Liamine Zéroual
Presidente de la República (1994-1999)
Bereber con origen en la tribu chauia, a los 16 años se unió al maquis del Ejército de Liberación Nacional (ALN), el brazo armado del Frente de Liberación Nacional (FLN), organización que en noviembre de 1954 se había lanzado a la guerra contra Francia. Conseguida la independencia en julio de 1962, Zéroual se integró en el flamante Ejército argelino. En 1965, el año en que el presidente Ahmed Ben Bella fue derrocado en un golpe militar por el coronel Houari Bumedián, se desplazó a Moscú y París para recibir adiestramiento militar, y a su vuelta a Argelia fue destinado al frente de una unidad de artillería en Sidi bel Abbes.
En los años siguientes recorrió todo el escalafón del Ejército argelino y desempeñó sucesivamente la jefatura de las regiones militares de Sáhara-Tamanrasset (1982), de la frontera marroquí (1984) y de Constantina (1987). Previamente dirigió la Escuela de Instrucción Militar de Batna, desde 1975, y, a partir de 1981, la Academia Militar Cherchell.
En 1988 fue promovido a general y a comandante en jefe del Ejército de Tierra, pero en diciembre de 1989 se retiró del servicio activo por diferencias con el presidente Chadli Bendjedid y el jefe del Estado Mayor, general Khaled Nezzar, en torno a la modernización de esa arma de las Fuerzas Armadas. En 1990 fue destinado como embajador a Rumanía, pero menos de doce meses después se retiró de la vida pública, en aparente caída en el ostracismo.
Sin embargo, el 10 de julio de 1993, año y medio después de la dimisión forzada de Bendjedid y de la toma del poder, en un intento de frenar el auge integrista, por un Alto Comité de Estado (HCE) cívico-militar, Zéroual fue nombrado por el presidente de dicha entidad colegiada, Ali Kafi, ministro de Defensa en sustitución de Nezzar, hombre de gran ascendencia en el Ejército y máximo exponente del grupo de militares partidarios de soluciones expeditivas con el islamismo armado.
Precisamente, Zéroual ofrecía ante la opinión pública un perfil de alto oficial favorable al diálogo entre el poder y los partidos políticos, a fin de llegar a un acuerdo nacional que cerrase la etapa de guerra civil larvada iniciada en 1992. En los meses siguientes Zéroual sostuvo diversos encuentros con líderes encarcelados del Frente Islámico de Salvación (FIS), el partido que arrasó en las anuladas elecciones legislativas de diciembre de 1991.
Al fracasar en diciembre de 1993 la Conferencia de Diálogo Nacional, que debía implicar a los partidos en el diseño de un período de transición democrática de dos o tres años y en el nombramiento de un jefe del Estado, el 25 de enero de 1994 comenzó sus sesiones una Conferencia Nacional de Reconciliación, convención de recambio de la que también se descolgaron la mayoría de los partidos relevantes y que aprobó la creación de un Consejo Nacional de Transición (CNT) con funciones de Parlamento. En esta tesitura, el 30 de enero prosperó la candidatura de Zéroual como una solución de compromiso entre los erradicadores y los conciliadores del régimen, a propuesta del Alto Comité de Seguridad (HCS), órgano teóricamente consultivo pero que detentaba el poder ejecutivo en la sombra y al que el general pertenecía en tanto que ministro de Defensa.
Al día siguiente de su elección, una cooptación, de hecho, tan poco democrática a los ojos de los partidos políticos, Zéroual tomó posesión como jefe del Estado para el período provisional, cuya duración se preveía de tres años. Retuvo la titularidad de la cartera de Defensa y de paso asumió la comandancia suprema de las Fuerzas Armadas, potestad asociada al puesto presidencial.
Zéroual desarrolló una zigzagueante exploración de las opciones de diálogo con el FIS, al que siguió manteniendo en la clandestinidad, como la liberación de su principal líder, Abbasi Madani, el 15 de julio de 1997, con la esperanza de que influyera en los extremistas del Grupo Islámico Armado (GIA). Pero no por ello se detuvo la guerra sin cuartel entre las fuerzas de seguridad y las poderosas bandas islamistas. Los atentados terroristas, los choques bélicos a gran escala y las matanzas de civiles perpetradas por el GIA, con saña redoblada, agudizaron la realidad de una guerra civil no declarada pero no por ello menos mortífera: los analistas establecieron en unos 75.000 los argelinos muertos en los distintos frentes de violencia entre 1992 y 1997.
