Domitien Ndayizeye
Presidente de la República (2003-2005)
Nacido en un entorno rural, cursó estudios primarios en Buganza, localidad sita en su provincia natal de Kayanza, y profesionales en una escuela técnica de Kamene, al norte de la capital, Bujumbura, de la que salió con un diploma de electricista en 1971. Siendo un hutu, en 1972 marchó a la antigua potencia colonial, Bélgica, huyendo de la guerra civil y el genocidio declarados contra su comunidad por los gobernantes tutsis, que dirimieron un conflicto interno, el sostenido entre los militares republicanos aupados al poder en 1966 bajo la presidencia del coronel Michel Micombero y los monárquicos afectos al antiguo rey Ntare V –los cuales fueron acallados-, antes de lanzarse a aplastar la insurrección de los hutus.
Éste no fue el primero ni iba a ser el último de los intentos de los hutus, que demográficamente eran abrumadoramente mayoritarios, de sacudirse de la dominación multisecular, en lo político y en lo económico, de las élites tutsis, tal como habían hecho sus congéneres de la vecina Rwanda en 1959, tres años antes de acceder a la independencia estos dos diminutos y superpoblados estados enclavados en el corazón de África. Según los documentos de la época, la tragedia burundesa de 1972 pudo cobrarse entre 100.000 y 150.000 vidas, casi todas de hutus.
En Bélgica, Ndayizeye se unió al Movimiento de Estudiantes Progresistas Barundi, luego llamado Movimiento para la Emancipación y el Progreso de Barundi (MEPROBA), una organización política moderada que reunía a la diáspora hutu en el exilio y que decidió llevar la lucha por la democracia en Burundi por cauces políticos y pacíficos, distanciándose de la subversión librada por el Partido de los Trabajadores de Burundi (UBU, marxista) y el Partido por la Liberación del Pueblo Hutu (Palipehutu).
En 1978 Ndayizeye se convirtió en secretario general del MEPROBA y un año más tarde se tituló como técnico superior en electricidad en un instituto de enseñanza profesional de la ciudad de Leuze. En 1981 obtuvo otro diploma en Mons que le cualificó como ingeniero industrial y acto seguido abandonó el país europeo con la intención de regresar a Burundi, pero siendo un destacado activista hutu existía un elevado riesgo de ser arrestado o de sufrir algo peor tan pronto pusiera un pie allí, así que se afincó en Rwanda, donde el régimen hutu exclusivista del general Juvénal Habyarimana brindaba asilo y protección a miles de hutus burundeses. Profesionalmente, Ndayizeye se ganaba el sustento como directivo de una compañía holandesa que hacía negocios comerciales con Rwanda y Burundi.
En 1988, año en que los hutus de Burundi sufrieron otra terrible represalia del Ejército copado por los tutsis, con un saldo de 25.000 muertos esta vez, Ndayizeye pasó a presidir la sección en Rwanda del MEPROBA, que el 23 de julio de 1992 se transformó en un partido propiamente dicho, el Frente Democrático de Burundi (FRODEBU), al amparo del nuevo marco pluripartidista y con la intención de participar en las elecciones convocadas por el presidente tutsi Pierre Buyoya como parte de su programa de democratización y reconciliación nacional.
Indefectiblemente, de los comicios, a poco que fueran libres y limpios, dado el aplastante desequilibrio étnico en favor de los hutus, iba a salir el primer presidente burundés de esta comunidad (amén del primero democráticamente elegido en la historia del país), y, en efecto, el 1 de junio de 1993 Melchior Ndadaye, principal líder del FRODEBU, se proclamó vencedor con el 64,7% de los votos frente al candidato del oficialismo tutsi, el propio Buyoya, representando a la Unión para el Progreso Nacional (UPRONA), la formación que había ostentando la hegemonía política desde la independencia. El 10 de julio de 1993 tuvo lugar la histórica transferencia de poder con la asunción de Ndadaye y la formación de un Gobierno de unión nacional cuya jefatura recayó en una tutsi de la UPRONA, Sylvie Kinigi.
Sin embargo, la línea dura del poder tutsi, vinculada al ex dictador Bagaza, nunca aceptó tener por jefe del Estado a un hutu. No habían transcurrido cuatro meses desde la asunción presidencial cuando el 21 de octubre, el flamante mandatario y buena parte de las máximas autoridades políticas del país cayeron asesinados en un golpe militar que, si bien fracasó en cuanto a que no dio lugar a la captura del poder por la clásica junta castrense (el autoproclamado Comité para la Salvación Nacional, que tampoco consiguió convertir en presidente al diputado François Ngeze, uno de los escasos dirigentes hutus de la UPRONA), sí realizó su propósito de malograr el predominio político recién conquistado por los hutus del FRODEBU. Más aún, el asesinato de Ndadaye fue el prólogo de una dramática espiral de matanzas interétnicas, con un inmediato exterminio masivo de hutus, víctimas por decenas de miles, pero también de muchos tutsis, seguida de crisis institucionales, magnicidios y, finalmente, la guerra civil.
