Mehdi Jomaa

En enero de 2014 la transición democrática tunecina ha salido de la parálisis en que se sumió en 2012 con la elección de Mehdi Jomaa al frente de un Gobierno de técnicos independientes y la adopción de la Constitución de la República, pendiente desde la Revolución de 2011. Con mandato hasta la celebración a finales de año de las muy retrasadas elecciones generales, el nuevo Gabinete Jomaa se ha fijado como prioridades restablecer la seguridad, violentada por el extremismo salafista y el foco subversivo de Al Qaeda, y enderezar la economía.

El nuevo primer ministro de Túnez es un ingeniero sin filiación partidista y perfil secular que hasta su nombramiento en marzo de 2013 como ministro de Industria ejerció exclusivamente en el sector privado, en la empresa aeronáutica. En diciembre siguiente fue escogido para suceder a Ali Larayedh, del partido islamista Ennahda, al que la profunda crisis desatada por el asesinato en julio del dirigente izquierdista Mohammed Brahmi no le permitió mantenerse en el poder; lo mismo le sucedió a su predecesor gubernamental y correligionario, Hamadi Jebali, tumbado en febrero por el magnicidio, igualmente a manos de los salafistas, del también opositor Chokri Belaid. Estas turbulencias amenazaron con descarrillar un proceso político que en el primer año desde la caída de la dictadura benalista había transcurrido con ejemplares rapidez y solvencia.

La designación de Jomaa y el remate de los trabajos constitucionales, que han alumbrado la Ley Fundamental más avanzada del mundo árabe-musulmán, satisfactoria para el Túnez laico por su descarte de la Sharía y sus garantías de la igualdad de sexos y la libertad religiosa, forman parte de la hoja de ruta trazada por el Diálogo Nacional, una negociación multipartita que, no sin dificultades, ha conseguido devolver a Túnez la estabilidad institucional. Este triunfo de la política de partidos y la sociedad civil contrasta poderosamente con las derivas negativas de los otros países donde prendió la llama de la Primavera Árabe: Egipto, atrapado en la polarización violenta y abocado a un nuevo autoritarismo militar; Libia, hundida en el caos miliciano; y Siria, progresivamente destruida en una sangrienta guerra civil que no tiene fin.

Con todo, la capacidad de compromiso de los partidos tunecinos ha mostrado sus límites precisamente con la elección de Jomaa. La fórmula del ingeniero fue impulsada por la Troika hasta ahora gobernante, es decir, Ennahda y los partidos laicos de centro-izquierda CPR y Ettakatol, junto con la Alianza Democrática y el Cuarteto, este liderado por el sindicato UGTT y mediador en el Diálogo Nacional. Pero no contó con el respaldo del Frente de Salvación Nacional, bloque opositor de formaciones izquierdistas y liberales. El amplio consenso que ha envuelto la proclamación de la Constitución le ha faltado, pues,a la investidura de Jomaa, quien deberá convencer a los escépticos de su peritaje y "savoir faire", destacados en su currículum técnico.

(Texto actualizado hasta febrero 2014)

1. Carrera profesional en el sector privado y el ramo de la ingeniería aeroespacial
2. Ministro de Industria en el Gobierno del islamista Ennahda
3. Primer ministro para completar la transición constitucional en 2014


1. Carrera profesional en el sector privado y el ramo de la ingeniería aeroespacial

Nativo de la localidad costera de Mahdia, donde su padre, futuro alto funcionario del Ministerio de Justicia, ejercía como secretario del tribunal local, y miembro de una familia de seis hermanos, cursó la educación secundaria en el Liceo Khaznadar de la capital. Tras terminar el bachillerato en la especialidad de Matemáticas ingresó en la Escuela Nacional de Ingenieros de Túnez (ENIT), por la que se diplomó en 1988. En 1989 agregó a su hoja académica un Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en Mecánica, Cálculo y Diseño de Estructuras impartido por la ENIT.

