Pedro Pablo Kuczynski Godard

Por tan solo 42.000 votos, en términos porcentuales una ventaja de nada más que 0,25 puntos, el candidato liberal de centro-derecha Pedro Pablo Kuczynski arrebató la victoria a su adversaria Keiko Fujimori en la emocionante segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas del 5 de junio de 2016, las más reñidas en 36 años de democracia en el país andino.

Economista y directivo de corporaciones de linaje europeo, PPK, como es universalmente conocido y sigla que es también la de su partido, Peruanos Por el Kambio, presenta una rica hoja de vida donde se combinan la labor de ejecutivo del Banco Mundial, los fichajes por compañías de inversiones y multinacionales mineras en África, dos prolongados autoexilios en Estados Unidos, país del que conservó la doble nacionalidad hasta 2015, y el servicio de Gobierno durante las administraciones de Fernando Belaúnde y Alejandro Toledo Manrique, con quienes fue ministro de Energía y Minas y dos veces titular de Economía así como primer ministro. En esos años, este titulado en Oxford y Princeton cimentó su reputación de tecnócrata identificado con el modelo económico de libre mercado y fue acusado por sus detractores de, en perjuicio del erario nacional, favorecer los intereses de las empresas extranjeras que explotan los recursos energéticos del Perú.

En las elecciones de 2011, a las que se presentó sin partido propio pero abanderando una alianza de cuatro formaciones, ya fue adversario de la hija del ex presidente Alberto Fujimori, solo que entonces sucumbió en la primera vuelta que terminó ganando el ahora mandatario saliente, Ollanta Humala , quien, por cierto se despide arrastrando un imagen de estadista blando y pasivo que ha dejado multitud de tareas por hacer.

El presidente electo del Perú, que tomará posesión de la Casa de Pizarro el próximo 28 de julio con un mandato de cinco años, trae un plan de Gobierno articulado en cuatro grandes ejes: la preservación de la seguridad frente al vendaval de delincuencia -ahora mismo, la primera preocupación de los ciudadanos-, la lucha contra la corrupción, la recuperación de las cifras más lustrosas del crecimiento sostenido -el PIB avanzó un 3,3% en 2015, tasa que sin embargo es bastante inferior a las registradas años atrás- y mayores inversiones sociales para reducir las desigualdades, con un énfasis especial en el acceso al agua. Kuczynski cree en el "Estado liberal que ofrezca igualdad de oportunidades para todos", describe su plataforma como de "centro sensato" y se niega a ser metido en el saco de los "políticos tradicionales" porque él, a diferencia de ellos, formula "objetivos concretos y promesas reales". También, se ha afanado en contrarrestar los sambenitos habituales de "gringo" y "pituco" con abundantes gestos de escenografía popular. Reconoce que a sus 77 años es un presidente provecto, pero con "coco y experiencia".

Kuczynski, cuya debilidad congénita es el escaso tirón proselitista entre las clases humildes, nunca ha sido un candidato especialmente fuerte en los sondeos, sistemáticamente comandados por una Keiko Fujimori que en la primera vuelta del 10 de abril le sacó 19 puntos de ventaja, y eso a pesar del beneficio que a Kuczynski le reportó la doble descalificación previa de los postulantes centristas Julio Guzmán y César Acuña. De cara al balotaje de junio, PPK recibió los respaldos de varios partidos de diversas tendencias y, hecho crucial, del socialdemócrata Frente Amplio de Verónika Mendoza, tercera en la votación de abril. Ahora bien, el apoyo de este pujante sector de la izquierda peruana ha obedecido no tanto a una hipotética cercanía a los mensajes de tipo social liberal prodigados por Kuczynski durante la campaña como al rechazo frontal que suscita Fujimori, a la que el ex ministro no se ha privado de presentar como una "amenaza letal para le democracia", capaz de convertir al Perú en un "narcoestado" y en una "dictadura".

Al final, ha sido la movilización, meramente táctica, en su favor del voto antifujimorista lo que ha permitido a Kuczynski salir airoso en su constante batalla contra las encuestas. Y aún así, únicamente un puñado de papeletas ha bloqueado la subida de Fujmori al poder. Además, el partido de Keiko, Fuerza Popular, domina ampliamente el Congreso, donde el PPK solo ha conseguido 18 escaños, lo que augura dificultades parlamentarias para el nuevo mandatario, quien tendrá que demostrar sus reclamadas dotes para el diálogo político.


(Texto actualizado hasta junio 2016)

1. Una vida como economista y empresario cosmopolita rica en peripecias
2. Responsabilidades gubernamentales con los presidentes Belaúnde y Toledo
3. Primera tentativa presidencial en 2011 y creación del partido PPK
4. Duelo muy cerrado Keiko Fujimori en el balotaje de 2016

1. Una vida como economista y empresario cosmopolita rica en peripecias

Pedro Pablo Kuczynski nació en 1938 en el hogar formado por dos inmigrantes europeos. El padre, Maxime Hans Kuczynski (1890-1967), era un distinguido médico alemán con ancestros judíos polacos e ideas progresistas que tras vestir el uniforme de oficial del Ejército del káiser durante la Primera Guerra Mundial se especializó como patólogo, labor, en varios aspectos pionera, que desarrolló sucesivamente en la URSS, Mongolia, China, Sierra Leona, Brasil, Francia y finalmente Perú. Fue en el país andino donde Kuczynski, en respuesta a una invitación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y dejando atrás su patria gobernada por los nazis, decidió instalarse e iniciar una nueva vida en 1936, deseoso de aplicar toda su experiencia adquirida en el tratamiento de enfermedades tropicales y otras de difícil cura. La madre, Madeleine Godard, era una maestra de Literatura franco-suiza procedente de Ginebra con inclinaciones musicales y artísticas, gustos que inculcó a su hijo; ocho años antes, en 1930, su familia europea había alumbrado un primo carnal del pequeño Pedro Pablo que también sería famoso: el cineasta francés Jean-Luc Godard.