Zéroual quiso legitimar su régimen con una serie de consultas electorales que debían reanudar la transición democrática interrumpida en el autogolpe del 11 de enero de 1992. En las elecciones presidenciales del 16 de noviembre de 1995, que tuvieron la virtud de ser las primeras pluralistas en la historia del país, el ex militar fue confirmado con el 61,3% de los votos. Sus adversarios fueron Mahfud Nahnah, islamista moderado del Movimiento de la Sociedad Islámica (MSI-Hamas), Said Saadí, nacionalista bereber del Reagrupamiento por la Cultura y la Democracia (RCD) y Nureddin Bukruch, del Partido de la Renovación Argelina (PRA). Los observadores internacionales, fuera de algunos defectos de organización, no cuestionaron la limpieza de los comicios. Como premio a su participación en el proceso electoral, en enero de 1996 Zéroual otorgó unos puestos ministeriales testimoniales al MSI-Hamas y al PRA.
El 27 de noviembre de 1995 Zéroual inició sus funciones como presidente de la República, pero con el déficit de legitimidad que suponía el no reconocimiento por los cinco partidos que boicotearon las elecciones y se agrupaban en la denominada Plataforma de Roma: el propio FIS, el Frente de Fuerzas Socialistas (FFS) de Hocín Ait Ahmed, el Movimiento por la Democracia en Argelia (MDA) de Ben Bella, el Movimiento del Renacimiento Islámico (MRI-An-Nahda) y el FLN, el antiguo partido único y ahora arrojado a una marginalidad parcial, dirigido por Boualem Benhamouda.
El 28 de noviembre de 1996 Zéroual sometió a referéndum un proyecto de Constitución. El texto fue, cuando no condenado, criticado por MSI-Hamas y MRI-An-Nahda por contemplar la prohibición de todo partido de inspiración religiosa, lingüística, racial, sexista o que recurriera a métodos violentos. También estipulaba el refuerzo de los poderes del presidente, como el nombramiento de un tercio de la Cámara alta del Parlamento o Consejo de la Nación, su elección como jefe del Estado por un período de cinco años no renovable, la reorganización del poder legislativo y la declaración del Islam como religión del Estado, punto que irritó a su vez a los sectores laicos que representaban el FFS y el RCD. El partido de Saadí se oponía además a la definición del árabe como única lengua oficial.
Todos estos partidos —y, por supuesto, el FIS—, bien, llamaron al boicot, bien al voto en contra, bien no se pronunciaron sobre un sentido u otro. Sólo el FLN, las organizaciones de ex combatientes y el sindicato Unión General de Trabajadores Argelinos (UGTA) pidieron el sí. Pese a todo, el borrador se aprobó con el 84,6% de los votos y con una participación que, no obstante la poco creíble cifra facilitada por las autoridades, el 79,7%, pudo no haber llegado a la mitad del censo.
Consecuencia de esta aprobación fueron las elecciones del 5 de junio de 1997 a la Asamblea Popular Nacional o Cámara baja del nuevo Parlamento argelino, que iba a ser también el primer órgano legislativo pluralista en la historia del país. Zéroual obtuvo un éxito por partida doble, al conseguir la participación de la mayoría de los partidos y la victoria del propresidencial Reagrupamiento Nacional Democrático (RND), partido fundado el 21 de febrero anterior para sostenerle en el Parlamento y liderado por el primer ministro nombrado el 31 de diciembre de 1995 con la misión de sacar adelante la peliaguda reforma estructural de la economía conforme a lo demandado por el FMI, Ahmed Ouyahia, el cual se adjudicó 156 escaños con el 38,1% de los sufragios.
A bastante distancia del RND quedaron el partido de Nahnah, que ahora se llamaba Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP), el FLN, el MRI-An-Nahda, el RCD y el FFS. Sólo el muy crítico MDA —que días después fue ilegalizado— y el proscrito FIS estuvieron ausentes de la consulta, si bien el partido de Madani dio a elegir a sus seguidores entre la abstención o el voto a aquellos partidos “no implicados en la política del poder actual” y que propugnaran una “solución global y justa” de la crisis nacional. Luego de los comicios, Zéroual encargó a Ouyahia un nuevo gobierno con ministros tecnócratas, propresidenciales y del FLN, amén de la presencia marginal del MSP.
