Mauricio Macri

Mauricio ‪‎Macri‬, candidato del partido Propuesta Republicana (PRO) y la coalición Cambiemos, se impuso en el balotaje presidencial argentino del 22 de noviembre de 2015 a su adversario del oficialismo, Daniel Scioli, con el 51,4% de los votos. El jefe de Gobierno saliente de la Ciudad de Buenos Aires sucederá a Cristina Fernández como inquilino de la Casa Rosada el próximo 10 de diciembre, poniendo fin a 12 años de gobiernos kirchneristas en Argentina y convirtiéndose en el primer mandatario democrático no perteneciente al peronismo o el radicalismo desde 1943, lo que subraya el carácter histórico de su elección.

El gran outsider de la política argentina es el primogénito del magnate industrial Franco Macri —quien por cierto nunca ha respaldado las ambiciones políticas de su hijo— y exhibe un florido currículum de empresario labrado en las compañías del holding familiar y en el club de fútbol Boca Juniors. Bajo su presidencia, el equipo llenó sus vitrinas de copas y títulos, éxito deportivo que reportó una gran popularidad al a veces llamado Berlusconi argentino y que en 2003 le animó a fundar una formación de corte liberal conservador, Compromiso para el Cambio, génesis de la posterior PRO y a la que situó en la oposición al Partido Justicialista, no obstante sus vínculos personales con el menemismo.

En 2007, al segundo intento y por goleada, Macri ganó la elección al Ejecutivo de la Ciudad Autónoma. Tras las contramarchas de aquel año y 2011, el intendente porteño sustanció su apuesta presidencial en 2015 y forjó la coalición Cambiemos con la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica ARI, es decir, el centroizquierda social liberal. Tras ganar la elección primaria en agosto, Macri encaró la campaña para las elecciones nacionales con el hándicap que suponía no disponer de un aparato partidario apreciable en las otras 23 provincias del país. El 25 de octubre, sin embargo, al tiempo que él desplazaba a Sergio Massa y desde la posición provisional de segundón pasaba a disputar la segunda vuelta de las presidenciales, su lugarteniente María Eugenia Vidal, en un golpe espectacular que preludió el desenlace nacional del 22 de noviembre, derrotó al kirchnerismo en la votación para el puesto de gobernador de la Provincia de Buenos Aires, del que Scioli se despedía.

Preocupado siempre por el tirón mediático y reacio a ubicarse ideológicamente, aunque si tiene que definirse alude a un centro neutro sin etiquetas, no al centroderecha y menos a la derecha neoliberal que le adjudican sus detractores del kirchnerismo y la izquierda, Macri tiene a sus espaldas un denso historial de líos con la justicia, todo un ovillo de imputaciones penales y procesamientos en los contextos de sus actividades como empresario privado y su gestión gubernamental en la Ciudad Autónoma. El caso más complicado es el del espionaje realizado por los altos mandos de la Policía Metropolitana, que en 2010 dio pie al procesamiento del alcalde por unos delitos de violación de secretos, abuso de autoridad y falsificación de documentos públicos "en concurso con la participación en una asociación ilícita".

Aunque ha evitado el juicio oral, Macri no ha conseguido que la Cámara Federal le sobresea en esta causa, por lo que tomará la banda albiceleste estando procesado, una situación insólita. En plena campaña electoral le estalló un escándalo de contratos públicos de publicidad y, por si fuera poco, encajó una denuncia por "omisión maliciosa" en su declaración jurada patrimonial presentada ante la Oficina Anticorrupción. Nada de todo esto ha estorbado su irresistible ascenso al poder, el cual obedece fundamentalmente al deseo de una mayoría de los electores de pasar página a la Administración del Frente para la Victoria (FPV), que deja un coyuntura económica complicada, y probar con una fórmula alternativa y novedosa.

El adalid del cambio en la nación sudamericana proclama que sus tres grandes desafíos son conseguir la "pobreza cero", "terminar con el narcotráfico" y "unir a los argentinos", dentro de un proyecto conciliador y no revanchista de inclusión social, desarrollo económico y fortalecimiento institucional de la democracia, para lo que contempla una batería de reformas políticas. Sus promesas de que el Gobierno acudirá en auxilio de los ciudadanos con bajos ingresos y de las provincias rezagadas del norte salen al paso de las acusaciones de que prepara un ajuste severo para atajar los problemas fiscales del erario federal. El nuevo presidente niega que vaya a imponer el ajuste de una economía estancada pero generadora de inflación, a cancelar los programas sociales del kirchnerismo o a reprivatizar empresas, pero prescribe "austeridad".

Sobre todo, ha recalcado que piensa acabar, primero dijo que de un plumazo y luego que de manera gradual, con los controles cambiarios, el famoso cepo, para que la cotización del peso la determine libremente el mercado con un tipo de cambio único, asegurando de paso que el nuevo régimen, al generar "confianza", no traerá una devaluación monetaria y sí en cambio una repatriación de capitales y la afluencia de inversiones. Asimismo, avisa que revertirá la estrategia de desendeudamiento perseguida por la presidenta Fernández, de manera que el Estado, que, deplora, se encuentra "pelado y seco de fondos" tras el pago del bono soberano Boden 2015 con reservas del Banco Central, corra a buscar cuanta financiación necesite de los organismos internacionales de crédito.

Las mudanzas económicas que Macri vaya a adoptar tendrán que conciliarse con su desventaja parlamentaria, pues Cambiemos posee menos escaños que el FPV en el Congreso. En cuanto a la política exterior, el dirigente opina que "Argentina tiene que volver al mundo", lo que significa un acercamiento a Estados Unidos y a la UE, y, lo más importante, un viraje de muchos grados en la política regional de alianzas; este va a ser en detrimento del eje izquierdista sudamericano, del que Buenos Aires era hasta ahora un eslabón principal, y en particular del núcleo bolivariano, que pierde un aliado clave. Por de pronto, Macri, como presidente electo, no ha tardado ni 24 horas en anunciar que solicitará una reunión extraordinaria del MERCOSUR para que se invoque la cláusula democrática contra Venezuela por los "abusos" que el Gobierno de Nicolás Maduro está cometiendo en la "persecución a los opositores y a la libertad de expresión".


(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 30/11/2015. El ejercicio de Mauricio Macri como presidente de la Nación Argentina se inició el 10/12/2015 y concluyó el 10/12/2019. Su sucesor en la Presidencia fue Alberto Fernández, con quien compitió sin éxito en las elecciones del 27/10/2019; entonces, con el 40,8% de los votos, Macri vio frustrada su aspiración reeleccionista por el postulante de la oposición peronista, proclamado presidente electo en la primera vuelta).

