Alejandro Guillier Álvarez

El recorrido político del abanderado del oficialismo en las elecciones presidenciales que Chile celebra el 19 de noviembre de 2017, Alejandro Guillier, se remonta solo a finales de 2013, cuando fue elegido senador independiente. Su perfil es el de un hombre de academia y, sobre todo, del periodismo, con más de tres décadas de dedicación a la prensa escrita, la radio y la televisión, medios desde los que informó y analizó la actualidad nacional. Este bagaje profesional, no exento de episodios polémicos, como el uso de una cámara oculta que le acarreó un juicio del que salió bien parado, permitió a Guillier desarrollar un concepto integral y progresista de país, y posteriormente identificarse con una modalidad de político no de casta que resultó atractiva a seis de los siete partidos de la coalición centro-izquierdista Nueva Mayoría, los cuales aceptaron proclamarle su candidato presidencial a pesar de no militar en ninguno de ellos.

Las fuerzas que sostienen la postulación a La Moneda del senador por Antofagasta son el Partido Socialista, el Radical (su soporte para entrar en la Cámara alta hace tres años), el Comunista, el Popular por la Democracia, la Izquierda Ciudadana y MAS Región. De este consenso de los miembros de la antigua Concertación se descolgaron, por primera vez en 28 años, los democristianos, que forzaron la cancelación de las primarias de Nueva Mayoría al decidir acudir directamente a las presidenciales con su líder, Carolina Goic. Guillier llega a las elecciones a la zaga, indican los sondeos, del ex presidente (2010-2014) Sebastián Piñera, cabeza de la alianza derechista Chile Vamos y quien fuera su jefe empresarial en su etapa de directivo y presentador de Chilevisión.

Los ejes del programa de Guillier, según él "continuista" de la línea del Gobierno de la presidenta saliente, la socialista Michelle Bachelet, pero con "elementos nuevos", son la descentralización, la dinamización de una economía que crece poco sobre las bases de la inversión, la diversificación, la digitalización y el "empleo decente", el refuerzo de la protección social del Estado y el reconocimiento a los ciudadanos del más amplio repertorio de derechos y libertades, para hacer de Chile un "Estado democrático y social de derecho". Entre otros puntos, el candidato quiere elaborar una nueva Constitución, una "nacida en democracia", acabar con las discriminaciones de género y orientación sexual, saldar la "deuda histórica" con los pueblos indígenas y complementar el sistema de pensiones, sujeto a la capitalización individual, con un elemento de cotización de las nóminas. Quien se ofrece como "el presidente de la gente" diagnostica una "desconfianza aguda" de los ciudadanos en los políticos y las instituciones, brecha que los poderes públicos están obligados a cerrar dando ejemplo de probidad, abriéndose más al diálogo con la sociedad civil y brindando instrumentos de democracia participativa.


(Texto actualizado hasta noviembre 2017)

1. Un periodista todoterreno al margen de la actividad política
2. Del escaño de senador a la aspiración a La Moneda como candidato de Nueva Mayoría

1. Un periodista todoterreno al margen de la actividad política

Nacido en La Serena, bella ciudad turística de la costa de Coquimbo, en el seno de una familia, relata el político, con "profundas convicciones republicanas y demócratas", sus padres eran Alejandro René Guillier Ossa, un ingeniero civil de ideas radicales y miembro de la masonería que hizo carrera en el Ministerio de Obras Públicas, y la señora María Raquel Álvarez Monterrey. El muchacho realizó los estudios medios en el Liceo Nº 14 (hoy, Liceo Polivalente Juan Gómez Millas) de El Bosque, en la Región Metropolitana de Santiago, y el Liceo de Hombres Nº 1 de Antofagasta, centro este último donde concluyó el bachillerato.

