Patrice Talon

1. Dueño de un imperio algodonero
2. Acusación de conspiración criminal contra el presidente Yayi Boni en 2012
3. Elección a la jefatura del Estado en 2016

1. Dueño de un imperio algodonero

El hoy presidente de Benín, hijo de un ferroviario y nacido dos años antes de la independencia del país de Francia bajo el nombre de República de Dahomey, estudió Matemáticas en la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Universidad Cheikh-Anta-Diop de Dakar y luego se propuso formarse como piloto civil en la École Nationale de l'Aviation Civile (ENAC) de Toulouse. Su intención era entrar en la plantilla de la aerolínea panafricana Air Afrique, pero no superó las pruebas médicas de aptitud. Este fracaso le obligó a replantearse su futuro profesional, que en 1983 encaminó a un mundo completamente distinto del de los pilotos de vuelo: el de los negocios privados del ramo agroindustrial. En 1985 consiguió establecerse como empresario del sector del algodón, aventura corporativa que tuvo un éxito fulminante.

Contratista habitual de la Société Nationale pour la Promotion Agricole (SONAPRA), la entidad estatal responsable de gestionar la producción, transformación y comercialización de las cosechas agroindustriales del país (algodón, maíz, arroz, palma aceitera y otras, tratándose el primer producto del pilar de las exportaciones agrícolas beninesas), en la década de los noventa Talon, con sus Industries Cotonnières Associées (ICA), levantó numerosas plantas procesadoras de la fibra vegetal, creo miles de puestos de trabajo y se convirtió en uno de los hombres más adinerados de Benín.

Su Société de Distribution Intercontinentale (SDI), especializada en la comercialización de fertilizantes y herbicidas, no tardó en hacerse presente en otros países de la región eminentemente algodoneros como Côte d’Ivoire, Malí, Burkina Faso y Senegal. También, se hizo con una cuota del mercado del aceite vegetal, producido en su caso del prensado de semillas de algodón. Su estrategia de racionalización y diversificación le protegió de los vaivenes a que estaba expuesto el negocio algodonero. Por ejemplo, en 2005 un repentino colapso de los beneficios del sector llevó a la quiebra a varias compañías de la competencia y Talon se las apañó para adquirir sus instalaciones a precios de saldo.

La influencia de Talon en la economía de este Estado de la África francófona asomado al golfo de Guinea aumentó mucho tras la elección presidencial de Thomas Yayi Boni, un funcionario bancario internacional y economista independiente de orientación promercado, en 2006. Boni se propuso reestructurar a fondo la matriz algodonera nacional, que llevaba un tiempo resintiéndose fuertemente del descenso de las cotizaciones internacionales del producto, el proteccionismo de los países desarrollados que subvencionaban a sus cultivadores y las propias deficiencias de la economía de Benín, un país lastrado por los desequilibrios y los bajos índices de desarrollo.

En 2008 Talon ganó la licitación para la privatización de toda la división algodonera de la SONAPRA, que puso en sus manos una decena de fábricas hasta entonces pertenecientes al Estado, pasando así a ser el dueño de 15 de los 18 ingenios de procesamiento existentes en el país, una posición de cuasi monopolio. Tres años después, obtuvo además la gestión del Programa de Verificación de Importaciones (PVI) del puerto de Cotonú, principal motor de la economía beninesa. A estas alturas de su recorrido, Talon, del que no pasaba desapercibidos su acelerado tren de vida y su tendencia a la ostentación material, era ya un magnate con inversiones y participaciones en diversos sectores. Por ejemplo, era el accionista mayoritario de SIGIB, sociedad dueña de los hoteles de las cadenas Novotel e Ibis en Benín. La Société de Financement et de Participation (SFP) funcionaba como el holding de todas estas propiedades e intereses.

A pesar de no ser militante de ningún partido, Talon desarrolló un temprano interés en la dinámica política nacional, participando en la misma de manera indirecta, como financiador de diferentes plataformas. En las históricas elecciones democráticas de 1991, celebradas tras más de dos décadas de dictadura y sistema de partido único, fue uno de los que patrocinaron la candidatura, triunfante en las urnas, del tecnócrata liberal Nicéphore Soglo, quien era un pariente de su esposa. Fue durante la presidencia de Soglo cuando sus ICA firmaron sustanciosos contratos con la SONAPRA. Posteriormente, Talon financió diversos partidos políticos y en la campaña de las presidenciales de marzo de 2006 apostó por Boni, así que luego fue inevitable que muchos interpretaran las adjudicaciones al empresario dentro del programa privatizador del Gobierno como una gratificación por aquel respaldo. Aunque no tenía ningún cargo en la política o en la función pública, Talon estaba unánimemente considerado una de las figuras más poderosas del país al tratarse del gran patrón de la industria algodonera.

