Luis Guillermo Solís Rivera

Las elecciones presidenciales del 2 de febrero de 2014 en Costa Rica, las más competitivas y abiertas en la historia de la más veterana democracia de América Latina, depararon una doble sorpresa: de entrada, la victoria provisional de Luis Guillermo Solís, candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), al que los sondeos sólo auguraban la tercera o la cuarta posición; y a continuación, el anuncio por su adversario Johnny Araya, del oficialista Partido Liberación Nacional (PLN), de que rehusaba disputarle la segunda vuelta del 6 de abril, lo que convirtió al opositor en un virtual presidente electo por anticipado, el primero de su formación. Al final, Solís se proclamó ganador definitivo con el 78% de los votos.

Solís es un catedrático de Historia y Ciencias Políticas, docente de largo recorrido e investigador especializado en cuestiones de América Central e integración latinoamericana. Aunque en las décadas de los ochenta y noventa desarrolló labores diplomáticas en la administración del Gobierno, esta ha sido la primera vez que se postulaba a un cargo público. En 2005 abandonó el PLN, del que llegó a ser secretario general, decepcionado por el desvalimiento de sus compromisos sociales y en 2008 se unió al PAC, formación de corte socialdemócrata y antineoliberal que en 2002 ya consiguió quebrar la hegemonía bipartidista de liberacionistas y socialcristianos, matriz de todos los presidentes costarricenses desde 1982 hasta ahora. Aunque su plataforma se coloca en el centro-izquierda, él sólo admite la etiqueta ideológica de "progresista".

Subrayando su no pertenencia a la clase política tradicional, Solís se propone atajar la "doble polarización", económica y social, que deja en herencia la impopular presidencia de la mandataria saliente del PLN, Laura Chinchilla, y para ello ha fijado como pilares de la acción de gobierno la reducción de las desigualdades sociales, la lucha contra la corrupción y el impulso al crecimiento económico generador de empleo, compromisos todos que requieren un reforzamiento del Estado. Asegura que frenará la negociación y firma de nuevos tratados de libre comercio, aunque no renegociará el CAFTA con Estados Unidos. También descarta unir a Costa Rica al ALBA. El nuevo líder costarricense, que tomó posesión el 8 de mayo, se verá obligado a negociar sus medidas legislativas con una Asamblea fraccionada y sin mayoría para su partido.

(Texto actualizado hasta mayo 2014)

1. Un denso currículum académico
2. El recorrido político: del PLN al PAC pasando por las funciones diplomáticas en el Gobierno
3. Candidato presidencial con doble sorpresa en 2014


1. Un denso currículum académico

Retoño de una familia acomodada de San José, sus padres fueron Freddy Solís Avendaño, empresario del calzado y continuador de un linaje de prósperos fabricantes de zapatos, y Vivienne Rivera Allen, catedrática emérita de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR) y descendiente de inmigrantes jamaicanos. El hogar de los Solís, militantes del Partido Liberación Nacional (PLN) de José Figueres Ferrer, se ubicaba en Montes de Oca, cantón del norte de la provincia de San José y cuyo extremo occidental, de carácter fundamentalmente residencial, se inserta en el área metropolitana de la capital de país.

El muchacho recibió la educación primaria en la Escuela Nueva Laboratorio Emma Gamboa, casa de estudios adscrita a la UCR, y la secundaria en el Colegio Metodista, un centro privado reputado por su excelencia académica y donde fue presidente del consejo de alumnos. Tras completar el bachillerato en educación media ingresó en la UCR para estudiar Historia. En 1979 se diplomó con honores y a continuación, con la ayuda de una beca Fulbright, prolongó su formación en Estados Unidos, en la Universidad Tulane de Nueva Orleans, de la que en 1981 egresó con el título de Master of Arts in Latin American Studies.

Con este bagaje lectivo centrado en la Historia y las Ciencias Políticas, Solís, nada más retornar de Estados Unidos, fue reclutado para la plantilla docente de la UCR, vínculo con su alma máter que se prolongó durante tres décadas. El profesor, que alcanzó el rango de catedrático de Historia y Ciencias Políticas, fue igualmente subdirector de la Escuela de Ciencias Políticas, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales (1999-2002) y director del Programa de Posgrado Centroamericano en Ciencias Políticas (2002-2004).