Discurrían los primeros años setenta, años críticos en la historia contemporánea de Chile a caballo entre el Gobierno allendista de la Unidad Popular, el sangriento golpe del Estado y la dictadura del general Pinochet, y Guillier, cuyas reseñas biográficas no mencionan pasajes de activismo estudiantil o problemas con el régimen militar en esta turbulenta época, estableció un sólido vínculo académico, primero lectivo y luego docente, con la Universidad Católica del Norte (UCN). En esta institución privada de Antofagasta el futuro aspirante presidencial cursó una doble licenciatura en Sociología y Periodismo. En 1977 obtuvo el primer título con una tesina de final de carrera titulada Marginalidad y estructura social en América Latina: Hacia un replanteamiento de la problemática de la marginalidad e integración, y tres años después recibió el segundo grado sobre la base del trabajo Un periodismo para nuestro tiempo.

Incluso antes de licenciarse en Sociología, Guillier empezó a dar clases en la UCN, donde llegó a ser jefe de estudios de dicha carrera. Sin embargo, fue el periodismo, en todas sus facetas, la actividad que vertebró su quehacer profesional durante más de tres décadas. Su compromiso con la difusión de la información de actualidad arrancó en 1981 en la plantilla de reporteros del diario La Estrella del Norte, hoy La Estrella de Antofagasta, y como corresponsal regional de dos medios santiaguinos, la emisora Radio Cooperativa y la ya desaparecida revista Hoy. A partir de 1984, luego de añadir a su currículum académico una maestría en Ciencias Sociales impartida por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), estuvo afincado en la capital del país, trabajando de locutor en el programa Primera Plana de la Radio Chilena y en la redacción central de Hoy. En 1988, además, retomó las labores docentes como profesor en la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales (UDP).

En 1991, con la democracia ya restablecida en Chile bajo la presidencia del democristiano Patricio Aylwin Azócar y, por unos años más, bajo la vigilancia limitadora del general Pinochet, Guillier incursionó en el ámbito periodístico donde todavía no tenía tablas, la televisión. Primero editor de la parrilla matutina del Canal 11 o Red de Televisión de la Universidad de Chile (RTU, antecesora de la actual Chilevisión), al cabo de unos meses contrató con la Televisión Nacional de Chile (TVN), que le encomendó la presentación de los programas Informe Especial y Medianoche, y la conducción del noticiero 24 horas. Aparte, entre 1996 y 1998 ostentó el vicedecanato de la Escuela de Periodismo de la UDP y una consejería nacional en el Colegio de Periodistas de Chile, cuerpo gremial del que sería presidente en la década siguiente.

El recorrido en los medios audiovisuales de Guillier, a estas alturas uno de los periodistas más conocidos de Chile, plantó un nuevo jalón en 1999 con su fichaje por Chilevisión. En esta destacada cadena privada, que en 2005 iba a ser comprada por el magnate multisectorial Sebastián Piñera Echenique, además dirigente político del partido derechista Renovación Nacional (RN), Guillier tuvo a su cargo la dirección de Prensa y consolidó su estatus entre los más relevantes news anchors de la televisión chilena, merecedor de reconocimientos y galardones. Ahora bien, en 2003 fue también el protagonista de un sonado escándalo periodístico que le ocasionó un serio contratiempo judicial y del que, contra pronóstico, salió muy bien parado: se libró del castigo penal y su exitosa carrera profesional tampoco se vio afectada, tal como ilustró su elección para presidir el Colegio de Periodistas de Chile en 2004, en mitad de la peripecia en los tribunales.

La polémica estalló el 5 de noviembre de 2003 cuando el programa del que Guillier era creador y panelista, Tolerancia cero, con un formato de debate y entrevistas sobre la actualidad política nacional, difundió una grabación de audio y video donde aparecía el juez Daniel Calvo, entonces en el candelero por instruir las investigaciones de una trama de pederastia, el conocido como caso Spiniak. Al magistrado se le había grabado sin su conocimiento, con cámara oculta, en una sauna gay de la capital de la que aparentemente era cliente y cuyo dueño, según se dijo, había aceptado colaborar con los periodistas de Chilevisión al ver la posibilidad de extorsionar por su cuenta a Calvo.

