Luis Alberto Monge Álvarez

Luis Alberto Monge, quien fuera uno de los dirigentes fundacionales del Partido Liberación Nacional (PLN, socialdemócrata) tras la revolución figuerista de 1948, ganó las elecciones presidenciales de 1982 en un momento aciago para la economía costarricense, azotada por la crisis, y para la geopolítica regional, señoreada por tres guerras civiles. Hasta el final de su mandato en 1986, Monge se aferró al estatus de neutralidad de la democrática Costa Rica en la vorágine de los conflictos centroamericanos, contuvo los amagos de desbordamiento de la contienda en la vecina Nicaragua, amortiguó las presiones de Estados Unidos para que militarizara un país sin Ejército frente a la amenaza sandinista y diversificó las relaciones exteriores lanzando el Diálogo de San José con la Comunidad Europea. Tras estabilizar una economía acuciada por la deuda externa, el presidente dio los primeros pasos de una reforma estructural.

(Texto actualizado hasta enero 2007)

1. Miembro de la dirigencia histórica del liberacionismo
2. Gestión como presidente constitucional de Costa Rica
3. Actividades ulteriores


1. Miembro de la dirigencia histórica del liberacionismo

Perteneciente a una humilde familia de campesinos, siendo niño trabajó en los campos de tabaco próximos a su aldea y a muy temprana edad emprendió un activismo sindical en la Confederación de Trabajadores Rerum Novarum, un gremio obrero inspirado en la doctrina social de la Iglesia católica y cuya presidencia alcanzó en 1944 con sólo 19 años. La rudimentaria formación académica que su modestísima condición social le permitió recibir fue en parte suplida por una inquietud autodidacta y una instrucción de tipo práctico en la Escuela de Servicio Social y la Cruz Roja Costarricense.

Su participación en las luchas sociales del agro costarricense desde planteamientos tradicionalistas y harto alejados del marxismo no tardó en proyectarle a un terreno, el político, tensado al máximo con motivo de las elecciones presidenciales de febrero de 1948, cuando la victoria del candidato opositor Otilio Ulate Blanco, por el Partido Unión Nacional (PUN), frente al aspirante del oficialismo, el ex presidente Rafael Ángel Calderón Guardia, del Partido Republicano Nacional (PRN), fue declarada nula por el Congreso controlado por la alianza de calderonistas y comunistas.

Monge se unió al Ejército de Liberación Nacional (ELN), el movimiento político-guerrillero organizado por José Figueres Ferrer, un paisano alajuelense de ideas antioligárquicas no obstante tratarse de un latifundista, para sostener la legítima causa presidencial de Ulate y que tras breve guerra civil con el Gobierno del PRN se hizo con el poder en el mes de mayo, dando paso a la Junta Fundadora de la Segunda República. Colocado bajo el patrocinio político de Figueres, el joven ganó un mandato en las elecciones del 8 de diciembre de 1948 a la Asamblea Nacional Constituyente como candidato del Partido Social Demócrata (PSD), fundado por Figueres en 1945. Pese a carecer de formación jurídica, Monge tomó parte activa en los trabajos constituyentes y en particular participó en la redacción del capítulo sobre Derechos y Garantías Sociales, que dio lugar al Título V de la Constitución.

Luego de promulgarse la Carta Magna y de instalar Figueres a Ulate en la Presidencia (noviembre de 1949), Monge regresó al movimiento sindical y durante una temporada, hasta 1952, estuvo afincado en Ginebra en calidad de secretario regional para América Latina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Aprovechando esta misión internacional, asistió a cursos libres en la Universidad ginebrina. Figura descollante del obrerismo continental no socialista o comunista, hasta finales de la década de los cincuenta fungió de vicepresidente de la Confederación Interamericana de Trabajadores (CIT) y de secretario general de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), cometido este último que desempeñó en México entre 1953 y 1958.

En 1951, respondiendo al llamado de Figueres, retornó al país de manera temporal para participar en la fundación, el 12 de octubre, en la localidad de La Paz de San Ramón de Alajuela, del Partido Liberación Nacional (PLN), que abrazó la doctrina socialdemócrata ya difundida por el PSD. Monge fue uno de los promotores que estamparon su firma en la Carta Fundamental del PLN, el cual quedó inscrito en el Registro Civil el 26 de abril de 1952. En 1955, discurriendo el tercer año de la primera presidencia electoral de su mentor, estuvo de vuelta en San José para sentarse en el Gobierno como flamante ministro de la Presidencia.

