Justin Trudeau

Tras nueve años en la oposición, el Partido Liberal de Canadá regresó triunfalmente al poder el 4 de noviembre de 2015 de la mano de Justin Trudeau, hijo del famoso primer ministro (1968-1979 y 1980-1984) Pierre Elliott Trudeau. Conduciendo una campaña con acentos optimistas e integradores, y sintetizada en la promesa de un "cambio real" en el país norteamericano, Trudeau, que es diputado desde 2008 y líder del LP desde 2013, consiguió en las elecciones federales del 19 de octubre la mayoría absoluta para una formación históricamente vapuleada en los comicios de 2011 -la dejaron en un humillante tercer puesto en la Cámara de los Comunes de Ottawa- y ha puesto fin al dominio de los conservadores de Stephen Harper, a quien sucede en la jefatura de Gobierno con un estilo y unos mensajes completamente distintos.

La magnitud de la victoria liberal permite hablar con toda propiedad de una nueva Trudeaumanía, décadas después de que Trudeau padre sentara las bases del Canadá moderno y de la diversidad. El peso del apellido ha acompañado siempre al hijo, protagonista de un relativamente tardío salto a la política profesional a partir de una trayectoria como profesor de escuela, activista social y fecundo recolector de fondos para causas benéficas. Simpático, risueño, elocuente y muy bien parecido, durante años Trudeau ha debido su tirón popular mucho más a su atractivo juvenil y a su nada convencional soltura ante las cámaras que al contenido de su discurso político, solo sustanciado a raíz de su elección como líder de los liberales.

Aunque ha heredado de su progenitor el concepto de federalismo constitucional fuerte frente a las aspiraciones de independencia de los soberanistas de Quebec y recostado en los principios del bilingüismo y el multiculturalismo, él, un franco-anglo-canadiense de Montreal, pone más énfasis en el diálogo y la inclusividad, lo que aleja los escenarios de polarización. De todas maneras, los debates identitarios y territoriales, absorbentes tiempo atrás, no definen la agenda política del momento. Las expresiones del nacionalismo francófono en los ámbitos provincial (Partido Quebequés) y federal (Bloque Quebequés) tampoco pasan por su mejor momento en las urnas. La fotogenia, el carisma y el dinamismo caracterizan a esta dinastía de primeros ministros, insólita en Canadá, si bien resulta obvio que Justin carece del marcado perfil académico e intelectual de Pierre. Con todo, el hijo insiste en que viene a "liderar un Gobierno con una visión y una agenda" para Canadá.

El cambio de rumbo que Trudeau prescribe para el país de los arces es de calado. Subrayando las preocupaciones sociales de su partido, tradicionalmente situado en un centro progresista de amplia base susceptible de apuntar a la derecha o a la izquierda en según que circunstancias, el flamante primer ministro quiere reemplazar la austeridad y la búsqueda prioritaria del equilibrio fiscal, virtualmente logrado por Harper en su despedida, por un aumento del gasto público para estimular la economía, recién salida de una minirrecesión técnica bajo el impacto del desplome de los precios del petróleo, y una reforma fiscal que bonifique a la clase media y penalice a los ricos. Para invertir en infraestructuras, seguridad social y creación de empleo, está dispuesto a elaborar unos presupuestos con más gastos que ingresos antes de plegarse a la meta del déficit cero en 2019. Además de la lucha contra las desigualdades sociales, planea una serie de gestos y actuaciones centrados en los indígenas aborígenes y los inmigrantes. Asimismo, prepara la legalización de la marihuana.

En cuanto a las relaciones internacionales, Trudeau desea "restaurar el liderazgo de Canadá en el mundo" con la vuelta al activismo en los foros multilaterales y la implicación de Ottawa en la pacificación de conflictos y en la lucha coordinada contra el cambio climático y el calentamiento global, abandonada por Harper en 2011 al sacar al país del Protocolo de Kyoto. La desmilitarización de la política exterior canadiense empieza de inmediato con la retirada de los cazabombarderos que desde 2014 vienen tomando parte en la campaña bélica de la coalición encabezada por Estados Unidos contra el Estado Islámico en Irak y Siria, y la admisión antes de terminar el año de 25.000 refugiados sirios. Ahora bien, el nuevo gobernante proclama su deseo de resolver las diferencias energéticas con la Administración Obama, que tiene vetada la construcción del oleoducto Keystone XL por su posible impacto medioambiental, y de paso restablecer las relaciones diplomáticas con Irán, rotas en 2012.


