Evangelos Venizelos
Ministro de Exteriores y viceprimer ministro (2013-2015)
Evangelos Venizelos, uno de los pesos pesados de la política griega, lidera desde 2012 el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), antes el partido más poderoso de Grecia y hoy, con 40 años de existencia, abocado a la irrelevancia y tal vez a la desaparición. Este experto constitucionalista de físico corpulento y verbo firme, ministro multicartera en siete gobiernos de su formación, tuvo como mentor al viejo caudillo socialista Andreas Papandreou y luego sostuvo una rivalidad intermitente con el hijo de este, Georgios Papandreou, del que fue titular de Defensa y de Finanzas hasta su renuncia como primer ministro en 2011, previamente a la sucesión al frente del partido y en plena vorágine de la gran crisis económica y financiera que estaba asolando Grecia.
Como ministro de Finanzas entre 2011 y 2012, primero a las órdenes de Papandreou y después con el tecnócrata Loukas Papademos, Venizelos negoció con la Troika de la Comisión Europea, el BCE y el FMI los términos del segundo rescate crediticio de Grecia, que incluía una quita parcial de deuda soberana. Desde 2013, cuando accedió a integrarse en un Ejecutivo de gran coalición, coopera estrechamente con el primer ministro del partido conservador Nueva Democracia, Antonis Samaras, en calidad de viceprimer ministro y ministro de Exteriores. Como tal, ha intentado diluir la perspectiva de un tercer plan de salvamento internacional del país, no obstante barajado por el Eurogrupo, tras el fracaso o la insuficiencia de los dos primeros en el ajuste de la gigantesca deuda pública.
El compromiso asumido por su líder, quien justifica este respaldo por responsabilidad de Estado, con la ejecución del traumático programa de austeridad y reformas estructurales prescrito a la intervenida Grecia, unido a los escándalos de corrupción, costó al PASOK unos resultados desastrosos en las dos elecciones generales consecutivas de 2012, y una auténtica debacle en las europeas de 2014. Ahora, en enero de 2015, Venizelos afronta unos comicios anticipados que, entre la sangría de votos en beneficio de la SYRIZA de Alexis Tsipras y la defección de Papandreou, que concurre con su nuevo Movimiento de Socialistas Demócratas (KIDISO), podrían dar la puntilla a su agrupación.
(Texto actualizado hasta enero 2015)
1. Una dilatada experiencia jurídica y gubernamental
2. Ministro de Finanzas con Papandreou y Papademos durante la catástrofe económica de Grecia
3. Líder del PASOK y número dos del Gobierno Samaras de gran coalición
1. Una dilatada experiencia jurídica y gubernamental
Hijo de una familia macedonia de apellido famoso pero sin parentesco con la histórica dinastía de estadistas liberales griegos (Eleftherios Venizelos, siete veces primer mimistro entre 1910 y 1933, y su hijo Sofoklis, quien ocupara el cargo dos décadas después), el joven Evangelos Venizelos se formó en Derecho por la Universidad Aristóteles de Tesalónica, en la que ingresó justo después de la restauración democrática de 1974, y la Universidad Panthéon-Assas (París II), donde desde 1978 cursó estudios de posgrado. Estuvo implicado en el movimiento estudiantil de izquierdas opuesto a la dictadura de los Coroneles y posteriormente representó al alumnado de la Universidad de su ciudad natal.
En 1980 recibió el título de doctor en Derecho y ese mismo año, a los 23, contrajo matrimonio con Lila A. Bakatselou, una abogada recién titulada e hija de un potentado industrial de Tesalónica; la pareja iba a tener una hija, Elvina. A lo largo de la década de los ochenta, Venizelos impartió docencia de Derecho Constitucional en la Universidad Aristóteles y en 1984 consiguió la plaza de catedrático. En calidad de abogado del Estado ejerció en el Consejo de Estado y el Tribunal Supremo de la República Helénica. Además, formó parte de las juntas del Centro Nacional de Administración Pública, el Banco Nacional de Grecia y el Comité de Radios Locales.