Esta responsabilidad gubernamental, terminada en 1956, prologó una estimable carrera en la alta política nacional que le convirtió sucesivamente en diputado de la Asamblea en la legislatura de 1958-1962, embajador en Israel en 1963, secretario general del PLN desde 1967 (hasta 1979), y, de nuevo, diputado, así como jefe de bancada, para el período 1970-1974, coincidiendo con la segunda presidencia de Figueres, con los rangos añadidos de vicepresidente de la Cámara en 1972 y presidente de la misma a partir de 1973. Fuera de la política, presidió el Centro de Estudios Democráticos de América Latina (CEDAL) desde su creación en 1968 e impartió docencia en la Escuela Inter-Americana de Educación Democrática (EIDED). En 1958 fue asimismo cofundador de la Revista Internacional Combate, cuyo Consejo Editorial lo integraban también Figueres y destacados políticos sudamericanos como el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre y el venezolano Rómulo Betancourt.

Para 1977, Monge, con 51 años, ya era una de las personalidades más influyentes y respetadas del liberacionismo, que agotaba su segunda administración presidencial consecutiva en la persona de Daniel Oduber Quirós. Aquel año, aspirando a convertirse en el cuarto dirigente fundacional del PLN, tras Figueres, Francisco José Orlich Bolmarcich (presidente en 1962-1966) y Oduber, en alcanzar la jefatura del Estado a través de las urnas que brindaba la singular democracia costarricense, lanzó su candidatura electoral, que fue proclamada por el partido. El 5 de febrero de 1978 se enfrentó al postulante de la centroderechista Coalición Unidad, el economista y empresario Rodrigo Carazo Odio, jefe del Partido Renovación Democrática (PRD, fundado a partir de una escisión de elementos liberal conservadores del PLN), y, contra pronóstico, resultó derrotado: obtuvo el 43% de los votos frente al 52% de Carazo.


2. Gestión como presidente constitucional de Costa Rica

En abril de 1980 sus conmilitones, con la bendición del viejo patriarca del liberacionismo, Figueres Ferrer, alias Don Pepe, volvieron a nominarle de cara a las elecciones que tocaban celebrar el 7 de febrero de 1982. Los bajos índices de popularidad con que se despedía Carazo dieron alas a la candidatura de Monge, que, esta vez sin sorpresas, se impuso a su rival de la Coalición Unidad, el ex canciller Rafael Ángel Calderón Fournier, hijo de Calderón Guardia, con un contundente 57,3% de los sufragios, un porcentaje sólo superado por el 64,7% sacado por Figueres en 1953. A mucha mayor distancia, por debajo del 5%, quedaron el ex presidente Mario José Echandi Jiménez, por el derechista Movimiento Nacional, y Rodrigo Roberto Gutiérrez Sáenz, por la coalición izquierdista Pueblo Unido. En las legislativas, el PLN invirtió también las tornas y se alzó con una mayoría absoluta de 33 diputados.

El 8 de mayo de 1982 Monge asumía la Presidencia de la República con un mandato de cuatro años no renovables y en unas circunstancias nacionales sumamente complicadas. El país afrontaba, por una parte, una aguda crisis económica que se nutría de factores tanto externos, fundamentalmente la escalada en los precios del petróleo y el descenso de las cotizaciones de los principales productos de exportación (banano, azúcar, café y cacao), como internos, en particular el incremento de la deuda externa, un monto rayano en los 3.000 millones de dólares que cerca triplicaba los ingresos del comercio exterior y cuyo pago se veía aún más comprometido por la devaluación del colón un 600% en el último bienio. El Estado no sólo debía hacer frente a sus obligaciones deudoras, sino también al elevado gasto público que requería mantener una administración hipertrofiada así como la red de prestaciones sociales, la cual había permitido a Costa Rica exhibir uno de los cuadros de desarrollo humano más notables de América Latina. Ahora, sin embargo, acuciaban enormemente el desempleo y la inflación, en torno al 80% anual.

Por otra parte, causaban viva inquietud las salpicaduras desestabilizadoras de la guerra civil que destrozaba a la vecina Nicaragua, sin descartarse, así lo advertían los sectores políticos más conservadores, un contagio revolucionario de corte marxista. Precisamente, el varapalo electoral sufrido por la Coalición Unidad se había debido en buena parte a la ayuda prestada por Carazo al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), permitiéndole abastecerse de armas a través de territorio costarricense, para el triunfo de su revolución en 1979; lo que entonces se había considerado un logro fausto para toda la región, la caída de una tiranía, la somocista, que el PLN sólo podía aborrecer, ahora era visto como una calamidad por lo que suponía de avance de las fuerzas comunistas y procubanas.