1. Hijo de magnate y ejecutivo del Grupo Macri
2. Dirigente futbolístico, primeros encontronazos con la justicia y entrada en la política con Compromiso para el Cambio
3. Creación de Propuesta Republicana, ascenso al Gobierno de Buenos Aires y la causa procesal por espionaje
4. Cuenta atrás para la candidatura presidencial de 2015 frente al kirchnerismo entre un reguero de denuncias penales
5. Sobreseimientos judiciales, las PASO de agosto y el programa de la coalición Cambiemos para contender con Scioli

1. Hijo de magnate y ejecutivo del Grupo Macri

El gran outsider de la política argentina es el primogénito del magnate italiano naturalizado Francesco Franco Macri, nacido en Roma en 1930 y emigrado al país sudamericano en su juventud, y de la señora Alicia Blanco Villegas, de ascendencia española. Mauricio nació y se crió junto con sus cuatro hermanos menores, dos chicas y dos chicos, en Tandil, entonces una ciudad de pequeño tamaño, cabeza del partido homónimo de la Provincia de Buenos Aires, situada al sur de la urbe porteña y al oeste de Mar del Plata. La infancia del futuro presidente discurrió en una época, la década de los sesenta y los primeros setenta, en que su padre, el típico emprendedor de éxito hecho a sí mismo, estaba construyendo un emporio empresarial en los ramos industriales de la construcción y la automoción.

El muchacho recibió las educaciones primaria y secundaria en el Colegio Cardenal Newman, centro privado de Buenos Aires regido por una congregación de curas católicos irlandeses, los Christian Brothers, que impartían parte de su enseñanza en inglés. Allí tuvo como compañero de aula a Nicolás Martín Caputo, hijo también de una familia de hombres de negocios de origen italiano y en lo sucesivo su mejor amigo, colega de aventuras empresariales y políticas hasta el día de hoy. Tras completar el Bachillerato, Macri estudió Ingeniería en la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA). Una vez titulado como ingeniero civil, empezó a labrarse una carrera profesional en el sector privado, en las compañías que controlaba su padre.

En 1980, en plena dictadura militar del general Videla, y el mismo año en que Franco Macri finalizó su vínculo conyugal con doña Alicia Blanco (dos años después, el acaudalado empresario iba a contraer nuevas nupcias con la psicóloga Cristina Cressier, la cual iba a darle una hija, Florencia —luego hermanastra de Mauricio—, antes de terminar este matrimonio en divorcio también), el veinteañero entró a trabajar en la firma Sideco Americana, especializada en grandes obras de infraestructura civil, donde en los cuatro años siguientes se desempeñó como analista e ingeniero supervisor de obras contratadas con administraciones públicas de Venezuela y Colombia. En 1981, con 22 años, Mauricio se casó con la joven Ivonne Bordieu, primera de las tres esposas que iba a tener. El matrimonio Macri-Bordieu alumbró tres vástagos, Agustina, Jimena y Francisco.

En 1983, coincidiendo con la caída de la Junta Militar y la restauración democrática en la figura presidencial Raúl Alfonsín, Macri y Caputo pusieron en marcha una empresa conjunta, Mirgor, dedicada a fabricar sistemas de climatización y aire acondicionado para vehículos. Mirgor S.A., que instaló su primera planta fabril en Río Grande, Tierra del Fuego, quedó vinculada a Socma, la sociedad que administraba las numerosas participaciones empresariales del imperio multisectorial levantado por Macri sénior. En Socma, Macri hijo empezó haciendo labores de supervisión de proyectos comerciales, en concreto uno de desarrollo urbanístico en Estados Unidos, en la margen derecha del río Hudson en el estado de Nueva York.

Paralelamente, trabajó durante seis meses para el Departamento de Crédito del Citibank en Buenos Aires y asistió a un Curso Superior de Economía impartido por la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (UCEMA). Al año siguiente, en 1985, ascendió a gerente general de inversiones en Socma y enriqueció su currículo académico con sendos cursillos de contabilidad y administración financiera para ejecutivos de la Universidad de Columbia en Nueva York, y de análisis de mercado monetario y crédito de la auditora Arthur Andersen. En 1986 se colocó como vicepresidente, y al poco presidente, de Sideco, compañía que encabezó durante seis años.

A finales de agosto de 1991, con 32 años, siendo padre de tres niños y en mitad de una relación sentimental con la modelo y actriz Marisa Mondino, hecha pública tras la ruptura de su matrimonio con Ivonne Bordieu al cabo de una década en común, Macri sufrió en Buenos Aires el secuestro por unos facinerosos que actuaron guiados por el móvil económico. Sus captores, que resultaron pertenecer a una banda de policías federales corruptos (sus integrantes, algunos comisarios, fueron luego detenidos, juzgados y, nueve de ellos, condenados a duras penas de prisión por este y otros secuestros de víctimas pudientes), le agarraron con violencia a la puerta de su casa, le metieron encapuchado dentro de un ataúd en una camioneta y le mantuvieron encadenado a un camastro en un cubículo camuflado en un sótano del barrio de San Cristóbal durante doce días, hasta que cobraron el rescate solicitado a la familia, seis millones de dólares. El pago fue efectuado en metálico por Macri padre y los billetes fueron entregados a los delincuentes por Nicolás Caputo con la ayuda del chófer personal de Mauricio.

Tras ser liberado sin daños físicos y sin secuelas psicológicas aparentes, el empresario se encontró con muchas personas, familiares y amigos que habían temido por su vida. Uno de los que habló con Macri en estos momentos de alegría fue el famoso deportista Daniel Scioli, entonces campeón internacional de motonáutica y un cuarto de siglo más tarde máximo contrincante suyo en la carrera presidencial por la Casa Rosada. El secuestro tuvo una considerable repercusión mediática y dejó al país en vilo, llegando a implicarse personalmente en el caso el recién nombrado ministro del Interior del Gobierno de Carlos Menem, José Luis Manzano. Hoy, Macri recuerda aquella angustiosa experiencia como un hecho que "cambió mi vida por completo". Los cambios iban a producirse en el terreno profesional, aunque no de manera inmediata.

El futuro estadista retomó sus quehaceres industriales y en 1992 asumió el puesto de vicepresidente ejecutivo de la joint venture Sevel Argentina, otro de los florones corporativos del Grupo Macri y uno de los más importantes fabricantes y vendedores de vehículos de América Latina, con licencia para producir diversos modelos de automóviles, furgonetas, camionetas y tractores de las marcas Fiat, Peugeot, Alfa Romeo, Iveco y Chevrolet. Además de ensamblar, en sus plantas de Buenos Aires y Córdoba, decenas de miles de utilitarios al año, Sevel también importaba y comercializaba en los mercados nacional y sudamericano varios modelos que no fabricaba. En 1994 Macri alcanzó la presidencia de Sevel, puesto que iba a ostentar solo durante unos meses. En diciembre de aquel año el empresario puso fin a tres años de soltería con su boda con la modelo y licenciada en Ciencias Políticas Isabel Menditéguy, hija del piloto de Fórmula 1 Carlos Alberto Menditéguy. En su segundo matrimonio, terminado en 2005 en un caro divorcio, Macri no tuvo hijos.


