Jaime Paz Zamora
Presidente de la República (1989-1993) y vicepresidente (1982-1984)
Segundo de los cinco hijos del general Néstor Paz Galarza, veterano de la Guerra del Chaco contra Paraguay (1932-1935), realizó sus primeros estudios en las guarniciones donde estaba destinado el padre además de en Tarija, de donde era originaria la familia. Llamado en un principio por la vocación sacerdotal y animado por sus padres, de hondas convicciones católicas, recibió una esmerada educación en centros religiosos, incluidos el colegio San Bernardo de Santiago de Chile y el colegio jesuita del Sagrado Corazón de Sucre, donde completó el bachillerato. En 1957, con 18 años, ingresó como novicio en el convento que los Padres Redentoristas tenían en Salta, Argentina, y al cabo de un año pasó a su Seminario Mayor en Villa Allende, Córdoba, donde se formó en Filosofía y Teología y se consagró subdiácono. Del trabajo social, propio de la orden misionera a la que pertenecía, en los barrios obreros pobres de la citada provincia argentina, Paz Zamora pasó a albergar inquietudes de signo político.
Junto con algunos hermanos intentó crear una congregación de sacerdotes obreros, pero ello le acarreó su expulsión del Seminario en 1963. Con la ayuda del obispado de La Paz, se incorporó a la labor asistencial conducida por unos sacerdotes italianos en Munaypata, una barriada de desarraigados de la capital boliviana. Aunque completó sus estudios teológicos y llegó al diaconado, se convenció de que su activismo social no tenía cabida en el marco del sacerdocio, por lo que decidió abandonar la carrera religiosa. En 1965, meses después del golpe de Estado del general y vicepresidente René Barrientos Ortuño, que derrocó al presidente y tío carnal del joven, Víctor Paz Estenssoro, y expulsó al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) del poder, Paz Zamora partió a Bélgica con una beca que le consiguió su protector paceño, monseñor Gutiérrez Granier, para cursar la carrera de Ciencias Sociales y Políticas en la Universidad Católica de Lovaina.
Allí exploró las distintas aproximaciones al marxismo con lecturas de Regis Debray, Max Weber, Louis Althusser y Mao Zedong, presidió la Federación de Estudiantes Latinoamericanos y durante un tiempo fue reclutado por la célula en París del prochino Partido Comunista Marxista-Leninista de Bolivia (PCML), llegando a viajar a la Albania de Enver Hoxha para instruirse con el Ejército albanés en las artes de la guerra popular prolongada teorizada por Mao. En 1969 completó la licenciatura con mención en Relaciones Internacionales en la citada casa de estudios belga y retornó a Bolivia. En 1970 se integró en la plantilla docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) en La Paz. El 6 de octubre de aquel año, el sucesor de Barrientos, el general Alfredo Ovando Candía, fue derrocado en un golpe del que emergió el general Juan José Torres González como nuevo hombre fuerte del país con el apoyo del Partido Comunista Boliviano (PCB), el Partido Demócrata Cristiano Revolucionario (PDCR) y otras organizaciones de la izquierda.
Paz Zamora, entonces un miembro destacado de la intelligentsia de izquierdas no militarizada y tenido por un marxista "independiente", fue integrado en el equipo de Torres como director de Política Exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores, a las órdenes del canciller Emilio Molina Pizarro. Sin embargo, el golpe de estado derechista del 21 de agosto de 1971, que otorgó el poder al teniente coronel Hugo Banzer Suárez, liquidó la experiencia "militar-nacionalista-revolucionaria" de Torres y Paz Zamora perdió su puesto.
A partir de sus actividades en la cátedra de la Facultad de Sociología y en el Instituto de Relaciones Internacionales de la UMSA, el antiguo seminarista dio expresión a su ideario que combinaba la ética cristiana de justicia social y los postulados antiimperialistas y revolucionarios caros al socialismo heterodoxo (un modelo de compromiso revolucionario cuyo paradigma el caso del cura-guerrillero colombiano Camilo Torres Restrepo, muerto en combate en 1966, aunque Paz Zamora también apreciaba las motivaciones, que no los métodos, del Che Guevara, abatido en Bolivia al año siguiente), lo que inevitablemente le iba a oponer frontalmente a la nueva dictadura de Banzer, entonces aliado con la extrema derecha política.
