Denis Sassou Nguesso
Presidente de la República (1979-1992, 1997-)
Perteneciente a la etnia minoritaria mbochi, localizada en el norte del país, con 17 años se enroló en las Fuerzas Armadas de la República del Congo, que acababa de independizarse de Francia. Entre 1961 y 1964 recibió formación militar en la Escuela General Leclerc de su país, en la República Centroafricana, en Argelia y en la Escuela de Infantería de Saint-Maixent, en Francia, antes de reintegrarse en el Ejército congoleño con el grado de subteniente. Simpatizante socialista, el 15 de agosto de 1963 participó en la revolución cívico-militar que derrocó al primer presidente del país, el sacerdote Fulbert Youlou, e inauguró un curso político de marcado signo izquierdista con la asunción de la Presidencia por el civil Alphonse Massemba-Débat y la creación, en 1964, del Movimiento Nacional de la Revolución (MNR), adscrito al socialismo avanzado.
Nguesso fue también uno de los jóvenes oficiales protagonistas del movimiento insurreccional del 31 de julio de 1968, que reemplazó a Massemba por un Consejo Nacional de la Revolución o junta militar presidida por el capitán Marien Ngouabi. Con 25 años fue nombrado comandante del único batallón de paracaidistas con que contaba el Ejército -ocupando el puesto dejado vacante por Ngouabi- y después fue miembro original del Partido Congoleño del Trabajo (PCT), fundado en un congreso celebrado del 29 al 31 de diciembre de 1969 para sustituir al MNR como el partido único del régimen, aunque éste adepto ya a un marxismo-leninismo sin ambages. De hecho, el PCT fue el primer partido marxista elevado al poder en África y merced a la nueva Constitución el país fue también el primero del continente en proclamar su fe en el "socialismo científico" con el nombre de República Popular del Congo.
Ngouabi, elevado el 3 de enero de 1970 a la Presidencia de una república que decía guiarse por el modelo soviético, nombró a Nguesso primero director de Seguridad y luego ministro de Defensa en el nuevo Consejo de Estado (Gobierno) por él presidido desde el 3 de enero de 1976. La promoción de Nguesso a este puesto clave fue consecuencia de su entrada cuatro días atrás en el Comité Militar del PCT o Estado Mayor Revolucionario Especial de 11 miembros, constituido por Ngouabi para reemplazar el Buró Político y reforzar el componente militar de un núcleo dirigente que no estaba libre de asechanzas y complots.
El 18 de marzo de 1977 Ngouabi pereció asesinado en un confuso golpe de Estado perpetrado, según se dijo, por "fuerzas derechistas" vinculadas al ex presidente Massemba (que fue arrestado y ejecutado en un proceso sumarísimo), aunque hay indicios para suponer una conspiración interna en la cúpula del PCT. Nguesso, que como responsable de la Defensa mantuvo la situación bajo control no sin desatar una dura represión con arrestos y ejecuciones, parece que estaba llamado a asumir la jefatura del Comité Militar del partido (investido por el Comité Central del PCT como la dirección colectiva de la nación hasta la elección de un presidente) y por ende la del Estado con el beneplácito de Francia.
No obstante, fue, en unas circunstancias no suficientemente aclaradas, el coronel Joachim Yhombi Opango, como Ngouabi y Nguesso un norteño de Cuvette, quien se encaramó a ambos puestos el 3 de abril. Hasta entonces, Nguesso ejerció de hecho como el hombre fuerte del país. Elevado a la sazón al rango de coronel y a la vicepresidencia primera del Comité Militar sin cesar como responsable de Defensa, Nguesso esperó dos años para golpear sin disimulos y hacerse con el poder: el 5 de febrero de 1979 el congreso del PCT destituyó a Opango por "desviación derechista" y tres días después el Comité Central eligió a Nguesso su presidente.