Su producción intelectual ha incluido desde entonces numerosos artículos, monografías, manuales lectivos y papers académicos sobre diversos aspectos del Derecho, las Ciencias Políticas y Sociales, los medios de comunicación y la cultura, las políticas gubernamentales de Grecia y la integración europea. Su tesis más conocida, ampliamente divulgada en su etapa de ministro de Cultura antes de las Olimpiadas atenienses de 2004, es que Grecia, cuna de Occidente y lugar de encuentro con Oriente, es una "civilización de civilizaciones".
La política llamó a Venizelos por la puerta jurídica en 1989, cuando fue contratado por Andreas Papandreou, líder del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) y primer ministro hasta julio de aquel año, para que llevara su defensa penal en el llamado caso Koskotas, gran escándalo de corrupción por el que el veterano dirigente fue desaforado, procesado y sentado en el banquillo por los cargos de corrupción pasiva, encubrimiento de patrimonio privado e instigación moral de la malversación de 210 millones de dólares de los fondos del Banco de Creta.
En enero de 1992 terminó con un veredicto de inocencia el juicio a Papandreou, en el curso del cual Venizelos, dado a conocer a la opinión pública griega como un abogado elocuente e incisivo, defendió a su ilustre cliente con eficacia. Impresionado por las dotes del treintañero, Papandreou se apresuró a reclutarlo para el PASOK estando su caso aún en la fase procesal. Así, en 1990 Venizelos se convirtió en miembro del Comité Central del partido y tres años después, con Papandreou completamente exonerado por la justicia y listo para retornar triunfalmente al poder, fue incluido en las listas electorales socialistas como candidato a diputado por Tesalónica.
Los comicios del 10 de octubre de 1993, que dieron una gran victoria al PASOK frente a su adversario de la derecha, el partido Nueva Democracia (ND) de Konstantinos Mitsotakis, marcaron un hito en las carreras de quienes establecieron una relación de mentor y protegido. Papandreou, septuagenario, volvió a ser ministro después de habérsele dado por desahuciado políticamente y Venizelos, 38 años más joven, debutó como diputado del Vouli o Parlamento, amén de viceministro de la Presidencia y portavoz del Gobierno que su jefe constituyó el 13 de octubre. A partir de aquí, Venizelos empezó a coleccionar cometidos gubernamentales uno detrás de otro. Para empezar, en julio de 1994 Papandreou le ascendió a miembro del Gabinete como titular del nuevo Ministerio de Prensa y Medios.
En los meses que fungió al frente de este departamento, el abogado, que al parecer tenía en mente a sus paisanos y electores de Tesalónica, se distinguió por su intransigencia nacionalista en la sensible cuestión de la ex república yugoslava de Macedonia, siendo uno de los miembros del Gobierno más identificados con la polémica decisión de imponer un embargo comercial al país vecino con el pretexto de que el Gobierno de Skopje, al exhibir simbología nacional asociada a la figura de Alejandro Magno y meramente emplear la denominación de Macedonia para su Estado, albergaba propósitos irredentistas sobre la región griega del mismo nombre.
Presionado por los socios europeos, Papandreou se avino a una postura más flexible y el 13 de septiembre de 1995 Grecia y Macedonia adoptaron un Acuerdo Interino por el que la segunda aceptaba cambiar de bandera nacional y la primera levantaba el bloqueo comercial y admitía prestar un reconocimiento básico, aunque el veto de Atenas a la fórmula República de Macedonia para designar al Estado miembro de la ONU se mantuvo intacto. No por casualidad, a los dos días de firmarse el acuerdo en Nueva York Venizelos vio cambiada su posición en el Gabinete, donde pasó a ser el ministro de Transportes y Comunicaciones.