La Corte Suprema de Justicia apartó al juez Calvo del caso Spiniak y le suspendió por cuatro meses de empleo y sueldo al considerar que la embarazosa filmación interfería en las diligencias de su sala, pero además designó a una juez de la Corte de Apelaciones de Santiago, Gabriela Pérez, para que investigara el proceder de los periodistas por si fuera constitutivo de delito, el tipificado en el artículo 161A del Código Penal, sobre la grabación ilícita de imágenes o conversaciones privadas. El propio Calvo, comprensiblemente airado, presentó contra los responsables de Tolerancia cero una querella por injurias y calumnias.

A los pocos días de airear la grabación de Calvo, Guillier, en un intento de asentar la polvareda, reconoció un "error de procedimiento en la utilización de herramientas periodísticas controversiales que a la postre pudieran ser consideradas ilegales", pero esta disculpa no evitó que él y tres de sus colegas acabaran siendo procesados y llevados a juicio. En marzo de 2006 Pérez halló culpables a los cuatro acusados y les impuso una condena de 61 días de prisión, aunque sin obligación de cumplirla efectivamente en un centro carcelario, y una multa de millón y medio de pesos. El dueño de la sauna, quinto sindicado en el proceso, recibió la misma condena por la grabación ilegal y una condena adicional de tres años de presidio y dos multas millonarias como culpable de un intento de extorsión.

El fallo de primera instancia fue confirmado el 9 de mayo por la Corte de Apelaciones con el argumento de que, contrariamente a lo aducido por la defensa, la concurrencia del juez Calvo a la sauna "no podía considerarse como de interés público" y por lo tanto la grabación había transgredido su derecho a la privacidad. Pero el 9 de agosto de 2007 la Corte Suprema, en una tercera sentencia arrancada por los recursos de los abogados, decidió absolver a Guillier no porque no aceptara la existencia de un hecho punible, sino porque la participación del presentador en el mismo no quedaba fehacientemente probada. No tuvieron la misma suerte los otros tres profesionales de Chilevisión, el subdirector de Prensa del medio, Patricio Caldichoury, el periodista Fernando Reyes y el realizador Raúl Poblete, cuyas condenas a 61 días de reclusión, remitida eso sí, fueron confirmadas.

Años después, en 2017, la juez Pérez, ya jubilada, afirmó que el entonces directivo de Chilevisión fue exonerado por la Corte Suprema gracias a que era masón, una condición heredada de su padre, fallecido en 1997. Desde 2014, añade por su parte la prensa chilena, Guillier, el cual mantiene un absoluto silencio sobre este aspecto de su biografía, ejerce la masonería en la Logia Parlamentaria de Valparaíso, donde ostentaría el grado de Maestro de la Orden.

A finales de 2008, tras algunos encontronazos con Piñera a propósito de la línea informativa de los noticieros de Chilevisión, Guillier se despidió de la cadena y firmó contrato con un canal de la competencia, el 24 Horas de la televisión pública TVN. Aquí, condujo una serie de programas, a la vez que impartía clases en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. En diciembre de 2011 el periodista volvió a cambiar de patrones: en adelante, pasó a presentar el noticiero Hora 20 de La Red, estación propiedad de la corporación de medios audiovisuales Albavisión. En esta su última y posiblemente más fecunda etapa profesional en el mundo del periodismo, Guillier puso de nuevo un pie en la radio como comentarista y presentador de varios programas en las emisoras ADN Radio Chile y Radio Futura.


2. Del escaño de senador a la aspiración a La Moneda como candidato de Nueva Mayoría

En febrero de 2013, en vísperas de su sexagésimo cumpleaños, Guillier, marido de la antropóloga María Cristina Farga Hernández y padre de tres hijos, resolvió poner término a su larga y profusa carrera periodística para postularse al Senado de Chile. Su candidatura debía verse como independiente, ya que él no era militante de ninguna formación, aunque sí contaba con el respaldo oficial del Partido Radical Social Demócrata (PRSD), fuerza de centro-izquierda que había formado parte de los cuatro gobiernos de la Concertación desde 1990 (los encabezados por los presidentes democristianos Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y luego por los socialistas Ricardo Lagos Escobar y Michelle Bachelet Jeria) y que en estos momentos se hallaba, al igual que el resto de partidos adheridos a la coalición sucesora de la Concertación, Nueva Mayoría, en la oposición al Gobierno de Sebastián Piñera, elegido presidente en enero de 2010 por la conservadora Coalición por el Cambio. Saltar al ruedo político tras décadas dedicado a informar sobre lo que allí acontecía desde la barrera fue, cuenta hoy Guillier, una "difícil pero certera decisión".