El 14 de agosto, después de que un referéndum (8 de julio) sancionara la nueva Constitución, Nguesso redondeó su operación con el título expreso de presidente de la República. Los observadores internacionales no apreciaron auténticas motivaciones ideológicas en este "movimiento corrector, sino una lucha por el poder entre facciones con un fuerte componente personalista, rasgo que ha caracterizado la azarosa trayectoria del país africano desde su independencia. Ahora bien, con Nguesso a su timón la revolución congoleña sí experimentó un reflujo en su dogmatismo ideológico y ganó en posibilismo económico y apertura exterior. Sin renunciar a los planes quinquenales, Nguesso entró en negociaciones con el FMI y propició la inversión extranjera privada, de Francia y, significativamente, de Estados Unidos, para la explotación de los importantes recursos petroleros. Esta producción fue reafirmada como la principal fuente de ingresos del país de resultas del declive de las exportaciones de otros recursos naturales, como los minerales estratégicos y las maderas preciosas.
Las excelentes relaciones con Francia y los incipientes vínculos con Estados Unidos los entendió Nguesso como una necesaria diversificación de las relaciones exteriores, que con Ngouabi habían estado ampliamente enfocadas a la URSS. El 13 de mayo de 1981 subscribió en Moscú con Leonid Brezhnev un Tratado de Amistad y Cooperación soviético-congoleño valedero por 20 años que sin embargo no incluía compromisos de defensa; de hecho, Nguesso se negó a conceder a los soviéticos una segunda facilidad naval además de la concedida en 1975 en Pointe-Noire. En el penúltimo día del III Congreso del PCT, celebrado del 27 al 31 de julio de 1984, Nguesso fue reelegido por unanimidad para un segundo mandato presidencial de cinco años y el mayor Louis-Sylvain Goma, hasta entonces considerado el número dos del régimen, quedó apartado de la jefatura del Gobierno.
En la segunda mitad de los años ochenta la administración dictatorial de Nguesso encontró diversos focos de oposición. En septiembre de 1987 se sublevó en la región de Cuvette Pierre Anga, ex capitán, antiguo miembro del Comité Militar del PCT y un partidario de Opango. La ayuda militar gala permitió la derrota y fuga del rebelde -que meses después pereció en un encuentro con los gubernamentales-, mientras que Opango, confinado en la localidad de Owando desde el levantamiento de su arresto en 1984, quedó bajo detención preventiva. Por lo que se refiere a la escena internacional, Nguesso fue presidente de turno de la Organización para la Unidad Africana (OUA) en 1986-1987 y la diplomacia congoleña jugó un papel destacado en las negociaciones entre Angola -cuyo Gobierno socialista mantenía unos vínculos muy estrechos con Brazzaville-, Cuba y Sudáfrica para la retirada de las tropas de los dos últimos países y el arreglo de las guerras de Angola y Namibia, las cuales desembocaron en los acuerdos de Nueva York del 22 de diciembre de 1988.
Nguesso fue confirmado por otro quinquenio en las presidencias del partido y la República en el IV Congreso del PCT, del 26 al 31 de julio de 1989. Estadista más práctico que doctrinario y preocupado ante todo de consolidar y prolongar su autoridad, en los meses siguientes Nguesso procedió a transformar el régimen según tomaba nota de los acontecimientos en la Europa del Este y de lo que le sugería el Gobierno francés. A finales de año anunció el abandono del dirigismo económico y la adopción del modelo de mercado, y dispuso una amnistía para presos por delitos políticos. Nguesso comenzó 1990, año emblemático del despertar democrático en el continente, con fuertes presiones internas y externas para que pusiera remedio a la calamitosa coyuntura económica y a la corrupción galopante, así que decretó la democratización.
El 15 de agosto, en el treinta aniversario de la independencia, anunció el multipartidismo, que fue aprobado el 30 de septiembre por el Comité Central del PCT. Del 4 al 7 de diciembre el partido ratificó en un congreso extraordinario la separación de funciones con el Estado, la renuncia al papel dirigente y, de paso, al marxismo-leninismo como doctrina. También, en 1990 Nguesso concretó la apertura económica con una visita oficial, en febrero, a Estados Unidos, cada vez un mejor cliente de las materias primas congoleñas, y con el acuerdo, un mes después, con el FMI para la puesta en marcha de un programa de ajuste estructural que a cambio del reescalonamiento de la deuda contemplaba reducciones drásticas en los gastos del Estado y miles de despidos en las empresas públicas.