La mudanza el 22 de enero de 1996 de Papandreou, gravemente enfermo, por Kostas Simitis supuso para Venizelos otro cambio de cartera. Su nuevo ministerio, el de Justicia, parecía el más adecuado a su formación académica y experiencia profesional, pero le duró poco más de siete meses, pues en septiembre de 1996 Simitis, con el mandato victorioso de las elecciones generales anticipadas, formó un segundo Gobierno en cuyo seno prefirió tener a Venizelos como responsable de Cultura y Deportes. El diputado tesalonicense, que simultáneamente realizó en el Vouli un trabajo destacado en el proyecto de reforma constitucional a lo largo de la legislatura, se mantuvo en este puesto ejecutivo hasta enero de 1999, cuando tomó las riendas del Ministerio de Desarrollo, Energía, Industria, Comercio, Turismo y Tecnología.
Simitis dejó temporalmente fuera del Gobierno a Venizelos tras las elecciones, ganadas por el PASOK por tercera vez consecutiva, de abril de 2000. El paréntesis duró poco: el 20 de noviembre del mismo año Venizelos estuvo de vuelta en Cultura y Deportes para cubrir la baja de Theodoros Pangalos, el antiguo ministro de Exteriores, blanco de las críticas por sus arranques desabridos y sus excesos verbales. El primer ministro confió a Venizelos un portafolio descollante, en una Grecia siempre celosa de su patrimonio cultural, y que en las actuales circunstancias revestía una alta responsabilidad: Venizelos tenía la misión de coordinar la organización de los XXVIII Juegos Olímpicos, a celebrar en Atenas en agosto de 2004 y que en el contexto de los ataques terroristas del 11-S suscitaban agudas preocupaciones de seguridad.
La gestión ministerial de Venizelos no consiguió imprimir un ritmo tranquilizador a las obras de las instalaciones olímpicas, que acumularon grandes retrasos. El temor a una inauguración deslucida de los Juegos fue uno de los varios motivos que empujaron al erosionado Simitis a anunciar en enero de 2004 su renuncia al liderazgo del PASOK y el adelanto de las elecciones generales al 7 de marzo. Aunque Venizelos, miembro del Buró Ejecutivo del partido, tenía peso político y caché interno como para postularse para la sucesión de Simitis, el único aspirante que surgió fue Georgios Papandreou, hijo del difunto Andreas y ahora mismo la figura más potente del Gabinete, donde era el ministro de Exteriores desde 1999, labor que le había granjeado una buena reputación internacional.
El nuevo liderazgo de Papandreou, que intentó galvanizar a los militantes y al electorado con un discurso de modernización social y económica de país, no les evitó a los socialistas la derrota electoral que apuntaban los sondeos. Los conservadores de ND se impusieron en las urnas por mayoría absoluta y su presidente, Kostas Karamanlis, formó Gobierno el 10 de marzo. Venizelos, que ya iba por su cuarta legislatura, continuó en el Vouli como diputado de la oposición y comenzó a maniobrar para presentarse como un líder del PASOK en la reserva en caso de fracasar la jefatura de Papandreou. Por el momento, la rivalidad no era expresa y el VII Congreso del partido se cerró en marzo de 2005 con la reafirmación de Papandreou, que obtuvo la aprobación por unanimidad de los nuevos manifiesto y estatutos de la colectividad, cuyo mensaje machacón era el cambio aperturista, renovador y participativo.
El momento de lanzar el guante retador llegó para Venizelos tras las elecciones generales del 16 de septiembre de 2007. Los comicios depararon una fuerte derrota al PASOK, que no se esperaba perder 15 escaños y más de dos puntos de voto. Aunque ND retrocedió en similares términos, Karamanlis retuvo la mayoría absoluta y pudo seguir gobernando. Tras la conmoción inicial, Venizelos criticó en voz alta la estrategia electoral diseñada por Papandreou y le desafió a una votación interna, abierta a todo elector nacional, que tuvo lugar el 11 de noviembre de 2007. Con el 55,9% de los votos, el ex ministro de Exteriores retuvo el mando frente al 38,2% de apoyos sacados por Venizelos; a mucha más distancia quedó un tercer candidato al liderazgo, Kostas Skandalidis. La derrota de Venizelos quedó rubricada en el VIII Congreso en marzo de 2008.