Boni volvió a imponerse a su principal adversario, Adrien Houngbédji, antiguo primer ministro y líder del Partido de la Renovación Democrática (PRD), no sin las denuncias de fraude de este, en las elecciones de marzo de 2011 e inició un segundo mandato de cinco años al que por imperativo constitucional no podía seguir un tercero. Las votaciones de 2011 coincidieron con una subida sin precedentes, aunque efímera, de los precios del algodón, entonces llamado con justicia oro blanco; de hecho, se trató de la mayor escalada en los mercados mundiales desde la guerra civil de Estados Unidos en el siglo XIX, y vino como consecuencia de la pérdida de cosechas en Australia, Pakistán, India y China debido a inundaciones, y por la acumulación de reservas para el autoabastecimiento por la propia China, principal consumidor e importador mundial del producto. Este boom pasajero multiplicó las beneficios del ya creso Talon. Durante un sexenio, el empresario privado mantuvo sus credenciales de personalidad políticamente independiente, que formalmente no se adhería ni al oficialismo ni a la oposición, aunque su cercanía al Gobierno y sus vínculos de amistad con Boni, cuyas campañas electorales había ayudado a costear, eran de dominio público.


2. Acusación de conspiración criminal contra el presidente Yayi Boni en 2012

Este escenario dio un giro de 180 grados en octubre de 2012, si bien el viraje ya venía rumiándose desde hacía meses. Entonces, las autoridades anunciaron a la sorprendida opinión pública el descubrimiento de un "complot para envenenar" al jefe del Estado y el arresto de una serie de personas del círculo íntimo de Boni, entre ellas una sobrina que trabajaba para él y su médico personal, así como un ex ministro, por su implicación en una trama criminal que tendría como muñidores a ciertos potentados del sector privado. Estos, siempre según la tesis del Gobierno, habían prometido a los detenidos una gran suma de dinero si conseguían que el presidente ingiriese las pastillas "radiactivas" destinadas a acabar con su vida, haciéndole creer que se tomaba unos simples analgésicos.

El procurador de la República, Justin Gbenameto, señaló directamente a Talon como el cerebro de la rocambolesca conspiración, cuyas motivaciones quedaron sin dilucidar, si bien fuentes de la Presidencia señalaron que los deseos de algunos empresarios de liquidar a Boni serían por cuestiones puramente económicas, ciertas decisiones del Gobierno que habrían perjudicado sus intereses comerciales. El Gobierno explicó más tarde que Talon había defraudado al Estado al meterse en su bolsillo una parte de los ingresos aduaneros que generaba el PVI del puerto de Cotonú, en concreto 12.000 millones de francos CFA, al cambio unos 18 millones de euros. Así expuesta, toda la historia resultaba a primera vista un tanto inverosímil, aunque era un hecho que el Ejecutivo había retirado repentinamente a Talon sus derechos de explotación del PVI e intervenido la sociedad montada por el empresario para gestionar dicha actividad aduanera portuaria, Bénin Control, así como la sociedad encargada de las diez fábricas adquiridas al Estado en la privatización de 2008, SODECO.

La imputación de confabulación para matar al presidente le sobrevino a Talon estando en París, a donde había viajado en mayo anterior, a raíz precisamente de plantearse el conflicto entre su corporación y el Gobierno por el PVI. El Ministerio de Justicia emitió en su contra una orden de búsqueda y captura internacional por los cargos de corrupción y fraude, y en diciembre de 2012 la Policía gala, en respuesta a la misma, arrestó al empresario beninés, para acto seguido dejarlo en libertad condicional. En febrero de 2013 Talon fue acusado formalmente de tentativa de golpe de Estado con propósito de magnicidio y hasta el reclutamiento de mercenarios, y le fue dictada una segunda orden de detención internacional, pero en diciembre siguiente la demanda de extradición por Francia fue retirada.