En las elecciones parlamentarias del 17 de noviembre de 2013, con el 37,1% de los votos, la hasta entonces personalidad de radio y televisión ganó el escaño de senador por la 2ª Circunscripción, correspondiente a la Región de Antofagasta. Se trataba de la banca que en la legislatura de ocho años que ahora terminaba había ocupado José Antonio Gómez Urrutia, el presidente del PRSD. El 11 de marzo de 2014, a la vez que la socialista Bachelet, vencedora en el balotaje presidencial del 15 de diciembre sobre la derechista Evelyn Matthei Fornet, inauguraba su segundo cuatrienio en el Palacio de La Moneda, Guillier tomó posesión de su asiento en el Senado con mandato legislativo hasta 2022. El otro senador por la 2ª Circunscripción era Pedro Araya Guerrero, democristiano vinculado a Nueva Mayoría.

En la Cámara alta del Congreso Nacional, Guillier empezó integrándose en las comisiones senatoriales permanentes de Minería y Energía, de Ética y Transparencia, y Revisora de Cuentas. Fue, además, presidente de la Comisión de Minería y Energía hasta marzo de 2015, fecha en que pasó a presidir la de Defensa. Este desempeño parlamentario lo hizo compatible con la dirección de la Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor de Santiago.

Aunque su trayectoria en la política representativa prácticamente acababa de comenzar, en el Senado Guillier fue desarrollando satisfacciones y confianzas suficientes como para animarse a concebir una ambición de mayor calado: la presentación a las primarias presidenciales que Nueva Mayoría, ahora, como antes la Concertación, coalición del oficialismo gracias a Bachelet, tendría que celebrar en el verano de 2017. Durante 2016, el senador, al que podía verse como un perfecto inexperto en estas lides pero susceptible de atraer votantes con prejuicios negativos hacia la clase política y su problemática relación con el dinero, tomó posiciones claras de cara a la apuesta que la opinión pública le adjudicaba.

Partiendo del apoyo incondicional del partido que había hecho posible su acceso al Congreso pero del que no era miembro, el PRSD, ahora encabezado por Ernesto Velasco Rodríguez, Guillier fue recabando respaldos transversales desde otras colectividades del amplio arco ideológico que iba del centro a la izquierda. Pero también estaba obligado a explicitar, más allá de lo que su trabajo legislativo -por cierto, más bien anodino, opinaban distintos comentaristas- daba a entender, su visión de país y los ejes de una eventual plataforma presidencial.

Con bastante parquedad declarativa al principio, el senador empezó a poner los cimientos de un programa dominado por los temas de la descentralización territorial, el desarrollo sostenible, el repertorio de derechos ciudadanos, y la transparencia y probidad en el ejercicio de la política. También, deslizó valoraciones críticas de la reforma del sistema educativo acometida por el Gobierno Bachelet, no tanto por su contenido como por la manera en que había sido elaborada y ejecutada, a su entender sin contar suficientemente con todos los sectores concernidos. Una de sus reflexiones más insistentes era la preocupación que le producía el desapego popular hacia la clase política, la cual concitaba una "profunda desconfianza", y la tendencia de los gobiernos de turno a "no escuchar" a los gobernados. Según él, en Chile se palpaba un "tremendo distanciamiento entre la gente y los políticos".

Los planes presidenciales de Guillier adquirieron carta oficial el 7 de enero de 2017, día en que el Consejo General del PRSD, por voto unánime, lo proclamó su candidato para las elecciones nacionales del 19 de noviembre. Ser el candidato del radicalismo suponía ser uno de los precandidatos, de hecho el primero en materializarse, de Nueva Mayoría. A continuación, se plasmaron las precandidaturas del ex presidente (2000-2006) Ricardo Lagos por el Partido por la Democracia (PPD) y de la senadora Carolina Goic Boroevic por el partido del que era líder, el Demócrata Cristiano (PDC). Además, estaba la "pre-precandidatura" del ex secretario general de la OEA José Miguel Insulza Salinas por el Partido Socialista (PS) de la presidenta Bachelet, pero el socialismo chileno aún tenía que celebrar una primaria abierta, la denominada "consulta ciudadana", para definir su candidato propio, condición en la que también estaba interesado Fernando Atria Lemaitre.