A diferencia de otros mandatarios francófonos de la zona acomodados en los resortes del partido único, Nguesso pilotó la transición política sin grandes exigencias sociales (si bien la huelga general de mediados de septiembre de 1990 tuvo el efecto de acelerar las decisiones liberalizadoras del PCT) y sin mayores resistencias por su parte. El 25 febrero de 1991 inauguró una Conferencia Nacional en la que hasta el 10 de junio decenas de partidos políticos y movimientos sociales debatieron el futuro inmediato del país. El 8 de junio los conferenciantes designaron un primer ministro de transición, André Milongo (que reemplazó a Goma, recuperado por Nguesso en enero) y los trabajos se cerraron con la retirada de la mayoría de los poderes ejecutivos del presidente y su transferencia a un Consejo Superior de la República (CSR) como órgano legislativo de transición hasta las elecciones libres previstas para verano de 1992. Entre tanto Milongo formó un gabinete de unión nacional (22 de enero) y los congoleños aprobaron en referéndum la nueva Constitución (15 de marzo), que restituyó el antiguo nombre de República del Congo.
Las elecciones legislativas se celebraron a dos vueltas el 24 de junio y el 19 de julio de 1992 y supusieron un amargo varapalo para el PCT: con 19 escaños sobre los 125 de que constaba la Asamblea Nacional, el partido de Nguesso fue batido por la socialdemócrata Unión Panafricana para la Democracia Social (UPADS) del veterano Pascal Lissouba, ex primer ministro y dirigente del PCT caído en desgracia en los años setenta, y por el más conservador Movimiento Congoleño por la Democracia y el Desarrollo Integral (MCDDI) de Bernard Kolélas, otro antiguo opositor. En las presidenciales, el 2 y el 16 de agosto, se reprodujo la secuencia de preferencias del electorado y Nguesso, con un humillante 16,9% de los votos, quedó eliminado para disputar la segunda ronda. Pese a las múltiples irregularidades detectadas, no impugnó su derrota y el 31 de agosto transfirió la Presidencia a Lissouba después de acordar con él la elaboración de un programa común de Gobierno.
Sin embargo, el nuevo curso político comenzó sin un verdadero consenso nacional. Los rescoldos poselectorales, las impopulares recetas de saneamiento económico prescritas por el FMI y las desconfianzas entre los líderes partidistas condujeron a que las tres formaciones principales se dotaran de milicias y brazos paramilitares como autodefensa contra atentados y agresiones. Temiendo por su seguridad, Nguesso abandonó Brazzaville y se instaló en su villa natal de Oyo convenientemente protegido por sus hombres, a los que eventualmente organizó como un ejército privado, los denominados Cobras.
Las elecciones anticipadas del 2 de mayo, 6 de junio y 3 de octubre de 1993, lejos de aclarar el panorama lo envenenaron del todo. Las ventajas iniciales de los candidatos de la UPADS no fueron reconocidas por el partido de Nguesso, que acudió a los comicios aliado con la Unión para la Renovación Democrática (URD) y llamó al boicot en la segunda vuelta, lo que limitó su cuota representativa a las 15 actas. El elenco de partidos favorables a Lissouba, del que participaba el Reagrupamiento para la Democracia y el Desarrollo (RDD) de Opango -nombrado el 23 de junio primer ministro- sumó una precaria mayoría de escaños en la Asamblea Nacional, pero Nguesso y Kolélas, no sin desavenencias entre ellos, cuestionaron todo el proceso y se declararon en rebeldía frente a las instituciones.