(Texto actualizado hasta noviembre 2015)

1. El peso del apellido Trudeau
2. Activismo social y extravagancias mediáticas como trampolines al liderazgo del Partido Liberal
3. Triunfo sobre los conservadores de Harper y elección como primer ministro de Canadá

1. El peso del apellido Trudeau

El mayor de los tres hijos varones del más importante primer ministro de Canadá de la segunda mitad del siglo XX nació en Ottawa el día de Navidad de 1971, cuando su padre iba por su cuarto año de Gobierno. Pierre Elliott Trudeau (1919-2000), de ascendencia franco-canadiense y escocesa, era un abogado e intelectual católico quebequés de ideas progresistas que había sido ministro de Justicia en el Gabinete de Lester Pearson y que en 1968 había sucedido a aquel en el liderazgo del Partido Liberal y en la jefatura del Gobierno, trayendo un programa de reformas centradas en la puesta al día del marco constitucional federal. Su propósito principal era frenar el auge del nacionalismo francófono en su provincia de origen, a la que deseaba ver sólidamente integrada en una Canadá oficialmente bilingüe, pero también quería que el país obtuviera la plena soberanía jurídica del Reino Unido, pendiente desde la independencia en 1867. Carismático y seductor, a la vez que polémico y tachado por sus detractores de arrogante, dogmático y mal administrador económico, Trudeau padre alimentó su fama internacional merced a un capítulo sensacionalista de su vida sentimental, el romance que entre 1969 y 1970 mantuvo con la estrella de Hollywood Barbra Streisand.

Tras este sonado affaire, que expuso su lado más glamuroso, el primer ministro entabló relaciones formales con Margaret Joan Sinclair, de 22 años, luego 29 más joven que él, nacida en Vancouver e hija del ex diputado y ministro liberal James Sinclair. La pareja se casó por sorpresa en marzo de 1971 y al cabo de nueve meses Margaret alumbraba a Justin, retoño al que siguieron Alexandre en 1973 y Michel en 1975. En sus primeras infancias, los hermanos fueron criados básicamente por la madre, cuyo matrimonio no tardó en resentirse por las constantes ausencias de Trudeau del hogar conyugal debido a sus obligaciones laborales. Margaret, a la que más tarde iba a diagnosticársele un trastorno bipolar, empezó a llevar una vida desordenada al margen de su marido y protagonizó varias situaciones embarazosas que trascendieron al público. En 1977 llegó la previsible separación y Trudeau ganó la custodia de sus hijos, que quedaron a su cuidado en Ottawa.

Justin recibió la educación escolar en el Collège Jean-de-Brébeuf, un centro privado de secundaria regentado por los jesuitas y del que su padre ya había sido alumno, y posteriormente estudió en las universidades McGill, también en Montreal, y de British Columbia, en Vancouver, por las que recibió respectivamente un Arts degree en Literaturas inglesa y francesa, y un Bachelor degree en Educación. En la urbe de la Columbia Británica compaginó la asistencia a las aulas con breves trabajos como monitor de snowboard y portero de club nocturno. Su vocación era el magisterio infantil, así que tras completar su formación universitaria en la materia comenzó a ejercer en escuelas de secundaria de Vancouver, donde dio clases de Matemáticas y Francés. Corrían los últimos años noventa, y para entonces las vidas de sus famosos padres habían experimentado importantes vicisitudes.

Trudeau sénior, tras ganar las elecciones de 1968, 1972 y 1974, hubo de dejar paso al conservador Joe Clark en 1979, pero menos de un año después estuvo de vuelta al frente del Gobierno Federal, donde se mantuvo hasta meses antes de las votaciones de 1984, a las que ya no presentó. En su segundo y fructífero período de Gobierno, el dirigente ganó a los soberanistas de Quebec el referéndum que habría podido desembocar en la secesión de la provincia y en 1982, el año en que se hizo acompañar por Justin para los funerales de Brezhnev en Moscú, sacó adelante la Constitution Act y la Canadian Charter of Rights and Freedoms, que dotaron a Canadá de su primera Carta Magna genuinamente nacional. Sin embargo, las disputas relativas a la arquitectura jurídico-política de la federación y las reivindicaciones específicas de los nacionalistas y autonomistas de Quebec, que aspiraban a un "estatus especial" para la provincia y al reconocimiento de la "sociedad distinta" que conformaba su mayoría de población francófona, quedaron sin solucionar. En 1984, con 64 años, Trudeau cedió el mando a John Turner y se jubiló de la política para retirarse a la vida privada. Ese mismo año obtuvo el divorcio y en 1991, ya septuagenario, volvió a ser padre de nuevo, sin boda de por medio, con Deborah Coyne, quien le dio su primera hija, Sarah.