La acreción de fuerzas en torno a la postulación de Guillier empezó a tomar cuerpo antes de terminar enero con la aceptación de aquella como suya por uno de los partidos de la Nueva Mayoría, la Izquierda Ciudadana (IC) de Francisco Parraguez Leiva. El 9 de abril, luego de apearse de la competición interna Insulza y de cancelarse la consulta ciudadana prevista para el 28 de abril, llegó el aldabonazo de la definición del Comité Central del PS, que por 67 votos contra 36 se inclinó por sostener la candidatura del senador por Antofagasta en vez de la de Lagos. Esto significó el final del envite de quien fuera el segundo presidente socialista de Chile después de Salvador Allende. Ahora, dentro de Nueva Mayoría ya solo quedaban en pie las precandidaturas de Guillier y Goic.

Sin embargo, el 29 de abril, la Junta Nacional democristiana, en una decisión altamente controvertida por cuanto suponía interrumpir una práctica mantenida durante 28 años, aprobó que su timonel compitiera en cualquier caso en las elecciones presidenciales y se viera las caras con el candidato de la oposición que mandaba en la mayoría de los sondeos, el ex presidente Piñera, abanderado de la coalición derechista Chile Vamos. La decisión unilateral del PDC, justificada por Goic porque los democristianos ya no estaban dispuestos a "ser comparsa de las ideas de otros" y a "entregar un cheque en blanco", supuso la automática cancelación de las primarias de Nueva Mayoría, programadas para el 2 de julio. La propia vigencia de la alianza oficialista, abocada a un cambio de configuración, quedó en entredicho.

A lo largo del mes de mayo, Guillier fue proclamado candidato propio por los restantes integrantes de Nueva Mayoría, a saber: el Partido Comunista de Chile (PCCh) de Guillermo Teillier del Valle (el cual dijo de él que se trataba del "único de centro-izquierda que puede derrotar a Piñera") el día 7, el PPD de Gonzalo Navarrete Muñoz el día 13 y el Movimiento Amplio Social Región (MAS Región) de Cristián Tapia Ramos el día 27. Por lo demás, el alejamiento entre el PDC y el PS derivó en la articulación de dos listas oficialistas para las elecciones al Congreso: La Fuerza de la Mayoría, donde compartían cartel el PS, el PRSD, el PPD y el PCCh, y Convergencia Democrática, que reunía al PDC, a la IC y al MAS Región.

El 11 de junio de 2017 Guillier, desde el Teatro Caupolicán de Santiago y arropado por las banderas de seis partidos políticos que iban del centro a la extrema izquierda, hizo la presentación de su programa, una oferta electoral pensada "con y para los ciudadanos". No se trataba aún del texto de un completo plan de Gobierno, sino de una versión esquemática y un tanto provisional. Lo que se exponía ahora eran las líneas maestras del programa, junto con un ramillete de propuestas concretas, a las que podrían sumarse otras a lo largo de la campaña proselitista.

El candidato hacía hincapié en una serie de grandes temas. Por ejemplo, se fijaba la meta de, partiendo de la presente "concepción neoliberal" del Estado chileno, cuyo origen estaba en la dictadura pinochetista, avanzar hacia un "Estado democrático y social de derecho" donde los ciudadanos disfrutasen de una plenitud de derechos civiles, políticos, sociales y económicos. Al hilo de lo anterior, tocaba fortalecer la sociedad civil con la ampliación de los instrumentos constitucionales de democracia "participativa" y "directa". Por otro lado, el Estado debía someterse a un profundo proceso de descentralización y desburocratización, para dotar de más atribuciones a las comunas y las regiones; estas últimas merecían tener una capacidad tributaria propia.