Su hermano menor y compañero de viaje en la frustrada vocación sacerdotal, Néstor, se había echado al monte en 1970 con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) para aplicar la estrategia de los focos guerrilleros de su fundador y había perecido de inanición o por enfermedad después de que su columna fuera aniquilada por el Ejército. La muerte de Néstor dejó desolados a la familia -el padre era prefecto del departamento de Sucre cuando se enteró de las andanzas insurgentes de su vástago- y en particular a Jaime, que le había intentado disuadir de embarcarse en una aventura idealista condenada a fracasar, pero le reafirmó en la convicción de que la empresa revolucionaria en Bolivia debía realizarse en la arena partidista. En 1972 la viuda de Néstor, Cecilia, murió a su vez en combate en una operación del ELN en Cochabamba.
Aún rigiendo el efímero Gobierno de Torres, el 25 de mayo de 1971, Paz Zamora activó el Comité de Integración Revolucionaria del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (CIR-MIR) con otros intelectuales radicalizados y elementos del PDCR que eran contrarios a la lucha de guerrillas y apostaban por abrir un frente insurreccional apoyado en las masas urbanas. Días después del golpe contrarrevolucionario de Banzer, el 7 de septiembre, el CIR-MIR dio lugar al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), verdadero partido político que se definió marxista-leninista, antinacionalista y antimilitarista, y que hubo de establecer una estructura secreta para hacer frente a la represión. El antagonismo al Gobierno de facto le acarreó a Paz Zamora, que en artículos clandestinos instó al contragolpe de oficiales antibanzeristas, varios períodos de exilio entre 1972 y 1973, en Santiago de Chile -al amparo del Gobierno socialista de Salvador Allende y donde alojó a la familia-, La Habana y varias ciudades europeas, así como una experiencia carcelaria en 1974 que fue interrumpida de manera rocambolesca.
Apresado a finales de marzo y conducido a los calabozos del Departamento de Orden Público, en el Palacio del Gobierno en La Paz, el 5 de junio el asalto contra el edificio por una compañía de tanques en el curso de una intentona golpista contra Banzer -a la postre frustrada- propició la fuga, en medio del tiroteo, del jefe mirista y otros presos políticos; Paz Zamora logró penetrar en la embajada de Venezuela, país que le concedió, al cabo de un mes, el asilo político. Allí permaneció hasta que en junio de 1977 entró clandestinamente en Bolivia. En esta época de peripecias arriesgadas, su ideología experimentó un giro a la moderación, facilitando el entendimiento con la tendencia del nacionalismo revolucionario del ex presidente (1956-1960) Hernán Siles Zuazo y otras formaciones de la izquierda no marxista, acercamiento que comenzó en Caracas como el lugar de encuentro de los principales exiliados del régimen.
Los nuevos planteamientos de Paz Zamora fueron asumidos poco a poco por la mayoría de partido, pero a costa de disidencias y escisiones de los militantes marxistas. Las mudanzas ideológicas, que dieron otro salto cualitativo cuando su líder, ya en el período democrático, abrazó la socialdemocracia, han caracterizado al MIR desde su fundación a la par que las trifulcas internas en el contexto de la multiforme y dinámica izquierda boliviana.
Tras el derrocamiento de Banzer, el 21 julio de 1978, por el general Juan Pereda Asbún, que pretendió así imponer su fraudulenta victoria en las elecciones del 9 de julio anterior, el país intentó una y otra vez restaurar la democracia civil, pero la sistemática intromisión de los militares divididos en banderías y la fragmentación y polarización del sistema de partidos imposibilitaron la formación de un gobierno democrático y mayoritario durante casi un lustro. De cara al proceso restaurador anunciado por Banzer, en abril de 1978 el MIR se alió al Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI) que Siles Zuazo había desgajado del emenerrismo en 1971, al Partido Comunista de Bolivia (PCB) y a una facción disidente del Partido Revolucionario de la Izquierda Nacionalista (PRIN) creado en 1963 por el veterano dirigente sindical y antiguo emenerrista Juan Lechín Oquendo, todos los cuales formaron la coalición Unión Democrática y Popular (UDP). Paz Zamora secundó a Siles, el más que probable ganador de la primera tentativa electoral ante Asbún, e integró su fórmula como aspirante a vicepresidente en las elecciones del 1 de julio de 1979 y el 29 de junio de 1980.