Desde el principio de su carrera académica, Solís compaginó su compromiso con las aulas de la UCR con un amplio elenco de servicios de docencia e investigación desarrollados en otros centros. Los mismos incluyen: profesor asociado de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) entre 1981 y 1987; profesor visitante Fulbright de la Universidad de Michigan-Flint en 1983-1985; director del Centro para la Paz y la Reconciliación (CPR) de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano; y coordinador regional de investigación y cooperación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en 2005-2008.

Desde 1999 Solís ha estado vinculado a la Universidad Internacional de Florida (FIU), como coordinador de programas de su Center for the Administration of Justice (CAJ) e investigador asociado del Latin American and Caribbean Center (LACC) de su School of International and Public Affairs (SIPA), donde hasta ahora ha analizado las políticas seguidas por los países de América Central para combatir la delincuencia de las pandillas o maras. En su currículum figuran además actividades como la consultoría para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la membresía en 1992-1995 de la Junta Directiva del Academic Council for the United Nations System (ACUNS), con oficina principal en Waterloo, Ontario, Canadá, y, entre 2008 y 2010, la dirección para Centroamérica y Haití de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), con sede en Panamá.

En su faceta de universitario y experto en Ciencias Políticas, Luis Guillermo Solís es asimismo un prolífico escritor, autor de varios libros y de multitud de ensayos breves, monográficos, artículos y comentarios sobre temas de actualidad nacional, regional e internacional, publicados por revistas especializadas de América y Europa, por organismos como la FLACSO y por medios de comunicación como el diario nacional La República, del que fue editorialista a principios de los años noventa.  Ha sido miembro de los consejos editoriales de las revistas Foreign Affairs Latinoamérica, Frontera Norte, Espacios y Global Governance. La situación política costarricense, el desafío del crimen organizado en América Central, las transiciones post-conflicto en las sociedades civiles de la región, las relaciones con Estados Unidos, las integraciones centro y latinoamericana, el desarrollo sostenible o los tratados de libre comercio son algunos de los temas que han centrado sus numerosísimas investigaciones y publicaciones.


2. El recorrido político: del PLN al PAC pasando por las funciones diplomáticas en el Gobierno

La vertiente política de Solís empezó a manifestarse ya en 1977, cuando, en consonancia con la filiación de sus padres, se hizo militante del PLN, que en aquella época volvía a ocupar el Gobierno, por cuarta vez desde la llamada Revolución del 48, de la mano de Daniel Oduber Quirós, sucesor del carismático Figueres Ferrer, alias Don Pepe.

La llegada del liberacionista Óscar Arias Sánchez a la Presidencia de la República en mayo de 1986 abrió las puertas del servicio de Estado a Solís, que todavía veinteañero fue contratado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto para el puesto de jefe del Gabinete del nuevo canciller, Rodrigo Madrigal Nieto. Durante cuatro años, el científico político tuvo la oportunidad de desempeñar parte del trabajo técnico generado por la intensa mediación personal del presidente Arias en los conflictos armados que azotaban los países vecinos de América Central, cuya pacificación fue abordada en un célebre Plan portador de su nombre y merecedor del Premio Nobel de la Paz de 1987. Al año siguiente, Solís asistió a su jefe ministerial, Rodrigo Madrigal, en la puesta en marcha de la Fundación del Servicio Exterior para la Paz y la Democracia (FUNPADEM), donde posteriormente fue gestor de proyectos.

Con la conclusión de la Administración Arias, sucedido en 1990 por Rafael Ángel Calderón Fournier, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Solís retomó las tareas propias de su profesión académica, aunque no en exclusiva, pues empezó a desarrollar también labores relevantes en el aparato del PLN, donde fue subsecretario de Relaciones Internacionales y luego coordinador de Política Exterior. Las elecciones generales de febrero de 1994 devolvieron al PLN al poder de la mano de José María Figueres Olsen, hijo de Figueres Ferrer. Una vez instalada la nueva administración de su partido, Solís regresó al servicio diplomático como embajador para Asuntos Centroamericanos. En 1996 añadió la función de director de Política Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores.