En cuanto a Margaret, luego de separarse de su esposo siguió en el candelero por su ajetreada vida social, sus salidas nocturnas discotequeras y sus devaneos con celebridades del mundo del espectáculo. En abril de 1984, nada más finalizar su proceso de divorcio, contrajo segundas nupcias con un empresario de Ottawa, Fried Kemper, en una ceremonia civil a la que asistieron sus tres chicos. Al poco, dio a luz a un niño, Kyle, y cuatro años después tuvo una niña, Alicia. Kyle Kemper, Alicia Kemper y Sarah Coyne son, por tanto, los tres hermanastros del hoy primer ministro de Canadá. En 1998, estando los liberales otra vez en el Gobierno, desde 1993, con Jean Chrétien, un seguidor de las ideas de Trudeau, Justin sufrió la tragedia de la muerte de su hermano menor Michel, sepultado en una avalancha de nieve mientras esquiaba en una zona de glaciares de la Columbia Británica. Pese a la exhaustiva búsqueda, su cuerpo nunca fue encontrado.

El 28 de septiembre 2000 se produjo el fallecimiento de Pierre Trudeau, anímicamente maltrecho desde el accidente mortal de Michel, y al que se le organizaron unos solemnes funerales de Estado. A sus 28 años, Justin atrajo la atención de todos por el emotivo discurso fúnebre que ante al féretro de su padre pronunció en la Basílica de Notre-Dame de Montreal durante las exequias del 3 de octubre. El mundo descubrió entonces a un joven de pelo moreno y rasgos bien parecidos que, con gesto más risueño que acongojado, trazó una vibrante semblanza personal del antiguo primer ministro aderezada de recuerdos familiares entrañables. La elegía de Justin Trudeau en memoria de su progenitor hizo que más de una cabecera de prensa anunciara el nacimiento en Canadá de una dinastía política de evocaciones kennedyanas, si bien Justin, que puso fin a su corta etapa docente en la costa oeste, aún iba a tardar unos años en dar el gran salto a la política.

De vuelta a su casa en Montreal, Trudeau volvió a las aulas universitarias como alumno de Ingeniería en la École Polytechnique. También, comenzó una licenciatura en Geografía Medioambiental en McGill, pero en ninguno de los dos casos llegó a titularse. Al mismo tiempo, asentó su figura pública como invitado en programas de radio y televisión, anfitrión de galas, conferenciante, patrocinador de iniciativas culturales y activista de causas sociales. También, se involucró en actividades vinculadas a la nombradía de su padre, como la puesta en marcha del Trudeau Centre for Peace and Conflict Studies de la Universidad de Toronto, hoy integrado en la Munk School of Global Affairs, que junto con su hermano Alexandre inauguró en abril de 2004. Meses después se sumó a una campaña ciudadana de oposición a un proyecto de explotación minera en la cuenca del río Nahanni, una zona de alto valor ecológico en los Territorios del Noroeste. En el terreno personal, en mayo de 2005 Trudeau puso fin a su soltería con Sophie Grégoire, una presentadora de televisión de Montreal a la que conocía desde la infancia. La pareja celebró unos esponsales católicos e iba a concebir tres hijos, Xavier James (2007), Ella-Grace Margaret (2009) y Hadrien (2014).

Las participaciones en eventos relacionados con la protección del medio ambiente, el servicio comunitario, el voluntariado civil y el legado de su padre deslizaron el activismo de Justin indefectiblemente hacia el terreno político. Aunque ya se había dejado caer en la Convención del LP de noviembre de 2003, en la que fue uno de los oradores que engalanó la despedida de Chrétien como líder de la formación, Trudeau no perfiló su compromiso militante en el liberalismo hasta después de las elecciones federales de enero de 2006, que mandaron a la oposición al Gobierno minoritario de Paul Martin, sucesor de Chrétien en 2003, y convirtieron en nuevo inquilino del 24 de Sussex Drive de Ottawa a Stephen Harper, el líder del Partido Conservador de Canadá (CPC). Formando parte de un equipo de trabajo reclutado entre los miembros jóvenes del partido para tratar de insuflar un nuevo vigor a las desanimadas filas liberales, Trudeau, invocando expresamente el ideario de su padre, dirigió críticas a los nacionalistas de Quebec, en esos momentos en la oposición en la provincia francófona, a los que acusó de sostener "una vieja idea del siglo XIX basada en la estrechez de miras". No obstante, estas declaraciones fueron interpretadas sobre todo en clave de dardo interno contra Michael Ignatieff, uno de los dirigentes del LP, partidario de que la federación canadiense reconociera a Quebec como nación. Este fue precisamente el contenido de la moción parlamentaria aprobada en noviembre de 2006 a iniciativa de los conservadores de Harper y con el apoyo, aunque matizado, del Partido Quebequés (PQ) de André Boisclair y la expresión federal del nacionalismo provincial, el Bloque Quebequés (BQ) de Gilles Duceppe.

