Luis Arce Catacora

Luis Lucho Arce, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) y ex ministro de Economía de los gobiernos de Evo Morales, ganó en la primera vuelta la elección presidencial del 18 de octubre de 2020 en Bolivia. El postulante del partido izquierdista que gobernó el país sudamericano durante 14 años y fue desalojado del poder en la protesta poselectoral de noviembre de 2019 se impuso con más del 50% de los votos al ex presidente y periodista Carlos Mesa, de la coalición Comunidad Ciudadana, y al empresario conservador Luis Fernando Camacho, de la coalición Creemos. Arce tomará posesión de la jefatura del Estado Plurinacional de Bolivia en noviembre, con un mandato quinquenal y reemplazando a la presidenta interina, y adversaria política, en el último año, Jeanine Áñez.

El dirigente electo, cuya candidatura fue seleccionada por el masismo como alternativa a la del procesado en el exilio Morales, presenta su victoria como un hito para "recuperar la democracia" en Bolivia y anuncia un "Gobierno de unidad" comprometido con "la estabilidad y la paz social". Su programa, centrado en los aspectos sociales y económicos, encara como más inmediato desafío la crisis de la COVID-19, que forzó el retraso de una repetición electoral inicialmente prevista para mayo. En estos momentos, Bolivia se aproxima a los 140.000 contagios acumulados y los 9.000 fallecidos, pero no se está viendo afectada por una segunda ola y los casos activos han descendido mucho desde agosto. Por otro lado, los daños económicos son cuantiosísimos. Solo en el segundo trimestre del año el PIB decreció un 21,7% interanual y para este 2020 se prevé una recesión sin precedentes del 8%, con el consiguiente impacto en unos indicadores financieros que ya venían muy deteriorados.

El presidente electo de Bolivia para el período 2020-2015 es un economista y catedrático experto en políticas monetarias y crítico con el modelo liberal que durante 19 años ejerció como funcionario del Banco Central, donde desempeñó diversas gerencias. En enero de 2006 Evo Morales, al inaugurar su primer mandato, le confió el Ministerio de Hacienda, luego llamado de Economía y Finanzas Públicas. Su misión era sentar las bases del nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo boliviano, el cual, recurriendo a la tercera nacionalización de los hidrocarburos, la reforma agraria y otras intervenciones de signo socialista, adjudicaba al Estado con carácter exclusivo los roles de motor del desarrollo y distribuidor de la renta, sin los cuales no podrían alcanzarse los objetivos de justicia social del MAS, en particular con los pueblos originarios. En junio de 2017 Arce hubo de dejar el Ejecutivo para tratarse un cáncer de riñón y en enero de 2019, una vez curado, retomó su cometido.

A lo largo del ministerio de Arce, que comprendió la totalidad de los dos primeros ejercicios presidenciales de Morales y buena parte del tercero, el PIB avanzó un promedio del 4,6%, con un pico del 6,8% en 2013, la pobreza retrocedió notablemente, y cayeron también el paro y la inflación. Estos datos positivos, entre los más lustrosos de América Latina, dieron pie a análisis internacionales elogiosos que destacaban el "milagro económico" boliviano, del que Arce, considerado un gestor fiscal cuidadoso, era principal artífice. Sin embargo, esta bonanza transcurrió entre tensiones políticas y sociales recurrentes y bajo un clima de creciente confrontación, a medida que el oficialismo reinterpretaba su propia Carta Magna para permitir a Morales optar a la reelección indefinida, ignorando el resultado del referéndum de 2016, y concitaba las imputaciones de autoritarismo desde la oposición. El período acabó arrojando un profundo déficit de las cuentas públicas y un fuerte repunte de la deuda, a raíz básicamente del desplome de los precios de los hidrocarburos, núcleo de las exportaciones bolivianas. Una crítica habitual fue que todo ese crecimiento económico sustentado en los planes integrales de desarrollo descuidaba la generación de tejido industrial diversificado y no iba acompañado de suficiente inversión foránea.