En las votaciones de febrero de 1998 el candidato del PLN, José Miguel Corrales Bolaños, fue batido por el socialcristiano Miguel Ángel Rodríguez Echeverría. Los liberacionistas, continuando con la práctica democrática de los turnos de gobierno que entonces caracterizaba al sistema político costarricense, esencialmente bipartidista, volvieron a la oposición. Cuatro años después, el PLN, con Rolando Araya Monge de postulante, volvió a tropezar frente al PUSC, que consiguió encadenar dos administraciones consecutivas merced a la victoria de Abel Pacheco de la Espriella.

Por lo demás, las elecciones generales del 3 de febrero de 2002 presentaron dos importantes novedades: fue la primera vez en la historia del país que ningún candidato presidencial superó el listón del 40% de los votos, lo que obligó a Pacheco y a Araya a disputar una segunda vuelta; y, causa de lo anterior, la hegemonía de las dos agrupaciones mayoritarias quedó rota por la potente irrupción del nuevo Partido Acción Ciudadana (PAC), cuyo líder, Ottón Solís Fallas –sin parentesco con Solís Rivera-, capturó la respetable cuota del 26% de los votos.

Solís Fallas, ministro de Planificación Económica en el primer Gobierno Arias y luego diputado de la Asamblea Legislativa, había fundado el PAC a finales 2000 tras marcharse del PLN como culminación de una serie de desencuentros con su dirección. Los planteamientos del líder opositor podían situarse en el centro-izquierda al verter fuertes críticas al neoliberalismo económico entonces en boga en América Latina y posicionarse contra el Acuerdo de Libre Comercio de América Central (CAFTA, entre los países de la región y Estados Unidos), cuyas negociaciones estaban en 2002 en una fase preliminar.

Ahora bien, Ottón Solís, como años después iba a explicar en una entrevista, recalcaba que el PAC no se mostraba "preocupado por adoptar una ideología" y que sus propuestas, centradas en la mejora de los servicios públicos, la eficiencia del Estado, la probidad de sus funcionarios, el bienestar de la población, la lucha contra la pobreza, el desarrollo solidario, la defensa a ultranza de los Derechos Humanos y la ciudadanía participativa, trascendían los encasillamientos clásicos. Solís, en particular, rechazaba el término "socialdemocracia", que consideraba anacrónico y que a su juicio estaba íntimamente ligado a la corrupción en América Latina. Socialdemócrata era precisamente el ideario tradicionalmente adjudicado al PLN, si bien en los últimos tiempos el partido más destacado de la Costa Rica contemporánea estaba evolucionando hacia posiciones pragmáticas de centro liberal.

El Estatuto del PAC, aprobado el 3 de diciembre de 2000 (y actualizado en mayo de 2010), excluía cuidadosamente cualquier etiqueta ideológica. En su artículo 5, el Estatuto proclamaba que: "el objetivo esencial del Partido Acción Ciudadana es el desarrollo de la democracia, la defensa de la libertad y la promoción de la justicia y del bien común, para mantener un clima de paz y propiciar el desarrollo armónico del país en todos los ámbitos. Con tal fin, promoverá la participación efectiva de las y los costarricenses en la conducción y vigilancia de los asuntos públicos mediante el ejercicio pleno de los derechos democráticos".

Al PAC se pasaron muchos miembros del PLN, pero entre sus filas había también no pocos ex militantes del PUSC. Por el momento no era el caso de Luis Guillermo Solís Rivera, que en mayo de 2002 sucedió a Rolando González Ulloa como secretario general del PLN. Sin embargo, Solís cesó en este último cargo en julio de 2003 y a partir de entonces el político entró en una dinámica de desacuerdos con otros miembros de la dirigencia del partido. Las divergencias con la cúpula alcanzaron su cenit como consecuencia de las polémicas elecciones internas a las 469 asambleas de distrito del PLN, celebradas el 29 de agosto de 2004 y cuyos resultados perjudicaron entre otros a José Miguel Corrales, quien fuera el candidato presidencial en 1998 y precandidato en 2001, ocasión en la que había sido derrotado por Rolando Araya.

