Jorge Quiroga Ramírez
Presidente de la República (2001-2002) y vicepresidente (1997-2001)
Tras completar el bachillerato en el colegio La Salle de Santa Cruz de la Sierra su familia le envió a cursar estudios superiores en Estados Unidos. Allí prosiguió su formación universitaria, hasta obtener la graduación summa cum laude en Ingeniería Industrial en el College Station de la Universidad de Texas y, en 1986, una maestría en Administración de Empresas en la Universidad St. Edward's de Austin, siempre con brillantes calificaciones. Desde 1981 trabajó también para el gigante informático IBM en la citada capital texana acogido al Programa de Entrenamiento de Mercado y en 1988 retornó a su país para incorporarse al sector privado.
Perfecto exponente de las nuevas élites de la derecha liberal, formadas en Estados Unidos y con el inglés como segundo idioma, y dotado para los números, el joven Quiroga desarrolló por unos meses su especialidad de econometría en la empresa minera Mintec y en en el Banco Mercantil de Bolivia, donde ejerció de vicepresidente de Proyectos e Inversión, antes de entrar en la política y en el servicio público. Según fuentes periodísticas locales, la influencia del futuro ministro de Exteriores Carlos Iturralde Ballivián fue instrumental para su ingreso en el partido derechista Acción Democrática Nacionalista (ADN). La ADN estaba liderada por Hugo Banzer Suárez, ex dictador militar (1971-1978), luego varias veces candidato frustrado a la Presidencia y que ahora, en 1989, entraba por primera vez en el Gobierno aliado con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), cuyo líder, el socialdemócrata Jaime Paz Zamora, se convirtió en presidente por investidura congresual. Aquel año Quiroga se casó con la estadounidense Virginia Gillum (la pareja ha tenido hasta ahora cuatro vástagos) y entró en el ejecutivo como subsecretario de Inversión Pública y Cooperación Internacional dentro del Ministerio de Planeamiento.
En 1990, con 30 años de edad, fue nombrado subsecretario de Inversión Pública y en 1992 ministro de Finanzas, cargo que le convirtió en gobernador del Banco Mundial y el FMI, además de en responsable de llevar las negociaciones con el Gobierno de Estados Unidos para la reducción de la deuda externa bilateral. Hasta el final de la administración de Paz Zamora en agosto de 1993, Quiroga se desempeñó también como gobernador de la Cooperación Financiera de Inversiones, director de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y secretario nacional de Política Social. Las elecciones generales de junio de 1993, ganadas por el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) del liberal Gonzalo Sánchez de Lozada, forzaron el retorno de Quiroga al sector privado y de paso reforzaron su peso político en la ADN. Banzer ya le encomendó la dirección de la campaña electoral de aquel año y en 1995 fue promovido a la subjefatura nacional del partido y a miembro del Comité Político adenista.
La carrera política de Quiroga, que hasta entonces había carecido de un mandato popular, experimentó un salto cuando en 1997 Banzer le escogió para secundarle como candidato a vicepresidente en las elecciones del 1 de junio, además de volver a dirigir la campaña adenista. Tras cinco intentos fallidos, el ex militar consiguió imponerse con el 22,8% de los votos y, con su investidura por el Congreso Nacional el 5 de agosto y su toma de posesión un día después, Quiroga comenzó también su andadura al frente de la segunda magistratura de la nación, que llevaba implícita la Presidencia Nata del Congreso.
A sus 37 años, Tuto Quiroga se convirtió en el más joven vicepresidente en la historia de Bolivia. Se aseguraba que al veterano y experimentado Banzer, siempre preocupado en borrar su estigma de dictador, Quiroga le interesaba sobre todo por su pulcro pasado apolítico, su imagen moderna, eficiente y dinámica, y su ortodoxia económica, todo lo cual iba a resultar del agrado de Estados Unidos. Para la opinión pública nacional se trataba de un gestor brillante y honesto, aunque quiza demasiado frío, serio y hecho a los modos anglófonos como para convertirse en un político carismático a la usanza local. Para contrarrestar esta percepción, el currículum oficial del vicepresidente insistía en su devoción por todo tipo de prácticas deportivas, como el fúbol, el baloncesto y la escalada de los picos andinos.