De inmediato, el joven, que debía ofrecer una alta cualificación, contrató con Hutchinson, filial de Total, la multinacional francesa del sector petroquímico y energético, conocida mayormente por fabricar neumáticos para bicicleta y otros productos de la transformación del caucho. Sin embargo, Jomaa entró a trabajar en la división especializada en fuselajes termorresistentes, materiales aislantes, suspensiones elásticas y otros componentes básicos de vehículos de las industrias aeroespacial, ferroviaria, de automoción y de defensa.

Durante 14 años, hasta su nombramiento para el Gobierno tunecino en 2013, Jomaa desempeñó su profesión ingenieril íntegramente en la parte de Hutchinson orientada a los ramos industriales aeronáutico y aeroespacial, en paralelo, entre 2007 y 2009, a una serie de cursos de capacitación impartidos por la Escuela de Hautes Études Commerciales (HEC) de París, la Saïd Business School (SBS) de Oxford y la École Supérieure des Sciences Économiques et Commerciales (ESSEC) de Cergy.

De acuerdo con su currículum oficial, desde 1990 Jomaa estuvo adscrito al Buró de Estudios Aeronáuticos, Ferroviarios e Industriales de Paulstra Industrie, una de las líneas de producción de Hutchinson, donde fungió de ingeniero jefe de desarrollo y cálculo científico, y responsable de servicios técnicos. En 2003 ascendió a director técnico de las marcas Paulstra y Vibrachoc, especializadas en sistemas amortiguadores y aislantes de vibraciones y ruidos, y al año siguiente se convirtió en el director técnico de las subdivisiones de Aeronáutica y Defensa de Hutchinson Aerospace.

En 2009, finalmente, saltó a la dirección general de la división Hutchinson Aerospace. Como tal, el ingeniero tunecino pasó a supervisar las actividades desarrolladas en Francia, Reino Unido, Estados Unidos, India y Túnez por las gamas y servicios Vibrachoc, Paulstra, Stopchoc, Barry Controls Aerospace (BAT) y Hutchinson Tunisie, que tenía su sede en Sousse.

En todos estos años, Jomaa, sigue informado su historial profesional, participó en programas de I+D+i de tecnologías aeronáuticas y aeroespaciales que involucraron a vehículos como el cohete Ariane V, los grandes aviones de línea A380 y A350, el avión de transporte militar A400M Atlas, los jets comerciales Falcon 7X, Learjet y Dash-8, y los helicópteros AW139, AW149, AW189, Super Puma y Ecureuil. También facturó para el sector ferroviario en Europa y China.

En conjunto, Jomaa trabajó para algunos de los principales contratistas civiles y militares del sector aeronáutico y que eran clientes de Hutchinson: Boeing, Sikorsky, Agusta, Dassault, Siemens, Embraer, EADS/Airbus/Eurocopter, Bombardier, Bell Helicopter, Safran, Cessna y United Technologies.


2. Ministro de Industria en el Gobierno del islamista Ennahda

Ni su currículum oficial ni las semblanzas periodísticas, por cierto que bastante parcas, hacen mención a ninguna actividad política de Jomaa antes de su nombramiento como ministro de Industria en la primavera de 2013. Aparentemente, antes de emerger del anonimato el ingeniero estuvo dedicado por entero a su actividad en el sector privado y a formar una familia con su esposa, economista de formación, con la que tuvo cinco hijos.

Ejemplo del profesional liberal de cultura plenamente secularizada y en su caso, además, sumergido desde la temprana juventud en los ambientes francófonos y anglófonos de la investigación y los negocios de la industria más puntera, Jomaa no alteró su apoliticismo con motivo de la Revolución popular de enero de 2011, que liquidó el régimen dictatorial del presidente Zine El Abidine Ben Alí y abrió una transición democrática bastante rápida e incluso modélica, pues ya en octubre del mismo año pudieron celebrarse elecciones a una Asamblea Constituyente bajo un marco de pluralismo y libertades.