En el aspecto más personal, Arce fue en todo momento un defensor irrestricto del programa del Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y un asistente valioso del presidente Morales, que le tenía en gran estima, aunque su estilo, relajado en las formas y articulado en el mensaje, contrastaba con los pronunciamientos de las figuras radicales del oficialismo. Su perfil inequívocamente académico y su concentración en los temas de las áreas de su competencia le dieron, no obstante su devoción por el Che Guevara y la Revolución Cubana, una cierta imagen de tecnócrata, más interesado en los resultados prácticos, la "transformación de Bolivia", que en las batallas ideológicas.

El 10 de noviembre de 2019, siguiendo los pasos de Morales, el vicepresidente Álvaro García Linera y los máximos responsables institucionales del MAS, el ministro Arce dimitió bajo presión y más tarde abandonó temporalmente el país. Fue al prevalecer la protesta nacional desatada por las fuerzas de la oposición, que denunciaban como fraudulenta la victoria concedida por el TSE a Morales en la elección presidencial del 20 de octubre y esgrimían en su favor el informe preliminar de la auditoría de la OEA. Arce inició un asilo político en México el 6 de diciembre, justo antes de trasladarse Morales a Argentina vía Cuba. Si el presidente descabalgado hacía frente a una orden de detención por los cargos de terrorismo y sedición, el ex ministro era investigado por la Fiscalía en relación con un presunto desfalco. Ambos denunciaron que su Gobierno había sido víctima de un violento "golpe de Estado de la derecha", el "golpe del litio" concretamente, y que el Gobierno "ilegal e ilegítimo de facto" de la autoproclamada presidenta Áñez seguía una campaña de persecución política del MAS y de represión de los movimientos populares.

Durante unas semanas, Arce se vio envuelto en el forcejeo abierto en la cúpula del MAS entre el exiliado Morales y Eva Copa, la presidenta del Senado (donde el MAS disponía de mayoría absoluta, al igual que en la Cámara de Diputados), exponente de una tendencia posibilista del partido y abierta a la concertación con Áñez para sacar adelante un nuevo proceso electoral con garantías. El 19 de enero de 2020, zanjando el proceso de deliberación interna para definir la fórmula presidencial del MAS, Morales, poco después vetado por el TSE también para senador, consiguió imponer la candidatura "unitaria" de su hombre de confianza, Arce, quien a pesar de no tener experiencia en estas lides reunía según él las mejores cualidades. El compañero aspirante a la Vicepresidencia era su anterior colega del Ministerio de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca.

La repetición electoral debía tenía lugar el 3 de mayo, pero la emergencia sanitaria por el coronavirus obligó al TSE a posponer la fecha sucesivamente al 17 de mayo, el 6 de septiembre y finalmente el 18 de octubre, con una eventual segunda vuelta el 29 de noviembre. Esta dilación dejó a Arce más tiempo para exponer su programa, con propuestas para que los bolivianos pudieran "elegir entre dos modelos de Estado y dos modelos económicos". Reivindicando las "conquistas conseguidas desde 2006", Arce habla de "reconstruir" la economía en tiempos de pandemia mediante la inversión pública en la industrialización y la creación de empleo. En particular, menciona la sustitución progresiva de importaciones por consumo, la autosuficiencia en biocombustibles, un aprovechamiento "soberano" de las ingentes reservas de litio -las mayores del mundo- y políticas agrícolas de seguridad alimentaria. Promete una "gestión fiscal responsable", la renegociación de la deuda externa, rebajas del IVA y un impuesto especial a las grandes fortunas, las de más de 5 millones de dólares. Los otros pilares del plan del MAS-IPSP son, explica el ya presidente electo, la salud y la cultura.