El mayor de dos hermanos, el niño vino al mundo en una clínica de Lima, aunque parte de su primera infancia transcurrió en Iquitos, la capital del departamento amazónico de Loreto. Corrían los primeros años cuarenta y el padre, en la nómina del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, dirigía el Leprosorio de San Pablo, un remoto establecimiento médico de difícil acceso cerca de Caballococha, en la cuenca alta del Amazonas, no lejos de las fronteras con Colombia y Brasil. Luego, la familia regresó a Lima y pasó temporadas en Puno y Cuzco, donde Max Kuczynski realizó unos trabajos de campo socio-sanitarios por cuenta del Gobierno, asistiendo a la empobrecida población local y estudiando los modos de vida de los indígenas del Altiplano. En 1948, a raíz del golpe de Estado del general Manuel Arturo Odría Amoretti contra el presidente democrático José Luis Bustamante y Rivero, el doctor Kuczynski sufrió un año de prisión por su militancia en el partido izquierdista APRA de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Kuczynski júnior inició su etapa escolar limeña en el Markham College, casa de estudios británica frecuentada por los retoños de la clase alta capitalina y que funcionaba en régimen de internado. Cuando el padre fue encarcelado por sus ideas políticas, la madre decidió retornar a Ginebra, llevándose a sus hijos consigo. En la capital suiza Pedro Pablo retomó las lecciones y empezó a recibir clases de música; su instrumento favorito, que el político no ha dejado de tocar hasta el día de hoy -una habilidad de la que ha hecho gala en sus intervenciones proselitistas-, era la flauta travesera. En 1953 a la señora de Kuczynski le diagnosticaron un cáncer del que terminaría sucumbiendo seis años más tarde y la familia Godard optó por enviar a los jóvenes hermanos a Inglaterra para que continuaran su formación en un ambiente anglófono. Pedro Pablo completó los últimos tres años de la secundaria en la Rossall School de Lancashire, colegio semimilitar caracterizado por la rígida disciplina pero que le sirvió de puerta de acceso, beca mediante, a la Universidad de Oxford, aunque antes recibió clases de composición, flauta y piano en un conservatorio suizo y en el Royal College of Music de Londres.

En el Exeter College de Oxford Kuczynski cursó la carrera interdisciplinar PPE, es decir, Filosofía, Política y Economía. Alumno no particularmente brillante pero sí con buenas calificaciones, tras licenciarse en 1959 el joven peruano regresó temporalmente al Perú a petición de su padre, que le había buscado un trabajo de contable en una hacienda particular. Después consiguió una nueva beca para ampliar su currículum con unos estudios de posgrado de Economía en otro florón académico internacional, la estadounidense Woodrow Wilson School of Public and International Affairs de la Universidad de Princeton, Nueva Jersey, donde obtuvo el título de Master in Public Administration en 1961. Entonces, hizo acto de presencia el Banco Mundial, que se fijó en él para su programa de reclutamiento de jóvenes talentos. En el lustro que siguió, Kuczynski trabajó para el Banco Mundial como inspector de las estructuras y programas económicos de varios países de Centroamérica, el Caribe y el Cono Sur acogidos a la asistencia financiera del organismo. En 1962 contrajo matrimonio con la ciudadana estadounidense Jane Dudley Casey, hija del ex congresista demócrata por Massachusetts Joseph E. Casey; la pareja iba a tener tres hijos, Carolina, Álex y John Michael.

Llegado 1966, Kuczynski cesó su compromiso con el Banco Mundial para ejercer en su país como asesor económico del Gobierno acciopopulista de Fernando Belaúnde Terry y, al poco, en enero de 1967, como gerente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), importante cargo funcionarial para el que fue nombrado sin haber cumplido los 30 años. En octubre de 1968 se produjo el golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado y la vida del economista quedó abocada a un nuevo y azaroso derrotero.

Al cabo de unos meses, el Gobierno militar, resuelto a "peruanizar" la estructura económica del subdesarrollado país andino con una cohorte de medidas nacional-revolucionarias de signo izquierdista, acusó a Kuczynski y a los demás gerentes del BCRP de haber organizado el desvío de varios millones de dólares de los fondos de la entidad estatal a las cuentas de la multinacional estadounidense International Petroleum Company (IPC), a la que Belaúnde había adjudicado la explotación de los campos petrolíferos de La Brea y Pariñas y que acababa de ser expropiada y expulsada por el Gobierno militar, así que esta presunta transferencia ilícita de fondos públicos tenía todo el aspecto de una compensación económica por daños y perjuicios hecha a espaldas del Ejecutivo y en perjuicio del erario nacional. Hoy, Kuczynski insiste en que el enjuiciamiento que le abrieron los generales bajo aquella imputación se debió en realidad a que él y otros funcionarios del Gobierno depuesto eran un "obstáculo" para el Plan Inca y la estrategia de estatalización económica puesta en marcha por el velasquismo.