En mayo de 2014, tras meses de pelotera judicial con la implicación de varios tribunales benineses y franceses, la suerte del prófugo volvió a cambiar, de nuevo súbita e inesperadamente: desde Cotonú, Boni, magnánimo, anunció por la televisión que había decidido "perdonar" a Talon, a otro empresario huido el extranjero y a los presuntos cómplices que ya estaban en prisión, todos los cuales quedaban libres y sin cargos. El presidente precisó que estas exoneraciones en el resultado de unas gestiones de mediación realizadas por su colega francés, François Hollande, y el ex presidente de Senegal Abdou Diouf, y añadió que Talon ya le había expresado su "arrepentimiento" por escrito, de su puño y letra.


3. Elección a la jefatura del Estado en 2016

Aunque del presunto complot contra la vida de Boni y del presunto fraude aduanero en el puerto de Cotonú no volvió a saberse nada más, si bien la justicia gala mantuvo abiertas sus instrucciones procesales en relación con el primer caso, Talon permaneció por el momento en Francia, en una especie de autoexilio cautelar, rodeado de lujos. En realidad, estaba madurando su envite presidencial para las elecciones 2016. Cuando se tuvo noticia de esta ambición, algunos pensaron que las acusaciones de 2012 habían tenido por objeto neutralizar políticamente a una personalidad muy conocida, con mucho dinero y que por razones no suficientemente esclarecidas había terminado por enemistarse con Boni. Talon dio la cara con la explicación de que Boni había ido a por él cuando vio que no estaba dispuesto a apoyarle en su pretensión de enmendar la Constitución para poder optar a un tercer mandato.

Como Soglo en 1991 y como el propio Boni en 2006, el magnate algodonero confiaba en convertirse en el nuevo gran outsider de la peculiar política beninesa, un caso especial en África al favorecer la irrupción en las lides presidenciales, y con desenlace de victoria, de personas peritas en la administración financiera, la función pública o la dirección de empresas, pero sin experiencia alguna en la actividad política, haciendo valer únicamente sus reputaciones de hábiles en el terreno económico y sus bien provistas tesorerías de campaña. A lo largo de 2015 se hicieron notar en Cotonú, la principal urbe y capital no oficial del país -la capital oficial es la cercana Porto Novo-, las acciones proselitistas del denominado Círculo de Apoyo a Patrice Talon (CSPT), que no llegó a constituirse en un partido político propiamente dicho.

La postulación presidencial fue confirmada por el interesado en octubre, cuando todavía no se sabía quién sería el candidato de la formación del Gobierno, las Fuerzas Cauris para un Benín Emergente (FCBE), colectividad que había sacado el mayor número de escaños en las elecciones a la Asamblea Nacional de 2007, 2011 y 2015, en la última edición en coalición con la Alianza Amana, otra agrupación del campo propresidencial. En diciembre se conoció al aspirante del oficialismo: se trataba de Lionel Zinsou, primer ministro del país desde el mes de junio, sobrino del ex presidente (1968-1969) Émile Derlin Zinsou, de madre francesa, luego mulato, y un experto financiero formado en las prestigiosas École Normale Supérieure (ENA) de París, su ciudad natal, y London School of Economics (LSE). Zinsou, al que envolvía una aureola intensamente afrancesada que provocaba rechazo en muchos benineses, recabó la adhesión de uno de los políticos con más solera del país, Adrien Houngbédji, lo que en apariencia incrementó sus posibilidades de llevarse la Presidencia, de entrada elevadas por tener de su lado la maquinaria del Ejecutivo saliente, del que era ciertamente el número dos.

Un tercer competidor de peso se materializó en la figura de Sébastien Ajavon, como Talon un prominente hombre de negocios independiente y conocido como el Rey del Pollo por sus empresas del sector cárnico. Además, obtuvieron el registro una treintena más de candidatos, ninguno de los cuales contaba para las quinielas. La competición real se entabló entre Zinsou, Talon y Ajavon, con el primero claramente destacado a priori sobre los otros dos, aunque al final la contienda resultó estar bastante igualada.

Una vez retornado a Benín, Talon, mientras insistía en que, de llegar a la Presidencia, no sucumbiría al revanchismo político o al "espíritu de venganza" y concentraría sus esfuerzos en darle a Benín un "nuevo comienzo", abordó en su campaña la situación económica del país, con un ritmo de crecimiento anual superior al 5% gracias a la existencia de un sector servicios y una industria de la construcción apreciables, pero que no se traducía en una reducción tangible de la pobreza y que además afrontaba el impacto del desplome de los precios del algodón, eterno pivote de una economía aún eminentemente agrícola (el 80% de la población dependía de los cultivos, muchos de pura subsistencia, para sus ingresos vitales), a causa de la debilidad de la demanda y porque el mercado mundial empezaba a saturarse de oferta ante la progresiva salida a venta de los stocks que China había acumulado durante años. Desde el verano de 2014 la libra de algodón venía cotizándose por debajo de los 70 centavos de dólar, menos de la mitad de lo que se pagaba en 2011, y al comenzar 2016 la tendencia apuntaba a una caída continuada por debajo de los 60 centavos.