Aunque la opinión pública estaba dividida sobre el nivel de peligro que entrañaba el conflicto armado que enfrentaba al Gobierno sandinista de Managua con las guerrillas referidas genéricamente como la Contra, y Monge estaba entre los que pensaban que no era cuestión de sembrar el alarmismo, sí existía una sensación general de zozobra del modelo nacional de democracia, economía social de mercado y antimilitarismo (el Ejército estaba abolido constitucionalmente desde 1949), que hasta ahora había hecho de Costa Rica un oasis de paz, estabilidad y relativo bienestar en América Central.

Ya durante la campaña electoral y en los meses como presidente electo, Monge recalcó un diagnóstico crudo de la situación. Para enfrentar la "aterradora" crisis económica y revertir la "pérdida de credibilidad" en el sistema, anunció un plan de emergencia de cien días cuyo contenido no detalló pero que tenía como principales objetivos la estabilización cambiaria y de los precios, así como el inicio de negociaciones con el FMI y con los gobiernos y bancos acreedores para reestructurar la asfixiante deuda externa (e servicio de la deuda estaba suspendido desde 1981) El impreciso plan de gobierno del PLN llevaba el animoso nombre de Volvamos a la tierra.

En cuanto a la convulsión política regional, con la guerra civil, las violaciones a gran escala de los Derechos Humanos y la insurgencia revolucionaria campando por sus respetos en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, Monge explicó que Costa Rica ni podía ni debía involucrarse en la confrontación bélica de América Central, pero que en el "terreno de la confrontación ideológica" su actitud era bien distinta, ya que "no somos neutrales en la defensa del sistema democrático frente al militarismo oligárquico y el expansionismo marxista-leninista en la zona". Pese a las "diferencias" con Estados Unidos, sobre todo por sus presiones para establecer alianzas con las "camarillas genocidas y represivas" que, por ejemplo, mandaban en Guatemala y San Salvador, Costa Rica tenía claro con quién había que alinearse en el enfrentamiento Este-Oeste, en el apogeo de la Guerra Fría. "Mi gran reto", afirmó el presidente, "es demostrar a los pueblos que se desgarran en luchas fratricidas que el sistema democrático puede resolver problemas de miseria". Ahora bien, como medida preventiva, el nuevo Gobierno tendería un "cordón sanitario protector de las fronteras".

En los cuatro años siguientes, Monge iba a manejar los problemas con la actitud de un cortafuegos cauteloso, resuelto siempre a prevenir y a apaciguar, pero contrario a aplicar resoluciones radicales que pudieran avivar las tensiones. Su complicada equidistancia de los actores del conflicto nicaragüense, inicialmente muy cuestionada por las amplias facilidades operativas que encontraba aquende la frontera delimitada por el río San Juan, en las provincias de Alajuela y Heredia, la guerrilla contrasandinista Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), cuyos líderes militar y político eran respectivamente Edén Pastora –el célebre Comandante Cero- y Alfonso Robelo, y que lógicamente provocaban las iras del régimen de Managua, generó contradicciones internas en el núcleo del Gobierno, con el ministro de Exteriores, Fernando Volio Jiménez, reclamando mano dura para "obstaculizar los objetivos expansionistas" del poder sandinista y su colega de Seguridad Pública y responsable sobre los 6.000 agentes que integraban la Guardia Civil, Ángel Edmundo Solano Calderón, instando a la máxima contención.

Noviembre de 1983, luego de retirar San José a su embajador en Managua en protesta por unos incidentes fronterizos provocados por el Ejército Popular Sandinista en el contexto de la repulsión de las agresiones de la ARDE, fue un mes decisivo en este aspecto. El día 13 el canciller Volio presentó la dimisión, evidenciando la derrota de sus tesis beligerantes en el Ejecutivo. Cuatro días después, el 17 de noviembre, Monge, invocando la Carta de las Naciones Unidas, la Carta de la OEA y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), así como y en especial la tradición y la historia nacionales, declaraba solemnemente la "neutralidad perpetua, activa y no armada" del país en los conflictos centroamericanos.

En la práctica esto suponía que Costa Rica, una nación pequeña que sólo podía aspirar a ser "potencia espiritual", renunciaba a seguir los pasos de Honduras, convertido por Estados Unidos en la retaguardia de su asistencia militar a la Contra y en la cabeza de puente de una eventual invasión directa para derrocar al régimen sandinista. Sobre el papel, Monge volvía a aclarar que la proclama no significaba "imparcialidad en el campo ideológico o político", y que Costa Rica se mantenía en el lado de las democracias occidentales.