En un asomo de autocrítica, durante la campaña Arce prometió "profundizar lo que se hizo bien y rectificar lo que hicimos mal". También, envió a la ONU, la OEA, la CELAC y la UE una misiva en la que alertaba sobre los "riesgos" para la "recuperación de la democracia" en Bolivia. Días antes de las votaciones, a las que llegaba liderando ampliamente los sondeos pero sin tener asegurada la victoria en única vuelta, el economista volvió a polemizar con el Gobierno transitorio de Áñez, que le denunció por enriquecimiento ilícito presuntamente cometido en el ejercicio del cargo, y con su principal contrincante, Carlos Mesa, que intercambió con él acusaciones de "pactos de impunidad". Previamente, en junio, el candidato opositor encajó la acusación de su sucesor en el Ministerio de Economía y Finanzas, José Luis Parada, de haber dejado un "hueco" de 18.000 millones de bolivianos en la Tesorería General por el "despilfarro" de recursos. Finalmente, el heredero de Evo Morales logró en las urnas el retorno del MAS al poder, derrotando al conglomerado del centro-derecha que, pese a las retiradas de Áñez (17 de septiembre) y del ex presidente Jorge Quiroga (11 de octubre), acudió dividido a las elecciones con las candidaturas rivales de Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho.

(Texto actualizado hasta octubre 2020)

Una trayectoria de economista en la banca estatal y la academia
Criado en el hogar paceño de los señores Carlos Arce Gonzales y Olga Catacora, ambos maestros de la enseñanza pública, completó la secundaria en la Escuela México de la capital boliviana y luego ingresó en el Instituto de Educación Bancaria (IDEB), donde en 1984 se graduó con el título de Contador General en Provisión Nacional. Dos años después empezó a estudiar en la Facultad de Ciencias Económicas y Financieras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), sita también en La Paz.

En 1987, en tiempos de la tercera presidencia de Víctor Paz Estenssoro y de su drástico ajuste estructural, la Nueva Política Económica (concebida para estabilizar la moneda, domeñar la hiperinflación y transformar el ordenamiento económico del Estado con criterios liberales), el joven fue contratado por el Banco Central de Bolivia (BCB), que le incorporó a su plantilla de técnicos de inversiones internacionales y analistas de mercado. En esta institución Arce iba a trabajar los próximos 19 años, justo hasta su nombramiento ministerial por Evo Morales.

A partir de 1991, una vez licenciado en Economía por la UMSA con la tesis de final de carrera El papel de la política cambiaria en la Nueva Política Económica y una nota de sobresaliente, Arce afianzó su posición en la Gerencia de Estudios Económicos del BCB. Desde 1994 fue jefe del Departamento de Información y Publicaciones de la Subgerencia de Investigación y Análisis, y también del Departamento de Balanza de Pagos de la Subgerencia del Sector Externo. En 1998 fue ascendido a subgerente de Reservas y Deuda Externa de la Gerencia de Asuntos Internacionales y un año más tarde condujo la Subgerencia de Reservas de la Gerencia de Operaciones Internacionales. En 2003, presidiendo el BCB Juan Antonio Morales y la República el periodista Carlos Mesa Gisbert, investido por el Congreso tras la renuncia, forzada por un disturbio popular en el contexto de la llamada guerra del gas, del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, Arce pasó a hacerse cargo de la Gerencia de Operaciones Internacionales. En 2004 volvió a ser el subgerente de Reservas Internacionales.

En paralelo a esta carrera como funcionario y experto de la banca pública, el economista se forjó un notable currículum lectivo y docente enfocado en el estudio de las políticas monetarias y cambiarias. Así, en 1997 obtuvo una maestría en Ciencias Económicas por la Universidad de Warwick en Coventry, Reino Unido, en base a una disertación sobre la sustitución monetaria de 1987 en Bolivia -el reemplazo del peso por el boliviano-, y hasta su llegada al Gobierno compaginó las funciones en el BCB con la cátedra académica y la impartición de clases en varias universidades del país, como la pública UMSA y las privadas Católica Boliviana San Pablo (UCB), Loyola, Franz Tamayo, Univalle y Privada Boliviana (UPB), amén del Instituto Boliviano de Estudios Empresariales (IBEE). Su reseña biográfica oficial añade que, sobre todo a raíz de ser nombrado ministro en 2006, fue conferenciante en decenas de universidades y palestras académicas de América y Europa, y que posee sendos doctorados honoris causa por la Universidad de Los Andes y la Universidad Franz Tamayo.