2. Dirigente futbolístico, primeros encontronazos con la justicia y entrada en la política con Compromiso para el Cambio

En diciembre de 1995 Macri, hasta ese momento conocido por el público más bien por ser hijo de quien era y por el secuestro de 1991, y no por sus méritos profesionales, y recién llegado de la Universidad de Pennsylvania, donde había asistido a un breve curso sobre comunicaciones ejecutivas, dio un nuevo lustre a su singladura empresarial al ganarle al veterano Antonio Alegre la elección a presidente del Club Atlético Boca Juniors, uno de los equipos de fútbol más populares y con más solera de Argentina, con sede en el barrio porteño de La Boca.

Ilusionado con la realización de su "gran proyecto", Macri, quien de chico había soñado con ser futbolista pero que carecía de talento para darle al balón, presidió el Boca durante tres períodos. En todo en este tiempo, 12 años, el club, reconocido como el mejor de Sudamérica en la primera década del siglo XXI, gozó de una histórica racha de victorias, títulos y records nacionales e internacionales: en el campeonato de Primera División, el Boca conquistó seis torneos de apertura y clausura, mientras que en los torneos de la CONMEBOL se llevó las Copas Intercontinentales de 2000 y 2003, las Copas Libertadores de 2000, 2001, 2003 y 2007, las Copas Sudamericanas de 2004 y 2005 y la Recopas de 2005 y 2005. Este exitoso desempeño en el mundo del deporte del que llegó a ser llamado el "Berlusconi argentino" proporcionó a Macri una popularidad tal que, al igual que había hecho el piloto de automovilismo Carlos Alberto Reutemann (y como luego iba a hacer el ex motonauta Scioli), le animó a meterse en política.

Ahora bien, antes de materializar este paso, el empresario tuvo que hacer frente a un serio problema con la justicia argentina. En septiembre de 1999 su padre fue procesado por unas sofisticadas prácticas de contrabando y estafa al fisco presuntamente realizadas en 1993 al socaire de unas operaciones comerciales entre Sevel Argentina y su filial en Uruguay. En aquella ocasión, el hijo, al tratarse del vicepresidente de Sevel cuando los hechos, fue investigado e imputado, pero luego fue desligado de la causa por "falta de mérito" y su caso quedó sobreseído.

En octubre de 2000, sin embargo, la Cámara en lo Penal Económico, al tiempo que confirmaba el procesamiento y el embargo de bienes de Franco Macri por presunto contrabando, revocó la falta de mérito dictada en primera instancia y ordenó a la fiscalía de delitos económicos que reactivara las diligencias procesales contra Mauricio, al que impuso de paso una embargo de 4,9 millones de pesos, la misma cantidad que pesaba sobre su padre. Este traspiés en los juzgados llegaba para Macri cinco años después de terminar sus vínculos ejecutivos con Sevel, la cual había dejado de pertenecer al Grupo Macri en 1999 al adquirir la práctica totalidad de sus acciones la francesa PSA Peugeot Citroën, de manera que Sevel Argentina pasó a llamarse Peugeot Citroën Argentina S.A.

El 22 de febrero de 2001, al día siguiente de anunciar que meditaba separarse de la dirección del Boca Juniors para dedicarse a la política, el juez penal económico Carlos Liporace dictó contra Macri auto de procesamiento por contrabando agravado, un delito penado con entre 2 y 10 años de prisión, como presunto corresponsable de la exportación por Sevel Argentina a Sevel Uruguay de componentes de automoción que luego eran montados en el país vecino y finalmente importados, ya como vehículos terminados, de vuelta a Argentina con ventajas arancelarias. El acusado negó en todo momento haber cometido irregularidad alguna, pues las operaciones de compraventa entre Sevel y su filial uruguaya habían recibido el visto bueno de las autoridades aduaneras, pero además insinuó que podría ser víctima de un "complot" contra su persona por motivaciones políticas.

Macri afrontó su proceso con confianza y en noviembre de 2001, cuando el juicio oral y público parecía inminente —y mientras Argentina, presa de la peor crisis económica y financiera de su historia y ocupando la Presidencia de la Nación el radical Fernando de la Rúa, se deslizaba rápidamente hacia el corralito bancario y el estallido social—, la Sala Tercera de la Cámara Nacional de Casación Penal les sobreseyó a él, a su padre y a otros ex directivos de Sevel al entender que no había delito. El fiscal de Casación recurrió por "arbitrario" e "insólito" el fallo ante la Corte Suprema de Justicia, que finalmente resolvió en favor de los Macri con una sentencia absolutoria firme.

Corría 2002, el peronista Eduardo Duhalde dirigía en la cuerda floja el Ejecutivo y la Corte Suprema permanecía bajo el control de los magistrados nombrados por el ex presidente Menem, a la cabeza de los cuales estaba el juez en jefe del alto tribunal, Julio Salvador Nazareno. Para los detractores de la llamada "Corte menemista", existió una clara tendenciosidad en el fallo inapelable de la Corte Suprema, pues los vínculos personales de los Macri con el todavía influyente y poderoso ex jefe del Estado eran públicos y notorios. En octubre del mismo año Macri júnior volvió a ser procesado, en una causa completamente distinta: por la presunta administración fraudulenta de su club de fútbol en la adquisición, con un sobrecoste sospechoso, de unos sistemas de videovigilancia para controlar la seguridad en el Estadio Alberto J. Armando, más conocido en todo el mundo como La Bombonera. Tampoco esta acusación se sustanció en juicio.

Sus líos con la justicia no disuadieron a Macri, al contrario, le reafirmaron en su decisión, de seguir adelante con sus planes de incursionar en la política de Buenos Aires, municipio que desde 1996 gozaba del estatuto constitucional de Ciudad Autónoma. En estos momentos, la Capital Federal tenía como jefe de Gobierno a Aníbal Ibarra, del centroizquierdista Frente País Solidario (FREPASO); la Unión Cívica Radical (UCR) era su socio en el consistorio, que entre 1996 y 2000 había estado encabezado por los radicales de la Rúa y Enrique Olivera. La Provincia de Buenos Aires, por contra, era un bastión inexpugnable del Partido Justicialista. Macri fijó sus ambiciones en el que era uno de los más importantes cargos políticos institucionales de la nación.