Ignatieff era uno de los pretendientes del puesto de líder del LP dejado vacante por Martin. En esta elección interna, disputada el 2 y el 3 de diciembre de 2006, pocos días después de reconocer la Cámara de los Comunes la nacionalidad quebequesa, Trudeau apoyó primero a Gerard Kennedy, ministro de Educación de Ontario y hombre plenamente identificado con la vieja concepción trudeauista del federalismo, lo que le había llevado a rechazar la moción de Harper sobre Quebec. Cuando Kennedy decidió no seguir en la contienda después de la segunda votación, Trudeau se decantó por Stéphane Dion, ministro del Medio Ambiente con Martin y diputado liberal por Montreal. El franco-canadiense Dion representaba un enfoque menos "centralista" de la cuestión quebequesa y su postura equilibrada en el debate identitario, a caballo entre las tesis de Kennedy y las de Ignatieff y un cuarto aspirante en liza, Bob Rae, favoreció su elección como líder del LP.

En abril de 2007, finalmente, coincidiendo con el estreno del telefilme de la Canadian Broadcasting Corporation (CBC) The Great War, donde encarnaba al general Talbot Papineau, caído en la batalla de Passchendaele en la Primera Guerra Mundial, Trudeau ganó la postulación al escaño de la Cámara de los Comunes por Papineau, circunscripción de Montreal que había sido capturada por el BQ en 2006 tras permanecer durante más de medio siglo en manos del LP, para cuando tocara la próxima elección federal. Esta se presentó antes de lo esperado, pues Harper, que gobernaba en minoría, decidió someterse a unas elecciones anticipadas el 14 de octubre de 2008. En las mismas, Trudeau triunfó en Papineau, donde doblegó a su adversaria nacionalista del BQ, Vivian Barbot, con el 41,5% de los votos, pero en el conjunto de la federación el LP retrocedió 18 escaños y volvió a sucumbir ante el CPC de Harper, quien reeditó su Gobierno con ganancia de votos.

El fortísimo revolcón, que dejaba a los liberales en su posición de mayor debilidad parlamentaria desde la debacle de 1984 con John Turner, precipitó la dimisión de Dion y el ascenso al liderazgo liberal de Ignatieff en mayo de 2009. Al plantearse el escenario de la mudanza en el liberalismo, los medios de comunicación canadienses especularon con una posible candidatura al liderazgo de Trudeau, pero este se encargó de desmentirla tan solo unos días después de las elecciones que lo sentaron en el Parlamento de Ottawa. En su primera legislatura como diputado de la oposición, Trudeau se destacó en las áreas de desarrollo sostenible, juventud, ciudadanía e inmigración, multiculturalidad, ayuda humanitaria y ayuda al desarrollo.

Tras dos derrotas consecutivas, el LP tocó fondo en las elecciones federales del 2 de mayo de 2011. Con el 18,9% de los votos y 34 escaños, los de Ignatieff sacaron sus peores resultados desde la creación del partido en 1861, antes de la independencia de Canadá, y hasta se vieron descabalgados de la segunda posición en los Comunes. La oposición oficial al fortalecido Gobierno conservador de Harper, quien ganó para su agrupación la mayoría absoluta, pasó a ostentarla el Nuevo Partido Democrático (NDP), la formación socialdemócrata que dirigía Jack Layton. La pérdida de 850.000 votos -la hemorragia fue particularmente severa en los bastiones de Toronto y Montreal- y 43 escaños, incluido el suyo, provocó automáticamente el anuncio de dimisión de Ignatieff. El cambio de guardia se hizo efectivo el 25 de mayo con la elección de Bob Rae como líder interino.


2. Activismo social y extravagancias mediáticas como trampolines al liderazgo del Partido Liberal

Desde este momento, Trudeau, uno de los diputados que habían conseguido salvarse del desastre liberal, volvió a ser objeto de escrutinio público. Esta vez, al salir al paso de los rumores sobre su posible candidatura al liderazgo, el hijo de primer ministro resultó ambiguo, dando a entender primero que consideraría presentarse a la próxima convención partidaria y más tarde sugiriendo que sus responsabilidades familiares, con dos niños pequeños que criar, no le permitían dar ese paso. Por de pronto, Rae lo nombró portavoz de Educación Superior, Juventud y Deportes, un área de peso político menor, aunque su melenudo y siempre sonriente titular se encargó de suplir este déficit con sus habilidades para el activismo, muy eficaz a la hora de recaudar fondos para causas humanitarias y caritativas, su elocuencia, su desarmante soltura ante las cámaras, rayana en el exhibicionismo, y el atractivo físico, señalaban los comentaristas con admiración, simpatía o sarcasmo, de toda una "estrella del rock". En las redes sociales empezó a destacarse su parecido con el actor estadounidense Matthew McConaughey. Todo ello, unido a su ilustre apellido, acrisoló una imagen de político nada convencional, muy dinámico, inconformista y con un toque transgresor. Aunque estaba a punto de cumplir los 40, Justin parecía bastante más joven.

