Rafael Callejas Romero
Presidente de la República (1990-1994)
Educado en Economía Agrícola en Estados Unidos, en la Universidad de Mississippi, tras regresar a Honduras ejerció durante un tiempo como financiero y economista especializado en cuestiones de agronomía. Entre 1967 y 1971, trabajó en el Consejo Superior de Planificación Económica (Consuplane) y en 1968 fue nombrado director de Planificación Económica del Gobierno, ostentando la Presidencia de la República el general Oswaldo López Arellano. Su actividad política se remonta a 1975, cuando el recién aposentado mandatario golpista, el general Juan Alberto Melgar Castro, le nombró ministro de Agricultura y Recursos Naturales.
Callejas fue confirmado en su puesto ministerial en agosto de 1978 después de que el general Policarpo Paz García derribara a Melgar y se hiciera con el poder al frente de una Junta de Gobierno Militar. Fungió asimismo de tesorero en el seno del gabinete de transición hasta la celebración de elecciones, al tiempo que ascendió de posición en la formación derechista de la que era militante, el Partido Nacional de Honduras (PNH), formación derechista que había ostentado el poder directa o indirectamente durante buena parte del tiempo transcurrido desde su fundación en 1916. Más recientemente, había dado soporte político a los gobiernos de facto de López Arellano y Melgar Castro, y ahora colaboraba también con la Junta de Paz.
Con la restauración de la democracia en enero de 1982 bajo la presidencia de Roberto Suazo Córdova, del Partido Liberal de Honduras (PLH, rival inveterado del PNH y de tendencia sólo ligeramente menos conservadora), Callejas pasó a integrar la Comisión Política y a presidir el Comité Central del PNH, convirtiéndose en uno de los cabezas visibles de la facción interna Unidad y Cambio, que animaba el empresario Ricardo Maduro Joest con la voluntad de imprimir un giro liberal y economicista a una formación que durante muchos años se había caracterizado por su derechismo prooligárquico y promilitar. Posteriormente, Callejas activó una facción personalista, el Movimiento Nacional Callejista (Monarca), con vistas a su apuesta presidencial.
Callejas concurrió a las elecciones presidenciales del 24 de noviembre de 1985, no obstante los intentos de descalificación de los liberales, que le acusaron de cometer corrupción en su etapa de ministro, y en las que hubo de competir con otros dos candidatos de su partido, Juan Pablo Urrutia Raudales y Fernando Lardizábal Guilbert, cabezas de sendas facciones del PNH.
En este su primer envite electoral, Callejas obtuvo más votos, exactamente 189.000 papeletas de diferencia, suponiendo el 42,6% del total, que el contrincante liberal José Simón Azcona Hoyo, pero el particular código electoral entonces vigente frustró este éxito relativo al aunar los cuatro candidatos del PLH el 51,5% de los sufragios: al prevalecer el voto corporativo de las listas sobre el de los candidatos individuales, resultó que Azcona, con sólo el 27,5% de los sufragios totales, fue proclamado presidente en lugar de Callejas, quien, a la sazón, recolectó el 94% del voto nacionalista y se impuso en 17 de los 18 departamentos de la República.
Contando de nuevo con la confianza del partido, Callejas se presentó a la edición del 26 de noviembre de 1989 y esta vez sí materializó su contundente victoria, con el 52,3% de los votos, sobre el liberal , aunque no faltaron las denuncias de irregularidades. Con su asunción presidencial el 27 de enero 1990 para un período de cuatro años, Callejas se convirtió en el primer presidente del PNH desde que en diciembre 1972 fuera derrocado en golpe de Estado (por López Arellano) Ramón Ernesto Cruz Uclés, y también en el primer candidato de la oposición en ganar unas elecciones desde 1932. Adicionalmente, el PNH se convirtió en el primer partido del Congreso al obtener 71 de sus 128 escaños.