2. Ministro de Finanzas con Papandreou y Papademos durante la catástrofe económica de Grecia
Las desdichas del Gobierno Karamanlis, acorralado por el estallido de la crisis económica, los disturbios sociales y la catastrófica ola de incendios forestales del verano de 2009, vinieron a aparcar las diferencias entre Venizelos y Papandreou, pues pusieron en bandeja el retorno al poder del PASOK, vencedor en las elecciones parlamentarias anticipadas del 4 de octubre de 2009 con el 43,9% de los votos y 160 escaños. Estos fueron sus mejores resultados desde 1993.
El 7 de octubre de 2009 Venizelos estuvo de vuelta en el Gabinete griego como ministro de Defensa Nacional y sin ser el principal lugarteniente de Papandreou, quien optó por Pangalos para el puesto de viceprimer ministro. Durante año y medio, el orondo responsable de Defensa heleno llevó un departamento que ya no era tan crítico como antaño tras una década de relaciones constructivas con Turquía (muñidas principalmente por Papandreou), el interés común en la resolución del conflicto de Chipre y los mutuos esfuerzos para reducir la tensión militar en el Egeo. Si las cuestiones relativas a la seguridad y la defensa nacionales, gracias a la nueva era de diálogo con Ankara, ya no quitaban el sueño a Atenas, la peor de las pesadillas se declaró en la economía, pues a la aguda recesión se le sumaron el descubrimiento del verdadero alcance del déficit público (cuyas cifras de dos dígitos habían sido ocultadas por el Gobierno Karamanlis) y, sin solución de continuidad, una gravísima crisis de la deuda soberana que puso al país al borde de la bancarrota y la salida del euro.
Dentro de una convulsa secuencia de acontecimientos, el Gobierno abrió de par en par las puertas a la austeridad y el ajuste fiscal, la población se revolvió contra los dolorosos recortes sociales, los mercados financieros redoblaron su castigo a la deuda griega y en abril de 2010, Papandreou, acorralado por el desorbitado riesgo-país y en una decisión dramática, se resignó a solicitar el rescate crediticio de los gobiernos de la Eurozona y el FMI, los cuales aceptaron poner a disposición de Grecia 110.000 millones de euros a cambio de un ajuste estructural de una dureza sin precedentes en la UE.
Aunque con este masivo socorro financiero, que suponía ceder amplias cotas de soberanía nacional a la Troika formada la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, se evitó una suspensión de pagos inminente en el mercado de bonos, el Estado griego, a la vez que el tejido social se desgarraba y el futuro del país quedaba hipotecado, siguió sin resolver sus problemas de iliquidez, que amenazaban los gastos corrientes más elementales. Todos los ministerios y organismos del Estado debían haber sacrificios, y en Defensa Venizelos dio parte de una poda del 25% en el presupuesto militar, tradicionalmente el más elevado de los países de la UE y uno de los mayores de la OTAN.
En la primavera de 2011 era ya palmario el fracaso de una operación de salvamento internacional que se ejecutaba de manera cicatera, por etapas sujetas a su vez al estricto cumplimiento de deberes, con unos intereses de préstamo excesivos y con las reticencias dilatorias de Alemania. El fantasma del impago desordenado y la quiebra total volvió a sobrevolar Atenas, y las especulaciones sobre el abandono del euro para regresar al dracma tras una década de moneda única se hicieron insistentes. Papandreou imploró a los socios europeos que se implicaran más a fondo en el reflotamiento de su país, angustiado por no poder garantizar ni siquiera el abono de salarios públicos y pensiones a unos pocos meses vista.