El sucesor de Ndadaye, Cyprien Ntaryamira, falleció a su vez el 6 de abril de 1994 junto con su homólogo rwandés, Habyarimana, cuando el avión que les transportaba fue derribado sobre la pista del aeropuerto de Kigali, misterioso atentado que marcó el comienzo del histórico, por su monstruosa magnitud, genocidio de los tutsis rwandeses por los hutus que ostentaban el poder en este país. Entonces se hizo cargo de la Presidencia otro líder hutu del FRODEBU, Sylvestre Ntibantunganya, quien fue incapaz de detener la violencia masiva por la progresiva radicalización de las posturas en ambas comunidades.
En la administración de Ntibantunganya, que integraba precariamente a hutus y tutsis de los dos partidos mayoritarios (la militancia partidista en Burundi no ha sido, en absoluto, sinónimo de pertenencia a una u otra comunidad étnica, siendo así que hay hutus upronistas y tutsis frodebistas, si bien en menor número), Ndayizeye sirvió de administrador general del servicio de Documentación Nacional y Migraciones, una oficina que resultó afectada de lleno por el caos provocado por las matanzas y las olas de refugiados.
En febrero de 1995 Ndayizeye desempeñaba esa función pública y fungía como miembro del Comité Director Nacional del FRODEBU cuando fue arrestado por la Policía de Seguridad Pública y se convirtió en uno de tantos miles de hutus y tutsis moderados represaliados por las fuerzas de seguridad controladas por los extremistas de la UPRONA, ante la impotencia del Gobierno de coalición; arrojado a la prisión de Mpimba, en marzo de 1996 fue puesto en libertad no, según indica su biografía oficial, sin haber sido objeto de torturas por sus captores.
Para entonces, la situación política en el país era explosiva, por la multiplicación de los actos de violencia de los extremistas de los dos campos: por el hutu, el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD) y el reorganizado Palipehutu, que se constituyeron en auténticas guerrillas; por el tutsi, una serie de milicias armadas y elementos supuestamente incontrolados del Ejército, institución casi monoétnica y desde luego más cerradamente tutsi que el propio partido UPRONA. Precisamente, fue el Ejército, el 25 de julio de 1996, quien tomó el mando directo del país mediante un golpe de Estado que derrocó a Ntibantunganya y colocó en su lugar, con carácter interino, a Buyoya.
Ndayizeye fue elegido secretario ejecutivo nacional del FRODEBU en un momento en que el partido, por tanto, afrontaba enormes dificultades para legitimarse ante la masa de población hutu más expuesta a las brutales arbitrariedades del poder tutsi, que espoleaban los afanes de revancha y daba alas a la subversión del CNDD. En febrero de 1997 el político sufrió un segundo y breve arresto, esta vez por oponerse a la nueva dictadura militar y rechazar la oferta de “diálogo nacional” lanzada por Buyoya. En 1999 se convirtió en secretario general del partido, un año después de aceptar el FRODEBU tomar parte en el nuevo Gobierno de coalición encabezado personalmente por Buyoya y en el también novedoso marco constitucional, concebidos los dos para facilitar el acuerdo de paz intercomunitario que fue adoptado el 21 de junio de 1998 en la ciudad tanzana de Arusha.
En el cuatrienio siguiente, Ndayizeye y el presidente del FRODEBU, Jean Minani, éste desde el exilio tanzano, desarrollaron una labor constructiva para la normalización política de la torturada nación africana y cooperaron con el presidente Buyoya, que se esforzó también en la vía conciliadora. Ahora bien, ser los números, respectivamente, dos y uno del primer partido nacional, tal como habían mostrado las elecciones de 1993, no se traducía en términos de ascendiente decisivo sobre la comunidad hutu, desde la desaparición de Ndadaye falta de un líder carismático y con autoridad capaz de frustrar el trasvase de apoyos desde el frente civil al guerrillero.