En 1969, procesado con cargos penales y bajo orden de búsqueda y captura, Kuczynski consiguió zafarse de la justicia peruana abandonando clandestinamente el país en vehículo y a pie por los parajes selváticos del Amazonas, hasta llegar a la ecuatoriana Guayaquil al cabo, relata el político en su biografía personal publicada en Internet, de una "expedición de unas tres semanas". Una vez en Guayaquil, Kuczynski y sus compañeros de peripecia tomaron un avión que les dejó a buen resguardo en Estados Unidos, donde él pudo reunirse con Jane y los niños.

En los 11 años siguientes, Kuczynski estuvo radicado en el país norteamericano. Restableció los vínculos profesionales con el Banco Mundial, que le colocó en sus escalafones ejecutivos, y trabajó también para el FMI, como responsable del área comprendida por Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá. Posteriormente contrató con una serie de firmas privadas dedicadas a las inversiones, los servicios financieros y las actividades mineras: la First Boston International, la First Boston Corporation, de la que fue director, la Kuhn, Loeb & Co. y Halco Mining, esta última una compañía del aluminio para la que en los últimos años setenta ejerció en Guinea, país de África Occidental donde este consorcio formado por los gigantes Alcoa y Rio Tinto explotaba grandes minas de bauxita. Durante la dictadura del general Francisco Morales Bermúdez, quien derrocó a Velasco en 1975 para imprimir un giro moderado a la llamada Revolución peruana, los antiguos gerentes del BCRP terminaron ganando el pleito judicial que arrastraban en su país, pero Kuczynski no puso término a su expatriación por el momento.


2. Responsabilidades gubernamentales con los presidentes Belaúnde y Toledo

El momento de volver al Perú le llegó a Kuczynski con motivo de las elecciones generales de mayo de 1980, que cerraron el paréntesis de los gobiernos militares iniciado en 1968 y devolvieron a la Presidencia de la República al mandatario derrocado entonces, Belaúnde Terry, quien no olvidaba los servicios prestados por el entonces veinteañero cuando su primera Administración. El 28 de julio el general Morales entregaba el poder a su sucesor civil electo y Kuczynski debutó en el Gobierno nacional como ministro de Energía y Minas, una oficina de gran importancia por conformar los minerales y los hidrocarburos el pilar de la economía nacional.

Acatando las disposiciones del moderado y cauteloso Belaúnde, que temía las repercusiones sociales y políticas de un viraje de esta naturaleza, Kuczynski se abstuvo de revertir, pese al marasmo económico en que se encontraba el país, el esquema fuertemente regulado y estatalizado que regía sobre los sectores extractivos legado por el velasquismo. Sin embargo, dirigió algunas privatizaciones parciales y, sobre todo, diseñó y ejecutó la controvertida Ley Nº 23231, más conocida como la Ley Kuczynski, que otorgaba una generosa exoneración tributaria a las compañías energéticas extranjeras. El Gobierno defendió la norma como una medida imprescindible para desincentivar la marcha de capitales productivos y atraer nuevas inversiones en momentos de penuria, pero la oposición de izquierdas puso el grito en el cielo al considerar los beneficios fiscales para las multinacionales un atentado contra los intereses de la nación. El líder del APRA, Alan García Pérez, prometió derogar la Ley Kuczynski si resultaba elegido presidente en 1985.

La victoria electoral de García y la derogación de la ley de la que Kuczynski era artífice, en efecto, se produjeron en 1985, pero para entonces el economista ya llevaba un largo tiempo, de nuevo, fuera del país: en agosto de 1982, de manera intempestiva, renunció a todo cargo en el Gobierno y volvió sus pasos hacia Estados Unidos. Años después, el dos veces candidato presidencial iba a explicar que actuó así por el temor a que la guerrilla maoísta Sendero Luminoso, practicante de terribles actos de terrorismo, fuera a por él; de hecho, ya había claras señales de que la organización subversiva que acaudillaba el sanguinario Abimael Guzmán le tenía en el punto de mira.

El segundo autoexilio de Kuczynski se prolongó durante casi dos décadas. Fueron unos años de compromiso exclusivo con el mundo corporativo, con todo un repertorio de funciones directivas en firmas en su mayoría de los ramos bancario e industrial, como Credit Suisse International, Westfield Capital, Compañía de Acero del Pacífico, Magma Copper Company, Edelnor, S.A., Toyota Motor Corporation, Siderúrgica Argentina, R.O.C. Taiwan Fund y Credit Suisse First Boston. Además, en 1982 fue reconocido por las autoridades de Estados Unidos como nacional de este país. En el ámbito de su vida privada, el economista se separó de su esposa norteamericana en 1992 y tres años después la pareja firmó el divorcio. Luego, él volvió a casarse con otra estadounidense, Nancy Ann Lange, analista económica de profesión y prima de la célebre actriz de Hollywood Jessica Lange. Nancy alumbró el cuarto retoño de Kuczynski, una chica, Suzanne.