En junio de 2011 Papandreou quiso hacer un gesto de autoridad para demostrar que no estaba amortizado y que aún le quedaba iniciativa política. Primero, ofreció a ND su entrada en un Gobierno de unidad nacional, pero el líder de los conservadores, Antonis Samaras, se negó a tender la mano al PASOK a menos que su jefe dejara la jefatura del Ejecutivo. Puesto que la fórmula del Gabinete de concentración, pensada para repartir responsabilidades en plena tormenta, quedaba descartada, Papandreou acometió una remodelación ministerial que afectó al muy desgastado titular de Finanzas, Georgios Papakonstantinou. Entonces, al primer ministro le habría gustado colocar en Finanzas a un técnico independiente con prestigio internacional, Loukas Papademos, anterior gobernador del Banco Nacional de Grecia y luego vicepresidente del BCE.
Sin embargo, el aparato del PASOK, sensible al profundo descontento de las bases por las draconianas medidas anticrisis, impuso a Papandreou el nombramiento de Venizelos, personalidad intensamente política y sin un bagaje específico en cuestiones de dineros y contabilidad, salvo, si acaso, en su etapa de preparador de los Juegos Olímpicos de 2004. Esta doble faceta de Venizelos, que por otro lado aportaba un dominio del idioma francés y un conocimiento aceptable del inglés, enviaba un nítido mensaje a los mercados y a la Troika, mensaje intencionado que en opinión de algunos era contraproducente.
Al tomar posesión como ministro de Finanzas y viceprimer ministro -sin descargo de Pangalos, que retuvo su posición- el 17 de junio de 2011, Venizelos declaró gráficamente que se marchaba del tranquilo departamento de Defensa "para librar una guerra de verdad", cual era constreñir el insólito déficit público, en torno al 10% del PIB (en 2009 el índice había rozado el 16%), y manejar la colosal deuda pública, que ya superaba en vez y media a todo lo que producía la economía nacional en un año.
La asunción por Venizelos de su nueva y delicada esfera de responsabilidades coincidió con la gestación del segundo rescate financiero de Grecia. Esta vez, Bruselas, tales fueron los términos finales del plan dados a conocer en octubre, dio luz verde a una inyección directa de 130.000 millones de euros con cargo a la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF, recurso crediticio temporal, creado el año anterior, justamente a raíz del descalabro griego, y surtido por aportaciones de los 17 gobiernos de la Eurozona). El salvavidas del FEEF tendría unos plazos de devolución y unos intereses más digeribles que los del primer auxilio, e iría de la mano de un principio de acuerdo para proceder a una reestructuración de la deuda con quita, la cual sería "voluntaria" para los principales tenedores privados de bonos y alcanzaría el 50% del valor de emisión, luego el Estado griego se ahorraría de pagar a sus deudores 100.000 millones de euros. A cambio de esta asistencia por un montante de 230.000 millones, Atenas debía aprobar un marco de austeridad reforzado.
Haciendo puño con Papandreou, y enarbolando para ello el discurso de la responsabilidad y el patriotismo, Venizelos se empleó a fondo para asegurar la disciplina de voto en el grupo parlamentario socialista, que empezaba a flaquear, y conseguir, a finales de junio, cuando la asistencia barajada por la Troika ascendía a los 158.000 millones de euros, que el Vouli sacara adelante el crucial plan de ajuste plurianual para el período 2012-2015, sin el cual Grecia no vería un euro más en ayudas. A continuación, el ministro de Finanzas fue absorbido por unas extenuantes negociaciones con la Troika dirigidas a concretar la naturaleza y alcance del segundo rescate financiero, operación de enorme complejidad que afectaba a muchos intereses y que no estaba en absoluto asegurada, pues antes había que convencer a la banca acreedora de deuda helena.