El primer alto el fuego de Arusha, que debió entrar en vigor el 20 de julio de 1998, no funcionó en absoluto, y el Acuerdo de Paz y Reconciliación adoptado el 28 de agosto de 2000 en la misma ciudad no corrió mejor suerte en su apartado militar, al ser boicoteado en su momento por cuatro delegaciones tutsis y luego violarlo flagrantemente las dos guerrillas hutus, las Fuerzas para la Defensa de la Democracia (FDD) y las Fuerzas Nacionales para la Liberación (FNL), que eran las organizaciones armadas de que se habían dotado el CNDD y el Palipehutu (que como partidos sí fueron signatarios de la paz de Arusha), respectivamente, las cuales redoblaron sus ataques contra Bujumbura y otras ciudades.
Ahora bien, el apartado político del plan de paz global suscrito en Arusha, que incluía un calendario de transición democrática a culminar en 2004 con la celebración de elecciones presidenciales, sí fue aplicado por el régimen de Buyoya. Así, el 23 de julio de 2001 los 19 partidos participantes en el proceso de Arusha aprobaron investir a Buyoya como presidente constitucional de la República y a Ndayizeye como vicepresidente, y el 1 de noviembre siguiente arrancó el período de transición, de 36 meses de duración, con la toma de posesión de sus puestos por los dos dirigentes, al tiempo que retornaban del exilio Minani (quien, por su parte, fue elegido presidente de la Asamblea Nacional de transición en enero de 2002) y otros líderes del FRODEBU bajo la protección de 700 soldados sudafricanos. El pacto estipulaba que transcurrida la mitad del período, a los 18 meses, Buyoya debía ceder su puesto a un hutu, el cual sería el encargado de conducir la fase decisiva de la transición.
Ndayizeye, que se manifestó particularmente optimista sobre el resultado del programa de reconciliación nacional, fue el escogido para presidir los segundos 18 meses de la transición, con el tutsi Alphonse Marie Kadege, elevado a la jefatura de la UPRONA en diciembre de 2002, secundándole en la Vicepresidencia. El 30 de abril de 2003 tuvo lugar la ceremonia de transferencia del mando en Bujumbura y en su discurso inaugural, Ndayizeye prometió “trabajar por el bien de todos los burundeses, luchar contra el genocidio y la exclusión, y asegurar el respeto de los Derechos Humanos”. También expresó la opinión de que los rebeldes hutus más recalcitrantes carecían de razones para proseguir la lucha armada en las actuales circunstancias, ya que, según él, todas las instituciones del Estado, inclusive las Fuerzas Armadas, estaban abiertas a la inserción de los ex combatientes.
En este sentido, en octubre y diciembre de 2002 se plegaron al cese de hostilidades el ala mayoritaria del CNDD-FDD liderada por Pierre Nkurunziza, una facción rival de este grupo encabezada por Jean-Bosco Ndayikengurukiye, y una facción disidente del Palipehutu-FNL dirigida por Alain Mugabarabona. Pero la parte de Nkurunziza, con diferencia la fuerza guerrillera más poderosa, condicionó el abandono de las armas y el paso al frente político civil a la integración de sus aproximadamente 10.000 combatientes en unas Fuerzas Armadas burundesas étnicamente equilibradas; toda vez que esta transformación se quedó en el vado, la guerrilla de Nkurunziza reanudó las hostilidades, las cuales no dejaron de librar en ningún momento las FNL leales a Agathon Rwasa, que se negaron a cualquier compromiso con el Gobierno.
Los comentaristas regionales se han hecho eco de las diversas reacciones de esperanza y escepticismo que la asunción de Ndayizeye ha suscitado en Burundi y los países involucrados en la crisis, particularmente Tanzania, Sudáfrica, Mozambique y Etiopía, que actúan como garantes del Acuerdo de Arusha (los dos primeros) y aportan (los tres últimos) los 2.870 soldados de la Misión Africana en Burundi (AMIB), aprobada por la Unión Africana con la misión de asistir en la desmovilización, desarme y reinserción de las guerrillas hutus.
A Ndayizeye se le considera un líder tan bienintencionado y comprometido con la paz y la democracia en Burundi como políticamente débil, cuya autoridad sobre la comunidad hutu militante es limitada, cuanto más sobre la cúpula militar tutsi. Los pronósticos pesimistas apuntan a que unos y otros incurrirán en provocaciones e intentarán seguir librando la guerra por su cuenta, lo que no hará sino prolongar la agonía del país y un conflicto que en nueve años y medio ha causado entre 250.000 y 300.000 muertos, la mayoría civiles, y un millón largo de desplazados y refugiados.
(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 16/6/2003. El mandato de Domitien Ndayizeye como presidente de transición de Burundi concluyó el 26/8/2005 con la inauguración del nuevo presidente electo de la República, Pierre Nkurunziza). |