Entonces, Solís y otros militantes aseguraron que se habían cometido un gran número de irregularidades y presentaron la correspondiente denuncia ante el Tribunal Interno de Elecciones del partido, con el fin de que realizara las oportunas investigaciones y, eventualmente, impusiera sanciones a los infractores del procedimiento electoral. Sin embargo, el Tribunal desestimó sin miramientos la denuncia y el presidente del PLN, Francisco Antonio Pacheco Fernández, negó también que se hubieran producido anomalías en las distritales y menos aún un fraude, tal como Solís insinuaba, si bien este, en su denuncia, no había planteado expresamente tal hecho. En octubre de 2004 la controversia quedó opacada por el monumental escándalo nacional que supusieron el arresto y encarcelamiento de los ex presidentes socialcristianos Calderón Fournier y Rodríguez Echeverría por presunta corrupción (acusaciones del cobro de comisiones y sobornos empresariales), y la dimisión de José María Figueres Olsen como director ejecutivo del Foro de Davos tras publicarse que él también habría recibido sobornos de la compañía Alcatel.

El 16 de enero de 2005, frustrado por la actitud de los órganos directivos del PLN en respuesta a su denuncia de graves irregularidades en las elecciones internas, pero también desencantado por el paulatino abandono de las premisas socialdemócratas tradicionales, Solís dio el paso de abandonar el partido de toda su vida. En una carta de renuncia firmada conjuntamente con Mariano Figueres Olsen, hermano del ex presidente, y bajo el título justificativo de Por respeto y defensa de las banderas de Don Pepe, Solís explicaba que tomaban "la dolorosa decisión de renunciar de manera irrevocable e inmediata a nuestra militancia" por varios motivos.

En primer lugar, mencionaban la "reacción vergonzosa e insólita" del Tribunal de Elecciones Internas al desestimar su denuncia de las "irregularidades y fraudes" cometidos en las distritales de agosto. A continuación, confesaban su "consternación" porque la dirección del PLN hubiera quedado en manos de una "cúpula oportunista y reaccionaria", grupo que había "acelerado su decadencia ética y degradación doctrinaria al plegarse, acrítico y sumiso, a una opción hegemónica que (…) no refleja los postulados esenciales del pensamiento socialdemócrata liberacionista".

Solís y Figueres recordaban que ellos eran parte de una "generación de liberacionistas que reivindican la vocación socialista y democrática que debe caracterizar al modelo productivo", y añadían: "Creemos en la empresa privada como instrumento legítimo y necesario para la generación de riqueza, pero también en la obligación de que ésta contribuya solidariamente con el desarrollo nacional (…) Creemos en un Estado eficaz y eficiente, pero también en un Estado fuerte, regulador y capaz de neutralizar (…) los efectos perversos del libre mercado (…) Rechazamos el abandono que el PLN ha hecho de su histórica alianza con los sectores medios del país (…) y el contubernio que lo ha sustituido a favor de un modelo excluyente, injusto y concentrador de la riqueza que privilegia el lucro sobre la inversión social, y que ha sumido a demasiados conciudadanos en la más oprobiosa miseria".

Al arremeter contra las "actitudes antidemocráticas", el "espíritu bonapartista" y las "demandas de un líder iluminado" en el PLN, Solís y Figueres se referían al regreso a bombo y platillo del ex presidente Arias, quien, acogido a la reforma constitucional que permitía las reelecciones presidenciales no consecutivas, se disponía a ser proclamado candidato para la contienda electoral 2006.