Los comicios del 23 de octubre 2011, que pusieron positivo colofón a los mandatos transitorios del primer ministro Béji Caïd Essebsi y del presidente interino de la República, Fouad Mebazaa, dieron una victoria incontestable al partido islamista moderado Ennahda (Renacimiento), que tenía como máximo líder a Rashid Ghannouchi.

En diciembre siguiente Ennahda formó un Gobierno de coalición con dos partidos del centro-izquierda laico, el Congreso por la República (CPR) de Moncef Marzouki, a la sazón investido ahora presidente de la República, y el Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades (FDTL, o Ettakatol) de Mustafa Ben Jaafar, a su vez el titular de la Asamblea Nacional Constituyente, cuyo primer trabajo fue redactar y promulgar una mini Constitución provisional, a modo de puente jurídico hasta la entrada en vigor de la Constitución permanente. Hamadi Jebali, secretario general de Ennahda, fue designado para encabezar este Ejecutivo.

El Gobierno Jebali no tardó en decepcionar a la población por la ineficacia de sus medidas para mejorar la deplorable situación económica y por los amagos del ala conservadora de Ennahda de echarse atrás en su promesa electoral de excluir a la Sharía del futuro texto constitucional, lo que soliviantó a la sociedad civil laica. Peor aún, los islamistas en el poder fueron acusados de laxitud con los desmanes de los extremistas salafistas, que pese a su escasa implantación social iniciaron una violenta campaña de provocaciones y ataques para tratar de imponer su agenda ultrarreligiosa.

En septiembre de 2012 la política tunecina se adentró en un período de turbulencias que amenazaron con descarrillar el todavía incipiente proceso democrático. La inquietante secuencia comenzó con los asaltos a la Embajada de Estados Unidos y la Escuela Cooperativa Americana, con el resultado de cuatro muertos, ataques que pusieron en evidencia el vacío de seguridad en el país magrebí y que obligaron al ministro del Interior de Ennahda, Ali Larayedh, a actuar en firme contra la subversión y el terrorismo de matriz alqaedista.

La tensión política se disparó el 6 de febrero de 2013 por el asesinato a las puertas de su casa del abogado marxista Chokri Belaid, secretario general del Movimiento de Patriotas Demócratas (MPD), uno de los integrantes del Frente Popular para la Realización de los Objetivos de la Revolución, que tenía tres escaños en la ANC.

El Frente Popular, que agrupaba a una docena de grupos de la izquierda, achacó el magnicidio a pistoleros de Ennahda (en realidad, la autoría apuntaba al mundo salafista), convocó movilizaciones de repudio y puso contra las cuerdas a Jebali, quien se propuso seguir gobernando, pero al frente de un Gabinete compuesto exclusivamente por tecnócratas independientes y con la misión fundamental de organizar las elecciones generales, que en principio tocaban celebrar a mediados de este año.

La fórmula propuesta por Jebali, poco creíble, se estrelló contra un muro de rechazo e incomprensión de los partidos opositores y hasta del suyo propio, no teniendo el primer ministro más remedio que presentar la dimisión el 19 de febrero. Entonces, Ennahda designó para sucederle a Larayedh, quien el 22 de febrero recibió del presidente Marzouki el encargo de formar el nuevo Gobierno.

Larayedh intentó forjar una coalición expandida con la inclusión de otras tres formaciones, dos laicas, la Alianza Democrática (escindida del Partido Democrático Progresista, PDP, de Najib Chebbi) y el Movimiento Wafa (disidentes del CPR de Marzouki), y una de corte religioso, el bloque Libertad y Dignidad, que aportaban un puñado adicional de asambleístas a la mayoría del oficialismo. Sin embargo, la fecha límite se le echó encima a Larayedh antes de que pudiera convencer a estos interlocutores, así que el 8 de marzo hubo de presentar un Gabinete que seguía basándose en la troika Ennahda-CPR-Ettakatol, pero dando un peso mucho mayor a los expertos independientes, a los que les fueron confiadas varias cartera clave.