Su producción intelectual viene acreditada por una larga serie de análisis técnicos y artículos, publicados en su etapa laboral en el BCB por revistas especializadas como Dinámica Económica, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UMSA, por la prensa económica nacional o por la propia institución emisora. En varios de estos textos el autor fundamentaba su crítica al proceso de dolarización de la economía boliviana, reiniciado por Paz Estenssoro en 1985 y desde 1989 sostenido por los presidentes Jaime Paz Zamora, Gonzalo Sánchez de Lozada, Hugo Banzer Suárez y Jorge Quiroga Ramírez. Se citan aquí los títulos: La política cambiaria y la tasa de inflación en el primer trimestre 1990 (1990); Concentración bancaria (1995); La sustitución de monedas en Bolivia, 1987-1996 (1998); Liberación financiera y concentración en el sistema bancario; Dolarización e incertidumbre en Bolivia (2001); Contribución al debate sobre la dolarización (2001); ¿Modificación de política cambiaria o aumento de costo transaccional? (2002); Revirtiendo el proceso de dolarización (2002); ¿Es adecuado el mecanismo del bolsín?: breve evaluación del régimen cambiario boliviano (2003); y La demanda por dinero en Bolivia, 1990-2002 (2003).

Arce es autor también de dos trabajos extensos escritos en su condición de ministro de Economía y Finanzas, textos que presentan por tanto un enfoque más político, promocional y reivindicativo: El modelo económico social comunitario productivo boliviano, de 2015, donde hace balance de las políticas económicas y sociales implementadas por el Gobierno del presidente Morales y el partido MAS desde su llegada al poder en 2006, y La inclusión financiera para cooperativas y asociaciones productivas: micro y pequeñas empresas en el Estado Plurinacional de Bolivia, publicado por la CEPAL en enero de 2019.

Vinculación al MAS y ministro de Economía y Finanzas en los Gobiernos de Evo Morales
Luis Arce tuvo contacto con las ideas políticas de izquierda desde la adolescencia, a partir del entorno familiar y de sus lecturas autodidactas, impulsadas por su admiración por el Che Guevara, la Cuba castrista y dos líderes socialistas locales muertos en circunstancias violentas: Marcelo Quiroga Santa Cruz, jefe del Partido Socialista-1 (PS-1), asesinado en el golpe de Estado del general Luis García Meza en 1980; y Óscar Únzaga de la Vega, fundador de la Falange Socialista Boliviana (FSB) y teórico del bolivianismo, doctrina nacionalista y socialista de extrema derecha, quien fuera asesinado en 1959 en una intentona sediciosa contra el Gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Estos datos sobre las inquietudes políticas del joven Arce son recogidos por el periódico chileno La Tercera, en una semblanza del entonces candidato presidencial publicada días antes de las elecciones de octubre de 2020.

Arce relató en 2016 al diario español El País que hacia 1999, junto con otros intelectuales de la UMSA y ex militantes y simpatizantes del PS-1, organizó un grupo de discusión y análisis de las fórmulas necesarias para superar los profundos desequilibrios e inequidades que aquejaban el sistema económico nacional. La meta expresa de los trabajos de este círculo académico era "desmontar el modelo neoliberal y convertir al Estado en planificador, inversionista, banquero, regulador y productor del desarrollo".

En 2005 Arce, en ese momento subgerente de Reservas Internacionales del BCB, el profesor Carlos Villegas Quiroga y otros intelectuales y universitarios con ideas de izquierda fueron invitados por el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del líder sindicalista cocalero Evo Morales Ayma y que confiaba en ganar las elecciones generales anticipadas tras las presidencias truncadas de Sánchez de Lozada y Carlos Mesa, para que redactaran la parte económica de su plan de Gobierno. Las concepciones y propuestas del economista del BCB en el área de su competencia quedaron plasmadas en el programa electoral del MAS, el cual lanzaba las promesas de "renacionalizar" los hidrocarburos, "abolir" el modelo económico liberal y "refundar" el Estado boliviano. Entre las medidas básicas para "construir una Bolivia digna, comunitaria, solidaria y productiva" figuraban la estatalización por decreto de toda la industria del petróleo y el gas, una reforma agraria de tipo radical, concentrada en la liquidación de latifundios improductivos y el reparto de fincas entre el campesinado, y un plan de desarrollo productivo que sentara las bases del nuevo sistema económico. Otro objetivo fundamental de los masistas era la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