En julio de 2001, como primer paso para realizar sus aspiraciones, Macri puso en marcha la Fundación Crecer y Crecer, concebida para contribuir al "diseño de políticas públicas y al desarrollo de talleres de capacitación", rezaba su presentación, en el contexto de la calamidad económica y social que se abatía sobre el país. Más específicamente, la ONG focalizaba sus intereses en la búsqueda de soluciones para los problemas que aquejaban la megalópolis porteña. Macri disponía ya de su propio laboratorio de ideas, pero más importante era dotarse de una agrupación política con arreglo a sus ideas liberales conservadores. Aunque venía de codearse con el menemismo (es más, en 2003, en un programa de televisión, iba a referirse al ex presidente como "el gran transformador"), el empresario presumía de ser políticamente independiente, ni peronista, ni radical, ni por supuesto frepasista.

A principios de 2003 el dirigente futbolístico y su inseparable Nicolás Caputo presentaron Compromiso para el Cambio (CPC), partido que debía servir de vehículo para la candidatura del primero a la intendencia porteña. La nueva formación de Macri fue el eje de la más amplia Alianza Frente Compromiso para el Cambio, que atrajo a varios partidos pequeños con tendencias dispares, aunque unidos todos por la moderación ideológica y el rechazo a la antinomia clásica justicialismo-radicalismo.

La votación tuvo lugar el 24 de agosto de 2003 (tres meses después del secuestro con el desenlace de liberación sana y salva, previo pago de un rescate a los delincuentes, de Florencia Macri, la hermanastra de 19 años), y en ella Macri dio la campanada al superar con el 37,5% de los votos a su rival aspirante a la reelección, Ibarra, quien contaba con el apoyo del recién instalado presidente de la Nación, el peronista de centroizquierda Néstor Kirchner, anterior gobernador de Santa Cruz y enfrentado con el justicialismo tradicional que personificaban Menem y varios caudillos provinciales del PJ, los cuales llegaron a pedir el voto para el CPC. Se hizo necesaria una segunda vuelta. La misma tuvo lugar el 14 de septiembre e Ibarra consiguió invertir las tornas, ganando su segundo mandato con el 53,5% de los sufragios. En cuanto a las legislativas nacionales, los de Macri metieron cinco representantes, todos por la Capital Federal, en la Cámara de Diputados que dominaba el PJ. Una representación que se tornó más exigua cuando tres de estos diputados cambiaron de chaqueta y se unieron al bloque peronista.


3. Creación de Propuesta Republicana, ascenso al Gobierno de Buenos Aires y la causa procesal por espionaje

Pese a fracasar en su primera tentativa personal en las urnas, Macri entró para quedarse en la política argentina, a partir de 2005 con una notable cuota de poder parlamentario para su formación, si bien circunscrita a la Capital Federal. El 25 de mayo de 2005, de cara al siguiente examen electoral, las legislativas del 23 de octubre, Macri selló una alianza con el partido liberal Recrear para el Crecimiento que animaba el economista y ex ministro radical Ricardo López Murphy, tercero en las presidenciales de 2003 tras Menem y Kirchner. En agosto, la coalición, que decía ofrecer una alternativa de "centroderecha" al pujante kirchnerismo y al resto de un justicialismo cada vez más dividido, quedó registrada bajo el nombre de Propuesta Republicana (PRO), incorporando como tercer socio al Partido Federal. Ahora bien, PRO solo operaba en Buenos Aires, la ciudad y la provincia, dos distritos que sumados significaban el 46% de los votos nacionales.

Celebrados los comicios, Macri se hizo con el escaño de diputado nacional por el distrito capitalino, donde tuvo de contrincantes a Elisa Carrió, de la Coalición Cívica ARI, y a Rafael Bielsa, del kirchnerista Frente para la Victoria (FPV), pero López Murphy fracasó en su candidatura a senador por la provincia bonaerense. En las elecciones realizadas en la Ciudad Autónoma el rendimiento de PRO fue muy positivo y el partido dominó a las demás fuerzas contendientes con el 34% de los votos, aunque en la Provincia quedó relegada al cuarto lugar. En total, la coalición de Macri se quedó con nueve bancas en la Cámara de Diputados del Congreso y se llevó 18 de los 30 escaños renovados en el Legislativo local.

PRO pasó a liderar la oposición parlamentaria al Gobierno de la Ciudad Autónoma y jugó un papel fundamental en el juicio político que se le aplicó a Ibarra por "mal desempeño" de sus funciones en relación con el trágico incendio de la discoteca Cromañón, sucedido en diciembre de 2004 y en el que resultaron muertas casi 200 personas. Ibarra fue suspendido en el cargo en noviembre de 2005 y finalmente destituido del mismo en marzo de 2006. La jefatura del Gobierno pasó al hasta entonces vicejefe del Ejecutivo y jefe de la Legislatura, el kirchnerista Jorge Telerman.

Más popular que nunca en Buenos Aires gracias a la cascada de éxitos del Boca, y por otra parte bastante criticado desde otros grupos políticos por sus reiteradas ausencias de las sesiones de la Cámara de Diputados, Macri preparó con todo esmero su siguiente campaña a la gobernación porteña. La estrategia para la edición de 2007 incluyó la adopción de alianzas con nuevas formaciones del centro y la derecha, de manera destacada la Unión Celeste y Blanco del hasta hacía poco justicialista Francisco de Narváez, el cual recibió el apoyo de Macri para su candidatura a gobernador de Buenos Aires. La alianza provincial Macri-Narváez se sustanció en la lista Unión-PRO. La anterior alianza con Recrear para el Crecimiento siguió en pie, pero solo en la Ciudad de Buenos Aires. El enflaquecimiento de PRO dejó desguarnecida la segunda postulación presidencial de López Murphy, condenada a sufrir un estrepitoso fracaso. Esta vez, Macri, acompañado por Gabriela Michetti como candidata a vicegobernadora, no tuvo excesivas dificultades para imponerse a su principal adversario, Daniel Filmus, el hombre escogido por el FPV para intentar pararle los pies. Macri batió a Filmus a doble vuelta, el 3 de junio con el 45,6% de los votos y el día 24 de manera definitiva con el 60,9%.