En noviembre de 2011 Trudeau tomó parte en la gala benéfica What a Girl Wants de la Canadian Liver Foundation. Luciendo perilla y bigote, la estrella de la velada provocó el bullicio del público femenino con un estriptis parcial en el que, con aire pícaro, se despojó de la corbata, la chaqueta y la camisa, quedándose en camiseta sin mangas sobre la pasarela. Luego, en diciembre, el diputado causó un pequeño incidente en los Comunes al llamar "pedazo de mierda" al ministro federal del Medio Ambiente, Peter Kent, en el curso de un acalorado debate parlamentario a raíz del anuncio por el Gobierno Harper de que Canadá se retiraría del Protocolo de Kyoto sobre la reducción de gases de efecto invernadero, paso insólito que convertía al norteamericano en el único país del mundo que decidía desvincularse del tratado después de haberlo firmado y ratificado. Al punto, Trudeau pidió disculpas a Kent, admitiendo que había "perdido la calma".

Meses después, en marzo de 2012, Trudeau volvió a acaparar titulares por su participación en el evento benéfico-deportivo Fight for the Cure, organizado anualmente por la Ottawa Regional Cancer Foundation. En esta ocasión, se subió a un ring de boxeo y entabló con el senador del CPC Patrick Brazeau un pugilato amistoso aunque real, no de broma. El diputado liberal, que con 81 kilos y 1,88 metros de altura entraba en la categoría de peso crucero, pese a su menor masa corporal, ganó el combate en tres asaltos, dejando a su oponente con la nariz sangrando. El evento dio lugar al documental de 81 minutos God saves Justin Trudeau , que iba a ser emitido en salas comerciales y por el Canal D de Quebec a finales de 2014. También dejó varias fotografías impactantes que quedaron circulando por Internet y en las que podía verse a Trudeau y Brazeau luciendo musculatura y tatuajes corporales, y retando a las cámaras con poses insinuantes. El tatuaje de Trudeau, en su hombro izquierdo, consistía en un cuervo de la iconografía de un pueblo indígena de la Columbia Británica sobrepuesto a un globo terráqueo; el cuervo se lo habían tatuado no hacía mucho, en su cuadragésimo cumpleaños, mientras que el mundo se remontaba a cuando tenía 23. Al poco, Trudeau fue invitado al talk show de Dany Turcotte, popular presentador gay de la televisión quebequesa; en un momento de la entrevista, el político se puso en pie y estampó a su anfitrión un intenso beso en la boca. El gesto fue vitoreado por el público asistente, siete años después de que Canadá legalizara el matrimonio homosexual.

Las presiones a Trudeau para que diera un paso al frente en la carrera para la elección del nuevo líder del LP se intensificaron una vez que en junio de 2012 Rae, el líder interino, anunciara que no ambicionaba el puesto. Los sondeos dejaban claro que los liberales experimentarían una fuerte recuperación si Justin asumía su jefatura. No pocos analistas y observadores de la política canadiense, incluidas personas próximas al LP, manifestaban sus dudas sobre las capacidades de Trudeau, quien destinaba mucho tiempo a los actos sociales y los eventos mediáticos, pero que no se prodigaba demasiado en las sesiones parlamentarias. En particular, echaban de menos en su discurso pronunciamientos precisos sobre economía y política exterior. Los más ácidos decían de él que solo era fachada, que debía su celebridad al apellido y que no tenía sustancia.

El interesado materializó su candidatura al liderazgo del LP el 2 de octubre de 2012 en su circunscripción electoral de Montreal, Papineau. Rodeado de una nube de periodistas y arropado por su familia, Trudeau expuso a su auditorio un discurso visionario en el que llamó a "escribir un nuevo capítulo en la historia del Partido Liberal". proclamó su "amor" por unos Quebec y Canadá plurales y multiculturales, e invocó la preservación de los "valores" y los "sueños" de los canadienses relativos a la "libertad", la "diversidad", el "trabajo duro", el "éxito" y el "consenso de mente abierta". Más en concreto, se refirió a un modelo de crecimiento económico basado en la prosperidad de la clase media, a una "sociedad compasiva que tira del mismo carro para ayudar a los vulnerables", y a una "política exterior que nos devuelva la esperanza en el futuro y ofrezca soluciones al mundo".