La UDP se apuntó la victoria en ambas consultas, pero no le sirvió para acceder al poder. En la elección de 1979, el binomio Siles-Paz, con el 31,2% de los votos, aventajó en tan sólo 1.500 votos al del Movimiento Nacionalista Revolucionario-Alianza (MNR-A) que integraban el ex presidente Paz Estenssoro, jefe del movimientismo histórico, y Luis Ossio Sanjinés, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), de suerte que el Congreso, ante la incapacidad para resolver con una votación en su seno la falta de mayoría en las urnas, designó a un presidente interino, el presidente del Senado Walter Guevara Arze, hasta la celebración de nuevas elecciones. Esas fueron las de 1980, y ahora la candidatura de la UDP sí se alzó con una victoria nítida, el 38,7% de los votos, imponiéndose a las del centroderechista MNR-A y el derechista Acción Democrática Nacionalista (ADN), esto es, Banzer. Siles fue declarado presidente electo y la toma de posesión se fijó para el 6 de agosto, pero ahora lo que truncó la natural conclusión del ejercicio democrático fue el golpe de Estado, el 18 de julio, del general Luis García Meza.
La usurpación de García Meza, que inauguró un régimen muy escorado a la derecha y desaforadamente represivo y corrupto (la mayoría de sus cabecillas militares y el mismo García Meza estaban implicados en el tráfico de drogas), tuvo unos prolegómenos desestabilizadores, con atentados y sabotajes contra políticos y locales de la izquierda. Según todos los indicios, una de estas operaciones perpetradas por la inteligencia militar por cuenta del círculo de García Meza tuvo como objetivos, el 2 de junio de 1980, en plena campaña electoral, a Siles Zuazo y Paz Zamora: instantes después de despegar, la avioneta que transportaba al grupo de políticos -Siles se quedó en tierra por un cambio de última hora- se estrelló envuelta en llamas. Paz Zamora salió despedido del aparato y salvó milagrosamente la vida, siendo el único superviviente, aunque las gravísimas quemaduras que sufrió le dejaron marcas indelebles en el rostro y las manos.
Paz Zamora sobrellevó su última y más peligrosa proscripción fuera del país, donde recibió la acogida y el tratamiento del presidente in péctore que era. En los dos años siguientes ejerció, representando a su país, de vicepresidente del Parlamento del Grupo Andino, con sede en Bogotá, y también figuró entre los promotores de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos (ALDHU). Por otro lado, adquirió para el MIR el estatus de observador en la Internacional Socialista (IS), previo al de miembro pleno que recibiría años después. Se ha dicho que el político desoyó el consejo de amigos y cirujanos plásticos de que suspendiera sus labores opositoras para someterse a un lento tratamiento de recomposición facial, no teniendo reparos en asistir a reuniones y demás actividades con el rostro vendado, hasta que las cicatrices se hicieron irreversibles.
La aceptación por el general Guido Vildoso Calderón, último mandatario del período de frenesí golpista sin precedentes iniciado en 1978, tras subir al poder el 21 de julio de 1982, de entregar el Gobierno a los civiles sobre la base de los resultados electorales de 1980, trajo de vuelta a Paz Zamora, que abrió un nuevo capítulo en su carrera política. El 5 de octubre, él y Siles vieron proclamados sus mandatos por el Congreso y cinco días después tomaron posesión de sus puestos, que para el jefe mirista llevaba implícito la presidencia del Congreso Nacional. La experiencia de la UDP en el poder estuvo encenegada por la crítica coyuntura económica (en buena parte como consecuencia de la depredación de los recursos públicos practicada por las juntas castrenses), la movilización sin tregua de la Central Obrera Boliviana (COB) liderada por Juan Lechín, nuevos conatos de golpe militar y la oposición implacable del MNR y la ADN, que exigieron y consiguieron el adelantamiento de las elecciones en un año como medio para abandonar del marasmo general.