En noviembre comenzaron los choques entre las milicias de Lissouba, los Zulúes, y Kolélas, los Ninjas, que a lo largo de cuatro meses sumieron al país en una virtual guerra civil con un balance de más de 2.000 víctimas mortales y 200.000 desplazados. Desde Oyo Nguesso asistió a este antagonismo visceral entre los dos antiguos opositores a su dictadura con un talante neutral, pero la animosidad gubernamental contra su persona le indujo a buscar refugio en París con su esposa e hijos. Esta ausencia colocó a Kolélas como el cabeza visible de las Fuerzas Democráticas Unidas (FDU), la alianza formada por el PCT y el MCDDI.
De cara a las elecciones presidenciales convocadas para el 27 de julio de 1997 Nguesso anunció su candidatura y en mayo de ese año se presentó en Brazzaville. Cuando el 5 de junio soldados gubernamentales rodearon su vivienda en el curso de una operación de desarme de milicias ordenada por Lissouba la capital se sumergió en violentos combates entre el Ejército y la milicia de Lissouba por un lado y los Cobras, unos 5.000 hombres, por el otro. El presidente acusó a su predecesor de instigar en el norte la violencia contra los partidarios de su aliado Opango, pero Nguesso replicó que al jefe del UPADS le interesaba avivar las tensiones para posponer unas elecciones que no se le aparejaban en buenos términos, y denunció la existencia de un supuesto plan para asesinarle.
Dio así comienzo una segunda y extremadamente violenta guerra civil en la que la lucha por el poder evocó implicaciones tribalistas, dado que Nguesso se identificaba con las etnias norteñas (cuando su presidencia siempre había favorecido a personas de esa zona, y más particularmente a sus paisanos de Cuvette) y Lissouba, un banzabi, representaba a los mayoritarios bakongos del sur. En esta ocasión Kolélas se mantuvo apartado de las luchas y se aprestó a mediar; de hecho, el 8 de septiembre Lissouba le nombró primer ministro de un gabinete que se sostuvo hasta el 15 de octubre.
En su determinación por recuperar la Presidencia sin reparar en los medios, Nguesso contó nada menos que con cinco valedores, todos viejos aliados y asociados, condenando a Lissouba a la derrota: el Gobierno de Francia, el Gobierno de Gabón, la empresa petrolera francesa ELF, soldados del Gobierno de Mobutu Sese Seko derrocado meses atrás en el vecino Zaire (en lo sucesivo República Democrática del Congo) y, sobre todo, el Ejército de Angola, que el presidente José Eduardo dos Santos dirigió en auxilio de los Cobras desde el enclave angoleño de Cabinda. París reforzó su contingente militar en Brazzaville con 500 soldados para cubrir la evacuación de ciudadanos franceses, la denominada Operación Pelícano, y concluida aquella el 15 de junio los retiró. Los gubernamentales acusaron amargamente a la antigua metrópoli colonial de "dejar a su suerte a la democracia congoleña".
Para el 15 de octubre, los Cobras, que perpetraron graves tropelías y violaciones de los Derechos Humanos contra una población civil indefensa, completaron el control sobre Pointe-Noire y Brazzaville, forzando la huida de Lissouba, y el 23 de octubre Nguesso hizo una entrada triunfal en la capital arrasada por los combates. Dos días después prestó juramento como presidente de la República, lanzó un mensaje de reconciliación nacional y declaró abrogadas la Constitución y todas las instituciones republicanas. El 2 de noviembre formó un Gobierno de Salud Pública presidido por él mismo y en el que participaron personas del MCDDI, a pesar de la ausencia de su líder. La guerra civil había provocado entre 4.000 y 10.000 muertos, más de 800.000 desplazados y grandes destrucciones de infraestructuras básicas.