Al igual que había sucedido 20 años antes con el restablecimiento de la democracia civil, Kuczynski decidió retornar al Perú después de la fuga a Japón y renuncia en noviembre de 2000 del presidente Alberto Fujimori, de cuya "dictadura corrupta" PPK ha abominado hasta el día de hoy. Como aquella vez con Belaúnde, Kuczynski se puso al servicio del primero candidato presidencial y luego mandatario electo en las votaciones de abril y junio de 2001, el también economista, pero no blanco sino cholo o mestizo, Alejandro Toledo Manrique, que traía al Gobierno un programa centrista comprometido con el libre mercado y el comercio abierto, aunque guardando las distancias del neoliberalismo extremo, profundamente antisocial, y del populismo desembozado caros a Fujimori, de quien había sido el más combativo detractor.

Toledo fichó para su Gabinete a Kuczynski, a quien podía considerar un colega de profesión, confiándole la cartera de Economía y Finanzas. El ministro, llamado despectivamente "gringo" y "pituco" por sus detractores nacionalistas y de la izquierda, se sostuvo en el puesto solamente un año. En julio de 2002 Toledo tomó la decisión de despedirle, a la vez que al presidente del Consejo de Ministros, Roberto Dañino Zapata, y al titular de Exteriores, Diego García-Sayán Larrabure, en un intento, puede decirse que conseguido, de apaciguar la furiosa protesta sindical y vecinal desencadenada a raíz del proceso de privatización de dos compañías eléctricas, Egasa y Egesur, que abastecían los departamentos meridionales de Arequipa y Tacna. Los contrarios a esta privatizaciones y, en general, a la política económica ortodoxa de Toledo venían señalando a Kuczynski y a Dañino como los rostros "neoliberales" de un Gobierno que desatendía sistemáticamente el capítulo social mientras daba las máximas facilidades al gran capital privado.

Sin embargo, Kuczynski, que conservaba intacta su condición de tecnócrata independiente liberado de todo compromiso partidista, estaba considerado un peso pesado del oficialismo y Toledo, que apreciaba su valía como interlocutor con el FMI, se negó a dejar de contar con él. El 16 de febrero de 2004, en el ecuador de su mandato, el presidente volvió a nombrarle ministro de Economía y Finanzas en lugar de Jaime Quijandría Salmón. El impactante movimiento, que corría el riesgo de encrespar los ánimos, bastante alterados ya, de los movimientos sociales y la oposición de izquierdas, fue interpretado como un mensaje diáfano del presidente a los organismos internacionales de crédito y a los inversores foráneos, en el sentido de que otorgaba prioridad a la consolidación fiscal y a la seguridad jurídica de los negocios privados en el Perú.

En su segundo ejercicio como ministro de Economía del Perú, Kuczynski generó abundantes titulares por el contrato de exportación a México del gas natural de los ricos yacimientos cuzqueños de San Martín y Cashiriari. El llamado Proyecto Camisea fue fuertemente criticado por los bajos precios acordados para la venta del gas, pero al ministro también le llovieron dardos en un plano más personal porque de una de las compañías presentes en el Consorcio Camisea-Perú-LNG, la Hunt Oil, él había sido asesor anteriormente. La oposición al Gobierno y diversos medios de comunicación pusieron a Kuczynski de "lobista promotor de negocios" en favor de empresas extranjeras y en perjuicio de los intereses nacionales por aceptar unos precios baratos y desatender las necesidades del abastecimiento del mercado doméstico.

Luego, el 11 de agosto de 2005, el entonces primer ministro, Carlos Ferrero Costa, presentó la dimisión y cinco días después Toledo cerró su enésima crisis de Gobierno cubriendo la vacancia con el ubicuo Kuczynski. El economista fue el último de los cinco primeros ministros de la Administración del líder del partido Perú Posible, concluida el 28 de julio de 2006 con la transferencia de la banda presidencial al aprista Alan García. En este tiempo, el Gabinete Kuczynski fue el responsable de rematar las negociaciones del Acuerdo de Promoción Comercial, o Tratado de Libre Comercio, entre el Perú y Estados Unidos, un instrumento librecambista al que el Ejecutivo concedía una dimensión estratégica de primer orden. También, las del Acuerdo de Complementación Económica Nº 58 con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, es decir, los miembros del MERCOSUR, bloque del que el país andino era ahora miembro asociado.

Al final, el quinquenio toledista, lleno de turbulencias por las algaradas internas, las crisis ministeriales y la insufrible retahíla de escándalos de corrupción en el círculo del presidente, se saldó con un cuadro de éxitos macroeconómicos innegables (altas tasas de crecimiento, saneamiento financiero, estabilidad cambiaria, mínima inflación), a los que sin embargo no acompañaron unas reducciones tangibles del paro, la pobreza y las desigualdades sociales. La intensa identificación de Kuczynski con la presidencia de Toledo, controvertida y rica en claroscuros, iba a marcar su trayectoria política ulterior.


3. Primera tentativa presidencial en 2011 y creación del partido PPK

Tras salir del Gobierno, Kuczynski retomó sus negocios privados, que en realidad nunca había aparcado del todo, pasando a formar parte de nuevos directorios corporativos. La metalúrgica Tenaris, subsidiaria del Grupo Argentino Techint, la minera Southern Peru Copper Corporation, luego adquirida por el gigante cuprífero Grupo México, y Ternium, especializada en la producción de acero laminado, fueron algunas de las compañías que contrataron al especialista peruano para sus equipos ejecutivos. Ahora bien, en 2007 Kuczynski empezó a cultivar también una importante faceta social con la puesta en marcha de la ONG Agualimpia, dedicada a promover el derecho universal al acceso a servicios públicos de agua potable y saneamiento, en especial en las zonas rurales y suburbanas a las que no llegaba la riqueza del desarrollo económico. Con ese fin, Agualimpia trazó una estrategia de coordinación con las diversas administraciones públicas y comunidades locales, y de implicación financiera del sector privado en proyectos de suministro de agua y alcantarillado.