Tal como aventuraban los sondeos, el MAS ganó las elecciones generales del 18 de diciembre de 2005. En consecuencia, el 22 de enero de 2016 Evo Morales se convirtió en el primer presidente indígena en la historia de Bolivia, y tomándole los atributos del poder ejecutivo a Eduardo Rodríguez Veltzé, el magistrado y mandatario solo de gestión juramentado en el Congreso para cubrir el vacío dejado por la renuncia de Carlos Mesa en junio anterior. A la hora de confiar puestos estratégicos de su "Gabinete del Pueblo", Morales recurrió a varios de los aparejadores del programa económico del MAS. Así, Arce, de 43 años, fue nombrado ministro de Hacienda, mientras que su colega Carlos Villegas recibió la cartera de Planificación del Desarrollo. Otro ministro procedente del ambiente universitario era Andrés Soliz Rada, nuevo titular de Hidrocarburos.

El profesor de la UMSA fue el principal arquitecto de la política económica de Morales durante la mayor parte de sus 14 años de ejercicio presidencial. No obstante sus citas marxistas y sus evocaciones guevaristas, el ex gerente bancario, siempre comedido y articulado en sus alocuciones, mostró pragmatismo y una preocupación por el control presupuestario, sobre la base, eso sí, de una nueva concepción del Estado como motor del desarrollo y distribuidor de la renta. Los pronunciamientos puramente políticos, las consignas movilizadoras, las arengas electorales y, en definitiva, la batalla ideológica con los adversarios de la derecha y la oposición parlamentaria, con todos sus contenidos radicales, populistas o polarizadores, quedaron en manos de los dirigentes del MAS procedentes del activismo de masas, empezando por Morales.

Arce llevó de manera continua el portafolio de Hacienda, renombrado de Economía y Finanzas Públicas el 7 de febrero de 2009 (coincidiendo con la promulgación y entrada en vigor de la nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia), entre el 23 de enero de 2006 y el 26 de junio de 2017, es decir, a lo largo de los mandatos presidenciales primero (2006-2010) y segundo (2010-2015), y en la primera mitad del tercero. Posteriormente volvería al Gobierno y sería otra vez ministro por unos meses, hasta la protesta poselectoral que descabalgó al MAS del poder en noviembre de 2019.

Su gestión estuvo encaminada a la consecución de los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo "Bolivia Digna, Soberana, Productiva y Democrática para Vivir Bien" (PND), presentado por Morales en junio de 2006 y que planteaba el horizonte de 2011. Los lineamientos estratégicos del primer PND, que hablaba de un modelo donde convivieran de manera "equilibrada" y con "equidad" las economías "estatal, comunitaria, mixta y privada", apuntaban a: un crecimiento promedio del PIB del 6,3%, tasa muy exigente que duplicaba el 3% de media registrado entre 2000 y 2005; una disminución de la pobreza del 58,9% al 49,7%, y de la pobreza extrema desde el 35,3% al 27,2%; la reducción del paro del 8,4% al 4%; la elevación del ingreso per cápita, a precios internacionales actuales, de los 1.000 a los 1.411 dólares; y la caída de la desigualdad social medida en términos de diferencia entre el ingreso del 10% más rico con relación al 10% más pobre de 27 a 21 veces.

Por lo que a él más directamente competía, Arce llegó al final de ese sexenio (2006-2011) operativo con un crecimiento promedio del PIB del 4,6%, tasa que seguramente se habría acercado más a la meta fijada del 6,3% de no haber sobrevenido la crisis global por la quiebra de Lehman Brothers, que en Bolivia tuvo un impacto escaso. El objetivo sobre el desempleo se cumplió plenamente, mientras que el de ingreso per cápita se alcanzó con creces. Los niveles de pobreza cayeron considerablemente. La bonanza del mercado petrolero, solo temporal, empujó la producción nacional hasta marcar en 2013 una tasa récord del 6,8%, sin parangón desde los años setenta del siglo XX, ritmo que bajó después hasta estabilizarse en torno al 4%.