La alianza entre Siles y Paz Zamora no salió indemne de las tensiones, y el 9 de enero de 1983 los seis ministros miristas abandonaron el Gobierno por considerar tímida la política social del presidente, dispuesto, al igual que un sector de su partido y el PDC (poco después integrado en la coalición), a aplicar fórmulas fondomonetaristas. Empero, Paz Zamora continuó como vicepresidente y el 10 de abril de 1984 dispuso el retorno del partido al Ejecutivo. El 14 de diciembre de ese año sí dimitió en su doble función institucional, pero para postular su candidatura en las elecciones presidenciales del 14 de julio de 1985, hasta las cuales la UDP seguiría existiendo.
A las primeras votaciones generales de la restauración democrática el MIR llegó convulsionado con nuevas divisiones por la participación en un Ejecutivo que finalmente se avino -si bien tímidamente y hasta que la COB le obligó a dar marcha atrás- a adoptar medidas de ajuste liberal. Paz Zamora presentó el Mir-Nueva Mayoría (MIR-NM) una vez escindido el sector más izquierdista que lideraba Antonio Araníbar Quiroga, hasta entonces número dos del partido, quien puso en marcha el MIR-Bolivia Libre (MIR-BL), posteriormente llamado Movimiento Bolivia Libre (MBL). Araníbar formó en torno a su candidatura el Frente del Pueblo Unido (FPU) con el PCB, el Movimiento al Socialismo (MAS), el Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional (PRIN) y otra fracción disidente del MIR-NM, el denominado Mir-Masas, pero fracasó ampliamente en la lid por la primacía de la izquierda ante Paz Zamora, que con el 8,9% obtuvo tres veces más de votos.
Claro está que, debido a que el electorado estaba cansado de la permanente agitación sindical y de los partidos de izquierda, en los comicios contaron únicamente los dos postulantes conservadores, Banzer y Paz Estenssoro. Pero la victoria por mayoría simple del ex militar hizo precisa la votación congresal, y aquí Paz Zamora, con sus 16 parlamentarios, tenía la llave. Entonces, el líder mirista, recurriendo al argumento del mal menor, tenía claro que al antiguo dictador reconvertido en demócrata había que mantenerle fuera del poder por su ideología profundamente derechista. Así, el 5 de agosto de 1985 el Congreso, con los votos del MNR, el MIR, el MNRI y otras formaciones de la izquierda, invistió a Paz Estenssoro presidente hasta 1989. Después de tomar posesión el 6 de agosto, el anciano estadista alcanzó una concertación con Banzer, el denominado Pacto por la Democracia, para implementar la Nueva Política Económica (NPE), que significaba el abandono de la concepción estatista de la economía vigente desde la revolución movimientista de 1952.
Paz Zamora fue marginado de este arreglo, pero "en aras de la gobernabilidad" y como consecuencia de un análisis sobre lo ineludible de la estabilización financiera y monetaria para acabar con la hiperinflación (que había sumado su quinto dígito), no practicó una oposición de desgaste. Antes bien, se concentró en diseñar una estrategia para atraer al MIR-NM a grupúsculos de la izquierda, entre ellos la Vanguardia Revolucionaria 9 de Abril (VR-9) de Carlos Serrate Reich, y a sectores discrepantes del propio MNR.
Así fortalecido, Paz Zamora ascendió al 19,6% de los sufragios en las elecciones presidenciales del 7 de mayo de 1989 y repitió la tercera posición tras Gonzalo Sánchez de Lozada, por el MNR, que no alcanzó la mayoría absoluta, y Banzer, pero ahora los hechos se desarrollaron a la inversa que en 1985: en una decisión sorprendente, el jefe adenista, que había salido muy descontento de la experiencia del Pacto por la Democracia, volvió sus votos a su, en apariencia, irreconciliable enemigo ideológico, el cual, sumados al soporte el PDC y el pequeño partido populista Conciencia de Patria (Condepa) de Carlos Palenque Avilés, fue investido presidente el 5 de agosto con el apoyo de 97 congresistas, 18 más de los requeridos para la mayoría absoluta.