Las críticas a las políticas del CPC y Harper, habitualmente tachadas de agresivas y unilaterales de cara al exterior y de antisociales y excluyentes en la esfera doméstica, fueron explícitas en el discurso de Trudeau, que también tenía dardos para el NDP, su rival por la izquierda y ahora mismo la primera fuerza federal en Quebec, aunque en la dimensión provincial las agrupaciones mayoritarias seguían siendo el nacionalista PQ (nuevamente en el Gobierno regional, desde las elecciones de septiembre a la Asamblea Nacional) de Pauline Marois y el federalista Partido Liberal de Quebec (PLQ), hasta ahora dirigido por Jean Charest, formación que desde 1955 era completamente independiente del LP. "¿Cual es la respuesta del NDP?", preguntaba retóricamente Trudeau en un momento de su alocución: "sembrar el resentimiento regional y echar las culpas a los que tienen éxito". Y "¿la respuesta conservadora?", cuestionaba a continuación el candidato liberal: "privilegiar a un sector social sobre los demás y prometer que la riqueza, con el tiempo, se filtrará a todos". "Esto os prometo ", apeló a las huestes liberales Trudeau: "si me confiáis el privilegio del liderazgo, trabajaré mucho, dura e incansablemente".

Montado en una ola triunfalista, Trudeau llegó a la elección interna de abril de 2013, en la que tuvieron la oportunidad de votar por el sistema de elección preferencial 130.000 militantes y simpatizantes del partido registrados para la ocasión, con el marchamo de seguro ganador. Lo que empezó siendo una probabilidad se tornó certeza a la luz del número abrumador de respaldos que su candidatura recabó entre los parlamentarios federales y provinciales del LP. Contra Trudeau compitieron cinco rivales, ninguno de relieve, salvo quizá Joyce Murray, representante en los Comunes por Vancouver. El 14 de abril el partido anunció los resultados, cantados de antemano: con el 78,7% de los votos y 24.668 puntos distritales sobre 30.800, Trudeau se hizo con el puesto que su padre había ocupado por última vez hacía 29 años. La llegada de Justin Trudeau al liderazgo del partido tuvo un impacto fulminante en las encuestas de intención de voto: de la tercera posición, el LP rebotó de golpe al puesto de cabeza. Con todo, Trudeau partía del hándicap de no ser el jefe de la oposición oficial en Ottawa, condición que lucía Tom Mulcair, el sucesor del fallecido Jack Layton en el liderazgo del NDP.


3. Triunfo sobre los conservadores de Harper y elección como primer ministro de Canadá

A lo largo de 2014, Trudeau fue desgranando sus propuestas electorales. En febrero, en la Convención Bianual del partido celebrada en Montreal, el líder incidió en una reorientación social de la economía de mercado, para que los grandes beneficiarios de la prosperidad fueran las familias y la clase media. Aunque la extensa clase media canadiense seguía siendo una de las más ricas del mundo, la desaceleración económica y los aumentos del desempleo, al 7%, y del coste de la vida en los últimos tiempos hacían percibir a muchos ciudadanos una situación de dificultades y retrocesos. En aras de unas mayores tasas de crecimiento y de un reparto de los ingresos más equitativo, el LP llegaba a proponer que la federación aumentara su nivel de endeudamiento, ahora mismo en torno al 33% del PIB, lo que requeriría flexibilizar la estricta disciplina presupuestaria del Gobierno de los conservadores, que tras años de austeridad confiaban en llegar a 2015 con las cuentas federales saneadas y libres de déficit. En octubre, Trudeau sacó a la venta su primer libro, Common Ground, un volumen de memorias donde narraba sus vivencias familiares y políticas, y exponía diversas reflexiones personales. El autor donó sus ganancias editoriales a programas sociales y comunitarios de la Cruz Roja Canadiense.