Si bien reiteró la "absoluta determinación, sin reparar en el coste político", del Gobierno para acelerar las reformas estructurales y cumplir las "obligaciones" de la austeridad dictada desde fuera, Venizelos no dejó de quejarse, mediante un comunicado ministerial que miraba de refilón a un electorado cabreado con su partido, de que Grecia se había convertido en el "chivo expiatorio" de las instituciones internacionales y europeas para "ocultar su propia falta de competencia" en el manejo de la gran crisis de las deudas de la Eurozona, y que el país, es más, había sido "chantajeado y humillado".
El drama de la crisis griega y de las zozobras del PASOK llegó a un clímax el 31 de octubre de 2011, cuando Papandreou anunció por sorpresa su decisión de someter a referéndum los términos del segundo paquete de rescate financiero por valor de 230.000 millones de euros. La arriesgada maniobra del primer ministro, que buscaba un baño de legitimidad democrática y a la vez lanzar un mensaje de fidelidad al euro, tuvo sin embargo un impacto demoledor en los mercados, fue severamente reconvenida desde la UE y, de manera inesperada a diferencia de las anteriores reacciones, cogió por sorpresa a Venizelos y otros dirigentes del oficialismo, a los que Papandreou, al parecer, no había consultado.
El ministro, de regreso de la cumbre del G20 en Cannes, encabezó un movimiento de rebelión interna que arrancó de Papandreou una retractación el 3 de noviembre. Además de la desconvocatoria del referéndum, que fue anunciada por el propio Venizelos en el Parlamento, el gobernante aceptó retirarse para permitir la formación de un Ejecutivo de unidad PASOK-ND. Aunque al principio se rumoreó que Venizelos podría ser el nuevo primer ministro, las conversaciones con Samaras desembocaron en la asunción del cargo por el independiente Papademos, el cual formó el 11 de noviembre un Gabinete de coalición con mandato hasta el adelanto electoral de 2012 y en el que Venizelos conservó la doble condición de viceprimer ministro y ministro de Finanzas.
3. Líder del PASOK y número dos del Gobierno Samaras de gran coalición
Venizelos continuó con su arduo trabajo ministerial por unos meses más, tiempo en el que Grecia, asolada por los recortes, el derrumbe de los ingresos y el paro estratosférico, siguió sin levantar cabeza. El 11 de marzo de 2012, siguiendo con el guión pactado con Papandreou y al poco de firmar con la Comisión Europea el memorándum de cooperación relativo al segundo programa de ayudas aprobado por la Troika, el responsable de Finanzas anunció su candidatura al liderazgo del PASOK. Su único competidor potencial, Christos Papoutsis, ex ministro y ex comisario europeo, renunció a presentarse al constatar que le faltaban apoyos.
Así las cosas, en la votación del 18 de marzo, de nuevo abierta a los militantes y simpatizantes, quienes acudieron a las urnas en menor número que en la interna socialista de 2007, Venizelos fue proclamado cuarto líder del partido fundado por el difunto Andreas Papandreou en 1974 con casi el 100% de los votos. Tres días después, con el fin de poder concentrarse en la complicada campaña electoral, el dirigente se dio de baja en el Gobierno, siendo sucedido en Finanzas por Philippos Sachinidis, hasta ahora su mano derecha en el Ministerio.
Las palabras de humildad y contrición ("soy consciente de los errores que hemos cometido, sé cuán enfadada está la gente") y las invitaciones al optimismo ("nace una nueva esperanza"), matizadas por la opinión de que el país podría necesitar un tercer rescate financiero, no le valieron al buen orador que era Venizelos para darle la vuelta a los sondeos preelectorales, que pintaban bastos para el PASOK, con una expectativa de voto no superior al 19%, cuando hacía menos de tres años había sacado el 44%. Desde 1977, el PASOK no había bajado del 25% en unas generales, y desde 1981 siempre se había movido en una horquilla que iba del techo histórico del 48%, alcanzado aquel año, al 38%, porcentaje registrado en los comicios de 1990 y 2007.