El 6 de agosto, el, a esas alturas, curtido corredor de fondo en la política boliviana recibió de su tío la banda presidencial con un perfil de converso a la socialdemocracia y de partidario del libre mercado y las medidas de ajuste estructural contempladas por la NPE, constituyendo la declaración del Gobierno de George Bush de que Estados Unidos apoyaba la elección de la democracia boliviana el mejor aval de la transformación ideológica del otrora marxista. Para algunos, una maniobra poco pudorosa con el objeto de repartirse las palancas del poder, para otros, histórica superación del cainismo político por quienes habían liderado sus respectivos bandos a uno y otro lado de la trinchera, la alianza MIR-ADN para "la convergencia y la unidad nacional" desplazó del Ejecutivo (cuando no estuvo usurpado por el dictador o la junta militar de turno) a los movimientistas por primera vez desde 1952 y abrió un marco de cogobierno inédito en un momento en que los principales partidos, con todos los matices lógicos, estaban de acuerdo en que la senda económica emprendida en 1985 no tenía vuelta atrás.
El 24 de agosto, Paz Zamora y su antiguo y sañudo enemigo formalizaron su alianza con un Acuerdo Patriótico (AP) con alcance para toda la legislatura y más allá, al que dotaron de un Consejo Político (Copap) que Banzer se encargó de presidir. Paz recibió muchas censuras desde la izquierda por entrar en colaboraciones con el ex dictador, pero el jefe mirista habló de la necesidad de superar las inquinas de pasado y de mirar hacia el futuro; años después, se iba a referir al AP como el equivalente boliviano de los Acuerdos de la Moncloa que suscribieron los partidos políticos de España para facilitar la transición del posfranquismo a la democracia. Los dos partidos se repartieron los ministerios a partes iguales, tocándole al MIR las carteras sociales y la de Interior, y a la ADN las de Exteriores, Defensa y Finanzas. Banzer obtuvo también la Vicepresidencia de la República para el democristiano Ossio, su compañero de fórmula en las elecciones presidenciales, y el compromiso de Paz Zamora de que en la próxima ocasión que se planteara, el MIR votaría por su investidura congresal. Al AP se adhirió de la mano de los adenistas un cuarto socio, el grupúsculo Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), animado por antiguos subversivos maoístas.
El flamante mandatario heredó de Paz Estenssoro un cuadro económico en trance de estabilización. Al cabo de cuatro años, la prosecución por Paz Zamora del ajuste estructural conforme a los cánones del FMI produjo unos resultados positivos en la mayoría de las variables, con un crecimiento medio del PIB del 3,3%, una tasa de inflación sensiblemente a la baja, hasta marcar el 12%, la deuda exterior recortada a los 3.500 millones de dólares, la balanza comercial con superávit y las reservas de divisas incrementadas. Con todo, varios de estos comportamientos positivos experimentaron un frenazo o se invirtieron en el último tramo del mandato presidencial. El precio de la estabilidad y el saneamiento fue, como siempre en los sistemas en crisis acogidos al modelo liberal, la agudización de los índices de pobreza y subdesarrollo, que afectaban a un número creciente de bolivianos. Pese a haber perdido buena parte de su fuerza social, la COB y otros sindicatos y organizaciones de izquierda salieron al paso de la congelación de los salarios y los amagos de privatización de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) con las acostumbradas huelgas y movilizaciones, llevando a Paz Zamora a declarar, en noviembre de 1989, el estado de sitio, que, entre otras actuaciones, amparó el arresto y la deportación de 600 sindicalistas.
Paz Zamora no fue capaz de llegar a un acuerdo con el MNR para sacar adelante leyes de naturaleza económica, alcanzando los enfrentamientos el grado de crisis constitucional a finales de 1990 cuando los movimientistas, liderados por Sánchez de Lozada tras la jubilación de su patriarca histórico, impugnaron la nueva normativa tributaria ante la Corte Suprema. Por lo demás, el Gobierno no intentó privatizar las seis compañías de titularidad pública que consideraba "estratégicas", a saber, la petrolera YPFB, la telefónica ENTEL, la eléctrica ENDE, los ferrocarriles ENFE, la siderúrgica ENAF y la aerolínea LAB. En otro orden de cosas, la decisión del Copap de iniciar en el Congreso la destitución de ocho jueces del alto tribunal que se pronunciaron a favor del argumento del MNR, le aparejaron a Paz Zamora acusaciones de injerencia institucional y autoritarismo, que se añadieron a las tempranas denuncias de corrupción.