Tres años después, en enero de 2010, el ex primer ministro presentó el Instituto País, una asociación civil, como Agualimpia sin fines de lucro, pero en este caso concebida como un "think & action tank a nivel nacional e internacional". El Instituto País se proponía realizar estudios e investigaciones "para estimular el debate intelectual sobre las diferentes problemáticas del país", siendo sus objetivos "contribuir al fortalecimiento de la democracia y sus instituciones, modernizar las políticas públicas, y mejorar la cultura y la representación políticas".

En otras palabras, Kuczynski sentaba las bases de una plataforma política personal de cara a las elecciones presidenciales de abril de 2011, de la que había de salir el sucesor de Alan García, aunque para este envite descartó fundar e inscribir un partido político, vehículo tradicional que no terminaba de convencerle. En diciembre de 2010 el economista lanzó su candidatura presidencial independiente pero en nombre de la Alianza por el Gran Cambio, una coalición de cuatro agrupaciones de centro-derecha que salvo la primera tenían un peso político más bien escaso, aunque sus cabezas sí eran figuras relevantes. Se trataban del Partido Popular Cristiano (PPC) de la dos veces candidata presidencial Lourdes Flores Nano, Restauración Nacional, conducida por el pastor evangélico Humberto Lay Sun, el Partido Humanista Peruano de Yehude Simon Munaro y la Alianza para el Progreso (APP) de César Acuña Peralta.

Llevando al ex fujimorista Máximo San Román Cáceres y a Marisol Pérez Tello de compañeros de fórmula como aspirantes respectivamente a la Primera y la Segunda vicepresidencias, PPK, como ya era universalmente conocido y él mismo gustaba de nombrarse, libró una campaña electoral de lo más complicada, intentando abrir una cuña tercerista y moderada en el duelo de dos extremos entablado por las opciones nacionalista de izquierdas y supuestamente prochavista del antiguo teniente coronel del Ejército Ollanta Humala Tasso, y fujimorista, tachada habitualmente de populista de derechas, de la hija del ex presidente ya condenado y preso en el Perú, Keiko Fujimori Higuchi, a la que doblaba la edad.

El programa de Kuczynski se sintetizaba en un catálogo de 25 puntos expuestos en su breve libro-manifiesto Perú, ahora o nunca. Sabedor de que su fama de representante notorio del establishment "tecnocrático", promercado y proestadounidense le perjudicaba de cara a un sector mayoritario del electorado, el candidato se explayó en sus ideas para acelerar la reducción de la pobreza, mejorar la calidad de la enseñanza y la sanidad, y, por supuesto, ya que esta era su gran especialidad en el ámbito activista de las ONG, extender la cobertura de las redes públicas de agua y saneamiento a las comunidades más rezagadas del país.

El 10 de abril de 2011, en estas circunstancias políticas altamente polarizadas, que tendían a eclipsar las propuestas más apegadas al sistema nacional vigente y que tanto disgustaba a unas clases populares decantadas o por Humala o por Fujimori, el postulante de la Alianza por el Gran Cambio, con el 18,5% de los votos, no consiguió meterse en un balotaje que tuvo lugar el 5 de junio y que se saldó con el triunfo de Humala. Tal era la inquietud que el ex oficial sedicioso de ideología etnocacerista despertaba en Kuczynski que el que fuera funcionario del Banco Mundial, tras quedar apeado en la primera vuelta, pidió el voto, a modo de "mal menor", para Fujimori, la cual, pese a todo el siniestro legado de conculcaciones democráticas, violaciones de los Derechos Humanos y corrupción institucional del régimen de El Chino entre 1990 y 2000, a fin de cuentas, no ponía en cuestión el modelo económico liberal instaurado de hecho por su padre. Como no podía ser de otra manera desde el momento en que confirmó su segundo envite presidencial en las elecciones de 2016, donde volvería a verse las caras con Fujimori, Kuczynski, a posteriori, iba a considerar "equivocado" aquel posicionamiento.

Durante la campaña electoral de 2011 Kuczynski tuvo que lidiar también con una embarazosa polémica, explotada por sus adversarios, a propósito de su nacionalidad. En estos momentos, esta era doble, peruana y estadounidense. Puesto que la ley no le obligaba a dar ese paso, el candidato rehusó renunciar al pasaporte norteamericano, lo que fue considerado muy poco patriótico por sus críticos.

Pero el punto verdaderamente problemático concernía a la situación jurídica de su propia ciudadanía peruana, pues resultaba que cuando en 1982 solicitó y obtuvo la nacionalidad estadounidense en el Perú regía la Constitución de 1979, texto que prescribía la pérdida automática de la nacionalidad no solo por renuncia expresa a la misma -tal como estipulaba la posterior Carta Magna de 1993, vigente en 2011-, sino también en el momento en que se adoptara una nacionalidad extranjera salvo las de otros países latinoamericanos o la de España, casos en los que la duplicidad sí era compatible. Kuczynski se defendió de las acusaciones negando haber "renunciado" nunca a la ciudadanía peruana. Por lo demás, en los comicios de 2011 al Congreso, la Alianza por el Gran Cambio se hizo con una docena de escaños sobre 130 y quedó conformado como el cuarto bloque parlamentario, por detrás de la Alianza Gana Perú de Humala, la Fuerza 2011 de Fujimori y la Alianza Perú Posible de Toledo.