La aclamación de Arias tuvo lugar en junio de 2005 en una convención liberacionista declarada desierta de otros contrincantes. Luego, el 5 de febrero de 2006, Arias, esgrimiendo un programa de "socialdemocracia moderna y renovada" que en el terreno macroeconómico asumía con normalidad los criterios de rigor financiero típicamente liberales, consiguió vencer con tan sólo 18.000 votos de diferencia a su rival por la izquierda, Ottón Solís, tal que en mayo siguiente inició su segundo mandato de cuatro años. Las elecciones de 2006 dejaron un buen sabor de boca en el PAC, que, con Epsy Campbell Barr al frente de su Comité Ejecutivo, se consolidó como fenómeno ascendente de la política nacional. Los ciudadanos conquistaron la segunda posición, pisándole los talones a Arias en las presidenciales, que fueron un virtual empate, y obteniendo 17 de los 57 diputados de la Asamblea Legislativa, ocho menos que el PLN

El PAC, con su discurso renovador basado en las ideas de incentivar la participación e implicación de los ciudadanos en la política, luchar contra la corrupción y frenar las políticas económicas neoliberales, había conseguido sacar de la apatía a miles de electores hastiados del tradicional dominio bipartidista, cuya esclerosis y agotamiento eran evidentes. El manifiesto de principios que Solís hacía en su carta de baja como militante del PLN evocaba poderosamente el ideario del PAC. Sin embargo, por el momento el profesor mantuvo la independencia política y se concentró en su quehacer académico, desarrollando actividades docentes e investigadoras en la UCR, la FLACSO y la Universidad de Florida.

El ingreso de Solís en el PAC se produjo en 2008, en el ecuador del mandato presidencial de Arias y meses después del referéndum nacional vinculante de octubre de 2007 que dio luz verde a la participación de Costa Rica en el CAFTA; en dicha consulta, el PAC fue el más notorio de los partidarios del no a un tratado cuya renegociación exigía. Con este paso, el ex liberacionista se separó de Mariano Figueres Olsen, quien optó por unirse a la nueva Alianza Patriótica, una formación de similares planteamientos, de corte socialdemócrata y opuesta al TLC con Estados Unidos. Tampoco imitó a José Miguel Corrales, otro de los muchos destacados liberacionistas que dio portazo a la agrupación en estos años a causa de su deriva liberal y en su caso un socialdemócrata confeso, el cual escogió al partido Unión Patriótica.

En mayo de 2009, siendo Alberto Cañas Escalante el presidente orgánico, el PAC celebró una Convención Nacional Ciudadana que, a modo de elección primaria, abierta a cualquier costarricense mayor de edad pero a condición de que previamente hubiera manifestado por escrito su adherencia al partido (requisito que reducía considerablemente el padrón electoral), decidió la candidatura pacsista para las elecciones presidenciales de 2010. Entonces contendieron tres precandidatos, Ottón Solís, Epsy Campbell y el empresario Román Macaya Hayes, resultando ganador el primero.

Luego, en la elección nacional del 7 de febrero de 2010, Solís, que hacía su tercera postulación consecutiva, fracasó estrepitosamente ante la candidata de oficialismo liberacionista, Laura Chinchilla Miranda, antigua ministra de Seguridad Pública y primera vicepresidenta de la República con Arias, cuyo ideario social liberal (o liberal a secas, insistía la oposición progresista y de izquierdas) compartía plenamente. Con el 25,1% de los sufragios, Solís, a pesar de contar con el respaldo de la Alianza Patriótica y del Partido Integración Nacional (PIN), que habían forjado con el PAC el Frente Electoral Patriótico Progresista, se quedó a más de 20 puntos de Chinchilla y sintió a sus espaldas el empuje de Otto Guevara Guth, del derechista y proempresarial Movimiento Libertario (ML), quien iba igualmente por su tercera tentativa presidencial. En las legislativas, el PAC perdió mucho fuelle también y se quedó con 11 diputados, si bien retuvo la condición de segunda fuerza de la Asamblea.