El 2 de agosto de 2015, en un momento de debilidad para los liberales, de nuevo a la zaga de los conservadores y los nuevos demócratas en los sondeos, Harper transmitió al gobernador general y representante en Canadá de la reina de Inglaterra, David Johnston, la convocatoria de elecciones federales para el 19 de octubre. Este cronograma dibujaba la campaña electoral más larga en décadas, de once semanas de duración. Como novedad, los comicios iban a estrenar una Cámara de los Comunes expandida de los 308 a los 338 miembros, tal como establecía la Fair Representation Act de 2011, que enmendaba la Constitución de 1867. A las pocas semanas, el conocimiento de que Canadá, muy perjudicada por el desplome de los precios del petróleo, había entrado en recesión al cerrar los dos primeros trimestres del año en negativo, el -0,8% de enero a marzo y el -0,5% de abril a junio, puso a Harper a la defensiva y municionó los argumentos de Trudeau, quien subrayó la necesidad imperiosa de pasar página a la austeridad con un aumento del gasto público, principalmente en obras de infraestructura, para estimular el crecimiento. Contrariamente al compromiso del CPC -y del NDP- con los presupuestos equilibrados, el LP aceptaba incurrir en déficits con carácter conyuntural y no superiores a los 10.000 millones de dólares. La formación opositora se comprometía con el objetivo del déficit cero para 2019.

Otra meta prioritaria era sostener el nivel de ingresos de la clase media, a la que un Gobierno liberal descontaría 1,5 puntos del tipo medio del impuesto sobre la renta, aplicable a las rentas de trabajo contenidas en los tramos de los 89.401 dólares y los 44.700 dólares anuales, que pasaría por tanto del 22% al 20,5%. Esta reducción sería compensada con una subida del impuesto a quienes ganaran más de 200.000 dólares al año, aproximadamente el 1% de los contribuyentes, los cuales pasarían a tributar a un nuevo tipo máximo del 33%, frente al 29% actual. Pensionistas, niños, parados, enfermos crónicos y pueblos aborígenes eran identificados como colectivos vulnerables para los que el LP concebía un conjunto de políticas y acciones específicas. En el ámbito de la providencia social, la formación opositora quería negociar un nuevo y gran acuerdo sanitario entre el Estado federal y los entes de las provincias y los territorios, integrando a todas las administraciones en la financiación de la sanidad pública canadiense, que precisaba inversiones por 3.000 millones de dólares solo para los servicios médicos de cabecera. También, contemplaba implementar un programa piloto a nivel federal para garantizar una renta básica universal e invertir 300 millones de dólares en una Estrategia de Empleo Juvenil.

Un capítulo destacado del programa de Trudeau y los liberales era la apuesta decidida por las oportunidades que brindaba la economía verde y por que Canadá fuera un país líder en la preservación del medio ambiente y en la lucha contra el calentamiento global antropogénico, lo que pasaba por definir y cumplir con todo rigor unos topes nacionales anuales de emisiones carbónicas, sin lo cual Ottawa difícilmente podría "hacer campaña en favor de unos acuerdos internacionales vinculantes". Asimismo, tocaba revertir los recortes que el Gabinete Harper venía aplicando a los programas de energías renovables y elevar la exigencia de los estudios de impacto medioambiental del polémico proyecto energético Keystone XL, un oleoducto de 1.900 km concebido para transportar en línea recta hasta Nebraska, donde empalmaría con el oleoducto con terminales en las refinerías de Texas, el petróleo no convencional extraído de las arenas bituminosas de Alberta.

Otro punto notable de las propuestas de Trudeau era la despenalización de la venta y el consumo de marihuana, droga que el político reconocía haber probado. Así lo había admitido en 2013, después de ser elegido líder del LP, en una entrevista para el Huffington Post, donde contó que había fumado porros "cinco o seis veces" en su vida, la última vez en 2010 en su casa de Montreal: "Estábamos de cena con unos buenos amigos, los niños estaban con su abuela aquella noche, y uno de nuestros amigos encendió un canuto y lo pasó alrededor; yo le pegué una calada", relató en su entrevista, no sin candidez, Trudeau, el cual añadió que su malogrado hermano Michel, antes de perecer en el accidente de 1998, había estado acusado de posesión ilegal de marihuana. Por otra parte, el LP quería cambiar el sistema electoral, introduciendo elementos de proporcionalidad en el mismo, y abrir más el Gobierno Federal a los ciudadanos con nuevas directrices de transparencia y acceso a la información.

En cuanto a las políticas de seguridad y asilo, el líder liberal prometía un viraje notable con la cancelación de la misión bélica de bombardeos aéreos contra el Estado Islámico en Irak y Siria (este era el componente principal de la llamada Operación Impact, en curso desde septiembre de 2014), el refuerzo, a cambio, de la ayuda humanitaria sobre el terreno y del programa de entrenamiento de tropas gubernamentales irakíes, la aceptación de 25.000 refugiados sirios antes de terminar 2015 y la contribución con 100 millones de dólares a las tareas de organización y asentamiento de los refugiados. Con el fin de reafirmar la visión de una Canadá "multicultural", "tolerante" e "inclusiva", se levantaría la prohibición de llevar el niqab femenino en las ceremonias de jura de la ciudadanía.