La experiencia de las elecciones de 2011 aconsejó a Kuczynski la puesta en marcha de una organización política propia para mejor canalizar la captación del voto. A principios de 2013, partiendo de un llamado Movimiento PPKausa, y secundado por personalidades como Máximo San Román, empresario acaudalado, Enrique Wong Pujada, congresista de la Alianza por el Gran Cambio, y Salvador Heresi Chicoma, alcalde del distrito limeño de San Miguel proveniente del PPC (pero no por César Acuña y los demás cabezas de facción de la coalición cuatripartita formada en 2011, que ya se había disuelto), el economista empezó a darle forma a una colectividad para la que inicialmente seleccionó el nombre de Perú +.

Sin confirmar por el momento que se presentaría a las presidenciales de 2016, Kuczynski inició el proceso de recogida del más de medio millón de firmas que la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) le exigía para avalar la inscripción de Perú + ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). La empresa se logró, aunque la formación que terminó recibiendo el registro del JNE, el 15 de octubre de 2014, se llamó Peruanos Por el Kambio (PPK), denominación escogida deliberadamente, error ortográfico incluido, para reproducir las iniciales del nombre y el apellido del fundador. Empleando como colores el rosa, el azul y el amarillo, una paleta cromática que sugería amabilidad y buenas intenciones, el PPK elaboró una declaración de objetivos en la que decía encarnar "una alternativa distinta a la del capitalismo ortodoxo o al estatismo ineficiente". Se trataba de "crear condiciones efectivas de mercado económico competitivo", de "reformar y reducir el tamaño del Estado", y de "propiciar el desarrollo económico y la equidad social".

A diferencia de otros partidos peruanos concebidos como meros instrumentos al servicio de las ambiciones políticas de sus líderes y desprovistos de una ideología clara, el PPK sí hacía una proclama de principios: "La experiencia de los países de América Latina y en particular del Perú es que hemos oscilado entre soluciones liberales a ultranza y esquemas sociales difíciles de financiar, la mayor de las veces populistas. Tenemos que pensar en soluciones prácticas para defender objetivos básicos (...) Nosotros creemos en el Estado liberal, en el sentido de darle a todos los ciudadanos libertades esenciales, pero al mismo tiempo que ofrezca igualdad de oportunidades a todos, haciendo que los más pobres puedan aspirar a dejar la pobreza para ellos y sus hijos", manifestaba el partido.

Kuczynski, rehuyendo los encasillamientos que le hacían sobre que era un perfecto representante del centro-derecha o la derecha liberales, arguyó que el suyo no era en absoluto un movimiento derechista, sino que se ubicaba "en el centro", sin aditamentos. Es más, no vería con malos ojos que lo "vincularan un poco a la izquierda" toda vez que él era "un progresista", indicó al hacer oficial su segunda postulación presidencial en abril de 2015. Ni mucho menos el PPK era "caudillista", pese a lo que pudiera pensarse de una organización que se llamaba como su jefe y creador. El populismo y la demagogia, reiteraba Kuczynski, no tenían cabida en su plataforma. Sin embargo, muchos comentaristas y observadores coincidieron en señalar al PPK como un partido de credo básicamente liberal conservador y garante del statuo quo socioeconómico, por más que Kuczynski se abonara ahora a una especie de socioliberalismo tipo Tercera Vía con nociones progresistas.

Enfatizando una aclaración ya hecha cuando las elecciones de 2011, el antiguo ministro de Toledo no se veía a sí mismo como "un político tradicional", y prácticamente ni como "un político" a secas; él, prefería presentarse como lo que siempre había sido por profesión, "un economista", quien deseaba volcar toda su experiencia y buena voluntad al servicio del país. En su opinión, en el Perú, los partidos de siempre habían "fracasado" por su permeabilidad a la corrupción, su pertinaz "sectarismo", el "culto a la personalidad" que envolvía a sus líderes y su incapacidad para "comprometerse con la nación con objetivos concretos y promesas reales". Ya en clave plenamente proselitista, PPK se afanó igualmente en desmontar los remoquetes despectivos de "pituco" y "gringo" con una escenografía popular y folclorista.


4. Duelo muy cerrado Keiko Fujimori en el balotaje de 2016

El 26 de abril de 2015, a los 76 años, Kuczynski lanzó oficialmente su candidatura para las elecciones presidenciales del 10 de abril de 2016. El 22 de noviembre siguiente el aspirante hizo presentación de su Plan de Gobierno, al tiempo que lanzaba dardos a la 37 años más joven Keiko Fujimori ("hace 15 años terminó la dictadura corrupta y violadora de los Derechos Humanos que tanto daño nos hizo [...] no queremos repetir tristes historias como esa", afirmó), quien en estos momentos, y así venía siendo desde que habían empezado a publicarse sondeos, gozaba de una clara ventaja en la intención de voto; por detrás venía Kuczynski, pero en apretada pugna con César Acuña, y dentro de poco también con Julio Guzmán Cáceres, de Todos por el Perú (TPP).