3. Candidato presidencial con doble sorpresa en 2014

El PAC encajó el revés electoral de 2010 con serenidad. Alberto Cañas cedió la presidencia del Comité Ejecutivo a Elizabeth Fonseca Corrales y Ottón Solís, el líder histórico, anunció que ya no volvería a aspirar a la Presidencia de la República, autodescarte que abrió la puerta a la promoción de nuevos dirigentes. Uno de ellos era Luis Guillermo Solís, cuyas ambiciones presidenciales empezaron a sonar con fuerza ya a finales de 2010. Durante año y medio, el historiador y politólogo ni desmintió ni confirmó que fuera a ser precandidato con la mirada puesta en la liza presidencial de 2014. En febrero de 2011, en una entrevista periodística, Solís descartó que el PAC pudiera llegar a aliarse con los libertarios de Otto Guevara y señaló como posibles socios a "sectores" del PLN y el PUSC. También, afirmó que el "principal peligro de la sociedad costarricense" era la "desigualdad", y que el "mayor riesgo político" venía de la "politiquería que se hace con clientelismo".

El 15 de mayo de 2012 Solís deshizo su ambigüedad anunciado su intención de contender por la jefatura del Estado y el 27 de noviembre siguiente, por último, inscribió formalmente su precandidatura. La lista inicial de precandidatos para batirse en la Convención Nacional Ciudadana de 2013 era voluminosa. Además de Solís Rivera, figuraban: la ex presidenta partidaria y ex diputada Epsy Campbell; el diputado y ex titular de la Asamblea Legislativa Juan Carlos Mendoza García; el ex diputado Ronald Solís Bolaños, abanderado de la corriente ottonista; el empresario Román Macaya; el diputado y académico Claudio Enrique Monge Pereira; y la empresaria Mónica Segnini Acosta, presidenta de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (CADEXCO). Sin embargo, sólo los cuatro primeros llegaron a inscribirse para el proceso.

El 21 de julio de 2013, Luis Guillermo Solís, haciendo trizas los sondeos que le situaban muy por detrás de la gran favorita, Epsy Campbell, se llevó la candidatura presidencial con el 35% de los votos, 8.153 papeletas, ganándole la partida por tan sólo 113 papeletas al también inesperado precandidato fuerte, Juan Carlos Mendoza. Campbell, en cambio, recabó el 25%. Los ajustados resultados fueron certificados por el Tribunal Electoral Interno una semana después de la votación primaria. Los candidatos vicepresidenciales en la fórmula de Solís eran dos antiguos ministros socialcristianos, Helio Fallas Venegas y Ana Helena Chacón Echeverría.

Respaldado por todos los precandidatos derrotados y por el nuevo presidente orgánico, Olivier Pérez González, y aventando el eslogan de Con Costa Rica no se juega, Solís presentó un programa de gobierno pensado para desalojar del poder al PLN, que con Laura Chinchilla en la Presidencia había sufrido un fuerte desgaste por la profusión de escándalos de corrupción, desaciertos de gestión, pasos en falso y políticas impopulares. Una parte de los costarricenses, y así lo venían voceando las protestas sociales, creía que el Ejecutivo otorgaba un trato de favor al capital transnacional en lugar de concentrarse en la gran preocupación del momento, la creciente desigualdad social.

En su Plan Rescate 2014-2018, subtitulado trabajo, progreso y alegría, el candidato presidencial del PAC fijaba tres pilares de gobierno y enumeraba diez compromisos para "rescatar" a Costa Rica del estado de "doble polarización" al que había llegado tras seguir los "gobiernos de los partidos tradicionales" una "ruta equivocada", polarización que terminaba "lesionando a nuestro sistema democrático". Así, existía una "polarización social" cuyos "resultados más evidentes" eran "el aumento de la desigualdad, la creciente brecha entre los sectores de mayores ingresos y los hogares de menores ingresos, y el aumento del desempleo y la precariedad laboral". Y existía una creciente "polarización política", expresada en "la incapacidad para dialogar y construir acuerdos por parte de nuestra clase política".

De manera palpable, la nación se hallaba "secuestrada por la corrupción, por partidos políticos y grupos de interés que solo son capaces de actuar en función de intereses inmediatos y, con frecuencia, mezquinos, olvidando la necesidad de poner el bien común por encima de intereses particulares", seguía rezando la presentación del Plan. Por todo ello, el PAC proclamaba tres pilares de actuación, cuales eran: uno, "luchar contra la corrupción y fortalecer un Estado transparente y eficiente"; dos, "impulsar el crecimiento económico del país y generar más y mejores empleos"; y tres, "reducir la desigualdad y eliminar la pobreza extrema".