Trudeau deseaba mejorar las relaciones con la Administración Obama de Estados Unidos, cuyo veto al Keystone XL, aduciendo preocupaciones medioambientales, había enfadado a Harper, y de paso, ahora que el régimen de los ayatolás había suscrito el acuerdo nuclear con las potencias internacionales, restablecer las relaciones diplomáticas con Irán, rotas por Harper en septiembre de 2012 como culminación de un reguero de acusaciones de Ottawa a Teherán por su apoyo a la dictadura siria, sus continuas amenazas a Israel y su atribuido patrocinio del terrorismo, entre otras imputaciones. En cuanto a la crisis de Ucrania, un Gabinete liberal en Ottawa seguiría asistiendo a las necesidades de seguridad del Gobierno de Kíev y aplicando sanciones a Rusia. En resumidas cuentas, "restauraremos el liderazgo canadiense en el mundo", proclamaba la propaganda electoral del LP, quejoso de que Canadá, con Harper al timón, hubiera "reducido dramáticamente" su implicación en las operaciones de paz de la ONU y visto "disminuir sin cesar su influencia y presencia en el mundo" por culpa de la sucesión de portazos al "multilateralismo" a la hora de enfrentar los problemas globales del cambio climático, el terrorismo y el radicalismo religioso.

El LP, tras meses de flojera, volvió a destacarse en los sondeos de manera intermitente a lo largo del mes de septiembre y con una mayor consistencia al comenzar octubre. Los intentos del CPC de desacreditar al líder liberal, presentándolo como un aspirante a primer ministro bisoño, con un pobre currículum y sin propuestas creíbles ("Justin Trudeau: just not ready", fue el mensaje propagado en las cuñas televisivas del partido gobernante), no solo no consiguieron su propósito, sino que restaron votos a los conservadores. La tendencia al alza del LP se aceleró en los últimos días de la campaña y tras cerrarse las urnas el lunes 19 de octubre el país norteamericano se encontró con una victoria liberal de magnitud inesperada. El partido encabezado por Trudeau conquistó una mayoría absoluta de 184 escaños con el 39,5% de los votos, un resurgimiento espectacular desde el naufragio de cuatro años atrás y que en la mayor parte del tiempo transcurrido desde entonces muy pocos habrían imaginado. Los conservadores retrocedieron casi ocho puntos y a los nuevos demócratas todavía les fue peor con la pérdida de 51 escaños, más de la mitad de su fuerza parlamentaria. A nivel regional, los liberales barrieron en las provincias marítimas atlánticas así como en el territorio del Yukón, y se impusieron en el resto de entes federados, salvo en las occidentales Alberta y Saskatchewan, bastiones tradicionales de los conservadores. En la populosa Ontario sacaron 10 puntos de ventaja al CPC y en Quebec hicieron otro tanto con el NDP. El BQ vio sensiblemente reducido también su arraigo en la provincia francófona.

Tras conocer los resultados al filo de la noche electoral, un exultante Trudeau, reelegido en Papineau con el 51,8% de los votos, se dirigió a sus seguidores en Montreal con un discurso bilingüe, alternando los pasajes en inglés y en francés, en el que dijo lo siguiente: "La política puede ser una fuerza positiva, y este es el mensaje que los canadienses han lanzado hoy. Los canadienses han elegido el cambio, un cambio verdadero (...) Espero que esto sea una inspiración para que personas con ideas afines (...) sepan que una visión positiva, optimista y esperanzadora de la vida pública no es un sueño ingenuo, sino una poderosa fuerza para el cambio (...) Quiero recordar a todos (...) que los conservadores no son nuestros enemigos, sino nuestros vecinos (...) Vosotros queréis un primer ministro (...) que nunca busque dividir a los canadienses, sino que aproveche cualquier oportunidad para unirnos (...) Deseáis un Gobierno con una visión y una agenda para este país (...) Amigos, hemos vencido al miedo con la esperanza. Hemos vencido al cinismo con trabajo duro. Hemos vencido a la política negativa y divisiva con una visión positiva".

Al día siguiente, 20 de octubre, el primer ministro in péctore de Canadá, solo a la espera de la constitución del Gobierno y de la jura del cargo en los primeros días de noviembre, telefoneó a Obama para comunicarle que los cazas CF-18 de la Real Fuerza Aérea Canadiense asignados a la Operación Impact en Irak y Siria retornarían a sus bases en breve. Aunque Canadá ponía fin a su misión de combate, seguía comprometida con el adiestramiento por unidades de operaciones especiales de combatientes locales antijihadistas en el norte de Irak.

(Cobertura informativa hasta 5/11/2015)