Los resultados de las elecciones del 6 de mayo de 2012 para Venizelos y los socialistas griegos fueron de auténtico desastre: el 13,2% de los votos y 41 escaños, es decir, 119 menos que en 2009. ND sufrió su propio revolcón, al dejarse 14,6 puntos de voto, pero en virtud del particular sistema electoral griego, que gratifica con 50 escaños extra al partido más votado, ganó 17 actas en el Vouli. El verdadero triunfador de la jornada fue la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA) de Alexis Tsipras, que rebotó a la segunda posición, haciendo un histórico sorpasso al PASOK y pisándole los talones a ND. También fue espectacular el registro del virulento partido neonazi Amanecer Dorado (XA) de Nikolaos Michaloliakos, que entró en el Parlamento con 21 diputados.
Samaras y Venizelos se encontraron con que la suma de sus escaños, 149, se quedaba a dos de la mayoría absoluta. Rápidamente, intentándolo por turnos, vieron que tampoco eran capaces de reclutar a algún partido menor para constituir un Gobierno de "salvación nacional" comprometido con los esfuerzos de consolidación fiscal y el mantenimiento del euro contra viento y marea, aunque procurando conseguir de la Troika unas condiciones financieras más flexibles para conjugar austeridad con crecimiento. La única salida de este bloqueo, para desconsuelo particular de Venizelos, último en intentar formar gobierno, entre el 10 y el 12 de mayo, después de Samaras y Tsipras, era acudir a las urnas otra vez y sin dilación.
La nueva oportunidad electoral, convocada por el presidente de la República, Karolos Papoulias, tras nombrar un Gobierno interino de gestión encabezado por el juez Panagiotis Pikrammenos, tuvo lugar el 17 de junio y las consecuencias para los socialistas fueron un retroceso adicional, hasta el 12,3% de los sufragios y los 33 escaños. Uno de ellos era el de Venizelos, que entraba en su octava legislatura. Lo más doloroso para el PASOK fue el abismo que se le abrió con ND y SYRIZA, los cuales ascendieron en sus respectivas posiciones con 10 puntos más de voto. Samaras tenía ahora una mayoría operativa para gobernar y Venizelos prefirió que su partido no participara directamente en el nuevo Gobierno, aunque aceptó designar un puñado de ministros no afiliados, además de prestar el debido soporte parlamentario. El Gabinete Samaras, técnicamente monocolor, se estrenó el 20 de junio de 2012 con el respaldo del PASOK y la Izquierda Democrática (DIMAR).
En el arranque de la legislatura, Samaras, decidido a cumplir con los objetivos de reducción de déficit pero glosados con la disponibilidad de un mayor margen por parte de la Troika y Alemania, que presionaban a Atenas con tonos destemplados, encontró en Venizelos un aliado leal y solidario para tramitar en el Vouli los sucesivos giros de tuerca en la austeridad y el achicamiento del sector público. Los tijeretazos fiscales en cadena y los anuncios de despidos masivos de funcionarios multiplicaron las muestras de exasperación social y las huelgas generales. El líder socialista, ignorando a los correligionarios que le acusaban de estar arrastrando al PASOK al centro liberal, lo que arrojaba a multitud de votantes antes fieles a los brazos de la SYRIZA, y castigando sin contemplaciones a los diputados que violaban la disciplina de voto, se mostraba dispuesto a asumir un mayor grado de compromiso en la gobernabilidad del país, pese a que una unión de destinos políticos con el derechista Samaras podría tener consecuencias letales para su ya malherido partido.
Al margen de los costes que pudiera acarrear el empeño en apoyar la ortodoxia fiscal y los sacrificios económicos en el convencimiento de que a Grecia no le cabía más opción, el PASOK, con una gran tradición de chanchullos y corruptelas, estaba siendo golpeado además por una nueva retahíla de escándalos de manejos ilícitos ligados a las revelaciones de la llamada Lista Lagarde, un documento, subconjunto de la mucho mas voluminosa Lista Falciani, donde se enumeraban los nombres de unos 2.000 griegos potenciales evasores de impuestos con cuentas no declaradas en el banco suizo HSBC de Ginebra.