Este el fue el momento de la presentación a la opinión pública de Jomaa, quien aceptó una cartera muy apropiada para un técnico sin filiación, y desde luego muy ajustada a su preparación y experiencia, la de Industria. El 10 de marzo el ingeniero se dio de baja en la dirección de Hutchinson Aerospace y cuatro días después, previa aprobación del nuevo equipo de Gobierno por la Asamblea por 139 votos contra 45, estrenó su despacho ministerial en la Rue Sidi El Hani del barrio capitalino de Montplaisir.

El relevo de Jebali por Larayedh rebajó algo la tensión política, pero no pasó página a la polarización entre religiosos y secularistas. Pese a que en su discurso de investidura el nuevo primer ministro prometió atajar el clima de inseguridad y violencia, así comorevivir la economía, generar empleo, controlar la inflación y luchar contra la corrupción, Túnez no tardó en ser golpeado por otra ola desestabilizadora del islamismo extremista.

Por un lado, se produjo la infiltración definitiva de los maquis, procedentes de Argelia y Malí, de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), a los que el Ejército salió a combatir a campo abierto, causando y encajando bajas. Por otro lado, el 25 de julio cayó asesinado el diputado Mohammed Brahmi, fundador y hasta hacía unos días el coordinador general del Movimiento Popular, un partido socialista panárabe de inspiración nasserista adherido al Frente Popular.

El segundo magnicidio en pocos meses contra las fuerzas de la izquierda laica, que el Gobierno atribuyó, al igual que el de Belaid, a los salafistas jihadistas de Ansar Al Sharia –a su vez aliados de AQMI-, desató otra tormenta nacional y amagó de nuevo con mandar a pique el accidentado proceso político. Los trabajos constituyentes entraron en parálisis y quedó en el aire la celebración de las elecciones generales, presidenciales y legislativas, reconvocadas para el 17 de diciembre, fecha que ya suponía un retraso de un año con respecto al calendario manejado en 2011.


3. Primer ministro para completar la transición constitucional en 2014

Conciente de la gravedad de la situación, Ennahda aceptó abrir con las agrupaciones políticas del arco secular un diálogo nacional que diera paso a un Gobierno exclusivamente técnico y apartidista, desatascara los trabajos constituyentes y asegurara la celebración de las elecciones generales.

La voluntad expresada por el primer ministro y su partido de no aferrarse al poder, evitar como fuera el enfrentamiento civil y alcanzar un amplio compromiso con las principales fuerzas políticas y sociales fue puesta a prueba en unas negociaciones formales que arrancaron el 25 de octubre. A las mismas acudieron tres bloques.

Por parte del Gobierno, se sentaron a negociar los partidos de la Troika, es decir, Ennahda, el CPR y el Ettakatol. Por la oposición, el Frente de Salvación Nacional, creado en julio en respuesta al asesinato de Brahmi y del que eran miembros el Frente Popular, con Hamma Hammami de portavoz, y la alianza Unión por Túnez, formada entre otros por el Llamamiento de Túnez (Nidaa Tounes, social liberal) del ex primer ministro Essebsi y el Partido Republicano (Al Joumhouri, liberal) de Maya Jribi, surgido en 2012 de la fusión del PDP con otras agrupaciones. También estaba la Alianza Democrática de Mohammed Hamdi, que no formaba parte del FSN.

Desde el flanco socioeconómico, asumió un papel de mediador el llamado Cuarteto, consistente en el sindicato Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), la Liga Tunecina de los Derechos Humanos (LTDH), la Unión Tunecina de la Industria, el Comercio y el Artesanado (UTICA) y el Colegio de Abogados.

Las suspicacias y, sobre todo, la actitud cicatera de Ennahda, donde algunos dirigentes no terminaban de entender porqué debían apearse voluntariamente del Ejecutivo cuando eran la principal fuerza parlamentaria, retrasaron en varias semanas la negociación del pacto nacional que Túnez precisaba con urgencia. Uno de los principales motivos de desacuerdo entre el oficialismo y la oposición era la selección de la figura que encabezaría el nuevo Gobierno.