El contrapunto lo puso, en octubre, Narváez, quien, llevando de compañero de fórmula a Jorge Macri, primo carnal de Mauricio, quedó tercero en la Provincia de Buenos Aires por detrás del ganador, Scioli, del FPV, y de Margarita Stolbizer, de la Coalición Cívica. Lejos por el momento de ser un fenómeno político de dimensión nacional, a falta de una implantación en las demás provincias de Argentina, el macrismo y sus aliados no pasaron, con 13 diputados, de la cuarta posición en la Cámara baja del Congreso; en el Senado siguieron careciendo de representación. El gran triunfador de las elecciones nacionales de octubre de 2007 fue el FPV, que conquistó la mayoría absoluta en las dos cámaras del Congreso y llevó a la Presidencia de la Nación a Cristina Fernández, la esposa de Néstor Kirchner, sin necesidad de disputar una segunda vuelta. De hecho, durante el verano, siendo jefe de Gobierno electo, Macri fue sondeado con insistencia desde sectores políticos afines sobre su disposición a presentarse a las presidenciales. En apariencia, el empresario estuvo sopesando esa posibilidad, pero no tardó en descartarla.

El 10 de diciembre de 2007, a la vez que Fernández y Scioli en sus respectivas jurisdicciones, Macri tomó posesión como el quinto jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en sucesión de Jorge Telerman y con un mandato de cuatro años. Cuatro días antes había cesado como presidente del Boca Juniors, posición que tomó Pedro Pompilio, el hasta entonces vicepresidente del club. El 26 de febrero de 2008, sin embargo, la Inspección General de Justicia declaró nula la elección interna de Pompillo debido a ciertas irregularidades detectadas en el proceso y Macri, en un movimiento muy controvertido por la incompatibilidad constitucional que entrañaba pero que se limitaba a obedecer la orden del juez, reasumió la presidencia del Boca. Esta situación se prolongó hasta el primero de junio, fecha en que Pompillo fue declarado ganador por amplia mayoría de las nuevas elecciones celebradas en el club (cinco meses después, Pompillo iba a fallecer de un ataque al corazón).

El primer ejercicio de Macri al frente de la Capital Federal estuvo caracterizado por el recorte de la plantilla de trabajadores públicos, el veto por el Ejecutivo, aduciendo diversos problemas técnicos y defectos de forma, de varias leyes elaboradas por la Legislatura en materia de Derechos Humanos y las importantes inversiones realizadas por el Gobierno en la rehabilitación y mejora de los servicios públicos, así como de buen número de infraestructuras y espacios urbanos. Los ciudadanos notaron los progresos en estas áreas, si bien el erario municipal se cargó de deudas.

Desde octubre de 2009, sin embargo, la gestión de Macri quedó ensombrecida por el escándalo generado a raíz de la denuncia por Sergio Burstein, dirigente de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), sobre que estaba siendo objeto de un espionaje telefónico desde la recién creada, pero aún no desplegada (sus actividades no iban a arrancar oficialmente hasta febrero de 2010, con varios meses de retraso), Policía Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires. Este era tal vez el proyecto más ambicioso de Macri cuando llegó al Gobierno porteño, pues la Ciudad Autónoma carecía de un cuerpo policial propio para combatir la inseguridad ciudadana; hasta ahora, la lucha contra el crimen venía siendo responsabilidad de la Policía Federal.

La justicia intervino al punto y las pesquisas llevadas a cabo no solo corroboraron la versión de Burstein, sino que destaparon toda una red de espionaje paraestatal —"una verdadera Gestapo", según palabras del juez federal encargado de la investigación, Norberto Oyarbide—, que había afectado a multitud de personas de diversos ambientes políticos y gremiales. Las escuchas ilegales las habían sufrido incluso gentes del círculo personal y familiar de Macri, como su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, y su cuñado Néstor Daniel Leonardo, marido de su hermana Sandra (la cual iba a fallecer en junio de 2014 al cabo de una larga enfermedad), autoproclamado parapsicólogo y sanador, y mal avenido con su suegro, don Franco Macri, quien se había opuesto a esta boda.

Se practicaron cierto número de detenciones, entre ellas las del agente policial Ciro James y Jorge Fino Palacios, un turbio ex comisario de la Policía Federal que tenía antecedentes penales y al que Macri, asegurando tener una absoluta confianza en su honestidad, había designado en julio anterior primer jefe de la Policía Metropolitana, cargo al que había tenido que renunciar al cabo de unas semanas por la riada de cuestionamientos de su persona. Al reemplazo de Palacios, Osvaldo Chamorro, también hubo de separarlo Macri del puesto por su presunta implicación en los pinchazos telefónicos. Es más, Chamorro fue arrestado y encausado al igual que James y Palacios.

Aunque había sólidas pruebas incriminatorias contra los presuntos cabecillas de la trama, Macri repuso que el kirchnerismo intentaba tenderle una celada. Los argumentos de la supuesta trampa política contra el gobernante porteño no convencieron al juez Oyarbide, que el 14 de mayo de 2010 dictó auto de procesamiento contra Macri, y de paso contra el ex ministro de Educación Mariano Narodowski, por unos delitos de violación de secretos, abuso de autoridad y falsificación de documentos públicos "en concurso con la participación en una asociación ilícita".

Para Macri fue el comienzo de una peripecia judicial que, si bien podía desembocar en un juicio penal en toda regla, en la práctica quedó empantanada, no suponiendo un obstáculo para su carrera política. De hecho, como movimiento político, el aún joven macrismo entró en una fase de consolidación y crecimiento. El 1 de abril de 2008 el partido original del empresario, Compromiso por el Cambio, tomó el nombre de la ya extinta coalición con López Murphy, Propuesta Republicana (PRO). En las elecciones legislativas del 28 de junio de 2009 la nueva PRO volvió a conseguir el mayor número de escaños, 11 de 30, en la Legislatura porteña. Por lo que respectó a las votaciones nacionales, Gabriela Michetti guió el triunfo de PRO en la Capital Federal y Francisco de Narváez y Felipe Solá hicieron lo mismo con la Unión-PRO en la Provincia de Buenos Aires. En agosto siguiente llegó la absorción de Recrear para el Crecimiento, del que López Murphy ya no era jefe, por PRO.

La múltiple victoria sobre el kirchnerismo en Buenos Aires no resolvía, sin embargo, el problema congénito del partido de Macri, que era su inexistencia en las demás provincias argentinas, un terreno de muy difícil conquista al estar dominado por experimentados caudillos del peronismo, el radicalismo o los movimientos regionales autóctonos, todos ellos recostados en redes proselitistas bien arraigadas. En abril de 2010 Macri convirtió la Fundación Pensar, un centro de estudios independiente creado en 2005, en un think tank al servicio de sus ambiciones políticas, con la misión de organizar las estrategias electorales, diseñar los planes de Gobierno y preparar a los equipos técnicos de su formación. En 2014 la autoproclamada "usina de ideas de PRO" iba a figurar en la posición 24 en la tabla Best Think Tanks with Political Party Affiliation del prestigioso ranking anual Global Go To Think Tank Index, confeccionado por el Think Tanks and Civil Societies Program (TTCSP) de la Universidad de Pennsylvania; en la tabla Top Think Tanks in Central and South America, la Fundación Pensar aparecía en el puesto 25.

