideario nacionalista, corporativista, antimarxista y favorable a los derechos de la mujer. En apariencia, no había conexión alguna entre ambas AR más allá de la homonimia. Mucho más dio que hablar la elección por Kast del logotipo para su flamante agrupación: una llama tricolor que parecía un calco del emblema del lepeniano Frente Nacional francés. El proyecto de Acción Republicana atrajo a cierto número de miembros de la UDI, en estos momentos presidida por Jacqueline van Rysselberghe, como los diputados Ignacio Urrutia y Cristóbal Urruticoechea y el historiador Gonzalo Rojas.

El 10 de junio de 2019, días después de activar un think tank llamado Ideas Republicanas, Kast inició ante el Servicio Electoral de Chile (Servel) el proceso de inscripción de su instrumento político, al que dio la nueva denominación de Partido Republicano. Por el momento, el Republicano era un partido en formación, que tenía que organizar sus capítulos en las distintas regiones del país antes de entrar en el Registro de Partidos Políticos. La normativa dictaba que los partidos, para adquirir la carta de legalidad, debían establecerse con el respaldo del debido número de firmas en al menos ocho regiones nacionales o en un mínimo de tres regiones geográficamente contiguas. Con su implantación en noviembre en O’Higgins, Maule y Ñuble, los republicanos satisficieron primero el segundo de los requisitos. En consecuencia, el 21 de enero de 2020 el Servel declaró legalmente constituido al Partido Republicano de Chile, cuya sigla sería PLR en vez de la que por lógica le correspondería, PR, la cual ya estaba ocupada por otra formación, el Partido Radical. La presentación por un eufórico Kast del logotipo de su PLR atizó nuevamente los comentarios críticos o mordaces: lo que el público veía ahora era una estilización circular de los colores y la estrella de la bandera de Chile que parecía inspirada en el emblema de Avanzada Nacional, extinto partido pinochetista en las coordenadas del neofascismo, pero que también recordaba vivamente el escudo del Capitán América, el famoso personaje de cómic, analogía esta última que el propio Kast no se privó de alentar.

Con Kast de presidente y el joven concejal villalemanino Antonio Barchiesi de secretario general, el PLR asumía como labor más perentoria movilizarse en los prolegómenos del plebiscito nacional, a celebrar inicialmente el 26 de abril de 2020 pero luego postergado al 25 de octubre a causa de la pandemia COVID-19, sobre la apertura de un proceso constituyente para redactar una nueva Constitución. La vía de la reforma constitucional había sido convocada por el presidente Piñera dentro de sus iniciativas para intentar desactivar el grave conflicto de manifestaciones y disturbios masivos iniciado en octubre de 2019, el llamado Estallido Social, cuyo balance provisional era de una treintena de muertos, más de 3.000 hospitalizados y cerca de 9.000 arrestados, amén de ingentes costes económicos y materiales por los saqueos, los incendios y la destrucción de propiedades públicas y privadas.

Kast, en lo que se alineó con la dirigencia de la UDI pero de una manera más rotunda y preservando su autonomía estratégica, reclamó el rechazo a una nueva carta magna. A su entender, el acuerdo transversal en el Congreso, forjado a derecha e izquierda aunque con toda una gama de matices y múltiples divergencias, sobre el lanzamiento de un proceso constituyente se había adoptado "en torno a un contexto de violencia extrema, en un momento de paz momentánea, engañosa e incluso mentirosa". El proceso tenía para él una "base ilegítima", y de este escenario negativo para Chile, un país sumido en el "caos" y "entregado a la guerrilla urbana", era en buena medida responsable el presidente Piñera, el cual había sido "incapaz" de mantener el orden público, había declarado el estado de emergencia (19 de octubre) de manera "tardía" y no había mostrado "carácter" a la hora de respaldar al cuerpo de Carabineros. En cuanto a los partidos opositores de la izquierda, estos "nunca habían querido sancionar como se debe a los violentistas y los delincuentes". Lo cierto era que él estaba a estas alturas profundamente "decepcionado" con el conjunto de la gestión de Piñera, censurable también por la aprobación de la Ley de Identidad de Género y la reforma tributaria, y por incumplir sus promesas de "achicar el Estado" y "terminar con el nepotismo".

En consecuencia, el 1 de marzo de 2020 el PLR se declaró oficialmente en la oposición al Gobierno Piñera, culpable según la formación derechista de haberse "rendido frente a las ideas de la izquierda que tanto daño le hacen al país" y de estar "destruyendo las bases de nuestra institucionalidad". Para Kast, "oponerse a este Gobierno" significaba "oponerse también al Apruebo y al cambio constitucional que nos quieren imponer". El líder republicano aseguraba que la decisión de situarse en la oposición al Ejecutivo no afectaba a la coordinación de posturas con los partidos de Chile Vamos en el frente del Rechazo ante la consulta popular de octubre. Finalmente, su postura sobre el particular fue sui géneris: lejos de predicar el boicot al plebiscito, Kast anunció su intención de votar en el mismo, marcando las opciones del Rechazo a la nueva Constitución y de la Convención Constitucional (integrada exclusivamente por miembros elegidos popularmente), en vez de la Convención Mixta Constitucional (integrada a partes iguales por miembros elegidos popularmente y parlamentarios en ejercicio). Esta combinación difería de la fórmula preconizada por la UDI y RN, que era el Rechazo y la Convención Mixta. Aunque de ninguna manera quería que se redactara una nueva Constitución para Chile, Kast prefería una asamblea constituyente porque, tal era su razonamiento, "si llega a ganar el Apruebo, necesitamos nuevos rostros que digan las cosas por su nombre".

Por lo demás, el PLR presentó unos Estatutos y un manifiesto de principios rectores donde exponía su "defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural", su creencia "en Dios" y su creencia en "la vida en sociedad que promueve la familia como núcleo fundamental de ella", familia a su vez "fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer". Kast y sus correligionarios creían también en "el bien y la verdad como realidades objetivas", y en "el bien común, la defensa y la reivindicación del concepto de patria". Los republicanos estaban comprometidos asimismo con el "sistema democrático", la "justicia social", la "economía social de mercado", la "libertad de las personas y de los cuerpos intermedios", la "descentralización" y un "Estado moderno y transparente, una institucionalidad de calidad, confiable y firme". Otros de sus rasgos eran el "rechazo a la violencia, particularmente la delincuencia, el terrorismo y el narcotráfico", la "rebelión contra los abusos", el "desprecio de la corrupción", el "rechazo al populismo", la "creencia en los jóvenes y los nuevos liderazgos", y la "promoción de la defensa de un medio ambiente sustentable y al servicio de la persona humana".

(Cobertura informativa hasta 1/10/2020)