Kuczynski ofertaba a los peruanos un programa estructurado en cuatro capítulos bien definidos y además establecía entre ellos relaciones de interdependencia. El primer capítulo abordaba la "dramática" inseguridad ciudadana, cuya solución contemplaba bajo los prismas de la eficiencia organizativa y las posibilidades fiscales, ligando las necesidades de un mayor presupuesto policial al buen rumbo de la economía. En cuanto a esta, el PPK partía del diagnóstico de que el PIB había perdido mucho dinamismo por la adversa coyuntura exterior en los mercados tanto comerciales como monetarios. Para recuperar las altas tasas de crecimiento anteriores a 2014, cuando el PIB peruano llegó a avanzar hasta un 9% anual (la tasa alcanzada en 2008 bajo Alan García), se contemplaba la diversificación de la canasta de exportaciones, la supresión de "trabas burocráticas", la regularización de las abundantísimas actividades informales y el desarrollo de las infraestructuras, escenario de "megaproyectos" como la construcción del Gasoducto Sur Peruano, una decena de plantas hidroeléctricas, y varios colegios y centros deportivos para jóvenes en todo el país, amén de la puesta en marcha del Proyecto Integral de Agua.

Destacaban en este apartado la subida de la remuneración mínima vital a los 850 soles y un clásico del repertorio liberal, la bajada de los impuestos, tanto el del consumo, el IGV, pagado por todos los peruanos y que pasaría del 18% al 15% en tres tramos, como el de la renta aplicado a las pymes, que descendería de manera notable del 30% al 10%, pero solo para aquellas empresas de hecho que dieran el paso de salir de la economía sumergida, tributar a Hacienda y cotizar por la seguridad social de sus trabajadores. Ello, en paralelo al incremento de la base recaudadora del fisco. El candidato calculaba que si todo lo anterior se implementaba, en el Perú podrían crearse "tres millones de empleos en cinco años", la mitad nuevos y la otra mitad aflorados y formalizados.

El apartado tres del Plan se detenía en las reformas que había que acometer para que "realmente terminen de raíz la corrupción e impunidad en todo nivel en nuestra sociedad", cosa que solo sería posible en virtud de una reforma en profundidad del Poder Judicial. Por último, el PPK desgranaba sus planes de inversión social, para acabar con las "grandes desigualdades" y proporcionar "poder adquisitivo" a los aún siete millones de peruanos bajo el umbral de la pobreza. Aquí, Kuczynski se explayaba con una de sus fijaciones, la extensión de la cobertura de los servicios de agua potable y saneamiento.

Un aspecto llamativo del Plan de Gobierno del PPK era que precisaba una serie de "programas emblemáticos" sectoriales a implementar en caso de llegar al poder: Barrio Seguro y Cárceles Productivas para el área de seguridad; Adelanto Social, Seguro de Desempleo y Oro Limpio en la esfera económica; Escuela Bonita, Perú Ponte a Leer, Tarjeta Única de Salud-TU SALUD, Agua Limpia, Sierra Azul, Propietario Firme y Rutas Mágicas de Turismo en el capítulo de inversiones sociales; y, en el frente anticorrupción, Ficha Limpia y Muerte Civil, aplicables a los funcionarios del Estado a priori, para certificar su integridad, y a posteriori, para desterrar de la vida pública a los condenados por corrupción.

Asimismo, el Programa pormenorizaba diez medidas para llevar al Congreso el primer día del Gobierno. Entre las mismas, figuraban la aprobación de una ley "para refundar la Policía Nacional que permita sacar a los malos elementos", una reforma de la magistratura judicial, la creación de un nuevo seguro de desempleo para los trabajadores recién ingresados en el mercado laboral y otra ley específica para asegurar la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Además, se solicitaría al Congreso luz verde para los descuentos fiscales y el aumento del salario mínimo.

El ex primer ministro, que además aceptaba la unión civil de parejas del mismo sexo, se oponía tajantemente -con argumentos religiosos aquí- a la reintroducción de la pena de muerte en ningún supuesto y descartaba el indulto presidencial de Alberto Fujimori, condenado a un total de 52 años de prisión en cinco juicios, aseguraba que los programas de desarrollo social que pensaba aplicar "se financiarían solos" con el aumento de los ingresos de los beneficiarios, parte de los cuales revertirían al Estado en forma de impuestos. "A los que frenan la economía, a los corruptos y a los delincuentes se les acabó el recreo", avisaba la propaganda del PPK.

El 9 de enero de 2016, luego de renunciar finalmente, en noviembre, a la nacionalidad estadounidense con la devolución del pasaporte acreditativo, Kuczynski inscribió su candidatura a inquilino de la Casa de Pizarro ante el Jurado Electoral Especial (JEE) Lima Centro 1, llevando de compañeros de fórmula al ingeniero Martín Vizcarra Cornejo, anterior gobernador regional del departamento de Moquegua, y a Mercedes Aráoz Fernández, quien fuera tres veces ministra con Alan García. En la campaña electoral que siguió, donde volvió a echársele en cara que hubiese "abjurado" de la nacionalidad peruana en su momento y que conservara directorios empresariales remunerados, el que en todos estos años había hecho gala de un estilo formal contenido y pausado mostró en varias ocasiones un lado vehemente y hasta rudo.