El 3 de junio de 2010 la Cámara Nacional Electoral reconoció a PRO como partido político de orden nacional, requisito legal imprescindible para poder dotarse de una estructura partidaria en el resto el país. A lo largo de este año, y con más claridad después de su procesamiento judicial en mayo por el caso del espionaje, el intendente estuvo deshojando la margarita sobre su candidatura presidencial en 2011, con la que retaría a Cristina Fernández, a la que, enaltecida por el gran momento económico que vivía Argentina, todas las encuestas concedían la reelección en octubre. Todavía en marzo de ese año insistió en que era "precandidato sin vuelta atrás", pero el 7 de mayo, como resultado de una "profunda reflexión", cambió de parecer y ratificó que su único objetivo por el momento era la reelección en el Ejecutivo de Buenos Aires. Esta se hizo realidad el 31 de julio de 2011 al derrotar en segunda vuelta, con el 64,2% de los votos, al representante del kirchnerismo, Daniel Filmus de nuevo. María Eugenia Vidal pasó a ser la nueva vicejefa de Gobierno.

Para entonces, el maduro cincuentón, afeitado ya del característico bigote que había llevado desde su temprana juventud, llevaba ocho meses casado en terceras nupcias con la empresaria textil Juliana Awada, 15 años más joven que él e hija de inmigrantes sirio-libaneses. Desde 2005 y hasta su boda con Awada en noviembre de 2010, Macri había estado saliendo con la uruguaya María Laura Malala Groba. En octubre de 2011 Juliana Awada dio a luz a Antonia, la cuarta hija de Macri, quien dijo sentirse "mitad padre, mitad abuelo". Por cierto que por esta época menudearon las noticias sobre las pésimas relaciones instaladas entre Macri y su padre. En julio de 2010 el ya octogenario magnate, conocido como el "empresario K" por sus estrechos tratos con el kirchnerismo y la presidenta Fernández (después de haber sido un ferviente menemista), se despachó contra su retoño en una entrevista para la Revista Noticias, que titulaba la exclusiva con un "Mi hijo me sacó la empresa". Aguijoneado, Macri júnior replicó de inmediato que se sentía "dolido" tras comprobar cómo la persona que "te ayudó a educarte, después, caprichosamente, se transformó en el principal boicoteador".


4. Cuenta atrás para la candidatura presidencial de 2015 frente al kirchnerismo entre un reguero de denuncias penales

El segundo mandato de Macri en la gobernación de Buenos Aires tuvo un desarrollo accidentado. Hubo conflictividad estudiantil, aumentó el número de homicidios y, sobre todo, él encajó una auténtica avalancha de denuncias penales por motivos variopintos, que le tocaron de manera directa o tangencial. Pocas de estas denuncias dieron lugar a diligencias, pero otras, las suficientes como para convertir a Macri en uno de los políticos con más investigaciones e imputaciones penales de América Latina, sí entraron en el circuito judicial.

En enero de 2012 la ONG La Alameda, dedicada a luchar contra la trata de personas, el trabajo esclavo, la explotación infantil y la prostitución forzada, denunció que una red de proxenetas dirigida por el antiguo agente de la Inteligencia del Estado Raúl Martins había financiando la pasada campaña reeleccionista de Macri, con el cual aparecía en algunas fotos que fueron divulgadas por los medios. La propia hija de Martins denunció a su padre por regentar prostíbulos. En abril, la juez María Romilda Servini de Cubría archivó esta denuncia y de la supuesta financiación de la PRO con dinero salido de prostíbulos no volvió a saberse más. Al poco, en octubre, la legisladora porteña María José Lubertino, del FPV, interpuso una denuncia penal contra Macri por incumplimiento de deberes de funcionario público y violación del secreto profesional en el caso de la suspensión de un aborto legal que en un hospital de la Ciudad Autónoma se le iba a practicar a una mujer víctima de una violación y de la que el regidor municipal había facilitado datos personales en una conferencia de prensa. A los pocos días, Macri vetó la ley de regulación de abortos no punibles aprobada por la Legislatura porteña. Esta denuncia terminó languideciendo en la burocracia judicial.

En abril de 2013 Lubertino volvió a la carga con una nueva denuncia contra Macri, esta vez por su responsabilidad en la violencia desatada por agentes de la Policía Metropolitana contra trabajadores sanitarios y pacientes del Hospital de Salud Mental José Tiburcio Borda cuando estos intentaban impedir la demolición de un taller protegido. En diciembre siguiente un juez de instrucción dictó el sobreseimiento para Macri, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez y otros miembros del Gabinete en este caso, pero en abril de 2014 la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional revocó dicho fallo y ordenó al juez que continuara las investigaciones. Por si fuera poco, el gobernante, al ser anulado, en abril de 2012, un primer sobreseimiento dictado en su favor en diciembre de 2011, continuó sindicado en la causa, con imputación de unos delitos de coacción agravada y abuso de autoridad, por las 17 situaciones de maltrato y desalojo de transeúntes sin hogar cometidos por la Unión de Control de Espacio Público (UCEP) en el año escaso, entre 2008 y 2009, en que había funcionado esta polémica unidad parapolicial, creada por Macri y al poco disuelta ante el cúmulo de denuncias que pesaban sobre ella.

En cuanto al caso del espionaje ilegal por instancias policiales de la Ciudad Autónoma, Macri no consiguió que se le anulara el procesamiento. En junio de 2012 la Sala Tercera de la Cámara Nacional de Casación Penal desestimó un recurso de queja presentado por sus abogados. En febrero de 2014 el juez federal Sebastián Casanello resolvió que no existían contra Macri pruebas de peso como para abrirle juicio oral y público, pero esto no supuso la exoneración esperada.

En ningún momento dio la sensación de que semejante concentración de diligencias penales estuviera a punto de truncar la carrera política de Macri. El gobernante de Buenos Aires parecía estar más pendiente de las vicisitudes electorales de su formación, que en las legislativas nacionales de 2011, con Federico Pinedo de cabeza de lista, había tropezado en la Capital Federal frente al FPV, el cual le sacó a PRO 10 puntos de ventaja, tomándose así el kirchnerismo la revancha por la humillación sufrida en 2009. El otro distrito de interés era Santa Fe, verdadero laboratorio de la organización partidaria fuera de Buenos Aires, donde en las provinciales de julio el candidato a gobernador de la Unión-PRO Federal, Miguel Torres de Sel, había quedado en un meritorio segundo lugar por detrás de Antonio Bonfatti, del Frente Progresista, Cívico y Social (FPCyS). En las legislativas nacionales, sin embargo, PRO no consiguió representación santafesina. Por lo demás, como en 2007, el macrismo, a falta de un candidato propio, no apoyó en 2011 a ningún aspirante presidencial a la Casa Rosada.