En el terreno de la seguridad interna, se registraron atentados terroristas de organizaciones armadas de la extrema izquierda, como el Ejército Guerrillero Túpak Katari (EGTK), de inspiración maoísta e indigenista, y la denominada Comisión Néstor Paz Zamora-Ejército de Liberación Nacional (CNPZ-ELN), que, de esta manera harto desagradable, recordó al presidente el ideario y la praxis revolucionarios de su hermano muerto. Con todo, el verdadero problema para la seguridad provenía del narcotráfico, fenómeno desarrollado espectacularmente desde finales de los años setenta gracias a la entusiasta participación en tales negocios por los militares corruptos y que, dada su complejidad, por su peso en el sistema financiero (se acercaban a 1.000 millones de dólares las sumas de dinero blanqueado inyectadas por este negocio ilícito en la economía nacional), los modelos de vida tradicionales e incluso la política internacional, precisaba un tratamiento no meramente represivo.
Por de pronto, Paz Zamora mantuvo el plan de lucha contra el narcotráfico lanzado por la administración anterior, vinculado a la erradicación obligatoria de algunas plantaciones de coca y la sustitución de otras por cultivos alternativos -que tenían un margen de beneficio para el productor mucho menor-, más la concesión a los campesinos afectados de una serie de indemnizaciones. Pero el presidente se reveló también como un vehemente defensor del cultivo tradicional de la planta de coca, cuya diferencia con la cocaína, producto químico elaborado a partir de aquella y, en su expresión, "impuesto desde el extranjero", enfatizó siempre ante sus interlocutores internacionales. En relación con lo anterior, la administración de Paz Zamora se distinguió de sus predecesoras y sucesoras en la toma en consideración de las problemáticas ecológicas y de los pueblos indígenas, con la promulgación de sendas legislaciones sobre la protección del medio ambiente (1992) y sobre los derechos de las comunidades indias (1990), en el marco del concepto "unidad en la diversidad". En añadidura, se diseñó la Primera Agenda Social, orientada para dar cauce a las reformas en los sistemas judicial, educativo y administrativo.
En la cumbre especial antidroga celebrada en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias el 15 de febrero de 1990 con los presidentes Bush, el peruano Alan García y el colombiano Virgilio Barco, el mandatario boliviano defendió la necesidad de ofrecer a las comunidades rurales cultivos alternativos acompañados de programas de desarrollo integral y no la mera sustitución de los cocales por otros cultivos cuya rentabilidad no ofrecía mejores expectativas. Esta era la noción principal de una estrategia que llamó de "corresponsabilidad internacional" en la lucha contra la droga. No obstante, aceptó el plan de destrucción de plantaciones presentado por Estados Unidos, que incluía el envío de unidades militares especiales para asistir a las Fuerzas Armadas bolivianas en dicha misión.
La búsqueda de la confianza en Bolivia de la agencia antidroga norteamericana, la DEA, tuvo mucho que ver en la controvertida política del presidente de entregar a la justicia de Estados Unidos por el procedimiento ejecutivo directo, ya que no existía el tratado bilateral de extradición, a destacados padrinos del negocio de los estupefacientes, como el coronel Luis Arce Gómez, ministro del Interior con García Meza. Con franqueza poco habitual en un estadista al tratarse de un asunto que comprometía la imagen del país, Paz Zamora justificó la evicción de Arce Gómez porque el sistema judicial boliviano estaba "corrompido" y era incapaz de actuar contra el ex ministro, aunque los magistrados del Supremo la interpretaron como una afrenta de calculado significado político.