Hombre muy vinculado a los intereses políticos y económicos de Estados Unidos en una etapa en que toda Centroamérica viraba a gobiernos democráticos de derecha, Callejas deshizo la ambigüedad de Azcona en lo referente a la postura diplomática ante Nicaragua; sin embargo, la derrota electoral del régimen sandinista a manos de la oposición y la subsiguiente entrega de las armas por la guerrilla antisandinista o Contra (la cual venía operando desde territorio hondureño con la asistencia logística y financiera de Estados Unidos), facilitaron la repatriación de los refugiados civiles nicaragüenses, reduciéndose drásticamente las tensiones fronterizas y permitiendo la normalización de las relaciones bilaterales.
La conclusión de los procesos de paz en las vecinas Nicaragua y El Salvador se antojaba muy positiva para Honduras en términos de desmilitarización del Estado y la sociedad. Ahora bien, durante el mandato de Callejas siguieron registrándose casos de violaciones de Derechos Humanos por miembros de las Fuerzas Armadas, que hasta entonces se habían amparado en la tensión general generada por la guerra civil nicaragüense para extralimitarse en sus funciones y cortocircuitar la autoridad civil. El caso fue que durante la presidencia de Callejas no se realizaron avances importantes en la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil, de manera que, a la luz de ciertos gestos y actitudes, el sistema hondureño siguió presentando, todavía, la traza de una democracia tutelada por la cúpula castrense. A los episodios de violencia de signo político contribuyeron también pequeñas organizaciones subversivas izquierdistas.
En el plano económico, Callejas afrontó las dificultades de otros gobiernos de la zona a la hora de aplicar medidas de estabilización financiera y ajuste estructural siguiendo el precepto del FMI, trascendental empresa que puso en marcha confiado en la popularidad de la que gozaba como flamante mandatario. Objetivo prioritario de Callejas era retomar el diálogo con los organismos multilaterales de crédito, cuando se cumplía un año de la declaración por el Banco Mundial a Honduras como país inelegible para el desembolso de nuevos préstamos.
La Ley de Ordenamiento Económico, traducida en sucesivas devaluaciones de la moneda nacional, el lempira -que desde 1920 había mantenido un tipo de cambio fijo con el dólar-, los despidos masivos en el sector público y la reducción del gasto social, castigó inevitablemente a extensas capas de la población ya de por sí golpeadas por las carencias propias de un país pobre y con un reparto de rentas muy desequilibrado, y el reciente y agudo desabastecimiento de todo tipo de productos de primera necesidad, provocando, ya en los primeros meses de la administración de Callejas, una fuerte contestación social que se expresó en agitaciones callejeras y huelgas sectoriales convocadas por unas organizaciones sindicales muy batalladoras. Por de pronto, el presidente, al menos, pudo presentar como un logro la reanudación de la asistencia financiera internacional, lo cual, unido a las excelentes relaciones con la potencia norteamericana, facilitó la condonación por Washington en septiembre de 1991 de 430 millones de dólares de deuda bilateral.
Al final de su mandato, la política neoliberal de Callejas se saldaba con un balance bastante discreto en la macroeconomía, con un crecimiento anual medio de sólo el 1,5% del PIB y una inflación errática que únicamente en el ejercicio de 1992 cayó por debajo del 10% anual, e indiscutiblemente desastroso en el terreno social. Por lo que se refiere a las relaciones exteriores, en el haber del Gobierno de Callejas merece destacarse la sentencia favorable emitida el 11 de septiembre de 1992 por el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya sobre el contencioso con El Salvador por la jurisdicción de 420 km² de territorio fronterizo (motivo de un conflicto bélico en 1969) en el golfo de Fonseca, que supuso la entrega a Honduras de tres cuartas partes del área disputada y la confirmación de su brazo de costa en el océano Pacífico.