No menos imperioso resultaba fortalecer el sistema de protección y servicios sociales en todas sus dimensiones: la educación ("gratuita y de calidad"), la sanidad, la vivienda, las pensiones, las atenciones especiales a la infancia, la ancianidad, la dependencia y la discapacidad, y lucha contra la pobreza. Y sin olvidar tampoco la dinamización y encauzamiento de la economía (el PIB chileno, arrastrado por la contracción de los sectores industrial y minero, había avanzado solo un 1,6% en 2016, su peor rendimiento desde la recesión de 2009), encaminándola hacia un modelo de crecimiento sustentable, incluyente y basado en una matriz productiva más diversificada así como en la moderna sociedad del conocimiento. Todo ello requería acciones tales como "recuperar" la inversión, reducir la dependencia las exportaciones cupríferas, crear empleo "decente", desarrollar las infraestructuras de servicios públicos respetuosas con el medio ambiente y completar la digitalización del país con las adecuadas redes de banda ancha.

Hasta el 4 de noviembre, faltando solo 15 días para las elecciones y con Piñera, reflejaban las encuestas, sólidamente instalado en la primera posición, el equipo de campaña del postulante de Nueva Mayoría, segundo en los sondeos, no hizo trascender el documento íntegro del Programa de Gobierno 2018-2022 de Alejandro Guillier, "el presidente de la gente", rezaba la propaganda del candidato. La idea subyacente en el documento era que esta opción, determinadas criticas personales a un estilo de gobernar aparte, no significaba en modo alguno una enmienda a la totalidad de las políticas de la presidenta Bachelet, sino la continuidad, potenciación y mejora de todo lo que de reformista y progresista había en ellas. Por cierto que la mandataria saliente, ajustada al rol neutral y abstinente que se esperaba de un jefe de Estado chileno en ejercicio, se mantenía rigurosamente al margen de los actos de campaña de Guillier y ni siquiera pidió el voto para él. Este respaldo sí fue explícito en el caso de su anciana madre, Ángela Jeria, posicionamiento que fue interpretado como un apoyo presidencial indirecto, por delegación.

El Programa detallaba y enriquecía lo dicho hasta ahora por Guillier. Existía por su parte un compromiso firme para dotar a Chile de una nueva Constitución, una Carta Magna "construida escuchando a todas las personas, nacida en democracia", que recogiese y consagrase el más amplio abanico de derechos y libertades, ya fueran individuales, por ejemplo para acabar con las discriminaciones de género y orientación sexual, y para ampliar los instrumentos de participación ciudadana en los procesos políticos, o colectivos, como los propios de los pueblos indígenas y originarios, con los que Chile tenía una "deuda histórica".  Novedades constitucionales serían la reducción de la edad legal para votar a los 16 años, el paso del actual sistema de gobierno presidencial a otro de carácter "semi-presidencial" y la reorganización de Chile como Estado "unitario, descentralizado y plurinacional". El plan del proceso constituyente ya había sido expuesto por Bachelet y Nueva Mayoría en la campaña electoral de 2013, pero luego la presidenta había tenido que aparcarlo por carecer de los apoyos necesarios en el Congreso. 

También era menester reformar el Código Penal para tipificar como delito específico la violencia contra las mujeres y promulgar los proyectos de ley, ya elaborados por el Gobierno Bachelet, de Matrimonio Civil Igualitario y sobre Identidad de Género. En el capítulo de las pensiones, un Gobierno de Guillier haría subir las mensualidades, de manera que ninguna pensión se quedara "por debajo de la línea de pobreza" (en su compromiso previo a la publicación del Programa, el candidato había hablado además de procurar que ninguna pensión fuera "inferior al sueldo mínimo"). Adicionalmente, en paralelo al funcionamiento de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP, instituciones financieras privadas encargadas de administrar los fondos de cuentas particulares de ahorros para las pensiones de los trabajadores, conforme al sistema de capitalización individual), se estrenaría una modalidad suplementaria de cotizaciones del 5% sobre las remuneraciones brutas de los trabajadores y a pagar por los empleadores.

(Cobertura informativa hasta 18/11/2017)