Tan vehemente fijación de postura no ahorró a Monge, hasta el final de su mandato, nuevas y candentes polémicas, que pusieron a prueba una u otra vez la pregonada excepción costarricense. Ente 1984 y 1985 el presidente manifestó en reiteradas ocasiones su descontento y frustración con la labor política del Grupo de Contadora (formado por Colombia, Venezuela, México y Panamá), al que echó en cara su falta de apoyo y solidaridad ante los incidentes fronterizos provocados por el Ejército Sandinista, siendo el más grave la emboscada tendida en mayo de 1985 a una patrulla de la Guardia Civil, en la que murieron dos agentes. Las denuncias presidenciales, empero, dejaron al margen a la guerrilla de Robelo, la cual seguía moviéndose por suelo costarricense con total impunidad. En agosto de 1985 Monge afirmó que el país vecino suponía una "amenaza de guerra" para Costa Rica, aunque siguió apostando por la Comisión Mixta Nicaragüense-Costarricense, instalada en mayo de 1984, como la mesa de diálogo que podía resolver los contenciosos bilaterales.

La escasa eficacia del Grupo de Contadora y la OEA a la hora de pacificar América Central le sirvió a Monge para justificar la llegada a Costa Rica de asesores militares estadounidenses con la misión de crear dos batallones paramilitares de reacción rápida. El mandatario no veía ninguna contradicción entre este hecho y la abolición constitucional del Ejército y su proclama neutralista de 1983, reafirmándose en su determinación de preservar la paz sin caer en el militarismo. Por otro lado, el dogal de la deuda externa le animó a apelar directamente a Estados Unidos con un argumento más político que económico: Costa Rica necesitaba la ayuda norteamericana para resguardar a la única democracia estable de América Central. Ciertamente, Monge veía en Washington un aliado necesario para alejar el comunismo revolucionario, aunque puntualizando que se consideraba "independiente para criticar lo que no nos guste de la política de Estados Unidos, pero sin carga emotiva antiyanqui".

A modo de compensación de lo anterior, y prolongando el movimiento pendular de su política exterior, Monge exploró un acercamiento a los gobiernos de Europa Occidental y fue artífice del denominado Diálogo de San José, un proceso de diálogo político y económico intercontinental que arrancó en la capital del país en septiembre de 1984 con la celebración de la primera conferencia de ministros de Exteriores de América Central, el Grupo de Contadora y la Comunidad Económica Europea. Meses después, en abril de 1985, Monge sostuvo en Washington una reunión con el presidente Ronald Reagan, la tercera desde 1982, para explicarle las motivaciones de su funambulismo diplomático.

Por lo que se refiere a las cuestiones puramente domésticas, la prolongación de la recesión económica (en 1983 el PIB se contrajo todavía medio punto), las sucesivas depreciaciones del colón y las tensiones inflacionistas impidieron el sosiego del clima social. 1984 estuvo entreverado de ocupaciones de tierras por campesinos que demandaban una reforma agraria y de huelgas laborales que ocasionaron graves pérdidas en el sector bananero. A mediados de agosto, cuando la deuda externa superaba ya los 4.000 millones de dólares, el presidente hizo dimitir en pleno al Gabinete, del que fueron cesados los titulares de Seguridad, Gobernación, Presidencia y Educación.

La remoción en la primera oficina de Solano, considerado un filocomunista por sectores políticos y económicos conservadores, estaba cantada desde que alarmó al país con el aviso de que había un alto riesgo de golpe de Estado, anuncio un tanto peregrino que hizo a Monge llevarse las manos a la cabeza. El presidente escogió para reemplazarle a Benjamín Piza Carranza, un empresario de conocidas simpatías derechistas y proestadounidenses. Fiel a su estilo compensatorio, Monge sustituyó en Gobernación a Alfonso Carro Zúñiga, dirigente liberacionista de línea moderada, por el embajador en España, Enrique Obregón Valverde, un ideólogo de la socialdemocracia.

Para 1985, el Gobierno, con el respaldo de los organismos financieros internacionales, había conseguido estabilizar la economía (recuperación del crecimiento, relativo control de la inflación, drástica reducción del déficit fiscal) luego de aplicar una serie de medidas ortodoxas, como profundos recortes en el gasto público, supresión de subsidios, alzas en las tarifas de los servicios públicos, restricción del crédito bancario y ordenación del mercado cambiario con la adopción de un tipo de cambio flexible pero sin libre flotación.