El 27 de octubre de 2013 tocaron las legislativas porteñas, vueltas a ganar, y las legislativas nacionales, que dejaron un poso de desencanto porque la lista encabezada en la Ciudad por el rabino Sergio Bergman sacó muy pocos votos más que Elisa Carrió, del Frente Amplio UNEN. En Santa Fe, Miguel del Sel fue ampliamente superado por el socialista Hermes Binner, si bien ganó el escaño. En el conjunto del país, PRO no consiguió despegarse de la condición de fuerza minoritaria al reunir únicamente el 7,7% de los votos, situándose por detrás del FPV, el conglomerado UNEN/FPCyS (donde convergían la UCR, ARI, GEN y otras agrupaciones del centro y la izquierda) y el nuevo Frente Renovador (FR) del peronista Sergio Massa, que tuvo una potente irrupción en la Provincia de Buenos Aires, precisamente el distrito donde el macrismo no concurría directamente. Massa venía de ser uno de los hombres fuertes en el conurbano bonaerense del kirchnerismo y sobre el papel auspiciaba una alternativa moderada de cambio no muy diferente de la de Macri, por cuanto incidía también en la necesidad de pasar página al modelo político instaurado por el difunto Néstor Kirchner en 2003.


5. Sobreseimientos judiciales, las PASO de agosto y el programa de la coalición Cambiemos para contender con Scioli

Tras las legislativas de 2013, Macri, que a diferencia de 2007 y 2011 estaba indeclinablemente decidido a inscribir su candidatura presidencial en 2015, año en que expiraba su segundo mandato en el Gobierno de Buenos Aires, empezó a realizar sondeos con vistas a constituir un amplio espacio "de centro" cuyos cabezas de facción podrían dirimir sus ambiciones presidenciales en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) que iban a tener lugar en agosto de 2015, dos meses antes de las elecciones generales. En los primeros meses del año electoral, PRO sostuvo unas fructíferas conversaciones con la vieja UCR, dirigida por Ernesto Sanz, y con la Coalición Cívica ARI de Elisa Carrió, es decir, el centroizquierda social liberal.

El acuerdo tripartito se hizo realidad el 15 de marzo de 2015 al proclamar los radicales la precandidatura de su presidente, Sanz, quedando derrotados los contrarios a colaborar con el macrismo. Finalmente, el 10 de junio, Macri, Sanz y Carrió registraron la coalición Cambiemos, que atrajo las adhesiones de los más pequeños Partido Fe, Partido Conservador Popular (PCP, ex miembro del FPV) y Partido Demócrata Progresista (PDP). Con esta jugada, que supuso la ruptura del Frente Amplio UNEN (donde radicales y cívicos venían compartiendo cartel con los socialistas de Binner y los socialdemócratas de Margarita Stolbizer), el regidor porteño podía revestir sus mensajes de un progresismo con el que contrarrestar la habitual imputación de derechismo económico y conservadurismo social formulada por sus detractores. Por otro lado, Macri ignoró los reiterados llamamientos de Massa para llegar a las PASO bajo una misma gran bandera opositora.

En el denso capítulo de las cuentas pendientes con la justicia, las cosas empezaron a irle mejor a Macri justamente ahora, en 2015, con la salvedad de su procesamiento por espionaje, causa que parecía petrificada, por más que tampoco hubiera perspectiva de una apertura de juicio. Así, si en julio la Sala Primera de la Cámara Federal en lo Criminal y Correccional rechazó su pedido de sobreseimiento en la causa de las escuchas, en febrero anterior la Cámara Cuarta en lo Criminal sí desligó a los miembros del Gobierno de Buenos Aires del proceso por los desmanes policiales en el Hospital Borda. Y en junio, el juez de instrucción Facundo Cubas dictó igualmente el sobreseimiento para Macri en la causa por los 17 casos de lesiones y agresiones durante los operativos callejeros de la UCEP.

La Cámara del Crimen confirmó esta segunda desvinculación el 26 de agosto, 17 días después de las PASO, que, cumpliendo los pronósticos, se saldaron con victoria para Macri: en la primaria de Cambiemos, la precandidatura del líder de PRO, llevando como compañera de plancha a la senadora Michetti, sacó un aplastante 81,3% de los votos, en números absolutos, 5,5 millones de papeletas; Sanz recibió el 11,1% y Carrió el 7,6%. La de Cambiemos fue la PASO presidencial más competitiva, pues a la del FPV solo se presentó el gobernador bonaerense, Scioli, mientras que en Unidos por una Nueva Alternativa (UNA) dirimieron sus postulaciones dos dirigentes, Massa y el peronista cordobés José Manuel de la Sota. En el cómputo de candidatos electos a nivel nacional Macri recabó más votos que Massa, pero menos que Scioli.

Macri comenzó la campaña para las elecciones presidenciales del 25 octubre de 2015, que de ganarlas le convertirían en el primer inquilino democrático de la Casa Rosada sin filiación peronista o radical desde los ya lejanos tiempos de Ramón Castillo (1942-1943), con el hándicap que suponía no disponer de un aparato partidario apreciable en las otras 23 provincias del país, con la excepción de Santa Fe. También, decepcionado por la ajustada victoria cosechada en el balotaje porteño del 19 de julio por su hombre de confianza y delfín, Horacio Rodríguez Larreta, que pasó apuros frente a Martín Lousteau (por cierto que apoyado por la UCR y la CC ARI, en un extraño paréntesis regional de Cambiemos), situación tanto más inesperada cuanto que en las PASO de abril el macrista había arrasado.

Este resultado sembró cierta alarma en las huestes del alcalde, pero, sucediera lo que sucediera en las presidenciales el 10 de diciembre de 2015, Macri iba a transferir la jefatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma a Rodríguez Larreta. Podía decirse que mejor le había ido a Torres de Sel en las provinciales santafesinas del 14 de junio, pues se había quedado a tan solo un millar largo de votos del ganador, el socialista Miguel Lifschitz. En cuanto a la difícil y decisiva Provincia de Buenos Aires, PRO tenía depositadas grandes esperanzas en su candidata a gobernadora, María Eugenia Vidal: su misión para el 25 de octubre era romper la hegemonía del PJ en el territorio bonaerense, donde los peronistas gobernaban sin interrupción desde 1987.