El propio Venizelos se vio en el punto de mira de esta controversia al haber tenido en sus manos la Lista Lagarde durante más de un año, desde que la recibió de su predecesor en el Ministerio de Finanzas, Georgios Papakonstantinou, en junio de 2011 hasta que la puso en conocimiento del Vouli en octubre de 2012. Resultaba que de la lista aflorada a la opinión pública griega se habían descolgado los nombres de tres familiares del ministro Papakonstantinou, miembro del PASOK, hecho que empujó a la SYRIZA a exigir la inclusión de Venizelos en las pesquisas parlamentarias para determinar si había habido una manipulación interesada del comprometedor documento para proteger a personas de los círculos del poder.
La ocasión para implicarse a fondo en la política del Ejecutivo se le planteó a Venizelos el 21 de junio de 2013 a fuer del anuncio por el líder de la DIMAR, Fotis Kouvelis, de que retiraba del Gobierno a los ministros designados el año anterior en protesta por el repentino anuncio por Samaras del cierre de la Radio Televisión Griega. Cuatro días después, Samaras inauguró un segundo Gabinete que ya era oficialmente de gran coalición y que contaba con Venizelos como ministro de Exteriores, cargo en el que desplazaba al neodemócrata Dimitris Avramopoulos, y viceprimer ministro. Miembros del PASOK fueron hechos responsables también de los ministerios de Infraestructuras y Transportes, y de Medio Ambiente y Energía.
Como jefe de la diplomacia helena, Venizelos salió al paso de las informaciones que hablaban de lo inevitable de un tercer rescate financiero del país, contingencia sobre la que el Eurogrupo, ciertamente, empezó a trabajar con toda seriedad pero que el Gobierno de Atenas se empeñaba en considerar innecesaria pese a que seguía sin verse el horizonte de salida de los apuros financieros. El 1 de enero de 2014 el ministro tomó el testigo de la presidencia nacional de turno del Consejo de la UE y en el semestre que siguió estuvo involucrado en los intentos europeos de reconducir la crisis ruso-ucraniana.
De cara a las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo de 2014, Venizelos articuló una lista de signo socialdemócrata, Elia (El Olivo), junto con el Acuerdo por una Nueva Grecia (SNE, escisión reciente del PASOK orquestada por Andreas Loverdos), Grecia Dinámica (DE, animada por un ex socialista también, Elias Mossialos) y otros grupúsculos autocalificados de izquierda reformista. La fórmula renovadora que Elia decía representar fue ignorada por el electorado, el cual insistió en castigar al PASOK por su corresponsabilidad en los recortes y los retrocesos sociales. Tras los dos descalabros sucesivos en las elecciones generales de 2012, Venizelos encajó ahora lo más parecido a un hundimiento con visos de coma irreversible: el partido no reunió más que el 8% de los votos, perdió 6 de los 8 eurodiputados que tenía y, como humillación suprema, fue desbancado del tercer lugar por los ultraderechistas xenófobos de Amanecer Dorado, cuyo furibundo secretario general, Michaloliakos, y otros dirigentes se encontraban encarcelados a espera de juicio.
Aunque en vísperas de las europeas había avisado de un abandono del Gobierno si la coalición Elia cosechaba unos malos resultados, Venizelos se plegó luego a las exhortaciones continuistas de Samaras (quien lamía sus propias heridas, al haber superando ampliamente a ND la SYRIZA de Tsipras). El 10 de junio el primer ministro acometió una profunda remodelación gubernamental en la que el PASOK fue premiado con cuatro ministerios, uno más (el de Educación, para Andreas Loverdos) que hasta ahora, y una decena de viceministerios.
(Cobertura informativa hasta 1/8/2014)