El 21 de marzo, días después de excluir el JNE las candidaturas de César Acuña y Julio Guzmán por la comisión de distintas irregularidades, un aldabonazo de campaña de lo más oportuno para el político liberal porque le permitió recobrar la segunda posición en los sondeos tras unas semanas de crítico desfallecimiento, dos particulares solicitaron al JEE que se actuara de igual manera contra Kuczynski sobre la base de las mismas violaciones electorales descubiertas a Acuña, a saber, la entrega de dádivas a electores con finalidad proselitista, lo que constituía una infracción grave de la Ley de Organizaciones Políticas. Kuczynski negó tajantemente haber dado regalos a los asistentes a uno de sus mítines al aire libre en el distrito de Sapallanga, en Huancayo, Junín, pero en un video subido a Internet podía verse a un miembro del equipo del candidato, estando él presente , ofreciendo a los asistentes al acto cajas de cerveza y bolsas con hojas de coca. El 30 de marzo el JEE llegó a abrirle un procedimiento de exclusión a Kuczynski, pero tres días después, tras estudiar el caso, el tribunal declaró infundada la solicitud de apartamiento de la carrera presidencial.

El 7 de abril Kuczynski cerró su campaña con un festivo mitin en el Campo de Marte de Lima, donde bailó e interpretó con su flauta travesera los famosos temas andinos El cóndor pasa y Ojos azules. En su discurso, el candidato arremetió contra la "pelona" Keiko Fujimori, a la que no olvidó relacionar con Vladimiro Montesinos, el infame asesor de inteligencia de Alberto Fujimori, y de la que dijo que votarla supondría "ir al abismo". "En este momento estamos viendo un panorama político fracturado en el Perú, por las luchas del pasado, por el autoritarismo que hubo para combatir el extremismo y el terrorismo, tenemos que buscar un camino en el medio, no los extremos, porque nos van a frenar", recalcó el pretendiente del PPK.

Los últimos muestreos de la intención de voto situaban a Kuczynski en segundo lugar, pero con Verónika Mendoza Frisch, la joven candidata de la coalición izquierdista Frente Amplio, pisándole los talones. Bastante más rezagados aparecían el centrista Alfredo Barnechea García, de Acción Popular (AP, el partido del que fuera conductor Fernando Belaúnde), y los ex presidentes García y Toledo. En una anomalía que empezaba a ser habitual en el sistema político del Perú, pródigo en peculiaridades, el partido del Gobierno saliente, el Nacionalista Peruano (PNP) de Humala y su esposa, la poderosa primera dama Nadine Heredia, no llevó a las urnas presidenciales un candidato propio o afín.

Los sondeos se cumplieron y el 10 de abril de 2016 Fujimori y Kuczynski recibieron vía libre para disputar el balotaje del 5 de junio con la primera sacándole al segundo casi 19 puntos de ventaja, el 39,86% frente al 21,05%. En las elecciones al Congreso, el triunfo de Fuerza Popular, el partido de Fujimori, fue más contundente al hacerse con 73 escaños, esto es, mayoría absoluta. El PPK debutó en el Legislativo con 18 congresistas, dos menos que el Frente Amplio, un rendimiento discreto que auguraba complicaciones parlamentarias para el Ejecutivo en caso de terminar haciéndose con el mismo Kuczynski.

Comenzó entonces la fase más competitiva y beligerante de las elecciones presidenciales peruanas. Kuczynski, quien ya contaba con la preferencia del siempre influyente Mario Vargas Llosa, necesitaba un elenco de respaldos y adhesiones desde prácticamente todo el arco político que iba de la derecha liberal hasta la izquierda socialdemócrata, y que incluía las posiciones más nítidamente antifujimoristas. Si no conseguía articular este frente de apoyo meramente táctico, solo para cerrar el paso a una aspirante que en las izquierdas concitaba más rechazo que el que pudiera despertar él, la victoria de Keiko, sin duda la figura política más potente del país por méritos propios, sería inevitable. Con diversos matices, Kuczynski consiguió los respaldos de AP, Perú Posible, TPP, la APP, el PPC y, de manera crucial, el Frente Amplio de Verónika Mendoza, quien dejó correr los agresivos comentarios realizados contra ella por Kuczynski en la primera campaña electoral, cuando este la describió como una "medio roja que dice que sabe hacer las cosas y nunca ha hecho nada en su perra vida".

Ahora, Mendoza y Kuczynski coincidían en alertar a los electores de la "amenaza para la democracia" que representaba una candidata rodeada de gente corrupta y con nexos con el narcotráfico, tanto que el Perú bien podía convertirse en un "narcoestado", si no en la "dictadura" que su padre ha había instaurado tras el fujigolpe de 1992. Así de explícito se mostró Kuczynski en el último e intenso debate, caracterizado por el peloteo de acusaciones y pullas ("tú no has cambiado, pelona, eres la misma", le espetó el cabeza de cartel del PPK a su adversaria de Fuerza Popular; "la historia nos ha demostrado que los gobernantes de escritorio fracasan", repuso ella), el 29 de mayo, y en la clausura de su campaña, el 1 de junio.

Pedro Pablo Kuczynski es autor de los libros Democracia bajo presión económica, de 1980, donde da su punto de vista sobre el primer Gobierno de Fernando Belaúnde en 1963-1968, el ya citado Perú, ahora o nunca, de 2010, que recoge sus propuestas de Gobierno para las elecciones de 2011, y Más allá de 2012, publicado en 2013 en clave proselitista también. Además, han sido editados Crecer y construir y Perú porvenir, dos tomos recopilatorios de columnas de opinión que el autor escribió para el periódico de línea liberal Diario Correo entre 2002 y 2009.

(Cobertura informativa hasta 5/6/2016)