Al iniciarse el tercer período presidencial consecutivo en enero de 2015, el legado socioeconómico de nueve años de gobiernos de Evo Morales, con Arce de timonel económico y financiero, podía parecer hasta fasto si no se tuvieran en cuenta, entre otros lastres, el peso desmedido de la economía sumergida, que desfiguraba bastante las cifras oficiales del paro, la escasez de tejido industrial generador de riqueza estructural, y no coyuntural como la que producía la demanda externa de metales e hidrocarburos, y, pese a los progresos en materia de pobreza, lo mucho que quedaba por hacer para mejorar los estándares de desarrollo humano, pues Bolivia seguía siendo uno de los países más precarios de América. Una crítica habitual al modelo económico inaugurado por el MAS era que su apuesta por el estatismo, la planificación y el desarrollismo post-neoliberales estaba desincentivando la inversión privada extranjera, lo que no ayudaba precisamente a la modernización de infraestructuras e instalaciones clave, comprometiendo así el crecimiento del futuro.

El Plan de Desarrollo Económico y Social en el marco del Desarrollo Integral para Vivir Bien (PDES) 2016-2020, presentado por Morales en diciembre de 2015 y eje del Sistema de Planificación Integral del Estado (SPIE, regulado por la ley de enero de 2016), trazaba entre otras unas metas de avance económico promedio del 5,8% y de un PIB por habitante de 5.000 dólares al final del período. Hasta 2019, las cifras iban a ser de un 3,7% y 3.550 dólares, respectivamente. En 2019 la inflación anual no iba a superar el 2%, tres veces menos de la que había en 2005, aunque en el camino los precios se demandaron varias veces, como en 2008 y 2011, con alzas promedio del 14% y el 9,9%.

En cuanto a los indicadores financieros, sujetos a los ingresos que el Estado obtenía de los hidrocarburos y a los compromisos de gasto social asumidos por el Gobierno, el balance general era más sombrío. Así, el superávit fiscal anotado en 2006, un histórico índice del 4,5% del PIB (frente al -2,2% de 2005) gracias al aumento de la recaudación tributaria, principalmente a las multinacionales petroleras, fue debilitándose hasta esfumarse por entero en 2014, cuando los números rojos regresaron con un descubierto del 3,4%. Un lustro después, el déficit del Gobierno más que duplicaba ese valor. Un comportamiento paralelo tuvo la deuda pública bruta, que el Ministerio de Arce consiguió reducir enérgicamente los primeros años, hasta que la caída en picado de los ingresos por exportaciones obligó al Gobierno a contraer nuevos débitos.

El 24 de junio de 2017 Arce anunció su salida del Gobierno por una indisposición de salud grave, un cáncer de riñón diagnosticado meses atrás y potencialmente mortal que el político debía tratarse con urgencia, trasladándose para ello a un hospital de Brasil. Dos días después, su viceministro de Pensiones y Servicios Financieros, Mario Guillén Suárez, le sustituyó en el puesto con carácter temporal. El 23 de enero de 2019, una vez restablecido de su dolencia, Arce reasumió el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.

Luis Alberto Arce ha estado casado dos veces. Con su primera esposa, Jessica Graciela Mosqueira Martínez, tuvo a sus tres hijos, Luis Marcelo, Rafael Ernesto y Camila Daniela. Actualmente mantiene vínculo conyugal con la gerente de banca Lourdes Brígida Durán Romero. El político y economista habla con fluidez el inglés y el portugués, y presume de ser un gran aficionado a la práctica deportiva del baloncesto y el fútbol, así como a la música tradicional, que interpreta con instrumentos como la guitarra, el charango y la zampoña.

(Cobertura informativa hasta 1/5/2019)