Paz Zamora decidió solicitar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) la evaluación de las propiedades nutritivas y curativas de la hoja de coca, y cuando tuvo ocasión, luciendo un pin de la planta en la solapa del traje, explicó el uso tradicional de la misma. Esta postura dio lugar a un curioso y poco conocido incidente en la Exposición Universal de Sevilla, en abril de 1992, cuando el pabellón boliviano pretendió obsequiar a los visitantes con muestras del vegetal. Llegada la iniciativa, al parecer partida directamente del despacho de Paz Zamora, a conocimiento de los organizadores, el Gobierno Autonómico de Andalucía se incautó de ocho kilos de hojas de coca, a pesar de las explicaciones dadas por los oficiales bolivianos a sus alarmados colegas españoles sobre que se requería una cantidad mucho mayor de hojas y un complicado proceso químico de laboratorio para obtener siquiera un gramo de cocaína. La anécdota no fue óbice para que en su visita al país andino en junio de aquel año, el presidente del Gobierno español, el socialista Felipe González, expresara su apoyo a la iniciativa de su anfitrión ante la OMS.
Tan audaz concepción del problema de la droga no convenció a Estados Unidos, que, pese a sus muestras de buena voluntad, puso al presidente boliviano en el punto de mira como "sospechoso". En 1991, a través de su embajador en La Paz, Washington le obligó a destituir al recién nombrado jefe de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (FELCN), Faustino Rico Toro, antiguo militar colaborador de las juntas (quien luego iba a ser extraditado al país norteamericano), y, de paso, al ministro del Interior, Guillermo Capobiando, y al comandante de la Policía.
Pero la verdadera polvareda se levantó después de terminar Paz Zamora su mandato en 1993. Entonces se vertieron denuncias de que la cúpula del MIR había financiado su campaña electoral de 1989 con dinero proveniente del narcotráfico. El escándalo condujo al procesamiento y condena a cuatro años de cárcel de Óscar Eid Franco, mano derecha de Paz Zamora desde la fundación del partido, acusado de relaciones ilícitas con la banda del narcotraficante Isaac Oso Chavarría. Precisamente, se sacó a colación otro escándalo desencadenado en 1988 cuando un senador de la ADN hizo públicas unas fotos de Paz Zamora con Chavarría. El ex presidente estuvo cerca de ser desaforado por el Congreso y tuvo a bien retirarse del proscenio político hasta que escampara el feo asunto, pero no se libró del desagradable anuncio por Estados Unidos de que le retiraba el visado de entrada en el país.
Al margen de esta peripecia, quien había promulgado una norma anticorrupción como la Ley de Administración y Control Fiscal (SAFCO) fue acusado de favorecer el nepotismo, sobre la base de los nombramientos de su hermano Mario, un reputado médico, como Ministro de Salud Pública y Previsión Social y de su hermana Rosario como presidenta del Organismo Nacional del Menor, la Mujer y la Familia (Onanfa), e incluso el encargo a su madre Edith Zamora de Paz de llevar la intendencia doméstica del Palacio de Gobierno.
Aún en el terreno internacional, Paz Zamora presidió en La Paz la IV Reunión del Consejo Presidencial Andino, del 29 al 30 de noviembre de 1990, asistió a las cumbres anuales del Grupo de Río y de la Comunidad Iberoamericana, y en 1992 fue elegido vicepresidente de la IS, testimonio de sus excelentes relaciones con González y otros líderes socialistas europeos. En el terreno de las relaciones bilaterales caben destacar los Acuerdos de Ilo, suscritos con su homólogo peruano Alberto Fujimori el 24 de enero de 1992, por los que Bolivia obtenía del país vecino una serie de facilidades de libre tránsito comercial desde Desaguadero, en la frontera del Altiplano, hasta Ilo, en la costa del Atlántico, convertido en puerto franco y en la ansiada salida al océano del único país sudamericano, junto con Paraguay, carente de bordes marítimos.
El AP llegó incólume a las elecciones generales del 6 de junio de 1993, que produjeron las mismas posiciones correlativas en la tabla de candidatos, sólo que ahora la mayoría simple de Sánchez de Lozada fue más conspicua, induciendo a Banzer, candidato unitario de la AP, a retirarse en la preceptiva votación congresal. En las legislativas, el MIR por separado capturó 15 diputados y tres senadores frente a los 33 y ocho, respectivamente, que había ganado en 1989, descendiendo a la cuarta posición en la Cámara baja, donde le superó en cinco actas la Unión Cívica Solidaridad (UCS) de Max Fernández Rojas.