En los meses siguientes, Nguesso tomó una serie de pasos encaminados a normalizar la situación y consolidar una instalación en el poder de tan dudosa legitimidad. El 20 de diciembre se reunió con el presidente Jacques Chirac y el primer ministro Lionel Jospin en París en el curso de una visita privada a Francia a su vez dentro de una gira de reconocimiento por varios países africanos, y del 5 al 14 de enero de 1998 tuvo convocado en Brazzaville un denominado Foro Nacional para la Reconciliación, la Unidad, la Democracia y la Reconstrucción del Congo con la asistencia de 1.400 representantes de los partidos políticos y la sociedad civil. Este foro se limitó a ratificar las propuestas del presidente sobre la puesta en marcha de un período de transición de tres años al cabo del cual debería aprobarse una nueva Constitución en referéndum y celebrarse elecciones generales. Entre tanto, la Asamblea Nacional dejaba paso a un Consejo Nacional de Transición (CNT) de 75 miembros designados. Nguesso, que no encontró mayores recriminaciones en sus tratos internacionales, alcanzó el 17 de julio de 1998 un acuerdo con el FMI para un préstamo de urgencia y también logró el desbloqueo de la cooperación al desarrollo de la Unión Europea.
Pero el mandatario congoleño no terminó de conjurar la situación de inestabilidad en diversos puntos del país, incluida la capital. Desde octubre de 1998, en sus inmediaciones y dentro del recinto urbano, se reprodujeron combates de envergadura, con artillería de por medio, entre los efectivos gubernamentales y angoleños y las milicias de Lissouba y, fundamentalmente, de Kolélas. En enero de 1999 los Cocoyes al servicio del derrocado presidente dieron la campanada cuando se hicieron con el control de la central hidroeléctrica de Moukoukoulou. Al cabo de un año de luchas esporádicas, pillajes y exacciones contra la población civil, el 29 de diciembre de 1999 las partes adoptaron un cese de hostilidades mediado por el presidente gabonés Omar Bongo, a la sazón yerno de Nguesso al estar desposado con una de sus hijas, que trajo una paz sumamente volátil a la espera de negociaciones sobre el futuro político del país.
En lo que se refiere al contexto regional, las grandes convulsiones bélicas en la República Democrática del Congo desde 1996 han eclipsado en parte la difícil situación en el país separado por el río homónimo, si bien en 1997 se observó un intercambio de tensiones que amenazó con fusionar ambos conflictos. Meses antes de establecer sus retenes en Congo-Brazzaville, el Ejército angoleño se desplegó en el sur de Congo-Kinshasa en ayuda de Laurent Kabila, primero, para empujar su alzamiento armado contra Mobutu, y luego de hacerse con el poder, para sostenerle frente a su propia rebelión, auspiciada por Rwanda y Uganda. En pago de la asistencia decisiva prestada cuando la captura de Brazzaville, en agosto de 1998 Nguesso ofreció tropas al presidente dos Santos para la gran ofensiva contra la guerrilla UNITA, que iba a reactivar la guerra civil en Angola.
Por su parte, el régimen de Kabila apoyó a Lissouba durante la guerra civil de 1997 y de hecho envió cientos de soldados al otro lado del río como advertencia contra unos desmanes bélicos que estaban causando destrozos en Kinshasa (Brazzaville está justo en la orilla de enfrente). Tras meses de recelos por una eventual acogida a las respectivas rebeliones armadas, los dos países adoptaron el 29 de diciembre de 1998 un pacto de no agresión, lo que se consideró un éxito de Luanda en la construcción de una red de países colaboradores en la aniquilación de la guerrilla de Jonas Savimbi.
La conclusión del calendario de transición diseñado en 1998 se encontraba al comenzar 2001 en entredicho por las condenas dictadas en rebeldía contra Lissouba y Kolélas, a 20 años de cárcel el primero y a la pena capital el segundo. Ambos líderes continuaron en su exilio parisino y fueron descalificados por Nguesso de participar en su propuesta de "diálogo intercongoleño", a pesar de añadir a la convocatoria la coletilla de "sin exclusiones". El 14 de abril de 2001 fue solemnemente declarado "día del final de la violencia", coincidiendo con la clausura de la Convención Nacional inaugurada el 17 de marzo en Brazzaville con los buenos oficios de Bongo. Los 1.600 asistentes resolvieron posponer la transición en unos meses, pero el futuro democrático del país siguió sin perfilarse por la concentración de poderes otorgada al presidente en las propuestas de reforma constitucional y la marginación de todo líder partidista capaz de hacer sombra a Nguesso.