En cuanto a los compromisos, estos consistían en: desarrollar la infraestructura del transporte; fortalecer el seguro de salud y las pensiones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS); proteger al productor nacional y "avanzar en la seguridad y soberanía alimentarias"; "garantizar una educación de calidad"; implementar una gestión ambiental "compatible con el desarrollo humano"; fomentar una "seguridad pública civilista y efectiva"; promover la cultura y el deporte; defender y respetar los Derechos Humanos; "administrar responsablemente" las finanzas públicas; y un compromiso especial para con las mujeres.

Solís se manifestó de manera categórica sobre algunos puntos concretos de suma importancia a petición de los periodistas. Así, en caso de ganar la Presidencia, él frenaría la negociación y firma de nuevos tratados de libre comercio, y en cambio se centraría en estudiar las implicaciones de la docena de acuerdos ya adoptados, pues se trataba de "empezar a administrar bien" los tratados vigentes.  El CAFTA con Estados Unidos en el ámbito centroamericano, al que en su momento se había opuesto, era un hecho consumado para que el ni siquiera veía factible una renegociación. Un Gobierno suyo mantendría igualmente el patrullaje conjunto antidrogas con unidades navales de Estados Unidos, pero siempre que este operativo se atuviera estrictamente a los términos del convenio en vigor.

La cooperación con Washington en la lucha antinarcóticos se mantendría a pesar de las dudas que le producían las estrategias oficiales, a la luz de los resultados obtenidos, para controlar y erradicar el negocio ilícito del narcotráfico, principal motor de la ola de violencia que azotaba a Mesoamérica, aunque a Costa Rica en mucha menor medida que a sus vecinos del norte. Además, Solís descartó la afiliación de Costa Rica al ALBA, el principal instrumento de integración del bloque bolivariano en el continente, y en cambio expresó su máximo interés en las posibilidades multilaterales que brindaba la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de la que Costa Rica era miembro fundador, y la Alianza del Pacífico, cuya membresía resultaba muy conveniente.

Asimismo, el candidato insistió en que no promovería ninguna subida de los impuestos en los dos primeros años de gobierno. Su modelo de país para Costa Rica era Finlandia, "por los temas de educación, de distribución de riqueza, de incorporación de ciudadanía", razonó. En cuanto a los derechos de las parejas del mismo sexo, aceptaba la regulación de las uniones civiles, pero se oponía a la celebración de matrimonios.

Pese a todo este discurso de regeneración y cambio, hasta noviembre de 2013 Solís, en realidad una personalidad poco conocida por el público costarricense, fue un candidato marginal en los sondeos preelectorales. Durante meses no superó el 5% de intención de voto, situándose más o menos al mismo nivel que el socialcristiano Rodolfo Piza Rocafort y claramente a la zaga de los tres adversarios que por aquel entonces contaban para la victoria final: José María Villalta Florez-Estrada por el izquierdista Frente Amplio (FA), Otto Guevara por el derechista ML y Johnny Araya Monge, hermano de Rolando Araya y hasta ahora alcalde de San José, por el oficialista PLN.

Sólo en enero de 2014, es decir, durante la campaña electoral propiamente dicha, comenzó Solís a remontar tan adversas encuestas, pero sin brío; todo lo más, se le adjudicaba la tercera posición, y probablemente no obtendría ni eso, insistían la mayoría de los sondeos. Si bien la elección del 2 de febrero iba a ser la más abierta y competitiva en la historia de la democracia costarricense y la celebración de la segunda vuelta se daba por hecho, al término de la campaña los pretendientes con más posibilidades de llegar a la Presidencia eran, así lo creían todos, Araya y Villalta.