El caso es que en los años siguientes Quiroga llegó a identificarse con la gestión puramentre tecnocrática, como la promoción del plan gubernamental para la exportación de gas natural a California (de la que se esperaban obtener ingresos anuales de varios miles de millones de dólares) y Banzer no le prodigó gestos de confianza como para certificarle en la condición de delfín. Quiroga nunca ocultó su aspiración presidencial en 2007, ya que la Constitución boliviana impide al presidente y al vicepresidente la reelección para un segundo mandato consecutivo. Sin menoscabo de esta perspectiva electoral, la Presidencia de la nación se le anticipó a Quiroga un año antes de concluir su ejercicio como vicepresidente. El 1 de julio de 2001 Banzer fue internado en un centro médico de Washington y allí se le diagnóstico un cáncer múltiple de pulmón e hígado. Ese mismo día, Quiroga (que tenía planeado unirse a una expedición para escalar el Sajama, el monte más alto de Bolivia, y disputar en su cumbre un partido de fútbol) asumió las supremas funciones con carácter interino, hasta determinarse el alcance de la enfermedad de Banzer y su capacidad para completar su mandato el 6 de agosto de 2002.
En las semanas que duró esta incertidumbre, y aun después de que el Gobierno confirmara, el 27 de julio, la dimisión de Banzer para el 6 de agosto, el vicepresidente se abstuvo de hacer comentarios sobre la cuestión, si bien traslucieron tensiones internas en la ADN, donde los dirigentes veteranos más ligados al banzerismo acusaron a los cuadros jóvenes de promover un "golpe constitucional" para llevar a Quiroga al despacho presidencial aprovechando la dolencia de su todavía titular. El 6 de agosto Banzer renunció oficialmente a su cargo ante el Congreso y al día siguiente Quiroga recibió los atributos presidenciales en el mismo escenario, la Casa de la Libertad en la capital, Sucre (donde se proclamó la independencia de España el 6 de agosto de 1825), y prestó juramento como presidente constitucional hasta el 6 de agosto de 2002. En su discurso inaugural, el flamante mandatario subrayó determinados logros de su predecesor, como la campaña de erradicación de las plantaciones de coca (Plan Dignidad), y reconoció que la economía nacional atravesaba un momento difícil.
Para levantar la economía en recesión y para elevar los índices de desarrollo humano del país (los más bajos de Sudamérica) presentó un ambicioso plan anticrisis, popularmente conocido como Plan Tuto, que debía producir resultados en cinco meses a partir de una férrea política fiscal y medidas de emergencia para la generación de empleo. Más a largo plazo, el Ejecutivo debería generar crecimiento basándose de las inversiones extranjeras y las inversiones contempladas por la Ley del Fondo Especial de Reactivación Económica (FERE). Para esta expectativa positiva contaban las futuras ventas de gas a Brasil, Estados Unidos, México y otros países; optimista, Quiroga sostenía que Bolivia estaba en condiciones de convertirse en un gran suministrador de energía para toda América una vez se obtuviera una salida al océano Pacífico y se construyera un gasoducto.
La detallada propuesta de recuperación recibió una buena acogida por los distintos agentes económicos y sociales por combinar las recetas liberales -que en el terreno comercial durante el cuatrienio de Banzer parecieron insuficientes a sectores de dentro y fuera del país comprometidos con la economía globalizada- y la sensibilidad social, bien expuesta en el Diálogo Nacional inaugurado por Banzer para integrar a la sociedad civil y los poderes locales en la asignación de recursos públicos para combatir el subdesarrollo. La poderosa Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), artífice de la gran movilización social contra la pobreza en abril y octubre de 2000, concedió una tregua a Quiroga mientras se negociase un acuerdo definitivo que diese satisfacción a las demandas del sector. El propio Quiroga solicitó una pausa en la conflictividad social hasta final de año para "dialogar y trabajar" en lugar de "bloquear y reprimir". Deseando el final de las dinámicas de empobrecimiento y división, plantó que el diálogo sin presiones guiaría su Gobierno, que siguió siendo de coalición con el MIR y la Unión Cívica Solidaridad (UCS).