Como Zinsou y Ajavon, Talon centró sus promesas en la dinamización económica, la reducción del masivo desempleo juvenil, superior al 60%, la lucha contra la corrupción, motivo de varios escándalos durante la presidencia de Boni y que le habían achacado a él mismo, y las mejoras en el sistema educativo, que presentaba lagunas flagrantes. Pero además acuñó un compromiso que le distinguió radicalmente de sus contrincantes y que podía considerarse revolucionario por ir a contracorriente de la tendencia en boga en todo el continente: acometer una reforma de la Constitución para limitar los mandatos presidenciales a uno quinquenal no renovable. El argumento del candidato para una medida semejante, que de entrada sonaba a higiene democrática pero que a algunos observadores no les parecía convincente, era el siguiente: que si un presidente era consciente de que solo disponía de cinco años para gobernar el país, no se dormiría en los laureles y daría todo lo mejor de sí para hacer realizaciones y dejar un legado positivo.

En su manifiesto de campaña, Talon se presentaba como un hombre-providencia que había tomado la decisión de "sacrificar vocación y comodidades" para, apoyándose en su "perfecto conocimiento del mundo de los negocios" y su "posición privilegiada" para "diagnosticar los males que aquejan a nuestro país", dar el paso de presentarse a la Presidencia con la meta de "congregar a la clase política y a la sociedad civil para ponernos de acuerdo sobre las reformas que Benín necesita para salir de la vergüenza y la miseria". "Quiero ayudar a limpiar la política en nuestro país, que es la principal causa de todos nuestros males", proclamaba el opositor, autor en su opinión de un "proyecto serio y ambicioso".

El 6 de marzo de 2016 Zinsou se puso en cabeza al recibir el 28,4% de los votos, seguido de Talon con el 24,8%. Ajavon, con el 23%, quedó apeado para disputar la segunda vuelta. Esta tuvo lugar el 20 de marzo y el empresario, una vez obtenida la petición del voto para él por Ajavon y otros candidatos eliminados en la primera vuelta, vapuleó al primer ministro franco-beninés con el 65,4% de los sufragios. En un hecho menos raro de lo que suele suponerse en la tantas veces turbulenta política del África subsahariana, el perdedor no dudó en reconocer su derrota y en felicitar con cortesía a su oponente ganador.

La prensa internacional destacó que la calidad de todo el proceso electoral venía a certificar la condición de Benín como faro de democracia para el resto del continente, si bien esta luz se había vuelto algo mate por culpa del turbio affaire del complot para envenenar a Boni. La Corte Constitucional validó los resultados el 25 de marzo y el presidente electo tomó posesión del cargo con un mandato de cinco años, que si ejecutaba la reforma constitucional prometida en la campaña electoral sería el último, el 6 de abril. La ceremonia de inauguración en Porto Novo no contó con la presencia de dirigentes extranjeros por expreso deseo del nuevo mandatario, que quería debutar en el poder transmitiendo una imagen, novedosa en quien había alardeado de rico durante años, de sobriedad y austeridad.

El mismo espíritu pareció impregnar la formación de su Gobierno al reducir Talon el número de ministros de 28 a 16 y excluir el nombramiento de un primer ministro para dirigirlo, puesto institucional que en realidad la Constitución de 1990 no recogía, aunque dos de los tres primeros presidentes de la democracia sí habían delegado parte de sus funciones técnicas a sendos primeros ministros en cortos períodos de tiempo: Mathieu Kérékou, el antiguo dictador militar marxista devenido demócrata genuino y fallecido en octubre de 2015, tuvo a Adrien Houngbédji en 1996-1998 y más recientemente Boni había contado con Pascal Irénée Koupaki en 2011-2013 y con Zinsou desde 2015. Ahora, Talon tenía por delante la tarea de construir una base suficiente de apoyos en la Asamblea Nacional. La primera fuerza que anunció su disposición a prestarle respaldo parlamentario fue el PRD de Houngbédji, que poseía una decena de diputados.

Patrice Talon está casado con Claudine Gbènagnon y tiene dos hijos.

(Cobertura informativa hasta 1/5/2016)