El proceso de restauración de instituciones legítimas arrancó el 20 de enero de 2002 con la aprobación en referéndum de la nueva Constitución (la séptima desde 1961), hecha a la medida del hombre fuerte del país con la extensión del mandato presidencial a los siete años renovables una sóla vez y la imposibilidad de ser destituido por el Legislativo. Todavía más, la Carta Magna incluía una cláusula que prohibía la concurrencia en elecciones presidenciales de aquellos candidatos no residentes en el país antes de las elecciones por un período mínimo de dos años: los destinatarios de tan insólito requisito eran, obviamente, Lissouba y Kolélas.
Después, la retirada en la víspera de las elecciones presidenciales del 10 de marzo del ex primer ministro Milongo, alegando que el resultado estaba decidido de antemano, dejó a Nguesso retado sólo por candidatos de circunstancias. Así las cosas, las autoridades electorales concedieron a Nguesso el 89,4% de los votos con un índide de participación del 74,7%, resultado que prenunciaba lo que iba a suceder en las elecciones a la Asamblea Nacional previstas para el 12 de mayo. El que mejor parado salió de sus seis rivales fue Joseph Kignoumbi Kia Mboungou, que tuvo que contentarse con el 2,7%. La misión de monitores de la Unión Europea señaló haber detectado sólo defectos de procedimiento, descartando la comisión de fraude y valorando las condiciones del proceso como "aceptables". Ciertamente, tanto la campaña como la jornada electoral transcurrieron en calma, indicando el deseo mayoritario de los partidos y la ciudadanía de pasar página a las dramáticas convulsiones de 1997-1999.
Los observadores han destacado el éxito completo de la empresa de Nguesso para recuperar el poder, por lo demás inédita, por su carga de violencia y el visible patrocinio externo, en el elenco de antiguos autócratas africanos que en su momento se sometieron al dictado democrático de las elecciones que ellos mismos habían convocado. Si la asistencia diplomática y financiera del Gobierno francés y la ELF han resultado decisivos desde 1997 para la victoria militar y la consolidación del régimen, la incontestable decisión de los congoleños expresada en las urnas ha permitido su legitimación en 2002.
Se tiene la impresión de que tras este volumen masivo de votos se esconde, en parte, el temor de la población, traumatizada por los recientes estragos bélicos, a que si Nguesso no obtenía lo que deseaba las violencias volverían por sus fueros, más si se tiene presente la estimación de que sólo 7.000 de los aproximadamente 25.000 milicianos se han sometido al programa de desarme asistido por la ONU. No en vano, el antiguo militar marxista condujo una campaña centrada en las promesas de paz, seguridad y recuperación económica. En ese sentido, la ratificación de Nguesso con un mandato de siete años y la motivación de algunos de los votos a su favor presentarían concomitancias con el caso del antiguo señor de la guerra liberiano Charles Taylor, aupado democráticamente en 1997 a la Presidencia de su país después de haber contribuido abundantemente a devastarlo.
Según su biografía oficial, el presidente congoleño está en posesión, entre otras, de las siguientes distinciones: la Medalla Joliot Curie (Francia), la Medalla José Martí (Cuba), la Medalla de la Orden de Isabel la Católica (España), la Medalla de Oro Albert Einstein (UNESCO), la Medalla de Oro de la Asociación de Universidades Africanas, la Medalla de la Universidad de París-Sorbona, el Premio Lenin Internacional, el Premio del Consejo Mundial de la Paz, el Premio del Movimiento Panafricano de la Juventud, el Premio UNESCO de la Paz y el Premio de la Paz Mundial otorgado por la Academia Internacional Diplomática. Es asimismo doctor honoris causa por la Universidad Houari Bumedián de Argel.
(Cobertura informativa hasta 21/3/2002)