El ejecutivo de Zéroual mantuvo una democracia limitada y vigilada en Argelia. Sus temores a permitir la democratización plena fueron contrarrestados, de alguna manera, por el hecho inapelable de unas elecciones presidenciales con pluralidad de candidatos, —por lo demás algo insólito en el mundo árabe, incluso para los países más avanzados en la asignatura (con matices en los casos de Líbano, Marruecos, Jordania o Egipto)—, así como por tolerar una prensa con unos notables niveles de libertad. Sin embargo, todo quedó eclipsado por la realidad cotidiana de una violencia atroz y asfixiante.
A finales de 1997 el presidente parecía haber fracasado en sus intentos de consensuar políticas con los partidos democráticos y de atraerse a los sectores moderados del FIS. Los elementos duros del Ejército y la administración le presionaban para que pusiese fin a sus veleidades negociadoras con el FIS, cuya influencia sobre el GIA, que prosiguió sin desmayo sus acciones indiscriminadas contra la población civil a pesar de la no menos implacable represión gubernamental, parecía bien escasa.
La acumulación de terribles matanzas (300 muertos en Rais el 29 de agosto de 1997, 200 en Bentalha el 22 de septiembre de 1997, 400 en Relizán el 31 de diciembre de 1997, 400 en Sidi Hammed el 11 de enero de 1998), muchas cometidas a las mismas puertas de la capital, resultaron inexplicables por la absoluta impunidad de sus autores. Este aspecto reforzó la convicción en muchos argelinos sobre algún tipo de connivencia de las fuerzas de seguridad, alimentando tenebrosas hipótesis sobre el verdadero trasfondo de tanta barbarie.
Zéroual rechazó las propuestas de la conmocionada comunidad internacional, fundamentalmente Estados Unidos y la Unión Europea, de someter estas atrocidades a la investigación de un relator especial de la ONU y de enviar ayuda humanitaria a las víctimas, en lo que alegó injerencia en la soberanía nacional. Sólo aceptó la gestión de la troika comunitaria a nivel de secretarios de Estado de Exteriores (ésta realizó una visita informativa el 19 de enero de 1998) y discusiones bilaterales en materia de seguridad.
El 5 de julio de 1998 un nuevo frente de tensión produjo la entrada en vigor de la ley sobre la extensión del uso del árabe en la enseñanza y la administración, que desató las iras de los cabileños berebéres. El RCD, el FFS y el Movimiento Cultural Bereber (MCB) suscribieron una protesta contra la “corriente islamista-arabizante” impulsada desde el poder. El único logro que el presidente podía esgrimir entonces era el alto el fuego unilateral decidido en octubre de 1997 por el Ejército Armado de Salvación (AIS, brazo armado del FIS), grupo que, si bien numeroso y bien pertrechado, no venía protagonizando episodios de violencia espectaculares.
El 11 de septiembre de 1998, agobiado por la crisis económica, la agitación laboral atizada por la UGTA en respuesta al proceso de liquidación de las empresas ineficientes del Estado, la reciente protesta de la Cabilia y, sobre todo, la violencia masiva en el frente islamista, el mandatario argelino anunció por sorpresa la convocatoria de elecciones presidenciales anticipadas para abril de 1999, a las que, conforme a la limitación constitucional, no se presentaría.
La decisión cogió por sorpresa a la clase política y a buena parte de los analistas (por el contrario, la población reaccionó con indiferencia), por otra parte acostumbrados a la timidez comunicativa de Zéroual y a su tendencia a dejar las preguntas sin respuesta. El 15 de diciembre siguiente sustituyó al fuertemente criticado Ouyahia por el tecnócrata Smail Hamdani en la jefatura del Gobierno.
La prensa habló de lucha de clanes en las altas esferas del poder y de “golpe de Estado maquillado”, barajando hipótesis sobre los beneficiarios de esta renuncia prematura. Con el apoyo del RND y el FLN, el candidato vencedor de las elecciones fue Abdelaziz Bouteflika, ex ministro de Exteriores y antigua estrella política del régimen de Bumedián, al que Zéroual entregó la jefatura del Estado el 27 de abril.
(Cobertura informativa hasta 20/3/2001)