Entonces, Monge dio luz verde al primer Programa de Ajuste Estructural (PAE I), largamente reclamado por el FMI y el Banco Mundial, el cual abrió una histórica brecha, luego ampliada por las administraciones posteriores sin distingo partidista, en el sistema socioeconómico instaurado en 1948, que se había basado en la preponderancia interventora del Estado y en el estímulo de la demanda interna como motor de la economía. En adelante, el aparato productivo se orientaría a la diversificación industrial, a las exportaciones no tradicionales y a la obtención de divisas comerciales, dando máximo relieve al sector privado. Por otro lado, el Congreso aprobó una Ley de Incentivos para el Desarrollo Turístico, que era una actividad terciaria poco desarrollada aún pero potencialmente muy lucrativa.

Con la mejora del clima económico (pese a continuar intacta la crisis de la deuda y a quedarse en el tintero reformas legales necesarias para relanzar las exportaciones), la preservación cierta de la paz en medio de una tempestad regional que no daba signos de amainar y el arraigo de su imagen de estadista prudente, sencillo y siempre abierto al consenso, Monge llegó al final de su mandato, cosa poco usual, con unas altas cotas de popularidad. Este hecho impulsó decisivamente las posibilidades del oficialismo en las elecciones presidenciales del 2 de febrero de 1986, las cuales ganó al socialcristiano Calderón Fournier el que fuera sucesor de Monge en la Secretaría General del partido en 1979, Óscar Arias Sánchez, un economista de toque intelectual y abierto a la reforma estructural pero sin renunciar a los principios socialdemócratas y al Estado-providencia, así como partidario de llevar a la práctica el aspecto activo del neutralismo exterior proclamado en 1983.


3. Actividades ulteriores

Tras la transmisión de la banda presidencial el 8 de mayo de 1986, Monge retomó la presidencia del CEDAL y sus actividades directivas en la Escuela Agrícola para la Región Tropical Húmeda (EARTH), entidad formativa que había ayudado a poner en marcha siendo jefe del Estado. Asimismo, adquirió membresía en el Global Economic Action Institute, con sede en Nueva York. En los años siguientes su persona fue reconocida con una serie de doctorados honoríficos, como los otorgados por la Universidad Nacional de San Diego, California, la Universidad Interamericana de Puerto Rico y el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE). El Movimiento Cooperativo Costarricense le hizo su presidente honorario.

El 31 de octubre de 1994, rigiendo la administración liberacionista de José María Figueres Olsen (hijo de Figueres Ferrer), y tras ocho años de proceso judicial entablado contra él, su vicepresidente, Armando Aráuz Aguilar, su directora administrativa de la Casa Presidencial, Geannina Tanzi, y otras 17 personas, el ex presidente fue absuelto por el Tribunal Superior Primero Penal de un delito de peculado en relación con el desvío para usos particulares –la acusación habló específicamente de una reparación del equipo de aire acondicionado y de la adquisición de mobiliario para la residencia particular del mandatario- de casi dos millones de dólares de los fondos de emergencia asignados para enfrentar los estragos causados por el paso del huracán Juana en 1988. La Fiscalía General y la Procuraduría General de la República habían pedido la absolución para Monge y Aráuz, pero no para Tanzi, para quien demandaron seis años de prisión por haber manejado el dinero defraudado a nombre de sus dos superiores institucionales. A diferencia de aquellos, la antigua funcionaria fue condenada a cuatro años de prisión.

Monge valoró la sentencia favorable de inocencia y exoneración de toda responsabilidad como el cierre de "uno de los capítulos más turbios en la historia política y judicial de Costa Rica", y como la derrota final de una "conjura de dirigentes políticos, periodistas y funcionarios judiciales para arremeter sin piedad contra mi honra y presentarme ante el mundo como un vulgar escamoteador de fondos públicos". Por lo que se refiere a la actividad política partidista, Monge no dejó de hacer oír sus opiniones en todos los procesos y avatares, algunos muy borrascosos, protagonizados por el PLN.

En las elecciones generales de 2002 apoyó nítidamente al ingeniero Rolando Araya Monge en su infructuosa liza presidencial con el socialcristiano Abel Pacheco de la Espriella. Pero tres años después se decantó por la precandidatura de Antonio Álvarez Desanti frente a la de Óscar Arias, cuya ambición, culminada en febrero de 2006 –luego de remover la Corte Suprema el impedimento constitucional de la reelección de los antiguos titulares del poder ejecutivo-, de regresar a la Presidencia de la República descalificó con términos de extrema dureza. Así, Monge tachó la postulación de Arias de "golpe de Estado técnico", y de "espuria, de facto e ilegal", su campaña de "totalitaria", ya que le recordaba los métodos "del fascismo, el comunismo y el nazismo", y su programa de "neoliberal" y "anti-pueblo". En añadidura, vaticinó la "liquidación" del PLN, que "ya está en agonía", si Arias regresaba a la Presidencia.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2007)