Macri y sus aliados concibieron una campaña electoral propositiva, sin complacerse en trazar un balance crítico de las políticas de Cristina Fernández ni detenerse en los detalles de su legado económico, y rehuyendo los encasillamientos ideológicos o la batalla de las ideas. El discurso entonado por Macri, muy centrado en su persona y con acentos risueños ("quiero ser presidente porque estoy convencido de que puedo ayudar a que todos los argentinos tengan una vida más feliz", rotuló el candidato en su página web), hizo que sus adversarios, empezando por Massa, le acusaran de tener poco o nada sustancial que decir o, peor aún, de callar sus verdaderas intenciones en el terreno económico, que podrían ser intensamente liberales. En su declaración de principios, PRO se limitaba a expresar su objetivo de hacer de Argentina un país "abierto, pluralista y democrático, donde nadie concentre todo el poder", un país "que supere los problemas en los que cae una y otra vez, que se anime a construir con más alegría, con armonía, con verdadera justicia".

La plataforma electoral de PRO/Cambiemos, basada en el trabajo intelectual de la Fundación Pensar, identificó como tres grandes metas nacionales la inclusión social, el desarrollo económico y el fortalecimiento institucional de la democracia. El candidato dijo que sus desafíos particulares eran conseguir la "pobreza cero" ("un país con 14 millones de pobres no puede estar orgulloso de sí mismo", diagnosticó), "terminar con el narcotráfico" y "unir a los argentinos". La eliminación de la pobreza era presentada por Cambiemos como un objetivo en sí mismo, pero también como un símbolo del desarrollo social en su conjunto, que pasaba por la adecuada cobertura con fondos públicos del ingreso ciudadano, por un salto en la educación y por la realización del derecho de todos a una vivienda digna con la construcción de un millón de hogares, la urbanización de 800 villas y asentamientos carentes de servicios, la entrega de 750.000 títulos de propiedad y la disponibilidad de un millón de créditos hipotecarios en condiciones similares a las del alquiler.

Macri matizaba que todo ello era a ocho años vista, y para conseguirlo, subrayaba, el país precisaba de los ingresos que generasen una "economía en crecimiento", a partir de la actual coyuntura de estancamiento, y en rumbo al "pleno empleo". A su vez, esto se obtendría mediante un "ambicioso plan de infraestructuras" ligadas a las necesidades de las economías regionales, la agroindustria y el turismo, y con la regularización del empleo sumergido; en conjunto, estas actuaciones deberían crear "un millón y medio de empleos privados en los próximos cuatro años".

En materia de lucha contra el narcotráfico, lacra que suponía "la principal amenaza a la seguridad de los argentinos", Cambiemos proclamaba que era posible "erradicar el paco" con una batería de medidas: creando una Agencia contra el Crimen Organizado, haciendo presente al Estado en los suburbios, deteniendo a los capos de la droga, desarticulando las redes de captación de jóvenes desarraigados y "controlando en serio" las fronteras. El tercer gran desafío, la unidad nacional con una "mejor democracia", pasaba por sendas reformas del sistema electoral (boleta única electrónica, celebración simultánea de las elecciones nacionales y provinciales, eliminación de las "reelecciones indefinidas" y de la "alternancia entre familiares directos", sometimiento de la Dirección Nacional Electoral al Poder Judicial) y del Consejo de la Magistratura. Estos cambios deberían propiciar "una manera distinta de gobernar, transparente y decente", que pusiera fin a los "feudos, reinados y dinastías políticas". A modo de suplemento, Cambiemos incluía en su programa un Plan Belgrano para la inversión en el desarrollo humano y la dinamización económica de las diez provincias del Norte argentino, con las que el país tenía una "deuda histórica".

A lo largo de la campaña, en la que anduvo a la zaga de Scioli pero reduciendo drásticamente su desventaja en la recta final, Macri no se pronunció abiertamente de viva voz, y menos sobre el papel, sobre cuál era su modelo económico y financiero para el país austral. Sin embargo, era de sobra conocido su rechazo a las políticas keynesianas expansivas, al control del tipo de cambio (el famoso cepo cambiario) como instrumento para frenar la fuga de capitales y las compras de divisas para ahorro, al descarte de la financiación directa por los organismos internacionales de crédito y al pago de bonos de deuda soberana con reservas internacionales, cuatro estrategias características de los gobiernos del FPV.

El candidato se quejó de que "el kirchnerismo nos va a dejar el Banco Central pelado" después del pago íntegro del bono soberano Boden 2015 (5.900 millones de dólares, amortizados el 5 de octubre) y fue inequívoco en un punto clave: que si llegaba a la Casa Rosada, lo primero que haría sería liberar el mercado cambiario, dejando el peso en flotación y acabando de un plumazo con el esquema del dólar oficial y el dólar paralelo. Esto, aseguraba, podría hacerse sin una devaluación monetaria generadora de más inflación de la que ya había, el 24% interanual, la tasa más alta de América tras la venezolana; es más, la flotación traería el deseable efecto contrario, una enérgica revaluación del peso por la afluencia masiva de dólares al país, apuntó.

Más tajante fue incluso en el rechazo a la estrategia de desendeudamiento nacional perseguida por el matrimonio Kirchner. A su entender, Argentina debía "endeudarse todo lo que podamos", porque el país andaba "pelado y seco de fondos, y porque "estamos construyendo el futuro". De esta manera, un Gobierno suyo correría a negociar la obtención de créditos frescos del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) "y de todo el financiamiento mundial".

Este era, sin duda, el plato fuerte de la oferta electoral de Macri, por más que no figurara en su manifiesto formal. Sin embargo, numerosos observadores y analistas dudaban de que pudiera liberalizarse la cotización del peso sin sufrir la moneda una considerable devaluación. Asimismo, los adversarios políticos del alcalde saliente —el kirchnerismo fue particularmente machacón en este lúgubre vaticinio— insistían en que Macri ocultaba intenciones de un ajuste severo de la economía, como en los tiempos de Alfonsín, Menem y de la Rúa. De hecho, economistas de PRO ya reconocían que el ajuste, algún tipo de ajuste, era "inexorable". Con todo, Macri, en sus comparecencias proselitistas, negó esconder planes de ajuste antidéficit, reprivatizaciones, recortes de las plantillas de funcionarios o cancelación de programas sociales. Lo que sí anunció fue una revisión de las contrataciones masivas de militantes kirchneristas en las administraciones públicas controladas por el FPV, pues "el Estado tiene que estar al servicio de la gente, no puede ser un aguantadero de la política ni de La Cámpora", en alusión a la organización juvenil oficialista liderada por el hijo de la presidenta Fernández, Máximo Kirchner.

(Cobertura informativa hasta 1/10/2015)