Callejas entregó la banda presidencial el 27 de enero de 1994 al ganador de las elecciones del 28 de noviembre de 1993, Carlos Roberto Reina Idiáquez, del ala más progresista del PLH, que capitalizó el fuerte descontento popular por la gestión del ejecutivo saliente y batió al aspirante del Gobierno, José Oswaldo Ramos Soto, antiguo presidente de la Corte Suprema de Justicia y político de perfil fuertemente derechista, cuya nominación presidencial en julio de 1992 como el fruto de un pacto entre su facción y el Monarca había desatado fuertes polémicas internas en el PNH.
Pocos meses después de dejar la jefatura del Estado, Callejas, junto con algunos colaboradores, parientes y miembros de su gobierno, apareció presuntamente involucrado en varios casos de corrupción relacionados con el tráfico de pasaportes para ciudadanos asiáticos, el desvío a la partida reservada de la Casa Presidencial de ingentes cantidades de dinero asignadas al Fondo de Estabilización Petrolera, y la venta irregular de maquinaria de la Secretaría de Comunicaciones, Obras Públicas y Transportes (Secopt) a entidades privadas. A pesar de abrírsele a instancias de la Procuraduría General de la República y la Fiscalía contra la Corrupción de cuatro sumarios por los supuestos delictivos de abuso de autoridad, fraude y falsificación documental, Callejas escurrió ulteriores consecuencias penales al no prosperar la iniciativa de la Corte Suprema para que el Congreso le despojara de su inmunidad como diputado en el Parlamento Centroamericano (Parlacén) y pudiera ser enjuiciado.
Tras el segundo fracaso consecutivo de los nacionalistas en las elecciones del 30 de noviembre de 1997, cuando su candidata Alba Nora Gúnera de Melgar cayó ante Flores Facussé, en el partido se creó un estado de ánimo muy crítico con el ex mandatario, a la sazón de nuevo presidente del Comité Central del PNH en sustitución de Gúnera, que procedía también del Monarca. Así, altos dirigentes ubicados en otras tendencias les acusaron de concebir la plataforma de Gúnera como una mera estrategia personal para hacerse con el acta de diputados del Congreso o el Parlacén, desplazando de las listas a candidatos con más tirón popular, y así prorrogar o adquirir la inmunidad parlamentaria frente a las iniciativas judiciales que se seguían en su contra y que podían hacerles terminar en la cárcel. Más aún, la propia aspirante presidencial derrotada, que ya en 1992 había protestado por la marginación de su precandidatura en beneficio de Ramos Soto, se deshizo en denuestos contra Callejas, al que acusó de haberla "vendido" en las urnas.
En abril de 2002 la Corte Suprema actualizó el caso de Callejas con la petición de un nuevo desafuero al Congreso. Entonces concurría la circunstancia de que en las elecciones generales de noviembre del año anterior el ex presidente había vuelto a conseguir el escaño en el Parlacén y, por ende, había renovado automáticamente su inmunidad parlamentaria.
Con anterioridad y posterioridad a su experiencia al frente de la nación, Callejas ha sido presidente del Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (Banadesa) y el Instituto Hondureño de Mercadeo Agrícola (IHMA), así como director de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), la Empresa Nacional Portuaria (ENP), el Servicio Nacional Autónomo de Acueductos y Alcantarillados (SANAA), la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (Cohdefor) y la Corporación Hondureña del Banano (Cohbana). En la actualidad, es presidente de la Federación Nacional de Fútbol y tiene en su haber doctorados honoris causa por las universidades de Mississipi (1989) y Guadalajara (1993).
(Nota de edición: este texto tiene cobertura informativa informativa hasta 1/1/2003. El ex presidente de Honduras Rafael Callejas falleció en Atlanta, Estados Unidos, el 4/4/2020 a los 76 años de edad, mientras esperaba sentencia de la justicia estadounidense por su implicación en delitos de corrupción cometidos en el período, de 2002 a 2015, en que presidió la Federación de Fútbol de Honduras, Fenafuth).