El 14 de diciembre de 2013, al filo del plazo que se habían dado, los interlocutores del Diálogo Nacional alumbraron un acuerdo, pero este distó de ser unánime. En la ronda decisiva tomaron parte 18 de los 21 partidos involucrados en el Diálogo Nacional; uno de los que se ausentaron fue el Republicano. Por nueve votos contra dos, más siete abstenciones, los negociadores escogieron para el puesto de primer ministro a Jomaa, cuya candidatura, seleccionada de un ramillete de seis nombres propuestos, se impuso en virtud de un consenso parcial entre la Troika, la Alianza Democrática y el Cuarteto.

Los representantes del Frente Popular, el Nidaa Tounes y el Partido Republicano rehusaron en el último minuto respaldar la opción del titular de Industria por parecerles, pese a no estar afiliado a ningún partido, una especie de factótum del oficialismo saliente. En estos nueve meses, Jomaa había destacado por sus esfuerzos para atraer inversiones productivas de empresas europeas. También había respaldado una decisión económica impopular, la subida de los precios subsidiados de los combustibles.

En las redes sociales, los activistas de la oposición, basándose en unas supuestas ramificaciones familiares de Jomaa, se lanzaron a enviar mensajes contradictorios que presentaban al primer ministro designado como ora un antiguo activista de Ennahda, ora un supuesto simpatizante del CPR o el Ettakatol. Entre los comentaristas hubo bastante unanimidad en destacar el peritaje y la competencia técnica del nuevo primer ministro, pero también su inexperiencia política, en particular en las cuestiones de seguridad.

El 9 de enero de 2014 Larayedh presentó la dimisión y al día siguiente el presidente Marzouki encargó a Jomaa la formación de un Gobierno de tecnócratas, con mandato limitado hasta las elecciones generales, a celebrar en algún momento de este año. La fecha estaba por determinar, aunque una convocatoria para antes del verano parecía improbable. La cuestión competía a la nueva Instancia Superior Independiente para las Elecciones (ISIE).

En su primera alocución tras recibir el nombramiento presidencial, Jomaa se limitó a indicar su compromiso de formar un Gobierno "independiente y neutral, sin animosidad hacia ningún partido". "No puedo hacer milagros, pero voy a poner todas mis capacidades al servicio del interés general y a restaurar lo que se pueda restaurar. Hay que dar prioridad a la razón y al interés nacional", añadió.

El 23 de enero la ANC, cumpliendo otro de los puntos acordados por el Diálogo Nacional, terminó de aprobar los 146 artículos de la Constitución, cuyos redactores, así como multitud de observadores locales y foráneos, elogiaron como muy progresista, con diferencia la más avanzada del mundo árabe-musulmán.

La nueva Carta Magna proclamaba la plena igualdad, en derechos y oportunidades, de hombres y mujeres, hasta el punto de requerirse la paridad de sexos en la composición de los consejos electos, así como la libertad de conciencia y culto, no obstante seguir siendo Túnez un Estado oficialmente islámico. A pesar de su proclamación de confesionalidad, la Ley Fundamental no sólo dejaba fuera del mandamiento jurídico la Sharía, sino que amparaba la apostasía de los musulmanes, algo inimaginable en cualquier otro país árabe. Estas contundentes garantías de derechos suponían una victoria de la sociedad secular e indudablemente eran una cesión de los sectores más conservadores de Ennahda.

El 26 de enero, una vez ultimado, el texto fue adoptado por la Asamblea con una amplísima mayoría de 200 votos contra 12, más cuatro abstenciones. Es decir, la nueva Constitución nacía con un nivel de consenso político muy superior del que había hecho posible la designación de Jomaa para presidir el Gobierno. Para ver la luz, a la Carta Magna le habrían bastado 145 votos favorables, es decir, una mayoría de dos tercios; de no haber sido así, habría tenido que recurrirse a un referéndum nacional.