Ahora bien, el politólogo neófito en lides políticas experimentó en las jornadas postreras un crecimiento tan vertiginoso como inadvertido. El 16 de febrero, tras dos semanas de escrutinio manual de los votos, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó los resultados oficiosos avanzados al cierre de las urnas y declaró a Solís ganador de la primera vuelta con el 30,6% de los sufragios, seguido con el 29,7% por Araya, quien sacó para el PLN los peores resultados de sus 63 años de existencia. Tocaba ahora disputar la segunda vuelta, convocada por el TSE para el 6 de abril. En esta ocasión, los sondeos auguraban una victoria aplastante de Solís, quien podría recibir hasta el 75% de los votos.

Pero el 5 de marzo el candidato liberacionista dejó pasmado a todo el mundo al anunciar que se "apartaba" de las elecciones con los pretextos de que no tenía posibilidades de ganar a Solís ni dinero para continuar con la campaña. De materializarse, esta descabalgadura voluntaria convertiría a Solís en presidente in péctore por deserción de su oponente. No obstante, la Constitución Política de Costa Rica, en su artículo 138, prohibía expresamente a los candidatos renunciar a participar en la segunda vuelta, así que la papeleta con la opción de Araya, estuviera o no presente en la campaña, aparecería en las mesas electorales a disposición de los votantes el 6 abril. El mandatario declarado electo por el TSE, como venía haciéndose ininterrumpidamente desde 1958, asumiría el cargo el 8 de mayo.

Cogido por sorpresa como el que más por la insólita espantada de su adversario, que en América Latina sólo tenía un precedente cercano en el tiempo, la retirada de Carlos Menem en las elecciones argentinas de 2003 –si bien entonces el candidato peronista sí quedó primero en la primera vuelta, por delante de Néstor Kirchner-, Solís tuvo una reacción de gran disgusto. Recordando en todo momento que la elección seguía viva por mandato legal, el opositor pidió que no se le considerara aún "eventual presidente", ni "virtual presidente", ni "casi presidente", pero reconoció que la situación generada era "como estar peleando contra un fantasma". Más aún, confesó darle "pavor" la posibilidad de convertirse en un "presidente deslegitimado por falta de votos" en alusión a un posible abstencionismo masivo en la segunda vuelta; en la primera, la participación había ascendido al 68,2%. Esto último, afirmó, "sería lo peor para un presidente del país con la democracia más antigua de América Latina, sería una tragedia histórica".

Lo cierto era que Solís no las tenía todas consigo. De hecho, transmitió la sospecha de que la retirada de Araya podría tratarse de una "estratagema" para restarle contundencia al eventual triunfo del PAC. Para hacer todo más confuso, el propio Araya dijo a la prensa que si la candidatura del PLN resultaba, después de todo, ganadora, él no renunciaría a la posibilidad de asumir la Presidencia de la República. Otro motivo de preocupación para Solís era la composición de la nueva Asamblea Legislativa, que no reflejaba el histórico cambio de guardia en ciernes en el Ejecutivo: aunque las formaciones recortaban sus diferencias, el PLN seguía siendo el primer grupo parlamentario con 18 diputados, seguido del PAC con 13. En orden decreciente, también habían obtenido representación en la Cámara el FA, el PUSC, el ML, el Partido Renovación Costarricense (PRC), el Partido Restauración Nacional (PRN), la Alianza Demócrata Cristiana (ADC) y el Partido Accesibilidad Sin Exclusión (PASE).

El 6 de abril, finalmente, Solís ganó la Presidencia con un contundente 77,8% de los votos, aunque, tal como se temía, con una participación desmejorada, 11,5 puntos menor que la de la primera vuelta. El abstencionismo alcanzó el 43,4% del censo electoral, el nivel más alto en los últimos 60 años.

Luis Guillermo Solís está casado con Mercedes Peñas Domingo, politóloga española formada en la Universidad Complutense de Madrid, su ciudad natal, y radicada en Costa Rica desde 1991. Hasta el 30 de abril de 2014, cuando renunció al puesto para poder desempeñar las funciones tradicionales de la primera dama, fue directora ejecutiva de la Fundación para el Desarrollo Local y el Fortalecimiento Municipal e Institucional de Centroamérica y el Caribe (DEMUCA). La pareja ha tenido una niña, que se suma a los cinco hijos tenidos por él de un matrimonio anterior.

(Cobertura informativa hasta 1/5/2014)