Año de transición más que de concreciones para los principales partidos políticos, que llegaron a la fecha del 30 de junio de 2002 con la convicción de disputar unas elecciones muy abiertas, pero también para el conjunto de la ciudadanía, esta percepción impidió que la falta de avances desde el relevo de Banzer (fallecido el 5 de mayo) en la triple lucha del Ejecutivo contra la crisis económica y la pobreza, la corrupción y la criminalidad se tradujera en una crítica generalizada a Quiroga, de cuya efímera gestión no se esperaba otra cosa que continuidad, seriedad y buenas intenciones. En vísperas de la despedida presidencial de Quiroga, el Fondo de Población de las Naciones Unidas informó que Bolivia seguía siendo, un año más, el país más pobre de Sudamérica, con un crecimiento económico de sólo el 1,2% y un PIB por habitante de 1.000 dólares anuales. El informe destacaba que entre 1992 y 1999 la población bajo el umbral de la pobreza se había reducido del 71% al 59%, aunque en términos absolutos la indigencia extrema había aumentado, además de que en las zonas rurales el subdesarrollo humano afectaba a la inmensa mayoría de los habitantes.
Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos, que en los años anteriores había tributado encendidos elogios a Banzer, expresó ahora su descontento por las concesiones que el nuevo presidente estaba haciendo a los productores cocaleros para ahorrarse conflictividad social, lo que se traducía, según Washington, en la reducción de los ritmos de erradicación de cocales y en la continuación de varios mercados ilegales en el área de Cochabamba, sobre los que las autoridades bolivianas estarían haciendo la vista gorda. Así, a mediados de 2002 aún quedaban más de 6.000 hectáreas de plantaciones ilegales en el trópico de Cochambamba. El mandatario boliviano rechazó estas críticas y argumentó que el histórico esfuerzo de romper con el circuito económico de la planta de coca y su derivado químico procesado en el extranjero, la cocaína, iba a continuar "por convicción interna y no por presiones externas". De paso, demandó a Estados Unidos y demás países ricos del Norte que sostuvieran esta onerosa empresa, que estaba causando un gravísimo quebranto a las pequeñas economías locales e incluso muertos por los disturbios, estimulando el desarrollo de cultivos alternativos con la apertura de sus mercados agrícolas a las exportaciones bolivianas.
Esta particular exigencia caracterizó el discurso de Quiroga en la II Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, América Latina y el Caribe, celebrada en Madrid en mayo de 2002; en tanto que presidente de turno del Consejo Presidencial de la Comunidad Andina y organizador de su reunión extraordinaria en Santa Cruz de la Sierra el 30 de enero anterior, Quiroga se erigió en portavoz de una organización de integración regional que persigue, sin resultado hasta la fecha, un Acuerdo de Asociación con los europeos.
Quiroga se distanció un tanto del proceso electoral en ciernes y sus movimientos internos en el partido se dirigieron más bien a apuntalar su control sobre el mismo hasta la hipotética postulación presidencial en 2007 y a una modernización ideológica en la nueva época que se abría. Así, el 3 de marzo fue elegido jefe nacional de la ADN por la Asamblea Nacional del partido en sustitución del agonizante Banzer y consiguió que tres hombres de confianza y exponentes del sector renovador ocuparan sendas subjefaturas. En añadidura, se aprobó la reforma de los estatutos del partido y no se descartaron incluso cambios de sigla y doctrina para acomodarlas al pensamiento de Quiroga, a quien la prensa de Santa Cruz definió como un "socialdemócrata liberal" con unas aspiraciones renovadoras un poco al estilo de la Tercera Vía pregonada por el laborista británico Tony Blair.
Confirmando los pésimos pronósticos, el candidato adenista, el ex alcalde de La Paz y ex ministro de Exteriores Ronald McLean Abaroa, sólo obtuvo el 3,4% de los votos y fue superado por seis contrincantes, mientras que en los comicios al Congreso el partido no fue capaz de conservar más que cuatro diputados y un senador. No obstante el desastre electoral, esperado tras la desaparición de quien había fundado y dirigido la formación nacionalista como un proyecto personal, de momento la ADN no experimentó convulsiones fácticas. Quiroga resolvió entonces que el grupo de diputados adenistas votara por Sánchez de Lozada en contra de Evo Morales Ayma, del Movimiento al Socialismo (MAS), pujante líder indígena de los cultivadores de coca y referente de un sentir antiestadounidense en alza, en la investidura presidencial del 4 de agosto por el Congreso, preceptiva al no conseguir ningún postulante la mayoría absoluta en la elección directa. No obstante, la ADN no fue invitada a formar parte del gabinete de coalición formado por Sánchez.
(Cobertura informativa hasta 21/8/2002)