En cuanto al sistema de gobierno, Túnez quedaba conformada como una república de tipo mixto, semipresidencialista y semiparlamentaria. Los primeros trabajos constituyentes, en cambio, habían apuntado a un sistema de tipo parlamentario, de hecho el ahora vigente, de acuerdo con lo marcado por la Constitución interina.

Coincidiendo con la aprobación de la Carta Magna por la ANC, Jomaa, que ya había agotado el plazo legal de 15 días para este trámite, presentó la lista de ministros. El retraso en la formación del Gobierno obedeció a las resistencias de los partidos de la oposición a aceptar la permanencia de miembros del Gabinete saliente, en concreto el responsable del Interior, Lotfi Ben Jeddou, un magistrado independiente que venía encabezando la lucha contra el extremismo islamista.

Arropado por los partidos de la Troika, Jomaa consiguió mantener en su puesto a un colega del Gobierno Larayedh que debía prestarle una valiosa ayuda en un frente, el de la inseguridad y el terrorismo, donde él era un completo neófito. Sin embargo, a modo de transacción, se decidió que Jeddou cediera responsabilidades al nuevo ministro delegado para la Seguridad Nacional, Ridha Sfar Gandoura. En cuanto a los demás ministerios de peso, Exteriores fue para Mongi Hamdi, Defensa para Ghazi Jeribi y Finanzas para Hakim Ben Hammouda. 20 eran en total los ministros, 12 menos que el anterior Ejecutivo.

El 29 de enero el Gobierno Jomaa obtuvo la confianza de la ANC por 149 votos contra 20 y 24 abstenciones. En su discurso de investidura previo a la votación, el primer ministro designado fijó las dos prioridades de su mandato, que iban a ser la recuperación de la seguridad ("el terrorismo será perseguido sin descanso") y el relanzamiento de la economía, tanto a nivel nacional como en la dimensión regional, donde existían fuertes desequilibrios entre el interior y la costa. En su lucha contras las desigualdades sociales, afirmó, no iba a "escatimar esfuerzos en realizar programas de desarrollo, creación de empleo, mejora del poder adquisitivo y ampliación de la cobertura social".

En el plano político, Jomaa puso el acento en la necesidad de restablecer la credibilidad del Estado, una misión que debía traducirse en la organización de elecciones "libres y transparentes" como última etapa de la transición democrática. También renovó su "compromiso de arrojar toda la luz" sobre los crímenes políticos, aún no satisfactoriamente esclarecidos, de Chokri Belaid y Mohammed Brahmi.

El 1 de febrero el recién estrenado primer ministro realizó su primera salida al exterior en Argelia, con cuyas autoridades habló de estrechar la cooperación en materia de seguridad. Dos días después se comunicó por teléfono con Barack Obama, quien le invitó a visitarle en Washington este mismo año.

El 4 de febrero el nuevo Gobierno dio cuenta de la muerte de ocho personas en un tiroteo entre efectivos de la Guardia Nacional y supuestos terroristas en un barrio de la capital; uno de los abatidos era un presunto asesino de Belaid. Al mismo tiempo, se hizo pública una encuesta que otorgaba a Jomaa un 72,5% de confianza popular y una intención de voto del 14,8% -frente al 35,2% de Essebsi y el 7,8% de Larayedh- en el caso de que se presentara candidato a las presidenciales, algo de lo que el interesado no había dicho ni media palabra.

El 7 de febrero Marzouki, Jomaa y Ben Jaafar, las tres máximas autoridades de la República, protagonizaron la solemne proclamación de la nueva Constitución en el hemiciclo de la ANC. A la ceremonia, imbuida de emoción patriótica, asistieron varios dignatarios internacionales, que pronunciaron palabras de elogio y felicitación al pueblo tunecino por haber llegado a este momento. El más destacado de los oradores fue el presidente francés, François Hollande, para quien la adopción de esta Carta Magna confirmaba "que el Islam es compatible con la democracia", y que la misma podía "servir de ejemplo y referencia a otros países".

(Cobertura informativa hasta 7/2/2014)