Luego de entregar, el 6 de agosto, los atributos presidenciales a Sánchez de Lozada, Paz Zamora y Banzer dieron por agotada la experiencia del AP y no la renovaron. Pese a los conflictos internos y al escándalo de las presuntas connivencias con el crimen organizado, Paz Zamora consiguió mantener la cuota electoral del partido y captar nuevos compañeros de aventura electoral. Para los comicios del 1 de junio de 1997 trabó una alianza con la pequeña formación Alternativa al Socialismo Democrático (ASD). En las presidenciales, él repitió el habitual tercer puesto con el 16,7% de los sufragios tras Banzer y el emenerrista Juan Carlos Durán Saucedo, y en las legislativas, el partido lo hizo mejor, aumentado su representación a los 25 diputados y seis senadores.
Aunque el AP era ya historia, Paz Zamora, ratificado como jefe nacional del MIR el 17 de julio, y Banzer, vencedor en las urnas por mayoría simple, habían continuado unas relaciones cordiales. Éstas tuvieron la ocasión de expresarse cuando el Congreso asumió la tarea, por enésima vez, de elegir al presidente. El 5 de agosto los legisladores miristas devolvieron por fin el favor prestado por los adenistas ocho años atrás y el ex dictador, en su sexta tentativa, alcanzó la Presidencia por la vía democrática. El MIR se integró luego, con tres carteras, en la megacoalición gubernamental encabezada por la ADN y completada por Condepa, UCS, PDC y la Nueva Fuerza Republicana (NFR). La participación mirista en el Ejecutivo se mantuvo en agosto de 2001 cuando Banzer, enfermo de cáncer, resignó en favor del vicepresidente, Jorge Quiroga Ramírez.
Para las elecciones generales del 30 de junio de 2002 Paz presentó un programa que ponía el acento en la lucha contra la pobreza, la dotación de más facilidades financieras a los pequeños productores urbanos y el campesinado, y el regateo del control económico del gas natural, el recurso más prometedor del momento, a las compañías transnacionales.
En las presidenciales, Paz cosechó casi exactamente su resultado de 1997, el 16,3% de los votos, si bien quedó relegado a la cuarta posición después de Sánchez de Lozada y dos líderes nacionales en auge, el populista Manfred Reyes Villa, de la NFR, y el indígena aymara Evo Morales Ayma, del MAS. En las legislativas, el MIR también dio ejemplo de constancia electoral y, con el 19,8% de los sufragios, ganó un diputado adicional, quedándose con 26, y retuvo sus cinco senadores. Luego, Paz volvió a brindar la llave de la gobernabilidad en Bolivia al aceptar votar por la investidura de Sánchez de Lozada en el Congreso, el 4 de agosto, a cambio de la aplicación por el MNR del llamado Plan Bolivia de Responsabilidad Nacional, un programa de Gobierno para los próximos cinco años que enfatizaba los aspectos sociales y de desarrollo, así como la lucha anticorrupción.
El ex presidente boliviano pertenece al Directorio Internacional del Centro Shimon Peres para la Paz, es vicepresidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPAL) y es miembro del Consejo para el Futuro de la UNESCO. Divorciado de su primera esposa y madre de sus tres hijos varones, Carmen Pereira, en 1994 contrajo segundas nupcias con la productora televisiva Viviana Limpias, de la que se separó en 1998. La prensa boliviana ha venido destacando en los últimos años la articulación de una corriente interna del mirismo formada por el núcleo familiar de Paz, con sus vástagos Rodrigo y Jaime, su ex esposa Carmen y sus hermanos Mario, Rosario y Edith a la cabeza. Más que como una fracción al uso, esta corriente funcionaría como un grupo de influencia sobre el jefe del partido y estaría generando importantes tensiones con el denominado sector histórico, cuyo dirigente más conocido es Óscar Eid.
(Cobertura informativa hasta 1/7/2003)